La Justicia Ratificó Que Cristina Kirchner Deberá Seguir Usando Tobillera Electrónica y Respetar El Régimen de Visitas
La Justicia Ratificó Que Cristina Kirchner Deberá Seguir Usando Tobillera Electrónica y Respetar El Régimen de Visitas
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debidamente. Por fuera de estos supuestos, deberá requerir y
obtener la autorización previa del tribunal, sin excepción.
b) Deberá abstenerse de adoptar comportamientos que
puedan perturbar la tranquilidad del vecindario y/o alterar
la convivencia pacífica de sus habitantes.
c) En el plazo de 48 horas hábiles deberá presentar
una nómina de las personas que integran su grupo familiar,
custodia policial, profesionales médicos que la tratan
asiduamente y abogados que la representan, quienes podrán
acceder al domicilio donde cumplirá la pena de prisión sin
necesidad de autorización judicial, debiendo requerirse y
motivarse el eventual acceso de toda otra persona no incluida
en ese listado.
IV. ENCOMENDAR a la Dirección de Control y
Asistencia de Ejecución Penal que lleve adelante la
supervisión de la ejecución de la prisión domiciliaria de
Cristina Elisabet Fernández de Kirchner y eleve a esta sede
los resultados de la supervisión cada tres (3) meses, período
de tiempo al cabo del cual se evaluará el grado de
acatamiento de las reglas impuestas, con los alcances
establecidos en la ley (art. 34, ley 24.660). Al efecto,
líbrese correo electrónico.
V. ORDENAR a la Dirección de Asistencia a Personas
Bajo Vigilancia Electrónica dependiente de la Subsecretaría
de Asuntos Penitenciarios del Ministerio de Seguridad
Nacional, la colocación de un dispositivo de vigilancia
electrónico respecto de Cristina Elisabet Fernández de
Kirchner en el domicilio indicado en el punto dispositivo I,
en los términos establecidos en el último párrafo del
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considerando IV”.
II. Contra dicha decisión, la defensa particular de
Cristina Fernández de Kirchner y los representantes del
Ministerio Público Fiscal interpusieron recursos de casación,
los que fueron concedidos en fecha 24 de junio y 1 de julio
del año 2025.
III. a. Recursos de casación interpuestos por la
defensa particular de Cristina Fernández de Kirchner.
La defensa sustentó sus agravios en orden a las
previsiones del art. 491 del Código Procesal Penal de la
Nación, señalando que los recursos de casación interpuestos
resultan formalmente admisibles. En primer lugar, destacó que
las impugnaciones fueron articuladas dentro del plazo
previsto por el artículo 463 del mismo cuerpo normativo.
También argumentó que la resolución cuestionada es
susceptible de ser recurrida por esta vía, toda vez que fue
dictada en el marco de un incidente de ejecución penal,
supuesto expresamente contemplado en el citado artículo 491.
A mayor abundamiento, alegó que los gravámenes
derivados de la decisión recurrida revisten carácter
irreparable, y sostuvo que, dada la trascendencia
institucional de la medida impugnada, corresponde someterla
al control judicial de un tribunal superior, a fin de
garantizar la aplicación efectiva del principio del doble
conforme, conforme lo establece el artículo 8.2.h de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos. En apoyo de
ello, citó precedentes de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, como el caso “Herrera Ulloa vs. Costa Rica”, y el
informe Nº 2492 en el caso “Maqueda, Guillermo J.” contra el
Fecha de firma: 11/07/2025
Firmado por: GUSTAVO MARCELO HORNOS, JUEZ DE CAMARA DE CASACION
Firmado por: MARIANO HERNAN BORINSKY, JUEZ DE CAMARA DE CASACION
3 PENAL
Firmado por: DIEGO GUSTAVO BARROETAVEÑA, JUEZ DE CAMARA FEDERAL DE CASACION
Firmado por: MARIANO GONZALEZ, Prosecretario Letrado
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Estado Argentino, en los que se afirmó que dicha garantía
alcanza a todos los actos procesales relevantes.
La defensa sostuvo que la resolución impugnada
carece de sustento legal, en tanto impone reglas de conducta
que no están previstas en ninguna norma aplicable al régimen
de prisión domiciliaria. Subrayó que la ley 24.660, en sus
artículos 32 a 34, y el artículo 502 del CPPN regulan esa
modalidad de cumplimiento, y que la única obligación impuesta
al condenado es la de respetar la restricción ambulatoria. La
imposición de condiciones adicionales, como la autorización
previa para recibir visitas no incluidas en un listado,
carece de habilitación normativa y viola el principio de
legalidad, en tanto se trata de una restricción de derechos
sin base legal expresa.
Asimismo, se objetó que el tribunal aplicó de forma
indebida criterios propios de otros institutos —como la
condena condicional (art. 26 del CP) o la suspensión del
juicio a prueba (art. 76 bis y ss. del CP)-, que suponen
libertad ambulatoria y habilitan reglas de conducta
adicionales. La analogía resulta improcedente, ya que en el
caso de la prisión domiciliaria el condenado está privado de
libertad, lo que impide trasladar sin justificación legal los
condicionamientos impuestos en otros contextos.
La defensa también cuestionó la falta de
fundamentación de la medida. Señaló que la resolución no
explicita con claridad el objetivo perseguido ni el criterio
que orientará el otorgamiento o rechazo de futuras
solicitudes de ingreso al domicilio. Esta ausencia de
motivación vulnera garantías esenciales del debido proceso,
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derecho de participación en la vida democrática. Ello
vulnera, a su entender, el principio republicano (art. 1 CN),
los derechos políticos garantizados en el artículo 37 de la
Constitución y compromete el normal funcionamiento de las
instituciones democráticas, en perjuicio no solo de la
persona condenada, sino del conjunto del electorado que
representa.
En suma, la defensa sostuvo que la imposición de
una regla de conducta sin respaldo legal, sin finalidad
justificada, con efectos restrictivos sobre derechos
individuales, sociales y políticos, y sin la debida
motivación, constituye una decisión ilegítima, arbitraria y
contraria a los principios fundamentales del derecho penal,
del debido proceso y del sistema democrático.
Por tales motivos, solicitó que se revoquen las
medidas dispuestas, y se dejen sin efecto las limitaciones
mencionadas.
La defensa también interpuso recurso de casación
contra la resolución que ordenó la colocación de un
dispositivo de vigilancia electrónica (tobillera) en el marco
de su arresto domiciliario.
En primer término, sostuvo que la colocación del
dispositivo de control electrónico carece de justificación
legal y fáctica, ya que afirmó que no existe riesgo de fuga
que habilite su uso. Destacó que, conforme al artículo 33 de
la Ley 24.660, su utilización no es obligatoria, sino
facultativa, y debe ser evaluada en función de informes
técnicos favorables. Refirió que, en el caso, los informes
reunidos no advertían peligrosidad ni riesgo de evasión, y
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operando como un castigo adicional no previsto por la ley.
Señalaron que esto implica una punición ilegítima que lesiona
el principio de legalidad y convierte un mecanismo de control
en una forma de estigmatización personal.
En función de estos argumentos, la defensa solicita
que se case la resolución recurrida y se disponga la dispensa
del uso del dispositivo electrónico, en resguardo de las
garantías fundamentales reconocidas por el ordenamiento
jurídico nacional e internacional.
Por tales motivos, solicitó que se revoque la
medida dispuesta, y se dejen sin efecto las limitaciones
dispuestas.
Hizo reserva del caso federal.
b. Recurso de casación interpuesto por los
representantes del Ministerio Público Fiscal.
Encauzaron sus agravios en ambos incisos del art.
456 CPPN, al considerar que se produjo una inobservancia y
errónea aplicación de la ley sustantiva y procesal que rige
en el supuesto aquí tratado.
Ante todo, destacaron que ese Ministerio Público
tiene un interés en que las penas dictadas por su impulso en
casos graves de corrupción pública se cumplan como
corresponde en los establecimientos carcelarios.
Mencionaron que en autos no se verifican las
causales que habilitaron a que la condenada Cristina
Fernández de Kirchner cumpliera la pena privativa de la
libertad en arresto domiciliario.
En ese sentido, afirmaron que la resolución del
tribunal tiene un fundamento aparente y se ha apartado de
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de lo dispuesto por el inc. d del art. 10 del CP y del art.
32 de la Ley 24.660, e incumplieron la carga de suficiente
motivación que demanda el art. 123 del CPPN.
Con respecto a la causal que faculta al juez a
conceder el arresto domiciliario al interno mayor de setenta
años, al igual que lo hicieron oportunamente en el dictamen
presentado, refirieron que no se trata de algo automático o
independiente, sino que para acceder al instituto, además de
verificarse la condición etaria, debe constatarse que la
permanencia en detención carcelaria implica brindar al
detenido un trato indigno, inhumano, cruel o que agrava su
salud. Que en el caso no se ha demostrado que dichas las
condiciones de alojamiento en una unidad penitenciaria
supongan los tratos mencionados.
En razón de ello, afirmaron que la sola
circunstancia de su edad no habilitaba la morigeración de la
modalidad de cumplimiento de la pena.
Que tampoco justificó semejante concesión el
argumento utilizado por el a quo, referido a que el
departamento ubicado en San José 1111 de esta ciudad se
adoptaba para preservar mejor su seguridad personal. Que
según los magistrados, eso resultaba “dificultoso” de cuidar
en caso de aplicarse la regla que fija la norma, esto es, el
cumplimiento de la pena un establecimiento especialmente
preparado para ello.
Añadieron que, pese a la información peticionada al
Ministerio de Seguridad de la Nación y a que éste aportó una
serie de locaciones idóneas para que Fernández de Kirchner
pudiera cumplir intramuros la pena que se le impuso, donde se
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de un régimen de visitas regular y adecuado que tienda a
mantener y afianzar todos los vínculos que favorezcan la
futura reinserción de la persona condenada en la sociedad.
Ello, en concordancia con lo dispuesto en los capítulos XI y
XII de la Ley 24.660.
Además, mencionaron que se establece en forma
expresa el derecho de la persona condenada a estar informada
de los sucesos de la vida nacional e internacional por los
medios de comunicación social, las publicaciones o las
emisiones especiales permitidas. En suma, se le prestará
asistencia moral y material al interno y, en la medida de lo
posible, amparo a su familia.
En consecuencia, concluyeron que nada de todo eso
se ve alterado ni menoscabado por el solo hecho de que el
interno se encuentre alojado de manera individual, o bien en
un pabellón común.
Añadieron que, en base a esa normativa, bien podría
aplicarse, dentro de alguno de los establecimientos
carcelarios que el Ministerio de Seguridad de la Nación
recomendó, exactamente el mismo régimen de visitas que el
tribunal le impuso a Cristina Fernández en el marco de la
prisión domiciliaria concedida en la vivienda de la calle San
José 1111.
A su vez, remarcaron que, más allá del régimen de
visitas impuesto, la prisión domiciliaria que la condenada
cumple actualmente es también en soledad y que dicha
circunstancia nunca fue considerada por los magistrados como
una posible hipótesis de “aislamiento”.
En definitiva, el intrincado razonamiento en el que
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ley (art. 16 CN), que asume la forma de un privilegio
indebido para Fernández de Kirchner en desmedro de los demás
condenados en esta causa.
En siguiente término, manifestaron que al
concederse la prisión domiciliaria, en lugar de preservarse
mejor “la seguridad personal de la peticionante”, se ha
exacerbado lo opuesto, situación que había sido informada
previo a la resolución cuestionada a través del informe
elaborado por la Procuración General de la Ciudad de Buenos
Aires –el cual incluía diversos informes técnicos elaborados
por distintas áreas-.
Que lo expuesto en dicho informe entraña una clara
afectación a la comunidad, cuyos reclamos y necesidades esa
parte también está obligada a considerar. Destacaron que el
art. 36 de la Ley Orgánica del Ministerio Público Fiscal (Ley
27.148), establece que una de sus funciones es procurar
conocer los reclamos y necesidades de los distintos sectores
sociales. Por ello, en virtud del informe de la Procuración
General de la Ciudad de Buenos Aires, sostuvieron que
desconocían si el domicilio propuesto –en función de su
ubicación, emplazamiento concreto de la unidad funcional en
el edificio y la numerosa concentración de personas a su
alrededor- reunía las condiciones de seguridad suficientes o
no.
Ello, motivó que oportunamente, ese Ministerio
expusiera su genuina preocupación acerca de las condiciones
de seguridad del lugar donde se encuentra alojada la persona
condenada. A tal efecto, mencionaron distintos eventos
acaecidos a partir del fallo de la Corte Suprema de Justicia
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Público Fiscal, con respecto al fiel cumplimiento de los
fines de la pena (resocialización, readaptación o
reinserción).
En ese sentido, instaron a que se revierta lo
decidido o a fijar las normas estrictas de control dentro de
la prisión domiciliaria vinculadas, especialmente, a la
seguridad de Cristina Fernández de Kirchner.
Hicieron reserva del caso federal.
IV. La Asociación Civil Defensores de Derechos
Humanos de Latinoamérica solicitó intervenir como “amicus
curiae” en la presente causa, con el propósito de respaldar
el recurso fiscal que impugnaba la decisión del tribunal de
grado de conceder la prisión domiciliaria a la condenada.
Fundaron su legitimación en su objeto institucional vinculado
a la defensa de los derechos humanos y en su interés en
aportar al debate jurídico sobre la igualdad ante la ley.
En su presentación, cuestionaron que el beneficio
otorgado se aparta de la jurisprudencia constante de esta
Cámara, que exige una evaluación estricta y fundada para
habilitar dicha modalidad de cumplimiento, y señalaron una
diferencia de trato injustificada frente a otros casos en los
que se denegó el arresto domiciliario pese a la edad avanzada
y a acreditados problemas de salud.
Asimismo, pusieron de relieve que no existen
constancias médicas que respalden la medida y que el
domicilio fijado carecería de condiciones adecuadas de
seguridad. A su entender, la decisión confiere un privilegio
en razón de la investidura política de la penada y debilita
la legitimidad del sistema judicial.
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desistimiento fiscal respecto del pedido principal acotaba el
objeto de la controversia, pero aun así formuló
consideraciones sustanciales. Negó que se hubiesen modificado
las condiciones valoradas por el tribunal para disponer la
prisión domiciliaria y afirmó que el domicilio cuestionado,
ubicado en la calle San José, era el que venía siendo
utilizado desde hacía casi tres años, originalmente
correspondiente a su hija y que había sido supervisado por
los órganos de control pertinentes sin observaciones. Añadió
que el informe del órgano técnico competente había concluido
que el domicilio era adecuado y rechazó los señalamientos de
la Procuración General de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
por considerarlos injerencias impropias en una decisión
judicial.
La defensa resaltó además que el domicilio permite
mantener el vínculo familiar y social de su defendida,
conforme lo prevé la ley de ejecución penal, y que el
mantenimiento de ese entorno resulta esencial para el respeto
de derechos fundamentales que la pena privativa de libertad
no extingue. Cuestionó que se pretendiera fundar una
modificación de la modalidad de cumplimiento en elementos
ajenos al expediente, de contenido político o mediático. En
ese sentido, sostuvo que la disminución de los hechos
delictivos en la zona, la ausencia de manifestaciones
recientes y el comportamiento ejemplar de la condenada
evidenciaban que no existían motivos objetivos que
justificaran el traslado peticionado, solicitando su rechazo.
En segundo término, la defensa expuso sus agravios
contra las reglas de conducta impuestas, en particular
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conforme lo ha establecido la Corte Suprema en el precedente
“Romero Cacharane”. Sostuvo que no se advertía afectación
concreta a derecho alguno, que la pena privativa de libertad
conlleva una expectativa de privacidad reducida y que la
supervisión dispuesta no excedía los límites
constitucionales. En ese marco, solicitó el rechazo del
recurso.
La defensa, en su dúplica, remarcó que no existen
precedentes en los que se haya impuesto una restricción de
este tipo a condenados en prisión domiciliaria. Afirmó que se
trata de una regla injusta, ilegal e impracticable, que
somete a su defendida a un trato diferenciado y carente de
justificación normativa, lo que vulnera principios de
igualdad, legalidad y razonabilidad. Insistió en que el
derecho a mantener vínculos familiares y sociales constituye
un componente esencial del régimen de ejecución penal y que
las reglas impuestas, lejos de garantizarlo, lo restringen
sin motivo legítimo.
Finalmente, la defensa cuestionó la imposición del
dispositivo de vigilancia electrónica. Sostuvo que su
implementación resulta innecesaria y estigmatizante, ya que
no existe riesgo de fuga alguno, la condenada se ha mantenido
siempre a derecho, es una figura pública reconocible, y
cuenta con una custodia permanente integrada por personal de
la Policía Federal Argentina. A su criterio, la tobillera no
cumple ninguna función adicional a la ya garantizada por la
custodia policial y su uso solo puede comprenderse como una
forma de mortificación o humillación contraria a los
principios que rigen la ejecución penal.
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especialmente entrenadas para garantizar tanto la seguridad
como la intimidad de la persona protegida.
b. En la misma oportunidad procesal, las partes
presentaron breves notas. En primer término, la asistencia
técnica de Cristina Fernández de Kirchner solicitó que se
tuviera por desistido parcialmente la impugnación de la
acusación pública y, en lo que hace al agravio subsidiario,
que se declare su inadmisibilidad.
Sostuvo que si bien en un párrafo aislado del
recurso de casación, los representantes del Ministerio
Público Fiscal habían peticionado, de manera subsidiaria, el
cambio de domicilio para el cumplimiento de la pena en
cuestión, lo cierto es que dicha solicitud fue realizada de
manera aislada y ausente de toda mínima fundamentación.
Que ese planteo remanente también es improcedente,
dado que las razones invocadas para fundarla (vgr., problemas
en las adyacencias del domicilio de referencia) no guardan
relación alguna con los fines de la ejecución penal y se
vinculan con situaciones ajenas a Cristina Fernández de
Kirchner.
Remarcó que lo solicitado por el Fiscal ante esta
instancia se funda en supuestas problemáticas acaecidas hace
varias semanas atrás, que en la actualidad han perdido toda
virtualidad, por lo que ese supuesto agravio no puede ser
invocado, ya que como lo expuso el propio fiscal general
Villar, los recursos deben ser resueltos en función de
circunstancias vigentes al momento de fallar.
Refirió, además, que no puede soslayarse que la
pretensión genérica de que su defendida cambie su domicilio
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vigilancia electrónica, recordó que el art. 33, último
párrafo, de la ley 24.660 establece su obligatoriedad como
regla, salvo que existan informes técnicos favorables que
justifiquen su dispensa. En el caso, dichos informes no
fueron presentados, por lo que concluyó que el juez de
ejecución no se encontraba habilitado para omitir su
colocación.
Respecto del recurso interpuesto por el propio
Ministerio Público Fiscal, sostuvo que se encuentra dirigido
contra una resolución definitiva, la que dispuso el modo de
cumplimiento de la condena firme y que plantea agravios de
índole federal suficientes para habilitar la competencia de
esta Cámara como tribunal intermedio. Alegó que la decisión
del juez de ejecución incurrió en arbitrariedad al fundarse
en afirmaciones dogmáticas y desvinculadas de las
circunstancias fácticas comprobadas en la causa, omitiendo,
además, dar respuesta a los argumentos oportunamente
planteados por la Fiscalía.
Sin embargo, adoptando una posición actualizada, el
Fiscal General reconoció que la condenada se encuentra
cumpliendo las condiciones impuestas sin que, hasta el
momento, se haya verificado incumplimiento alguno. En virtud
de ello, y a la luz de la doctrina de la Corte Suprema que
impone considerar el estado de situación existente al momento
de resolver, consideró improcedente, en esta instancia,
revocar la prisión domiciliaria concedida. Subrayó que solo
una conducta futura de la condenada o de terceros coordinados
con ella, podría justificar un retroceso en la modalidad de
ejecución.
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resulta ineludible a la luz de la ley vigente, y es, además,
un factor altamente positivo para el logro de los fines que
procuran las normas de ejecución de las penas privativas de
libertad (cfr. causa nº 1367, “Quispe Ramírez, Inocencio
s/recurso de casación”, reg. nº 1897 de la Sala IV, rta. el
18/6/99; entre muchas otras). Ese criterio fue con
posterioridad avalado y adoptado por la Corte Suprema de
Justicia de la Nación en el fallo “Romero Cacharane, Hugo
Alberto s/ejecución” (Fallos 327:388, rta. el 9/3/04).
Consecuentemente, corresponde declarar admisible los recursos
interpuestos por la defensa Particular y por los
representantes del Ministerio Público Fiscal.
II. En primer término, la Asociación Civil
Defensores de Derechos Humanos de Latinoamérica solicitó ser
tenida como “amicus curiae” en la causa, en oposición a la
concesión de la prisión domiciliaria a Cristina Fernández de
Kirchner. Sostuvo que la decisión del tribunal de grado
contradice la jurisprudencia consolidada de la Cámara sobre
la no automaticidad de dicho beneficio para personas mayores
de 70 años, y configura un trato desigual respecto de otros
condenados en condiciones similares.
Argumentó que no se acreditaron patologías ni
condiciones excepcionales que justifiquen la medida, y que el
dispositivo de custodia personal no reemplaza la supervisión
del Servicio Penitenciario Federal. Denunció una aplicación
selectiva del derecho, basada en la posición política de la
condenada, y advirtió sobre riesgos procesales asociados a su
poder de convocatoria e influencia institucional.
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relevantes, con argumentos fundados de carácter jurídico,
técnico o científico, relativos a las cuestiones debatidas.
Ahora bien, es ineludible principio de la teoría de
los recursos, el que ordena que sean resueltos de conformidad
con las circunstancias existentes al momento de su
tratamiento, aunque sean ulteriores a su interposición
(confrontar su aplicación en los Fallos de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación, 285:353; 310:819; 315:584, entre
muchos otros).
En el mismo sentido, el Alto Tribunal ha
establecido que no corresponde pronunciamiento alguno cuando
las circunstancias sobrevinientes han tornado inútil la
resolución pendiente, al no mediar un interés concreto y
actual que la justifique (doctrina de Fallos 267:499;
272:130; 167; 274:79; 285:353 y “P.F.V.”, rto. el 8/3/05,
publicado en el diario La Ley del 17/6/05).
Cabe señalar que, durante la tramitación del
recurso, el señor Fiscal General ante esta Cámara desistió
expresamente de su pretensión principal relativa al rechazo
de la prisión domiciliaria otorgada dispuesta a favor de la
condenada, en virtud del cumplimiento de las reglas impuestas
y del cambio en las circunstancias fácticas consideradas al
momento de dictarse la medida. En consecuencia, resulta
inoficioso el tratamiento de la presentación efectuada por la
asociación civil “Defensores de Derechos Humanos de
Latinoamérica” en calidad de “amicus curiae”, en tanto su
intervención se orientó a respaldar la revocación de dicha
modalidad de cumplimiento.
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excepción; b) Deberá abstenerse de adoptar comportamientos
que puedan perturbar la tranquilidad del vecindario y/o
alterar la convivencia pacífica de sus habitantes; c) En el
plazo de 48 horas hábiles deberá presentar una nómina de las
personas que integran su grupo familiar, custodia policial,
profesionales médicos que la tratan asiduamente y abogados
que la representan, quienes podrán acceder al domicilio donde
cumplirá la pena de prisión sin necesidad de autorización
judicial, debiendo requerirse y motivarse el eventual acceso
de toda otra persona no incluida en ese listado.
Fundaron su decisión, en lo que aquí es materia de
impugnación, en que a la obligación de permanecer en el
domicilio fijado, la persona condenada debe cumplir las
reglas de conducta que el juez de ejecución le imponga y cuyo
cumplimiento será objeto de supervisión en los términos del
artículo 34 de la Ley 24.660.
Sostuvieron que desde una perspectiva sistemática
debe interpretarse que si el legislador previó la posibilidad
de imponer reglas de conducta a quienes gozan de una
modalidad de cumplimiento más benigna, como el cumplimiento
de una condena en suspenso, con mayor razón debe reconocerse
esa potestad en supuestos en los que existe una condena firme
de prisión de efectivo cumplimiento que ha de ser cumplida
bajo la modalidad domiciliaria, con el objeto de asegurar los
fines que la pena debe perseguir (art. 1 y 2 de la Ley
24.660).
Con respecto a la exigencia de un dispositivo
electrónico de control, indicaron que de acuerdo al art. 33,
último párrafo, Ley 24.660, la regla es la instalación del
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el estado de salud de la persona condenada, las condiciones
materiales de su detención, el alcance de la condena impuesta
y los fines propios del derecho de ejecución penal. En este
sentido, he sostenido que la existencia de una causal legal
no exime al juzgador de realizar un juicio de razonabilidad
que contemple los fines de la pena y el principio de
humanidad en su ejecución (cfr. causas FTU
7782/2015/TO1/23/1/CFC3 “Ledesma, Pedro Carlos s/recurso de
casación, rta. 12/07/16, reg. nro. 896/16.4; y FMP
53030615/2004/114/19/CFC81 “Padilla, Alberto Santiago s/
recurso de casación, rta. 29/12/16 reg. nro. 1744/16.4; y
causa “Leitán, Francisco Antonio s/recurso de casación”, reg.
nro. 1523/24.4, rta. 6/12/2024). Esta posición ha sido
también ratificada por la Corte Suprema de Justicia de la
Nación al reconocer que el control judicial en esta etapa
debe ser amplio y efectivo (Fallos 327:388, “Romero
Cacharane”, ya citado).
Es que, según llevo dicho, ni la concesión ni el
rechazo de un pedido de prisión domiciliaria pueden resultar
de la aplicación ciega, acrítica o automática de doctrinas
generales, sino que deben estar precedidas de un estudio
sensato, razonado y sensible de las particularidades que
presente cada caso que llega a conocimiento de los tribunales
competentes (cf. mi voto en la causa CFP
14216/2003/552/CFC404–CFC331, “Godoy, Roberto Obdulio
s/recurso de casación”, reg. nro. 822/17, rta. 29/6/17, entre
otras). En otras palabras, el análisis no puede prescindir
de la totalidad de las condiciones personales y contextuales
del condenado, pues de lo contrario se frustrarían los fines
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el respeto a la legalidad penal y procesal vigente. El
apartamiento inmotivado de las disposiciones contenidas en
los artículos 10 del Código Penal y 32 y 33 de la ley 24.660
podría, en determinados supuestos, constituir una afectación
a la legalidad que torne inválida la resolución adoptada,
conforme lo exige el artículo 123 del Código Procesal Penal
de la Nación, contrario sensu.
Ahora bien, a los fines de efectuar un adecuado y
pormenorizado análisis de los agravios traídos a
consideración en esta instancia, corresponde recordar que
Cristina Fernández de Kirchner se encuentra cumpliendo una
pena de seis (6) años de prisión e inhabilitación especial
perpetua para ejercer cargos públicos, por haber sido hallada
autora penalmente responsable del delito de administración
fraudulenta en perjuicio de la administración pública. Dicha
decisión, confirmada por esta Sala IV en fecha 13 de
noviembre de 2024 (cfr. reg. 1373/24.4), adquirió firmeza el
10 de junio de 2025, cuando la Corte Suprema de Justicia de
la Nación resolvió desestimar la queja presentada por su
defensa (cfr. legajo CFP 5048/2016/TO1/49/6/RH85).
En el caso se destacó la magnitud y extensión
temporal de los hechos, la naturaleza de la acción, los
medios empleados y los caracteres distintivos de la
defraudación perpetrada por Cristina Fernández de Kirchner.
Se ponderó de modo razonado el colosal daño ocasionado al
erario público, expresado en un monto defraudado de inusitada
magnitud, que representa una de las mayores afectaciones al
patrimonio estatal judicialmente acreditadas en la historia
argentina.
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Se comprobó que la ciudadanía, especialmente la
santacruceña, fue privada de los beneficios derivados de la
ejecución del plan vial prometido. Se trató de una
resignación del bien común en beneficio de un lucro privado
ilegítimo, con consecuencias concretas para el desarrollo de
infraestructura y la calidad de vida de la población.
Con relación específica a la conducta de Cristina
Fernández de Kirchner, se comprobó que tuvo una intervención
determinante en cada etapa de la maniobra. En su condición de
presidenta de la Nación y jefa del gobierno (art. 99, inc. 1º
de la C.N.), impulsó decisiones clave que facilitaron y
consolidaron el desvío de fondos públicos, como el
direccionamiento de la obra pública en favor de las empresas
de Báez, la discrecionalidad presupuestaria dispuesta por
normas como el Decreto N° 54/2009, y su rol activo en la
etapa final del plan delictivo. Se encuentra acreditado
fehacientemente que todas estas decisiones respondieron a un
interés personal y económico directo, y que su conducta
representó el más alto grado de disvalor dentro del conjunto
de condenados.
Frente a la entidad del hecho y la responsabilidad
acreditada, resulta ineludible recordar que estos delitos no
sólo generan una incalculable afectación al patrimonio
público, sino que deslegitiman la democracia representativa
al quebrantar el principio fiduciario que rige el mandato
político. Como afirmé en mi voto en la causa “Daneri, Gustavo
Víctor” (reg. nro. 611/17.4, rta. 1/6/2017), estos hechos
deben ser juzgados con la máxima severidad, ya que no sólo
lesionan bienes jurídicos económicos, sino que dañan los
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pública.
La corrupción es una tragedia que favorece a unos
pocos y deja por detrás terreno desolado para muchos. Es la
ruta que no se construye, el hospital sin insumos, la escuela
sin techo, el ciudadano sin derechos básicos satisfechos. En
definitiva, es una violencia estructural que castiga a los
más vulnerables y perpetúa la desigualdad. Aquí sigue con
vigencia aquello que expresé al momento de condenar a los
responsables de la tragedia de Once: “la corrupción mata”
(cfr. de Sala I mi voto en causa “De Vido Julio Miguel, y
otro s/recurso de casación”, reg. nro. 2632/20, rta. el
22/12/2020). Aunque no podamos cuantificar cuántas vidas
fueron afectadas por las obras que no se hicieron, sabemos
con certeza que el dinero para las obras públicas sí existió
pero fue desviado en beneficio de unos pocos.
Por todo lo expuesto, y frente a la gravedad
institucional de los hechos juzgados, reitero que el proceso
penal y su sanción constituyen el más poderoso medio del que
dispone el Estado para restituir el orden quebrantado. La
sentencia no sólo impone una pena proporcional al hecho, sino
que reafirma ante la ciudadanía que el derecho persiste y se
aplica, aun frente a quienes han ostentado el poder más alto
del Estado.
En el ejercicio de dicha obligación constitucional
de juzgar hechos delictivos de extrema gravedad
institucional, no puede soslayarse que el derecho penal
constituye el último bastión del orden jurídico. En efecto,
cuando todas las medidas morales, sociales, administrativas o
civiles fracasan, es el derecho penal el que asegura, en
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sustancialmente como restauradora del orden quebrantado por
el delito y como respuesta a las víctimas en su búsqueda de
justicia. Así lo he señalado en múltiples oportunidades (cfr.
en ese sentido mi voto en causa 24907/2014/TO1/CFC3 de la
Sala I C.F.C.P., “O., H. L. s/ recurso de casación, Reg.
2123/16.1, rta. 3/11/16, y en lo pertinente mi voto en causas
“Deutsch, Gustavo Andrés”, reg. Nº 14842, rta. el 3 de mayo
de 2011, Y en causa “Villareal, Raúl Alcides y otros
s/recurso de casación” reg. 1773/2015.4, rta. el 21/09/2015;
“ de Sala III mi voto en causa “De Vido, Julio Miguel y otro
s/recurso de casación”, reg. 2632/20, rta. el 22/12/2020; y
de Sala IV “Fernández de Kirchner, Cristina y otros s/recurso
de casación” reg. nº 1373/24.4 rta. el 13/11/24 entre otros).
La sentencia penal, más allá de su alcance
individual, debe enviar un mensaje inequívoco tanto al autor
como a la comunidad: que el Derecho, aun con demora,
prevalece; que logra imponerse; y que puede contarse con su
vigencia como expresión de la supremacía de la ley y garantía
del Estado de Derecho (cfr. de Sala IV mi voto en causa
“Deutsch, Gustavo Andrés” ya citada y causa Beraja, Rubén
Ezra s/recurso de casación” reg. nro. 1255/20, rta. el
31/07/2020).
Gracias al cumplimiento equitativo y mesurado de la
función represiva, el derecho penal desarrolla su fuerza
configuradora de las costumbres, orientando al conjunto
social sobre los límites jurídicos del obrar. Así, alcanza un
efecto preventivo general que no se funda en el temor, sino
en la convicción: “este efecto del Derecho Penal se alcanza
con la creación de preceptos penales claros, susceptibles de
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dramáticas para las arcas estatales y el orden democrático,
el Estado de Derecho exige no solo un juicio justo, sino
también el cumplimiento riguroso y efectivo de la condena. En
ello reside no sólo la eficacia del sistema judicial, sino su
legitimidad frente a la ciudadanía.
Este es, entonces, el punto de partida desde el
cual debe analizarse los recursos planteados por las partes.
V. Ante todo, corresponde mencionar que el
cumplimiento de una pena privativa de libertad tiene como
regla general su ejecución en un establecimiento
penitenciario (art. 9 del CPN) y, la excepción a dicha norma,
siempre y cuando el juez de ejecución lo considere
pertinente, es el cumplimiento bajo la modalidad prisión
domiciliaria (art. 10 de dicho cuerpo normativo y art. 32 de
la Ley 24.660). Ésta es la modalidad de cumplimiento de
sanciones con penas de prisión y responde a la naturaleza
misma de la aplicación de la norma vigente por el órgano
jurisdiccional.
No obstante, el sistema jurídico argentino sí
contempla de manera expresa supuestos excepcionales en los
que, por razones debidamente fundadas, el cumplimiento de la
pena puede ser morigerado a través de modalidades
alternativas, como la prisión domiciliaria.
Considero que dicha excepción es de carácter
restrictivo por cuanto su análisis debe basarse en
circunstancias objetivas y particulares de cada persona
condenada, tales como, vale reiterar, razones de salud, edad
avanzada, situaciones de especial vulnerabilidad o riesgos
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dimensión resocializadora. Cumple también una función
expresiva, reafirma el orden jurídico vulnerado y materializa
el repudio institucional frente a las transgresiones más
graves al pacto democrático. Toda flexibilización excesiva en
el modo de cumplimiento debilita ese mensaje, y no permite
satisfacer los fines constitucionales y convencionales que el
derecho penal está llamado a cumplir.
Tratándose en este caso de delitos de corrupción
estructural de gran magnitud, con impacto institucional,
económico y democrático, el aseguramiento del cumplimiento
efectivo de la pena adquiere una relevancia que trasciende el
plano meramente individual, y se erige en una forma de
expresión institucional mediante la cual el Estado comunica a
la comunidad que dicha transgresión, consistente en el desvío
multimillonario de fondos públicos en perjuicio del erario
estatal, resulta moral y jurídicamente inadmisible.
Al aplicar criterios más laxos que los que
corresponden, se tiende a diluir ese mensaje normativo y a
obstaculizar que la sanción penal cumpla adecuadamente su
función expresiva, preventiva y restauradora de la confianza
pública, especialmente cuando se trata de una figura que ha
ejercido las más altas responsabilidades institucionales del
país.
En este sentido, la pena no constituye meramente
una reacción ante el daño ocasionado, sino un mensaje
institucional que expresa la gravedad de haber quebrantado
los vínculos normativos que sostienen la convivencia
democrática. Al sancionar penalmente a quien comete un delito
de tal entidad, se envía el mensaje de que esa persona ha
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inaceptables para el derecho y para la comunidad jurídica.
En palabras de Igor Primoratz –en traducción de
quien suscribe-, “las expresiones de esta condena y repudio
son el indicador de la validez de las reglas y de la
aceptación de la convicción de que sus quebrantos son
incorrectos e intolerables en la sociedad” (“Punishment as
Language”, Philosophy 64, 1989, p. 197).
Lo dicho adquiere especial relevancia en el
contexto de graves actos de corrupción, como los aquí
juzgados, en los que quienes debían proteger lo público
traicionaron ese mandato y turbaron la confianza depositada
en ellos por la comunidad. En tales supuestos, el debido
control penal y la ejecución efectiva de la sanción no solo
responden a una obligación legal, sino también a un
imperativo democrático de restauración del orden quebrantado.
La ciudadanía tiene derecho a esperar que los responsables
sean juzgados y condenados de manera firme y conforme a
derecho, como única forma de restituir la confianza pública y
de afirmar la supremacía de la ley en el marco del Estado de
Derecho.
Este marco normativo necesariamente debe observarse
en estricto respeto al principio de igualdad ante la ley,
previsto en el artículo 16 de la Constitución Nacional, que
prohíbe la existencia de prerrogativas de sangre o de
nacimiento y garantiza que todos los habitantes sean iguales
ante la ley y admisibles en los empleos sin otra condición
que la idoneidad.
Llevado ello al ámbito penal, esa garantía
constitucional impide que se apliquen tratamientos
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núcleo de un Estado de Derecho comprometido con la equidad,
la transparencia y la responsabilidad institucional.
Llegado a este punto, debo señalar que mi
intervención en la presente incidencia, como viene dicho por
las partes, se encuentra actualmente limitada a partir de lo
concretamente postulado ante esta instancia en la audiencia
pública prevista por el art. 465 bis, del CPPN, donde el
Fiscal General ante la Cámara Federal de Casación Penal,
Mario A. Villar, resignó el planteo efectuado en el recurso
de casación, en lo que hace al pedido de cumplimiento de pena
en un establecimiento penitenciario o en alguno de los sitios
postulados por el Ministerio de Seguridad de la Nación.
Esta postura resulta congruente, además, con el
principio de unidad de actuación del Ministerio Público
Fiscal, y encuentra sustento en razones constitucionales, así
como en la defensa del interés público (art. 120 de la C.N y
arts. 1 y 25 y 28 de la ley 24.946). Asimismo, se enrola, sin
dificultad, en la doctrina del fallo “MEOQUI, Atilio Roberto
s/recurso de casación”, en lo relativo al trascendente asunto
de las posibilidades recursivas del Ministerio Público Fiscal
conforme a los principios de unidad y coherencia, de la que
se desprende que la opinión de los Fiscales de Primera
Instancia no ha de prevalecer sobre la opinión de los
Fiscales Generales (de esta Sala IV, causa nro. 3654, reg.
nro. 4933.4, rta. el 30/5/03, con cita de la C.S.J.N. en los
autos “Recurso de hecho deducido por Gustavo M. Hornos
(Fiscal ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal
y Federal de la Capital Federal) en la causa “Canda,
Alejandro Guido s/extradición” -causa nº 23.665-, Fallos
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315:2965).
En otras palabras, la cuestión trascendental a
resolver ha quedado reducida en su tratamiento; la columna
vertebral del recurso de casación oportunamente presentado
fue desestimada ante esta instancia por la propia acusación
pública.
A la luz de lo expuesto, a partir de la decisión
del representante del Ministerio Público Fiscal, la
impugnación en cuestión se encuentra acotada al planteo
subsidiario esbozado en lo que hace a la solicitud del
cumplimiento de prisión domiciliaria en un sitio alternativo
y al tratamiento de aquellos aspectos cuestionados por la
defensa técnica particular en sus recursos de casación.
Entonces, correspondería determinar si el domicilio
donde la señora condenada se encuentra cumpliendo la pena es
apto para ello o, por el contrario, como solicita el
Ministerio Público Fiscal, corresponde su modificación; si el
régimen de visitas impuesto por los jueces del Tribunal Oral
en lo Criminal Federal Nro. 2 resulta conforme a derecho; y
establecer si corresponde mantener la utilización de un
dispositivo de control.
VI. a. En primer lugar, en lo que hace al análisis
aquí acotado del recurso de casación de la acusación pública,
esto es al planteo subsidiario de modificación del domicilio
donde Cristina Fernández de Kirchner debe cumplir la pena de
6 años de prisión, cabe señalar que tal planteo en manera
alguna puede ser escindible del agravio central postulado en
la impugnación oportunamente presentada. Es que, al momento
de ser expuesto, la propia parte sujeto su tratamiento al
Fecha de firma: 11/07/2025
Firmado por: GUSTAVO MARCELO HORNOS, JUEZ DE CAMARA DE CASACION
Firmado por: MARIANO HERNAN BORINSKY, JUEZ DE CAMARA DE CASACION
49PENAL
Firmado por: DIEGO GUSTAVO BARROETAVEÑA, JUEZ DE CAMARA FEDERAL DE CASACION
Firmado por: MARIANO GONZALEZ, Prosecretario Letrado
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potencial resultado negativo de su cuestionamiento troncal.
Resulta necesario reiterar que inicialmente los
fiscales en su recurso de casación plantearon esta
alternativa en caso de no hacerse lugar a la revocación de la
prisión domiciliaria. En tanto entendieron que, a partir del
resultado del informe de seguridad realizado, correspondía
disponer inmediatamente de otro lugar para cumplir con la
prisión domiciliaria, que mitigue las falencias de seguridad
advertidas.
Corresponde destacar una inconsistencia sustancial
en la postura asumida por el Ministerio Público Fiscal que
amerita su debido tratamiento. En su presentación ante esta
instancia, el fiscal general manifestó expresamente desistir
del planteo en contra de la concesión de la prisión
domiciliaria, fundado en que las condiciones invocadas en la
instancia anterior vinculadas a desórdenes públicos,
manifestaciones, alteraciones en la seguridad del entorno,
entre otras, ya no se verificarían en la actualidad. En
efecto, sostuvo expresamente que el contexto se había
modificado y que, en consecuencia, resultaba improcedente
insistir con el cumplimiento de la pena en una unidad
penitenciaria. Agregó que desistía de su recurso en atención
a que, desde el momento en que se confirmó la modalidad de
prisión domiciliaria, la persona condenada había cumplido
debidamente las reglas impuestas, y que una modificación de
ese régimen alteraría los fines propios de la ejecución
penal. En respaldo de esa postura, recordó que la Corte
Suprema ha sostenido que los pronunciamientos judiciales
deben atender a las circunstancias existentes al momento de
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su dictado.
Sin embargo, de modo llamativamente contradictorio,
esos mismos elementos son retomados por el fiscal para
sostener, en forma subsidiaria, que correspondería modificar
el domicilio en el cual la condenada se encuentra cumpliendo
la prisión domiciliaria. Es decir, se invoca que la situación
ha cambiado para justificar el desistimiento del pedido más
gravoso, pero simultáneamente se afirma que la situación se
mantiene inalterada para fundar un requerimiento alternativo.
Esta dualidad argumental no solo afecta la coherencia interna
del planteo fiscal, sino que debilita sustancialmente la
validez del agravio.
Tal contradicción compromete la solidez de su
planteo, en tanto revela una oscilación argumentativa que
impide identificar con claridad cuál es, en definitiva, el
diagnóstico sostenido por el Ministerio Público Fiscal
respecto de las condiciones del entorno de cumplimiento. No
puede sostenerse, al mismo tiempo, que la conflictividad
barrial ha cesado y que, a la vez, esa misma conflictividad
persiste al punto de justificar un cambio de domicilio. Una
posición que se adapta según el tramo argumental que se busca
reforzar termina por vaciar de contenido el planteo y
debilita la razonabilidad de la pretensión esgrimida.
Cabe agregar, además, que el fiscal ante esta
instancia tampoco ha aportado fundamentos que permitan
excluir a la persona condenada del domicilio propuesto por la
defensa para el cumplimiento de la pena, el cual, vale
aclararlo, como correctamente destacó la defensa técnica, se
trata del propio y actual domicilio de su asistida.
Fecha de firma: 11/07/2025
Firmado por: GUSTAVO MARCELO HORNOS, JUEZ DE CAMARA DE CASACION
Firmado por: MARIANO HERNAN BORINSKY, JUEZ DE CAMARA DE CASACION
51PENAL
Firmado por: DIEGO GUSTAVO BARROETAVEÑA, JUEZ DE CAMARA FEDERAL DE CASACION
Firmado por: MARIANO GONZALEZ, Prosecretario Letrado
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En definitiva, el planteo relativo a la
modificación del domicilio, articulado en su origen como una
alternativa frente a la eventual improcedencia de la
revocación de la prisión domiciliaria, no ha sido
adecuadamente fundado ni acompañado de prueba concreta y
actual. Aun cuando el Fiscal General intentó sostener su
validez a partir de lo informado por la Procuración General
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, lo cierto es que tales
referencias se vinculan con hechos acaecidos en los días
inmediatos al dictado del fallo de la Corte Suprema, sin que
se haya incorporado información actualizada que permita
afirmar la persistencia de tales condiciones.
Sin perjuicio de que no se comparten los
fundamentos expuestos por el acusador público, pues parecen
referirse a las causales de revocación de la prisión
domiciliaria por quebramiento de las obligaciones (art. 34 de
la ley 24.660) cuando en el caso se trató de su propio
recurso contra la concesión de esa modalidad, lo cierto es
que el desistimiento tiene efectos que limitan la inspección
jurisdiccional.
En este punto habré de reiterar que los términos
específicos en los que los acusadores públicos hicieron su
presentación subsidiaria fueron los siguientes: “En base a[l
informe de seguridad reclamado] -en caso de no hacerse lugar
a la revocación de la prisión domiciliaria que aquí
reclamamos-, es que se deberá disponer inmediatamente de otro
lugar para cumplir con la prisión domiciliaria, que mitigue
las falencias de seguridad advertidas”.
El específico planteo formulado en estos términos
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sostiene que la exigencia de presentar un listado de personas
con ingreso irrestricto al domicilio, y de requerir
autorización previa para toda otra visita, vulnera los
principios de debido proceso, igualdad, privacidad,
legalidad, necesidad, razonabilidad y proporcionalidad, así
como los derechos políticos de la penada.
En primer término, se advierte que siquiera en
parte funda su pretensión en los argumentos humanitarios y
reformistas expuestos en mi voto en el precedente “Zelaya,
Delfín” (reg. nro. 1342/22; rta. el 28/09/2022), donde
destaqué, en lo sustancial, que “el ingreso a una prisión no
despoja al hombre de la protección de las leyes” y que las
normas que regulan la ejecución de la pena deben respetar el
principio de que “las personas privadas de libertad conservan
todos los derechos que no se derivan estrictamente de la
condena”.
Tal como lo recordé en aquel caso, la existencia de
una condena no puede levantar una “cortina de hierro” entre
la Constitución y el penado (Fallos 327:388).
Por el contrario, es un imperativo ético y
normativo que los jueces sustancien la plena y efectiva
vigencia de la Constitución Nacional en la realidad
carcelaria.
Sin embargo, corresponde efectuar algunas
consideraciones al respecto. En primer término, cabe aclarar
que aquel fallo versaba sobre la cuestión carcelaria y la
consecuente pérdida automática del sufragio, esto es, sobre
la negación absoluta de un derecho político sustantivo. El
caso presente, en cambio, versa sobre la regulación del
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entre otras).
Este mismo enfoque permite justificar que se
impongan condiciones específicas, como la necesidad de
autorización previa para visitas no comprendidas en el núcleo
familiar, el acompañamiento médico o la representación
técnica. Tales reglas no sólo no lesionan derechos
fundamentales, sino que materializan el carácter excepcional
del instituto y contribuyen a la finalidad de humanización de
la pena, y al cumplimiento de los fines de la pena, de los
fines del Derecho Penal, y del Derecho Todo.
Como fue señalado en apartados anteriores, la pena
no se limita a una finalidad resocializadora, sino que
también cumple una función expresiva: reafirma la vigencia de
la norma vulnerada y el consenso social en torno a la
ilicitud del hecho. En ese marco, las condiciones impuestas
para su ejecución, incluso bajo la modalidad domiciliaria,
resultan especialmente relevantes, pues constituyen el
vehículo mediante el cual se exterioriza ese mensaje
normativo (cfr. mi voto en causas: CFCP, Sala I, “O., H. L.”,
reg. nro. 2123/16.1, el rta. 3/11/16; Sala IV, “Núñez
Carmona, José María”, reg. nro. 370/22.4, rta. el 4/04/2022;
Oficina Judicial, FSA 6570/2023/17, reg. nro. 78/2024; y en
esta misma causa, reg. nro. 1373/24, rta. el 13/11/24).
Como he sostenido en tales precedentes, la sola
adopción de normas penales implica afirmar que su
transgresión es inaceptable y debe ser repudiada. Esa condena
simbólica expresa que la norma conserva su vigencia y
relevancia frente a la comunidad (cfr. Primoratz, Igor,
“Punishment as Language”, Philosophy, vol. 64, 1989, p. 197 -
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Es que el Estado debe a todos justicia, protección
y leyes que aseguren su persona, sus bienes y su libertad. Él
se obliga a ponerlos a cubierto de toda injusticia o
violencia, a proporcionarles medios que les permitan trabajar
sin estorbo alguno para su propio bienestar, sin perjuicio de
los otros; a poner a cada uno bajo la salvaguarda de todos
para que pueda gozar pacíficamente de lo que posee o ha
adquirido con su trabajo, su industria o sus talentos (cfr.
Hornos, Gustavo M., “El nuevo nombre de la Paz”, en Violencia
y Sociedad Política, Programa para el Estudio y la Difusión
de la Reforma Constitucional Argentina, 1998, pág. 33).
La instancia del poder estatal se erige en
“tercero” por encima de los contendientes y debe pacificar
imparcialmente la convivencia; equivale a ofrecer condiciones
de seguridad y de paz.
El Derecho Penal, para el cumplimiento de sus fines
de contribuir al orden jurídico y a la preservación de la paz
pública, debe actuar de una manera que resulte siempre
compatible con el ordenamiento fundamental de la Nación, la
Constitución Nacional, de la que es apéndice.
Además, dentro de ese límite, la resolución de
conflictos de creciente complejidad –como las relaciones
humanas cada vez más entrelazadas y complicadas en lo social,
económico y político– exige que el orden legal incorpore
valores y nuevas necesidades del individuo y de la sociedad,
integrándose a esta evolución de manera armónica y creativa
(cfr. Plenario nro. 11 CFCP “Zichy Thyssen, Federico;
Ivanissevich, Alejandro s/recurso de inaplicabilidad de
ley”).
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“Zelaya”, aquí no se ha suprimido ni restringido el sufragio
ni el derecho a la actividad política. Las reuniones
presenciales podrán concretarse, si no son con su círculo
inmediato, mediante una simple gestión judicial, y en la
medida que quien se encuentre a cargo de la supervisión de la
pena lo encuentre pertinente y razonable; y, más allá de
ello, subsisten otras alternativas para el intercambio con
dirigentes, asesores o simpatizantes.
Lo dispuesto no supone una restricción del derecho,
sino una regulación puntual que busca asegurar su
compatibilidad con el régimen de cumplimiento. Por tanto, el
requisito controvertido no afecta el contenido esencial de
derecho político alguno: opera como mecanismo organizativo,
funcional a la tutela de la seguridad, la convivencia vecinal
y el control jurisdiccional, sin menoscabo de los vínculos
externos.
El arraigo y el bienestar social de la señora
penada también permanecen plenamente garantizados. Su
familia, abogados y médicos tienen acceso irrestricto. El
domicilio se halla en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, un
centro de su actividad social, pública y política. La
eventual ampliación de la nómina de visitantes puede
solicitarse tantas veces como considere necesario, con un
trámite sencillo y sometido a la razonabilidad del juez a
cargo de supervisar la ejecución de la sentencia. En ese
esquema no se advierte limitación alguna a sus derechos,
antes bien, se conjuga su ejercicio con la exigencia de que
la pena se cumpla eficazmente y sin riesgos.
En síntesis, mi voto en la causa “Zelaya” reafirma
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Asimismo, debe señalarse que, sin perjuicio del
régimen general de autorizaciones previas, nada obsta a que,
en función de las circunstancias del caso y siempre que
resulte compatible con los fines del régimen de cumplimiento,
el juez de ejecución pueda, de considerarlo oportuno y
razonable, establecer pautas orientadoras o criterios
específicos respecto de ciertos perfiles de visitas
habituales. Tales decisiones, sin embargo, deben mantenerse
dentro de un marco de control individualizado y fundado, que
preserve la finalidad resocializadora y el control efectivo
de la pena, evitando que la excepción se transforme en regla.
En este sentido, lejos de configurar una indeterminación
normativa, el sistema ofrece un cauce claro y supervisado
para compatibilizar derechos individuales con las exigencias
propias de una ejecución penal seria y proporcional,
priorizando siempre garantizar la seguridad personal de la
condenada.
En igual sentido, corresponde descartar la
pretendida afectación de la vida profesional, social o
afectiva de la condenada. La resolución no impide el
contacto, sino que prevé una regulación ordenada y razonable
del acceso al domicilio, en atención a la naturaleza
excepcional del régimen de prisión domiciliaria y a los fines
propios de la ejecución penal. No se advierte un agravio
concreto y actual y la parte tampoco lo menciona.
La posibilidad de solicitar autorizaciones
específicas permanece plenamente habilitada, y su eventual
rechazo deberá fundarse en parámetros objetivos, susceptibles
de control ulterior. No se advierte un agravio concreto y
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modalidad. En ese marco, establecer reglas básicas para el
ingreso de terceros al domicilio no sólo resulta razonable,
sino también funcional al objetivo de minimizar potenciales
situaciones de vulnerabilidad que podrían comprometer su
integridad.
De este modo, el control razonable de la ejecución
no es una excepción a los derechos fundamentales, sino una
manifestación de su vigencia.
Por lo expuesto, cabe concluir que el régimen de
visitas establecido se adecua razonablemente a las exigencias
propias del cumplimiento de la pena, resguardando de manera
prioritaria la seguridad de la persona condenada. Su
implementación no solo se presenta como una medida necesaria
en atención al contexto personal e institucional que rodea a
la interna, sino que su funcionamiento ha demostrado ser
eficaz y conforme a los fines que se propone.
En este sentido, el régimen establecido permite
compatibilizar el derecho de la persona condenada a mantener
vínculos afectivos y sociales con las necesidades inherentes
al régimen de detención, especialmente en lo que refiere a la
protección de su integridad física y psíquica. Así, el marco
adoptado resulta respetuoso de las garantías propias del
proceso de ejecución penal, sin desatender las obligaciones
del Estado en materia de seguridad y resguardo.
Tal razonabilidad y oportunidad en el diseño y
aplicación del régimen de visitas establecido por el juez de
ejecución, se ve reforzada por el reciente antecedente en el
que el presidente de la República Federativa del Brasil
solicitó la autorización correspondiente, la cual fue
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El programa incluye, a su vez, la asistencia
social, psicológica y médica de las personas incluidas. Este
mecanismo se encuentra implementado y es gestionado, en la
órbita de la misma autoridad administrativa que tiene a su
cargo la ejecución de las medidas de encierro –tanto
procesales como materiales– como parte de una política
estatal tendiente a mejorar las condiciones de vida de las
personas que cumplen una medida restrictiva de la libertad,
contribuyendo a mitigar el impacto negativo de la privación
de libertad en el ámbito carcelario.
Por otro lado, corresponde destacar que a partir de
la modificación introducida a la Ley de Ejecución de la Pena
Privativa de la Libertad mediante la ley 27.375, la concesión
de la prisión domiciliaria incluye, como regla, la colocación
de un dispositivo electrónico de control al condenado. Dicha
norma establece que el juez de ejecución podrá
excepcionalmente prescindir de su utilización, siempre que
existan informes favorables de los órganos de control y del
equipo interdisciplinario (art. 33, último párrafo). En otras
palabras, el legislador ha conferido expresamente al juez la
facultad de determinar las condiciones específicas del
régimen de cumplimiento, dentro del marco de legalidad y
razonabilidad que la propia norma establece.
Dicho esto, más allá de que Fernández de Kirchner
reunió los requisitos técnicos y socioambientales para ser
incorporada a este programa, lo cierto es que la ejecución de
la condena conforme al modo dispuesto por el tribunal de la
instancia anterior, mediante la utilización de un dispositivo
electrónico de control, aparece como la medida más apropiada
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judiciales.
En otro orden de ideas, considero necesario
formular algunas reflexiones en torno al planteo efectuado
por la defensa técnica, más precisamente en lo que respecta a
que el uso del dispositivo de vigilancia electrónica
provocaría un trato cruel, inhumano o degradante a su
asistida, resultando, a su entender, una herramienta
innecesaria y estigmatizante. En la audiencia celebrada ante
esta instancia, se sostuvo que la colocación del dispositivo
no obedecería a razones jurídicas legítimas, sino a un
propósito de humillación y deshumanización.
Sin embargo, tal apreciación no se corresponde con
el carácter técnico y jurídico de la medida, ni con su
finalidad concreta dentro del régimen de ejecución penal.
Corresponde insistir en que su utilización se orienta al
control efectivo del cumplimiento de una modalidad de pena
alternativa a la reclusión en un establecimiento
penitenciario, tratándose de una medida accesoria, prevista
expresamente en la normativa vigente y aplicada bajo
criterios de razonabilidad y proporcionalidad.
Desde esta perspectiva, la ejecución de la pena
bajo un régimen de prisión domiciliaria supervisada
electrónicamente no comporta una afrenta a la dignidad de la
persona condenada, sino la afirmación de que el
quebrantamiento grave del orden jurídico exige una respuesta
estatal visible, firme y con sentido comunitario. Lejos de
constituir un mecanismo de estigmatización, la colocación del
dispositivo electrónico expresa la continuidad del control
judicial sobre el cumplimiento de la sanción, y representa
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convivencia democrática. Tal mensaje no puede ser desoído ni
relativizado por consideraciones subjetivas que
desnaturalizan el sentido expresivo de la pena en el marco de
un Estado de Derecho.
En consecuencia, el señalamiento efectuado por la
defensa carece de sustento cuando se confronta con los fines
constitucionales del derecho penal y con la función
institucional que la ejecución de la pena cumple en contextos
de corrupción estructural. Atribuirle a la colocación del
dispositivo electrónico una finalidad degradante supone
tergiversar el sentido jurídico de la ejecución penal y
desatender el valor simbólico y restaurador que el
cumplimiento efectivo de la sanción posee en escenarios de
grave afectación a la legitimidad democrática.
En este sentido resulta de fundamental
trascendencia señalar que el dispositivo de control
electrónico es de uso generalizado, para casos como el
presente, por lo que no se advierte razones suficientes para
excepcionar lo que la ley allí dispone (art. 16 de la C.N.).
En este caso, se advierte que la medida cuestionada
encuentra adecuado sustento legal, responde a una finalidad
legítima y ha sido adoptada con apego al principio de
proporcionalidad.
Por otro lado, en cuanto a lo expuesto por la
defensa respecto a que la tobillera electrónica carece de
fundamento en tanto la condenada cuenta con una custodia
permanente en carácter de ex primera mandataria que cumpliría
el rol de supervisión de la domiciliaria, corresponde
efectuar algunas aclaraciones.
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una confusión de esferas normativas, y supone relativizar la
obligatoriedad y objetividad del control judicial exigido en
una pena privativa de libertad, aun bajo la modalidad
domiciliaria, donde, vale aclarar, la regla es su
utilización.
En definitiva, se advierte que los argumentos
expuestos por la asistencia técnica de Fernández de Kirchner
no logran rebatir la correcta fundamentación realizada por
los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 2 para
disponer la utilización de este medio electrónico de control,
como herramienta indispensable para un eficaz cumplimiento de
la condena impuesta en el marco de esta investigación.
Por el contrario, la medida adoptada se muestra
proporcionada y funcional a la ejecución de la pena como así
también respetuosa de los derechos fundamentales de la
persona condenada.
Cabe agregar que, hasta el momento, no se ha
incorporado elemento probatorio alguno que acredite la
existencia de un impedimento material, técnico o médico que
torne inviable o desaconsejable la utilización del
dispositivo de vigilancia electrónica en el caso de la
condenada. Por el contrario, las constancias incorporadas al
expediente dan cuenta de que se encuentra en condiciones de
cumplir con esa modalidad de ejecución, conforme los
estándares establecidos por la normativa vigente y las
recomendaciones de los organismos técnicos competentes (cfr.
surge del sistema Lex-100).
d. En definitiva, tanto el régimen de visitas
regulado como la utilización del dispositivo de vigilancia
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ha hecho referencia la defensa en la audiencia celebrada en
esta instancia-, al exigir la intervención inmediata del juez
ante situaciones críticas en los lugares de detención en
protección al Derecho a la Vida; que promueve monitoreos
periódicos de jueces, fiscales y defensores sobre las
condiciones de encierro; que insta a garantizar que el
encierro no agrave innecesariamente la situación del
condenado, reafirmando la centralidad de la dignidad humana
en toda forma de privación de libertad. Estas pautas,
construidas de manera interinstitucional y consensuada,
ratifican que el control judicial debe ser estricto,
constante y comprometido.
Desde esa perspectiva, no puede considerarse
arbitrario ni desproporcionado que se exija autorización
previa para el ingreso de personas ajenas al núcleo familiar
o profesional inmediato, ni que se requiera la colocación de
un dispositivo de control electrónico. Lejos de implicar una
afectación ilegítima, ambas medidas son compatibles con los
estándares legales vigentes, funcionales a la modalidad
adoptada, y, en el caso concreto, razonables frente a la
gravedad institucional de los hechos juzgados. Se trata, en
suma, de disposiciones orientadas a garantizar que la pena se
cumpla conforme a derecho, con humanidad, pero también con
firmeza, rigor institucional y pleno control judicial.
VII. En virtud de lo expuesto propongo al Acuerdo:
I. TENER POR DESISTIDO el recurso de casación interpuesto por
los representantes del Ministerio Público Fiscal; II.
DECLARAR INOFICIOSA la presentación efectuada por la
asociación civil “Defensores de Derechos Humanos de
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ejecutabilidad de la sentencia (art. 23 del Código Penal,
art. 31 de la Convención de las Naciones Unidas contra la
Corrupción y art. 15 de la Convención Interamericana contra
la Corrupción).
La sentencia del Tribunal Oral Criminal Federal Nº
2 de CABA antes descripta fue convalidada por esta Sala IV de
la Cámara Federal de Casación Penal -con su integración
actual- y por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en
virtud de lo cual adquirió firmeza (cfr. C.F.C.P., Sala IV,
causa CFP 5048/2016/TO1/CFC13 “Fernández de Kirchner,
Cristina y otros s/ recurso de casación", sentencia del 13 de
noviembre de 2024, Reg. nº 1373/24 y C.S.J.N., causa CFP
5048/2016/TO1/49/6/RH85, “Fernández de Kirchner, Cristina
Elisabet y otros s/ incidente de recurso extraordinario”,
sentencia del 10 de junio de 2025).
A los fines de la ejecución de la pena privativa de
la libertad, la defensa de Cristina Fernández de Kirchner
solicitó su incorporación al régimen de prisión domiciliaria
en los términos previstos en los arts. 10 inc. “d” del Código
Penal y 32 inc. “d” de la ley 24.660.
Conferida la vista, los representantes del
Ministerio Público Fiscal solicitaron que se rechace la
pretensión de la defensa para que la condena a la pena
privativa de la libertad sea cumplida bajo la modalidad
domiciliaria; y en forma subsidiaria, requirieron la
colocación de un dispositivo electrónico de control.
El 17 de junio de 2025, el Tribunal Oral en lo
Criminal Federal Nº 2 de esta ciudad, resolvió:
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supervisión de la ejecución de la prisión domiciliaria de
Cristina Elisabet Fernández de Kirchner y eleve a esta sede
los resultados de la supervisión cada tres (3) meses, período
de tiempo al cabo del cual se evaluará el grado de
acatamiento de las reglas impuestas, con los alcances
establecidos en la ley (art. 34, ley 24.660). Al efecto,
líbrese correo electrónico.
V. ORDENAR a la Dirección de Asistencia a Personas
Bajo Vigilancia Electrónica dependiente de la Subsecretaría
de Asuntos Penitenciarios del Ministerio de Seguridad
Nacional, la colocación de un dispositivo de vigilancia
electrónico respecto de Cristina Elisabet Fernández de
Kirchner en el domicilio indicado en el punto dispositivo I,
en los términos establecidos en el último párrafo del
considerando IV…".
La defensa de Cristina Fernández de Kirchner
interpuso dos recursos de casación, uno contra el punto
III.c) (autorización para visitas) y otro contra el punto V
(dispositivo electrónico de control, denominado “tobillera
electrónica”) de la decisión citada. Los fiscales actuantes
presentaron un recurso de casación impugnando los puntos I
(la disposición de la detención de Cristina Fernández de
Kirchner bajo la modalidad de la prisión domiciliaria para el
cumplimiento de la condena impuesta en esta causa) y II (el
domicilio dispuesto para la prisión domiciliaria de la
vivienda ubicada en la calle San José 1111, piso segundo,
depto. “d” de CABA) -este último, en forma subsidiaria- de la
misma resolución.
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intrapenitenciaria y que “la alternativa de un aislamiento
indefinido o prolongado no resulta -en principio y en
general- compatible con los fines que orientan la ejecución
de la pena de prisión”. Se citó para fundar dichos extremos
el art. 18 de la CN; art. 5.2, CADH; arts. 7, 10.1 y 10.3,
PIDCP, reglas nros. 4.1 y 45, Reglas de Mandela y arts. 1 y
82, ley 24.660.
Como consecuencia de ello, el tribunal expuso que
“la combinación del riesgo para la vida e integridad física
de la condenada a raíz del atentado del que fue víctima,
junto con la dificultad de garantizar su seguridad en un
establecimiento penitenciario sin incurrir en prácticas
discordantes para el derecho constitucional y convencional -
aislamiento-, nos conducen a la decisión en favor de la
concesión de la prisión domiciliaria como única vía hoy
compatible con el respeto de los derechos fundamentales de la
persona y los fines resocializadores de la pena […] En este
estado de cosas, teniendo en cuenta lo expuesto anteriormente
así como el hecho de que la peticionante supera los setenta
años de edad, su permanencia en prisión en un establecimiento
carcelario no sólo se presenta, por el momento, como una
opción difícil de compatibilizar con una protección efectiva
de sus derechos fundamentales por las razones ya señaladas,
sino que además es una opción que la ley expresamente
habilita a reemplazar por otra. Ello es así en virtud de lo
dispuesto por el artículo 10, inciso ‘d’ del Código Penal y
el artículo 32, inciso ‘d’ de la ley 24.660, que contemplan
la posibilidad de otorgar la prisión domiciliaria a quienes
superen esa edad”.
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En virtud de la fundamentación precedente (art. 443
del CPPN), corresponde tener por desistido parcialmente el
recurso de casación del Ministerio Público Fiscal en cuanto
fue interpuesto contra el punto dispositivo I de la
resolución impugnada que fue dictada el 17 de junio de 2025,
que resolvió que la pena privativa de la libertad impuesta a
Cristina Fernández de Kirchner sea cumplida bajo la modalidad
de prisión domiciliaria; sin costas (arts. 530 y 532 del
C.P.P.N.)(cfr. al respecto voto del suscripto, en lo
pertinente y aplicable, CFCP, Sala III, causa FSM
4368/2020/TO1/12/1/CFC4, caratulada “Saucedo, Cristian
s/legajo de casación”, reg. 1401/22, rta. 12/10/22; y Sala
IV, FRE 15909/2018/TO1/14/1/CFC4, caratulada “NÚÑEZ, Eduardo
Ariel s/recurso de casación”, reg. nro. 1513/2023, rta.
30/10/23).
En consecuencia, se ha tornado abstracto el
tratamiento de la presentación efectuada por Guillermo Jesús
Fanego, en carácter de presidente de la Asociación Civil
Defensores de Derechos Humanos de Latinoamérica (Fallos:
285:353; 313:584; 339:488, entre otros). En dicho escrito
aquél había reiterado su petición formulada ante el tribunal
de ejecución de ser tenido en calidad de amicus curiae e
indicó que en el caso bajo examen no corresponde la
aplicación de la prisión domiciliaria a Cristina Fernández de
Kirchner. Así, corresponde declarar inoficioso un
pronunciamiento a su respecto, por parte de este Tribunal
(cfr. CSJN, expte. CCC 833/2006/2/1/RH1 “Márquez, Guillermo
Alejandro s/ robo” rta. 11/2/2020).
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la resolución recurrida no tendría carácter de definitiva ni
equiparable a tal. Agregó que, si existiera una problemática
de seguridad en el barrio, ésta debería ser resuelta por los
organismos ejecutivos competentes; sin embargo, nunca podría
derivar en un perjuicio contra su asistida y que la
pretensión fiscal también deviene improcedente en virtud de
que se funda en supuestas problemáticas acaecidas hace varias
semanas atrás, pero que ahora han perdido toda virtualidad.
Enfatizó que el domicilio propuesto por su asistida para el
cumplimiento domiciliario de la pena de prisión, no resultó
antojadizo, sino que es el mismo en el que reside desde hace
tres (3) años. Estimó que no puede soslayarse que la
pretensión genérica de que Cristina Fernández de Kirchner
cambie su domicilio carece de toda seriedad. Consideró que
los fiscales no han individualizado en qué consistiría ese
cambio; concretamente, si debe ser efectuado dentro del
ámbito de esta misma ciudad o bien lo que se propone es que
fije su domicilio en alguna otra provincia. Añadió que
tampoco se especificó qué relación tendría un eventual cambio
de domicilio con el debido cumplimiento de la pena, ni se
analizó el impacto negativo que tendría en sus relaciones
familiares y sociales, y aseguró que afectaría severamente el
ejercicio de su derecho de defensa atento que los letrados de
confianza residen también en esta ciudad.
Cabe señalar que el recurso de casación impetrado
por el Ministerio Público Fiscal ha sido oportunamente
concedido y el desistimiento parcial del recurso fiscal
contra el punto I del fallo recurrido (cumplimiento de la
detención de Cristina Fernández de Kirchner bajo la modalidad
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que (la nombrada) “reside sola en el departamento en cuestión
ubicado en el barrio de Constitución de esta ciudad desde el
año 2022, luego de haberse mudado por haber sufrido un
atentado en la puerta de su anterior domicilio…”.
En el pronunciamiento se dejó constancia de que “el
informe concluye que la vivienda es apta para el cumplimiento
de una eventual detención domiciliaria, sin observaciones
negativas en cuanto al entorno, condiciones habitacionales ni
aspectos personales o familiares”.
Cabe tener en cuenta que el informe socio-ambiental
referenciado por el párrafo precedente fue reputado válido
por el a quo y no fue controvertido por los fiscales
recurrentes ni por el Fiscal General ante esta instancia.
Los representantes del Ministerio Público Fiscal,
en su recurso (ratificado por el Fiscal General de Casación),
intentaron fundar su postura de cambio de domicilio en base a
presuntas “expresiones violentas” alrededor del mismo.
Durante la audiencia de informes (art. 465 bis en función de
los artículos 454 y 455 del C.P.P.N. -según ley 26.374-), el
Fiscal General aludió a alteraciones en el barrio,
perturbaciones a los vecinos y afectaciones a los servicios
públicos en la zona.
Al respecto, la defensa replicó que los mencionados
acontecimientos referían a desplazamientos -no fomentados por
Cristina Fernández de Kirchner- en momentos posteriores a que
la condena adquirió firmeza, pero que actualmente no se
mantienen las circunstancias fácticas de ese entonces. Por el
contrario, dicha parte contestó que incluso mejoró la
seguridad del barrio, pues, habida cuenta del incremento de
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Sobre dichas normas se ha expresado: “El control de
las garantías constitucionales y de los tratados
internacionales ratificados por la Nación en trato a los
‘condenados, presos y personas sometidas a medidas de
seguridad’, que la norma adjudica al juez de ejecución ha
sido ratificado por el art. 3º de la ley 24.660, que lo tiene
como su órgano de aplicación y contralor […] El control del
efectivo cumplimiento de las sentencias impuestas por el
Poder Judicial de la Nación es también atribución del juez de
ejecución, según lo establece el inciso tercero [del art. 493
del CPPN]…” (cfr. Guillermo Rafael Navarro y Roberto Raúl
Daray, “Código Procesal Penal de la Nación Análisis Doctrinal
y Jurisprudencial”, Tomo 3, Editorial Hammurabi, Buenos
Aires, 2018, págs. 495/496; cfr. también, voto del suscripto
en lo pertinente y aplicable, C.F.C.P., Sala IV, causa FTU
40066/2013/TO1/37/CFC9, caratulada: “FRÍAS, Aníbal Iván
s/recurso de casación”, reg. nro. 750/23, rta.13/6/23 causa
FRO 14907/2016/TO1/56/1/CFC15, caratulada: “MEDINA, Olga
Beatriz s/recurso de casación”, reg. nro. 371/2024, rta.
12/4/24, entre otras).
Por lo demás, lo concerniente a la regulación del
espacio público de la ciudad no se trata, en principio, de
una atribución jurisdiccional específica de los órganos
federales. La Corte Suprema de Justicia de la Nación indicó:
“…cabe recordar que el artículo 129 de la Constitución
Nacional establece que ‘la ciudad de Buenos Aires tendrá un
régimen de gobierno autónomo, con facultades propias de
legislación y jurisdicción’. El texto citado fue incorporado
en la reforma constitucional del año 1994, reconociendo a la
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En función de ello y de las particulares
circunstancias del caso, si se verificaran eventuales y
futuros planteos sobre hipotéticos incumplimientos por parte
de la nombrada de las condiciones impuestas, se podrían
evaluar opciones y/o alternativas al inmueble establecido
para el cumplimiento de la pena, a fin de preservar la
tranquilidad pública y la paz social.
No obstante, hasta aquí, las objeciones de los
acusadores fiscales sobre el mencionado punto no se
encuentran debidamente acreditadas en circunstancias actuales
para justificar el cambio de domicilio, que fue consolidado
por el propio organismo especializado, cuyo informe no fue
controvertido. Tampoco especificó el Fiscal General de la
instancia cuál sería el supuesto nuevo domicilio para cumplir
con la prisión domiciliaria otorgada por el tribunal de
ejecución penal; por lo tanto, la petición fiscal -en forma
subsidiaria- de que se disponga otro lugar para cumplir con
la prisión domiciliaria, de momento, no puede tener una
recepción favorable.
A la luz de lo considerado precedentemente,
concluyo que la decisión adoptada, en cuanto dispone la
prisión domiciliaria de Cristina Fernández de Kirchner en la
vivienda ubicada en la calle San José 1111, piso segundo,
departamento “D” de CABA resulta suficientemente fundada
(art. 123 del C.P.P.N.), motivo por el cual, no puede ser
descalificada como acto jurisdiccional válido.
Sentado cuanto antecede, corresponde ingresar al
tratamiento de los agravios impetrados por la defensa
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propiamente dicha (Fallos: 318:189; 322:904; 323:35;
330:1903; 342:884, entre otros).
Con base en reiterados precedentes, la Corte
Suprema de Justicia de la Nación ha consolidado como regla
que la sentencia debe entenderse como una unidad lógico-
jurídica en la que su parte dispositiva es la conclusión
necesaria de las premisas fácticas y normativas efectuadas en
sus fundamentos (Fallos: 344:1266; 344:545; 321:1642; 320:985
disidencia de los señores jueces Ministros Fayt y Boggiano;
Fallos: 316:609, entre muchos otros). Dicha enunciación se ha
visto reafirmada por la aseveración de que la sentencia
constituye un todo indivisible (Fallos: 347:596; 346:1234;
344:3585; 330:4040; 330:1366; 329:5074 voto del juez Fayt;
328:412; 315:2291). Por lo que no cabe admitir antagonismos
entre la parte dispositiva y los fundamentos que la sustentan
(Fallos: 324:1584), ya que hay una recíproca integración
(Fallos: 327:3660 disidencia del juez Petracchi; 311:2120;
311:509).
Existe reiterada jurisprudencia en función de la
cual la Corte Suprema de Justicia de la Nación resaltó que es
la parte dispositiva de la sentencia lo que constituye el
fallo y no sus considerandos o la apreciación de los
elementos de prueba (Fallos: 118:243; 113:64; 111:339 y
28:129). Pero también señaló que si bien para establecer el
alcance y los límites de la decisión que emana de un fallo ha
de atenderse a su parte dispositiva, no lo es menos que no
debe prescindirse de sus fundamentos, pues toda sentencia
constituye una unidad, en la que aquella parte no es sino la
conclusión final y necesaria de los análisis de los
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permite concluir que el pronunciamiento sometido a esta
instancia de casación contiene una motivación sólo aparente,
lo que equivale a la ausencia de fundamentación suficiente y
acarrea su descalificación como acto jurisdiccional válido
(cfr. arts. 123 y 493, inc. 1°, del C.P.P.N.). La doctrina de
Corte con respecto a que la fundamentación aparente
descalifica un pronunciamiento como acto procesal válido
surge de Fallos 303:386; 306:1395; 307: 1875; 311: 512 y 326:
3734; entre otros.
Si bien lo apuntado resulta suficiente para dejar
sin efecto lo dispuesto en cuanto a las restricciones
impuestas a las visitas que eventualmente reciba la
interesada, además cabe poner de resalto que el temperamento
adoptado en este punto carece de sustento normativo válido; y
que los artículos del código sustantivo invocados a tal
efecto no resultan aplicables, pues se encuentran
establecidos para fines diversos al tema en cuestión.
La normativa indicada por el a quo refiere a las
reglas de conducta que un tribunal puede imponer en concreto
a un procesado que accede al instituto de la suspensión del
juicio a prueba (arts. 76 bis y ter del C.P.) o a quien se
condena condicionalmente (arts. 26 y 27 bis, idem). Dichos
institutos se hallan previstos precisamente para evitar el
juzgamiento o el cumplimiento efectivo de la pena privativa
de la libertad, bajo la condición resolutoria de que el
imputado cumpla con las pautas impuestas, y en ambos casos,
que el justiciable se encuentre en libertad. Así, el
fundamento a dichas restricciones es que precisamente el
probado o el que se encuentra condicionalmente condenado goza
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Por ello, las restricciones a las visitas, más allá del nomen
iuris atribuido como regla de conducta, no pueden constituir
un plus a la pena. Por el contrario, las visitas forman parte
del derecho de comunicación del justiciable que posee bajo
cualquier forma de cumplimiento de la pena. Debe recordarse
que luego de una sentencia condenatoria firme, solamente
pueden restringirse los derechos de la persona que autoriza
el respectivo acto jurisdiccional, esto es, la sentencia –
para el caso de autos, a través de las penas de prisión e
inhabilitación especial y el decomiso de bienes-. Existe una
limitación a que ello trascienda a otras esferas personales
que no forman parte inseparable de la privación de derechos
autorizada.
El panorama descripto demuestra la dificultad de
trazar una simple comparación entre las formas de
cumplimiento de las penas aludidas, para así indebidamente
trasladar exigencias propias de cada régimen de ejecución. De
manera que no se explicita ni tampoco se advierte en el caso,
cuál fue la relación que el tribunal de ejecución
concretamente consideró existente entre la necesidad de
imposición de restricciones al derecho a recibir visitas, con
las condiciones materiales de cumplimiento de la prisión
domiciliaria otorgada.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación
recientemente ha establecido, mediante jurisprudencia que ya
es inveterada (in re “Soto”, Fallos: 347:2324), que toda
situación de privación de la libertad impone al juez o
funcionario que la autorice el deber de garantizar el
cumplimiento de las normas constitucionales, los tratados
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331:699; 331:1312; 331:1679; 331:2784; 334:1143; 334:1754;
338:793) y exige priorizar una exégesis restrictiva dentro
del límite semántico del texto legal (Fallos: 331:858;
340:549 voto de la señora jueza Ministra Highton de Nolasco y
señor juez Ministro Rosenkrantz; 342:2344; 344:3156).
Consecuentemente, existe la obligación estatal de
respetar los límites constitucionalmente establecidos dentro
de la órbita legislativa, en orden a los alcances de una
sanción y, por lo tanto, el deber jurisdiccional de aplicarla
conforme lo autoriza el ordenamiento vigente.
La Corte tiene dicho que, conforme surge del
artículo 19 de la Constitución Nacional, nuestra organización
política y civil reposa en la ley; los derechos y
obligaciones de los habitantes así como las penas de
cualquier clase que sean, sólo existen en virtud de sanciones
legislativas y el Poder Ejecutivo no puede crearlas ni el
Poder Judicial aplicarlas si falta la ley que las establezca
(Fallos: 178:355; 191:245; 229:368; 311:2553; 327:388;
347:2324).
Por lo tanto, no corresponde convalidar el
temperamento seguido por el tribunal de ejecución en este
punto, por cuanto lo resuelto no constituye fiel reflejo de
lo previsto en el artículo 19 de la Constitución Nacional,
que establece: “Las acciones privadas de los hombres que de
ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni
perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y
exentas de la autoridad de los magistrados. Ningún habitante
de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni
privado de lo que ella no prohíbe”. No existe norma
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Servicio Penitenciario Federal (cfr. Capítulo XI “Relaciones
familiares y sociales” de la ley 24.660 –y sus
modificatorias- y el Decreto Reglamentario N° 1136/97).
Por su parte, el Máximo Tribunal ha reconocido que
el derecho a la privacidad —que incluye a la intimidad—
encuentra su fundamento constitucional en el art. 19 de la
Constitución Nacional. Este comprende no solo a la esfera
doméstica, el círculo familiar y de amistad, sino otros
aspectos de la personalidad espiritual o física de las
personas tales como la integridad corporal o la imagen. Nadie
puede inmiscuirse en la vida privada de una persona ni violar
áreas de su actividad no destinadas a ser difundidas, sin su
consentimiento o el de sus familiares autorizados para ello,
y solo por ley podrá justificarse la intromisión, siempre que
medie un interés superior en resguardo de la libertad de los
otros, la defensa de la sociedad, las buenas costumbres o la
persecución del crimen (Fallos: 306:1892; 336:1324; 343:2211;
347:1648, entre otros).
Otorgada la modalidad domiciliaria de cumplimiento
de la detención, la persona no pierde su derecho a la
intimidad inherente a su domicilio sino solamente en cuanto a
las restricciones propias al control de la ejecución penal
legalmente autorizadas. Nadie puede ser objeto de injerencias
arbitrarias o abusivas en su vida privada, en la de su
familia o en su domicilio, constituyendo esta premisa una
garantía de índole constitucional y convencional (arts. 75,
inc. 22 de la C.N. y 11.2 de la C.A.D.H.).
La protección de la vida privada, la vida familiar
y el domicilio implica el reconocimiento de que existe un
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significar un desbaratamiento de su derecho a recibir
visitas. Del estudio de las constancias digitales surge la
existencia de pedidos de visitas por más de mil personas que,
en su caso, resultaría no sólo difícil de controlar, sino
también de procesar con adecuada fluidez. Además, ante la
ausencia de normativa expresa que prevea la situación y su
consecuente sanción por incumplimiento, se correría el riesgo
de introducir una causal de revocación de la prisión
domiciliaria que no se encuentre prevista en la legislación
criminal, lo que conllevaría una aplicación analógica
prohibida, nuevamente, in malam partem.
Resulta contrario a las normas constitucionales que
rigen la situación en trato que, bajo el pretexto de la
imposición de condiciones a la concesión de la prisión
domiciliaria, se creen judicialmente preceptos prohibitivos,
sin sustento normativo que lo habilite, como sucedió en la
resolución aquí analizada. Es decir, en cuanto a las visitas,
no pueden ser restringidas como pauta de conducta, pues
sencillamente no hay delito de agenda. Debe recordarse que
solo el Congreso Nacional está investido de la facultad para
declarar que ciertos intereses constituyen bienes jurídicos y
merecen protección penal y establecer el alcance de esa
protección mediante la determinación abstracta de la pena que
se ha considerado adecuada (Fallos: 312:1920; 314:424). En
este sentido, resulta propio del Poder Legislativo declarar
la criminalidad de los actos, desincriminar otros y
establecer escalas penales conforme lo estime pertinente
(Fallos: 11:405; 191:245; 275:89 y 314:424).
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La defensa de Cristina Fernández de Kirchner
interpuso recurso de casación contra la decisión reseñada, el
cual fue concedido por el tribunal previo.
En el marco del trámite procesal ante esta
instancia de Casación, el representante del Ministerio
Público Fiscal invocó la inadmisibilidad de la impugnación
incoada por la defensa. Ello, con motivo de considerar que el
agravio defensista resultaba hipotético y prematuro, pues la
decisión de aplicar la denominada “tobillera electrónica”
había sido dispuesta por el a quo de forma previa al informe
del Equipo Interdisciplinario de Ejecución Penal, el cual
podía derivar en la dispensa de la medida.
El planteo tendiente a cuestionar la admisibilidad
del recurso de casación de la defensa no puede tener
recepción favorable. En efecto, cabe reiterar que mediante la
resolución impugnada el tribunal previo ordenó la colocación
del dispositivo de vigilancia electrónico, lo cual se hizo
efectivo el día 19 del corriente mes y año, lo que determina
la existencia de un agravio actual y concreto.
Sumado a ello no puede perderse de vista que
corresponde a esta Cámara Federal de Casación Penal resolver
las cuestiones como las que en esta oportunidad vienen
recurridas, conforme lo previsto por el art. 491 del C.P.P.N.
y al criterio adoptado por la Corte Suprema de Justicia de la
Nación en el fallo “Romero Cacharane, Hugo Alberto
s/ejecución” (R.230. XXXIV, rto. el 9/3/04), en tanto afirmó
la vigencia del principio de judicialización de la etapa
ejecutiva de la pena. Por lo demás, la parte se encuentra
legitimada para recurrir (art. 459 del C.P.P.N.), y se han
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salida seguramente sería inmediatamente detectada y
probablemente mediatizada), que estuvo a derecho y que posee
custodia policial las veinticuatro horas.
En este contexto, tal como lo manifiestan el
tribunal previo y la defensa, Cristina Fernández de Kirchner
cuenta con un servicio de seguridad específico, a cargo de la
División Custodia de ex Mandatarios de la Policía Federal
Argentina (cfr. Decretos PEN Nros. 648/2004, 50/2019,
735/2023 y 299/2024).
Cabe recordar que, en los considerandos del Decreto
PEN nro. 299/2024, se indicó que "por el Decreto N° 5/24 se
aprobó el organigrama de aplicación de la citada Secretaría,
dentro de la que se encuentra la CASA MILITAR,
estableciéndose dentro de los objetivos de esta última
‘Proveer la seguridad del Presidente de la Nación, del
Vicepresidente de la Nación, de los Ex Mandatarios y de sus
familiares directos…’”. Asimismo, establece que “en materia
de recursos necesarios para asumir las competencias
asignadas, corresponde encomendar al MINISTERIO DE SEGURIDAD
que brinde la asistencia y colaboración que exija la
implementación de la medida allí prevista, en especial en lo
que se refiere a los aspectos materiales, presupuestarios y
de gestión, en lo que respecta a los efectivos de la POLICÍA
FEDERAL ARGENTINA”.
Además de la específica función de los agentes que
cumplen con la custodia, lo cierto es que dicha fuerza de
seguridad policial se encontraría, eventualmente, también
comprendido dentro del alcance del artículo 284 del Código
Procesal Penal de la Nación: “Los funcionarios y auxiliares
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Por otra parte, si bien el a quo motivó su decisión
en que en el contexto de prisión domiciliaria “la regla es la
instalación del dispositivo y su dispensa la excepción”, lo
cierto es que aquella aseveración no se condice con los datos
recabados por el Sistema Nacional de Estadísticas sobre
Ejecución de la Pena (SNEEP -organismo dependiente de la
Dirección Nacional de Política Criminal del Ministerio de
Justicia y Derechos Humanos de la Nación-). En su último
"Relevamiento Nacional sobre Personas Detenidas con Prisión
Domiciliaria y Vigilancia Electrónica", publicado en el año
2023 y accesible en la página web del Ministerio de Justicia
(https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/2020/11/inf
orme_prision_domiciliaria_y_vigilancia_electronica_2023.pdf)
se advierte que, del universo de personas que se encontraban
bajo el régimen de prisión domiciliaria, el 44,4% no contaba
con un dispositivo de vigilancia electrónico; mientras que el
porcentaje de mujeres condenadas con tobillera constituye el
% 5 de la población total.
El instituto de vigilancia electrónica depende de
un insumo escaso y éste es el supuesto de los dispositivos
necesarios para llevarlo a cabo. Muestra de ello es el Anexo
de la Resolución 808 E/2016 (B.O. 16/9/2016) del Ministerio
de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, en virtud del
cual se estableció un protocolo que dispone “un orden
preferencial y no excluyente de asignación de dispositivos
que asegure la incorporación al Programa de Asistencia de
Personas Bajo Vigilancia Electrónica de colectivos de
personas que se encuentren en particulares condiciones de
vulnerabilidad”.
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mostrar una analogía sustancial con la controversia
planteada.
Como ya se explicó, la función esencial de la
vigilancia electrónica se encuentra satisfecha por las
particulares circunstancias del caso reseñadas en el presente
(persona de público conocimiento, que estuvo siempre a
derecho, que -por sus condiciones personales- cuenta con
custodia de una fuerza de seguridad federal permanente);
motivo por el cual, la decisión cuestionada se aprecia como
adoptada sin una fundamentación suficiente, lo cual la
descalifica como un acto jurisdiccional válido.
Al respecto, resulta entonces aplicable la doctrina
judicial de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que,
desde sus primeras decisiones, ha interpretado que la
garantía de la igualdad consagrada en el artículo 16 de la
Constitución Nacional consiste en aplicar la ley a todos los
casos ocurrentes según sus diferencias constitutivas, de tal
suerte que no se trata de la igualdad absoluta o rígida sino
de la igualdad para todos los casos idénticos, lo que importa
la prohibición de establecer excepciones que excluyan a unos
de los que se concede a otros en las mismas circunstancias;
pero no impide que el legislador establezca distinciones
valederas entre supuestos que estime diferentes, en tanto
aquéllas no sean arbitrarias, es decir, que no obedezcan a
propósitos de injusta persecución o indebido privilegio, sino
a una objetiva razón de discriminación; impone un principio
genérico -igualdad ante la ley de todos los habitantes- que
no impide la existencia de diferencias legítimas; la
verdadera igualdad consiste en aplicar en las causas
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apuntada, no hay un impedimento médico para su uso y en el
día de la fecha se recibió en este expediente un informe
confeccionado en los términos del último párrafo del art. 33
de la ley 24.660. En dicha norma se establece que “Al
implementar la concesión de la prisión domiciliaria se
exigirá un dispositivo electrónico de control, el cual sólo
podrá ser dispensado por decisión judicial, previo informe
favorable de los órganos de control y del equipo
interdisciplinario”. En la presentación aludida, el organismo
de control concluyó que: “En relación a la solicitud de
informes a los que alude el último párrafo del art. 33 de la
Ley 24660, es que se remite el presente. Con respecto a la
necesidad o pertinencia de la aplicación de pulsera
electrónica, este equipo profesional, puede informar desde el
punto de vista social, conforme nuestra particular
experti[se] y marco de intervención. Así las cosas, en el
proceso de supervisión de la detención domiciliaria y luego
de las entrevistas sostenidas -al día de la fecha inclusive-
en el domicilio fijado, se puede informar que se observa por
parte de quien nos ocupa una actitud orientada al
cumplimiento. La Sra. Fernández reside en un barrio urbano de
fácil accesibilidad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
con múltiples medios de transporte público, cercana a nuestra
sede principal, de manera que no se observan obstáculos para
el seguimiento de la medida por nuestra parte. Como fuera
informado, la nombrada, evidencia buena predisposición y
colaboración con esta supervisión.” (cfr. Lex 100, los
resaltados pertenecen al presente).
La ausencia de tratamiento de cuestiones
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consideración para el hipotético supuesto de verificarse
eventuales vicisitudes, como es propio de la dinámica en el
control de la ejecución de la pena privativa de la libertad.
Por todo lo expuesto, corresponde:
I. TENER POR DESISTIDO parcialmente el recurso de
casación del Ministerio Público Fiscal en cuanto fue
interpuesto contra el punto dispositivo I de la resolución
impugnada que fue dictada el 17 de junio de 2025, que
resolvió que la pena privativa de la libertad impuesta a
Cristina Fernández de Kirchner sea cumplida bajo la modalidad
de prisión domiciliaria; sin costas (arts. 530 y 532 del
C.P.P.N.).
II. RECHAZAR el recurso de casación del Ministerio
Público Fiscal del agravio subsistente en cuanto fue
interpuesto contra del punto dispositivo II de la resolución
impugnada de referencia que estableció que la prisión
domiciliaria otorgada a Cristina Fernández de Kirchner sea
cumplida en la vivienda sita en San José 1111, piso 2o “d” de
la CABA; sin costas (arts. 530 y 532 del C.P.P.N.);
III. DECLARAR INOFICIOSO el pedido de Amicus Curiae
efectuado por Guillermo Jesús Fanego, en carácter de
presidente de la Asociación Civil Defensores de Derechos
Humanos de Latinoamérica;
IV. HACER LUGAR a los recursos de casación
interpuestos por la defensa particular de Cristina Fernández
de Kirchner, CASAR y REVOCAR la resolución impugnada en
cuanto fue materia de recurso y dejar sin efecto los puntos
III. c) (autorización judicial previa para visitas) y V
(dispositivo electrónico de vigilancia) de la resolución del
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ver, corresponde otorgarle a la modalidad de ejecución
sometida a estudio.
III. Que el señor Fiscal General Mario Alberto
Villar en la presentación de las breves notas ante esta
Cámara Federal de Casación de Penal, así como durante la
audiencia oral celebrada el 7 de julio próximo pasado,
desistió parcialmente del recurso de casación deducido por
los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola, en cuanto al
agravio invocado oportunamente por aquéllos respecto de la
detención de Fernández de Kirchner bajo la modalidad de
arresto domiciliario y mantuvo exclusivamente los vinculados
al domicilio donde cumple la pena impuesta.
En función de aquel desistimiento se ha acotado el
ámbito de revisión de esta Cámara limitándose, por ende, a la
cuestión relativa a la aptitud del domicilio de la condenada
para cumplir la pena impuesta, por lo que corresponde tener
por desistido parcialmente el recurso de casación del
Ministerio Público Fiscal en cuanto fue interpuesto contra el
punto dispositivo I de la resolución impugnada que resolvió
que la pena privativa de la libertad impuesta a Cristina
Fernández de Kirchner sea cumplida bajo la modalidad de
prisión domiciliaria, sin costas (arts. 530 y 532 del CPPN).
IV. Que en relación con la presentación de la
Asociación Civil Defensores de Derechos Humanos de
Latinoamérica, quien solicitó intervenir como amicus curiae,
es menester recordar nuestra posición relativa a las
exigencias para ser considerado como amigo del Tribunal (Reg.
297/22 y 455/22, ambas de la Sala I de esta Cámara Federal).
Ahora bien, en función del tenor de los votos que
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y 403, 530 y 531 del Código Procesal Penal de la Nación).
Por lo tanto, en función de lo normado por el art.
375 del Código Procesal Penal Federal -CPPF- (aplicable al
caso por vía de la resolución 1/2021 de la Comisión Bicameral
de Monitoreo e Implementación del CPPF) el tribunal a quo
ordenó la ejecución de la condena firme y, por ende, dispuso
la detención de Fernández de Kirchner bajo la modalidad de
prisión domiciliaria a los fines de cumplir la condena
dictada a su respecto.
2. Previo a expedirnos sobre el agravio relativo al
domicilio en que debe cumplirse la detención nos permitiremos
efectuar unas breves consideraciones en tanto útiles para
contextualizar los agravios a los que quedó ceñida la
discusión, atendiendo además a las observaciones de la
defensa no obstante haber perdido actualidad el pedido de
revocación domiciliaria por el desistimiento expreso del
representante de la acusación ante esta instancia revisora.
3. Comenzaremos por memorar, aunque sin ánimo de
teorizar en vano ni escribir un tratado sobre el tema, que la
detención domiciliaria es una modalidad alternativa de
cumplimiento de la pena impuesta para situaciones especiales,
como lo indica el título que encabeza el Capítulo II, Sección
Tercera de la Ley 24660 de ejecución de la pena privativa de
la libertad (art. 32) y como se trata, reiteramos, del
cumplimiento de una pena, mantiene la finalidad primordial de
reinserción social declarada en los instrumentos
internacionales de jerarquía constitucional (arts. 5.6 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos -CADH- y 10.3 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos -PIDCyP-)
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reprobada y se encuentre cumpliendo una pena privativa de la
libertad (Fallos: 318:1894, voto de los jueces Fayt,
Petracchi y Boggiano). En esta línea, el principio de
humanidad de las penas se integra con la prohibición de penas
crueles y con el mandato de resocialización. Por lo tanto, el
imperativo de reinserción social (artículo 10.3 PIDCP, 5.6
CADH y artículo 1° de la ley 24.660), definido por esta Corte
como el ‘objetivo superior del sistema’ (Fallos: 318:2002;
328:1146 y 334:1216, 347:1770, entre otros) implica,
necesariamente, la prohibición de penas que aparejen como
consecuencia jurídica la ‘exclusión absoluta del delincuente’
(doctrina de Fallos: 329:3680, considerando 18 del voto de
los jueces Highton de Nolasco, Maqueda y Zaffaroni y
considerando 43 del voto del juez Petracchi y Fallos
347:1770)” (Fallos: (347:2324).
La previsión legislativa a la que nos venimos
refiriendo no constituye en sí misma prerrogativa ni
privilegio alguno siempre que, sobra decir, no se convierta
en un instrumento que desnaturalice en forma absoluta el
efectivo cumplimiento de la ley penal.
Es sobre esa base que el tribunal de la instancia
previa fundó su decisión primordialmente en la necesidad de
preservar de una manera más efectiva la seguridad personal de
la condenada, y no porque deba otorgársele una prerrogativa
especial por su calidad de ex mandataria, sino, antes bien,
por el deber de velar por la seguridad personal de todas las
personas privadas de la libertad, cuyo cumplimiento y
aseguramiento incumbe al servicio penitenciario y su
contralor al juez con funciones de ejecución.
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artículo 10, inciso “d” del Código Penal y el artículo 32,
inciso “d” de la ley 24.660, que contemplan la posibilidad de
otorgar la prisión domiciliaria a quienes superen esa edad”.
4. Debemos recordar como pauta rectora que las
condiciones en que se cumplen las condenas a penas privativas
de la libertad deben ser sometidas a control judicial
permanente, ya sea para asegurar los derechos que no hayan
sido afectados por la condena o por la ley -art. 3 de la Ley
24660 que concreta el principio de judicialización en materia
de ejecución reconocido por el más alto Tribunal en el caso
“Romero Cacharane” (Fallos: 327:388)-, como así también para
asegurar el cumplimiento estricto y adecuado de la ejecución
de la pena, máxime tomando en cuenta la modalidad de
ejecución elegida para el caso.
5. En función de los agravios mantenidos en esta
instancia por el Fiscal General, corresponde examinar si debe
reverse el lugar de cumplimiento de la pena a los efectos de
preservar la tranquilidad pública; y la seguridad de la
persona condenada, de los vecinos y de las inmediaciones.
En cuanto a este punto, las consideraciones
volcadas en el informe que fue remitido por la Procuración
General de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires -a las que se
remite el Ministerio Público Fiscal- entre las que se
destacan que el barrio de Constitución donde se encuentra
emplazada la vivienda de Cristina Fernández de Kirchner no
tiene capacidad para un operativo de custodia permanente, la
eventual perturbación de la circulación y servicios
esenciales, la posibilidad de concentraciones masivas y la
cantidad de personal policial que demandó la implementación
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caso de advertir situaciones riesgosas para la integridad de
la persona custodiada, deberán informar a sus superiores por
las vías que correspondan para que se adopten las medidas que
estimen pertinentes.
Todas las circunstancias mencionadas, de momento,
nos impiden considerar favorablemente el agravio deducido y
nos indican el acierto de su rechazo.
Por las razones expuestas, entendemos que
corresponde rechazar el recurso de casación interpuesto por
el Ministerio Público Fiscal relativo al cambio de domicilio
para el cumplimiento de la detención de Fernández de
Kirchner.
VI. Sobre las denominadas reglas de conducta
impuestas relativas a la autorización para recibir visitas
Corresponde en este apartado decidir acerca de los
agravios de la defensa contra el punto dispositivo III.c en
cuanto argumentó que “(l)a normativa vigente no faculta a los
jueces a imponer reglas de conducta adicionales a las
personas que cumplen su pena bajo la modalidad de arresto
domiciliario, más allá que el acatamiento estricto y riguroso
de la privación de la libertad”.
En ese sentido destacó que “(q)uienes cumplen su
pena en un domicilio particular pueden desarrollar todas las
actividades que no se encuentran prohibidas por la ley, tal
como se deriva del principio de reserva que consagra el art.
19 de la Constitución Nacional”, además de agregar
interrogantes acerca del trámite para gestionar la
autorización de las visitas que no se encuentren en la nómina
de personas a las que se dispensa de tal permiso.
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impuestas en todas sus modalidades; tanto más si dichas
sanciones son consecuencia de delitos graves que no admiten
suspender condicionalmente su ejecución (art. 26, a contrario
sensu, del CP)”.
Y ello es así toda vez que las disposiciones de la
Ley 24660 contienen no sólo el reconocimiento de derechos
inviolables de los internos sino además las restricciones a
su ejercicio inherentes a su condición de condenados, como
también la necesidad de que cumplan determinadas reglas de
convivencia y actuación, cuya regulación surge de los
reglamentos respectivos y las que imponga el juez de
ejecución en tanto resulta la autoridad competente para
garantizar el real cumplimiento de la sanción.
No está de más decir que es indiscutible que todas
las personas condenadas -no sólo quienes cumplen la pena bajo
la modalidad de prisión domiciliaria- mantienen todos los
derechos que no se derivan necesariamente de la pena impuesta
y de la privación de la libertad ambulatoria (art. 2, Ley
24660, Fallos: 318:1894 y 334:1216), pero no es menos cierto
que el ejercicio de los derechos en ningún caso es absoluto
(Fallos 342:1777; 326:3615; 325:645; 324:3345 y 319:1165,
entre otros) sea que la persona se encuentre o no alojada en
un establecimiento penitenciario ; y el hecho de cumplir la
detención en el domicilio, por las razones humanitarias ya
referidas, si bien modifica sustancialmente la ejecución de
la pena en su aspecto cualitativo por razones obvias, no
puede desnaturalizar completamente el cumplimiento de la pena
según los diversos fines que prescribe tanto el art 18, CN,
como los instrumentos internacionales a los que nos referimos
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anteriormente.
Repárese en que el capítulo XI de la Ley 24660
referido a las relaciones familiares y sociales (art. 158 y
subsiguientes) establece los derechos de las personas
detenidas a mantener comunicación y vínculo con su familia,
con las restricciones que determinen los reglamentos, los que
no pueden desvirtuarlos.
En los supuestos de personas detenidas en
establecimientos carcelarios, ese derecho se entiende
garantizado con la concurrencia periódica en días
preestablecidos de una cantidad acotada de familiares. En
cambio, en el caso de la prisión domiciliaria –podríamos
decir, coloquialmente, “la cárcel en la propia casa”-, por su
naturaleza -fuera de un establecimiento penitenciario-, el
derecho de la persona condenada a recibir visitas y mantener
la comunicación familiar resulta mucho más amplio, y en el
caso de Fernández de Kirchner, el tribunal incluso dejó a
criterio de la propia condenada aportar “una nómina de las
personas que integran su grupo familiar, custodia policial,
profesionales médicos que la tratan asiduamente y abogados
que la representan, quienes podrán acceder al domicilio donde
cumplirá la pena de prisión sin necesidad de autorización
judicial”.
Esta circunstancia que trae aparejada la prisión
domiciliaria es aceptable debido a la innecesariedad de
mantener el orden y la disciplina inherente a un
establecimiento cerrado que debe coordinar y gestionar las
visitas familiares y a la vez la seguridad del universo de
internos alojados, aunque no puede dejar de advertirse que se
Fecha de firma: 11/07/2025
Firmado por: GUSTAVO MARCELO HORNOS, JUEZ DE CAMARA DE CASACION
Firmado por: MARIANO HERNAN BORINSKY, JUEZ DE CAMARA DE CASACION
127PENAL
Firmado por: DIEGO GUSTAVO BARROETAVEÑA, JUEZ DE CAMARA FEDERAL DE CASACION
Firmado por: MARIANO GONZALEZ, Prosecretario Letrado
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trata de un provecho que apareja una mejora cualitativa en el
cumplimiento de la pena en comparación con aquellos otros
individuos que se encuentran internos en los establecimientos
carcelarios.
Ahora bien, el recaudo impuesto por el tribunal
para que se solicite y motive el acceso de toda otra persona
no incluida en el listado, que agravia a la parte, no es más
que una mínima restricción -si es posible entenderse como tal
que la defensa deba presentar un escrito con el pedido-; una
precaución relativa a la propia seguridad de la ex presidenta
que se encuentra en detención domiciliaria sólo por tal
motivo; y una atribución del juez de ejecución en su
obligación de velar por el efectivo cumplimiento de la pena -
en todas sus modalidades- sin que se desnaturalice su
naturaleza sancionatoria y su finalidad retributiva y
resocializadora.
En ese orden de cosas, advertimos que el planteo de
la defensa es conjetural y no tiene la entidad suficiente
para considerarse agraviada en forma actual de modo que pueda
alegarse que se ha restringido arbitrariamente el derecho a
visitas de la condenada, en tanto el juez de ejecución no ha
dictado resolución alguna en la que se rechace una visita,
sino que, contrariamente, hasta el momento no han habido
óbices al respecto. Incluso recientemente, el 2 de julio
próximo pasado, autorizó la visita del presidente de la
República Federativa de Brasil según surge del legajo CFP
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De otro lado, el argumento vinculado a la
incertidumbre que le produce a la parte desconocer de
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naturaleza sancionatoria, por lo que no puede convertirse en
una modalidad que la desnaturalice por completo.
No obstante lo expuesto precedentemente, no puede
perderse de vista que recién comienza la ejecución de la pena
y, por su propio dinamismo, podrán suscitarse en el futuro
circunstancias que modifiquen el escenario tomado en cuenta
al resolver y ameriten soluciones diferentes, las que, en su
caso, deberán ser examinadas por la judicatura, en función de
los principios de razonabilidad, proporcionalidad y necesidad
que rigen la ejecución de la pena. Así también la parte
agraviada tiene a disposición las vías recursivas previstas
en el ordenamiento procesal.
Por último, a nuestro modo de ver, la resolución
cuestionada prevé una regulación ordenada y de momento
razonable de acceso al domicilio, por lo que no se advierte
un agravio concreto y actual, razón por la cual corresponde
rechazar la pretensión de la defensa.
VII. Sobre el uso del dispositivo electrónico de
control
En su segunda presentación, los abogados de
Fernández de Kirchner se agraviaron del punto V de la
resolución del tribunal a quo que ordenó a la Dirección de
Asistencia a Personas Bajo Vigilancia Electrónica dependiente
de la Subsecretaria de Asuntos Penitenciarios del Ministerio
de Seguridad Nacional, la colocación de un dispositivo de
vigilancia electrónico, respecto de la mencionada, en el
domicilio indicado en el punto dispositivo I, en los términos
establecidos en el último párrafo del considerando IV.
La defensa cuestionó aquella medida por entender
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atiende a sus fines, el dispositivo electrónico aparece como
el método más eficaz para el control del efectivo
cumplimiento de la detención en el domicilio asignado.
En ese sentido, si se repara en los considerandos
de la resolución del otrora Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos 86/2016 que amplió el ámbito de aplicación del
Programa de Asistencia de Personas bajo Vigilancia
Electrónica creado por Resolución N° 1379 de esa cartera el
26 de junio de 2015, se puede leer que el referido programa
de vigilancia “(s)e ha constituido como una herramienta
fundamental para mejorar la vida de las personas que cumplen
una medida restrictiva de la libertad bajo vigilancia
electrónica, mitigando el impacto negativo de la privación de
la libertad y promoviendo una mayor integración de las
personas afectadas con su núcleo familiar y la comunidad.
Que, en tal sentido, la implementación del referido Programa,
al velar por el mantenimiento de los lazos sociales y
familiares de las personas privadas de libertad, contribuye a
generar las condiciones para su reinserción en el tejido
social”.
En esa dirección, entendemos que, contrariamente a
lo que los abogados defensores Beraldi y Llernovoy consideran
una mortificación o estigmatización, la implementación del
dispositivo permite que las personas que se encuentran
detenidas en establecimientos penitenciarios puedan cumplir
su condena bajo una modalidad cualitativamente mejor, es
decir, es una herramienta que permite la materialización de
las prisiones domiciliarias concedidas por las razones
humanitarias ya señaladas párrafos más arriba, ello con una
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inversa.
Tampoco es función de los suscritos actuar como
tribunal de revisión en abstracto y en general de todos los
casos en los que, según la defensa, no se cumpliría con la
exigencia del art. 33 de la ley de ejecución, ya que, si de
teorizar se trata, la aplicación estricta de la norma
conllevaría posiblemente a la colocación de tobilleras a
todos aquéllos y no a exceptuar a Cristina Fernández.
De otra parte, en relación con la afectación del
principio de igualdad ante la ley, la defensa sólo afirma,
pero no explica ni funda adecuadamente por qué entiende que
existe un trato desigual respecto de su asistida y cuáles son
“las mismas circunstancias” de otros casos que recibieron un
trato diferente.
Sobre el punto, resulta útil recordar la fórmula
simplificada de la doctrina desarrollada por la Corte Suprema
en cuanto el principio de igualdad en el sentido de “igualdad
de los iguales en las mismas circunstancias”. Nuestro máximo
Tribunal desde 1875 ha interpretado en numerosas
oportunidades que la igualdad de trato ante la ley implica la
obligación del Estado de tratar igual a aquellas personas que
se encuentran en igualdad de circunstancias (Fallos: 16:118).
Con independencia de lo expuesto, no escapa a los
suscriptos y es un dato de la realidad que no todas las
prisiones domiciliarias son monitoreadas con un dispositivo
electrónico por las razones más diversas, en algunos casos
porque algunas provincias no tienen previsto el mecanismo en
sus legislaciones procesales y en otros por la falta de
insumos suficientes dado su alto costo económico, pero ello
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del Ministerio Público Fiscal en relación con el agravio
subsistente en cuanto fue interpuesto contra el punto
dispositivo II de la resolución impugnada que estableció que
la prisión domiciliaria otorgada a Cristina Fernández de
Kirchner sea cumplida en la vivienda emplazada en San José
1111, piso 2º “d” de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; sin
costas (arts. 530 y 532 del CPPN);
III. DECLARAR INOFICIOSO el pedido de Amicus Curiae
efectuado por Guillermo Jesús Fanego, en carácter de
presidente de la Asociación Civil Defensores de Derechos
Humanos de Latinoamérica;
IV. RECHAZAR los recursos de casación interpuestos
por la defensa particular de Cristina Fernández de Kirchner,
sin costas (arts. 530 y 531 del CPPN).
V. TENER PRESENTE las reservas del caso federal.
Es nuestro voto.
Por ello, en mérito al Acuerdo que antecede, este
Tribunal,
RESUELVE:
I. TENER POR DESISTIDO PARCIALMENTE el recurso de
casación del Ministerio Público Fiscal en cuanto fue
interpuesto contra el punto dispositivo I de la resolución
impugnada, que resolvió que la pena privativa de la libertad
impuesta a Cristina Fernández de Kirchner sea cumplida bajo
la modalidad de prisión domiciliaria; sin costas (arts. 530 y
532 del CPPN).
II. RECHAZAR, por mayoría, el recurso de casación
del Ministerio Público Fiscal en relación con el agravio
subsistente en cuanto fue interpuesto contra el punto
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