La Participación en la Gestión: Justificación, Malentendidos,
Dificultades y Estrategias
Autor: Mario C. Robirosa
Por qué es deseable la participación social en la planificación
de la gestión
El fracaso de las metodologías tradicionales de planificación
Durante muchas décadas, los profesionales de la planificación han
operado bajo la creencia de que su conocimiento técnico y científico
era suficiente para tomar decisiones efectivas. Este enfoque se ha
aplicado en diversas áreas, como la planificación urbana, social y
empresarial. Sin embargo, la realidad ha mostrado que muchas de
estas iniciativas no se implementan correctamente, no logran los
resultados esperados o incluso generan efectos negativos no
anticipados. En muchos casos, los planificadores no son escuchados
por los tomadores de decisiones, lo que lleva a una desconexión entre
la planificación y la acción. Esta situación ha llevado a un creciente
cuestionamiento sobre la efectividad de los enfoques tradicionales de
planificación.
Nuevos enfoques epistemológicos
A partir de los años 40, se ha comenzado a cuestionar la idea de que
la ciencia y la técnica son las únicas formas válidas de conocimiento.
El pensamiento sistémico, representado por teóricos como von
Bertalanffy y Ackoff, argumenta que los fenómenos complejos no
pueden ser entendidos desde una única disciplina. En lugar de
analizar partes aisladas, es necesario adoptar un enfoque más
holístico que considere las interrelaciones entre las partes. Esto
implica reconocer y valorar diferentes formas de conocimiento,
incluyendo las experiencias y saberes de las comunidades, lo que
enriquece el proceso de planificación y gestión.
Una cultura democrática y participativa
En las últimas décadas, ha surgido una creciente conciencia sobre los
derechos sociales y humanos, así como la importancia de la
participación en los procesos de toma de decisiones. Las personas
desean tener voz en las decisiones que afectan sus vidas, no solo en
el ámbito político, sino también en organizaciones empresariales y
comunitarias. Esta demanda de participación se ha convertido en un
argumento central en la gestión de todo tipo de organizaciones, ya
que permite una mayor inclusión y representación de diversos
intereses y perspectivas.
El cambio en el rol del Estado
El papel del Estado ha cambiado significativamente en las últimas
décadas. Ya no es el único actor fuerte en la sociedad; ahora, las
empresas multinacionales y los movimientos sociales también
desempeñan un papel importante. Además, el Estado enfrenta
limitaciones para abordar problemas complejos debido a la falta de
recursos y a factores externos que no puede controlar, como la
economía global y los desastres naturales. Por lo tanto, es esencial
que el Estado comparta la responsabilidad de la gestión con otros
actores sociales, creando un enfoque colaborativo que permita
abordar los desafíos de manera más efectiva.
La participación como elemento clave en la gestión
La participación social en la gestión no solo es un derecho, sino
también una forma de mejorar la efectividad de las decisiones
tomadas. Aunque el argumento de los derechos sociales es
importante, a menudo no es suficiente para convencer a quienes
tienen poder. La participación puede desafiar el orden establecido y
dar voz a actores que normalmente son excluidos. Para que el Estado
planifique con éxito, necesita involucrar a todos los actores relevantes
en el proceso, de manera que todos puedan contribuir y compartir
recursos.
La planificación como gestión social planificada
La planificación se está transformando en un proceso que involucra a
múltiples actores. Ya no es solo responsabilidad del Estado, sino que
es un derecho y una responsabilidad compartida por toda la sociedad.
Esto incluye a instituciones, organizaciones y ciudadanos. En la
planificación urbana, por ejemplo, es vital incluir a todos los que
utilizan y viven en la ciudad, ya que sus acciones afectan su
desarrollo. Este enfoque colaborativo permite una mejor identificación
de problemas y soluciones, fomentando un sentido de pertenencia y
responsabilidad compartida.
Cómo concebimos hoy la planificación urbana
El rol del Estado en la gestión social planificada
El Estado ya no es el único responsable de la planificación urbana. Su
función principal es convocar y facilitar la participación de todos los
actores relevantes, creando un espacio donde se puedan llevar a cabo
negociaciones y concertaciones. Para ello, debe proporcionar
información adecuada y asegurar que todos los actores tengan la
oportunidad de expresar sus puntos de vista. Este papel activo del
Estado es fundamental para garantizar que las decisiones reflejen las
necesidades y deseos de la comunidad.
Escenarios de participación en la planificación urbana
Para que la participación sea efectiva, es crucial que cada proceso de
gestión tenga un enfoque claro y limitado en su temática. Esto
significa que se debe centrar en un problema específico, lo que
permite invitar a los actores que realmente están involucrados en esa
cuestión. Al hacerlo, se crea un espacio de diálogo más manejable y
efectivo. Además, es fundamental que todos los participantes tengan
la oportunidad de comunicarse y negociar en un ambiente respetuoso
y equitativo, donde se valoren todas las opiniones.
Los problemas de la participación
Una cultura que espera todo del Estado
En muchas sociedades, existe una expectativa de que el Estado debe
resolver todos los problemas. Esta mentalidad ha llevado a una
cultura pasiva, donde las personas esperan que el gobierno actúe en
su nombre. Sin embargo, esto ha creado desconfianza y frustración,
ya que el Estado no siempre puede cumplir con estas expectativas.
Esta dependencia del Estado puede obstaculizar la iniciativa
individual y colectiva, limitando la capacidad de la ciudadanía para
participar activamente en la gestión de sus comunidades.
Falta de experiencias efectivas de gestión participativa
En muchos lugares, faltan ejemplos de participación efectiva en la
gestión pública. Aunque ha habido algunos intentos de involucrar a la
ciudadanía, estos han sido limitados y a menudo decepcionantes.
Esto ha llevado a un escepticismo generalizado sobre la verdadera
intención de las convocatorias a participar. La falta de experiencias
exitosas alimenta la desconfianza en el sistema y puede hacer que la
ciudadanía se sienta desmotivada para involucrarse en futuros
procesos participativos.
La cultura de la clase política
La clase política a menudo se aferra a la idea de que la democracia se
ejerce solo a través de representantes. Esto limita la participación real
de la ciudadanía y crea una desconexión entre los políticos y las
necesidades de la población. Muchos políticos temen que una mayor
participación genere demandas que no podrán satisfacer, lo que
puede resultar en un costo político. Por esta razón, a veces crean la
ilusión de participación sin un compromiso real, lo que alimenta aún
más la desconfianza de la ciudadanía.
Escasez de metodologías probadas
En general, no hay suficientes metodologías efectivas para procesos
participativos convocados por el Estado. Aunque hay experiencias
exitosas en otros países, en muchos lugares aún se carece de un
enfoque sistemático para implementar la participación. Esto limita la
capacidad de aprender de los errores y de desarrollar prácticas más
efectivas. La falta de un marco metodológico claro dificulta la
creación de espacios de participación que sean verdaderamente
inclusivos y productivos.
conclusiones
La participación social en la gestión planificada de la ciudad es un
proceso que llevará tiempo y esfuerzo. Requiere cambios culturales
profundos tanto en la clase política como en la ciudadanía. Es
fundamental aprender de las experiencias, incluso de los fracasos,
para mejorar la participación en el futuro. Si se logra fomentar una
cultura de colaboración y confianza, se podrá avanzar hacia una
democracia más efectiva y participativa.
Para lograr una participación efectiva, es necesario establecer
metodologías claras que faciliten el diálogo y la negociación entre los
diversos actores. La creación de espacios de articulación
significativos, donde se reconozcan y valoren todas las voces, es
esencial para el éxito de la gestión participativa. Al final, la
participación no solo mejora la calidad de las decisiones, sino que
también fortalece la cohesión social y promueve un sentido de
pertenencia y responsabilidad compartida en la comunidad