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Los Cuatro Acuerdos Primera Parte

El documento explora las enseñanzas de Miguel Ruiz sobre el conocimiento tolteca, que se basa en la unidad esencial de la verdad y no es una religión, sino una forma de vivir que promueve la felicidad y el amor. Describe cómo la domesticación de los seres humanos a través de creencias impuestas genera sufrimiento y juicio, llevando a la autocrítica y al rechazo personal. Se proponen cuatro acuerdos poderosos para romper con estos patrones de miedo y recuperar el poder personal, comenzando por ser impecable con las palabras.

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Los Cuatro Acuerdos Primera Parte

El documento explora las enseñanzas de Miguel Ruiz sobre el conocimiento tolteca, que se basa en la unidad esencial de la verdad y no es una religión, sino una forma de vivir que promueve la felicidad y el amor. Describe cómo la domesticación de los seres humanos a través de creencias impuestas genera sufrimiento y juicio, llevando a la autocrítica y al rechazo personal. Se proponen cuatro acuerdos poderosos para romper con estos patrones de miedo y recuperar el poder personal, comenzando por ser impecable con las palabras.

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Khalsa, Heather Ash, Larry.

Andrews, Judy
Silver, Carolyn Hipp, Kim Hofer, Mersedeh
Kheradmand, Diana y Sky Ferguson, Keri Kro-
pidlowski, Steve Hasenburg, Dara Salour, Joa-
quín Galvan, Woodie Bobb, Rachel Guerrero,
Mark Gershon, Collette Michaan, Brandt Mor-
gan, Katherine Kilgore (Kitty Kaur), Michael
Gilardy, Laura Haney, Marc Cloptin, Wendy
Bobb, Edwardo Fox, Yari Jaeda, Mary Carroll
Nelson, Amari Magdelana, JaneAnn Dow, Russ
Venable, Gu y Maya Khalsa, Mataji Rosita,
el doctor Miguel Ruiz, un nagual del linaje de lOs
Guerreros del Águila, ha sido guiado para divul-
gar las poderosas enseñanzas de los toltecas.

El conocimiento tolteca surge de la misma unt-


dad esencial de la verdad de la que parten todas las
tradiciones esotéricas sagradas del mundo. Aunque

no es una religión, respeta a todos los maestro

espirituales que han enseñado en la tierra, y si bien


abarca el espíritu, resulta más preciso describirlo
como una manera de vivir que se distingue por su
fácil acceso a la felicidad y el amor.

miento de sus ancestros, pero no estaba totalme


te de acuerdo con todo lo que aprendía. En :
corazón sentía que debía de haber algo más.

Un día, mientras dormía en una cueva, sof


que veía su propio cuerpo durmiendo. Salió «
la cueva a una noche de luna llena. El cielo est
ba despejado y vio una infinidad de estrella
Entonces, algo sucedió en su interior que tran
formó su vida para siempre. Se miró las mano

sintió su cuerpo y oyó su propia voz que decí


«Estoy hecho de luz; estoy hecho de estrellas
Vida o Intento. Sin Vida, el tonal y el nagual no
exisurían. La Vida es la fuerza de le lo absoluto, Í lo
“supremo, la la Creadora de todas hallas cosas. o

Esto es lo que descubrió: Todo lo que existe


es una manifestación del ser viviente al que lla-
mamos Dios. Todas las cosas son Dios. Y llegó
a la conclusión de que lá percepción humana es
sólo luz que percibe luz. También se dio cuenta

de que la materia es un 1 espejo - =todo es un espe-

jo que refleja Tuz > y crea imágenes de esa luz-, y


el mundo de la ilusión, el Sueño es tan sólo como

SS

Estaba impaciente por revelar a su gente lo que


había descubierto. Pero no había palabras par:
explicarlo. Intentó describirlo a los demás, per:
no lo entendían. Vieron que había cambiado
que algo muy bello irradiaba de sus ojos y de
su voz. Comprobaron que ya no emitía juicio:
sobre nada ni nadie. Ya no se parecía a nadie.
Él los comprendía muy bien a todos, pero :
él nadie lo comprendía. Creyeron que era un:
encarnación de Dios; al oírlo, él sonrió y dijo
«Es cierto. Soy Dios. Pero vosotros también lc
Entonces supo que pronto olvidaría todo lo
que había aprendido. Quería acordarse de todas
las visiones que había tenido, así que decidió lla-

_marse a sí mismo Espejo Humeante para recor


_dar siempre que la materia es un espejo y que el
_humo que hay en medio es lo que nos impide.
¿saber qué somos. Y dijo: «Soy Espejo Humean-

te porque me veo en todos vosotros, pero no nos


reconocemos mutuamente por el humo que hay
entre nosotros. Ese humo es el Sueño, y el espejo .

eres tú, el soñadon».'


Soñar es la función principal de la mente
la mente sueña veinticuatro horas al día. Sue
cuando el cerebro está despierto y también cu
do está dormido. La diferencia estriba en q
cuando el cerebro está despierto, hay un ma
material que nos hace percibir las cosas de u
forma lineal. Cuando dormimos no tenemos
marco, y el sueño tiende a cambiar constan

mente.

Los seres humanos soñamos todo el tiem]


Antes de que naciésemos, aquellos que nos p
soñar, y los seres humanos que nos preceden nos
enseñan a soñar de la forma en que lo hace la
sociedad. El sueño externo tiene tantas reglas
que, cuando nace un niño, captamos su atención
para introducir estas reglas en su mente. El
sueño externo utiliza a mamá y papá, la escuela
y la religión para enseñarnos a soñar.

La atención es la capacidad que tenemos de


| discernir y centrarnos en aquello que queremos
percibir: "Percibimos millones de cosas simultá-

neamente, por “utilizamos nuestra atención para

comportarse en el mundo.

Cuando íbamos al colegio, nos sentábamos en


una silla pequeña y prestábamos atención a lo que
el maestro nos enseñaba. Cuando íbamos a la igle-
sia, prestábamos atención a lo que el sacerdote o el
pastor nos decía. La misma dinámica funcionaba
con mamá y papá, y con nuestros hermanos y her-
manas. Todos intentaban captar nuestra atención.
También aprendimos a captar la atención de otros
seres humanos y desarrollamos una necesidad de

atención que siempre acaba siendo muy compett:


energía se transfiere de una persona a otra.
Tú no escogiste tu lengua, ni tu religión ni

tus valores morales: ya estaban ahí antes de que 9


nacieras. Nunca tuvimos la oportunidad de ele-

gir qué creer y qué no creer. Nunca escogimos


ni el más insignificante de estos acuerdos. Ni
siquiera elegimos nuestro propio nombre.

De niños no tuvimos la oportunidad de esco-


ger nuestras creencias, pero estuvimos de acuerdo
con la información que otros seres humanos nos

transmitieron del sueño del planeta. La única

que nuestra rebelión triunfase. El result


es que nos rendimos a las creencias medi
nuestro acuerdo.

Llamo a este proceso «la domesticación de


seres humanos». A través de esta domesticas
aprendemos a vivir y a soñar, En la domestica
humana, la información del sueño extern
transfiere al sueño interno y crea todo nue
sistema de creencias, En primer lugar, al niñ
le enseña el nombre de las cosas: mamá, p
leche, botella... Día a día, en casa, en la escuel:
mos a cualquier animal doméstico: con un siste-
ma de premios y castigos. Nos decían: «Eres un
niño bueno», o: «Eres una niña buena», cuando
hacíamos lo que mamá y papá querían que hicié-
ramos. Cuando no lo hacíamos, éramos «una
niña mala» o «un niño malo».

Cuando no acatábamos las reglas, nos casti-


gaban; cuando las cumplíamos, nos premiaban.
Nos castigaban y nos premiaban muchas veces al
día. Pronto empezamos a tener miedo de ser

castigados y también de no recibir la recompen-

los profesores y a la iglesia. Fingimos ser


que no éramos porque nos daba miedo q|
nos rechazaran. El miedo a ser rechazados
convirtió en el miedo a no ser lo bastante bu
nos. Al final, acabamos siendo alguien que 1
nos: Nos convertimos en una copia de l
creencias de mamá, las creencias de par
las creencias de la sociedad y las creenci
de la religión.

En el proceso de domesticación, perdim


todas nuestras tendencias naturales. Y cuan:
necesitamos que mamá Oo papa, la escuela O la
iglesia nos domestiquen. Estamos tan bien
entrenados que somos nuestro propio domador.
Somos un animal autodomesticado. Ahora nos
domesticamos a nosotros mismos según el siste-
ma de creencias que nos transmitieron y utili-
zando el mismo sistema de castigo y recompen-
sa. Nos castigamos a nosotros mismos cuando
no seguimos las reglas de nuestro sistema de cre-
encias; nos premiamos cuando somos «un niño

bueno» o «una niña buena».

nuestro Libro de la Ley para juzgar todo lo q


hacemos y dejamos de hacer, todo lo que pen:
mos y no pensamos, todo lo que sentimos y 1
sentimos. Cada vez que hacemos algo que
contra el Libro de la Ley, el Juez dice que som
culpables, que necesitamos un castigo, que deb
mos sentirnos avergonzados. Esto ocurre much
veces al día, día tras día, durante todos los añ
de nuestra vida.

Hay otra parte en nosotros que recibe los j

cios, y a esa parte la llamamos «la Víctima». !


Ley hará que sintamos una extraña sensación en
el plexo solar, una sensación que se llama miedo.
Incumplir las reglas del Libro de la Ley abre
nuestras heridas emocionales, y reaccionamos
creando veneno emocional. Dado que todo lo
que está en el Libro de la Ley tiene que ser vet-
dad, cualquier cosa que ponga en tela de juicio
lo que creemos nos hace sentir inseguros. Áun-

que el Libro de la Ley esté equivocado, hace que

nos sintamos Seguros.


Por este oo necesitamos una gran valen-

Nor

culpa y el castigo. Pero ¿quién dice que e:


sueño sea justo? La verdadera j justicia consiste
pagar sólo una vez por cada error. Lo que es v
daderamente injusto. es pagar varias yeces por
mismo ertor.

¿Cuántas veces pagamos por un misn


error? La respuesta es: miles de veces. El s
humano es el único animal sobre la tierra q
paga miles de veces por el mismo error. L
demás animales pagan sólo una vez por ca:

error. Pero nosotros no. Tenemos una gr:


mismo error? Cada vez que recordamos el error,
los culpamos de nuevo y les enviamos todo el
veneno emocional que sentimos frente a la injus-
ticia, hacemos que vuelvan a pagar por ello. ¿Eso
es justicia? El Juez de la mente está equivocado
porque el sistema de creencias, el Libro de la
Ley, es erróneo. Todo el sueño se fundamenta
en una ley falsa. El 95 por ciento de las creencias

que hemos almacenado en nuestra mente no son

más que mentiras, y si sufrimos es porque cree-

mos en todas ellas.

externo.

Si comparamos el sueño de la sociedad humar


con la descripción del infierno que las distintas rel
giones de todo el mundo han divulgado, descubr
mos que son exactamente iguales. Las religion:
dicen que el infierno es un lugar de castigo, «
miedo, de dolor y de sufrimiento, un lugar donc
el fuego te quema. Cada vez que sentimos emoci:
nes como la cólera, los celos, la envidia o el odi
experimentamos un fuego que arde en nuestt
interior. Vivimos en el sueño del infierno.
por el miedo. Aprendemos a sonal el interno en
nuestra propia vida, en nuestro sueño personal,

El mismo miedo se manifiesta de distintas ma-

neras en cada persona, por supuesto, pero todos


sentimos cólera, celos, odio, envidia y otras emo-
ciones negativas. Nuestro sueño personal tam-
bién puede convertirse en una pesadilla perma-
nente en la que sufrimos y vivimos en un estado
de miedo constante. Sin embargo, no es necesa-
rio que nuestro sueño sea una pesadilla. Pode-
mos disfrutar de un sueño agradable.

No vemos la verdad porque estamos ciego


Lo que nos ciega son todas esas falsas creenci:
que tenemos en la mente. Necesitamos sent
que tenemos razón y que los demás está
equivocados. Confiamos en lo que creemos,
nuestras creencias nos invitan a sufrir. Es com
si viviésemos en medio de una bruma que nc
impide ver más allá de nuestras propias narice
Vivimos en una bruma que ni tan siquiera «
real. Es un sueño, nuestro sueño personal de |

vida: lo que creemos, todos los conceptos qu


imposible ver quiénes somos verdaderamente;
nos resulta imposible ver que no somos libres.
Esta es la razón por la cual los seres huma-
nos nos resistimos a la vida. Estar vivos es nues-
tro mayor miedo. No es la muerte; nuestro

mayor miedo es arriesgarnos a vivir: correr el :


riesgo de estar vivos y de expresar lo que real-

mente somos. Hemos aprendido a vivir inten-

tando satisfacer las exigencias de otras personas.


Hemos aprendido a vivir según los puntos de
vista de los demás por miedo a no ser aceptados

ese punto de vista, nunca seremos perfecto:


¡Nunca!

Como no somos petfectos, nos rechazamos


nosotros mismos. El grado de rechazo depend
de lo efectivos que hayan sido los adultos par
romper nuestra integridad. Tras la domestica
ción, ya no se trata de que seamos lo suficiente
mente buenos para los demás. No somoslo-bas
tante buenos para nosotros mismos porque n:
encajamos en nuestra propia imagen de perfe
ción. Nos resulta imposible perdonarnos por n
tras expectativas.

Nos deshonramos a nosotros mismos sólo


para complacer a otras personas. Incluso llega-
mos a dañar nuestro cuerpo para que los demás
nos acepten. Vemos a adolescentes que se dro-
gan con el único fin de no ser rechazados por
otros adolescentes. No son conscientes de que el
problema estriba en que no se aceptan a sí mis-
mos. Se rechazan porque no son lo que preten-
den ser. Desean ser de una manera determinada,

pero no lo son, y esto hace que se sientan culpa-

pero tan pronto como estamos solos, el Juez :


vuelve tan tenaz y el reproche es tan fuerte, ql
nos sentimos realmente estúpidos, inútiles
indignos.

Nadie, en toda tu vida, te ha maltratado m


que tú mismo. El límite del maltrato que toler
rás de otra persona es exactamente el mismo
que te sometes tú. Si alguien llega a maltratar
un poco más, lo más probable es que te alejes «
esa persona. Sin embargo, si alguien te maltra
un poco menos de lo que sueles maltratarte t
abuso de uno mismo nace del autorrechazo, y
éste de la imagen que tenemos de lo-que signifi-
ca ser perfecto y de la imposibilidad de alcanzar
ese ideal. Nuestra imagen de perfección es la
razón por la cual nos rechazamos; es el motivo
por el cual no nos aceptamos a nosotros mismos
“tal como somos y no aceptamos a los demás tal

como son.

posible y aquello es imposible».

Un solo acuerdo no sería un gran proble:


pero tenemos muchos acuerdos que nos ha:
sufrir, que nos hacen fracasar en la vida. Si qu
res vivir con alegría y satisfacción, debes halla:
valentía necesaria para romper esos acuerdos «
se basan en el miedo y reclamar tu poder per
nal. Los acuerdos que surgen del miedo reqt
ren un gran gasto de energía, pero los que s
gen del amor nos ayudan a conservar nues

energía e incluso a aumentarla.


Si somos capaces de reconocer que nuestra
vida está gobernada por nuestros acuerdos y el
sueño de nuestra vida no nos gusta, necesitamos
cambiar los acuerdos. Cuando finalmente este-
mos dispuestos a cambiarlos, habrá cuatro acuet-
dos muy poderosos que nos ayudarán a romper
aquellos otros que surgen del miedo y agotan
nuestra energía.

Cada vez que rompes un acuerdo, todo el


poder que utilizaste para crearlo vuelve a ti.

Si los adoptas, estos cuatro acuerdos crearán el


. DbIén el mas ditici de CUMmplt. Es tan Importa:
te que sólo con él ya serás capaz de alcanzar
nivel de existencia que yo denomino «el cielo «
la tierra».

El Primer Acuerdo consiste en ser impecable c


tus palabras. Parece muy simple, pero es sum

mente poderoso.

¿Por qué tus palabras? Porque constituyen


poder que tienes para crear. Son un don q
proviene directamente de Dios. En la Bibli
el Evangelio de San Juan empieza diciendo: «E
mienta más poderosa que tienes como ser huma-
no, el instrumento de la magia. Pero son como
una espada de doble filo: pueden crear el sueño
más bello o destruir todo lo que te rodea. Uno
de los filos es el uso erróneo de las palabras, que
crea un infierno en vida. El otro es la impecabi-
lidad de las palabras, que sólo engendrará belle-
za, amor y el cielo en la tierra. Según cómo las
utilices, las palabras te liberarán o te esclavizarán
aún más de lo que imaginas. Toda la magia que
posees se basa en tus palabras. Son pura magia,

nían miedo. Las palabras de Hitler, que se basaba


en creencias y acuerdos generados por el mied
serán recordadas durante siglos.

La mente humana es como un campo fért


en el que continuamente se están plantand
semillas. Las semillas son opiniones, ideas y cor
ceptos. Tú plantas una semilla, un pensamient
y éste crece. Las palabras son como semillas, ¡
la mente humana es muy fértil! El único probl:
ma es que, con demasiada frecuencia, es fért

para las semillas del miedo. Todas las mente


los humanos utilizamos las palabras como
magos de magia negra, hechizándonos los unos
a los otros imprudentemente.

Todo ser humano es un mago, y por medio

de las palabras, puede hechizar a alguien o libe-

rarlo de un hechizo. Continuamente estamos

lanzando hechizos con nuestras opiniones. Por


ejemplo, me encuentro con un amigo y le doy
una opinión que se me acaba de ocurrir. Le digo:
«¡Mmmm! Veo en tu cara el color de los que
acaban teniendo cáncer». Si escucha esas pala-

ese hechizo.

Las palabras captan nuestra atención, entr:


en nuestra mente y cambian por entero, pa
bien o para mal, nuestras creencias. Otro ejer
plo: quizás pienses que eres estúpido, y tal ve
lo hayas creído desde siempre. Este acuerdo
muy difícil de romper, y es posible que te lleve
realizar muchas cosas con el único fin de cos
vencerte de que realmente eres estúpido. Pue

que hagas algo y te digas a ti mismo: «Me gust

ría ser inteligente, pero debo de ser estúpid


acuerdo se verá reforzado y se volverá todavía
más firme.

Veamos ahora lo que significa la palabra «impe-

cabilidad». Significa «sin pecado». «Impecable»


proviene del latín pecatus, que quiere decir «peca-
do». El im significa «sin», de modo que «impe-
cable» quiere decir «sin pecado». Las religiones
hablan del pecado y de los pecadores, pero

rechazarte a ti mismo. En términos religiosos, e


autorrechazo es un «pecado mortal», es dect
que te conduce a la muerte. En cambio, la impe
cabilidad te conduce a la vida.

Ser impecable con tus palabras es no utilizar


las contra ti mismo. Si te veo en la calle y t:
llamo estúpido, puede parecer que utilizo es:
palabra contra ti, pero en realidad la utilizo con.
tra mí mismo, porque tú me odiarás por ello
tu odio no será bueno para mí. Por lo tanto, s
me enfurezco y con mis palabras te envío tod:
acuerdo contigo para ser impecable con tus pala-
bras, eso bastará para que la verdad se manifies-
te a través de ti y limpie todo el veneno emocio-
nal que hay en tu interior. Pero llegar a este
acuerdo es difícil, porque hemos aprendido a
hacer precisamente todo lo contrario. Hemos
aprendido a hacer de la mentira un hábito al

comunicarnos con los demás, y aún más impot-


tante, al hablar con nosotros mismos. No somos
impecables con nuestras palabras.

En el infierno, el poder de las palabras se

las palabras con gran irecuencia, y asi €s COM


creamos y perpetuamos el sueño del infiern
Con el uso erróneo de las palabras, nos perjuc
camos los unos a los otros y nos mantenemi
mutuamente en un estado de miedo y dud
Dado que las palabras son la magia que pose
mos los seres humanos y su uso equivocado
magia negra, utilizamos la magia negra consta:
temente sin tener la menor idea de ello.

Por ejemplo, había una vez una mujer inte


gente y de gran corazón. Esta mujer tenía ur
Lo cierto es que, en ese momento, la toleran-
cia de la madre frente a cualquier ruido era ine-
xistente; no era que la voz de su hija fuera horri-
ble. Pero la hija creyó lo que le dijo su madre y
llegó a un acuerdo con ella misma. Después de
esto ya no cantó más, porque creía que su voz
era horrible y que molestaría a cualquier persona
que la oyera. En la escuela se volvió tímida, y si
le pedían que cantase, se negaba a hacerlo. Inclu-
so hablar con los demás se convirtió en algo difí-

cil. Ese nuevo acuerdo hizo que todo cambiase

que su propia madre, su padte y OLLAS PELsor


habían hecho con ella de muchas maneras di
rentes: utilizar mal sus palabras.

¿Cuántas veces hacemos lo mismo con nu


tros propios hijos? Les lanzamos opiniones
este tipo y ellos cargan con esa magia nej
durante años y años. Las personas que nos qu
ren emplean magia negra con nosotros, pero
saben lo que hacen. Por ello debemos perdon
los, porque no saben lo que hacen.

Otro ejemplo: Te despiertas por la maña


romper. La única manera de deshacer un hecht
zo es llegar a un nuevo acuerdo que se base en la
verdad. La verdad es el aspecto más importante
del hecho de ser impecable con tus palabras. La
espada tiene dos filos: en uno están las mentiras
que crean la magia negra, y en el otro, está la ver-
dad que tiene el poder de deshacer los hechizos.
Sólo la verdad nos hará libres.

comunicarse.

Contar chismes se ha convertido en la prir


pal forma de comunicación en la sociedad hun
na. Es la manera que utilizamos para sentirr
cerca de otras personas, porque ver que algu
se siente tan mal como nosotros, nos hace ser
mejor.

Hay una vieja expresión que dice: «A la mi


ria le gusta estar acompañada», y la gente «
sufre en el infierno no quiere estar sola.
miedo y el sufrimiento son un aspecto imp
satisfactorios. :

El chismorreo entre los seres humanos fun-


ciona de la misma manera. Por ejemplo, empie-
zas un curso con un nuevo profesor; es algo que
esperabas desde hace mucho tiempo. El primer
día te encuentras con alguien que anteriormente
asistió a ese curso y te dice: «¡Ese profesor es un
pedante y un pelmazo! No tiene ni idea, y ade-
más, es un pervertido, de modo que ve con cui-

dado».

Las palabras de esa persona y las emociones -

ver al profesor del mismo modo: como un p


mazo y un pervertido. Realmente no sopor:
estar ahí, y pronto decides dejar de ir. Culpas
profesor, pero el culpable es el chisme.

Un pequeño virus informático es capaz


generar un lío de este tipo. Una mínima inte
mación errónea puede estropear la comunis
ción entre las personas e infectar a todos aqu
llos que toca, que a su vez contagian a más gen

Imagínate que cuando otras personas te cuent


chismes, introducen virus informáticos en

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