Francia en vísperas de la Revolución
El siglo XVIII encuentra a Francia con un proceso de descomposición del absolutismo: los
fracasos que desde 1714 se suceden en política exterior sumados a la ineptitud de Luis
XV (1715-1774) contribuyen al desprestigio de la Corona, que deberá frenar
continuamente al Parlamento de París1 en sus intentos de control de las leyes reales.
Al mismo tiempo, el gasto
público excesivo engendró
un déficit crónico, que se
intentó reducir por medio de
empréstitos a elevado interés
y con un aumento de los
impuestos. Durante todo el
siglo, diversos ministros del
rey, como Maupeou, Turgot y
Necker, habían intentado
llevar a cabo reformas
fiscales que fracasaron por la
resistencia de la nobleza,
que mantenía gran influencia
dentro de los Parlamentos.
Recordemos que la sociedad francesa estaba
organizada por estamentos. La nobleza y el clero,
representaban al 5% de la población, constituían los
estamentos privilegiados y poseían la mayor parte
de la propiedad territorial. Los nobles ocupaban los
cargos más importantes de la administración, del
ejército y del Estado; mientras que el clero
monopolizaba la enseñanza y la beneficencia, y
controlaba la censura de las publicaciones.
El 95% restante de la población conformaba un
grupo heterogéneo denominado tercer estado. En él
había burgueses -banqueros, fabricantes,
comerciantes, juristas y médicos, favorecidos
económicamente por el mercantilismo-; artesanos -
vinculados por estatutos gremiales-; obreros –
principalmente en París debido a la creación de
fábricas por el consumo masivo de bienes para la
corte y el ejército-; y el campesinado. Este último
presentaba fuertes desniveles: una minoría eran
propietarios libres, otros eran siervos –con
obligaciones feudales-, pero la mayoría eran
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Tribunales superiores de justicia. Todo el territorio se dividía en diez Parlamentos, siendo el más
importante el de París. Poseían amplios poderes para revisar y rechazar las leyes promulgadas por el rey.
jornaleros (representaban casi un 50% de la población total): carecían de propiedad y se
hallan en una situación de extrema fragilidad por estar expuestos al paro y al hambre.
Como la nobleza exenta de la mayoría de los impuestos, y el clero solo tributaba a título
voluntario, la carga impositiva recaía prácticamente sobre el tercer estado, que entre los
campesinos llegaba a absorber hasta un 70% de sus ingresos
En este contexto crecía cada vez más la influencia de la Ilustración, corriente filosófica
que sostenía el deber de organizar a la sociedad conforme a la razón y no a la tradición.
Opuesta al absolutismo, la Ilustración propugnaba la libertad y la igualdad jurídica, ideas
que tuvieron fuerte eco entre sectores de la nobleza y principalmente de la burguesía
La crisis económica
La participación de Francia en la guerra de independencia de los Estados Unidos, entre
1778 y 1783, agravó la situación de las finanzas públicas, aumentando el déficit.
La industria manufacturera se encontraba en crisis desde 1786 por el tratado comercial
firmado con Inglaterra: los productos franceses padecían la competencia de su rival
inglés.
Por último, se sucedieron entre 1788 y 1789 una serie de males cosechas que derivaron
en hambre, carestía y levantamientos populares rurales.
La Asamblea de Notables
En 1786, Calonne, ministro de Hacienda, propuso un programa de reformar para alcanzar
el equilibrio fiscal. La más importante de ellas era la creación de un impuesto general
sobre la tierra, aplicable a todos los propietarios de Francia, que hiciera pagar al clero y la
nobleza.
Calonne tenía dos maneras de evitar que sus reformas fueran vetadas por los
Parlamentos. Una era convocar a los Estados Generales2 -medida demasiado
imprevisible ya que los estamentos no se reunían desde 1614-. Y la otra, más segura, era
la convocatoria de la Asamblea de Notables3.
El 22 de febrero de 1787 se reunió en Versalles la Asamblea de Notables. 139 de los 144
notables elegidos eran nobles. Aunque el rey y Calonne esperaban que las reformas
fueran aprobadas sin mucho debate, los notables se opusieron al plan por el temor de
perder sus privilegios. Además, la Asamblea insistió en convocar a los Estados Generales
porque consideraban que era el único órgano con autoridad para tratar las reformas.
Ante el fracaso de la Asamblea de Notables, Luis XVI decidió convocar a los Estados
Generales para el 5 de mayo de 1789
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Órgano representativo, convocado por el rey para resolver cuestiones extraordinarias, compuesto por los
tres estamentos de la Francia prerrevolucionaria: el clero, la nobleza y el tercer estado. Mientras que los dos
primeros eran minoritarios, la inmensa mayoría de los franceses se encontraba englobada en este último
estamento.
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Institución que no se convocaba desde hacía más de un siglo. Cada notable era elegido por la Corona.
La Revolución Francesa
Los Estados Generales comenzaron sus sesiones en Versalles de la manera tradicional,
esto es, por separado. Sin embargo, los representantes del Tercer Estado exigieron que
las deliberaciones fueran con los tres estados reunidos y que la votación sea nominal, de
forma tal que se impusiera su mayor número.
El rey y la corte rechazaron esta propuesta, por lo que los diputados del Tercer Estado
resolvieron constituirse en Asamblea Nacional. Representantes del clero y la nobleza se
unieron al Tercer Estado y conformaron una Asamblea Constituyente.
El rey ordenó concentrar tropas en Versalles y París para oponerse militarmente a la
Asamblea Constituyente. El 14 de julio de 1789 el pueblo de París asaltó la Bastilla
(prisión de Estado) para tomar las armas de la fortaleza. Al rey no le quedó otra opción
que disolver al ejército y aceptar el funcionamiento de la Asamblea.
Al mismo tiempo comienzan a
sucederse levantamientos
campesinos: incendiaban los
castillos señoriales para
destruir los títulos feudales y
se negaban a pagar los
diezmos, impuestos y rentas.
La presión popular acelera las
medidas tomadas por la
Asamblea. El 4 de agosto de
1789 eliminan las cargas
feudales derechos feudales y
los derechos señoriales sobre
las personas; el 26 de agosto
proclaman la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano; el 10 de octubre
nacionalizan los bienes de la Iglesia, de la Corona y de los nobles emigrados, y el 12 de
julio de 1790 sancionan la Constitución Civil del Clero: los miembros del clero pasan a ser
funcionarios del Estado, se independizan de Roma y deben jurar lealtad a Francia, se
suprimen los conventos y órdenes religiosas, y los cargos de obispos y sacerdotes pasan
a ser electos.
La nueva Constitución se sanciona, finalmente, el 3 de septiembre de 1791. Establecía
una monarquía constitucional con división de poderes; las atribuciones del rey quedaban
severamente limitadas por la Asamblea Legislativa. Aunque incorporaba el principio de la
soberanía nacional, no así el sufragio universal; los franceses fueron divididos según sus
ingresos en ciudadanos activos (los de mayores ingresos) y pasivos (los de menores
ingresos). Sólo los primeros quedaban habilitados para elegir y ser elegidos.
La monarquía constitucional estaba destinada a fracasar. El rey Luis XVI no se
conformaba con el papel secundario asignado por la constitución, ni con la disolución de
las instituciones del Antiguo Régimen. La nobleza, por su parte, disconforme con la
pérdida de sus privilegios, fue emigrando hacia el extranjero y desde allí impulsaba
acciones contrarrevolucionarias dentro y fuera de Francia. La Iglesia, en desacuerdo con
la expropiación de sus bienes y con la Constitución Civil del Clero, estimuló y propició la
rebelión armada de los campesinos contra el gobierno revolucionario. Y, por último, las
clases populares de París, con su ciudadanía pasiva, no habían mejorado su situación
socioeconómica.
Pero lo que habría de sepultar a la monarquía constitucional fue el estallido de la guerra,
en abril de 1792. Los ejércitos franceses, mal preparados, se desbandaron ante el avance
del ejército prusiano, que avanzó sobre el territorio. El duque de Brunswick, jefe de las
fuerzas ocupantes, advirtió a la población de París que destruiría la ciudad si la familia
real sufriría algún daño. Esta advertencia fue interpretada como una alianza de las
potencias extranjeras con Luis XVI.
El 10 de agosto de 1792 el pueblo de París asaltó el Palacio de las Tullerías para deponer
al rey. La Asamblea, presionada por la multitud, destituyó al rey y convocó a una
Convención Nacional que debía ser elegida por sufragio universal. Comenzaba la
República.
Mientras tanto, el ejército prusiano siguió adentrándose en Francia pero, el 20 de
septiembre de 1792, el ejército revolucionario logró un extraordinario triunfo en Valmy.
Tras la victoria francesa la guerra defensiva se convirtió en ofensiva. Multiplicados por la
leva4 en masa, el ejército revolucionario ocupó en poco tiempo Bélgica, la margen
izquierda del Rhin, Saboya y Niza.
El mismo día que las armas francesas vencían en Valmy se instalaba en París la nueva
Convención, destinada a promulgar una nueva constitución, ya sin la institución del rey.
Dentro de la Convención se advirtieron pronto tres grupos en el centro, la Llanura,
integrado por unos 400 diputados sobre un total de 749, que oscilaban en sus posiciones
En la derecha, los girondinos5, representantes de las provincias, querían disminuir la
influencia del pueblo parisino en las deliberaciones de la Convención de la capital. En la
izquierda, los jacobinos6, que se encontraban en relación directa con el pueblo parisino.
Entre 1792 y 1793 predominó en la Convención la orientación girondina. Juzgaron a Luis
XVI por traición a la patria y el 21 de enero de 1793 lo ejecutaron con la guillotina
La muerte de Luis XVI hizo imposible todo entendimiento entre la Revolución y la Europa
monárquica. En esas circunstancias no puede sorprender la enemistad de los
gobernantes de los estados europeos. La primera coalición se organizó en 1793, y fue
financiada por Inglaterra. Nuevamente Francia fue invadida.
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Reclutamiento de hombres para el ejército.
5
Grupo de diputados que en su mayoría provenían del departamento de Gironda, en el sudoeste de
Francia.
6
Club político así denominado por reunirse en el antiguo convento de los jacobinos. También se los llamaba
los montañeses, por ocupar los escaños más altos de la Cámara. Contaban con el apoyo de los sans-
culottes (artesanos y obreros parisinos), propugnan la función social de la propiedad, la democracia política
y una administración revolucionaria centralizExecution of Louis XVIada
Para financiar la guerra, la
Convención emitió nuevos
asignados7, generando
inflación. El aumento de
los precios de los artículos
alimenticios movilizó al
pueblo de París. Las
amenazas internas
(hambre, inflación) y
externas (invasión de la
coalición) aseguraron el
apoyo de los sectores
populares a los jacobinos,
ya que los girondinos se
negaban aplicar precios
máximos por su oposición a la intervención económica del Estado.
El 2 de junio de 1793, la Convención dictó el arresto de veintinueve girondinos; poco más
tarde, los restantes fueron excluidos de la misma. Así iniciaba la etapa del predominio
montañés (1793-1794)
Dueños del poder, los jacobinos debieron hacer frente a un empeoramiento general de la
situación: levantamientos campesinos e insurrecciones federalistas internas se sumaban
a los avances de los ejércitos de Holanda, Austria y Prusia en las fronteras.
Ante la gravedad de la situación, el 10 de octubre de 1793, Robespierre y los jacobinos
reaccionaron implantando una férrea dictadura: suspenden la Constitución y los derechos
individuales. El gobierno fue ejercido por dos órganos de la Convención: el Comité de
Salud Pública y el Comité de Seguridad General, bajo el predominio de Robespierre, que
integraba el primero.
La acción de esta dictadura, que contaba con el apoyo del pueblo de París, se ejercía a
través del terror: los enemigos políticos fueron perseguidos, encarcelados y guillotinados.
Las condenas a muerte aumentaron. Se impuso además una férrea centralización de la
economía y una política de congelamiento de precios y salarios.
En junio de 1794 las amenazas sobre Francia parecieron desvanecerse: el ejército
republicano triunfa en Fleurs y comienza la reconquista de Bélgica y Renania. La serie de
triunfos llevó al disloque de la coalición, permaneciendo en guerra sólo Austria e
Inglaterra.
Al cambiar la situación externa los diputados de la Llanura empezaron a cuestionar la
permanencia del Terror. El 9 del Termidor (27 de julio de 1794) Robespierre, junto a
veintiún partidarios, fueron acusados de excesos en la aplicación del Terror, detenidos y
guillotinados.
7
Papel moneda emitido por el gobierno revolucionario.
En la Convención Termidoriana (1794-1795) se impusieron los diputados centristas de la
Llanura, llevaron a cabo un Terror blanco -ejecutando de manera masiva a los jacobinos-,
y sancionaron una nueva constitución. El nuevo texto constitucional suprimió el sufragio
universal, ya que solo otorgó el derecho de voto a aquellos ciudadanos que tuvieran una
cierta fortuna, limitándolo, por lo tanto, a las capas superiores de la burguesía.
La constitución de 1795 también creó un Poder Ejecutivo de cinco miembros, llamado
Directorio, y un Poder Legislativo compuesto por dos cámaras: el Consejo de Ancianos
(integrado por hombres casados y de más de 40 años) y el Consejo de los Quinientos
(compuesto por hombre de más de 30 años).
El Directorio, que gobernó Francia entre 1795 y 1799, tuvo que enfrentar la oposición de
dos grupos: los monárquicos, que deseaban reimplantar el absolutismo, y los
continuadores de los jacobinos, que intentaban restaurar la constitución de 1793.
Para sobrevivir, el gobierno se alió con los altos mandos militares, y el ejército se
transformó en el soporte del poder poñítico. En las filas del ejército, poco a poco había
cobrado notoriedad Napoleón Bonaparte, un joven y ambicioso general que durante 1796
y 1797 había vencido varias veces a los austríacos en el norte de Italia.