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Los Jueces García Ramírez y Cançado Trindade hicieron conocer sus Votos Razonados y la Jueza Medina

Quiroga hizo conocer su Voto Disidente, los cuales acompañan la presente Sentencia.

Redactada en español e inglés, haciendo fe el texto en español, en San José, Costa Rica, el 1 de febrero de
2006.

Sergio García Ramírez


Presidente

Alirio Abreu Burelli Oliver Jackman

Antônio A. Cançado Trindade Cecilia Medina Quiroga

Manuel E. Ventura Robles

Pablo Saavedra Alessandri


Secretario

Comuníquese y ejecútese.

128
5

Caso Servellón García y otros Vs. Honduras.


Sentencia de 21 de septiembre de 2006
En el caso Servellón García y otros, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante “la Corte
Interamericana”, “la Corte” o “el Tribunal”), integrada por los siguientes jueces*:

Sergio García Ramírez, Presidente;


Alirio Abreu Burelli, Vicepresidente;
Antônio A. Cançado Trindade, Juez;
Cecilia Medina Quiroga, Jueza;
Manuel E. Ventura Robles, Juez, y
Diego García-Sayán, Juez;

presentes, además,

Pablo Saavedra Alessandri, Secretario, y


Emilia Segares Rodríguez, Secretaria Adjunta,

de conformidad con los artículos 62.3 y 63.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (en
adelante “la Convención” o “la Convención Americana”) y con los artículos 29, 31, 53.2, 55, 56 y 58 del
Reglamento de la Corte (en adelante “el Reglamento”), dicta la presente Sentencia.

I
Introducción de la Causa
1. El 2 de febrero de 2005, de conformidad con lo dispuesto en los artículos 51 y 61 de la Convención Ame-
ricana, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (en adelante “la Comisión Interamericana” o “la
Comisión”) sometió ante la Corte una demanda contra la República de Honduras (en adelante “el Estado”
u “Honduras”), la cual se originó en la denuncia No. 12.331, recibida en la Secretaría de la Comisión el 11
de octubre de 2000.
2. La Comisión presentó la demanda en este caso con el objeto de que la Corte decidiera si el Estado violó
los artículos 4 (Derecho a la Vida), 5 (Derecho a la Integridad Personal), 7 (Derecho a la Libertad Personal),
8 (Garantías Judiciales) y 25 (Protección Judicial) de la Convención Americana, en conexión con el artículo
1.1 (Obligación de Respetar los Derechos) de la misma, en perjuicio de Marco Antonio Servellón García
(16 años de edad), Rony Alexis Betancourth Vásquez (17 años de edad), Diomedes Obed García Sánchez
(19 años de edad) y Orlando Álvarez Ríos (32 años de edad). Asimismo, solicitó a la Corte que se pronun-
ciara sobre la violación del Estado de los artículos 5.5 (Derecho a la Integridad Personal), 7.5 (Derecho a la
Libertad Personal) y 19 (Derechos del Niño) de la Convención, en relación con el artículo 1.1 (Obligación
de Respetar los Derechos) de ese tratado, en perjuicio de los niños Marco Antonio Servellón García y Rony
Alexis Betancourth Vásquez, y de los artículos 5 (Derecho a la Integridad Personal), 8 (Garantías Judiciales)
y 25 (Protección Judicial) de la Convención, en conexión con el artículo 1.1 (Obligación de Respetar los De-
rechos) del referido tratado, en perjuicio de los familiares de las presuntas víctimas. La Comisión señaló que

* El Juez Oliver Jackman no participó en la deliberación y firma de la presente Resolución, ya que informó a la
Corte que, por motivos de fuerza mayor, no podía participar en el LXXII Período Ordinario de Sesiones del Tribunal.

131
sometió ante la Corte la demanda por las supuestas condiciones inhumanas y degradantes de detención de
las presuntas víctimas por parte del Estado; los golpes y ataques contra la integridad personal de los que se
indica fueron víctimas por parte de los agentes policiales; su alegada muerte mientras se encontraban dete-
nidos bajo la custodia de agentes policiales; así como la supuesta falta de investigación y garantías judiciales
que caracterizan sus casos, los cuales se encuentran en la impunidad después de más de “nueve” años de
ocurridos los hechos. Marco Antonio Servellón García, Rony Alexis Betancourth Vásquez, Orlando Álvarez
Ríos y Diomedes Obed García Sánchez, entre el 15 y 16 de septiembre de 1995, fueron supuestamente
detenidos durante una detención preventiva u operativo realizado por la entonces Fuerza de Seguridad
Pública (en adelante “FUSEP”). Los cuatro jóvenes fueron supuestamente ejecutados extrajudicialmente
por agentes del Estado y el 17 de septiembre de 1995 sus cadáveres fueron encontrados, a la intemperie,
en diferentes lugares de la ciudad de Tegucigalpa, Honduras.
3. La Comisión solicitó a la Corte que, de conformidad con el artículo 63.1 de la Convención, ordenara al
Estado adoptar determinadas medidas de reparación indicadas en la demanda. Por último, solicitó a la Corte
que ordene al Estado el pago de las costas y gastos generados en la tramitación del caso en la jurisdicción
interna y ante los órganos del Sistema Interamericano.
[…]

VI
Reconocimiento de responsabilidad internacional
51. El artículo 53.2 del Reglamento establece que
[s]i el demandado comunicare a la Corte su allanamiento a las pretensiones de la parte deman-
dante y a las de los representantes de las presuntas víctimas, sus familiares o representantes, la
Corte, oído el parecer de las partes en el caso, resolverá sobre la procedencia del allanamiento y
sus efectos jurídicos. En este supuesto, la Corte procederá a determinar, cuando fuere el caso, las
reparaciones y costas correspondientes.
52. La Corte Interamericana, en ejercicio de su función contenciosa, aplica e interpreta la Convención Ameri-
cana y, cuando un caso ya ha sido sometido a su jurisdicción, es la facultada para declarar la responsabilidad
internacional de un Estado Parte en la Convención por violación a sus disposiciones.
53. El Tribunal, en el uso de sus funciones jurisdiccionales de tutela internacional de los derechos humanos,
podrá determinar si un reconocimiento de responsabilidad internacional efectuado por un Estado deman-
dado ofrece una base suficiente, en los términos de la Convención Americana, para continuar o no con el
conocimiento del fondo y la determinación de las eventuales reparaciones y costas. Para estos efectos, la
Corte analizará la situación planteada en cada caso concreto.
54. El Estado en la contestación de la demanda indicó que
no contiende los hechos relacionados en los párrafos 27 al 106 de la demanda [...de] la Comisión
Interamericana [...], así como tampoco contiende las alegaciones referentes a estos mismos hechos
presentados por [...los] representantes, [...ya] que los mismos se encuentran debidamente funda-
mentados y comprobados. Consecuentemente, el Estado [...] acepta la comisión de actos de parte
de individuos que, no obstante desembocaron en las violaciones alegadas por la [...] Comisión y
[...] [los representantes] en cuanto a las [presuntas] víctimas y sus familiares, pero rechaza que las
mismas se hallan dado dentro de un contexto de violación sistemática de los derechos humanos
tolerada por el Estado.
[…]

132
[E]l Estado [...] se allana a las partes de la demanda que tienen relación con estos lamentables hechos,
aceptando las medidas de reparación propuestas por los demandantes y comprometiéndose a darle
cumplimiento en el menor tiempo posible a lo que esa [...] Corte tenga a bien ordenar sobre este
aspecto. El Estado [...] NO se allana a las partes contenidas en los alegatos de la [...] Comisión [...]
y [...los] representantes que señalan la existencia de un contexto de supuesta violación sistemática
de los derechos humanos tolerado y consentido por el mismo.
55. Al referirse al reconocimiento de responsabilidad, el Estado, inter alia:
a) reconoció, en cuanto a la violación del artículo 7 de la Convención, que: i) Marco Antonio Servellón
García, Rony Alexis Betancourth Vásquez, Orlando Álvarez Ríos y Diomedes Obed García Sánchez
fueron detenidos sin orden de captura, y ninguno de ellos fue sorprendido in fraganti en la comi-
sión de un delito, por lo que al detenerlos con violencia excesiva y sin razón justificada se violó el
artículo 7.2 y 7.3 de la Convención; ii) no informó a los padres de los menores Servellón García y
Betancourth Vásquez sobre su detención, pese a que existía la obligación especial de hacerlo, ni a
los familiares de Orlando Álvarez Ríos y Diomedes Obed García Sánchez, en violación del artículo
7.4 de la Convención; iii) las presuntas víctimas no fueron puestas en libertad a pesar de que la
Juez de Policía dictó una resolución que lo disponía, quedando detenidas clandestinamente, ya
que estas aparecían en el listado de las personas liberadas el 16 de septiembre de 1995, y que
dicha Juez tampoco se aseguró que se hiciera efectiva la mencionada resolución, en violación del
artículo artículo 7.5 de la Convención; iv) los menores Servellón García y Betancourth Vásquez no
fueron separados de los adultos al momento de su detención y su permanencia en la celdas de la
policía, lo que los expuso a circunstancias perjudiciales para los menores de edad, ni se adoptaron
medidas para que los niños tuvieran contacto con sus familiares o que un juez de menores revisara
la legalidad de su detención, y v) al estar detenidas clandestinamente, a las presuntas víctimas se
les privó de su derecho de hacer uso de un recurso sencillo y efectivo para garantizar su libertad
(hábeas corpus), en violación del artículo 7.6 de la Convención;
b) reconoció la violación del artículo 4 de la Convención, en perjuicio de las cuatro presuntas vícti-
mas, ya que se ocasionó su muerte y el hecho ocurrió mientras se encontraban bajo la custodia
de agentes del Estado;
c) reconoció la violación del artículo 5 de la Convención, en perjuicio de las cuatro presuntas vícti-
mas, por las torturas y tratos crueles, inhumanos y degradantes a que fueron sometidas, como lo
demostró la evidencia física al momento de hacer el levantamiento de los cadáveres;
d) reconoció la violación de los artículos 8 y 25 de la Convención, ya que en la forma en que se desa-
rrollaron los hechos no fue posible permitir a los cuatro detenidos y posteriormente asesinados
una protección efectiva a través del recurso de hábeas corpus. En cuanto al “indulto” que supues-
tamente concedió la Juez de Policía Roxana Sierra, tal y como el Estado lo ha sostenido, lo que hubo
fue “una mala utilización del término” por parte de los funcionarios policiales;
e) reconoció que los resultados producidos en la investigación no han sido hasta ahora adecuados
y que, por lo tanto, se han violado por omisión los artículos 8 y 25 de la Convención, en perjuicio
de los familiares de las presuntas víctimas, pero rechazó que no haya habido investigación de los
hechos, y
f) reconoció haber violado los derechos señalados, ya que “aún no ha habido una sanción adecuada
de los perpetradores [del] crimen”.
56. En sus observaciones al allanamiento del Estado, la Comisión indicó, inter alia, que
a) ha cesado la controversia sobre los hechos descritos en los párrafos 27 a 106 de la demanda, así
como sobre las alegaciones que respecto a éstos realizaron los representantes en el escrito de

133
solicitudes y argumentos, con excepción del contexto en que los hechos se produjeron descrito en
los párrafos 23 a 26 de la demanda. En cuanto a los hechos no reconocidos por el Estado referentes
al supuesto contexto de violencia en que ocurrieron éstos, la Comisión señaló que la prueba que
ofreció oportunamente demuestra un contexto de violencia e impunidad, y que la verificación del
contexto es fundamental para calificar las violaciones por las que el Estado ha asumido responsabi-
lidad y, en especial, para definir las reparaciones cuya ejecución resulta imperativa para garantizar
la prevención de violaciones similares;
b) el Estado reconoció la violación de los artículos de la Convención alegados por la Comisión en su
demanda, pero formuló algunas consideraciones sobre el modo en que, en su opinión, se perpe-
traron dichas violaciones. Por ello, la Comisión considera que los hechos y razones en que el Estado
funda dicho reconocimiento no corresponden íntegramente a los alegatos por ella expuestos. En ese
sentido, la Comisión señaló que en el presente caso se ha configurado una situación de impunidad,
ya que a más de “nueve” años de ocurridos los hechos no se ha individualizado, ni sancionado
mediante sentencia firme y ejecutoriada, a los responsables de las ejecuciones extrajudiciales y
torturas de las cuatro presuntas víctimas. Sin embargo, el Estado, al referirse al petitorio de la
demanda, indicó que “no puede hablarse de impunidad en estos casos, de una forma concluyente
y definitiva”, por lo que la Comisión considera que esa afirmación “no se compadece con las rea-
lidades probadas en el caso [...]”.
c) el reconocimiento de responsabilidad estatal incluye una aceptación general de la obligación de
reparar a la presuntas víctimas y sus familiares, y
d) valora el reconocimiento de responsabilidad parcial hecho por el Estado.
57. Por último, la Comisión solicitó a la Corte que admita la aceptación de hechos, así como el reconocimiento
parcial de responsabilidad internacional efectuada por el Estado, y que en la sentencia la Corte detalle los
hechos y las consideraciones de derecho que sustentan las violaciones reconocidas por el Estado.
58. Por su parte, en sus observaciones al allanamiento efectuado por el Estado, los representantes reco-
nocieron “la buena voluntad manifestada por el Estado [...] al no contender los hechos expuestos en la
demanda [...] y en [el escrito de solicitudes y argumentos] ‘en virtud de que los mismos se encuentran de-
bidamente fundamentados y comprobados’ y al aceptar las medidas de reparación propuestas por ambas
partes”. Sin embargo, señalaron que
los términos en los que [el Estado] [...] realiz[ó] el mencionado allanamiento no son claros, pues
parecen indicar que el Estado acepta su responsabilidad internacional por todas las violaciones
alegadas a raíz de los hechos que acepta como ciertos, pero [...del] apartado titulado “SOBRE LOS
DERECHOS DE LA CONVENCION AMERICANA SOBRE DERECHOS HUMANOS QUE LA COMISION Y
LOS PETICIONARIOS CONSIDERAN QUE SE HAN VIOLENTADO EN EL PRESENTE CASO”, se desprende
que el Estado no está aceptando todas las violaciones denunciadas.
Además, el Estado niega la existencia de un patrón de “limpieza social” en Honduras.
59. Adicionalmente, los representantes indicaron, inter alia, que el Estado: no se refirió a su responsabilidad
por no haber notificado a las presuntas víctimas sobre las razones de su detención (artículo 7.4 de la Con-
vención), y sólo se refirió a la violación del derecho de control judicial de las presuntas víctimas menores de
edad, no así de las mayores, quienes no fueron remitidas ante un juez imparcial e independiente, sino ante
un juez de policía (artículo 7.5 de la Convención). Según los representantes, el Estado tampoco se refirió
a la violación de los artículos 5.5 y 19 de la Convención, en perjuicio de las presuntas víctimas menores
de edad, por haber sido detenidas junto con adultos y por la omisión de adoptar medidas de protección
especial en relación con éstas, y ni a la violación del artículo 5 de la Convención, en perjuicio de los familia-

134
res de las presuntas víctimas. Los representantes alegaron que el Estado no reconoció su responsabilidad
por la violación del derecho de las presuntas víctimas a ser oídas en un plazo razonable (artículo 8.1 de la
Convención), ni se refirió a la violación del principio de presunción de inocencia de las presuntas víctimas
(artículo 8.2 de la Convención). Igualmente, el Estado omitió referirse a su responsabilidad por la violación
del derecho de la verdad de los familiares de las presuntas víctimas y de la sociedad hondureña en general
(artículos 8, 13, 25 y 1.1 de la Convención).
60. Posteriormente, el Estado señaló que si bien el reconocimiento de los hechos fue acompañado de un
detalle de los derechos de la Convención Americana que reconoció que han sido violados en el presente
caso, debido al interés de los demandantes de una aclaración sobre el alcance del allanamiento, manifestó
que reconoció:
a) expresamente en la contestación de la demanda la violación del artículo 7 incisos 1, 2, 3, 4, 5 y 6
(Derecho a la Libertad Personal) de la Convención, y aclaró que dicha trasgresión lo era en con-
cordancia con el artículo 1.1 de este tratado, y que la violación del artículo 7.6 de la Convención lo
era a su vez en relación con los artículos 25 y 1.1 de la misma;
b) expresamente la violación del artículo 5 (Derecho a la Integridad Personal) de la Convención, y aclaró
que reconocía dicha violación en los términos de los incisos 1 y 2 del citado artículo, y siempre en
relación con el artículo 1.1 de ese instrumento;
c) expresamente su responsabilidad por la violación del artículo 4 (Derecho a la Vida) de la Conven-
ción, y aclaró que este reconocimiento se hacía en conexión con el artículo 1.1 de ese tratado;
d) expresamente en la contestación de la demanda la violación de los artículos 8 (Garantías Judiciales)
y 25 (Protección Judicial) de la Convención respecto a Marco Antonio Servellón García, Rony Alexis
Betancourt Vásquez, Diomedes Obed García Sánchez y Orlando Álvarez Ríos, y aclaró que reconocía
dicha violación en los términos de los incisos 1 y 2 del artículo 8 y el inciso 1 del artículo 25 de la
Convención, y en relación con el artículo 1.1 de ese tratado, y
e) su responsabilidad por la violación de los artículos 19 (Derechos del Niño), 5.5 y 7.5 de la Convención
Americana, en conexión con el artículo 1.1 de la misma, respecto de los menores Marco Antonio
Servellón García y Rony Alexis Betancourth Vásquez, ya que dicho reconocimiento fue omitido en
su escrito de contestación de la demanda.
61. Con base en los hechos establecidos, las pruebas presentadas en el presente caso, así como lo ale-
gado por las partes, la Corte procederá a determinar el alcance y efectos jurídicos del reconocimiento de
responsabilidad internacional efectuado por el Estado (supra párrs. 16, 54, 55 y 60), en el marco de la res-
ponsabilidad estatal generada por violaciones a la Convención Americana. Para dichos efectos analizará el
referido reconocimiento de responsabilidad bajo tres aspectos: 1) en cuanto a los hechos; 2) en cuanto al
derecho, y 3) en cuanto a las reparaciones.

1) En cuanto a los hechos


62. En atención al reconocimiento de responsabilidad efectuado por el Estado, el Tribunal considera que ha
cesado la controversia sobre los hechos contenidos en los párrafos 27 a 106 de la demanda interpuesta por
la Comisión Interamericana en el presente caso (supra párr. 11). Sin embargo, el Estado señaló que no es
cierto que no ha habido investigación y que en el caso no se puede hablar de una impunidad concluyente
y definitiva.
63. En consecuencia, la Corte considera pertinente abrir un capítulo acerca de los hechos del presente caso,
que abarque tanto los hechos reconocidos por el Estado como los que resulten probados del conjunto de
elementos que obran en el expediente.

135
2) En cuanto a las pretensiones de derecho
64. En atención al reconocimiento de responsabilidad efectuado por el Estado (supra párrs. 16, 54, 55 y 60),
la Corte ha tenido por establecidos los hechos que se refieren a los párrafos 79.1 a 79.60 de esta Sentencia
y, con base en ellos y ponderando las circunstancias del caso, procede a precisar las distintas violaciones
encontradas a los artículos alegados.
65. La Corte considera que es pertinente admitir el reconocimiento de responsabilidad internacional efec-
tuado por el Estado por la alegada violación de los derechos consagrados en los artículos 4.1 (Derecho a la
Vida); 5.1 y 5.2 (Derecho a la Integridad Personal); 7.1, 7.2, 7.3, 7.4, 7.5 y 7.6 (Derecho a la Libertad Perso-
nal), 8.1 y 8.2 (Garantías Judiciales) y 25.1 (Protección Judicial) de la Convención Americana, en perjuicio
de Marco Antonio Servellón García, Rony Alexis Betancourth Vásquez, Diomedes Obed García Sánchez
y Orlando Álvarez Ríos, así como la violación de los artículos 5.5 (Derecho a la Integridad Personal), 7.5
(Derecho a la Libertad Personal) y 19 (Derechos del Niño) de la Convención, en perjuicio de los menores
Marco Antonio Servellón García y Rony Alexis Betancourth Vásquez.
66. Además, este Tribunal admite el reconocimiento de responsabilidad internacional realizado por el Estado
en relación con la alegada violación de los derechos consagrados en los artículos 8 (Garantías Judiciales)
y 25 (Protección Judicial) de la Convención Americana, en perjuicio de los familiares de Marco Antonio
Servellón García, Rony Alexis Betancourth Vásquez, Orlando Álvarez Ríos y Diomedes Obed García Sánchez.
67. No obstante, la Corte observa que el Estado no se refirió en su allanamiento a la alegada violación del
artículo 5 de la Convención, en perjuicio de los familiares de las presuntas víctimas.

3) En cuanto a las reparaciones


68. En la contestación de la demanda el Estado manifestó que “se allana[ba] a las partes de la demanda
que tienen relación con estos lamentables hechos, aceptando las medidas de reparación propuestas por
los demandantes y comprometiéndose a darle fiel cumplimiento en el menor tiempo posible a lo que [la ]
Corte tenga a bien ordenar sobre este aspecto [...]”. Sin embargo, el Estado hizo a su vez consideraciones
respecto de la implementación de algunas de las medidas solicitadas por la Comisión y los representantes,
al afirmar, por ejemplo, que “el Ministerio Público continúa desarrollando esfuerzos importantes para la
persecución y sanción de los autores materiales e intelectuales de la detención y muerte [de las presuntas
víctimas]”, y que ha elaborado el Plan Nacional de Atención a la Niñez y la Adolescencia 2002-2010, el que
deberá servir como un documento marco para las políticas públicas en el Estado.
69. Al respecto, la Comisión Interamericana señaló que el Estado realiza varias afirmaciones, que “si bien
demuestran una apreciable manifestación de [éste] de reparar a los familiares de las [presuntas] víctimas,
no constituyen un allanamiento a las pretensiones por ellos presentadas a la Corte” y señaló que “los fa-
miliares de las [presuntas] víctimas concretaron en una forma muy detallada sus peticiones por diversos
rubros en su escrito de solicitudes [y] argumentos [...]”. Asimismo, la Comisión indicó que el Estado, cuando
se refirió al petitorio de la demanda, “realizó argumentos que parecen destinados a controvertir las medidas
solicitadas, con diversos matices. Es por esta razón que la Comisión consider[ó] que no puede hablarse
propiamente de allanamiento en el presente caso, dado que el Estado ha aceptado sólo parcialmente las
pretensiones de la Comisión y de los representantes de las [presuntas] víctimas y sus familiares”.
70. Los representantes manifestaron que “si bien el Estado se ha allanado a las reparaciones, es importante
que se considere que los argumentos esgrimidos en la materia no satisfacen la totalidad de las reparacio-
nes solicitadas”. Agregaron que “las consideraciones hechas por el [...] Estado en relación con las medidas

136
por él adoptadas, se refieren sólo a algunas de las reparaciones desarrolladas por la Comisión y por [esa]
representación, pero que no agotan la totalidad de las reparaciones”.
71. De lo expuesto, la Corte entiende que las observaciones de Honduras respecto a las medidas de no
repetición o de satisfacción solicitadas por la Comisión y los representantes, tienen por objeto demostrar
que el Estado está realizando esfuerzos para implementarlas, y que las observaciones son consecuentes
con lo manifestado por el Estado en el sentido de que “acepta[ba] las medidas de reparación propuestas
[...]”. Sin embargo, dado que tanto la Comisión como los representantes disienten en algunos aspectos re-
lativos a esas medidas, en particular, en relación con su implementación o efectividad, esta Corte considera
pronunciarse oportunamente sobre esta materia (infra párrs. 186 a 203).

C) La extensión de la controversia subsistente


72. El artículo 38.2 del Reglamento dispone que
[e]l demandado deberá declarar en su contestación si acepta los hechos y las pretensiones o si los
contradice, y la Corte podrá considerar como aceptados aquellos hechos que no hayan sido expre-
samente negados y las pretensiones que no hayan sido expresamente controvertidas.
73. El Tribunal ha señalado anteriormente que, de conformidad con el citado artículo 38.2 del Reglamento,
la Corte tiene la facultad de considerar aceptados los hechos que no hayan sido expresamente negados y
las pretensiones que no hayan sido expresamente controvertidas. Sin embargo, no es una obligación del
Tribunal hacerlo en todos los casos en los cuales se presenta una situación similar. Por ello, en ejercicio de
su responsabilidad de protección de los derechos humanos, la Corte determinará en cada caso particular
la necesidad de efectuar consideraciones de derecho y de tener por establecidos los hechos, ya sea como
fueron presentados por las partes, valorando los elementos del acervo probatorio, o como mejor se des-
prenda de dicho análisis.
74. Con base en las consideraciones anteriores, este Tribunal otorga plenos efectos al reconocimiento
parcial de responsabilidad (supra párrs. 16, 54, 55 y 60). No obstante, la Corte reconoce que subsiste una
controversia en relación a algunas de las violaciones alegadas.
75. Conforme a los términos en que se han manifestado las partes, la Corte considera que subsiste la con-
troversia en cuanto a que:
a) el Estado rechazó que no haya habido investigación y que exista impunidad en el presente caso,
pese a que se allanó a la violación de los artículos 8.1 y 25.1 de la Convención, en relación con el
artículo 1.1 de ese instrumento, en perjuicio de los familiares de Marco Antonio Servellón García,
Rony Alexis Betancourth Vásquez, Diomedes Obed García Sánchez y Orlando Álvarez Ríos. En rela-
ción con la investigación, el Estado discrepa respecto a las razones alegadas por la Comisión y los
representantes para fundamentar la referida violación. El Estado tampoco se pronunció sobre el
alegado retardo injustificado de las investigaciones;
b) la alegada violación del artículo 5 (Derecho a la Integridad Personal) de la Convención, en relación
con el artículo 1.1 del mismo instrumento, en perjuicio de los familiares de Marco Antonio Servellón
García, Rony Alexis Betancourth Vásquez, Diomedes Obed García Sánchez y Orlando Álvarez Ríos,
y
c) lo referente a la determinación de las reparaciones y costas y gastos (supra párr. 71).
76. Si bien el Estado no se pronunció en la contestación de la demanda sobre la presunta violación del
derecho a la verdad, la Corte no estima que éste sea un derecho autónomo consagrado en los artículos 8,
13, 25 y 1.1 de la Convención Americana, como fuera alegado por los representantes, y por lo tanto, no se

137
pronunciará sobre este punto. La Corte ha señalado que el derecho a la verdad se encuentra subsumido
en el derecho de la víctima o sus familiares a obtener de los órganos competentes del Estado el esclareci-
miento de los hechos violatorios y las responsabilidades correspondientes, a través de la investigación y
el juzgamiento.
77. La Corte considera que el allanamiento del Estado constituye una contribución positiva al desarrollo de
este proceso y a la vigencia de los principios que inspiran la Convención Americana en Honduras.
78. Teniendo en cuenta las responsabilidades que le competen al Estado de proteger los derechos humanos
y dada la naturaleza del presente caso, la Corte estima que la emisión de la presente Sentencia, en la cual
se determine la verdad de los hechos y todos los elementos del fondo del asunto, así como las correspon-
dientes consecuencias, constituye una forma de reparación a favor de Marco Antonio Servellón García,
Rony Alexis Betancourth Vásquez, Diomedes Obed García Sánchez y Orlando Álvarez Ríos.

VII
Hechos Probados
79. Efectuado el examen de los elementos probatorios que constan en el expediente del presente caso,
las manifestaciones de las partes, así como el reconocimiento de responsabilidad internacional efectuado
por el Estado, la Corte considera probados los hechos que se detallan a continuación. La mayoría de los
párrafos contenidos en esta sección son los hechos que este Tribunal tiene por establecidos con base en el
reconocimiento de responsabilidad efectuado por el Estado, y que corresponden a los hechos expuestos
en los párrafos 27 a 106 de la demanda presentada por la Comisión Interamericana (supra párr. 11). Adi-
cionalmente, la Corte ha establecido como probados una serie de otros hechos, principalmente relativos
al procedimiento penal, de conformidad con las pruebas aportadas por la Comisión, los representantes y
el Estado.

A) Contexto de violencia en contra de los niños y jóvenes en Honduras:


ejecuciones extrajudiciales e impunidad
79.1. A principios de los años 90, y en el marco de la respuesta estatal de represión preventiva y armada a
las pandillas juveniles, pasa a existir un contexto de violencia ahora marcado por la victimización de niños
y jóvenes en situación de riesgo social, identificados como delincuentes juveniles causantes del aumento
de la inseguridad pública. Las muertes de jóvenes sindicados como involucrados con “maras” o pandillas
juveniles se tornaron cada vez más frecuentes entre 1995 y 1997. Así, por ejemplo, entre los años 1995 a
2002, murieron violentamente al menos 904 menores.
79.2. Ese contexto de violencia se materializa en las ejecuciones extrajudiciales de niños y jóvenes en si-
tuación de riesgo, por parte tanto de agentes estatales como de terceros particulares. En ese último caso,
la violencia se da, entre otros, al interior de las pandillas juveniles o entre pandillas rivales o como conse-
cuencia de la actuación de supuestos grupos clandestinos de limpieza social.
79.3. La violencia ha obedecido a un patrón común en relación con: a) las víctimas, que son niños y jóvenes
en situación de riesgo; b) la causa de las muertes, que son ejecuciones extrajudiciales caracterizadas por
la extrema violencia, producidas por armas de fuego y armas blancas, y c) la publicidad de los crímenes, ya
que los cuerpos de las víctimas quedan expuestos a la población.
79.4. Los responsables por los crímenes son reportados por la policía como desconocidos y las investiga-
ciones que se producen con la finalidad de deducir responsabilidades no logran, por lo general, identificar
a los autores de dichos delitos.

138
B) Aspectos generales de la detención de las víctimas
79.5. El día 15 de septiembre de 1995 la Fuerza de Seguridad Pública (FUSEP) realizó detenciones colectivas,
que comprendieron la captura de 128 personas, en el marco de un operativo policial preventivo e indiscri-
minado llevado a cabo en las inmediaciones del Estadio Nacional Tiburcio Carias Andino, en la ciudad de
Tegucigalpa, con el objeto de evitar disturbios durante los desfiles que se realizarían para celebrar el Día
de la Independencia Nacional de Honduras.
79.6. El día 16 de septiembre de 1995 la jueza de Policía Roxana Sierra Ramírez emitió una resolución de
“indulto” a la que se acompañó una lista con los nombres de 62 personas, entre los que se incluía a Marco
Antonio Servellón García, Rony Alexis Betancourth Vásquez y Orlando Álvarez Ríos. Ese mismo día, aunque
la mayoría de los detenidos fueron liberados, ocho personas fueron llevadas al segundo piso del Séptimo
Comando Regional de la FUSEP (en adelante “CORE VII”) para tomar sus huellas digitales, y solamente
cuatro de ellas regresaron a sus celdas y fueron liberadas.
79.7. El Teniente José Alberto Alfaro Martínez dio la orden de que las cuatro víctimas del presente caso
permanecieran en el segundo piso del CORE VII, específicamente, “el teniente Alfaro [...] dijo, [‘]a estos
déjenmelos aparte[´...,] los cuatro que aparecieron muertos el día domingo diecisiete de [s]eptiembre
de[1995]; y pud[o] observar que los amarró con unos lazos que éste tenía, y vi[ó] que DIOMEDES lloraba[.
Estuvieron] pegados a un Pley wod [(sic)], viendo hacia la pared, [...]. Ellos estaban nerviosos, porque te-
mían que los mataran, ya que les habían advertido y [se les había dicho que] pertenecían a la MARA DE
LOS [POISON] y que tenían clavo”.

C) Detención, tortura y ejecución extrajudicial de Marco Antonio Servellón García


79.8. Marco Antonio Servellón García nació el 3 de mayo de 1979, en el Distrito Central del departamento
de Francisco Morazán. Era hijo de Reyes Servellón Santos y Bricelda Aide García Lobo. Vivía en la Colonia
El Carrizal No. 2, Calle Principal, de la ciudad de Tegucigalpa, Honduras. Se dedicaba a la venta de lotería
durante el día, y cursaba sus estudios primarios en la escuela nocturna para adultos Centroamérica Oeste.
Al momento de su detención tenía 16 años de edad.
79.9. Marco Antonio Servellón García fue detenido en la detención colectiva del 15 de septiembre de 1995.
Fue obligado a tirarse al suelo, golpeado con una pistola en la cabeza y acusado de ladrón. Seguidamente
le quitaron los cordones de los zapatos, lo amarraron y lo condujeron al CORE VII, ubicado en el suburbio
de Tegucigalpa “Los Dolores”. En el trayecto y en las dependencias del CORE VII, los agentes de policía lo
golpearon en la cara, lo mantuvieron aislado por una hora en donde lo sujetaron por los pies, arrastraron y
golpearon en la espalda, en el estómago y en el rostro, y en una oportunidad le golpearon con una cadena.
Estuvo detenido con adultos.
79.10. Marco Antonio Servellón García estuvo aislado del mundo exterior, sin poder comunicarse con su
familia y avisarles del tratamiento violento que estaba recibiendo por parte de agentes del CORE VII. Si bien
su madre Bricelda Aide García Lobo visitó el CORE VII los días 15 y 16 de septiembre de 1995, preguntando
por su hijo, se le impidió tener comunicación con él.
79.11. Bricelda Aide García Lobo, vio por última vez con vida a su hijo el 16 de septiembre de 1995, a la
1:00 de la tarde, hora en que lo vio subir al segundo piso del CORE VII, cuando se encontraba bajo la cus-
todia de agentes del Estado. El 17 de septiembre de 1995 el cuerpo de Marco Antonio Servellón García fue
encontrado sin vida cerca de las inmediaciones de un lugar conocido como “El Lolo”.

139
79.12. La autopsia practicada al cadáver de Marco Antonio Servellón García el 19 de septiembre de 1995
reveló que la víctima presentaba cuatro heridas por proyectil de arma de fuego cuyos orificios de entrada
fueron: uno a nivel de la región retroauricular derecha; uno a nivel de la región occipital derecha; uno
en el pómulo de la cara, y uno a nivel de la región occipital izquierda, es decir, los cuatro disparos fueron
dirigidos a su rostro y cabeza.
79.13. La autopsia no hizo referencia al estado en que se encontraba el cuerpo de Marco Antonio Servellón
García, ni si se constataron heridas de arma blanca, marcas de golpes, moretones o señales en sus muñecas.
El Ministerio Público, en su Informe de Inspecciones Oculares de 17 de septiembre de 1995, señaló que la
víctima “se encontró a la orilla de la calle, hacia [E]l [L]olo, tenía señas en las muñecas de las manos como
si hubiese [(sic)] estado amarrado, [y que] se le encontró un cordón blanco de tenis al lado de la mano
derecha”. El Ministerio Público no tomó fotografías del cadáver, porque no había rollo.

D) Detención, tortura y ejecución extrajudicial de Rony Alexis Betancourth Vásquez


79.14. Rony Alexis Betancourth Vásquez nació el 2 de noviembre de 1977 en el departamento de Choluteca,
Honduras. Era hijo de Manases Betancourth Núñez y de Hilda Estebana Hernández López. Vivía en la Colonia
Nueva Suyapa y había terminado el tercer grado de instrucción primaria. De acuerdo con la declaración del
padre de Rony Alexis Betancourth Vásquez, éste había sido “pandillero” a los catorce años de edad, a raíz
de lo cual el padre había denunciado a la pandilla con el objeto de rescatarlo. Según el señor Betancourth
Núñez, la banda fue luego desmantelada. Al momento de su detención, Rony Alexis Betancourth Vásquez
tenía 17 años de edad.
79.15. Rony Alexis Betancourth Vásquez fue detenido en la detención colectiva de 15 de septiembre de
1995. Fue golpeado en el trayecto y durante su permanencia en el CORE VII. Rony Alexis Betancourth Vás-
quez indicó con señales a Carlos Yovanny Arguijo Hernández, quien también había sido detenido ese mismo
día, que le iban a matar, “a dar corte de cabeza, ya que [Rony] llevó una de sus manos al cuello, dándole
a entender [...] y que fue lo que escuch[ó] de éste ‘si me palman, me palman...´ ya que [Rony le] dijo que
decían que pertenecía a la mara de los poison”. Estuvo detenido con adultos.
79.16. Su detención se mantuvo en la clandestinidad, la víctima estuvo aislada del mundo exterior y no se
le permitió comunicarse con su familia y amigos. Su madre se enteró por una tercera persona al final de
la tarde del 16 de septiembre de 1995 sobre la detención. La compañera de hogar de la víctima, Ana Luisa
Vargas Soto, fue informada por la Juez de Policía que su compañero no sería liberado el 16 de septiembre
de 1995 porque lo iban a investigar, y por los guardias del CORE VII, que Rony Alexis Betancourth Vásquez
no se encontraba en dicho Comando.
79.17. Rony Alexis Betancourth Vásquez no fue liberado ni salió del CORE VII a las 11:00 a.m. del 16 de
septiembre de 1995, como fue registrado por la juez, sino que siguió bajo custodia de agentes del Estado.
El 17 de septiembre de 1995, en horas de la mañana, el cuerpo de Rony Alexis Betancourth Vásquez fue
encontrado sin vida en la aldea Suyapa.
79.18. La necropsia practicada al cadáver de Rony Alexis Betancourth Vásquez el 17 de septiembre de 1995
por el Ministerio Público reveló que la víctima presentaba dos heridas por proyectil de arma de fuego cuyos
orificios de entrada fueron: uno en el pómulo de la cara, y uno a nivel de la región retroauricular derecha;
y cuatro heridas por arma blanca dispuestas de la siguiente manera: una herida punzocortante a nivel del
manubrio esternal y tres heridas punzantes penetradas por encima de la mama izquierda. Al igual que el
cadáver de las otras tres víctimas, tenía moretones y marcas de tortura.

140
E) Detención, tortura y ejecución extrajudicial de Orlando Álvarez Ríos
79.19. Orlando Álvarez Ríos nació el 22 de noviembre de 1962 en la localidad de Santa Rita, departamento
de Yoro. Era hijo de Concepción Álvarez y de Antonia Ríos. Se había graduado de bachiller industrial y desde
enero de 1995 trabajaba en la construcción de la casa de su hermana, Dilcia Álvarez Ríos. Al momento de
su detención, Orlando Álvarez Ríos tenía 32 años de edad.
79.20. Fue detenido en la detención colectiva del 15 de septiembre de 1995. De las cuatro víctimas del
presente caso fue el único que pudo informar a un familiar que se encontraba detenido, oportunidad en
la que manifestó a su hermana, Dilcia Álvarez Ríos, que no se preocupara ya que le habían dicho que el día
lunes 18 de septiembre de 1995 sería puesto en libertad. La víctima permaneció bajo la custodia de agentes
del CORE VII aún después de que la juez de policía registró su liberación. El 17 de septiembre de 1995, en
horas de la mañana, el cuerpo de Orlando Álvarez Ríos fue encontrado sin vida en la carretera del Norte, a
la altura del kilómetro 41 en las cercanías de la Comunidad de Las Moras, en Tegucigalpa.
79.21. Dilcia Álvarez Ríos se dirigió al CORE VII a preguntar por su hermano el 19 de septiembre de 1995, ya
que no había regresado el 18 de septiembre, como le había informado. En dicho Comando le informaron
que “allí no había estado nadie con [el] nombre [de Orlando Álvarez Ríos] y que si estuvo ya se había ido”.
Seguidamente se dirigió a la Dirección de Investigación Criminal donde tampoco su hermano aparecía en
las listas de los detenidos. Finalmente, fue a la morgue, donde identificó el cadáver de Orlando Álvarez Ríos.
79.22. La autopsia practicada al cadáver de Orlando Álvarez Ríos el 17 de septiembre de 1995 por el Minis-
terio Público reveló que la víctima presentaba dos heridas por proyectil de arma de fuego cuyos orificios
de entrada fueron: uno detrás del oído derecho, y otra localizada 3 cms. por debajo del oído derecho. La
autopsia no se refiere a heridas de arma blanca, moretones u otras marcas que pudiera haber presentado
el cuerpo de Orlando Álvarez Ríos.
79.23. El cuerpo de Orlando Álvarez Ríos fue encontrado con signos de haber sido objeto de violencia
sexual. El Estado no realizó exámenes para investigar si la víctima fue abusada sexualmente antes de su
ejecución extrajudicial.

F) Detención, tortura y ejecución extrajudicial de Diomedes Obed García Sánchez


79.24. Diomedes Obed García Sánchez nació el 20 de agosto de 1974 en Trujillo, departamento de Colón,
vivía en la Colonia San Miguel de Tegucigalpa. Era hijo de Diomedes Tito García Casildo y de Andrea Sánchez
Loredo. Residía en la casa “Nazaret”, coordinada por el señor Carlos Jorge Mahomar Marzuca, dedicada a
dar albergue a jóvenes con problemas de conducta y drogadicción. Al momento de su detención tenía 19
años de edad.
79.25. Fue detenido entre el 15 y el 16 de septiembre de 1995 en las inmediaciones de un local de juegos
electrónicos localizado a un lado de la Iglesia de la Merced de Tegucigalpa. Posteriormente fue trasladado
en un vehículo de la policía al CORE VII. Su detención no consta en los registros respectivos, por lo que su
nombre tampoco aparece en la lista de “indultados” del 16 de septiembre de 1995.
79.26. Diomedes Obed García Sánchez había sido anteriormente amenazado por el teniente José Alberto
Alfaro Martínez, cuando éste le habría dicho que “le había dado cincuenta lempiras [...] para que se perdiera
de Tegucigalpa; y esto fue antes de caer preso, como un día lunes; y, le dijo que si volvía a caer allí, ya sabía
lo que le tocaba, que lo iban a palmar”.

141
79.27. Marvin Rafael Díaz, en su declaración rendida ante la Fiscalía de Derechos Humanos el 20 de sep-
tiembre de 1995, manifestó que Diomedes Obed García Sánchez fue llevado al segundo piso del CORE VII
cuando el Teniente Marco Tulio Regalado Hernández le amenazó diciendo: “ya ves que te dije lo que te iba
a pasar la próxima vez, que no te quería ver aquí”, a lo que Diomedes contestó que “a él lo habían agarrado
de puro gusto, que él no andaba robando”. En el CORE VII los tenientes Marco Tulio Regalado Hernández,
José Alberto Alfaro Martínez, Hugo Antonio Vivas, José Antonio Martínez Arrazola amenazaron de muerte
a Marlon Antonio Martínez Pineda, conocido como “Pie Grande”, y a Diomedes Obed García Sánchez.
79.28. El 30 de octubre de 1995 Marlon Antonio Martínez Pineda, conocido como “Pie Grande”, y otro
joven llamado Milton Adaly Sevilla Guardado fueron encontrados muertos de manera similar a la de las
víctimas del presente caso.
79.29. Días antes de su muerte, Diomedes Obed García Sánchez dijo a su novia que “ya le habían dicho que
lo iban a matar”. Asimismo, con anterioridad al 15 de septiembre de 1995, Diomedes y un amigo habían
sido detenidos por encontrarse indocumentados y ese día “le pegaron una paliza [a Diomedes] con tolete,
los puños, lo amarra[ron] de las manos y lo tortura[ron] y [...] a [su amigo] no [l]e [hicieron] nada”.
79.30. El 17 de septiembre de 1995, en horas de la mañana, el cuerpo de Diomedes Obed García Sánchez
fue encontrado sin vida en el kilómetro 8 y 9 de la carretera de Olancho, en Tegucigalpa.
79.31. La autopsia practicada al cadáver el 17 de septiembre de 1995 por el Ministerio Público reveló que
Diomedes Obed García Sánchez presentaba ocho heridas producidas por arma de fuego, además de tres
heridas de arma blanca, una de las cuales fue tan profunda que “casi le cercenan la cabeza”. Los orificios de
entrada de los proyectiles fueron: uno en la región temporal izquierda, uno en la parte superior del pómulo
izquierdo, uno detrás del oído derecho, uno en la mejilla izquierda, uno en la región pectoral izquierda, y
tres orificios de proyectil de arma de fuego en la mano izquierda. Además, el cuerpo presentaba dos heridas
contuso cortantes producidas por machete, una en el lado derecho del cuello y otra en el brazo derecho,
y una herida punzo cortante en el lado izquierdo del cuello. El Ministerio Público no tomó fotografías del
cadáver, “por falta de rollo”.

G) Similitud entre las cuatro detenciones ilegales, torturas y ejecuciones extrajudiciales


79.32. Luego de haber sido detenidos y haber permanecido bajo custodia del Estado desde el 15 ó 16 de
septiembre de 1995, los cadáveres de Marco Antonio Servellón García, Rony Alexis Betancourth Vásquez,
Orlando Álvarez Ríos y Diomedes Obed García Sánchez fueron encontrados el 17 de septiembre de 1995,
después haber sido torturados y asesinados, en diferentes lugares de Tegucigalpa, Honduras. Los puntos
de la ciudad en que los cuerpos fueron encontrados, unidos entre sí cerraban un círculo, por lo que el caso
fue conocido localmente como “los cuatros puntos cardinales”.
79.33. Las muertes de Marco Antonio Servellón García, Rony Alexis Betancourth Vásquez, Orlando Álvarez
Ríos y Diomedes Obed García Sánchez fueron “todas [‘] homicidas, [y] la relación entre una y otra manera
de muerte es similar a la luz de las características de los orificios de entrada de los proyectiles[,...] por lo
que podría tratarse de una misma arma[. Las] lesiones encontradas, […] son compatibles con las producidas
por proyectiles de arma de fuego, con signos de haber sido producidas desde corta y larga distancia. Las
heridas punzo cortantes [...] son compatibles con las producidas por un objeto metálico largo con filo en
uno de sus lados, cuyas medidas son similares y el mecanismo de producción es la presión que se ejerce
venciendo la elasticidad de los tejidos produciendo lesiones internas severas. Las heridas contuso cortantes
son compatibles con las producidas por un instrumento metálico largo con filo en uno de sus lados, que
actúa por su peso y su filo (machete) [...]”.

142
79.34. Los proyectiles extraídos de los cuerpos de Marco Antonio Servellón García, Rony Alexis Betancourth
Vásquez y Diomedes Obed García Sánchez fueron disparados por la misma arma de fuego. El calibre del
proyectil encontrado en el cuerpo de Orlando Álvarez Ríos no se pudo determinar debido a la deformación
que presentaba. El inspector de Derechos Humanos dependiente de la Dirección de Investigación Criminal
expresó que su hipótesis era que las cuatro muertes estaban relacionadas, por lo que decidió investigarlas
en forma conjunta.
79.35. En los asesinatos de Marco Antonio Servellón García, Rony Alexis Betancourth Vásquez, Orlando
Álvarez Ríos y Diomedes Obed García Sánchez se utilizó un modus operandi común entre sí, y ellos ocu-
rrieron en el contexto de ejecuciones extrajudiciales de niños y jóvenes en situación de riesgo, existente
en la época de los hechos en Honduras (supra párrs. 79.1, 79.2 y 79.3).

H) Sobre las investigaciones policiales y los procesos penales iniciados a raíz de la


muerte de Marco Antonio Servellón García, Rony Alexis Betancourth Vásquez,
Orlando Álvarez Ríos y Diomedes Obed García Sánchez
79.36. Con posterioridad al 18 de septiembre de 1995, la Fiscal Titular de la Fiscalía de Derechos Humanos
recibió, del Inspector de Derechos Humanos de la Dirección de Investigación Criminal, un informe sobre la
denuncia realizada por la señora Marja Ibeth Castro García por la detención ilegal de su hermano Marco
Antonio Servellón García y las investigaciones que habían sido realizadas por la Fiscalía de Derechos Hu-
manos a raíz de dicha denuncia.
79.37. El 5 de octubre de 1995 la Adjunta Primera del Comisionado Nacional de los Derechos Humanos
remitió a la Fiscal Especial de los Derechos Humanos la denuncia de Dilcia Álvarez Ríos, en la cual alegó que
su hermano Orlando Álvarez Ríos había sido encontrado muerto con dos disparos de arma de fuego en la
cabeza. La Adjunta Primera del Comisionado Nacional de los Derechos Humanos solicitó que se procediera
a realizar las investigaciones pertinentes sobre el caso.
79.38. El 5 de marzo de 1996 el señor Manases Betancourth Núñez, padre del menor Rony Alexis Betancourth
Vásquez, interpuso acusación criminal “por los delitos de Abuso de Autoridad y Violación a los Deberes de
los Funcionarios, Detención Ilegal y Asesinato en contra de los señores Teniente Coronel David Abraham
Mendoza Comandante Regional de la FUSEP, los Capitanes [Miguel Ángel] Villatoro [Aguilar], [Egberto]
Arias [Aguilar], [Rodolfo] Pagoada [Medina], [Juan Ramón] Ávila [Meza], los Tenientes Efectivos Marco Tulio
Regalado [Hernández], [José Francisco] Valencia [Velásquez], [Edilberto] Brizuela [Reyes], los Sub-tenien-
tes [José] Alberto Alfaro [Martínez]*, [Leonel] Matute Chávez, [Orlando] Mejía [Murcia], [José Reinaldo]
Servellón [Castillo] y [Osvaldo] López [Flores], por los mismos delitos contra los Sargentos Núñez, Palacios,
Adan, Zambrano y Miranda y Cano por los mismos delitos contra los agentes Laínez, [Hugo Antonio] Vivas,
[José Antonio] Martínez [Arrazola] y Francisco Morales Suanzo y contra la señora Jueza de Policía Roxana
Sierra [Ramírez], por los delitos de Detención Ilegal, Abuso de Autoridad y Violación a los deberes de los
Funcionarios y Encubrimiento, en perjuicio del menor Rony Alexis Betancourth [Vásquez]”.
79.39. El 5 de marzo de 1996 el Juzgado de Letras Primero de lo Criminal (en adelante “el Juzgado”) admi-
tió la acusación, previo trámite de rigor, y ordenó las medidas y averiguaciones que debían ser tomadas.

* En lo que se refiere al señor José Alberto Alfaro Martínez, en los documentos presentados por las partes apa-
rece indistintamente el nombre José Alberto o Alberto José. Esta Corte entiende que se trata de la misma persona,
en razón de lo cual en la presente Sentencia utilizará el nombre José Alberto Alfaro Martínez.

143
79.40. El 6 de mayo de 1996 la representante del Ministerio Público presentó acusación criminal ante el
Juzgado contra “Marco Tulio Regalado Hernández, [José Alberto] Alfaro Martínez, Hugo Antonio Vivas,
José Antonio Martínez Arrazola [y] Roxana Sierra Ramírez […] por los delitos de asesinato consumados en
perjuicio de los jóvenes Orlando Álvarez Ríos, Rony Alexis Betancourth [Vásquez], Marco Antonio Servellón
García y Diomedes Obed García Sánchez, […] cometidos por [dichos] funcionarios en contra del ejercicio
de los derechos garantizados por la Constitución, en perjuicio de la existencia y la seguridad del Estado,
y abuso de autoridad, en perjuicio de la administración pública”. En la acusación se solicitó, entre otros
que: 1) se libraran las órdenes de captura correspondientes, y 2) la unión de la acusación a los autos de las
diligencias iniciadas sobre estos mismos hechos mediante acusación presentada ante el mismo Juzgado
por el Procurador del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos en Honduras (CODEH), así como
los que radicaban ante los Juzgados Segundo de Paz de lo Criminal de Tegucigalpa y Juzgado de Paz de lo
Criminal de Comayaguela.
79.41. El 6 de mayo de 1996 el Juzgado admitió la acusación presentada por el Ministerio Público, y en
consecuencia ordenó que se realizaran las averiguaciones correspondientes, que se librara comunicación al
Juzgado Segundo de lo Criminal de Tegucigalpa y al Juzgado Segundo de Paz de lo Criminal de Comayagüela,
a fin de que se inhibieran de conocer las causas instruidas para averiguar las muertes de Marco Antonio
Servellón García, Orlando Álvarez Ríos, Rony Alexis Betancourth Vásquez y Diomedes Obed García Sánchez
y que fueran remitidas a dicho Juzgado para su continuación. Por último, el Juzgado rechazó el pedido de
orden de captura con base en que no existían méritos suficientes para librarla.
79.42. El 6 de agosto de 1996 el señor Manases Betancourth Núñez solicitó al Juzgado que se librara orden
de captura en contra de los señores Teniente Coronel David Abraham Mendoza; los Capitanes Miguel Ángel
Villatoro Aguilar, Egberto Arias Aguilar, Rodolfo Pagoada Medina y Juan Ramón Avila Meza; los Tenien-
tes Marco Tulio Regalado [Hernández], José Francisco Valencia Velásquez y Edilberto Brizuela Reyes; los
Sub-tenientes José Alberto Alfaro Martínez, Leonel Matute Chavez, Orlando Mejía Murcía, José Reinaldo
Servellón Castillo y Osvaldo López Flores; los agentes Núñez, Palacios, Cano, Laínez, Hugo Antonio Vivas
y Francisco Morales Suazo, y la Jueza de Policía Roxana Sierra Ramírez, ya que de las diligencias sumarias
presentadas, las personas mencionadas habían resultado implicadas en la comisión de los delitos denun-
ciados, en perjuicio del menor Rony Alexis Betancourth Vásquez, además de “haberse reunido en autos la
suficiente plena prueba acreditada mediante Dictámenes Periciales y Médicos emitidos por la Dirección
de Investigación Criminal y de Medicina Forense […] que producen indicios suficientes de su culpabilidad”.
79.43. El mismo 6 de agosto de 1996 el Juzgado rechazó el pedido de orden de captura por no existir mé-
ritos suficientes para dictar un auto de prisión. Los representantes del señor Manases Betancourth Núñez
recurrieron de dicha resolución, y el 21 de enero de 1997 la Corte Primera de Apelaciones rechazó el recurso
interpuesto, y confirmó el auto apelado.
79.44. Desde marzo de 1996 hasta febrero de 2005 tanto el Ministerio Público como la autoridad judicial
centraron las diligencias sumarias fundamentalmente en cinco pedidos: a) inspeccionar las instalaciones del
Séptimo Comando Regional (CORE VII) con el fin de constatar en el Libro de Registro de detenidos el día y
hora de ingreso y supuesto egreso de las víctimas; b) constatar en la hoja de servicios policiales el nombre
completo, asignación y grado de los acusados en el mes de septiembre de 1995, en particular Marco Tulio
Regalado Hernández; c) determinar del inventario de armas si las mismas fueron decomisadas y no devueltas
por la Policía, los permisos de porte de armas que obran en esa dependencia y si los sospechosos poseían
armas personales asignadas en 1995; d) solicitar al Laboratorio de Balística del Ministerio Público los dictá-
menes periciales que contienen el resultado de los proyectiles encontrados en los cuerpos de las víctimas
y e) procurar la ampliación de la declaración testifical de la señora Liliana Ortega Alvarado. A principios
del año 2005, más de nueve años después de los hechos, el proceso penal seguía en la etapa de sumario.

144
79.45. El 16 de mayo de 2002 la Corte Suprema de Honduras solicitó ad efectum videndi al Juzgado que
remitiera la causa instruida por el delito de homicidio en perjuicio de Marco Antonio Servellón García y
otros, en atención a la solicitud de la Secretaría de Relaciones Exteriores de Honduras para que la Corte
Suprema emitiera un análisis sobre “retardo injustificado de justicia” en la referida causa.
79.46. El 12 de agosto de 2002 la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia constató que: “1. Las presentes
diligencias de investigación se [encontraban] todavía en etapa sumarial o instrucción, [la que de confor-
midad a la legislación] no [puede exceder] de tres meses. 2. [Que] dentro de las diligencias ordenadas
por el Juez instructor están: identificación de archivos, nombramientos, causa de altas y bajas de algunos
tenientes y agentes, sin que hayan ejecutado tales requerimientos por autoridad responsable obligada a
suministrar las informaciones requeridas [y que al] Juez responsable de la investigación no puede[n] pasar
desapercibid[as] tales negligencias [...]. 3. Los niveles de investigación hasta ahora practicadas [...] no han
sido efectivos, ya que no han logrado cumplir con el objetivo de la etapa sumarial en el proceso[,] que es
la práctica de diligencias con el objeto de comprobar el cuerpo del delito, descubrimiento a sus autores o
partícipes, conocer su personalidad y averiguar [la] naturaleza y cuantía de los daños”.
79.47. El 14 de enero de 2005 el Ministerio Público solicitó nuevamente que se libraran las correspondientes
órdenes de captura en contra de David Abraham Mendoza, Marco Tulio Regalado Hernández, José Alberto
Alfaro Martínez, José Antonio Martínez Arrazola y Roxana Sierra Ramírez. El 9 de febrero de 2005, más de
nueve años después de las ejecuciones extrajudiciales, el Juzgado resolvió “ordenar la inmediata captura
de los señores José Alberto Alfaro Martínez y Víctor Hugo Vivas Lozano, por suponerlos responsables de
haber cometido los delitos de Tortura[…] y Asesinato, en perjuicio de Orlando Álvarez Ríos, Rony Alexis
Betancourth [Vásquez], Marco Antonio Servellón García y Diomedes Obed García Sánchez y [...] la inme-
diata captura de la señora Roxana Sierra Ramírez, por suponerla responsable de haber cometido el delito
de Detención Ilegal [...]”. El Ministerio Público recurrió de dicha decisión, porque ordenaba la captura sólo
de algunos de los acusados por la muerte de las víctimas.
79.48. El 15 de febrero de 2005 José Alberto Alfaro Martínez acudió ante el Juzgado a “present[arse] volun-
tariamente […] en virtud de tener conocimiento que en [su contra] se instruy[ó] proceso por suponer[lo]
responsable de la comisión de los delitos de asesinato y tortura en perjuicio de los señores Rony Alexis
Betancourt [Vásquez], Diomedes Obed García Sánchez, Marco Antonio Servellón García y Orlando Álvarez
Ríos [...]”, y ese mismo día rindió su declaración indagatoria. El 20 de febrero de 2005 el señor José Alberto
Alfaro Martínez solicitó al Juzgado el sobreseimiento definitivo, dentro del término de ley para inquirir, en
virtud de haberse desvanecido los presupuestos incriminatorios para decretar auto de prisión.
79.49. El 21 de febrero de 2005 el Juzgado decretó auto de prisión en contra de José Alberto Alfaro Martí-
nez, declaró cerrado el sumario y elevó las diligencias a la etapa de plenario. Al día siguiente, los abogados
defensores de José Alberto Alfaro Martínez recurrieron de dicha resolución. El 22 de junio de 2005 la Corte
Primera de Apelaciones declaró con lugar la apelación interpuesta, revocó el auto de prisión en contra del
señor José Alberto Alfaro Martínez y sobreseyó definitivamente las diligencias a su favor.
79.50. El 22 de junio de 2005 la Corte Primera de Apelaciones declaró sin lugar la apelación interpuesta
contra el auto de 9 de febrero de 2005 (supra párr. 79.47), por entender que “las órdenes de captura libradas
en su momento contra algunos de los imputados las emitió el Juez en el ejercicio de sus facultades y supo-
niendo que existían méritos para hacerlo solo respecto de los mismos, por lo que la providencia recurrida
se enc[ontraba] apegada a derecho”. El 2 de agosto de 2005 el Ministerio Público interpuso un recurso de
amparo contra esta decisión, que fue resuelto por la Corte Suprema de Justicia el 14 de diciembre de 2005,
la cual, en aplicación, entre otros, de los artículos 8 y 25 de la Convención Americana, otorgó el recurso de

145
amparo, “a efecto de que se dict[ara] una nueva resolución [que decidiera la apelación interpuesta por el
Ministerio Público contra el auto de 9 de febrero de 2005] con la motivación y fundamentación que ordena
el debido proceso” (supra párr. 79.47)
79.51. A la fecha de la presente Sentencia el proceso penal continúa en trámite, el Juzgado ha dispuesto de-
clarar cerrado el sumario y elevar las diligencias a la etapa de plenario, decisión que se encuentra pendiente
de recurso (supra párrs. 79.49 y 79.50). Asimismo, el Juzgado ha dictado órdenes de captura en contra de
tres de los acusados señores Víctor Hugo Vivas Lozano, Roxana Sierra Ramírez y José Alberto Alfaro Martínez.
Respecto a los dos primeros dichas órdenes no se han hecho efectivas. En lo que se refiere al señor José
Alberto Alfaro Martínez, que había estado bajo prisión preventiva, para la fecha de la presente Sentencia,
se encuentra en libertad, ya que la causa fue sobreseída a su favor (supra párr. 79.49).
[…]

VIII
Violación de los artículos 4.1, 5.1, 5.2 y 5.5, 7.1, 7.2, 7.3, 7.4 y 7.5, y 19,
de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 de la misma
(Derecho a la Vida, a la Integridad Personal, a la Libertad Personal,
Derechos del Niño y Obligación de Respetar los Derechos)

80. La Corte en el Capítulo VI concluyó que el Estado reconoció su responsabilidad internacional por la vio-
lación de los artículos 4.1, 5.1 y 5.2 y 7.1, 7.2, 7.3, 7.4 y 7.5 de la Convención Americana, en relación con el
artículo 1.1 de dicho instrumento, en perjuicio de Marco Antonio Servellón García, Rony Alexis Betancourth
Vásquez, Orlando Álvarez Ríos y Diomedes Obed García Sánchez, y los artículos 5.5 y 19 de la Convención,
en perjuicio de Marco Antonio Servellón García y Rony Alexis Betancourth Vásquez. En razón de lo anterior,
la Corte no resumirá los alegatos presentados por la Comisión, los representantes y el Estado.

Consideraciones de la Corte
81. El artículo 7 de la Convención Americana dispone que:
1. Toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad personales.
2. Nadie puede ser privado de su libertad física, salvo por las causas y en las condiciones fijadas de
antemano por las Constituciones Políticas de los Estados partes o por las leyes dictadas conforme
a ellas.
3. Nadie puede ser sometido a detención o encarcelamiento arbitrarios.
4. Toda persona detenida o retenida debe ser informada de las razones de su detención y notificada,
sin demora, del cargo o cargos formulados contra ella.
5. Toda persona detenida o retenida debe ser llevada, sin demora, ante un juez u otro funcionario
autorizado por la ley para ejercer funciones judiciales y tendrá derecho a ser juzgada dentro de
un plazo razonable o a ser puesta en libertad, sin perjuicio de que continúe el proceso. Su libertad
podrá estar condicionada a garantías que aseguren su comparecencia en el juicio.
[…]
82. El artículo 5 de la Convención Americana establece que:
1. Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral.
2. Nadie debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Toda
persona privada de libertad será tratada con el respeto debido a la dignidad inherente al ser hu-
mano.
[…]

146
5. Cuando los menores puedan ser procesados, deben ser separados de los adultos y llevados ante
tribunales especializados, con la mayor celeridad posible, para su tratamiento.
[…]
83. El artículo 4 de la Convención dispone que
[t]oda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en
general, a partir del momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente.
[…]
84. El artículo 19 de la Convención establece que
[t]odo niño tiene derecho a las medidas de protección que su condición de menor requieren por
parte de su familia, de la sociedad y del Estado.
85. El artículo 1.1 de la Convención Americana establece que
[l]os Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades
reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su
jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones
políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o
cualquier otra condición social.
86. La Convención ha consagrado como principal garantía de la libertad y la seguridad individual la pro-
hibición de la detención o encarcelamiento ilegal o arbitrario. La Corte ha manifestado que el Estado, en
relación con la detención ilegal, “si bien [...] tiene el derecho y la obligación de garantizar su seguridad y
mantener el orden público, su poder no es ilimitado, pues tiene el deber, en todo momento, de aplicar
procedimientos conformes a Derecho y respetuosos de los derechos fundamentales, a todo individuo que
se encuentre bajo su jurisdicción”.
87. Así es que con la finalidad de mantener la seguridad y el orden públicos, el Estado legisla y adopta diversas
medidas de distinta naturaleza para prevenir y regular las conductas de sus ciudadanos, una de las cuales
es promover la presencia de fuerzas policiales en el espacio público. No obstante, la Corte observa que un
incorrecto actuar de esos agentes estatales en su interacción con las personas a quienes deben proteger,
representa una de las principales amenazas al derecho a libertad personal, el cual, cuando es vulnerado,
genera un riesgo de que se produzca la vulneración de otros derechos, como la integridad personal y, en
algunos casos, la vida.
88. El artículo 7 de la Convención consagra garantías que representan límites al ejercicio de la autoridad por
parte de agentes del Estado. Esos límites se aplican a los instrumentos de control estatales, uno de los cuales
es la detención. Dicha medida estará en concordancia con las garantías consagradas en la Convención siem-
pre y cuando su aplicación tenga un carácter excepcional, respete el principio a la presunción de inocencia
y los principios de legalidad, necesidad y proporcionalidad, indispensables en una sociedad democrática.
89. La restricción del derecho a la libertad personal, como es la detención, debe darse únicamente por las
causas y en las condiciones fijadas de antemano por las Constituciones Políticas o por las leyes dictadas
conforme a ellas (aspecto material), y además, con estricta sujeción a los procedimientos objetivamente
definidos en la misma (aspecto formal). A su vez, la legislación que establece las causales de restricción
de la libertad personal debe ser dictada de conformidad con los principios que rigen la Convención, y ser
conducente a la efectiva observancia de las garantías en ella previstas.

147
90. Asimismo, la Convención prohíbe la detención o encarcelamiento por métodos que pueden ser lega-
les, pero que en la práctica resultan irrazonables, o carentes de proporcionalidad. La Corte ha establecido
que para que se cumplan los requisitos necesarios para restringir el derecho a la libertad personal, deben
existir indicios suficientes que permitan suponer razonablemente la culpabilidad de la persona sometida
a un proceso y que la detención sea estrictamente necesaria para asegurar que el acusado no impedirá el
desarrollo eficiente de las investigaciones ni eludirá la acción de la justicia. Al ordenarse medidas restrictivas
de la libertad es preciso que el Estado fundamente y acredite la existencia, en el caso concreto, de esos
requisitos exigidos por la Convención.
91. La detención de las víctimas en este caso constituyó una detención colectiva y programada, en la que
aproximadamente 128 personas fueron detenidas, sin orden de detención y sin haber sido aprehendidas
en flagrante delito, y que fue realizada con la declarada finalidad de evitar disturbios durante los desfiles
que se realizarían para celebrar el Día de la Independencia Nacional (supra párr. 79.5).
92. El Tribunal entiende que la detención colectiva puede representar un mecanismo para garantizar la
seguridad ciudadana cuando el Estado cuenta con elementos para acreditar que la actuación de cada una
de las personas afectadas se encuadra en alguna de las causas de detención previstas por sus normas in-
ternas en concordancia con la Convención. Es decir, que existan elementos para individualizar y separar las
conductas de cada uno de los detenidos y que, a la vez, exista el control de la autoridad judicial.
93. Por ello, una detención masiva y programada de personas sin causa legal, en la que el Estado detiene
masivamente a personas que la autoridad supone que podrían representar un riesgo o peligro a la seguridad
de los demás, sin indicios fundados de la comisión de un delito, constituye una detención ilegal y arbitra-
ria. En concordancia con ello, en el Caso Bulacio la Corte estableció que las razzias son incompatibles con
el respeto a los derechos fundamentales, entre otros, la presunción de inocencia, la existencia de orden
judicial para detener —salvo en hipótesis de flagrancia— y la obligación de notificar a los encargados de
los menores de edad.
94. Este Tribunal considera que el principio de igualdad ante la ley y no discriminación pertenece al jus co-
gens el cual, revestido de carácter imperativo, acarrea obligaciones erga omnes de protección que vinculan
a todos los Estados y generan efectos con respecto a terceros, inclusive particulares.
95. El Tribunal, en la Opinión Consultiva OC-18 sobre la Condición Jurídica y Derechos de los Migrantes
Indocumentados, estableció que existe un vínculo indisoluble entre la obligación de respetar y garantizar
los derechos humanos y el principio de igualdad ante la ley y no discriminación, y que este debe impregnar
toda la actuación del Estado. En ese sentido, el Estado no puede actuar en contra de un determinado grupo
de personas, ya sea por motivos de género, raza, color, idioma, religión o convicción, opinión política o de
otra índole, origen nacional, étnico o social, nacionalidad, edad, situación económica, patrimonio, estado
civil, nacimiento o cualquier otra condición.
96. Las detenciones programadas y colectivas, las que no se encuentran fundadas en la individualización de
conductas punibles y que carecen del control judicial, son contrarias a la presunción de inocencia, coartan
indebidamente la libertad personal y transforman la detención preventiva en un mecanismo discriminatorio,
por lo que el Estado no puede realizarlas, en circunstancia alguna.
97. Por su parte, el artículo 5 de la Convención Americana reconoce expresamente el derecho a la inte-
gridad personal, que implica la prohibición absoluta de la tortura y penas o tratos crueles, inhumanos o
degradantes. Este Tribunal ha considerado de forma constante en su jurisprudencia que dicha prohibición

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pertenece hoy día al dominio del jus cogens. El derecho a la integridad personal no puede ser suspendido
bajo circunstancia alguna.
98. El artículo 4 de la Convención garantiza el derecho de todo ser humano de no ser privado de la vida
arbitrariamente, lo que incluye la necesidad de la adopción por parte del Estado de medidas positivas para
prevenir la violación de este derecho, como serían todas las medidas necesarias para impedir las ejecuciones
arbitrarias por parte de sus propias fuerzas de seguridad, así como para prevenir y castigar la privación de
la vida como consecuencia de actos criminales practicados por terceros particulares.
99. En el presente caso, las víctimas fueron detenidas colectivamente, de forma ilegal y arbitraria, sometidas
a tortura y tratos crueles, inhumanos o degradantes durante su detención. Fueron golpeadas con pistolas
en la cabeza y con sillas, acusadas de “ladrón” y estuvieron aisladas y amarradas durante su detención en
el CORE VII. Mientras se encontraban bajo la custodia estatal, y cumpliendo las amenazas que les hicieron
los agentes estatales, fueron asesinados con armas de fuego y armas blancas (supra párrs. 79.5 a 79.31).
El menor Marco Antonio Servellón García fue ejecutado con cuatro disparos de arma de fuego dirigidos a
su rostro y su cabeza. El menor Rony Alexis Betancourth Vásquez recibió dos disparos de arma de fuego
en la cabeza, y cuatro heridas de arma blanca, tres de las cuales localizadas en el pecho. Orlando Álvarez
Ríos murió como consecuencia de dos disparos de arma de fuego y su cuerpo presentaba señales de que
había sido objeto de violencia sexual antes de su muerte. Diomedes Obed García Sánchez fue ejecutado
mediante ocho disparos producidos por arma de fuego, además de tres heridas de arma blanca, dos de
ellas producidas por machete, una de las cuales habría sido tan profunda que le habría “casi [...] cerce-
na[do] la cabeza” (supra párr. 79.31). El ensañamiento con que se ejecutó a las víctimas, privándoles de la
vida en forma humillante, las marcas de tortura física presentes en los cuatro cadáveres, y la forma como
sus cuerpos fueron abandonados a la intemperie, constituyeron graves atentados al derecho a la vida, a
la integridad y libertad personales.
100. Al respecto, en la declaración rendida por Marvin Rafael Díaz en el Juzgado de Paz Segundo de lo Crimi-
nal el 19 de marzo de 1996, éste manifestó que “el teniente Alfaro [...] dijo, [‘]a estos déjenmelos aparte[’],
los cuatro que aparecieron muertos el día domingo diecisiete de [s]eptiembre de[1995]; y pud[o] observar
que los amarró con unos lazos que éste tenía, y vi[ó] que DIOMEDES lloraba[. Estuvieron] pegados a un Pley
wod [(sic)], viendo hacia la pared, [...]. Ellos estaban nerviosos, porque temían que los mataran, ya que les
habían advertido y [se les había dicho que] pertenecían a la MARA DE LOS [POISON] y que [les] tenían cla-
vo” (supra párr. 79.7). Por su parte, Krisell Mahely Amador, novia de Diomedes Obed García Sánchez, en su
declaración rendida ante la Fiscalía Especial de Derechos Humanos el 11 de octubre de 1995, expresó que
días antes de su muerte, la víctima le dijo “que ya le habían dicho que lo iban a matar” (supra párr. 79.29).
101. Asimismo, esta Corte no deja de señalar el trato que recibieron las víctimas menores de edad. Rony
Alexis Betancourth Vásquez indicó con señales a Carlos Yovanny Arguijo Hernández, quien también había
sido detenido ese mismo día, que le iban a matar, “a dar corte de cabeza, ya que [Rony] llevó una de sus
manos al cuello, dándole a entender [...] y que fue lo que escuch[ó] de éste ‘si me palman, me palman...’
ya que [Rony le] dijo que decían que pertenecía a la mara de los poison” (supra párr. 79.15).
102. Es ilícita toda forma de ejercicio del poder público que viole los derechos reconocidos por la Conven-
ción. La Corte ha señalado que los Estados responden por los actos de sus agentes, realizados al amparo de
su carácter oficial, y por las omisiones de los mismos, aún si actúan fuera de los límites de su competencia
o en violación del derecho interno. De manera especial, los Estados deben vigilar que sus cuerpos de se-
guridad, a quienes les está atribuido el uso de la fuerza legítima, respeten el derecho a la vida de quienes
se encuentren bajo su jurisdicción.

149
103. En el presente caso, agentes de la fuerza pública, haciendo uso ilegal de su autoridad, detuvieron a
las víctimas y las ejecutaron. Al respecto, la Corte ha reiterado que en relación con el derecho a la vida, los
Estados tienen la obligación de garantizar la creación de las condiciones que se requieran para que no se
produzcan violaciones de ese derecho inalienable, y que es particularmente grave su vulneración cuando
ésta es producida por agentes estatales, hecho reconocido por el Estado en su allanamiento.
104. Además de lo anterior, la Corte ha establecido que los hechos de este caso se dieron en el marco de
un contexto de violencia en contra de los niños y jóvenes en situación de riesgo social en Honduras (supra
párrs. 79.1, 79.2, 79.3 y 79.35).
105. El Tribunal observa que, si bien no se encuentra probado en el expediente del presente caso la existen-
cia, en la época de los hechos, de un patrón sistemático de violaciones de derechos humanos en perjucio
de los niños y jóvenes en situación de riesgo, sí está probado el contexto de violencia dentro del cual se han
perpetrado las violaciones a los derechos a la vida, integridad y libertad personales en este caso.
106. Es necesario resaltar que el Estado manifestó ante la Corte que “desde 1997 a la fecha [de presentación
de la contestación de la demanda, el 4 de julio de 2005,] se ha registrado una cantidad importante de muertes
violentas de menores”, y que el Estado “[...] ha venido haciendo importantes esfuerzos para fortalecer una
política de protección a la niñez y sus derechos en general y, en particular, para contrarrestar el fenómeno
de muertes de menores”. El Estado reconoce la existencia de lo que llama fenómeno de muertes violentas
de menores, aunque rechaza la alegación de que el fenómeno se trate de una política de “profilaxis social”.
107. Sin embargo, la Corte ha afirmado que la responsabilidad internacional se genera en forma inmediata
con el ilícito internacional atribuido al Estado, y es consecuencia de todo menoscabo a los derechos huma-
nos que pueda ser atribuido a la acción, y también a la omisión, de cualquier poder u órgano de éste. La
responsabilidad internacional puede configurarse aún en ausencia de intencionalidad, y hechos violatorios
de la Convención son de responsabilidad del Estado independientemente de que éstos sean o no conse-
cuencia de una política estatal deliberada.
108. La obligación positiva derivada del deber de respeto y garantía, de crear las condiciones que se requie-
ran para que no se produzcan violaciones a los derechos humanos, en circunstancias como la del presente
caso, en que ha existido un contexto de violencia caracterizado por ejecuciones extrajudiciales e impunidad,
se convierte en el deber, a cargo del Estado, de hacer cesar las condiciones que permiten la ocurrencia
reiterada de las privaciones arbitrarias a la vida y de su falta de investigación.
109. En el presente caso, está demostrado que el Estado no adoptó las medidas necesarias para cambiar
el contexto de violencia en contra de los niños y jóvenes en el marco del cual fueron ejecutados Marco
Antonio Servellón García, Rony Alexis Betancourth Vásquez, Orlando Álvarez Ríos y Diomedes Obed García
Sánchez. Esto agrava la responsabilidad internacional del Estado.
110. El referido contexto estuvo marcado por la estigmatización de los jóvenes como supuestos causantes
del aumento de la inseguridad pública en Honduras y por la identificación, como delincuentes juveniles,
de los niños y jóvenes en situación de riesgo social, es decir, pobres, en estado de vagancia, sin empleos
fijos o que padecen de otros problemas sociales (supra párr. 79.1).
111. Sobre esa vinculación entre la pobreza y la violencia dirigida a los niños y jóvenes, la Relatora Especial
de las Naciones Unidas para Ejecuciones Extrajudiciales, Sumarias o Arbitrarias, señaló en su informe de 14
de junio de 2002 respecto de Honduras, que “[s]i bien los niños son vulnerables y están expuestos a abusos
y a la delincuencia por su falta de autonomía, la delincuencia juvenil nunca puede utilizarse para justificar
que las fuerzas de seguridad maten a niños a fin de mantener el orden público”.

150
112. La Corte advierte que, en atención al principio de igualdad ante la ley y no discriminación, el Estado no
puede permitir por parte de sus agentes, ni fomentar en la sociedad prácticas que reproduzcan el estigma
de que niños y jóvenes pobres están condicionados a la delincuencia, o necesariamente vinculados al au-
mento de la inseguridad ciudadana. Esa estigmatización crea un clima propicio para que aquellos menores
en situación de riesgo se encuentren ante una amenaza latente a que su vida y libertad sean ilegalmente
restringidas.
113. Lo anterior es particularmente grave en el presente caso, ya que Marco Antonio Servellón García y
Rony Alexis Betancourth Vásquez eran menores de edad. En la Opinión Consultiva No. 17 sobre la Condi-
ción Jurídica y Derechos Humanos del Niño, la Corte expresó que revisten especial gravedad los casos en
los cuales las víctimas de violaciones a los derechos humanos son niños y niñas, quienes tienen además
derechos especiales derivados de su condición a los que corresponden deberes específicos de la familia, la
sociedad y el Estado. El Tribunal entiende que la debida protección de los derechos de los niños, debe tomar
en consideración sus características propias y la necesidad de propiciar su desarrollo, y debe ofrecerles
las condiciones necesarias para que el niño viva y desarrolle sus aptitudes con pleno aprovechamiento de
sus potencialidades. Asimismo, la Corte indicó que el artículo 19 de la Convención debe entenderse como
un derecho complementario que el tratado establece para seres humanos que por su desarrollo físico y
emocional necesitan medidas de protección especial.
114. El Tribunal en el Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros) estableció que dentro de las
medidas de protección a que alude el artículo 19 de la Convención, se debe incluir la asistencia especial a
los niños privados de su medio familiar, la garantía de la supervivencia y el desarrollo del niño, el derecho a
un nivel de vida adecuado y la reinserción social de todo niño víctima de abandono o explotación. El Estado
tiene el deber de adoptar todas las medidas positivas para asegurar la plena vigencia de los derechos del niño.
115. El entonces Comisionado Nacional de Derechos Humanos, en su informe titulado “Informe Especial
sobre Muertes Violentas de Niños, Niñas y Adolescentes en Honduras” de 21 de enero de 2002, señaló que
“desde que Honduras retornó al orden constitucional en el año 1980, ningún gobierno adoptó acciones o
presupuestos extraordinarios para proteger y atender las necesidades de la infancia, pese a la gravedad
de la situación”. Respecto de la violencia que afecta a un sector de los jóvenes en Honduras, expresó que
[ocurrió la] sustitución de la investigación y el análisis por una cobertura periodística del tema ca-
racterizada por el “sensacionalismo” y “amarillismo”, a través de la cual se estereotipó o etiquetó
al “marero” como “delincuente”, pese a que cifras de la Dirección General de Investigación Criminal
(DIC) confirmaron que los menores de 18 años no son los protagonistas principales de la insegu-
ridad ciudadana. De 42 mil denuncias recibidas a febrero del 2000, sólo 5.5% de los responsables
fueron menores de 18 años. Una investigación sobre Pandillas y Violencia Juvenil señala que “es
usual encontrar en las páginas dedicadas a la nota roja en la prensa local, crónicas dedicadas al
relato de las acciones delictivas y violentas realizados por adolescentes y jóvenes mareros o pandi-
lleros. Esta amplia acogida que han encontrado sus actividades en la prensa local ha contribuido a
proyectar ante la opinión pública la imagen de que las maras o pandillas juveniles están integradas
por adolescentes y jóvenes incorregibles para los cuales la única alternativa de profilaxis social es
la cadena perpetua o lo muerte”.
116. El Estado tiene la obligación de asegurar la protección de los niños y jóvenes afectados por la pobreza
que estén socialmente marginados y, especialmente, evitar su estigmatización social como delincuentes. Es
pertinente destacar, como lo hizo la Corte en el Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros),
que si los Estados tienen elementos para creer que los niños en situación de riesgo están afectados por

151
factores que pueden inducirlos a cometer actos ilícitos, o disponen de elementos para concluir que los han
cometido, en casos concretos, deben extremar las medidas de prevención del delito. El Estado debe asumir
su posición especial de garante con mayor cuidado y responsabilidad, y debe tomar medidas especiales
orientadas en el principio del interés superior del niño.
117. Los hechos del presente caso ocurrieron en razón de la condición de personas en situación de riesgo
social que tenían las víctimas, lo que demuestra que el Estado no les proporcionó a Marco Antonio Servellón
García ni a Rony Alexis Betancourth Vásquez un ambiente que les protegiera de la violencia y del abuso, y
no permitió su acceso a servicios y bienes esenciales, de una forma tal que esa falta privó definitivamente
a los menores su posibilidad de emanciparse, desarrollarse y de tornarse adultos que pudieran determinar
su propio futuro.
118. La Corte no puede dejar de advertir que los hechos del presente caso forman parte de una situación
en que prevalece un alto índice de impunidad en hechos criminales perpetrados tanto por agentes estatales
como por particulares (supra párrs. 79.2 y 79.4), lo que crea un campo propicio para que violaciones como
las de este caso sigan ocurriendo.
119. La Corte ha establecido que una de las condiciones para garantizar efectivamente los derechos a la
vida, a la integridad y a la libertad personales es el cumplimiento del deber de investigar las afectaciones
a los mismos, que se deriva del artículo 1.1 de la Convención en conjunto con el derecho sustantivo que
debe ser amparado, protegido o garantizado. A la luz de ese deber, una vez las autoridades estatales tengan
conocimiento del hecho, deben iniciar ex officio y sin dilación, una investigación seria, imparcial y efectiva.
Esta investigación debe ser realizada por todos los medios legales disponibles y orientada a la determina-
ción de la verdad y la investigación, persecución, captura, enjuiciamiento, y en su caso, el castigo de todos
los responsables de los hechos.
120. Este Tribunal ha especificado que la eficiente determinación de la verdad en el marco de la obligación
de investigar una muerte que pudo deberse a una ejecución extrajudicial, debe darse desde las primeras
diligencias con toda acuciosidad. La Corte ha señalado que para orientar tales diligencias debe tomarse en
cuenta el Manual sobre la Prevención e Investigación Efectiva de Ejecuciones Extrajudiciales, Arbitrarias
y Sumarias de Naciones Unidas. Las autoridades estatales que conducen una investigación deben, inter
alia, a) identificar a la víctima; b) recuperar y preservar el material probatorio relacionado con la muerte;
c) identificar posibles testigos y obtener sus declaraciones en relación con la muerte que se investiga; d)
determinar la causa, forma, lugar y momento de la muerte, así como cualquier procedimiento o práctica
que pueda haberla provocado, y e) distinguir entre muerte natural, muerte accidental, suicidio y homicidio.
Además, es necesario investigar exhaustivamente la escena del crimen, se deben realizar autopsias y análisis
de restos humanos, en forma rigurosa, por profesionales competentes y empleando los procedimientos
más apropiados.
121. La Corte observa que en el caso sub judice se llevaron a cabo diversas diligencias, pero las mismas
presentaron omisiones importantes, tales como:
a) el levantamiento de los cadáveres de las víctimas fue realizado el 17 de septiembre de 1995, sin
asegurar la recolección y preservación de la escena del crimen. No se tomaron muestras de sangre
a las víctimas ni se examinaron sus ropas. Tampoco hay constancia de que se haya analizado la es-
cena del crimen por presencia de sangre, cabellos o fibras o algún tipo de huellas, ni se examinaron
los cuerpos u objetos para determinar la existencia de huellas dactilares. En las fotografías de los
cadáveres que constan en el expediente no es posible apreciar la existencia de heridas o marcas
de tortura, y en algunos de los casos hay fotografías sólo de la parte superior del cuerpo. Esto se
agrava en dos de las diligencias referentes al levantamiento de los cadáveres de Marco Antonio

152
Servellón García y Diomenes Obed García, ya que en las actas se indica que no se tomaron las
fotografías de los cadáveres por falta de rollo para la cámara fotográfica;
b) en el caso de Orlando Álvarez Ríos el cuerpo apareció con signos de haber sido objeto de violencia
sexual por los agresores, sin embargo no se realizó examen alguno para comprobarlo. La fiscalía
encargada de la investigación tampoco solicitó diligencias al respecto, y
c) las autopsias de Marco Antonio Servellón García, Rony Alexis Betancourth Vázquez, Diomedes Obed
García Sánchez y Orlando Álvarez Ríos se incorporaron al proceso penal seguido ante el Juzgado de
Letras Primero de lo Criminal el 7 de junio y el 5 de agosto de 1996. En dichas autopsias se señaló
la causa de la muerte de cada una de las víctimas y se indicó la existencia de heridas producidas
por armas de fuego o por armas blancas, pero no hacen referencia a otro tipo de heridas o marcas
de tortura o violencia física en los cuerpos.
122. En lo que se refiere a otras marcas o heridas en los cuerpos de las víctimas, en el informe sobre la
denuncia No. 9173, emitido por la Fiscal Titular de la Fiscalía de Derechos Humanos el 17 de septiembre
de 1995, se indicó que “todos [los cuerpos] tenían señas de tortura”. No obstante la conclusión de dicho
informe, la fiscalía encargada no solicitó la realización de nueva autopsia o de exámenes adicionales para
investigar y documentar la tortura practicada a las víctimas con anterioridad a su muerte.
123. En casos de ejecuciones extrajudiciales es fundamental que los Estados investiguen efectivamente la
privación del derecho a la vida, y en su caso, castiguen a todos sus responsables, especialmente cuando
están involucrados agentes estatales, ya que de no ser así, se estarían creando, dentro de un ambiente de
impunidad, las condiciones para que este tipo de hechos vuelva a repetirse, lo que es contrario al deber de
respetar y garantizar el derecho a la vida. Además, si los hechos violatorios a los derechos humanos no son
investigados con seriedad, resultarían, en cierto modo, auxiliados por el poder público, lo que compromete
la responsabilidad internacional del Estado.
124. Para determinar si la obligación de proteger los derechos a la vida y a la integridad y libertad perso-
nales por la vía de una investigación seria de lo ocurrido, se ha cumplido a cabalidad, es preciso examinar
los procedimientos abiertos a nivel interno destinados a identificar a los responsables por los hechos del
caso. Este examen se hará a la luz de lo que dispone el artículo 25 de la Convención Americana y de los
requerimientos que impone el artículo 8 de la misma para todo proceso, y se efectuará en el Capítulo IX
de la presente Sentencia.
125. Las anteriores consideraciones llevan a la Corte a concluir que, por haber faltado a sus deberes de
respeto, prevención y protección de los derechos a la vida y a la integridad y libertad personales por la
detención ilegal y arbitraria, la tortura y los tratos crueles, inhumanos o degradantes y la muerte de las
víctimas, el Estado tiene responsabilidad internacional por la violación de los artículos 7.1, 7.2, 7.3, 7.4 y 7.5,
5.1 y 5.2, y 4.1 de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 de dicho tratado, en perjuicio de
Marco Antonio Servellón García, Rony Alexis Betancourth Vásquez, Orlando Álvarez Ríos y Diomedes Obed
García Sánchez, así como por la violación del artículo 5.5 de la Convención, en conexión con el artículo 19
de ese instrumento, ambos en relación con el artículo 1.1 del mismo tratado, en perjuicio de Marco Antonio
Servellón García y Rony Alexis Betancourth Vásquez.
126. El Tribunal pasa a analizar lo alegado por la Comisión y los representantes respecto de la violación del
artículo 5.1 y 5.2 de la Convención Americana, en perjuicio de los familiares de las víctimas, por la supues-
ta angustia y sufrimiento que habrían experimentado como consecuencia de la detención ilegal, tortura
y ejecución extrajudicial de Marco Antonio Servellón García, Rony Alexis Betancourth Vásquez, Orlando
Álvarez Ríos y Diomedes Obed García Sánchez, así como por las circunstancias que rodearon su asesinato,

153
y por el trato dado a sus cuerpos, ya que fueron encontrados con marcas de violencia y abandonados a la
intemperie en distintos puntos de la ciudad de Tegucigalpa, lo que habría constituido para sus familiares un
trato cruel, inhumano o degradante. Aunado a ello, la frustración e impotencia ante la falta de investigación
de los hechos y sanción de los responsables, luego de trascurridos once años de los sucesos.
127. En su allanamiento el Estado no se refirió expresamente a la alegada violación del artículo 5 de la
Convención, en perjuicio de los familiares de las víctimas.
128. Esta Corte ha señalado, en reiteradas oportunidades, que los familiares de las víctimas de violaciones
de los derechos humanos pueden ser, a su vez, víctimas. El Tribunal ha considerado violado el derecho a
la integridad psíquica y moral de algunos familiares de las víctimas con motivo del sufrimiento que estos
han padecido como producto de las circunstancias particulares de las violaciones perpetradas contra sus
seres queridos y a causa de las posteriores actuaciones u omisiones de las autoridades estatales frente a
los hechos.
129. Analizadas las circunstancias del caso, la Corte considera que la ilegalidad y arbitrariedad de la detención
de Marco Antonio Servellón García y de Rony Alexis Betancourth Vásquez, la tortura y los tratos crueles,
inhumanos o degradantes a los que fueron sometidos, y el ensañamiento de su ejecución extrajudicial,
vulneró la integridad personal de los señores Reyes Servellón Santos y Bricelda Aide García Lobo, padres
de Marco Antonio Servellón García, y de los señores Manases Betancourth Núñez e Hilda Estebana Her-
nández López, padres de Rony Alexis Betancouth Vásquez. En cuanto a la madre de Orlando Álvarez Ríos,
señora Antonia Ríos, quién salió de Honduras desde el año 1989 y actualmente vive en los Estados Unidos
de América, este Tribunal no encuentra suficientes elementos en el acervo probatorio del presente caso
que corroboren una afectación a su integridad personal a raíz de la muerte de su hijo.
130. La Corte observa que al momento de su muerte, Diomedes Obed García Sánchez vivía en una casa
de asistencia a menores de la calle y se desconocía el paradero de sus familiares, de lo que se desprende
que dichos parientes habían interrumpido sus lazos con la víctima, por lo que no es posible establecer su
afectación a causa de los hechos de este caso. Lo anterior se refleja en la falta de ubicación del padre y
de otros familiares de la víctima a lo largo del proceso interno y durante la tramitación del presente caso
ante los órganos del sistema interamericano, habiendo transcurrido once años desde la ocurrencia de los
hechos. En consecuencia, esta Corte considera que al señor Diomedes Tito García Casildo, padre, a Ester
Patricia García Sánchez, Jorge Moisés García Sánchez y Fidelia Sarahí García Sánchez, hermanos de Diome-
des Obed García Sánchez, no les fue violado el derecho a la integridad personal consagrado en el artículo
5 de la Convención Americana.
131. Por otro lado, en lo que se refiere al señor Concepción Álvarez, padre de Orlando Álvarez Ríos, y a la
señora Andrea Sánchez Loredo, madre de Diomedes Obed García Sánchez, debido a que éstos fallecieron
con anterioridad a la ocurrencia de los hechos del caso sub judice, este Tribunal no se pronunciará sobre
la alegada violación a su integridad personal.
132. En lo que se refiere a la hermana de Orlando Álvarez Ríos, señora Dilcia Álvarez Ríos, la Corte estima
necesario resaltar que la víctima vivía con ella al momento de los hechos. Dicha señora ha sufrido por el
trato que recibió su hermano por parte de los agentes estatales, por las diligencias que realizó para tratar
de ubicarlo y al fin encontrarlo en la morgue, cuando estaba confiada que su hermano estaba bajo la cus-
todia del Estado. Asimismo, ha participado en la búsqueda de la justicia en relación con la muerte de su
hermano, por lo que ha revivido las circunstancias en que éste falleció. Todo lo anterior vulneró la integridad
personal de la hermana de la víctima.

154
133. De los hechos del presente caso se observa la angustia padecida por la hermana de Orlando Álvarez
Ríos, quien manifestó en su declaración testimonial rendida el 23 de febrero de 1996 ante el Juzgado de
Paz de lo Criminal de Tegucigalpa lo siguiente:
[...e]ntonces el día domingo, esper[ó] [a su hermano, Orlado Álvarez Ríos]; pero no llegó; y luego,
[...] no sabía nada; y sent[ió] una gran tristeza [...] y lleg[ó a su] casa, como a las doce del día; y,
cuando v[ió] que [su] hermano no estaba; empez[ó] a sentir preocupación; y, todo el día lunes,
lo espera[ron] hasta en la noche; y, pens[ó] que tal vez lo sacaban a última hora y, no lo bus[có] y
como estaba confiada que lo tenían encerrado y que él [la] había llamado diciendo que estaba en
el Séptimo Comando. Luego, el martes, ya cuando era mediodía y v[ió] que no había llegado, [se]
aflig[ió] y decidi[ó] ir a buscar[lo] al Séptimo Comando [...]. [Cuando volvió a su] casa, sinti[ó] una
corazonada que [su] hermano podía estar muerto, y [se] traslad[ó] a la Morgue, a las siete de la
noche, fu[e] con [su] hijo y con el Vigilante de la Colonia, del día martes; y al llegar allí, [su] hijo,
que entró a verlo, no tardó ni cinco minutos para identificar [a Orlando, cuyo cadáver] estaba en el
frezer. Luego, [le] dijeron los empleados de la Morgue, que lo habían encontrado en el kilómetro 41;
y responsabilizó a las autoridades del Séptimo Comando Regional de la Fuerza de Seguridad Pública.
134. Asimismo, en lo que se refiere a la señora Marja Ibeth Castro García, hermana de Marco Antonio Se-
vellón García, ésta ha sufrido por las condiciones de detención y la ejecución extrajudicial de su hermano,
cuando estaba bajo custodia de las autoridades estatales, y en el curso de las diligencias que realizó para
denunciar los hechos ocurridos. En consideración de lo anterior, este Tribunal concluye que el Estado vul-
neró su integridad personal.
135. En relación con los otros hermanos de las víctimas, a saber: Pablo Servellón García y Héctor Vicente
Castro García, hermanos de Marco Antonio Servellón García; y Juan Carlos Betancourth Hernández, Manaces
Betancourt Aguilar, Emma Aracely Betancourth Aguilar, Enma Aracely Betancourth Abarca y Lilian María
Betancourt Álvarez, hermanos de Rony Alexis Betancourth Vásquez, las partes no han allegado al Tribunal
prueba que permita determinar las afectaciones o el sufrimiento que las muertes de las víctimas pudiera
haberles causado. En consecuencia, esta Corte considera que no hay elementos probatorios suficientes
para concluir que el Estado violó el artículo 5 de la Convención Americana, en perjuicio de los mencionados
hermanos de las víctimas.
136. Por otra parte, la Comisión y los representantes han señalado como presuntas víctimas a la niña Zara
Beatris Bustillo Rivera, que según alegan es hija de Rony Alexis Betancourth Vásquez, y a la señora Ana
Luisa Vargas Soto, que alegan era su compañera al momento de los hechos del presente caso. La Comisión
además incluyó como presunta víctima a la madre de la niña, la señora Norma Estela Bustillo Rivera.
137. Esta Corte observa que en el certificado de nacimiento de la niña Zara Beatris Bustillo Rivera no consta
que sea hija de Rony Alexis Betancourth Vásquez. Sin embargo, el Estado no objetó su existencia ni su pa-
rentesco con la víctima. Por lo tanto, esta Corte considera a la niña Zara Beatris Bustillo Rivera como hija de
Rony Alexis Betancourth Vásquez. El Estado tampoco ha negado el vínculo que ha existido entre la víctima
con Ana Luisa Vargas Soto, por lo que este Tribunal considera que ella era su compañera al momento de
los hechos. Por último, este Tribunal no encuentra elementos probatorios suficientes para establecer que
se produjo una significativa afectación como consecuencia de los hechos del presente caso, a la señora
Norma Estela Bustillo.
138. En lo que se refiere a la niña Zara Beatris Bustillo Rivera, esta Corte observa que, por su condición de
menor, era esencial para su pleno desarrollo la presencia de su padre. Como consecuencia de la ejecución
extrajudicial de Rony Alexis Betancourth Vásquez, ha crecido sin la figura paterna. En cuanto a la señora

155
Ana Luisa Vargas Soto, compañera de hogar de Rony Alexis Betancourth Vásquez, este Tribunal, en consi-
deración de las circunstancias violentas de la detención y ejecución extrajudicial de su compañero, cuando
estaba bajo custodia de las autoridades estatales, concluye que le han causado sufrimiento y dolor. Esta
Corte considera que el Estado es responsable por la vulneración a la integridad psíquica y moral de Zara
Beatris Bustillo Rivera y Ana Luisa Vargas Soto.
139. Las anteriores consideraciones llevan a la Corte a concluir que el Estado tiene responsabilidad por
violación al derecho a la integridad personal consagrado en el artículo 5.1 de la Convención Americana, en
relación al artículo 1.1 de dicho tratado, en perjuicio de los familiares de Marco Antonio Servellón García,
señores Reyes Servellón Santos, padre, Bricelda Aide García Lobo, madre, y Marja Ibeth Castro García,
hermana; de los familiares de Rony Alexis Betancourth Vásquez, señores Manases Betancourth Núñez,
padre, Hilda Estebana Hernández López, madre, Zara Beatris Bustillo Rivera, hija, y Ana Luisa Vargas Soto,
compañera de hogar, y de la hermana de Orlando Álvarez Ríos, señora Dilcia Álvarez Ríos.

IX
Violación de los artículos 8.1 y 8.2, 7.6 y 25.1 de la Convención Americana,
en relación con el artículo 1.1 de la misma
(Garantías Judiciales, Libertad Personal, Protección Judicial,
y Obligación de Respetar los Derechos)
140. La Corte concluyó en el Capítulo VI, a la luz del reconocimiento de responsabilidad internacional rea-
lizado por el Estado, que éste violó los artículos 7.6, 8.1 y 25.1 de la Convención Americana, en perjuicio
de Marco Antonio Servellón García, Rony Alexis Betancourth Vásquez, Orlando Álvarez Ríos y Diomedes
Obed García Sánchez, por no haberles garantizado una protección efectiva a través del recurso de hábeas
corpus, y que el Estado violó el artículo 8.2 de la Convención por no haber respetado el principio a la pre-
sunción de inocencia, en perjuicio de las mencionadas víctimas. Asimismo, el Tribunal admitió la violación
de los artículos 8 y 25 de la Convención, en perjuicio de los familiares de Marco Antonio Servellón García,
Rony Alexis Betancourth Vásquez, Orlando Álvarez Ríos y Diomedes Obed García Sánchez por la falta de
una adecuada investigación de los hechos. En consideración de dicho allanamiento, el Tribunal no hará
un resumen de los alegatos de las partes. Sin perjuicio de lo anterior, la Corte determinó, respecto a los
artículos 8 y 25 de la Convención Americana, que seguía en controversia lo referente al incumplimiento del
artículo 8 de la Convención, lo que ha llevado a la impunidad del presente caso, alegada por la Comisión
y los representantes.

Consideraciones de la Corte
141. El artículo 7.6 de la Convención Americana establece que:
6. Toda persona privada de libertad tiene derecho a recurrir ante un juez o tribunal competente, a fin
de que éste decida, sin demora, sobre la legalidad de su arresto o detención y ordene su libertad si
el arresto o la detención fueran ilegales. En los Estados Partes cuyas leyes prevén que toda persona
que se viera amenazada de ser privada de su libertad tiene derecho a recurrir a un juez o tribunal
competente a fin de que éste decida sobre la legalidad de tal amenaza, dicho recurso no puede
ser restringido ni abolido. Los recursos podrán interponerse por sí o por otra persona.
[…]
142. El artículo 8 de la Convención dispone que:
1. Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable,
por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la

156
ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la determinación
de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter.
2. Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se
establezca legalmente su culpabilidad. Durante el proceso, toda persona tiene derecho, en plena
igualdad [...] a las garantías mínimas [.]
[…]
143. El artículo 25 de la Convención dispone que:
1. Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante
los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos funda-
mentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente Convención, aun cuando tal violación
sea cometida por personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales.
[…]
144. El artículo 1.1 de la Convención Americana dispone que:
Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades
reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su
jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones
políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o
cualquier otra condición social.
145. La Comisión y los representantes señalaron que después de “nueve” años de ocurridos los hechos, no se
han formulado cargos contra sospechoso alguno, y que el Estado ha incurrido en un retardo injustificado en
las investigaciones, ya que al momento de la presentación de la demanda el proceso penal aún continuaba
en la etapa sumarial, por lo que persiste la impunidad en el presente caso. Por su parte, el Estado rechazó
que no haya habido investigación de los hechos, pero aceptó que los resultados producidos en la misma
no han sido hasta ahora adecuados, ya que “aún no ha habido una sanción adecuada de los perpetradores
[del] crimen”. Además, indicó que el Ministerio Público continúa desarrollando esfuerzos importantes para
la persecución y sanción de los autores materiales e intelectuales de la detención y muerte de las víctimas,
lo que significaría “que no puede hablarse de impunidad en estos casos, de una forma concluyente y defi-
nitiva”. El Estado no se refirió expresamente al alegado retardo injustificado en la investigación.
146. En el presente caso, la Corte estableció que el Estado ha faltado a sus deberes de respeto, prevención
y protección, y que por lo tanto es responsable por la violación de los derechos a la vida, a la integridad
y a la libertad personales de Marco Antonio Servellón García, Rony Alexis Betancourth Vásquez, Orlando
Álvarez Ríos y Diomedes Obed García Sánchez. En razón de todo ello el Estado tiene el deber de investigar
las afectaciones a dichos derechos como una condición para garantizarlos, como se desprende del artículo
1.1 de la Convención Americana.
147. Los Estados Partes de la Convención están obligados a suministrar recursos judiciales efectivos a las
víctimas de violaciones de derechos humanos (artículo 25), recursos que deben ser sustanciados de con-
formidad con las reglas del debido proceso legal (artículo 8.1), todo ello dentro de la obligación general,
a cargo de los mismos Estados, de garantizar el libre y pleno ejercicio de los derechos reconocidos por el
mencionado tratado a toda persona que se encuentre bajo su jurisdicción (artículo 1.1).
148. La Corte ha constatado que se abrió un proceso penal en la jurisdicción ordinaria, en el cual se acu-
mularon las causas iniciadas en relación con los hechos del presente caso. El Tribunal recuerda que, a la
luz de lo establecido en los artículos 8 y 25 de la Convención, los procedimientos deben ser efectivamente
desarrollados con respeto a las garantías judiciales, en un plazo razonable, y deben ofrecer un recurso

157
efectivo para asegurar los derechos de acceso a la justicia, el conocimiento de la verdad de los hechos y la
reparación a los familiares.
149. En el presente caso el proceso penal se inició el 5 de marzo de 1996 y en consideración del trámite
del mismo se realizó una consulta a la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia relativa a la dirección del
procedimiento. Dicha Sala, en respuesta a la consulta, el 12 de agosto de 2002 señaló lo siguiente:
[...]1. Las presentes diligencias de investigación se encuentran todavía en etapa sumarial o instruc-
ción, a pesar de la prescripción de procesar contenida en el artículo 174 del Código de Procedimien-
tos Penales de 1984, en cuanto a que el sumario no durará más de un mes, excepto en los casos
en que deba practicarse pruebas fuera del territorio, pero en todo caso no excederá de 3 meses.
2. Dentro de las diligencias ordenadas por el Juez instructor están, identificación de archivos, nom-
bramientos, causa[s] de altas y bajas de algunos tenientes y agentes, sin que se haya ejecutado tales
requerimientos por autoridad responsable obligada a suministrar las informaciones requeridas;
asimismo ha ordenado remisión de informaciones sobre hojas de vida de los procesados sin que
haya tenido el Tribunal respuestas oportunas y precisas para fortalecer la investigación; ante la in-
observancia de lo ordenado, el juez responsable de la investigación no puede pasar desapercibido
[de] tales negligencias, de lo que deberán actuar responsablemente en la esfera de sus atribucio-
nes. 3. Los niveles de investigación practicados hasta ahora para investigar la muerte de MARCO
ANTONIO SERVELLON GARCIA, DIOMEDES OBED GARCIA, ORLANDO ALVAREZ RIOS Y RONY ALEXIS
BETANCOURT[H], no han sido efectivas, ya que no han logrado cumplir con el objetivo de la etapa
sumarial del proceso […].
150. La situación señalada por la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia no ha variado once años des-
pués de ocurridos los hechos y a cuatro años de haberse emitido la referida consulta. En el proceso penal
tramitado en el Juzgado de Letras Primero de lo Criminal de Tegucigalpa no se ha decretado todavía la sen-
tencia de primera instancia, en vulneración del plazo razonable. Este Tribunal considera que dicha demora,
en exceso prolongada, constituye per se una violación de las garantías judiciales, como lo ha señalado en
otros casos, la cual no ha sido justificada por el Estado.
151. Lo anterior demuestra la falta de diligencia en el impulso de los procedimientos orientados a investigar,
procesar, y en su caso, sancionar a todos los responsables. La función de los órganos judiciales intervinien-
tes en un proceso no se agota en posibilitar un debido proceso que garantice la defensa en juicio, sino que
debe además asegurar en un tiempo razonable el derecho de la víctima o sus familiares a saber la verdad
de lo sucedido y a que se sancione a los eventuales responsables. El derecho a la tutela judicial efectiva
exige que los jueces que dirijan el proceso eviten dilaciones y entorpecimientos indebidos, que conduzcan
a la impunidad y frusten la debida protección judicial de los derechos humanos.
152. Asimismo, en el caso sub judice la vinculación con los hechos de los agentes del Estado, supuestamente
responsables de participar en la ejecución extrajudicial de las víctimas, no ha sido investigada a cabalidad,
por lo que no se han determinado las correspondientes responsabilidades penales de dichos hechos. Luego
de varias solicitudes de la Fiscalía, el 9 de febrero de 2005 el Juzgado de Letras Primero de lo Criminal dictó
órdenes de captura contra tres de los imputados, señores José Alberto Alfaro Martínez, Víctor Hugo Vivas
Lozano y Roxana Sierra Ramírez, pero estas órdenes no han tenido efectividad alguna. Entre esos imputa-
dos, el único detenido, señor José Alberto Alfaro Martínez, lo fue porque se entregó voluntariamente. El
Estado no ha adoptado medidas concretas tendientes a hacer efectiva la investigación, procesamiento y,
en su caso, la sanción de todos los responsables.
153. Tomando en cuenta el reconocimiento realizado por el Estado y el acervo probatorio del presente
caso, el Tribunal encuentra que la falta de celeridad en la investigación y la negligencia de las autoridades

158
judiciales en realizar una investigación seria y exhaustiva de los hechos que conduzca a su esclarecimiento
y al enjuiciamiento de los responsables, constituye una grave falta al deber de investigar y de ofrecer un
recurso efectivo que establezca la verdad de los hechos, juzgue y sancione a sus responsables y garantice el
acceso a la justicia para los familiares de Marco Antonio Servellón García, Rony Alexis Betancourth Vásquez,
Orlando Álvarez Ríos Y Diomedes Obed García Sánchez con plena observancia de las garantías judiciales.
La investigación que actualmente se realiza podría dejar a los posibles responsables de los hechos en la
impunidad.
154. La Corte advierte que el Estado tiene la obligación de combatir la impunidad por todos los medios
legales disponibles, ya que ésta propicia la repetición crónica de las violaciones de derechos humanos
y la total indefensión de las víctimas y de sus familiares. Esa obligación de combatir la impunidad se ve
acentuada cuando se trata de violaciones cuyas víctimas son niños. La impunidad en el presente caso se
ve corroborada por el propio Estado que, en su “Informe sobre los avances en los procedimientos legales y
de investigación de muertes de niños y jóvenes en Honduras, de 25 de agosto de 2003” indicó que “hasta
ahora, los responsables de la mayoría de esos crímenes [, asesinatos de jóvenes menores de 18 años,] no
han sido aprehendidos”.
155. El Tribunal considera que el Estado es responsable por la violación de los derechos consagrados en los
artículos 8.1, 8.2, 7.6, y 25.1 de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 de ese tratado,
en perjuicio de Marco Antonio Servellón García, Rony Alexis Betancourth Vásquez, Orlando Álvarez Ríos y
Diomedes Obed García Sánchez.
156. La Corte concluye que el proceso penal no ha constituido un recurso efectivo para garantizar el ac-
ceso a la justicia, la determinación de la verdad de los hechos, la investigación, y en su caso, la sanción de
los responsables y la reparación de las consecuencias de las violaciones. Consecuentemente, el Estado es
responsable por la violación de los artículos 8.1 y 25.1 de la Convención, en relación con el artículo 1.1
de ese instrumento, en perjuicio de los familiares de Marco Antonio Servellón García, Reyes Servellón
Santos, padre, Bricelda Aide García Lobo, madre, y Marja Ibeth Castro García, Pablo Servellón García y
Héctor Vicente Castro García, hermanos; de los familiares de Rony Alexis Betancourth Vásquez, Manases
Betancourth Núñez, padre, Hilda Estebana Hernández López, madre, Zara Beatris Bustillo Rivera, hija, Ana
Luisa Vargas Soto, compañera de hogar, y Juan Carlos Betancourth Hernández, Manaces Betancourt Aguilar,
Emma Aracely Betancourth Aguilar, Enma Aracely Betancourth Abarca, y Lilian María Betancourt Álvarez,
hermanos; de los familiares de Orlando Álvarez Ríos, Antonia Ríos, madre, y Dilcia Álvarez Ríos, hermana, y
de los familiares de Diomedes Obed García Sánchez, Diomedes Tito García Casildo, padre, y Esther Patricia
García Sánchez, Jorge Moisés García Sánchez y Fidelia Sarahí García Sánchez, hermanos.
157. En lo que se refiere a los familiares de Diomedes Obed García Sánchez cabe observar que no fueron
identificados en la demanda presentada por la Comisión. Los padres, señores Diomedes Tito García Casildo
y Andrea Sánchez Loredo, fueron incluidos en la lista de familiares presentada por los representantes en su
escrito de solicitudes y argumentos. Los días 14 de junio y 24 de julio de 2006 los representantes indicaron
al Tribunal que “tras diez años de ardua búsqueda” habían logrado localizar a los siguientes familiares de
Diomedes: Diomedes Tito García, padre, Ester Patricia García Sánchez, Jorge Moisés García Sánchez y Fidelia
Sarahí García Sánchez, hermanos, y Lidia Sánchez Loredo y Betania García Casildo, tías. Además, informa-
ron que la señora Andrea Sánchez Loredo, madre de la víctima, había fallecido en el año 1985. Adjuntaron
las certificaciones del acta de nacimiento de los padres y de los hermanos, y la certificación del acta de
defunción de la madre de la víctima. Con anterioridad a ese hallazgo y durante el trámite del caso ante el
sistema interamericano, tanto la Comisión como los representantes habían manifestado que no había sido
posible “dar con el paradero [de los padres de Diomedes,] toda vez que el joven no tenía relación alguna

159
con ellos y al momento de su ejecución residía en una habitación de una casa de asistencia a menores en
situación de calle [...]”.
158. La jurisprudencia de este Tribunal, en cuanto a la determinación de quienes son víctimas, ha sido amplia
y ajustada a las circunstancias del caso. Las presuntas víctimas deben estar señaladas en la demanda y en el
informe de fondo de la Comisión emitido según el artículo 50 de la Convención. Por ende, de conformidad
con el artículo 33.1 del Reglamento de la Corte, corresponde a la Comisión, y no a este Tribunal, identificar
con precisión, y en la debida oportunidad procesal, a las presuntas víctimas en un caso ante la Corte. No
obstante, en su defecto, en algunas ocasiones la Corte ha considerado como presuntas víctimas a perso-
nas que no fueron alegadas como tales en la demanda, siempre y cuando se haya respetado el derecho
de defensa de las partes y de que las presuntas víctimas guarden relación con los hechos descritos en la
demanda y con la prueba aportada a la Corte.
159. Al respecto, dado que el padre de Diomedes Obed García Sánchez había sido incluido en el escrito de
solicitudes y argumentos, y que posteriormente los representantes acreditaron la existencia de Ester Patricia
García Sánchez, Jorge Moisés García Sánchez y Fidelia Sarahí García Sánchez y de sus respectivos vínculos o
parentesco con Diomedes Obed García Sánchez, esta Corte, en consideración de que su falta de inclusión
se debió a la dificultad para dar con su paradero, y que su ubicación solo fue posible con posterioridad a
la presentación de los escritos de demanda y de solicitudes y argumentos, considera a dichos familiares
como presuntas víctimas y encontró la violación de los artículos 8 y 25 de la Convención en su perjuicio
(supra párr. 156). Se otorgó el derecho de defensa de las partes al habérseles trasladado esta información
aportada por los representantes y no se recibió observación alguna al respecto.

X
Reparaciones
Aplicación del artículo 63.1
Obligación de Reparar
160. De conformidad con el análisis realizado en los capítulos precedentes, la Corte ha declarado, con base
en el reconocimiento parcial de responsabilidad del Estado, y en los hechos del caso y la prueba presen-
tada ante este Tribunal, que el Estado es responsable por la violación de los derechos consagrados en los
artículos 4.1, 5.1, 5.2, 5.5, 7.1, 7.2, 7.3, 7.4, 7.5, 7.6, 8.1, 8.2, 19 y 25.1 de la Convención Americana, y por
el incumplimiento de las obligaciones que derivan del artículo 1.1 del mismo instrumento internacional
(supra párrs. 125, 139, 155 y 156). La Corte ha establecido, en varias ocasiones, que toda violación de una
obligación internacional que haya producido un daño comporta el deber de repararlo adecuadamente. A
tales efectos, el artículo 63.1 de la Convención Americana establece que:
[c]uando decida que hubo violación de un derecho o libertad protegidos en [la] Convención, la
Corte dispondrá que se garantice al lesionado en el goce de su derecho o libertad conculcados.
Dispondrá asimismo, si ello fuera procedente, que se reparen las consecuencias de la medida o
situación que ha configurado la vulneración de esos derechos y el pago de una justa indemnización
a la parte lesionada.
161. Tal como lo ha señalado la Corte, el artículo 63.1 de la Convención Americana refleja una norma con-
suetudinaria que constituye uno de los principios fundamentales del Derecho Internacional contemporáneo
sobre la responsabilidad de los Estados. De esta manera, al producirse un hecho ilícito imputable a un Estado,
surge de inmediato la responsabilidad internacional de éste por la violación de la norma internacional de
que se trata, con el consecuente deber de reparación y de hacer cesar las consecuencias de la violación.
Dicha responsabilidad internacional es distinta a la responsabilidad en el derecho interno.

160
162. La reparación del daño ocasionado por la infracción de una obligación internacional requiere, siem-
pre que sea posible, la plena restitución (restitutio in integrum), la cual consiste en el restablecimiento de
la situación anterior a la violación. De no ser esto posible, cabe al tribunal internacional determinar una
serie de medidas para que, además de garantizar el respeto de los derechos conculcados, se reparen las
consecuencias que produjeron las infracciones y se establezca el pago de una indemnización como compen-
sación por los daños ocasionados u otros modos de satisfacción. La obligación de reparar, que se regula en
todos los aspectos (alcance, naturaleza, modalidades y determinación de los beneficiarios) por el Derecho
Internacional, no puede ser modificada o incumplida por el Estado obligado, invocando disposiciones de
su derecho interno.
163. Las reparaciones, como el término lo indica, consisten en las medidas que tienden a hacer desapa-
recer los efectos de las violaciones cometidas. Su naturaleza y su monto dependen del daño ocasionado
en los planos tanto material como inmaterial. Las reparaciones no pueden implicar ni enriquecimiento ni
empobrecimiento para la víctima o sus sucesores.
164. De conformidad con los elementos probatorios recogidos durante el proceso y a la luz de los anteriores
criterios, la Corte procede a analizar las pretensiones presentadas por la Comisión y por los representan-
tes y las consideraciones del Estado respecto de las reparaciones, con el objeto de determinar, en primer
lugar, quiénes son los beneficiarios de las reparaciones, para luego disponer las medidas de reparación de
los daños materiales e inmateriales, medidas de satisfacción y de no repetición y, por último, lo relativo a
costas y gastos.
[…]

D) Otras Formas de Reparación


(Medidas de Satisfacción y Garantías de no Repetición)
186. En este apartado el Tribunal determinará aquellas medidas de satisfacción que buscan reparar el
daño inmaterial, que no tienen alcance pecuniario, así como también dispondrá medidas de alcance o
repercusión pública.
187. Para efectos de la no repetición de los hechos del presente caso, la Corte valora y aprecia el reconoci-
miento de responsabilidad internacional realizado por el Estado (supra párrs. 16, 54, 55 y 60). En su escrito
de contestación de la demanda, el Estado manifestó que:
se allana a las partes de la demanda que tienen relación con [los] lamentables hechos, aceptando
las medidas de reparación propuestas por los demandantes y comprometiéndose a darle cumpli-
miento en el menor tiempo posible a lo que esa [...] Corte tenga a bien ordenar sobre este aspecto.
188. Entre las instituciones hondureñas dedicadas a garantizar los derechos de los niños y jóvenes y a pre-
venir cualquier tipo de vulneración a estos derechos se encuentran: a) el Instituto Hondureño de la Niñez
y la Familia, creado por el Decreto No.199-97 en diciembre de 1997; b) el Comisionado Nacional de los
Derechos Humanos, creado por Decreto No. 153-95 en octubre de 1995; c) la Comisión Interinstitucional
de Protección a la Integridad Física y Moral de la Niñez, y d) la Unidad Especial de Investigación de Muerte
de Menores y la Fiscalía de Derechos Humanos, como organismo encargado de investigar y sancionar las
violaciones de derechos humanos de la niñez y la adolescencia.
189. Este Tribunal observa que el Estado cuenta con organismos especializados para atender la problemá-
tica por la que atraviesa ese grupo de la población hondureña. Sin embargo, tal y como lo han señalado los
representantes y la Comisión, la creación de dichas instituciones no ha representado medidas suficientes

161
ni eficaces para contrarrestar las ejecuciones extrajudiciales de los jóvenes en Honduras, ni para garantizar
los derechos de los niños y jóvenes.
190. Al parecer de esta Corte, es necesario que en su desempeño todas las instituciones creadas para
prevenir y sancionar las violaciones de derechos humanos contra los niños y jóvenes sean plenamente
efectivas. Las disposiciones de derecho interno y, en este caso, las instituciones creadas para garantizar
los derechos humanos de los niños y jóvenes, tienen que ser efectivas, lo que significa que el Estado debe
adoptar todas las medidas necesarias para que lo establecido en la Convención sea realmente cumplido.
191. Por ello, el Estado debe dotar a las instituciones del personal idóneo y capacitado para la investiga-
ción de ejecuciones extrajudiciales y de los recursos adecuados para que puedan cumplir fielmente con su
mandato. Para la investigación de ejecuciones extrajudiciales se deben tomar en consideración las normas
internacionales de documentación e interpretación de los elementos de prueba forense respecto de la
comisión de actos de tortura, y particularmente las definidas en el Manual de Naciones Unidas sobre la
Prevención e Investigación Eficaces de Ejecuciones Extralegales, Arbitrarias y Sumarias.

a) Obligación de investigar los hechos que generaron las violaciones del presente caso,
e identificar, juzgar y sancionar a los responsables
192. La Corte ha definido la impunidad como la falta en su conjunto de investigación, persecución, captura,
enjuiciamiento y condena de los responsables de las violaciones de los derechos protegidos por la Con-
vención Americana. El Estado está obligado a combatir esta situación por todos los medios disponibles, ya
que ésta propicia la repetición crónica de las violaciones de derechos humanos y la total indefensión de
las víctimas y de sus familiares.
193. Asimismo, los familiares de víctimas de graves violaciones de derechos humanos tienen el derecho
de conocer la verdad. El conocimiento de la verdad de lo ocurrido en violaciones de derechos humanos
notorias como las del presente caso, es un derecho inalienable, un medio importante de reparación para
las víctimas y sus familiares y es una forma de esclarecimiento fundamental para que la sociedad pueda
desarrollar mecanismos propios y prevención de violaciones como las de este caso en el futuro.
194. En el presente caso la Corte estableció que, transcurridos once años de los hechos, los autores de
la privación ilegal y arbitraria de libertad, tortura, tratos crueles, inhumanos o degradantes y ejecución
extrajudicial de Marco Antonio Servellón García, Rony Alexis Betancourth Vásquez, Orlando Álvarez Ríos
y Diomedes Obed García Sánchez no han sido responsabilizados por tales violaciones, prevaleciendo la
impunidad (supra párrs. 125, 154 y 156).
195. En consideración de las violaciones declaradas, así como de lo señalado por el Estado, este Tribunal
considera que el Estado debe emprender con seriedad, en un plazo razonable, todas las acciones nece-
sarias para identificar, juzgar, y en su caso, sancionar a todos los autores materiales e intelectuales de las
violaciones cometidas en perjuicio de Marco Antonio Servellón García, Rony Alexis Betancourth Vásquez,
Orlando Álvarez Ríos y Diomedes Obed García Sánchez, para los efectos penales y cualesquiera otros que
pudieran resultar de la investigación de los hechos. Para ello, como la Corte lo ha ordenado en otros casos,
el Estado debe remover, en un plazo razonable, todos los obstáculos y mecanismos de hecho y derecho
que mantienen la impunidad en el presente caso.
196. Los familiares de las víctimas o sus representantes deberán tener pleno acceso y capacidad de actuar
en todas las etapas e instancias de los procesos penales internos instaurados en el presente caso, de acuerdo
con la ley interna y la Convención Americana. Los resultados de estos procesos deberán ser públicamente

162
divulgados por el Estado, de manera tal que la sociedad hondureña pueda conocer la verdad acerca de los
hechos del presente caso.

b) Publicación de la sentencia
197. Como lo ha dispuesto en otros casos, como medida de satisfacción, el Estado deberá publicar en el
Diario Oficial y en otro diario de amplia circulación nacional, por una sola vez, el capítulo relativo a los hechos
probados de esta Sentencia, sin las notas al pie de página correspondientes, y la parte resolutiva de la misma.
Para estas publicaciones se fija el plazo de seis meses, a partir de la notificación de la presente Sentencia.

c) Acto público de reconocimiento de responsabilidad


198. Para que el allanamiento efectuado por el Estado y lo establecido por este Tribunal rindan plenos efectos
de reparación, así como para que sirva de garantía de no repetición, la Corte estima que el Estado debe rea-
lizar un acto público de reconocimiento de su responsabilidad internacional, por la detención ilegal, tortura
y ejecución extrajudicial de Marco Antonio Servellón García, Rony Alexis Betancourth Vásquez, Diomedes
Obed García Sánchez y Orlando Álvarez Ríos y por la impunidad que impera en el caso. Este acto deberá
celebrarse dentro de un plazo de seis meses contados a partir de la notificación de la presente Sentencia.

d) Calle o plaza y placa


199. El Estado debe nombrar, dentro del plazo de un año contado a partir de la notificación de la presente
Sentencia, una calle o una plaza, en la ciudad de Tegucigalpa, en memoria de Marco Antonio Servellón
García, Rony Alexis Betancourth Vásquez, Diomedes Obed García Sánchez y Orlando Álvarez Ríos. En dicha
calle o plaza el Estado deberá fijar una placa con los nombres de las referidas cuatro víctimas.

e) Establecimiento de programas de capacitación en derechos humanos


200. Esta Corte considera que, en un plazo razonable, el Estado debe establecer un programa de formación y
capacitación para el personal policial, judicial, del Ministerio Público y penitenciario. Esa capacitación deberá
versar sobre la especial protección que debe ser prestada por el Estado a los niños y jóvenes, el principio de
igualdad ante la ley y no discriminación y los principios y normas de protección de los derechos humanos,
relacionados con la aplicación de los estándares internacionales sobre la detención de personas, respeto
a sus derechos y garantías judiciales, el trato que deben recibir, sus condiciones de detención, tratamiento
y control médico, el derecho a contar con un abogado, a recibir visitas y a que los menores y adultos, así
como los procesados y condenados, se alojen en instalaciones diferentes. El diseño e implementación del
programa de capacitación deberá incluir la asignación de recursos específicos para conseguir sus fines.

f) Campaña nacional de sensibilización con relación a los niños y jóvenes en situación de riesgo
201. Se estableció en el presente caso que en el Estado se tiende a identificar a los niños y jóvenes en
situación de riesgo con el aumento de la criminalidad. En razón de ello, el Estado deberá llevar a cabo, en
un plazo razonable, una campaña con la finalidad de sensibilizar a la sociedad hondureña respecto de la
importancia de la protección a los niños y jóvenes, informarla sobre los deberes específicos para su pro-
tección que corresponden a la familia, a la sociedad y al Estado y hacer ver a la población que los niños y
jóvenes en situación de riesgo social no están identificados con la delincuencia (supra párr. 79.1).
202. En el marco de esa campaña, el Estado deberá emitir, en el plazo de un año contado a partir de la
notificación de la presente Sentencia, un sello postal alusivo a la protección debida por el Estado y la so-
ciedad a los niños y jóvenes en situación de riesgo, para evitar que estos se tornen víctimas de violencia.

163
g) Creación de una base de datos sobre muerte por violencia de jóvenes
203. Quedó establecido que no existe en el Estado un registro unificado y coordinado entre las instituciones
estatales para registrar los datos sobre la criminalidad, en especial sobre muertes por violencia de jóvenes
menores de 18 años de edad. A la luz de lo anterior, el Estado deberá crear, dentro de un plazo razonable,
una base de datos unificada entre todas las instituciones involucradas en la investigación, identificación y
sanción de los responsables por las muertes violentas de niños y jóvenes en situación de riesgo. Ese registro
deberá servir para incrementar la efectividad de las investigaciones.
[…]

XIV
Puntos Resolutivos
215. Por tanto,
LA CORTE,
DECIDE,
por unanimidad,
1. Admitir el reconocimiento de responsabilidad internacional efectuado por el Estado por la viola-
ción de los derechos a la libertad e integridad personales, a la vida, a las garantías judiciales y a la
protección judicial consagrados en los artículos 7.1, 7.2, 7.3, 7.4 7.5 y 7.6, 5.1 y 5.2, 4.1, 8.1 y 8.2
y 25.1 de la Convención Americana, en perjuicio de Marco Antonio Servellón García, Rony Alexis
Betancourth Vásquez, Orlando Álvarez Ríos y Diomedes Obed García Sánchez, y el derecho a la
integridad personal consagrado en el artículo 5.5 de la Convención, en relación a los derechos
del niño consagrado en el artículo 19 de la Convención, en perjuicio de Marco Antonio Servellón
García y Rony Alexis Betancourth Vásquez, todos en relación con la obligación general de respetar
y garantizar los derechos establecida en el artículo 1.1 de dicho tratado, en los términos de los
párrafos 54, 55, 60 y 65 de la presente Sentencia.
2. Admitir el reconocimiento de responsabilidad internacional efectuado por el Estado por la viola-
ción de los derechos a las garantías judiciales y a la protección judicial consagrados en los artículos
8.1 y 25.1 de la Convención Americana, en perjuicio de los familiares de Marco Antonio Servellón
García, Rony Alexis Betancourth Vásquez, Orlando Álvarez Ríos y Diomedes Obed García Sánchez,
en relación con la obligación general de respetar y garantizar los derechos establecida en el artículo
1.1 de dicho tratado, en los términos de los párrafos 54, 55 y 66 de la presente Sentencia.

DECLARA,
Por unanimidad, que
3. El Estado violó, en perjuicio de Marco Antonio Servellón García, Rony Alexis Betancourth Vásquez,
Orlando Álvarez Ríos y Diomedes Obed García Sánchez, los derechos a la libertad e integridad
personales y a la vida consagrados en los artículos 7.1, 7.2, 7.3, 7.4 y 7.5, 5.1 y 5.2, y 4.1 de la
Convención Americana, y el derecho a la integridad personal consagrado en el artículo 5.5 de la
Convención, en relación a los derechos del niño consagrado en el artículo 19 de la Convención, en
perjuicio de Marco Antonio Servellón García y Rony Alexis Betancourth Vásquez, todos en relación
con la obligación general de respetar y garantizar los derechos establecida en el artículo 1.1 de
dicho tratado, en los términos de los párrafos 86 a 125 de la presente Sentencia.
4. El Estado violó, en perjuicio de los familiares de Marco Antonio Servellón García, Reyes Servellón
Santos, padre; Bricelda Aide García Lobo, madre, y Marja Ibeth Castro García, hermana; de los fa-
miliares de Rony Alexis Betancourth Vásquez, Manases Betancourth Núñez, padre, Hilda Estebana

164
Hernández López, madre, Zara Beatris Bustillo Rivera, hija, y Ana Luisa Vargas Soto, compañera
de hogar, y de la hermana de Orlando Álvarez Ríos, Dilcia Álvarez Ríos, el derecho a la integridad
personal consagrado en artículo 5.1 de la Convención Americana, en relación con la obligación
general de respetar y garantizar los derechos establecida en el artículo 1.1 de dicho tratado, en los
términos de los párrafos 126 a 139 de la presente Sentencia.
5. El Estado violó, en perjuicio de Marco Antonio Servellón García, Rony Alexis Betancourth Vásquez,
Orlando Álvarez Ríos y Diomedes Obed García Sánchez, los artículos 8.1, 8.2, 7.6 y 25.1 de la Con-
vención, todos en relación con la obligación general de respetar y garantizar los derechos estable-
cida en el artículo 1.1 de dicho tratado, en los términos de los párrafos 140 y 155 de la presente
Sentencia.
6. El Estado violó, en perjuicio de los familiares de Marco Antonio Servellón García, Reyes Servellón
Santos, padre, Bricelda Aide García Lobo, madre, y Marja Ibeth Castro García, Pablo Servellón García
y Héctor Vicente Castro García, hermanos; de los familiares de Rony Alexis Betancourth Vásquez,
Manases Betancourth Núñez, padre, Hilda Estebana Hernández López, madre, Zara Beatris Bustillo
Rivera, hija, Ana Luisa Vargas Soto, compañera de hogar, y Juan Carlos Betancourth Hernández,
Manaces Betancourt Aguilar, Emma Aracely Betancourth Aguilar, Enma Aracely Betancourth Abarca,
y Lilian María Betancourt Álvarez, hermanos; de los familiares de Orlando Álvarez Ríos, Antonia
Ríos, madre, y Dilcia Álvarez Ríos, hermana, y de los familiares de Diomedes Obed García Sánchez,
Diomedes Tito García Casildo, padre, y Esther Patricia García Sánchez, Jorge Moisés García Sánchez,
y Fidelia Sarahí García Sánchez, hermanos, el derecho a las garantías judiciales y a la protección
judicial consagrados en los artículos 8.1 y 25.1 de la Convención Americana, en relación con la
obligación general de respetar y garantizar los derechos establecida en el artículo 1.1 de dicho
tratado, en los términos de los párrafos 140, 145 a 154 y 156 a 159 de la presente Sentencia.
7. Esta Sentencia constituye per se una forma de reparación, en los términos del párrafo 180 de la
misma.

Y DISPONE,
Por unanimidad, que:
8. El Estado debe emprender con seriedad, en un plazo razonable, todas las acciones necesarias para
identificar, juzgar, y en su caso, sancionar a todos los autores materiales e intelectuales de las viola-
ciones cometidas en perjuicio de Marco Antonio Servellón García, Rony Alexis Betancourth Vásquez,
Orlando Álvarez Ríos y Diomedes Obed García Sánchez, para los efectos penales y cualesquiera
otros que pudieran resultar de la investigación de los hechos. Para ello, el Estado debe remover,
en un plazo razonable, todos los obstáculos y mecanismos de hecho y derecho que mantienen la
impunidad en el presente caso, en los términos de los párrafos 192 a 196 de la presente Sentencia.
9. El Estado debe publicar, en el plazo de seis meses, en el Diario Oficial y en otro diario de amplia
circulación nacional, por una sola vez, el capítulo relativo a los hechos probados de esta Sentencia,
sin las notas al pie de página correspondientes, y la parte resolutiva de la misma, en los términos
del párrafo 197 de la presente Sentencia.
10. Estado debe realizar, en un plazo de seis meses, un acto público de reconocimiento de su respon-
sabilidad internacional, en los términos del párrafo 198 de la presente Sentencia.
11. El Estado debe nombrar, dentro del plazo de un año, una calle o una plaza, en la ciudad de Teguci-
galpa, en memoria de Marco Antonio Servellón García, Rony Alexis Betancourth Vásquez, Diomedes
Obed García Sánchez y Orlando Álvarez Ríos. En dicha calle o plaza el Estado deberá fijar una placa
con los nombres de las referidas cuatro víctimas, en los términos del párrafo 199 de la presente
Sentencia.

165
12. El Estado debe establecer, en un plazo razonable, un programa de formación y capacitación para
el personal policial, judicial, del Ministerio Público, y penitenciario sobre la especial protección
que debe ser prestada por el Estado a los niños y jóvenes, el principio de igualdad ante la ley y
no discriminación y los principios y normas de protección de los derechos humanos, relacionados
con la aplicación de los estándares internacionales sobre la detención de personas, respetos de
sus derechos y garantías judiciales, el trato que deben recibir, sus condiciones de detención, trata-
miento y control médico, el derecho a contar con un abogado, a recibir visitas y a que los menores
y adultos, así como lo los procesados y condenados se alojen en instalaciones diferentes, en los
términos del párrafo 200 de la presente Sentencia.
13. El Estado deberá realizar, en un plazo razonable, una campaña con la finalidad de sensibilizar a la
sociedad hondureña respecto de la importancia de la protección a los niños y jóvenes, informarla
sobre los deberes específicos para su protección que corresponden a la familia, a la sociedad y
al Estado y hacer ver a la población que los niños y jóvenes en situación de riesgo social no están
identificados con la delincuencia. Asimismo, el Estado deberá emitir, en el plazo de un año, un sello
postal alusivo a la protección debida por el Estado y la sociedad a los niños y jóvenes en situación
de riesgo, para evitar que estos se tornen víctimas de violencia, en los términos de los párrafos
201 y 202 de la presente Sentencia.
14. El Estado deberá crear, dentro de un plazo razonable, una base de datos unificada entre todas las
instituciones involucradas en la investigación, identificación y sanción de los responsables por las
muertes violentas de niños y jóvenes en situación de riesgo, en los términos del párrafo 203 de la
presente Sentencia
15. El Estado debe pagar a los familiares de Marco Antonio Servellón García, Rony Alexis Betancourth
Vásquez, Diomedes Obed García Sánchez y Orlando Álvarez Ríos, en su condición de derechohabien-
tes, en el plazo de un año, por concepto de las indemnizaciones por daños material e inmaterial,
la cantidades fijadas en los párrafos 176 y 184.a y 184.b de la presente Sentencia, en los términos
de los párrafos 169 a 172, 176, 180, 182, 184.a y 184.b y 185 de la misma.
16. El Estado debe pagar a Bricelda Aide García Lobo, Hilda Estebana Hernández López y Dilcia Álvarez
Ríos, en el plazo de un año, por concepto de la indemnización por daño material, la cantidad fijada
en párrafo 177 de la presente Sentencia, según sus términos.
17. El Estado debe pagar a Reyes Servellón Santos, Bricelda Aide García Lobo, Marja Ibeth Castro García,
Manases Betancourth Núñez, Hilda Estebana Hernández López, Zara Beatris Bustillo Rivera, Ana
Luisa Vargas Soto y Dilcia Álvarez Ríos en el plazo de un año, por concepto de la indemnización por
daño inmaterial, la cantidad fijada en los párrafos 184.c, 184.d, 184.e, 184.f y 184.g de la presente
Sentencia, en los términos de los párrafos 180, 181, 183, 184.c, 184.d, 184.e, 184.f y 184.g, y 185
de la misma.
18. El Estado debe pagar, en el plazo de un año, por concepto de costas y gastos generados en el
ámbito interno y en el proceso internacional ante el sistema interamericano de protección de los
derechos humanos, la cantidad fijada en el párrafo 205 de la presente Sentencia, la cual deberá
ser entregada a Bricelda Aide García Lobo, Hilda Estebana Hernández López y Dilcia Álvarez Ríos,
en los términos de los párrafos 204 a 205 de la misma.
19. Supervisará el cumplimiento íntegro de esta Sentencia, y dará por concluido el presente caso una
vez que el Estado haya dado cabal cumplimiento a lo dispuesto en la misma. Dentro del plazo de
un año, contado a partir de la notificación de esta Sentencia, el Estado deberá rendir a la Corte un
informe sobre las medidas adoptadas para darle cumplimiento.

166
El Juez Antônio A. Cançado Trindade hizo conocer a la Corte su Voto Razonado, el cual acompaña la pre-
sente Sentencia.

Sergio García Ramírez


Presidente

Alirio Abreu Burelli Antônio A. Cançado Trindade

Cecilia Medina Quiroga Manuel E. Ventura Robles

Diego García-Sayán

Pablo Saavedra Alessandri


Secretario

Comuníquese y ejecútese.

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