Concubinos.- Esta sociedad de hecho debe ser probada.
(Sentencia del 15 de octubre
de 2008).
Considerando, que, en armonía con la jurisprudencia sentada por la Suprema Corte de
Justicia, en cuanto se refiere a la unión consensual de convivientes, la corte a-qua
expuso en el fallo criticado su convicción de que la situación jurídicamente irregular de
los concubinos respecto de su interrelación personal y de su eventual descendencia,
debía ser regulada y protegida dada su profusión y consecuencias sociales en el ámbito
nacional, lo que ha sido reconocido y consagrado en leyes adjetivas y en la referida
jurisprudencia, y que se corresponde en parte con la posición litigiosa de la actual
recurrente, ello no significa, sin embargo, que en el hipotético caso de que haya existido
entre los cohabitantes maritales de quienes se trata una identificación cabal con el
modelo de convivencia inherente a los hogares fundados en el matrimonio propiamente
dicho, o sea, una convivencia “more uxorio”, con los elementos y condiciones de hecho
acreditados por la jurisprudencia, tal circunstancia, como se observa, y como
contrariamente pretende la recurrente, no puede traer consigo en modo alguno, per sé, la
existencia de una sociedad marital de hecho, que en lo patrimonial y en lo económico
deba ser objeto de partición entre los concubinos, sin que la parte que demanda tal
supuesta sociedad y su partición haya probado por los medios pertinentes su real
efectividad, estableciendo los elementos constitutivos de esa situación.
CONCUBINOS.- CONDICIONES PARA SU VALIDEZ. ESTA SOCIEDAD DE
HECHO DEBE SER PROBADA. (Sentencia Civil No.07, del 07/07/2010, B. J.
1196).
Considerando, que en su memorial el recurrente propone los siguientes medios de
casación: “Primer Medio: Violación a la ley; Segundo Medio: Ausencia de motivos,
o, al menos, insuficiencia de motivos; Tercer Medio: Falta de base legal”;
Considerando, que en el desarrollo del primer medio, el recurrente sostiene que,
“independientemente de que se trate de un matrimonio conforme a la Ley 659, o una
unión libre de conformidad con el artículo 823 del Código Civil, entendemos que la
prescripción se impone para demandar en partición los bienes que una parte exprese que
han sido obtenidos dentro de una unión consensual o de hecho, en el caso que nos
ocupa, por expresiones de la hoy recurrida en todas las instancias, la demanda en
partición fue incoada aproximadamente tres años después de haber concluido la unión
libre entre ambos; que éste tipo de unión por tratarse de una sociedad de hecho, la parte
que desee dividir bienes obtenidos en el tiempo de esa unión debe probar los aportes
realizados en la adquisición de ese patrimonio; que si no se cumple con la prueba del
aporte, no puede entonces ordenarse la partición”;
Considerando, que, en relación con los agravios denunciados en éste medio por el
recurrente, el tribunal a-quo expuso en el fallo atacado que “a) la señora Rodríguez
demanda la partición, no de bienes pertenecientes a la comunidad legal que existió entre
los esposos Sixto Rafael Domínguez Pérez y María Josefa Marte Rosario, sino de los
adquiridos entre la fecha en que se pronunció el divorcio de los cónyuges, hasta la
separación entre ellos; b) al existir distintas indivisiones como son la de la comunidad,
la sucesoral, de una sociedad, y cada una tiene formalidades propias, la recurrida
principal utilizó el procedimiento correspondiente a la comunidad matrimonial, aunque
no estuvieran casados, ya que ese era el que más se ajustaba a su caso; c) existe prueba
de que se adquirieron bienes durante esa unión que podrían ser susceptibles de partición,
lo cual se determinará oportunamente; d) el referido plazo de prescripción establecido
por la ley es exclusivamente para demandar la partición de los bienes de la comunidad”;
Considerando, que, como es bien sabido, entre las características principales de la unión
de hecho está la ausencia de formalidad legal; que esa circunstancia constituye la
diferencia neurálgica entre la relación de hecho y el matrimonio propiamente dicho, así
como también las prerrogativas de que disfrutan cada uno de tales vínculos, el primero,
desprovisto de regulación legal alguna, y el segundo, debidamente regido por el Código
Civil; que, ciertamente, como lo expresa la Corte a-qua en respuesta al medio de
inadmisión planteado en esa jurisdicción por el actual recurrente, “el plazo de
prescripción establecido por la ley es exclusivamente para demandar la partición de los
bienes de la comunidad”, comunidad patrimonial que solo se corresponde en ese caso
con el matrimonio; que resulta incongruente con la naturaleza de la relación de hecho
aplicarle los mismos requisitos previstos en el Código Civil para el matrimonio, ya que
la unión de hecho no tiene regulación legal alguna; que, en aras de pautar el conflicto
planteado por la realidad social existente en el país, esta Suprema Corte de Justicia ha
establecido el criterio, reiterado en esta ocasión, que a los fines de satisfacer la demanda
en partición de bienes fomentados en una relación de hecho, debe procederse conforme
a las reglas establecidas en los artículos 823 y siguientes del Código Civil, por tratarse
del procedimiento que más concuerda con la naturaleza del asunto de que se trata;
Considerando, que el análisis de la sentencia recurrida revela que la Corte a-qua rechazó
las conclusiones planteadas en apelación por el ahora recurrente, después de haber
comprobado la existencia de una relación consensual desde el año 1989, durante la cual
las partes litigantes procrearon dos hijas y fomentaron bienes en común, sin que
ninguno de ellos estuviese unido durante ese tiempo a otra persona; que esta Suprema
Corte de Justicia ha reconocido que las relaciones de hecho en nuestra sociedad actual
han tomado un auge cada día más creciente, encontrándose un gran número de familias
integradas en este tipo de relación; que el concubinato o relación consensual
jurídicamente reconocida, conforme al criterio jurisprudencial sustentado por la
Suprema Corte de Justicia, tiene como carácter principal la concurrencia de cinco
requisitos, que consisten en: a) una convivencia “more uxorio”, o lo que es lo mismo,
una identificación con el modelo de convivencia desarrollado en los hogares de las
familias fundadas en el matrimonio, lo que se traduce en una relación pública y notoria,
quedando excluidas las basadas en relaciones ocultas y secretas; b) ausencia de
formalidad legal en la unión; c) una comunidad de vida familiar estable y duradera, con
profundos lazos de afectividad; d) que la unión presente condiciones de singularidad, es
decir, que no existan de parte de ninguno de los dos convivientes iguales lazos de
afectos o nexos formales de matrimonio con terceros en forma simultánea, o sea, debe
haber una relación monogámica, quedando excluidas de este concepto las uniones de
hecho que en sus orígenes fueron pérfidas, aún cuando haya cesado esa condición por la
disolución posterior del vínculo matrimonial de uno de los integrantes de la unión
consensual con una tercera persona; e) que esa unión familiar de hecho esté integrada
por dos personas de distintos sexos que vivan como marido y mujer sin estar casados
entre sí;
Considerando, que, si bien el legislador no ha establecido ninguna regulación respecto a
los bienes fomentados por los concubinos, y su unión no cuenta con la naturaleza
contractual que caracteriza el régimen legal de la comunidad, y que se forma, como se
ha dicho, al momento en que el matrimonio es celebrado por ante el oficial del estado
civil, y no en otra época, ello no implica en forma alguna, sin embargo, que los
concubinos no puedan reclamar los derechos que se desprendan de llevar una vida en
común, respecto de los bienes que se hayan adquirido durante ese tiempo, sea
individualmente o en sociedad; que, si durante una unión consensual los concubinos
aportan recursos de índole material o intelectual en la constitución o fomento de un
patrimonio común, lo que en realidad se forma entre ellos es una sociedad de hecho, la
cual puede ser establecida por cualquier medio de prueba, y sujeta a las reglas de
partición que establecen los artículos 823 y siguientes del Código Civil;
Considerando, que, en tal virtud, al comprobar la posible existencia de una sociedad de
hecho entre las partes en causa, y entender que en la especie no existe comunidad
matrimonial sujeta a la partición ordinaria de bienes comunes, en la cual correspondería
a la parte interesada probar la medida en que los bienes muebles e inmuebles
fomentados durante la misma han sido producto de la aportación mancomunada de los
concubinos, la Corte a-qua actuó correctamente en la apreciación de los hechos,
dándoles su verdadero sentido y alcance; que, en tales circunstancias, lejos de incurrir
en desnaturalización de los hechos de la causa, la Corte a-qua hizo un correcto uso del
poder soberano de que está investida en cuanto a dar la debida calificación a las
pretensiones de las partes, haciendo así una correcta interpretación y aplicación de la
ley, por lo que los argumentos examinados carecen de fundamento y deben ser
desestimados;
Considerando, que en el desarrollo de los medios segundo y tercero, el recurrente
sostiene, en síntesis, que “en el considerando 1 de la página 26 de la sentencia hoy
impugnada en casación, se puede notar que el tribunal a-quo no indicó ningún motivo
jurídico, preciso, coherente y suficientemente específico; que la obligación de
motivación del juez, constituye una garantía para todo litigante, quien tiene el derecho
de conocer las razones por las cuales ha perdido su proceso; que la sentencia carece de
motivos pertinentes que justifiquen su dispositivo”;
Considerando, que, sobre éste aspecto, el recurrente se ha limitado a hacer una crítica
vaga e imprecisa, sólo expresando la violación de la obligación de estatuir a cargo de los
jueces del fondo, sin precisar algún agravio determinado, ni señalar a la Suprema Corte
de Justicia, como es su deber, cuáles puntos o argumentos de sus conclusiones no fueron
respondidos de manera expresa por la Corte a-qua, o cuáles piezas o documentos no
fueron examinados; que, en tales circunstancias, el memorial analizado no contiene una
exposición o desarrollo ponderable de los medios bajo estudio, lo que hace imposible
que la Suprema Corte de Justicia, actuando como Corte de Casación, pueda examinar
dichos alegatos, por lo cual deben ser declarados inadmisibles;
Considerando, que, finalmente, el fallo criticado contiene una exposición completa de
los hechos del proceso, que le ha permitido a esta Suprema Corte de Justicia, en sus
funciones de control casacional, verificar que la ley y el derecho han sido correctamente
aplicados en el presente caso, por lo que y en adición a las demás razones expresadas
anteriormente, procede rechazar el recurso de casación de que se trata.
COMUNIDAD DE BIENES. MOMENTO EN QUE INICIA. CONCUBINATO.
(Sentencia Civil No.16, del 22/06/2005, B. J. 1135).
Considerando, que la parte recurrente en su memorial de casación propone los
siguientes medios: “Primer Medio: Violación a los artículos 1387, 1399, 1401, 1402 y
1404 del Código Civil; Segundo Medio: Violación al principio de la inmutabilidad del
proceso, por fallar más de lo que se le ha sometido;
Considerando, que en el desarrollo de su primer medio de casación, la parte recurrente
alega, en síntesis, que la Corte a-qua al ordenar la partición de los bienes adquiridos
antes del matrimonio violó lo dispuesto en los artículos 1393, 1399, 1401, 1402 y 1404
del Código Civil, ya que con esa errónea e ilegal apreciación de los hechos, se pretende
hacer derecho, derivando legalidad de una unión consensual desprovista de asidero
jurídico, obviando el reconocimiento expreso de las partes en sus declaraciones, cuando
afirmaron separadamente haber realizado una partición anterior derivada de un proceso
de divorcio por mutuo consentimiento; que si a las partes les está prohibido legalmente
convenir iniciar la comunidad antes del matrimonio, mal pudo la Corte asumir el papel
interpretativo y disponer que los bienes adquiridos antes del matrimonio sean sujetos de
partición, debiendo la sentencia impugnada ser casada;
Considerando, que en la sentencia impugnada, se expresa al respecto lo siguiente: a)
que de todo lo expuesto precedentemente, la Corte retiene que entre las partes hoy en
litis existió un primer matrimonio que fue disuelto en 1984, que luego, continuaron con
una relación de hecho, que culminó con un nuevo matrimonio celebrado en el año 1989;
que este matrimonio fue disuelto mediante sentencia núm. 1985, de fecha 17 de
diciembre de 1998; b) que en el lapso de tiempo comprendido entre los dos matrimonios
existió una relación de hecho, no contestada por los excónyuges, la cual debe ser
tomada en cuenta para los fines de la partición de los bienes habidos en ella; puesto que
ya nuestra Suprema Corte de Justicia, al igual que en la mayoría de los países
occidentales, ha decidido, que una situación de hecho entre una pareja, hace nacer
derechos y obligaciones entre ellos, terminando con un largo período de desigualdades
contrario a una buena y justa administración de justicia así como al espíritu de nuestra
Constitución política y un sinnúmero de tratados suscritos por nuestro país y que hoy
son ley positiva; c) que la recurrida y demandante plantea a la Corte, como pretensión
principal, la partición de todos los bienes alegando fundamentalmente, que cuando
estuvieron en unión consensual tomaron un préstamo, se vendió su carro para echar un
plato; que estaban juntos, cuando se compró la mejora de la panadería, lo cual no fue
contestado por el recurrente; que el recurrente y demandado, alega que la partición debe
ser de los bienes del segundo matrimonio, los cuales son, según alega, una mejora en el
Toro, más allá de San Cristóbal y otras mejoras en el Tamarindo y en la casa donde
vivían; que se hizo la panadería en los años en que vivieron en concubinato y que
tomaron un préstamo; que él considera que ella es co-dueña de la panadería; d) que las
partes están contestes en cuáles son los bienes que han generado en las tres etapas que
han vivido juntos; que la Corte es del criterio, que los bienes a partir son aquellos
generados a partir de la unión de hecho, formulada y admitida por ellos, en la cual
ambos reconocen e identifican esos bienes; e) que en cuanto al fondo procede rechazar
el recurso de que se trata y en consecuencia confirmar la sentencia, por los mismos
motivos planteados por el juez de primer grado, ya que conforme a las propias
declaraciones de ambas partes, el segundo nivel de la casa ubicada en la parcela núm.
127-B-1-U, Ref. A del Distrito Catastral núm. 6 del Distrito Nacional, aunque
comenzaba su remodelación en el período de la unión de hecho, ambos admiten que
tomaron un préstamo que fue para esos fines y también, con la venta de un vehículo de
la demandante y hoy recurrida se completaron los fondos para dicha remodelación;
Considerando, que de las motivaciones precedentemente transcritas, se colige que la
Corte a-qua procedió a ordenar la partición de todos los bienes fomentados por las
partes, durante la relación de hecho existente entre ellos, porque: 1) mantuvieron una
relación de hecho, que se prolongó aún después del primer divorcio ocurrido 12 de
enero del 1984, hasta la celebración de su segundo matrimonio en el año 1989, la cual
no fue controvertida por las partes, y que, 2) durante dicha unión consensual tomaron un
préstamo con la Asociación Popular de Ahorros y Préstamos para la remodelación de la
panadería, negocio propiedad del esposo y, el vehículo de la recurrida fue vendido para
la terminación de dicha remodelación, lo que constituye la prueba de la sociedad de
hecho existente;
Considerando, que el artículo 1399 del Código Civil, prescribe lo siguiente: “la
comunidad, sea legal o convencional, empieza desde el día en que el matrimonio se ha
contraído ante el oficial del estado civil; no puede estipularse que comience en otra
época”; que la regla así enunciada constituye para el régimen de la comunidad la
prohibición de que éste comience en otro momento que aquél en que el matrimonio es
celebrado por el oficial de estado civil;
Considerando, que el régimen matrimonial de la comunidad de bienes corresponde su
aplicación exclusivamente a la institución del matrimonio, y que, según nuestra
legislación, se aplica de pleno derecho a todos los matrimonios que no han convenido
otro régimen especial, cuyas pautas e interpretaciones son reguladas restrictivamente
por el Derecho Común; que, la relación de hecho no puede tener un régimen
matrimonial aplicable, ni el de comunidad, ni ningún otro, ya que no cuenta con el
carácter contractual que caracteriza el matrimonio, y que se forma, como se ha dicho, al
momento en que es hecha la declaración por ante el oficial de estado civil, y no en otra
época; que el hecho de que las partes afirmen que después de su primer divorcio estos se
reconciliaron y continuaron con una relación consensual, no le da la condición de
comunes en bienes, como erróneamente interpretó la Corte a-qua en su sentencia;
Considerando, que la Corte a-qua, continuó justificando la pertinencia de realizar la
partición de los bienes de los exesposos, fomentados mientras mantuvieron una relación
de hecho, al señalar que cuando el recurrente y recurrida estuvieron en unión
consensual, tomaron un préstamo con la Asociación Popular de Ahorros y Préstamos
para la remodelación de la panadería, negocio propiedad del esposo, y el vehículo de la
recurrida fue vendido para la terminación de dicha remodelación;
Considerando, que si durante una unión consensual los concubinos han aportado
recursos de índole material o intelectual en la constitución o fomento de un patrimonio
común, lo que se forma entre ellos es una sociedad de hecho, la cual puede ser
establecida por cualquier medio de prueba, y sujeta a las reglas de partición que
establecen los artículos 823 y siguientes del Código Civil; que si bien esto es así, no
menos cierto es que la Corte a-qua al establecer la sociedad de hecho existente entre las
partes en causa, dándole una participación equitativa a los ex-esposos en todos los
bienes producidos durante su unión consensual, esto, basándose en el préstamo
realizado por el recurrente y el recurrido con la Asociación Popular de Ahorros y
Préstamos y en la venta del vehículo de la recurrida, le dio un alcance que éstas
operaciones de negocio no tenían, ya que las mismas partes afirmaron que el dinero así
obtenido, fue con el único objetivo de remodelar la panadería, por lo que, la sociedad de
hecho sólo podía ser admitida con respecto a ese negocio definido; que correspondía al
tribunal de alzada determinar la medida en que los demás bienes muebles e inmuebles
fomentados durante su unión consensual, tanto antes de la realización del referido
préstamo, como posteriormente, fueron producto de la aportación solidaria de ambas
partes; que la Corte a-qua al declarar una sociedad de hecho a consecuencia de una
unión consensual, y por la inversión realizada en un proyecto en específico, incurrió en
una errónea interpretación de la ley y falta de base legal, razones por las cuales la
sentencia impugnada debe ser casada;
PRESCRIPCION DE LA ACCION. (