Oficio-Tinieblas SEMANA SANTA
Oficio-Tinieblas SEMANA SANTA
Oficio de lecturas
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre + mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
INVITATORIO
Ant. A Cristo, * el Señor, que por nosotros fue tentado y por
nosotros murió, venid, adorémosle.
1
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Se repite la antífona.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Se repite la antífona.
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Se repite la antífona.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Mása en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
Se repite la antífona.
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»
Se repite la antífona.
‡ Gloria al Padre, y al Hijo, *
y al Espíritu Santo.
2
Como era en el principio, ahora y siempre,*
por los siglos de los siglos. Amén.
Se repite la antífona.
HIMNO
¡Triste de mí que he cruzado
de la vida los senderos
por largo tiempo sin veros,
ojos del Crucificado! |
Mas, de vuestra luz privado,
me fue contraria la suerte... |
¡Ojos muertos del Dios fuerte,
olvidad viejos agravios
y haced que os besen mis labios
en la hora de mi muerte!
¡Ojos de Cristo, miradme!
¡Ojos muertos, conmovedme!
¡Ojos tiernos, atraedme!
¡Ojos llorosos, bañadme! |
¡Ojos sin luz, alumbradme!
¡Ojos piadosos, seguidme |
por donde mi planta yerra,
y por el haz de la tierra
hacia el cielo conducidme! Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Estoy agotado * de tanto gritar y de tanto aguardar a mi
Dios.
Salmo 68, 2-22. 30-37.
Dios mío, sálvame, * que me llega el agua al cuello:
me estoy hundiendo en un cieno profundo * y no puedo hacer
pie;
3
he entrado en la hondura del agua, * me arrastra la corriente.
Estoy agotado de gritar, * tengo ronca la garganta;
e me nublan los ojos * de tanto aguardar a mi Dios.
Más que los pelos de mi cabeza * son los que me odian sin
razón;
más duros que mis huesos, * los que me atacan injustamente.
¿Es que voy a devolver * lo que no he robado?
Dios mío, tú conoces mi ignorancia, * no se te ocultan mis
delitos.
Que por mi causa no queden defraudados * los que esperan en
ti, Señor de los ejércitos.
Que por mi causa no se avergüencen * lo que te buscan, Dios de
Israel.
Por ti he aguantado afrentas, * la vergüenza cubrió mi rostro.
Soy un extraño para mis hermanos, * un extranjero para los
hijos de mi madre;
porque me devora el celo de tu templo, * y las afrentas con que
te afrentan caen sobre mí.
Cuando me aflijo con ayunos, se burlan de mí; * cuando me
visto de saco, se ríen de mí;
sentado a la puerta murmuran * mientras beben vino me cantan
burlas.
‡ Gloria al Padre, y al Hijo * y al Espíritu Santo.
Como era en el principio ahora y siempre * por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Estoy agotado de tanto gritar y de tanto aguardar a mi
Dios.
4
II
Pero mi oración se dirige a ti, * Dios mío, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad, * que tu fidelidad me ayude:
arráncame del cieno, que no me hunda; † líbrame de los que
aborrecen, * y de las aguas sin fondo.
Que no me arrastre la corriente, † que no me trague el
torbellino,* que no me cierre la poza sobre mí.
Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia; * por tu gran
compasión, vuélvete hacia mí;
No escondas tu rostro a tu siervo: * estoy en peligro,
respóndeme en seguida.
Acércate a mí, rescátame, * líbrame de mis enemigos:
estás viendo mi afrenta, † mi vergüenza y mi deshonra; * a tu
vista están los que me acosan.
La afrenta me destroza el corazón, y desfallezco. † Espero
compasión, y no la hay; * consoladores y nos los encuentro.
En mi comida me echaron hiel,* para mi sed me dieron vinagre.
‡ Gloria al Padre, y al Hijo * y al Espíritu Santo.
Como era en el principio ahora y siempre * por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. En mi comida me echaron hiel, para mi sed me dieron
vinagre.
5
le agradará a Dios más que un toro,* más que un novillo con
cuernos y pezuñas.
Miradlo, los humildes, y alegraos,* buscad al Señor, y revivirá
vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,* no desprecia a sus
cautivos.
Alábenlo el cielo y la tierra,* las aguas y cuanto bulle en ellas.
El Señor salvará a Sión, † reconstruirá las ciudades de Judá,* y
las habitarán en posesión.
La estirpe de sus siervos la heredará,* Los que aman su nombre
vivirán en ella.
‡ Gloria al Padre, y al Hijo * y al Espíritu Santo.
Como era en el principio ahora y siempre * por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
PRIMERA LECTURA
De la Carta a los hebreos 4, 14-5, 10
6
acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar
misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente.
RESPONSORIO
V. Cristo, a pesar de ser Hijo, aprendió sufriendo a obedecer. |
Y se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de
salvación eterna.
R. Cristo, a pesar de ser Hijo, aprendió sufriendo a obedecer. |
Y se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de
salvación eterna.
V. En los días de su vida mortal, a gritos presentó oraciones a
Dios, y en su angustia fue escuchado.
R. Y se ha convertido para todos los que le obedecen en autor
de salvación eterna.
7
V. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Cristo, a pesar de ser Hijo, aprendió sufriendo a obedecer. |
Y se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de
salvación eterna.
SEGUNDA LECTURA
De la homilía de Melitón de Sardes,
obispo, sobre la Pascua (Núms. 65-71: SC 123,95- 101)
8
eterno, e hizo de nosotros un sacerdocio nuevo y un pueblo
elegido y eterno. El es la pascua de nuestra salvación.
RESPONSORIO
V. Todos pecaron y están privados de la gloria de Dios | y son
justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención
de Cristo Jesús.| A quien Dios constituyo sacrificio de
propiciación mediante la fe en su sangre.
9
R. Todos pecaron y están privados de la gloria de Dios | y son
justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención
de Cristo Jesús.| A quien Dios constituyo sacrificio de
propiciación mediante la fe en su sangre.
Laudes
SALMODIA
Ant. 1. Mira, * Señor, contempla que estoy en peligro,
respóndeme en seguida.
Salmo 79.
Pastor de Israel, escucha,* tú que guías a José como a un
rebaño;
Tú que te sientas sobre querubines, resplandece † ante Efraín,
Benjamín y Manasés;* despierta tu poder y ven a salvarnos
Oh Dios, restáuranos,* que brille tu rostro y nos salve.
Señor, Dios de los ejércitos, † ¿hasta cuándo estarás airado*
mientras tu pueblo te suplica?
Le diste a comer llanto,* a beber lágrimas a tragos;
Nos entregaste a las contiendas de nuestros vecinos, * nuestros
enemigos se burlan de nosotros.
Dios de los ejércitos, restáuranos,* que brille tu rostro y nos
salve.
Sacaste una vid de Egipto, * expulsaste a los gentiles, y la
trasplantaste;
le preparaste el terreno y echó raíces * hasta llenar el país;
su sombra cubría las montañas,* y sus pámpanos, los cedros
altísimos;
10
extendió sus sarmientos hasta el mar, * y sus brotes hasta el
Gran Río.
¿Por qué has derribado su cerca * para que la saqueen los
viandantes,
la pisoteen los jabalíes * y se la coman las alimañas?
Dios de los ejércitos, vuélvete: * mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña, † la cepa que tu diestra plantó, * y que tú
hiciste vigorosa.
La han talado y le han prendido fuego; * con un bramido hazlos
perecer.
Que tu mano proteja a tu escogido,* al hombre que tú
fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:* danos vida, para que invoquemos tu
nombre.
Señor, Dios de los ejércitos, restáuranos,* que brille tu rostros y
nos salve.
‡ Gloria al Padre, y al Hijo * y al Espíritu Santo.
Como era en el principio ahora y siempre * por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Mira, Señor, contempla que estoy en peligro, respóndeme
en seguida.
11
Aquel día diréis: * "Dad gracias al Señor,
invocad su nombre, †contad a los pueblos sus hazañas, *
proclamad que su nombre es excelso
Tañed para el Señor, que hizo proezas, * anunciadlas a toda la
tierra
gritad jubilosos, habitantes de Sión: † "Qué grande es en medio
de ti,* el Santo de Israel.
‡ Gloria al Padre, y al Hijo * y al Espíritu Santo.
Como era en el principio ahora y siempre * por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. El es mi Dios y Salvador, confiaré y no temeré.
12
Yo soy el Señor, Dios tuyo, † que te saqué del país de Egipto;*
abre la boca que te la llene.
Pero mi pueblo no escuchó mi voz, * Israel no quiso obedecer:
los entregué a su corazón obstinado, * para anduviesen según
sus antojos.
¡Ojalá me escuchase mi pueblo* y caminase Israel por mi
camino!
En un momento humillaría a sus enemigos* y volvería mi mano
contra sus adversarios;
los que aborrecen al Señor te adularían,* y sus suerte quedaría
fijada;
te alimentaría con flor de harina, * te saciaría con miel
silvestre."
‡ Gloria al Padre, y al Hijo * Y al Espíritu Santo.
Como era en el principio ahora y siempre * por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. El Señor nos alimentó con flor de harina, nos sació con
miel silvestre.
RESPONSORIO BREVE
V. Nos has comprado, Señor por tu sangre.
R. Nos has comprado, Señor por tu sangre.
13
V. De entre toda, raza, lengua, pueblo y nación.
R. Con tu sangre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Nos has comprado, Señor por tu sangre.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Con verdadero * anhelo he deseado comer esta Pascua con
vosotros antes de padecer.
Cántico: Lucas 1, 67-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, * porque ha visitado y
redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación * en la casa de David, su
siervo,
según lo había predicho desde antiguo * por boca de sus santos
profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos * y de la
mano de todos los que nos odian;
Ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, +
recordando su santa alianza, * y el juramento que juró a
nuestro padre Abrahán.
Para concedernos, que libres de temor,* arrancados de la mano
de los enemigos,
le sirvamos en santidad y justicia, * en su presencia todos
nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán, profeta del Altísimo, † porque irás
delante del Señor * a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación, * el perdón de sus
pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, * nos visitará el
sol que nace de lo alto,
14
para iluminar a los que viven en tiniebla * y en sombra de
muerte,
para guiar nuestros pasos * por el camino de la paz.
‡ Gloria al Padre, y al Hijo * Y al Espíritu Santo.
Como era en el principio ahora y siempre * por los siglos de los
siglos. Amén.
PRECES
Adoremos a Cristo, Sacerdote eterno, a quien el Padre ungió
con el Espíritu Santo para que proclamara la redención a los
cautivos, y digámosle:
Señor, ten piedad.
Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así en la
gloria,
‒ conduce a tu Iglesia a la pascua eterna.
Tú que exaltado en la cruz quisiste ser atravesado por la lanza
del soldado,
‒ sana nuestras heridas.
Tú que convertiste el madero de la cruz en árbol de vida,
‒ haz que los renacidos en el bautismo gocen de la
abundancia de los frutos ; de este árbol.
Tú que clavado en la cruz perdonaste al ladrón arrepentido,
‒ perdónanos también a nosotros, pecadores.
Padre nuestro.
15
ORACIÓN
Nuestra salvación, Señor, es quererte y amarte; | danos la
abundancia de tus dones y, | así como por la muerte de tu Hijo
esperamos alcanzar lo que nuestra fe nos promete, | por su
gloriosa resurrección concédenos obtener lo que nuestro
corazón desea. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, | que
contigo vive y reina, en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, |
por los siglos de los siglos.
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu
Santo descienda sobre vosotros.
R. Amen
V. Podéis ir en paz.
R. Demos gracias a Dios.
16
Viernes Santo
Oficio de lecturas
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre + mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
INVITATORIO
Ant. A Cristo, * el Señor, que por nosotros fue tentado y por
nosotros murió, venid, adorémosle.
(Ver Página 1)
17
HIMNO
Brazos rígidos y yertos,
por dos garfios traspasados, |
que aquí estáis por mis pecados,
para recibirme abiertos,
para esperarme clavados.
Cuerpo llagado de amores,
yo te adoro y yo te sigo; |
yo, Señor de los señores,
quiero partir tus dolores
subiendo a la cruz contigo.
Quiero en la vida seguirte
y por sus caminos irte
alabando y bendiciendo, |
y bendecirte sufriendo
y muriendo bendecirte.
Que no ame la poquedad
de cosas que van y vienen; |
que adore la austeridad
de estos sentires que tienen
sabores de eternidad;
que sienta una dulce herida
de ansia de amor desmedida; |
que ame tu ciencia y tu luz;
que vaya, en fin, por la vida
como tú estás en la cruz:
de sangre los pies cubiertos,
llagados de amor las manos, |
los ojos al mundo muertos
y los dos brazos abiertos
para todos mis hermanos. Amén.
18
SALMODIA
Ant. 1. Se alían * los reyes de la tierra, los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Mesías.
Salmo 2
¿Por qué se amotinan las naciones, * y los pueblos planean un
fracaso?
Se alían los reyes de la tierra, † los príncipes conspiran * contra
el Señor y contra su Mesías.
"Rompamos sus coyundas, * sacudamos su yugo."
El que habita en el cielo sonríe, * el Señor se burla de ellos.
Luego les habla con ira, * los espanta con su cólera.
"Yo mismo he establecido a mi rey * en Sión, mi monte santo."
Voy a proclamar el decreto del Señor; †él me ha dicho: " Tú
eres mi Hijo: * yo te he engendrado hoy.
Pídemelo: te daré en herencia las naciones, * en posesión los
confines de la tierra;
los gobernarás con cetro de hierro, * los quebrarás como jarro
de loza."
Y ahora, reyes, sed sensatos; * escarmentad los que regís la
tierra:
servid al Señor con temor, * rendidle homenaje temblando;
No sea que se irrite, y vayáis a la ruina, † porque se inflama de
pronto su ira. * ¡Dichosos los que se refugian en él!.
‡ Gloria al Padre, y al Hijo * y al Espíritu Santo.
Como era en el principio ahora y siempre * por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Se alían los reyes de la tierra, los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Mesías.
19
Ant. 2. Se reparten * mi ropa, echan a suerte mi túnica.
Salmo 21, 2-23
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?; * a pesar de
mis gritos, mi oración no te alcanza.
Dios mío, de día te grito, y no respondes; * de noche, y no me
haces caso;
aunque tú habitas en el santuario, * esperanza de Israel.
En ti confiaban nuestros padres; * confiaban y los ponías a
salvo;
a ti gritaban, y quedaban libres; * en ti confiaban, y no los
defraudaste.
Pero yo soy un gusano, no un hombre, * vergüenza de la gente,
desprecio del pueblo;
al verme, se burlan de mí, * hacen visajes, menean la cabeza;
"Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; * que lo libre, si tanto
lo quiere."
Tú eres quien me sacó del vientre, * me tenías confinado en los
pechos de mi madre;
desde el seno pase a tus manos, * desde el vientre materno tú
eres mi Dios.
No te quedes lejos, que el peligro está cerca * y nadie me
socorre.
Me acorrala un tropel de novillos, * me cercan toros de Basán;
abren contra mí las fauces * leones que descuartizan y rugen.
Estoy como agua derramada, * tengo los huesos descoyuntados;
mi corazón, como cera, * se derrite en mis entrañas.
Mi garganta está seca como una teja, † la lengua se me pega al
paladar; * me aprietas contra el polvo de la muerte.
20
Me acorrala una jauría de mastines, * me cerca una banda de
malhechores;
me taladran los manos y los pies, * puedo contar mis huesos.
Ellos me miran triunfantes, † se reparten mi ropa * echan a
suerte mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos; * fuerza mía, ven corriendo a
ayudarme.
Líbrame a mí de la espada, * y a mi única vida, de la garra del
mastín;
sálvame de las fauces del león; * a este pobre, de los cuernos
del búfalo.
Contaré tu fama a mis hermanos, * en medio de la asamblea te
alabaré.
‡ Gloria al Padre, y al Hijo * y al Espíritu Santo.
Como era en el principio ahora y siempre * por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Se reparten mi ropa, echan a suerte mi túnica.
21
Tengo las espaldas ardiendo, * no hay parte ilesa en mi carne;
estoy agotado, deshecho del todo; * rujo con más fuerza que un
león.
Señor, mío, todas mis ansias están en tu presencia, * no se te
ocultan mis gemidos;
siento palpitar mi corazón, † me abandonan las fuerzas, * y
me falta hasta la luz de los ojos.
Mis amigos y mis compañeros se alejan de mí, * mis parientes
se quedan a distancia;
me tienden lazos los que atentan contra mí, † los que desean mi
daño me amenazan de muerte,* todo el día murmuran
traiciones.
Pero yo, como un sordo, no oigo; * como un mudo, no abro la
boca;
soy como uno que no oye * y no puede replicar.
En ti, Señor, espero, * y tú me escucharás, Señor, Dios mío;
esto pido: que no se alegren por mi causa, * que, cuando resbale
mi pie, no canten triunfo.
Porque yo estoy a punto de caer * y mi pena no se aparta de mí:
Yo confieso mi culpa, * me aflige mi pecado.
Mis enemigos mortales son poderosos, * son muchos los que
me aborrecen sin razón,
los que me pagan males por bienes, * los que me atacan cuando
procuro el bien.
No me abandones, Señor; * Dios mío, no te quedes lejos;
ven aprisa a socorrerme, * Señor mío, mi salvación.
‡ Gloria al Padre, y al Hijo * y al Espíritu Santo.
Como era en el principio ahora y siempre * por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Me tienden lazos los que atentan contra mí.
22
VERSÍCULO ANTES DE LA LECTURAS
V. Se levantan contra mi testigos falsos.
R. Que respiran violencia.
PRIMERA LECTURA
De la Carta a los hebreos. 9,11-28
23
el libro mismo y después al pueblo entero, diciendo: " Esta es la
sangre de la alianza que hace Dios con vosotros." Con la sangre
roció, además, el tabernáculo y todos los utensilios litúrgicos.
Según la ley, prácticamente todo se purifica con sangre, y sin
derramamiento de sangre no hay perdón. Bueno, estos esbozos
de las realidades celestes tenían que purificarse por fuerza con
tales ritos, pero las realidades mismas celestes necesitan
sacrificios de más valor que éstos.
RESPONSORIO
V. El cargó con nuestros pecados y sufrió por nosotros; él fue
traspasado por nuestras rebeliones; |sus cicatrices nos curaron.
R. El cargó con nuestros pecados y sufrió por nosotros; él fue
traspasado por nuestras rebeliones; | sus cicatrices nos curaron.
V. El soportó nuestros sufrimientos y cargó con nuestras
enfermedades.
R. Sus cicatrices nos curaron
V. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. El cargó con nuestros pecados y sufrió por nosotros; él fue
traspasado por nuestras rebeliones; | sus cicatrices nos curaron.
24
SEGUNDA LECTURA
De los sermones de
San León Magno, Papa. Sermón 59, 4-7: CCl 138a, 354-359
25
verdadera sino con aquel que atormenta a la mala conciencia.
Hagamos que nuestra inteligencia, iluminada por el Espíritu de
la verdad, reconozca un corazón puro y libre de la gloria de la
cruz, que resplandece en cielo y tierra, y que con la mirada
interior comprenda el sentido de aquello que dijo el Señor,
refiriéndose a su pasión inminente: Ha llegado la hora de que
sea glorificado el Hijo del hombre. Y más adelante: Padre,
glorifica a tu Hijo; vino entonces una voz del cielo que decía:
Lo he glorificado y de nuevo lo glorificaré, y Jesús dijo a los
que estaban presentes: No ha venido esta voz por
26
víctimas, así también haya un solo reino formado por todos los
pueblos.
RESPONSORIO
CÁNTICOS DE LA VIGILIA
Ant. ¡Oh vosotros, * todos los que pasáis por el camino! ¡Mirad
y ved si hay dolor semejante a mi dolor!
Lm 2, 13-19
¿Quién se te iguala, quien se te asemeja,
ciudad de Jerusalén?
¿A quién te compararé para consolarte,
Sión, la doncella?
Inmensa como el mar es su desgracia:
¿quién podrá curarte?
Tus profetas te ofrecían visiones
falsas y engañosas;
y no te denunciaba tus culpas
27
para cambiar tu suerte,
sino que te anunciaban visiones
falsas y seductoras.
Los que van por el camino
se frotan las manos al verte,
silban y menean la cabeza
contra la ciudad de Jerusalén:
“¿Es ésta la ciudad más hermosa,
la alegría de toda la tierra?”
Se burlaron a carcajadas de ti
todos tus enemigos,
silbaban y rechinaban los dientes,
diciendo: “La hemos arrasado;
éste es el día que esperábamos;
lo hemos conseguido y lo estamos viendo.”
El Señor ha realizado su designio,
ha cumplido la palabra
que había pronunciado hace tiempo:
ha destruido sin compasión;
ha exaltado el poder del adversario,
ha dado al enemigo el gozo de la victoria.
Grita con toda el alma al Señor,
laméntate, Sión;
derrama torrentes de lágrimas,
de día y de noche;
no te concedas reposo,
no descansen tus ojos.
Levántate y grita de noche,
al relevo de la guardia;
derrama como agua tu corazón
en presencia del Señor;
levanta hacia Él las manos
por la vida de tus niños,
desfallecidos de hambre en las encrucijadas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
28
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Lm 3, 1-12
Yo soy un hombre que ha probado
el dolor bajo la vara de su cólera,
porque me ha llevado y conducido
a las tinieblas y no a la luz;
está volviendo su mano todo el día
contra mí.
Me ha consumido la piel y la carne
y me ha roto los huesos;
en torno mí ha levantado un cerco
de veneno de amargura.
Me ha confiado en las tinieblas,
como a los muertos de antaño.
Me ha tapiado sin salida,
cargándose de cadenas;
Por más que grito: “Socorro”,
se hace sorda mi súplica;
me ha cerrado el paso con sillares,
y ha retorcido mis sendas.
Me está acechando como un oso
o como un león escondido;
me ha cerrado el camino para despedazarme
y me ha dejado inerte;
tensa el arco
y me hace blanco de sus flechas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
29
Lm 3, 13-24
Me ha clavado en las entrañas las flechas de su aljaba;
la gente se burla de mí,
me saca coplas todo el día;
me ha saciado de hieles,
abrevándome con ajenjo.
Mis dientes rechinan mordiendo guijas,
y me revuelco en el polvo;
me han arrancado la paz,
ni me acuerdo de la dicha;
me digo: “Se me acabaron las fuerza
y mi esperanza en el Señor.”
Fíjate en mi aflicción y en mi amargura,
en la hiel que me envenena;
no hago más que pensar en ello,
y estoy abatido.
Pero hay algo que traigo a la memoria
y me da esperanza:
que la misericordia del Señor no termina
y no se acaba su compasión;
antes bien, se renuevan cada mañana:
¡qué grande es tu felicidad!
El Señor es mi lote,
me digo, y espero en Él.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. ¡Oh vosotros, * todos los que pasáis por el camino! ¡Mirad
y ved si hay dolor semejante a mi dolor!
30
EVANGELIO
Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 15, 1-41
Laudes
SALMODIA
Ant. 1. Dios * no perdonó a su propio hijo, si no que lo entregó
a la muerte por todos nosotros.
Salmo 50
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,† por tu inmensa
compasión borra mi culpa; * Lava del todo mi delito, limpia
mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa, * tengo siempre presente mi
pecado:
Contra ti, contra ti solo pequé, * cometí la maldad que
aborreces.
En la sentencia tendrás razón, * en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací, * pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero, * y en mi interior me inculcas
sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; * lávame: quedaré más
blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría, * que se alegren mis hueso
quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista, *borra en mí toda culpa.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro, * renuévame por dentro
con espíritu firme;
No me arrojes lejos de tu rostro, * no me quites tu santo
espíritu.
31
Devuélvemela alegría de tu salvación, * afiánzame con espíritu
generoso:
Enseñaré a los malvados tus caminos, * los pecadores volverán
a ti.
Líbrame de la sangre, oh Dios, † Dios, salvador mío,* y cantará
mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios, * y mi boca proclamará tu
alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen: * si te ofreciera un
holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; † un corazón
quebrantado y humillado, * tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,* reconstruye las
murallas de Jerusalén:
Entonces aceptarás los sacrificios rituales, † ofrendas y
holocaustos, * sobre tu altar se inmolarán novillos.
‡ Gloria al Padre, y al Hijo * y al Espíritu Santo.
Como era en el principio ahora y siempre * por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Dios no perdonó a su propio hijo, si no que lo entregó a la
muerte por todos nosotros.
32
Su resplandor eclipsa el cielo, * la tierra se llena de alabanza;
Su brillo es como el día, * su mano velando el poder .
Sales a salvar a tu pueblo,* a salvar a tu ungido;
Pisas el mar con tus caballos, * revolviendo las aguas del
océano.
Lo escuché y temblaron mis entrañas,* al oírlo se estremecieron
mis labios;
Me entró un escalofrío por los huesos, * vacilaban mis piernas
al andar,
Tranquilo espero el día de angustia* que sobreviene al pueblo
que nos oprime.
Aunque la higuera no echa yemas* y las viñas no tienen fruto,
Aunque el olivo olvida su aceituna* y los campos no dan
cosechas,
Aunque se acaban las ovejas del redil * y no quedan vacas en el
establo,
Yo exultaré con el Señor, * me gloriaré en Dios, mi salvador.
El Señor soberano es mi fuerza, † él me da piernas de gacela *
y me hace caminar por las alturas.
‡ Gloria al Padre, y al Hijo * y al Espíritu Santo.
Como era en el principio ahora y siempre * por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Jesucristo nos ama y nos ha lavado de nuestros pecados
por su sangre.
33
Salmo 147
Glorifica al Señor, Jerusalén; * alaba a tu Dios, Sion:
Que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,* y ha bendecido a
tus hijos dentro de ti ;
ha puesto paz en tus fronteras, * te sacia con flor de harina.
El envía su mensaje a la tierra, * y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana, * esparce la escarcha como ceniza;
hace caer el hielo como migajas* y con el frío congela las
aguas;
envía una orden, y se derriten; * sopla su aliento, y corren.
Anuncia su palabra a Jacob, * sus decretos y mandatos a Israel;
Con ninguna nación obró así, * ni les dio a conocer sus
mandatos.
‡ Gloria al Padre, y al Hijo * y al Espíritu Santo.
Como era en el principio ahora y siempre * por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Tu cruz adoramos Señor, y tu santa resurrección alabamos
y glorificamos; por el madero ha venido la alegría al mundo
entero.
34
RESPONSORIO
De rodillas:
Ant. Cristo, por nosotros se sometió incluso a la muerte y una
muerte de cruz.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Fijaron encima de su cabeza un letrero indicando el
motivo de su condenación: "Este es Jesús, el rey de los judíos".
Cántico: Lucas 1, 67-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, * porque ha visitado y
redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación * en la casa de David, su
siervo,
según lo había predicho desde antiguo * por boca de sus santos
profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos * y de la
mano de todos los que nos odian;
Ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, +
recordando su santa alianza, * y el juramento que juró a
nuestro padre Abrahán.
Para concedernos, que libres de temor,* arrancados de la mano
de los enemigos,
le sirvamos en santidad y justicia, * en su presencia todos
nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán, profeta del Altísimo, † porque irás
delante del Señor * a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación, * el perdón de sus
pecados.
35
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, * nos visitará el
sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla * y en sombra de
muerte,
para guiar nuestros pasos * por el camino de la paz.
‡ Gloria al Padre, y al Hijo * Y al Espíritu Santo.
Como era en el principio ahora y siempre * por los siglos de los
siglos. Amén.
PRECES
Adoremos a nuestro Redentor, que por nosotros y por todos los
hombres quiso morir ser sepultado para resucitar de entre los
muertos, y supliquemos diciendo:
36
Salvador de todos los hombres, que diste tu vida por los
hermano;
‒ enséñanos a amarnos mutuamente con amor semejante al
tuyo
Tú que al ser elevado en la cruz atrajiste hacia ti a todos los
hombres,
‒ reúne en tu reino a todos los hijos de Dios dispersos por el
mundo.
Padre nuestro.
ORACIÓN
Mira, Señor de bondad, a tu familia santa, | por la cual
Jesucristo, nuestro Señor, aceptó el tormento de la cruz, |
entregándose a sus propios enemigos. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, | que contigo vive y reina, en la unidad del
Espíritu Santo, y es Dios, | por los siglos de los siglos.
R. Amen
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu
Santo descienda sobre vosotros.
R. Amen
V. Podéis ir en paz.
R. Demos gracias a Dios.
37
Sábado Santo
Oficio de lecturas
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre + mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
INVITATORIO
Ant. A Cristo, * el Señor, que por nosotros fue tentado y por
nosotros murió, venid, adorémosle.
(Ver Página 1)
38
HIMNO
Venid al huerto, perfumes,
enjugad la blanca sábana; |
en el tálamo nupcial
el Rey descansa.
Muertos de negros sepulcros,
venid a la tumba santa: |
la Vida espera dormida,
La Iglesia aguarda.
Llegad al jardín creyentes,
tened en silencio el alma: |
ya empiezan a ver los justos
la noche clara.
Oh dolientes de la tierra,
verted aquí vuestras lágrimas: |
en la gloria de este cuerpo
serán bañadas.
Salve, cuerpo cobijado
bajo las divinas alas; |
salve, casa del Espíritu,
nuestra morada. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. En paz * me acuesto y duermo tranquilo.
Salmo 4
Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío; † tú que en el
aprieto me diste anchura, * ten piedad de mí y escucha mi
oración.
Y vosotros, ¿ hasta cuándo ultrajaréis mi honor, * amaréis la
falsedad y buscaréis el engaño?
39
Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor, * y el Señor me
escuchará cuando lo invoque
Temblad y no pequéis, reflexionad * en el silencio de vuestro
lecho.
Ofreced sacrificios legítimos * y confiad en el Señor.
Hay muchos que dicen: "¿Quién nos hará ver la dicha, * Si la
luz de tu rostro ha huido de nosotros?"
Pero tú Señor, has puesto en mi corazón más alegría* que si
abundara en trigo y vino.
En paz me acuesto y en seguida me duermo, * porque tú solo,
Señor, me haces vivir tranquilo.
‡ Gloria al Padre, y al Hijo * Y al Espíritu Santo.
Como era en el principio ahora y siempre * por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. En paz me acuesto y duermo tranquilo.
40
me ha tocado un lote hermoso, * me encanta mi heredad.
Salmo 23
Del Señor es la tierra y cuanto la llena, * el orbe y todos sus
habitantes:
El la fundó sobre los mares, * él la afianzó sobre los ríos.
¿Quién puede subir al monte del Señor? * ¿Quién puede estar el
recinto sacro?
El hombre de manos inocentes * y puro corazón,
41
que no confia en los ídolos * ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor, * le hará justicia el Dios de
salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor, * que viene a tu presencia,
Dios de Jacob.
¡Portones!, alzad los dinteles, † que se alcen las antiguas
compuertas:* va a entrar el Rey de la gloria.
¿Quién es ese Rey de la gloria? † El Señor, héroe valeroso;* el
Señor héroe de la guerra.
¡Portones!, alzad los dinteles, † que se alcen las antiguas
compuertas:* va a entrar el Rey de la gloria.
Quién es ese Rey de la gloria? † El Señor, Dios de los ejércitos.
* Él es el Rey de la gloria.
‡ Gloria al Padre, y al Hijo * y al Espíritu Santo.
Como era en el principio ahora y siempre * por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Levantaos, puertas antiguas: va a entrar el Rey de la
gloria.
PRIMERA LECTURA
De la Carta a los hebreos. 4, 1-13
42
Moisés; pero el mensaje que oyeron de nada les sirvió, porque
no se adhirieron por la fe a los que lo habían escuchado. En
efecto, entramos en el descanso los creyentes, de acuerdo con lo
dicho: " He jurado en mi cólera que no entrarán en mi
descanso", y eso que sus obras estaban terminadas desde la
creación del mundo. Acerca del día séptimo se dijo: "Y
descansó Dios el día séptimo de todo el trabajo que había
hecho." En nuestro pasaje añade: "No entrarán en mi descanso."
RESPONSORIO
43
V. Me han colocado en lo hondo de la fosa en las tinieblas del
fondo.
R. Soy como un inválido, tengo mi cama entre los muertos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
SEGUNDA LECTURA
De una antigua homilía sobre el santo y grandioso
Sábado.
(PG. 43, 454-455. 458)
El descenso del Señor a la región de los muertos.
Cristo Dios pensó que no era equitativo que se beneficiaran de
su misericordia únicamente sus contemporáneos y los que
vendrían después, sino que habían de hacerlo también aquellos
que antes de su venida estaban retenidos en la región de los
muertos y yacían sumergidos en las tinieblas y en las sombras
de la muerte. En consecuencia, el Verbo divino, a los hombres
que aún vivían en la carne, los visitó por medio de su carne
animada, pero, a las almas liberadas del cuerpo, se les apareció
en la región de los muertos por medio de su alma divina y
purísima, separada del cuerpo pero no de la divinidad.
Apresurémonos, pues, y vayamos allí con el pensamiento a la
región de los muertos, para ver allí cómo finalmente vence, con
su gran fuerza, al vigoroso y poderoso tirano, y cómo, junto con
todo el pueblo puesto como un ejército en orden de batalla,
fulmina y somete sin armas a aquellas inmortales tropas
dispuestas en hileras: cuando sin necesidad de puertas hace
desaparecer las puertas, y con el madero de la cruz de Cristo,
que es la puerta, rompe unas puertas que no son de madera, y
44
con sus divinos clavos destroza y quiebra las puertas eternas;
cuando con las ataduras de sus manos divinas disuelve como
cera las cadenas indisolubles. También con la lanza de su divino
costado, él, desprovisto de la carne, perforó el corazón del
tirano. Allí quebró la fuerza de los arcos, cuando en la cruz,
como en un arco, extendió las cuerdas de sus divinas manos.
Por lo cual, si en silencio sigues a Cristo, pronto verás donde ha
ligado al tirano y donde ha colgado su cabeza; cómo ha abierto
la cárcel; cómo ha hecho salir a los que estaban encarcelados,
de qué manera ha pisoteado a la serpiente y dónde ha colgado
su cabeza; cómo ha declarado libre a Adán; cómo ha hecho
levantar a Eva; de qué modo ha derribado el muro de
separación; cómo ha condenado al cruel dragón; cómo ha
extendido sus trofeos invictos; dónde ha hecho morir a la
muerte con su propia muerte, y de qué manera ha hecho que se
corrompiera la corrupción y ha restituido al hombre a su
dignidad original.
45
diligencia y con celeridad divina, a la menor seña del cetro del
rey y Señor, cumpliendo al instante sus órdenes, y coronados
con la victoria sobre las formaciones de los enemigos malignos.
Por esto descendían ellos también, corriendo en tropel junto con
su Dios y Señor hacia las profundidades de la tierra, las
profundidades más hondas, donde los muertos han tenido
siempre su mansión tenebrosa, cuando Cristo, con su poder,
hacía salir a los que estaban encadenados desde siglos. Así
pues, cuando la resplandeciente llegada del Señor, junto con el
pueblo santo, llenó las cárceles, habitáculos, escondrijos y
cavernas, cerrados por todas partes, privados de toda luz solar y
sumergidos en las tinieblas sempiternas de las profundidades, se
avanzó a todos Gabriel, capitán de todo el ejército, en cuanto
que acostumbrado a llevar a los hombres los mensajes
venturosos y alegres y, con voz potente y terrible, cual conviene
al orden de los arcángeles y al jefe del ejército, hizo retumbar
contra los poderes adversos una orden perentoria: ¡Portones!
Alzad los dinteles. Se le une la voz de Miguel, que grita: Que se
abran las antiguas compuertas. Luego las Virtudes angélicas
dicen: “Apartaos, porteros deleznables”; a continuación las
Potestades, con gran fuerza y poder: “desmenuzaos, cadenas
indisolubles”; y otro: “Llenaos de vergüenza y de confusión,
enemigos hostiles”; y otro: “Temed, malvados tiranos”.
RESPONSORIO
V. Ya me cuentan con los que bajan a la fosa. Soy como un
inválido, tengo mi cama entre los muertos.
R. Ya me cuentan con los que bajan a la fosa. Soy como un
inválido, tengo mi cama entre los muertos.
V. Me han colocado en o hondo de la fosa en las tinieblas del
fondo.
R. Soy como un inválido, tengo mi cama entre los muertos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
46
R. Ya me cuentan con los que bajan a la fosa. Soy como un
inválido, tengo mi cama entre los muertos.
CÁNTICOS DE LA VIGILIA
Ant. En mi aflicción, * clamé al Señor desde el vientre del
abismo y me atendió.
Lm 3, 25-29
El Señor es bueno para los que en él esperan
y lo buscan;
es bueno esperar en silencio
la salvación del Señor;
le irá bien al hombre
si carga con el yugo desde joven.
Que se esté solo y callado
cuando la desgracia descargue sobre él;
que pegue la boca al polvo,
quizá quede esperanza;
que entregue la mejilla a quien le hiere
y se sacie de oprobios.
Porque el Señor no rechaza para siempre;
aunque aflige,
se compadece con gran misericordia,
porque no goza afligiendo
o apenando a los hombres.
Aplastar bajo los pies
a todos los prisioneros de la tierra,
negar su derecho al pobre,
en presencia del Altísimo,
defraudar a alguien en un proceso:
eso no lo aprueba el Señor.
¿Quién mandó que sucediera
si no fue el Señor?;
¿no es el Señor quien dispone
47
que suceda el bien y el mal?;
¿por qué se ha de dejar de su desgracia el
hombre mientras vive?
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Lm 3, 40-42. 49-60
Examinemos y revisemos nuestra conducta
y volvamos al Señor,
levantemos con las manos
el corazón al Dios del cielo;
nosotros nos hemos rebelado pecando,
y Tú nos has perdonado.
Mis ojos se diluyen
sin cesar y sin descanso,
hasta que el Señor desde el cielo
se asome y me vea;
me duelen los ojos de llorar
para las jóvenes de la ciudad.
Los que me odian sin razón
me han dado caza, como un pájaro;
me han echado vivo al pozo
y me han arrojado piedras;
se cierran aguas sobre mi cabeza,
y pienso: “Estoy perdido.”
Invoqué tu nombre, Señor,
de lo honde de la fosa:
oye mi voz, no cierres el oído
a mis gritos de auxilio;
Tú te acercaste cuando te llamé
y me dijiste: “No temas.”
Te encargaste de defender mi causa
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y de salvar mi vida,
has visto que padezco injusticia,
juzga mi causa;
has visto la venganza
que traman contra mí.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Lm 5, 1-7. 13-21
Recuerda, Señor, lo que nos ha pasado;
mira y fíjate en nuestras afrentas.
Nuestra heredad ha pasado a los bárbaros;
nuestras casas a extranjeros.
Hemos quedado huérfanos de padre,
y nuestras madres han quedado viudas.
Tenemos que comprar el agua que bebemos
y pagar la leña que llevamos.
Nos empujan con un jugo al cuello,
nos fatigan sin darnos descanso.
Hemos pactado con Egipto y Asiria
para saciarnos de pan.
Nuestros padres pecaron y ya no viven,
y nosotros cargamos con sus culpas.
Forzaron a los jóvenes a mover el molino,
y los muchachos sucumbían bajo cargas de leña.
Los ancianos ya no se sientas a la puerta,
los jóvenes ya no cantan;
ha cesado el gozo del corazón,
las danzas se han vueltos duelo;
se nos ha caído la corona de la cabeza.
¡Ay de nosotros, que hemos pecado!
Por eso, está enfermo nuestro corazón
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y se nos nublan los ojos,
porque el monte Sión está desolado
y los zorros se pasean por él.
Pero Tú, Señor, eres rey por siempre;
tu trono dura de edad en edad.
¿Por qé te olvidas siempre de nosotros
y nos tienes abandonados por tanto tiempo?
Señor tráenos hacia ti para que volvamos,
renueva los tiempos pasados.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. En mi aflicción, clamé al Señor desde el vientre del
abismo y me atendió.
EVANGELIO
Lectura del Santo Evangelio según san Marcos N.
Laudes
SALMODIA
Ant. 1. Harán * llanto como llanto por el hijo único, porque
siendo inocente fue muerto el Señor.
Salmo 63
Escucha, oh Dios, la voz de mi lamento,* protege del terrible
enemigo.
50
Afilan sus lenguas como espadas * y disparan como flechas
palabras venenosas,
51
puertas del abismo;* me privan del resto de mis años.
52
Como era en el principio ahora y siempre * por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Líbrame, Señor, de las puertas del abismo.
Ant. 3. Estaba muerto, pero ahora vivo por los siglos de los
siglos y tengo las llaves de la muerte y del hades.
Salmo 150
Alabad al Señor en su templo, * alabadlo en su fuerte
firmamento
53
y dirán: “Vamos a volver al Señor: él, que nos despedazó, nos
sanará; él, que nos hirió, nos vendará. En dos días nos sanará; al
tercero nos resucitará; y viviremos delante de él.”
RESPONSORIO
De rodillas:
Ant. Cristo, por nosotros se sometió incluso a la muerte y una
muerte de cruz. | Por eso Dios lo levantó sobre todo y le
concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre".
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Salvador * del mundo, sálvanos; | tú que con tu cruz y tu
sangre nos redimiste, socórrenos, Dios nuestro.
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le sirvamos en santidad y justicia, * en su presencia todos
nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán, profeta del Altísimo, † porque irás
delante del Señor * a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación, * el perdón de sus
pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, * nos visitará el
sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla * y en sombra de
muerte,
para guiar nuestros pasos * por el camino de la paz.
‡ Gloria al Padre, y al Hijo * Y al Espíritu Santo.
Como era en el principio ahora y siempre * por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Salvador * del mundo, sálvanos; | tú que con tu cruz y tu
sangre nos redimiste, socórrenos, Dios nuestro.
PRECES
Adoremos a nuestro Redentor, que por nosotros y por todos los
hombres quiso morir ser sepultado para resucitar de entre los
muertos, y supliquémosle, diciendo:
Señor, ten piedad de nosotros.
Oh Señor, que junto a tu cruz y a tu sepulcro tuviste a tu Madre
dolorosa que participó en tu aflicción,
‒haz que tu pueblo sepa también participar en tu pasión.
Señor Jesús, que como grano de trigo caíste en la tierra para
morir y dar con ello fruto abundante,
‒ haz que también nosotros sepamos morir al pecado y vivir
para Dios.
Oh Pastor de la Iglesia, que quisiste ocultarte en el sepulcro
para dar la vida a los hombres,
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‒ haz que nosotros sepamos también vivir escondidos
contigo en Dios.
Nuevo Adán, que, quisiste bajar al reino de la muerte para librar
a los justos que, desde el origen del mundo, estaban
sepultados allí,
‒ haz que todos los hombres, muertos al pecado, escuchen tu
voz y vivan.
Cristo, Hijo del Dios vivo, que has querido que por el bautismo
fuéramos sepultados contigo en la muerte,
‒ haz que, siguiéndote a ti, caminemos también nosotros en
una vida nueva.
Padre nuestro.
ORACIÓN
Señor todopoderoso, cuyo Unigénito descendió al lugar de los
muertos y salió victorioso del sepulcro, | te pedimos que
concedas a todos tus fieles, sepultados con Cristo por el
bautismo, | resucitar también con él a la vida eterna. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, | que contigo vive y reina, en la
unidad del Espíritu Santo, y es Dios, | por los siglos de los
siglos.
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu
Santo descienda sobre vosotros.
R. Amen
V. Podéis ir en paz.
R. Demos gracias a Dios.
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Los textos litúrgicos corresponden a las ediciones oficiales en
vigor.
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