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Gabriel Binkowski 2022 - El Psicoanalista Celebridad y El Psicoanalista Militante

El documento discute dos tipos de psicoanalistas que actúan públicamente: 1) el "psicoanalista-celebridad" que hace declaraciones sobre psicoanálisis y cultura basadas en su trayectoria y fama; 2) el "psicoanalista-militante" que produce discurso en movimientos políticos o causas específicas. El texto argumenta que estos roles públicos exigen reflexión sobre los efectos y límites del discurso del psicoanalista fuera de la clínica.
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Gabriel Binkowski 2022 - El Psicoanalista Celebridad y El Psicoanalista Militante

El documento discute dos tipos de psicoanalistas que actúan públicamente: 1) el "psicoanalista-celebridad" que hace declaraciones sobre psicoanálisis y cultura basadas en su trayectoria y fama; 2) el "psicoanalista-militante" que produce discurso en movimientos políticos o causas específicas. El texto argumenta que estos roles públicos exigen reflexión sobre los efectos y límites del discurso del psicoanalista fuera de la clínica.
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El psicoanalista-celebridad y el psicoanalista-militante: variantes de

tratamiento estándar?
Sobre los efectos y la extensión de actuar públicamente como psicoanalista

Gabriel Inticher Binkowski

Nomearse psicoanalista en acto público

Hay una tendencia por ahí, en el espíritu del tiempo, componiendo el paisaje de nuevos
lugares a los que los psicoanalistas y aquellos que hablan en nombre del psicoanálisis se sienten
convocados a ocupar. No es exactamente un lugar de escucha, está más para un lugar de
discurso. Tampoco parece tratarse de un lugar de habla, de hecho, está más cerca de una
posición en la que se puede decir.
En lugar de un analista que sería un supuesto maestro de la interpretación, o que
sustentaría ciertas teorías sobre el complejo de Edipo, la interpretación de los sueños o la
sexualidad infantil, encontramos una oferta de psicoanálisis que habla de temas variados, en
muchos lugares. Nos encontramos cada vez más con sujetos que se presentan como psicoanalistas
en los medios impresos, televisivos o radiales, en canales de producción de contenido para redes
sociales, plataformas de streaming, debates públicos, movimientos político-partidarios
colectivos militantes por causas específicas, espacios de contestación marcados por segmentos
identitarios o por principios que intentan dar relevancia a los efectos nocivos de las conjunturas
estructurantes de nuestra sociedad.
Encontramos en Brasil una gran fecundidad de posibilidades para que personas
nominándose psicoanalistas intervengan en espacios públicos. Aquí también reconocemos
gran profusión de dispositivos ética y técnicamente orientados por la escucha psicoanalítica,
marcados por una admirable creatividad y por producir vías de escucha e intervención
desprendidas dosettingtradicional.
Hay una miríada de ejemplos de clínicas públicas, intervenciones en la calle o en
agrupamientos sociales variados (indígenas, inmigrantes, personas en situación de calle, jóvenes y
adolescentes en vulnerabilidad y exclusión, minorías segregadas o sometidas a violencias
contínuas, ocupaciones de espacios públicos o rurales, sujetos víctimas de desastres ambientales,
sujetos trans), siendo que estas modalidades de intervención y de dispositivo no son objeto
de este ensayo. Decalcamos los efectos de una apertura cultural y social para el psicoanálisis aquí
en estas tierras tupiniquins, lo que nos coloca como un laboratorio para el psicoanálisis y la
extensión de sus efectos. Sin embargo, es importante que tal permisividad sea constantemente
problemática. Siempre tenemos que buscar escuchar el reverso del discurso y de su constitución,
pues allí corre el río de lava del inconsciente, de lo contrario, caeríamos en una celebración
deslavada de esa supuesta diferencia y incluso de una supuesta influencia cultural del psicoanálisis
en Brasil.

El discurso del psicoanalista, sus efectos y umbrales

Freud cotejó lo que llamó "efecto general de nuestro trabajo", depositando en él


esperanza: sociedades enteras sufren con neurosis, con síntomas que apuntan a satisfacciones
sustitutas que nada añaden en la búsqueda de una vida supuestamente mejor1, por su
vez, hay una autoridad social indirecta del psicoanalista, dotándolo de claves para reconocer y
nombrar conflictos cuyos síntomas derivados corresponden a un gran gasto de energía.
Así, los “indiscretos esclarecimientos psicoanalíticos”2tendrían por efecto el reconocimiento
las fuerzas pulsionales dominantes en ciertas situaciones, con su satisfacción o renuncia
ocurriendo en un espíritu de mayor tolerancia social.
Tales posibilidades no vendrían, sin embargo, sin grandes resistencias, dado que la
la propia resistencia de la sociedad en el reconocimiento de su parte en la confección de los síntomas

apunta directamente a la compleja maquinaria social que involucra represión, represión y


otras modalidades de defensa, encontradas tanto en el sujeto como en el grupo o en la masa. El
el gozo es la razón principal de la vida en sociedad3, siendo esta extraña combinación de satisfacción y

insatisfacción que anima las relaciones de un sujeto con sus objetos de inversión, con el
outro. De hecho, es inevitable reconocer que tales resistencias, deformaciones y incluso
imposibilidades actúan en las propias instituciones, asociaciones y agrupaciones de formación
dos propios psicoanalistas.
Esta dificultad fue señalada por Jacques Derrida en Estados del alma de
psicoanálisis4, interrogando los efectos del psicoanálisis sobre la cultura, a partir de la hipótesis de la
la pulsión de muerte y el umbral del sujeto en relación a su propia aniquilación, en la repetición cuya

1
FREUD, Sigmund. Las perspectivas futuras de la terapia analítica [1910]. En. ______. Obras completas. São
Paulo: Companhia das Letras, 2013. v.9 (1909-1910), p. 228.
2Id., ibid., p. 230.
3POMMIER, Gérard. ¿Freud apolítico? París: Flammarion, 1998.
4 DERRIDA, Jacques. Estados de ánimo del psicoanálisis. Dirección a los Estados Generales del Psicoanálisis. París:
Galilée, 2000.
el gozo lleva a su propia destrucción psíquica y corporal, al desenganche de su relación con los
sus objetos de inversión. Entonces correspondería a los psicoanalistas llevar hasta las últimas consecuencias

esta hipótesis de la pulsión de muerte, en qué es capaz de ofrecer para pensar en nuestros
operadores sociales, como la jurisprudencia, el sujeto del derecho, la política, y también la
propósito del propio funcionamiento del psicoanálisis y de su transmisión.
No es de extrañar que la enseñanza de Jacques Lacan haya estado tan movilizada por las cuestiones relacionadas.

a formación, la transmisión y las políticas de la propia psicoanálisis, una vez que el surgimiento del
chamadocampo freudiano(o discurso freudiano, o inconsciente em Freud) guardava em sua
génesis una consecuencia del cogito cartesiano, de una modalidad de producción del
conocimiento, en este caso, el de la ciencia moderna, que intenta a toda costa alejar la angustia del
5Sustentar un intento siempre parcial de saber y de práctica en torno a este real
el objeto del sujeto del investigador termina siendo el objeto de trabajo del movimiento
psicoanalítico, cuya forja es la de una experiencia de soporte, de reconocimiento y de encuentro
con el sujeto del inconsciente, en su extrañeza y en sus efectos desestabilizadores que el
ligam ao real.
Ese real es lo que está en juego en las sociedades de psicoanálisis, en esos agrupamientos
que se dan por misión cultivar la posibilidad de la experiencia circunscrita en el discurso
freudiano. La experiencia del inconsciente, marca del descubrimiento freudiano, cuestiona la idea de
progreso de la modernidad y la presunción de que somos señores de nuestra propia morada, del
Eu. Al introducir lo que deduz como un psicoanálisis en extensión y un psicoanálisis en
intención, Lacan6situa, en la primera, los efectos de la psicoanálisis y de su discurso sobre otros
campos disciplinares y sociales. Ya la intención se refiere a la formación de psicoanalistas, en
cómo estos están preparados para lidiar con sus operadores conceptuales y técnicos y para llevar
adelante esta práctica, en una necesidad de reinvención frente a las ataduras de la institución, esta
marcada por la captura imaginaria, y las posibilidades de que el sujeto analista sostenga, a través de
su deseo, la hiancia del inconsciente.
Para avanzar, nombramos aquí a dos figuras, reconociendo que esta nominación es
marcada por la hipérbole, por la exageración, pero lo hacemos con vistas a situar dos lugares de
producción discursiva que, pensamos, los psicoanalistas han ocupado, al menos en Brasil,
particularmente cuando nos referimos a la tan de moda expresión psicoanálisis y política: el de
psicoanalista-celebridade y el de psicoanalista-militante.

5LACAN, Jacques. La ciencia y la verdad [1966]. En: ______. Escritos. Río de Janeiro: Jorge Zahar, 1998.
6 LACAN, J. Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanálisis de la Escuela. En. ______. Otros escritos. París:
Éditions du Seuil, 2001.
Al interrogar sobre esta relación entre psicoanálisis y política a partir de la figuración
pública del psicoanalista, consideramos que se evidencia que el psicoanalista hace discurso o,
Muchas veces, realiza performances, de modo a sustentar una viabilidad para la continuidad de la
existencia del psicoanálisis en el mundo de hoy. Operamos en la clínica a partir de los registros de lo real,
del simbólico y de lo imaginario, siendo que lo esencial para nosotros es ese duro deber de hacer
aquello que no cesa de no inscribirse, lo real, algo que produzca efectos legítimos y posibles
para un sujeto, posibles porque apuntan hacia el inconsciente mientras hiancia, apertura que
hace un rasgo en la fantasía.

En la clínica, esta operación se lleva a cabo como un acto analítico en la transferencia, siendo que la

la propia evolución del psicoanálisis fue concebido variaciones creativas para lidiar con
transferencias extendidas, con grupos, familias, organizaciones, instituciones. Sin embargo, el
el calco del discurso analítico sobre el que elegimos escribir aquí es aquel de los umbrales de la
própria extensión de la psicoanálisis, puesto que, al hacer habla (o escrito) a un público o al hacer
ato público (como na militância), temos pouco ou nenhum controle sobre os efeitos de nosso
discurso. Ante esto, destacamos que se trata de considerar que estemos ante un
Límite del propio discurso del psicoanalista, de las posibilidades del psicoanálisis, y necesitamos ahí
adentrar de modo a entender lo que es posible hacer cuando estas modalidades de producción
discursiva son convocadas.

Sobre los dos calcos

Circunscribimos, hipotéticamente, dos calcos de la relación entre psicoanálisis en


intensión y extensión. En el primer caso, el psicoanalista-celebridad, que hace enunciados sobre la
psicología y sobre elementos del social y de la cultura a partir de su trayectoria, de su
legitimidad (científica, institucional), incluso de su fama (mediática), es decir, de lugares
en que es invitado a ocupar debido a cierto merecimiento (la celebración de su trayectoria) y
habilidad comunicacional. En el segundo, nos referimos a un psicoanalista que también ocupa
un lugar de producción de discurso no exactamente como un psicoanalista que milita, pero
un psicoanalista-militante, utilizando sus herramientas de psicoanalista en pro de una causa
a la que se siente vinculado afectivamente, identitariamente y/o intelectualmente. Sería, de este modo, una causa

que parece hacer parte de su forja como sujeto de deseo y que, así, podría también
localizar su deseo como analista, deseo del analista.
Lo que nos anima en la escritura de este ensayo es algo empírico que hemos constatado en
últimos años, notablemente a partir de 2016 y 2017, cuando este autor vuelve a realizar
actividades en Brasil después de un largo período en Francia. La constatación pasa por el hecho de
que muchos de los comentarios acerca de dudas conceptuales teóricas sobre la ética y la
La clínica psicoanalítica que hemos escuchado en actividades por todo Brasil parece apoyarse cada vez más

menos en escritos, como libros, trabajos académicos, artículos, capítulos de libro o cursos
formales y cada vez más en intervenciones públicas realizadas por psicoanalistas, en entrevistas a
gran medios, en programas de televisión y radio, en vivo, plataformas de streaming o en
publicaciones en redes. El fenómeno también puede ser constatado en el discurso de los pacientes, que

hablan de sus encuentros con este tipo de contenido y la forma en que se sienten tocados cuando
algún psicoanalista habla sobre psicofármacos, maternidad, burnout, depresión
cuestionamientos identitarios u otra de las tantas cuestiones que apuntan a los desdichados
efectos del malestar.
La presente actualidad, de una virtualización más agresiva de nuestra sociabilidad, de
trabajo remoto y de la circulación de la cultura en espacios en línea durante el larguísimo
El confinamiento, dado la pandemia de Covid-19, parece haber acelerado este proceso. La salud
la salud mental se ha convertido en un tema presente que toca otros nudos problemáticos de
sociedad brasileña, como las marcadas diferencias en el trabajo (los que pueden y los que no
podemos elegir si confinar), la enseñanza remota, el acceso a información proporcionada por la ciencia (o
la exposición a las corrientes de mensajes y noticias falsas), así como los operadores conceptuales
que vienen sirviendo de baliza para que la sociedad piense en sus mecanismos de segregación.
Tenemos ahí la visibilidad de innumerables paradojas y contradicciones de la sociedad, a las que

vino a sumarse una creciente sensación de división que ya producía efectos en la sociedad brasileña
a lo largo de toda la última década, cuando atravesamos una serie de eventos catárticos y
confusos – las movilizaciones de junio de 2013, la clivaje social de la elección presidencial de
2014, el impeachment de Dilma Rousseff en 2016 y la polémica elección de Jair Bolsonaro en
2018, logo depois da prisão do então candidato mais cotado nas pesquisas, o ex-presidente
Luís Inácio Lula da Silva. El odio se ha convertido en un afecto social predominante7, acentuando
diferencias y generando una sensación de que los intelectuales, y ahí en este contexto fueron incluidos los

psicoanalistas, necesitaban posicionarse, ya sea a través de la construcción de dispositivos de escucha y


intervención, o de manera más feroz, con una participación política que sostenía que su
también se regiría por, en y con el psicoanálisis. Tales posibilidades de intervención,

7
ROSA, Miriam Debieux; ALENCAR, Sandra; MARTINS, Raonna. Licencia para odiar: una cuestión para la
psicoanálisis y la política. En. ROSA, Miriam D.; COSTA, Ana Ma. Medeiros da; PRUDENTE, Sérgio.
Escritas del odio: psicoanálisis y política. São Paulo: Fapesp: Escucha, 2018. p.15-31.
discursivas y en acto, constituyen variantes del supuesto tratamiento estándar o serían extensiones
dos efectos del psicoanálisis?

Sobre un tratamiento que opera un psicoanalista y sus variantes

Son innumerables los ejemplos de fenómenos sociales, culturales y políticos que se han convertido en

objeto de análise, constando-se uma inscrição do social na psicanálise brasileira. Como


defiende a Contardo Calligaris en la famosa colección Clínica del social: Ensayos, contrariamente
al discurso político, que, como en la neurose, opera a través de arreglos que no funcionan,
sostener un proyecto deseoso de “intervenir discursivamente en el síntoma social siguiendo una
ética compatible con la ética del psicoanálisis8constituyó un acto de una práctica discursiva 'sin
promesa de reparaciones ni de pacificación [...], [cuyas] situación previa sea de aventurarse en
lugares ocultos de las contradicciones donde nuestra organización simbólica y sus corolarios
imaginarios parecen originarse9.
Diversos grupos y psicoanalistas comenzaron sistemáticamente a realizar estudios en este
ámbito, incluso si generalmente se encuentran en un registro universitario, de modo que
producir investigaciones en temas como lo social, la salud colectiva y los malestares
los contemporáneos eran investigados con la discursividad freudiana. Fueron preciosos los
aportes de psicanalistas quanto à retomada da democracia no Brasil, a criação de um Sistema
Único de Saúde, el movimiento de la Reforma Psiquiátrica, los cambios en las políticas de cuidado,
protección y educación de niños y adolescentes y otras cuestiones más recientes, como las
políticas y dispositivos contra la violencia de género, feminicidio, las violencias raciales y las
tentativas de dar relevo a la violencia de Estado del gobierno militar dictatorial.
Lo esencial, en el alcance pretendido en el presente ensayo, es que hubo de modo
abarcante un diagnóstico de la estructura patológica de las formaciones políticas en Brasil10, algo
que avanzó en relación a la ampliación y a la extensión de la presencia de un discurso psicoanalítico

como moneda corriente en la sociedad, resultando tanto en intervenciones que parten de


discursos como otras que actúan sobre discursos, prácticas e instituciones. Como señalamos
arriba, hay en nuestros días una legitimidad que involucra el trabajo psicoanalítico con
dispositivos clínicos en contextos sociales e institucionales variados. Como escribe Miriam
Debieux Rosa

8
CALLIGARIS, Contardo. Liminar. En. ARAGÃO, Luiz Tarlei de et al. Clínica del social: ensayos. São Paulo:
Escuta, 1991. p. 14.
9Id., ibid., p. 15.
10AB’SÁBER, Tales. Michel Temer y el fascismo común. São Paulo: Hedra, 2018.
El psicoanalista trabaja en base a la demanda y al síntoma referido por
agentes institucionales. Convoca a la institución para, en una posición
implicado, rever la escena institucional donde lo que está en juego son los lugares
de cada uno, los discursos y la relación entre lo instituido y lo instituyente. Elucida
las trayectorias institucionales de los usuarios, técnicos y gestores y sus efectos,
sea de ofrecer un lugar simbólico, sea en inducir identidades imaginarias.
Estas últimas, en lugar de historias que pueden ser contadas, producen
silencio e impedimento.11

Este tipo de dispositivo descrito por Rosa se llama clínico-político. En un


contexto que presenta diferencia en relación al llamado setting psicanalítico tradicional, él
se basa en la ubicación discursiva de los diferentes agentes involucrados en una escena social. Trata-
sé de una apuesta que es radicalmente psicoanalítica, la de que hay sujeto a ser escuchado, un
sujeto que es efecto del lugar en el cual se coloca en relación al campo social, al discurso del
Outro, de tal forma que se convierte en una operación psicoanalítica localizar el gozo.
Un psicoanalista debe saber mantener el oído abierto, y eso constituye un trabajo a
partir de estas variantes del tratamiento estándar, o, como escribe Lacan, “un psicoanálisis,
estándar o no, es el tratamiento que se espera de un psicoanalista12. El famoso artículo “Variantes
del tratamiento estándar”, firmado por un Lacan involucrado en querellas con las voces y las vías
oficiales de la IPA se oponían a la seductora idea de que habría una forma estándar, tipificada,
que garantizaría el trabajo analítico, es decir, una modalidad organizadora para el desarrollo
do tratamiento, la formación de psicoanalistas y sobre la cual se asentaría cómodamente la
organización institucional de una sociedad que se afirmaba verdaderamente psicoanalítica.
En 1953, Henry Ey hace invitaciones para publicar algunas de las voces del psicoanálisis parisiense a
propósito del tratamiento estándar (tipo de curación13), habiendo sido el artículo de Lacan
publicado en 1955 y constituyendo una respuesta crítica al artículo “La cure type” de Maurice
Bouvet, personaje de gran estima en la época14.

11
ROSA, M. D. La clínica psicoanalítica ante la dimensión sociopolítica del sufrimiento. São Paulo: Fapesp:
Escuta, 2016. p. 195.
12LACAN, J. Variantes del tratamiento estándar [1955] En. ______. Escritos. Río de Janeiro: Jorge Zahar, 1998, p.

331.
13Resaltamos que Lacan escribió esta expresión con un guion, cure-type, a diferencia de Bouvet; para nosotros,

fue un intento de promover un calco conceptual del término, mostrando que este –la cure-type– se había convertido
no solo una forma de hablar en el tipo de tratamiento llamado clásico en psicoanálisis, sino en una posición política que
apuntaba hacia una ortodoxia y un agravamiento de las posibilidades de manejar un tratamiento y de separar el
que podría y, principalmente, lo que no podría ser considerado psicoanálisis.
14
BOUVET, Maurice. La cura tipo. En: ENCICLOPEDIA médico-quirúrgica: Psiquiatría. París: Elsevier,
1954.
Reunido con otros artículos en el volumen La cura psicoanalítica clásica15, o aspecto
datado del texto entrega un psicoanálisis cuya técnica defendida es manejada con rigor,
evitando desacuerdos y malentendidos con el paciente, o mejor, con su Yo. Bouvet
destaca la importancia de un diagnóstico cerrado, evaluando el pronóstico del paciente y una
evolución del tratamiento a través de la interpretación de las resistencias, con el análisis de las defensas del

Eu precedendo a dos conteúdos. Outro dos aspectos marcantes em Bouvet é de não se deixar
llevar por un optimismo ya comentado por Freud en “Análisis finito e infinito”16, apuntando
que el futuro de la investigación psicoanalítica se situaría precisamente en la “delimitación exacta de los

poderes de la terapéutica que ella funda y de la cual se alimenta17.


El texto de Bouvet parece impregnado de algo que Lacan cita e ironiza en el artículo de
1955, la supuesta “extraterritorialidad oculta de la que proviene el psicoanálisis”18, que es tratada a
maneira de um tumor, extirpada e exteriorizada. No caso da posição de figuras como Bouvet e
de otros que constituían el canon del psicoanálisis de mediados del siglo XX, el tratamiento
psicanalítico sólo debería concebir variaciones de la técnica y tratarlas como analíticas si ellas
funcionaremos a favor de una objetivación completa del tratamiento y de las relaciones de objeto
en la transferencia, llevándolas a reducirse a la neurosis de transferencia, con el objetivo de
modificar o Eu del paciente ante sus objetos (o del analista-objeto).
Al recurrir a la noción de extraterritorialidad para pensar el psicoanálisis, Lacan se
mantiene crítica de esta, que es descrita como un lugar limítrofe en relación al saber
(científico), no se puede haber una objetivación total de la técnica y de las operaciones posibles
con la psicoanálisis. Aun así, también es necesaria la manutención de una 'ficción
19para que el psicoanalista opere en el lugar
en qué se encuentra – aquí refiriéndose a su lugar con respecto a las ciencias, el mundo jurídico y
toda la argamasa social en la que habitamos y de la cual se teje nuestro simbólico - una vez que
trabajamos con algo que insiste a partir de la intimidad-extranjera.
La extraterritorialidad en el psicoanálisis es explicada por Lacan a partir de referencias a
judaísmo, la fe en las tradiciones y la autosegregación. Para el movimiento psicoanalítico, sin embargo, tal

la extraterritorialidad corre el riesgo de funcionar como defensa de una subversión esencial: en

15BOUVET, M. La cura psicoanalítica clásica. París: PUF, 2007.


16
FREUD, S. Análisis terminable e interminable [1927]. En. ______. Obras completas 3. Buenos Aires: Ed. El
Ateneo, 2003.
17BOUVET, M. La cura psicoanalítica clásica, op. cit., p. 104. Traducción nuestra.
18LACAN, J. Variantes del tratamiento estándar, op. cit., p. 331.
19 MEZZA, Martín. Función social del psicoanálisis: los psicoanalistas y la política (brasileña). Estudios de
Psicoanálisis, Belo Horizonte, n. 50, p. 115-122, dic. 2018. p. 120.
tiempos dogmáticos, mostrarse liberal y viceversa20, como si esta búsqueda de una posición
limítrofe se tornase un lugar, un vano en el cual caen los psicoanalistas, poniéndose en contra
transformaciones sociales, contra la propia participación de psicoanalistas en intentos de intervenir
en el mundo. Esto generalmente lleva a los discursos psicoanalíticos que encontramos de vez en cuando.
por otra parte en los medios y en publicaciones especializadas, clamando que las miserias de la civilización

son síntomas de la decadencia de la función paterna – una tesis de Durkheim, seguida por Lacan
entre 1938 y 1953, ya superada tanto en la sociología como en otros campos disciplinares21.
Serge Leclaire, un discípulo muy cercano a Lacan, consideró la extraterritorialidad como
22, una vez que el
el desaparecimiento de los maestros dejaba un lugar vacío, que acababa siendo ocupado por
instituciones cuyo funcionamiento tendría poco o nada de analítico, sin espacio para un tercero
que operaría como una referencia establecedora de Ley. No vamos a entrar en detalles aquí.
de algunas de las propuestas de Leclaire, especialmente su deseo de proponer una instancia
ordenadora para los psicoanalistas. El movimiento que él capitaneaba buscaba responder y
debatir los paradoxos del reconocimiento tanto del psicoanálisis (como práctica, cuerpo teórico
e enquadre profissional) como dos próprios psicanalistas enquanto praticantes de algo (para
Leclaire una “arte” que no puede prescindir del conflicto y del deseo como motores para actuar y
se reconocer.
La búsqueda de la extraterritorialidad justifica un lugar de excepción que fomenta una
relación narcisista con los tocados que simbolizan la práctica del psicoanálisis. Con esto,
la neutralidad y la indiferencia terminan generando una posición política de enfrentamiento a la diferencia, de

superioridad y, por último, de exención ante las exigencias que la realidad impone. Como
recordó algunas veces a Lacan, el oído es un orificio que no se cierra, sin embargo, nada
impide que aquello que entra por un oído salga por el otro, como decían los antiguos. En
Variantes del tratamiento estándar, lo que está en juego es la llamada imaginarización de
psicoanálisis, un fenómeno, en ese momento del movimiento psicoanalítico, derivado de un
recorte del posfreudianismo que dejaba fuera aspectos importantes de la primera tópica y
abrandaba a segunda, haciendo de la teoría y de la práctica analítica algo más tolerable para el mundo

capitalista occidental y con una referencia algo más central a la persona del psicoanalista en
transcurrir de un análisis.

20DUPONT, Sébastien. La autodestrucción del movimiento psicoanalítico. París: Gallimard, 2014.


21ZAFIROPOULOS, Markos. Lacan y las ciencias sociales: el declive del padre (1938-1953). París: PUF, 2001.
22
LECLAIRE, Serge. Debate con P. Guyomard y A. Finkielkraut. Le Feuillet, n. 22, Verano 1990, Convención
Psicoanalítico, Estrasburgo.
Evidentemente, sabemos que esta tendencia de imaginarizar el psicoanálisis, sus
conceptos, técnicas e incluso sus efectos sigue bastante viva, ya que es parte de estos
construcciones auxiliares que son los síntomas, los cuales funcionan a partir de los elementos sociales
e culturais derivados da própria tessitura simbólico-imaginária na qual existimos, que
tampona o real. Todavía, esto se interpone para el cuestionamiento que intentamos esbozar: cómo
sustentar una ética psicoanalítica cuando somos invitados y convocados a producir un
discurso analítico que sea habla, que produzca invariablemente mucho discurso, repetición,
presentaciones, escritas, intervenciones, es decir, cuando, de manera diferente a producir actos
analíticos en transferencia, hablamos para audiencias, organizaciones, masas y otros que,
usualmente en silencio, esperan respuestas y aclaraciones? Además, ¿qué sucede cuando
hablamos a aquellos que no quieren escuchar nada de lo que se dice, sino sólo confrontar, combatir
o puedes diezmear cualquier habla que apunte hacia un discurso que se base en esos ideales
¿democráticos tan necesarios para la existencia de la propia psicoanálisis?

Celebrar la propia diferencia y resistir la del otro

Ya al final de su vida, ya a las puertas del exilio y de la Segunda Guerra Mundial, Freud se

interrogó sobre la posible necesidad de una “higiene mental perfeccionada” para el analista,
en razón de la carga psíquica excesiva que este debe elaborar23La carga psíquica excesiva, en
psicoanálisis, es efecto de la sideración y del trauma, de algo que rompe las posibilidades de
simbolización y alcanza los armazones de la constitución lógica del sujeto, en sus diferentes
tiempos y en aquello que mantiene lo arcaico reservado por el velo de la fantasía.

El psicoanalista actúa en esta interpolación entre lo actual y aquello que regresa, desvelando las
marcas de las operaciones lógicas que son fundantes para el sujeto: el reprimido, la negación o la
forclusión. El psicoanálisis ofrece un tratamiento para esto, no necesariamente anticipa,
o mejor, su ética pasa por evitar anticipar o pronosticar transformaciones. Esta es una
lección importante para todos nosotros, la de que no buscamos transformar al otro, así siendo,
tanto el pronóstico (que sigue al diagnóstico) como el deseo de curar (es decir, de
transformar) o outro acabam sendo motores para as resistências à, da e na psicanálise.
Consecuentemente, el deseo de transformar al otro lleva al fin del propio psicoanálisis, ya que solo
existe cuando reafirman el rasgo, que es la aparición del inconsciente en su extranjeridad,
en su diferencia.

23FREUD, S. Análisis terminable e interminable. obra citada.


Tenemos distinciones importantes aquí, ya que, cuando un analista resiste, él está
en su papel, lo que es diferente de la resistencia del propio psicoanalista; esta, un obstáculo a
análisis. Entre las resistencias del psicoanálisis, se figura la propia imaginería de sus
efectos, un caso de espejismo, cuando un analista cree saber sobre las transformaciones
posibles en un paciente, haciendo que la interpretación y el acto analítico dejen de
apuntar hacia aquello que transgrede la barra del significante, que es el sentido latente (del sueño, del
sintoma), convirtiéndose en un asentamiento de sentido, en este caso, un sentido dado y previsto por

próprio analista. Ese riesgo ya era señalado por Lacan cuando disertaba sobre variantes del
tratamiento estándar y también en los propios discursos aislados en el Seminario 1724. Tenemos
frecuentemente situaciones en las que el discurso del señor se une al discurso universitario,
cuando se quiere que el otro haga algo (vínculo social producido en el discurso del señor/maestro) al
querer saber algo sobre aquello que es del otro (laço social resultado del discurso del
25.

La configuración expuesta arriba se encuentra frecuentemente en diversas modalidades


de organización social, ya sea en la política o en la educación, exponiendo formas de disfrute específicas a

respeto de cómo se hace la gestión del otro y de su subjetividad a través del dominio y del saber
sobre él, saber qué es 'mejor' para alguien, cómo debe vivir el otro e incluso morir. En
presente ensayo, nuestro intento fue de calcar dos figuras hipotéticas que marcarían formas
contemporáneas de estriamento de lugares para el discurso operado por psicoanalistas en lo social.
Llamamos psicoanalista-celebridad a este tipo de discurso en el que la posición de habla es la de
intentar explicar o hablar de psicoanálisis ofreciéndolo como algo que diga sobre aquello de lo cual
se sufre, sobre las heridas de la sociedad o sobre las vicisitudes de la sociedad. Ya el
el psicoanalista-militante es la formación discursiva que emplea herramientas psicoanalíticas para
producir lazo social y operar en el lazo, intentando desvelar, en este acto, las propias condiciones
alienantes de la producción del sujeto.
Cabe aquí reiterar que no se trata de una crítica a esos posicionamientos, sino
de entender cuándo pueden ser considerados variantes del tratamiento estándar que, en
última instancia, renuevan las posibilidades de hacer lazo social con el discurso del
psicoanalista. Al escribir posicionamiento, afirmamos que un discurso y su equivalente, el
laço social que nele/dele resulta, se estruturam, como presentó Lacan, a partir del lado del
agente e do lado do outro. A novidade (cultural) do discurso do psicanalista é que o objeto a,
qué es el objeto causa del deseo, se coloca del lado del agente y en el lugar de aquel que pone

24LACAN, Jacques. El Seminario, Libro 17: el revés de la psicoanálisis. Río de Janeiro: Jorge Zahar, 1992.
25O matema de los cuatro discursos aparece un poco más abajo en el texto.
orden en el discurso. Esta es la razón por la que la posición del analista suele estar marcada por
silencio, con el otro apareciendo, en ese lazo social, como sujeto marcado por la barra ($),
sujeto que acaba por buscar los propios significantes primordiales que lo sustentan (S1)26.

Cumple la ética del psicoanalista cuando el deseo del analista, ya sea en un análisis
propiamente dicha, ya sea en el análisis del funcionamiento de los discursos del social y de las

modalidades de subjetividade e de gozo deles decorrentes, serve como bússola para o desejo
de saber del otro, saber del inconsciente. Cuestionando directamente sobre la posibilidad de
hacer psicoanálisis sin contar con dispositivos propios de intervención, como los que
conseguimos sustentar y manejar en la clínica y en sus variedades, lo que no resta es pensar,
con Lacan, que el discurso analítico es aquel que mide la extensión de los efectos de su habla.
En cuanto a las posiciones que hemos estado aislando, ambas son formas de actuar en la sociedad a

partir de la convocatoria de la palabra o de la acción del analista, pero que buscan efectos diferentes: el

psicoanalista-celebridad busca producir y ofrecer algo con la performatividad de lo que dice,


mientras que el psicoanalista-militante busca ofrecer algo al otro que intente ayudarle a localizarse
no discurso social. No nos corresponde juzgar o supuestamente clasificar de psicoanalíticas o no
tais o tales posicionamientos, con ejemplificaciones. Eso sería contraproducente porque la
la reciente apertura cultural brasileña hacia el psicoanálisis puede hacer que el psicoanálisis sea
más uno de los recursos de problematización y de mapeo de cómo se producen los
sujetos, en sus lazos y discursos.
Nuestros actos públicos, cuando somos convocados a producir discursos, discursos y
las intervenciones deben regirse por una reserva para celebrar nuestras propias diferencias

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Fuente del esquema: D’AGORD, Marta Regina. Del grafo del deseo a los cuatro discursos de Lacan. Psicología
USP, v. 24, n. 3, sept./dic. 2013. p.443.
mientras sujetos. Para aclarar, cuando nos posicionamos como depositarios de un saber (sobre
o otro, lo social, la cultura, la política), acabamos resistiendo al otro y, al final, por obliterar
lo que la propia psicoanálisis intenta hacer, que es dejar actuar ese rasgo que es el inconsciente.
Así, lo que nos importa es intentar hacer lazo a partir de la diferencia del otro en su
tiempo, en sus modulaciones, pues siempre debemos exemptarnos de la tentación de llenar las
faltas del otro y, en última instancia, las nuestras propias.
Nuestro deseo de saber, que es lo que nutre el hacer de cada psicoanalista, se transformaría
em deseo de llenar, de ocupar, con elementos imaginarios de la propia psicoanálisis, aquello que
mobiliza la propia existencia del otro. Más aún, el gran abismo que nos rodea es de
celebrar nuestra propia diferencia, señalando las faltas del otro y llenándolas con nuestro
propio saber, cuyo sentido es imaginario. El psicoanálisis estaría muerto y sepultado, y lo que es
ya no pasa de ser una celebración narcisista del Yo del propio analista, entretenido ahora
en su propia ecolalia.

Sobre el autor:

Gabriel Inticher Binkowskié psicanalista y Profesor Colaborador de la USP; maestro en Clínica


Transcultural y doctor en Psicología por la Université Sorbonne Paris Nord; investigador pos-
doutorando no PPG de Psicologia Clínica da USP; membro do Laboratório de Psicanálise, Sociedade e
Política (PSOPOL) y de la Unité Transversale de Recherche Psychogenèse et Psychopathologie
(UTRPP). Forma parte del comité editorial de la Revue L'autre: Cliniques, Cultures et Sociétés. É
supervisor clínico en el Grupo Veredas: Psicoanálisis y Migración y uno de los coordinadores del Relapso –
Grupo Interuniversitario de Investigación en Religión, Vínculo Social y Psicoanálisis.

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