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Museo de Historia de Madrid Plan Museolo

El Museo de la Historia de Madrid, nos muestra la implementación de dicho museo, se muestra la historia a través de los materiales culturales

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MUSEO DE HISTORIA DE MADRID

PLAN MUSEOLÓGICO

Noviembre 2011

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ÍNDICE:

INTRODUCCIÓN

I. PLANTEAMIENTO CONCEPTUAL (Descripción de la institución)

II. ANÁLISIS Y EVALUACIÓN (Diagnóstico)

El Museo

1. Historia y carácter del Museo

2. Colecciones. Descripción

3. Arquitectura: Situación y necesidades

4. Exposición. Modelos expositivos que han existido

5. Difusión y Comunicación

6. Evaluación final

2
III. PROYECTOS Y PROGRAMAS

El nuevo Museo

1. Programa de colecciones

2. Programa expositivo

3. Programa de difusión y comunicación

4. Conclusión

5. Bibliografía

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INTRODUCCIÓN

El Ayuntamiento de Madrid puso en marcha, en el año 2000, la reestructuración


y restauración integral del antiguo Museo Municipal (hoy, Museo de Historia) con un
doble objetivo: restaurar y rehabilitar el espacio histórico del antiguo Hospicio –uno de
los edificios más relevantes del Barroco madrileño- y reordenar y potenciar las
colecciones y la exposición permanente del Museo, de acuerdo con los criterios
museológicos y museográficos más avanzados. La intervención integral sobre el
edificio, dirigida por Frade Arquitectos y finalizada en junio de 2010, ha respetado su
integridad y resaltado sus valores histórico-artísticos, e incluido una ampliación en el
ámbito de patio, configurado como nuevo eje de la visita, incorporando un nuevo
concepto de uso de los espacios en los elementos preexistentes. Las obras, h a n
s u p u e s t o también una mejora del entorno, con el Museo como foco de atracción y
de excelencia del espacio urbano en el que se inscribe.

La intervención ha permitido que el Museo se haya mantenido abierto


parcialmente al público la mayor parte del tiempo en que han transcurrido las obras
(2002-2010) y mantenido su actividad en materia de conservación, difusión e
investigación. En las obras se han ido combinando intervenciones de carácter temporal
con otras de carácter permanente.

La primera fase de las obras, iniciada en julio de 2002 y finalizada en octubre de


2003, consistió en catas arqueológicas, excavación de sótanos, remodelación de
forjados y muros, instalación provisional de oficinas y almacenes, y montaje de una
exposición de fondos selectos del Museo para visita del público en la antigua capilla
del edificio.

La segunda fase, finalizada en julio de 2007, consistió en la actuación en


cubiertas e instalaciones y en la adecuación del espacio posterior del edificio como zona
de oficinas.

4
La tercera y última fase, finalizada en junio de 2010, ha tenido como objetivo
la culminación de todo el proyecto, incluyendo la restauración de la portada y la
fachada.

I. PLANTEAMIENTO CONCEPTUAL (Descripción de la


institución)

Ubicado en pleno centro histórico de Madrid, en lo que fuera el antiguo


Hospicio del Ave María y Santo Rey Don Fernando fundado en 1673, el Museo de
Historia es desde 1929, fecha de su creación, uno de los más importantes museos
españoles en su género, y referente imprescindible en la infraestructura cultural y de
atención al Patrimonio en su marco geográfico de actuación.

Institución cabecera en la tradición museística de la capital, el Museo de Historia


constituye al tiempo un elemento de promoción turística de primer orden.

Con una brillante trayectoria de exposiciones e investigación, se inscribe


actualmente en la red de museos del Área de G o b i e r n o d e las Artes del
Ayuntamiento de Madrid junto al Museo de S a n I s i d r o - Orígenes de Madrid, el
Museo de Arte Contemporáneo, San Antonio de la Florida, el Templo de Debod,
el Museo de Arte Público (antiguo Museo de Escultura al Aire Libre de la
Castellana), el Planetario, Andén 0 y Nave de Motores o el Castillo de la Alameda de
Osuna.

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Todas las piezas que componen las colecciones del Museo de Historia hacen
referencia de una u otra manera a la historia de Madrid desde el siglo XVI -en el que se
decidió su futuro como capital del reino- hasta el presente actual: estampas, cartografía
pinturas, esculturas, dibujos, monedas, medallas, artes decorativas, fotografías y
postales históricas o la fascinante maqueta de Madrid de León Gil de Palacio…,
hablan de m á s d e c uatrocientos años de historia. El valor estético del conjunto es
excepcional y no está reñido con el de su significación histórica. El Museo tiene en sus
ricas colecciones su eje, la joya que lo identifica y que ha de hacerse brillar. El edificio
del Antiguo Hospicio es el “recipiente excepcional” a respetar y poner en valor. Dentro
de ese recíproco compromiso y de esa integración entre sede y colección, ha de
ofrecerse una lectura articulada del espacio, una lectura que resulte clara, bella y
dinámica, y que permita moverse con libertad.

Además de conservar, estudiar y difundir el patrimonio que custodia –en la


actualidad se alcanza la cifra de más de 60.000 objetos de alto valor artístico-, el Museo
de Historia constituye un referente de dinamización cultural a partir de su actividad en la
organización de conferencias, congresos y debates, la edición de libros y la
programación de cursos de formación y actividades pedagógicas.

Asimismo su función como museo no le impide ser un importante Centro de


Documentación sobre la ciudad, al responder con asiduidad a un elevado número de
consultas por parte de investigadores tanto nacionales como internacionales acerca de la
historia de Madrid.

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II. ANÁLISIS Y EVALUACIÓN (Diagnóstico)

El Museo

1. Historia y carácter del Museo

El Museo de Historia abrió por vez primera sus puertas como Museo y
Biblioteca el 10 de junio de 1929 con la voluntad decidida de ser la memoria histórica
de Madrid siendo su primer director el gran poeta, dramaturgo, crítico teatral y
bibliotecario, don Manuel Machado.

Instalado en el antiguo Real Hospicio del Ave María y Santo Rey Fernando -
monumento histórico y joya del barroco madrileño-, su creación se debe a los esfuerzos,
éxito y sensibilización pública que produjo la exposición de “El antiguo Madrid”, una
iniciativa de la Sociedad Española de Amigos del Arte. Con estas palabras, Félix Boix,
miembro de la Comisión Organizadora, recogía en l a i n t r o d u c c i ó n d e l catálogo
el objetivo de aquella iniciativa:

“Para formar la Exposición, ha procurado su Comisión Organizadora reunir y presentar


cuantos objetos, datos y documentos de carácter gráfico ha podido allegar y que de algún
modo contribuyan a dar idea de los aspectos que ha ofrecido la capital de España en las
diferentes etapas de su continua evolución, tanto en lo que concierne a su constitución material y
topográfica, esto es, a su apariencia externa, como en lo que atañe a sus tradiciones, hábitos,
artes y costumbres” (Boix, 1926).

La exposición reunió cerca de dos mil objetos pertenecientes a casi doscientos


propietarios entre los que se contaban la propia familia real, la nobleza, diversas
instituciones eclesiásticas y del Estado (Museo Nacional del Prado, el Museo

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Arqueológico Nacional, la Real Academia de Bellas artes de San Fernando y la
Biblioteca Nacional) y los propios miembros de la Comisión, algunos de ellos
excelentes coleccionistas. Una parte significativa del conjunto fue donada
desinteresadamente por sus propietarios cuando en 1929 se abrió el nuevo Museo
Municipal.

La idea de crear un museo para la ciudad en un edificio tan emblemático como


lo fuera el Real Hospicio del Ave María y Santo Rey Don Fernando, se había venido
gestando en la propia sede de la Sociedad Española de Amigos del Arte desde algunos
años atrás. Concretamente, en 1922, Ortega y Gasset defendía que con dicho proyecto
“se lograría una doble ventaja. La época tan madrileña que en él va a conservarse,
quedaría alojada en muros de espíritu afín, y, por otra parte, el Museo salvaría el
edificio”. El Hospicio, prosigue, “se halla en inminente peligro; las terribles piquetas
municipales amenazan la sugestiva construcción. Si no se opone a ello un grupo eficaz
de vecinos sentimentales, la burocracia inexorable arrasará vengativa ese poco de piedra
vibrante y armoniosa” (Ortega y Gasset, 1922). Gracias a la intervención de
Academia de Bellas Artes de San Fernando y a la Sociedad Española de Amigos del
Arte, en 1919, la iglesia y primera crujía del edificio fueron declaradas Monumento
Nacional evitándose así su destrucción (Lampérez y Romea, 1919). Iniciada la
demolición del edificio, en el año 1924 el Ayuntamiento tomó la decisión de
adquirir lo que restaba de la desaparecida institución, encargando al arquitecto
municipal Luis Bellido su inmediata rehabilitación.

Félix Boix en el propio catálogo de la exposición expresaba la conveniencia de


creación de un museo a partir de la exposición: “[Madrid] puede y debe crear un
verdadero museo de historia local, del que… la presente exposición quiere ser iniciación
y esbozo” (Boix, 1926).

El modelo del nuevo Museo de Madrid fue su homónimo parisino el Museo


Carnavalet. Como otros museos históricos de grandes metrópolis europeas, el nuevo
Museo nacía ligado al romanticismo, a la atracción por el pasado, al nacimiento del

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interés por lo local, lo genuino en trance de desaparición, pero también a las
transformaciones urbanas del siglo XIX. Su discurso histórico se detenía en el reinado
de Alfonso XII, periodo conocido como de la Restauración.

Un primer germen del Museo lo constituyó el variopinto conjunto de objetos que


se custodiaban en el Archivo de Villa desde la Edad Media y que fueron trasladados al
Museo entre 1927 y 1928 (Cayetano Martín, 1986).

Con su creación en 1929, el Museo se convirtió en un ejemplo del empuje de la


sociedad civil de su época en el logro de un proyecto cultural de larga trascendencia
para la ciudad, en la que fue posible aunar dos propósitos bien actuales: la conservación
de un edificio histórico para su reutilización con fines culturales y la suma de altruismos
para lograr reunir un patrimonio histórico muy valioso, testimonio de la historia de
Madrid. El Museo rigió su funcionamiento por un Reglamento y la constitución de un
Patronato integrado por eminentes intelectuales que comenzó sus reuniones en el año
1927 y que se mantuvo hasta 1947. La Biblioteca Municipal estuvo unida al Museo
desde su instalación en el Hospicio.

A título de anecdotario cumple comentar algunos sucesos: el 10 de noviembre de


1934 se declaró un incendio en uno de sus torreones debido a un recalentamiento del
tubo de la caldera de calefacción que fue sofocado de inmediato por un destacamento de
bomberos que ocupaba, con carácter estable, una parte de las dependencias del edificio.
Durante la Guerra Civil (1936-1939) su portada fue protegida por un muro provisional
de ladrillos, sufriendo el edificio daños por el bombardeo de varios obuses. En esta dura
etapa, el Museo permaneció cerrado al público asumiendo una muy importante labor de
salvamento del patrimonio artístico. Se constituyó, en palabras de Manuel Machado en
“la guarda, casi mejor escondite, de fondos preciadísimos que antes, como ahora, son
principal ornato y orgullo de este Centro” (Alaminos, 1997).

El Museo se abrió de nuevo al público en 1942 integrándose entonces como


sección del mismo el llamado Museo Prehistórico Municipal, institución que se había
ido gestando años antes (Martín Flores, 2001). Durante esta época se adquieren
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diversos objetos fijando como tope cronológico 1900.

En 1947, por fallecimiento de Manuel Machado, se unió su dirección a la de la


Biblioteca por acuerdo de la Comisión Municipal Permanente, en la persona de Ramón
García Pérez que ocupó varios cargos hasta su fallecimiento en 1952. Vacante la
dirección durante 1953, desde enero de 1954 la desempeñó Enrique Pastor Mateos.

A causa del mal estado del edificio, desde 1955 fueron cerrados al público el
Museo y la Biblioteca, redactándose el primer proyecto de restauración y reforma del
viejo Hospicio en 1957. Las obras se prolongarían hasta 1977. Por otra parte, desde
1973, el Instituto Arqueológico Municipal, situado en el palacete del Parque de la
Fuente del Berro, había pasado a depender de la Dirección del Museo Municipal por la
muerte de su primer director Julio Martínez Santa-Olalla.

Tras el fallecimiento de Enrique Pastor en 1977, ocupó la dirección Mercedes


Agulló y Cobo en 1979. Con la inauguración de la exposición “Madrid hasta 1875.
Testimonios de su historia” el Museo abrió de nuevo sus puertas en 1979. En palabras
del entonces alcalde Enrique Tierno Galván, se trataba:

“...del comienzo de integración del ciudadano con su ciudad, a través de la


historia de la cultura, que es más que historia cultura, ya que todo sobrevive y
permanece, en tanto cuanto una parte de nosotros siempre responde a lo que
colectivamente hemos sido” (Tierno Galván, 1979).

A partir de ese momento el Museo Municipal, se transformó en uno de los


centros expositivos más activos de Madrid, ofreciendo un programa de exposiciones
temporales de arquitectura y aspectos urbanísticos, antológicas de artistas, revisiones
artísticas de otras ciudades y países y donde lo histórico convivía muy positivamente
con lo actual.

Después de un breve periodo de obras de acondicionamiento para incorporar


los espacios libres que había dejado la Biblioteca Histórica al ser trasladada en
10
1989 al cuartel del Conde Duque, la exposición permanente se reinstaló en 1990
ocupando entonces la dirección Carmen Herrero Valverde. Carmen Priego Fernández
del Campo, la última directora, asumió la dirección del Museo en 1992, haciéndose
cargo de la programación extraordinaria de exposiciones de la Capitalidad C ultural
de Madrid de aquel año que hizo necesario el desmontaje y utilización de todo el
espacio disponible de exposición permanente. Una exposición emblemática de
aquella programación extraordinaria fue “Madrid pintado”, comisariada por Alfonso
Pérez Sánchez.

El Museo actualizó su exposición en 1993, potenciando desde entonces las


muestras temporales y otras actividades dirigidas al público, sin descuidar otros
procesos de trabajo como la integración en el sistema DOMUS de museos estatales para
la documentación y catalogación de sus colecciones que quedó definitivamente
implantado en 2005. Mientras tanto las colecciones de arqueología y las de arte
contemporáneo fueron segregadas del Museo para formar dos nuevos centros, el Museo
de San Isidro y el Museo de Arte Contemporáneo.

Una vez planteado en 2000 el proyecto de rehabilitación integral del Museo, en


2002 se iniciaron las obras adecuando el edificio a los criterios museográficos más
modernos desde el respeto por los elementos originales de esta emblemática institución.
La exposición-resumen “Madriziudad, ¿hemos cambiado en cuatro siglos?” ha
permitido que desde el inicio de las obras una selección de las colecciones
permaneciera accesible a los visitantes hasta 2008, de modo que el Museo
pudiera mantener una conexión con su público. Al mismo tiempo esta
experiencia ha constituido un pequeño laboratorio de ideas de lo que podrá ser la
nueva exposición permanente.

No se puede desligar el origen del Museo de la propia historia del edificio que lo
alberga, monumento emblemático de la ciudad por el que, en palabras de Ortega,
“asoma el alma de nuestra villa (…) como nuestra gente popular es allí la arquitectura
burlona, conceptuosa e inquieta” (Ortega y Gasset, 1922). La creación del Real

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Hospicio del Ave María y Santo Rey Don Fernando se debe a una iniciativa en
tiempos de Felipe IV, del Beato Simón de Rojas. Fundado en 1673 por intervención
directa de la última esposa de Felipe IV y madre de Carlos II, la Reina, Dª Mariana
de Austria, este asilo-hospital se estableció para “amparo de los pobres mendicantes”
en unas casas situadas en el paraje conocido como los Pozos de la Nieve, en la salida
de Madrid hacia el pueblo de Fuencarral. La construcción del edificio pasó por varias
fases: una primera entre 1673 y 1703, en la que intervinieron los arquitectos José
Arroyo, a quien se debe la planta, Felipe Sánchez, Ardemans, Fillippo Pallota y
Francisco de Sevilla; y una segunda fase, en época del marqués del Vadillo, entre
1721 y 1726 en la que participó Pedro de Ribera. Fue Ribera quien dotó al edificio
de la impronta que propiciaría su supervivencia parcial hasta nuestros días: la fachada
principal, con su monumental portada, hito en la evolución de la arquitectura barroca
madrileña de línea ornamental.

Convertido en Museo en 1929 es un ejemplo del empuje de la sociedad civil de


su época en el logro de un proyecto cultural de larga trascendencia para la ciudad, en el
que fue posible aunar dos propósitos bien actuales: la conservación de un edificio
histórico para su reutilización con fines culturales y la suma de altruismos para lograr
reunir un patrimonio histórico muy valioso, testimonio de la historia de Madrid.

2. Colecciones. Descripción

Lo que en principio fue el resultado de aportaciones institucionales y la ayuda de


algunos coleccionistas se ha convertido en una colección de gran valor artístico y
documental como referente imprescindible para el conocimiento de Madrid. De las
adquisiciones que se hicieron entre 1927 y 1947 los depósitos representaron 1.323
objetos, y los donativos 1.415, lo que daba un total de 6.424. Actualmente la colección
supera los 60.000 objetos.

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En relación con los depósitos fundacionales, es menester destacar los
procedentes del Archivo-Museo de la Casa de la Panadería, los realizados por el Museo
Nacional del Prado, el Museo Arqueológico Nacional, la Real Academia de Bellas Artes
de San Fernando, la Biblioteca Nacional, de diversas instituciones eclesiásticas y del
Estado, de particulares y otros fondos del propio Ayuntamiento de Madrid.

En cuanto a las donaciones cabe destacar sobre todo el magnífico conjunto


aportado por Félix Boix, y otros ejemplos, c o m o la importantísima colección de
abanicos de la colección María de Muguiro hecha en su memoria por su esposo
Enrique Puncel, hasta completar los ciento ocho expedientes formalizados en la primera
etapa de existencia del Museo, con un total de 1.400 objetos donados (Alaminos, 1997;
Salas, 2006).

La reciente creación de dos nuevos museos, San Isidro y Arte Contemporáneo


–con fondos procedentes del antiguo Museo Municipal- demuestra la importancia y
riqueza de sus colecciones originales, pero t a m b i é n h a p l a n t e a d o l a n e c e s i d a d
d e reforzar la identidad del propio Museo de Historia, que debe ser mantenida sin
menoscabo de las competencias asumidas por los nuevos museos. La colección del
Museo tiene un interés indudable, destacando el conjunto de más de 13.000 estampas
que incluye ejemplares de muy diversa técnica desde el siglo XVI al siglo XX, las
colecciones de pinturas, dibujo o fotografías, las de porcelanas del Buen Retiro y otras
manufacturas madrileñas, y un largo etcétera, sin que las lagunas existentes y
algunas piezas de menor entidad disminuyan su valía global. Se requiere una tarea
larga, intensa y paciente que equilibre los desajustes y complete los vacíos. Se trata
más bien de trazar un entusiasta e imaginativo guión científico que recurra a
muchas fuentes de información, para reconstruir un pasado.

En la primera etapa de existencia del Museo se pensó en la organización y


clasificación de los fondos, teniendo en cuenta su materia física, la técnica utilizada y,
en algunos casos, la organización que los objetos tenían en el lugar de procedencia; esta
clasificación dio lugar a la creación de treinta grupos o colecciones a las que se vino a

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sumar la de postales y que da buena idea de su diversidad (Guía 1995):

1) Insignias

2) Pesas y medidas

3) Tejidos y Vestuario

4) Armas

5) Cerrajería, Herrería, Calderería

6) Instrumentos musicales

7) Orfebrería

8) Punzones

9) Medallas

10) Monedas

11) Escultura

12) Mosaicos

13) Modelos de arquitectura

14) Cerámica

15) Porcelana

16) Vidrios y Cristales

17) Pintura

18) Dibujos

19) Estampas

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20) Fotografías

21) Manuscritos

22) Encuadernaciones

23) Aleluyas

24) Carteles

25) Objetos de uso personal

26) Abanicos

27) Muebles

28) Vehículos

29) Impresos

30) Varios

31) Postales

Sin duda, la referencia explícita de cada uno de estos bienes a la historia de


Madrid hace que el Museo de Historia sea el principal Museo histórico monográfico de
nuestra ciudad.

Estampas

La colección de Estampas, la más numerosa de todas, con más de 13.000


piezas, abarca fundamentalmente grabados, litografías y cartografía, cuyo contenido es
indispensable para conocer la evolución urbanística, histórica y social de nuestra ciudad,
además de curiosas series de ex libris, carteles taurinos y de fiestas, billetes, naipes,
aleluyas y cajas de cerillas.

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El fondo de estampas se halla distribuido por su procedencia en las escuelas
española (siglos XVII-XX), italiana (siglos XVI, XVIII y XIX), alemana (siglo XVII),
flamenca (siglos XVII-XVIII), holandesa (XVII y XVIII), francesa (siglos XVII, XVIII
y XIX) e inglesa (XVIII-XIX).

Son muchas las estampas que destacan. Baste tan solo mencionar algunos
ejemplos como el importante grabado anónimo que representa la Llegada al Alcázar de
Madrid del Príncipe de Gales, el 23 de marzo de 1623, las Vistas de Madrid de Louis
Meunier pertenecientes a la colección Vues d’Espagne (de 1665-1668) o la serie de
estampas satíricas sobre la Guerra de la Independencia (Carrete, Diego y Vega, 1985;
Aguerri y Salas, 1989) .

Del fondo de litografías, aún inédito, cabe destacar, entre otras, la Colección
litographica de Cuadros del Rey de España… dirigida por el artista José de Madrazo,
de 1826, o la Colección de las vistas de los Sitios Reales. El fondo cartográfico,
objeto de algunas exposiciones realizadas, tiene muy interesantes ejemplares como
Plano de Madrid de A. Mancelli de 1622, el espléndido plano Topographia de la Villa
de Madrid de Pedro Teixeira de 1656, el Plano Topographico de la Villa y Corte de
Madrid de Espinosa de los Monteros de 1769 o la Colección de Mapas Especiales de
España, de Miguel de Avellana, de 1835 a 1897.

Pintura

La colección pictórica del Museo de Historia ha de ser vista como ilustración de


la historia madrileña. Sin ser el Museo de Historia un museo propiamente de Bellas
Artes, la colección de pinturas desde el siglo XVI hasta nuestros días, algunas de ellas
tan importantes como la Alegoría de la Villa, de Francisco de Goya, o el espléndido
San Fernando ante la Virgen, de Luca Giordano, forma un conjunto muy significativo.

Del siglo XVII destaca, entre un conjunto de obras de menor significación, el


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San Dámaso iniciado por Carreño y concluido seguramente por Palomino, pieza
singular del barroco madrileño, el soberbio boceto del Techo de la Ermita de San
Pablo del Buen Retiro, de Agostino Mitelli y Michel Angelo Colonna y el
Crucificado de Antonio Pereda.

El Madrid de los Austrias y de los Borbones está representado con obras que
testimonian una gran variedad de acontecimientos, desde la construcción del
Ayuntamiento durante el reinado de Felipe IV a las ceremonias reales como la serie de
pinturas de Lorenzo Quirós, dedicada a la entrada en Madrid de Carlos III el 13 de julio
de 1760. Muy ligado a la historia del Hospicio es el mencionado lienzo de Luca
Giordano San Fernando ante la Virgen, encargado a este artista para la Capilla del
mismo y cuya restauración significó un verdadero hito en la historia del Museo. Los
cartones para tapices de los contemporáneos de Goya, -Andrés Ginés de Aguirre,
Ramón Bayeu o José del Castillo- son exponente de la transformación de Madrid bajo
la dinastía borbónica. El Madrid del siglo XIX que se abre con el óleo de
Francisco de Goya Alegoría de la Villa de Madrid, obra emblemática de la Colección
de Pintura y símbolo de los azarosos años de la Guerra de la Independencia, está bien
representado con vistas del Madrid fernandino, isabelino y finisecular, además de con
obras que reflejan sucesos históricos, escenas de costumbres y fiestas, bailes y
tipos populares y retratos de personalidades madrileñas (Pérez Sánchez, 1990).

Fotografía

El Museo ha apostado en su proyecto museológico por la creación de un fondo


fotográfico, que abarca desde la segunda mitad del siglo XIX hasta nuestros días, y que
permite documentar la transformación urbana de Madrid, los hechos históricos más
significativos o el dinamismo de su intensa vida social y cultural a lo largo de estas dos
centurias. En la actualidad la colección de fotografías se compone de unas 30.000
unidades. Este conjunto lo integran 7.807 positivos en papel, 4.809 positivos en

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formato tarjetas de visita, 6.100 negativos de vidrio –entre los que se cuentan pares
estereoscópicos- y unas 8.000 postales. En él está representado un periodo histórico
muy amplio y complejo, y desempeña un importante papel a la hora de mostrar la
ciudad de Madrid, el variado perfil de sus habitantes –célebres o anónimos- y las
profundas transformaciones experimentadas en todos los órdenes durante más de
ciento cincuenta años. En los últimos años se han incorporado conjuntos de los
fotógrafos Amuriza, Amador, o del aficionado Sinesio Delgado, entre otros, además del
archivo gráfico procedente de la Escuela de Cerámica.

Las fotografías de los grandes maestros del siglo XIX, Charles Clifford, Jean
Laurent, José María Sánchez o J. Suárez, son un documento gráfico excepcional de la
sociedad y de los cambios experimentados por la ciudad de Madrid a mediados del
siglo XIX. Retratistas de la sociedad madrileña como Christian Franzen, Manuel
Company o Pedro Martínez de Hebert representan el último tercio del siglo XIX.

A partir del cambio de siglo, otros fotógrafos de variado registro con frecuente
presencia en la prensa gráfica, como Lacoste, Antonio Cánovas (Kaulak), Edmundo y
Fernando Debas, cuentan con una variada muestra en nuestra colección. Otro
interesante conjunto es el formado por algunos fotógrafos de estilo tardopictorialista
que formaron parte de la Sociedad Fotográfica (fundada en 1899 por Santiago Ramón y
Cajal y Antonio Cánovas): Hernández Briz, el Conde de la Ventosa, Manuel Amuriza,
el conde de Polentinos, Pedro Retes o L. Huidobro.

Entre los años 1920 y 1934 fotógrafos como Corral, M. Moreno, Gerardo
Contreras, Gaspar, Albero y Segovia o Jesús Férriz, recibieron encargos del
Ayuntamiento madrileño para hacer una serie de excelentes reportajes que dan fe de las
reformas urbanísticas de la época y que se sumaron a las colecciones del Museo
(Priego, 2005). Por último, recientes aportaciones como el fondo del fotógrafo
Amador, el de la Escuela de Cerámica, los conjuntos de Peter Witte o Carlos Saura
permiten augurar un futuro muy prometedor al fondo fotográfico del Museo.

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Otro conjunto fotográfico importante es el de las tarjetas postales formado por
más de 8.000 unidades. Desde que, hacia 1890, la casa Hauser y Menet iniciara en
España la producción de postales, muchos de los mejores fotógrafos del momento –
entre ellos, J. Laurent- aportaron sus creaciones como soporte para esas postales
implicándose algunos de ellos, como el propio Laurent, en empresas de fototipia.

Dibujos

La colección del Museo de Historia la forman algo más de siete mil dibujos que
se pueden fechar entre las primeras décadas de 1600 y las finales de 1900.

Todos tienen como referente a Madrid: trazas de la mano de afamados


arquitectos como Juan Gómez de Mora, José de Villarreal, José del Olmo. Teodoro
Ardemans, Ventura Rodríguez o Juan de Villanueva prefigurando edificios o
monumentos, diseños para fiestas o exequias, planos y proyectos urbanísticos y de otros
autores, vistas, acontecimientos históricos, bocetos preparatorios para obras a l óleo
o para la estampación, retratos, escenografías y figurines de teatro, caricaturas, tipos
y escenas de costumbres, diseños de mobiliario urbano, etc. Recientemente se han
publicado los primeros catálogos temáticos de este fondo.

Porcelana

La Colección de Porcelanas, una de las de mayor valor artístico con que cuenta
el Museo, fue reunida por D. Francisco La Iglesia y adquirida por el Ayuntamiento a sus
herederos en 1930. A través de las piezas de que consta se puede seguir la historia de
la Fábrica del Buen Retiro, fundada por Carlos III en 1760. En los últimos años se
ha acrecentado con algunos ejemplares más que no se hallaban representados en el
conjunto fundacional.

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Sus etapas de funcionamiento están bien representadas, destacando La Piedad,
de José Gricci, el gran centro de mesa llamado Las estaciones, la pila para agua bendita
Noli me tangere y los grupos que representan escenas de género así como las figuras
mitológicas y alegóricas. Son dignos de destacar también algunos de los elementos de
la vajilla de los reyes Carlos IV y Mª Luisa de Parma.

Conjuntos singulares

Como conjunto de singular entidad cabe destacar el Modelo de Madrid de 1830


de León Gil de Palacio, emblema de las colecciones del Museo y su pieza más
representativa, que ingresó en 1929 por donación del Patronato del Museo del Ejército.
La maqueta, de 5,20 x 3,50 metros, responde a la ciudad todavía de perfil conventual,
constreñida por la cerca fiscal de Felipe IV, que describió Ramón Mesonero Romanos
en el Manual de Madrid de 1831. El Museo de Historia conserva precisamente el
despacho de la casa del citado escritor Mesonero Romanos.

De finales del siglo XIX son los objetos personales, retratos y documentos del
músico Ruperto Chapí (1851-1909) y ya del siglo XX, son los 34 objetos que
pertenecieron al estudio del artista José Gutiérrez Solana (1886-1945), que tantas veces
reflejó en sus lienzos, o el archivo gráfico del ilustrador madrileño Ismael Cuesta
(1899- 1982).

Por último, merece mencionarse un m a g n í f i c o Belén napolitano del siglo


XVIII recientemente adquirido, integrado por 51 figuras y complementos, testimonio
de una moda cortesana traída desde Nápoles por el rey Carlos III (Adquisiciones y
proyectos, 2006).

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3. Arquitectura: Situación y necesidades

El edificio que ocupa el Museo de Historia está formado por la crujía principal y
la capilla del antiguo Hospicio del Ave María y San Fernando, construido en sucesivas
fases desde la segunda mitad del siglo XVII hasta el siglo XIX, como ya se ha
mencionado. En la primera fase se construyó la iglesia y parte del edificio principal,
interviniendo, entre 1673 y 1703, los arquitectos José del Arroyo, Felipe Sánchez,
Teodoro Ardemans, Filippo Pallota, Francisco de Sevilla y otros. La fachada principal,
obra característica del estilo barroco decorativo, fue obra del arquitecto mayor de la
Villa, Pedro de Ribera y data de 1726. El conjunto sufrió sucesivas transformaciones
durante los siglos XVIII y XIX.

A lo largo del siglo XX, han sido varias las intervenciones. A finales del siglo
XIX, el espacio urbano alrededor del Hospicio había evolucionado. Se había convertido
en un barrio burgués con la presencia de algún que otro edificio institucional como el
que se construyó enfrente, el Tribunal de Cuentas del Reino, obra de 1860 de Francisco
Jareño y algunos palacios. Allí no cabía ya una institución que como la del Hospicio,
fuera símbolo de la miseria y de la hambruna. El edificio, cuya propiedad correspondía
a la Diputación Provincial desde 1852, contaba con seis patios con sus calles de álamos
negros, otros seis más pequeños, cinco fuentes y una noria. Hacia 1880 el Ayuntamiento
compró parte de los terrenos a la Diputación para la apertura de las calles de San
Opropio y de Ronda.

En 1917 fue declarado en ruina y empezó a ser demolido, dentro de una


operación urbanística que iba a transformar el entorno creando nuevas calles y
manzanas de casas. Los acogidos fueron trasladados a Aranjuez. Cuando ya empezaba
su demolición, una vez declarados en 1919 Monumento histórico su primera crujía y su
Capilla, el Ayuntamiento procedió a adquirir este conjunto. En 1924, como preparación
para la exposición “El Antiguo Madrid” de 1926, el arquitecto municipal, Luis Bellido,
acometió una muy valorada rehabilitación, que incluía, entre otras actuaciones, el
21
revoco de la fachada de acabado en ladrillo fingido de color vinoso que se ha mantenido
hasta la más reciente actuación en ella finalizada en 2009 (Bellido, 1926).

La intervención más larga, realizada entre 1955 y 1978, implicó la sustitución


de forjados y suelos, una reforma interior que supuso la creación de una nueva escalera
y la instalación de las oficinas en la planta baja, que hasta entonces habían
albergado salas de la exposición permanente del Museo. En 1978 se restauró la
portada, con resultados adversos debido a la aplicación de materiales no reversibles,
que, además, oscurecieron el granito. En los primeros años 80 se procedió a la
reforma de la planta bajo cubierta, instalándose la nueva sala de exposiciones
temporales y el almacén de óleos, ambos dotados de climatización. Cuando en 1989,
la Biblioteca Municipal, que había compartido espacio con el Museo desde 1929, se
trasladó al antiguo cuartel del Conde Duque, se efectuaron varias obras importantes:
se rehabilitó la antigua capilla del Hospicio, que había sido hasta entonces almacén
de la biblioteca, convirtiéndola en salón de actos del Museo, al tiempo que las
contiguas salas de lectura de la biblioteca se habilitaban como salas de exposiciones.
Se procedió también a la instalación de climatización en todo el edificio por medio
de “fancoils”, solución que se ha demostrado poco eficaz para el mantenimiento de
constantes de temperatura y humedad favorables a la conservación de las obras de arte.
En 1994 se efectuó una nueva restauración de la portada, más respetuosa que la
anterior, con estudio petrológico previo y aplicación de rayo láser, que dio resultados
satisfactorios aunque provisionales. En 1998, se concluyó una nueva intervención
arquitectónica, con la instalación de un circuito cerrado de seguridad conectado a
pantallas, y la construcción de una escalera de emergencia a que obligaba la nueva
normativa.

El edificio, debido a un deficiente uso del espacio, no tenía capacidad para


seguir creciendo, la circulación era confusa, e insuficiente el espacio para oficinas, para
exposición y para almacenes. Por lo que respecta a la atención al público, el espacio
para acogida era mínimo, los servicios sanitarios insuficientes, no existía ningún ámbito
para recibir grupos ni tampoco para las actividades didácticas, y la sala para

22
investigadores había de compartirse con otros usos. En lo que se refiere a las
colecciones, no existía un lugar apropiado para la recepción o salida de obras. En
materia de exposiciones no había un almacén para materiales expositivos.

4. Exposición. Modelos expositivos que han existido

El catálogo de la exposición El antiguo Madrid de 1926, realizado con criterio y


excelentemente documentado, fue fuente de información primordial para la redacción
de la Memoria. Información sobre la ciudad. Año 1929 que serviría como
documentación para el Concurso Internacional del Plan de Extensión de Madrid
preparado por esos años. En el prólogo del catálogo de 1926, el propósito de que la
exposición promoviera la creación del museo queda claro:

“Fijar la atención del público y despertar su interés por aquellos recuerdos y


testimonios del pasado, procurando de este modo la conservación de los que se
está esperando que tal interés promueva la creación de un verdadero museo
madrileño, que, bajo los auspicios del Ayuntamiento y abarcando los
múltiples aspectos señalados, realice de un modo permanente los propósitos
que la Exposición inicia…”.

La finalidad primordial era conservar la memoria: “cuanto mayores sean los


adelantos materiales logrados en una población, tanto más interesante debe ser perpetuar
el recuerdo de sus modestos orígenes y de las diferentes etapas por las que ha pasado”.
En palabras de Boix, la ciudad de Madrid podía y debía “crear un verdadero museo de
historia local del que… la presente exposición quiere ser iniciación y esbozo” (Boix,
1926).

23
La exposición de 1926 seguía las corrientes artísticas de su época mediante una
recreación decorativista y escenográfica de carácter nostálgico y evocador. Tras la
inauguración del Museo en 1929, el estilo de presentación de sus colecciones mantuvo
un carácter híbrido, basado en la organización cronológica -desde la dinastía de los
Austrias hasta Alfonso XII- y también en las temática y tipológica -Sala de carruajes,
Sala de teatro y toros, Sala Religiosa, Sala del Dos de Mayo o Salas de Porcelanas y de
Abanicos-, compartido en buena medida, con los criterios de la exposición de 1926.

Cuando se reabrió el Museo en 1979, la exposición, Madrid hasta 1875.


Testimonios de su historia se basó en la consideración de que los objetos mostrados en
ella eran evidencias de una cultura desconocida para la mayoría de los vecinos de las
grandes ciudades, “que desconocen la riqueza cultural que éstas encierran...”
(Tierno Galván, 1979).

Era una presentación de carácter cronológico de la cultura y manera de vivir de la


ciudad en el pasado y en el presente “una síntesis de la historia madrileña. No se
busquen en ella piezas excepcionales, aunque las hay (…) sino el cuadro de costumbres,
el grabado significativo, el documento que refleja un momento de la pequeña o gran
historia de nuestra Villa” (Agulló, 1979).

Esta presentación pervivió en parte en la exposición permanente que la


continuó, basada en una selección neutral acompañada de escasos textos explicativos y
en donde primaba la visión artística. La nueva exposición permanente del año 1993
permitió vincular el esquema cronológico a áreas temáticas para lograr una mejor
contextualización de los objetos expuestos.

Como alternativa a estos modelos expositivos, en 1992 el equipo técnico del


Museo presentó un proyecto que no llegó a ser puesto en práctica. Estaba basado en
unidades espaciales y conceptuales de carácter flexible en las que el visitante pudiera
escoger entre itinerarios unitarios o temáticos que mantuvieran, en lo posible,
continuidad cronológica y dispersión narrativa. Las colecciones serían seleccionadas
en pequeñas exposiciones temporales que reflejarían los avances en la investigación.
24
Partiendo de esa idea, el Museo ha venido programando pequeñas exposiciones
temporales en las que se han ido mostrando, como si de un laboratorio de investigación
se tratara, selecciones de la colección como vía de divulgación de los avances
conseguidos en el conocimiento de la historia de Madrid o en el incremento de los
fondos.

La muestra Madriziudad ¿Hemos cambiado en 4 siglos? -que se ha mantenido


desde el año 2002 al 2008 en la Capilla del Museo- ha permitido la visita pública
durante las obras, con una selección de sus más importantes colecciones,
configurándose, entre otros proyectos en marcha, como ensayo de lo que será la futura
exposición permanente.

Otro ensayo lo ha constituido en 2009 Lo exquisito, Artes suntuarias del siglo


XVIII del Museo de Historia exposición celebrada de junio a diciembre de ese año en la
sala Pedro de Ribera de Conde Duque que ha mostrado una selección de nuestras
colecciones centrada en las producciones de lujo de los siglos XVIII y XIX.

5. Difusión y Comunicación

El Museo de Historia se ha dado a conocer, hasta ahora, a través de diferentes


canales de difusión, como la prensa y los diferentes medios audiovisuales, y, de manera
más específica, a través de los Gabinetes de Comunicación del Ayuntamiento de Madrid
y del Área de las Artes, los portales www.munimadrid.es y www.memoriademadrid.es,
el teléfono de información del Ayuntamiento, 010 (que atiende las 24 horas) y el canal
autonómico de televisión Esmadrid.tv. El Museo cuelga en su página toda la
información sobre la institución y actividades y una buena parte de sus publicaciones:
www.munimadrid.es/museodehistoria/.

25
En lo que se refiere al público se dispone de datos precisos aunque generales
sobre cifras de visitas y escasos sobre los tipos de usuarios de los servicios del centro.

A manera de ejemplo, podemos analizar los datos del periodo 1999-2008


(desde los 62.796 visitantes de 1999, a los 35.748 de 2008). Los datos muestran l a s
o s c i l a c i o n e s del público que ha venido a visitar el Museo de Historia a l o
l a r g o d e e s t o s a ñ o s . Son cifras muy significativas que reflejan el proceso tan
irregular que ha experimentado el Museo, debido al prolongado período en el que se ha
desarrollado el proceso de renovación del edificio. La bajada en número evidenciada
en 2000 (12.378) se corresponde con el cierre del Museo al inicio de las obras. Sin
embargo, a partir del año 2003 (21.516) se empieza a producir una recuperación
que coincide con el inicio de la programación de exposiciones en la Capilla. El nuevo
descenso en 2008 responde al cierre de la exposición-resumen Madriziudad para
preparar la siguiente, Madrid 1808. Guerra y territorio, en el año de la conmemoración
del 200 aniversario del 2 de mayo de 1808.

Aunque el museo no ha podido todavía abordar un estudio completo del público,


los datos que ofrecen las estadísticas permiten conocer a grandes rasgos los distintos tipos
de visitantes que habitualmente frecuentan este centro:

La inmensa mayoría de visitantes proceden de Madrid capital (llegando en


algunos años al 90% del total de las visitas).

Los grupos de extranjeros representan una minoría, alrededor del 1%. En cuanto
al perfil social, el más abundante es el de las amas de casa (30%) y de los jubilados
(20%).

El perfil de los estudiantes corresponde mayoritariamente a Secundaria (50 a


60%). Los voluntarios culturales de tercera edad atienden a un 30% de grupos que
solicitan sus servicios, entre los que se cuentan los colegios.

26
6. Evaluación final

Como conclusión cabe recapitular aquí algunas de las cuestiones planteadas en


el Plan del Museo de Historia, a saber, la solución a las deficiencias estructurales,
espaciales y museológicas. En el aspecto estructural ello significa la enmienda a las
patologías constructivas del edificio, a las deficiencias en seguridad, circulación,
climatización e iluminación. En lo referente a los espacios, la satisfacción a las
necesidades del público en lo que se refiere a las zonas de acogida y servicios asociados
(tienda, cafetería, zonas de consulta y descanso), a la accesibilidad y racionalidad de las
salas de exposición permanente y temporal, así como ya en el aspecto de
funcionamiento interno, a la normalización y sectorialización de las zonas de
almacenamiento.

Por último, en el plano museológico se ha planteado la potenciación y


reordenación de las colecciones con la intención de dotar de un mayor perfil histórico a
la institución para mejor cumplir con la función fundacional, ofrecer una interpretación
de su territorio histórico y de su sociedad a través de los bienes que custodia. Así el
programa arquitectónico y el museográfico adquieren especial protagonismo en el
desarrollo del documento. En función de lo apuntado, el programa museográfico es
una de las tareas más importantes a realizar a partir de todo lo anterior. Por tal
motivo, casi todos los apartados del capítulo siguiente, dedicado a los programas,
estarán considerados en función de esta operación cardinal.

27
III PROYECTOS Y PROGRAMAS

El nuevo Museo

El Museo de Historia de Madrid, antiguo Museo Municipal, vive actualmente un


momento decisivo respondiendo, con su renovación integral, a los nuevos retos del siglo
XXI ampliando la visión esencialmente artística hacia una perspectiva actual que
muestre la evolución urbanística, histórica y social de Madrid de una forma sugerente y
multidisciplinar.

La remodelación que se ha llevado a cabo, reafirma al Museo como foco de


atención y eje de reordenación de su entorno, en el corazón del centro de la ciudad y en
uno de los edificios históricos más conocidos de Madrid. La renovación del Museo
implica no sólo la rehabilitación arquitectónica de su sede del Antiguo Hospicio, sino
también la potenciación de sus colecciones mediante una apuesta renovadora de su
exposición permanente y el incremento de sus fondos, manteniendo su condición de
museo emblemático e interdisciplinar, en su doble papel de memoria y testigo activo de
la historia de la Villa y Corte.

1. Programa de necesidades de colecciones

Si bien en los últimos diez años se ha incrementado significativamente la


colección del museo a través de la adquisición de más de 10.000 objetos (desde 2001
a 2009, 13.594), a continuación se exponen muy sucintamente las principales
carencias que se mantienen todavía, a modo de orientación de las prioridades de
actuación:

28
Colección de pintura

El Museo no dispone para los siglos XVI a XVIII de una colección pictórica
consolidada. Falta una representación de entidad de la importante Escuela pictórica
madrileña del siglo XVII. Se deberían priorizar las adquisiciones de obras
correspondientes a esa escuela.

A la vez, falta un repertorio suficiente de vistas de ciudad, retratística, escenas


de género y otros grupos, representativos del siglo XVIII. Es otro de los puntos de
atención a tener en cuenta.

Por lo que se refiere al siglo XIX y al siglo XX, se ha de completar la nómina


de pintores que han tenido a Madrid como eje de su producción. Al trasladarse la
colección relativa al siglo XX al Museo Municipal de Arte Contemporáneo, falta un
repertorio de imágenes que desde el punto de vista de la pintura ayuden a comprender el
proceso de transformación sufrido por la ciudad y sus habitantes durante ese siglo,
ausencia que se puede paliar con una selección razonada de la colección de arte
contemporáneo, pero que habría que tratar de solventar además con nuevos ingresos
para la colección.

Colección Cartográfica

La colección cartográfica madrileña dispone de excelentes ejemplos de los siglos


XVII, XVIII y XIX (Wit, Texeira, Espinosa de los Monteros, López, etc.), sin
embargo, tiene importantes lagunas a completar, como por ejemplo:

- La primera edición de la Topographia de la villa de Madrid de 1656.

- Las series cartográficas representativas de los siglos XVIII, XIX y XX

- Los planos de reformas urbanas.

29
Colección de Estampas

Las estampas se distinguen por tener el mayor y más polifacético potencial


iconográfico y documental de todo el Museo y ser de las colecciones que más se
consultan. Este tipo de obras suele ser asequible y son frecuentes los hallazgos
interesantes en el mercado de arte.

El fondo correspondiente a los siglos XIX y XX es muy irregular y se puede


conseguir su mejora. Igualmente habría de actuarse en lo referente a carteles, anuncios,
diseño gráfico, etc.

Colección de Dibujos

Conjunto irregular, con ejemplares de muy distinto interés. Su incremento se


puede afrontar desde diferentes líneas de búsqueda: iconografías de la ciudad, de sus
personajes más destacados, vistas y panoramas, trazas de arquitectura, proyectos para
arquitecturas efímeras y monumentos, proyectos de edificios, planos y alzados, dibujos
de los artistas de escuela madrileña, diseños para estampas, escenografías y figurines de
teatro, caricaturas, carteles, etc.

Aunque el mercado de dibujos no es tan amplio y variado como el del grupo de


estampas, se pueden encontrar todavía ejemplares interesantes a buen precio. Una muy
interesante idea puede ser la de la captación de donaciones de los estudios de los
arquitectos contemporáneos de valía que han hecho proyectos de edificios o de
urbanismo para Madrid.

30
Colección Fotográfica:

La colección actual, aunque da testimonio de las transformaciones de la ciudad, con un


gran repertorio temático, no es representativa de toda la interesante historia
fotográfica madrileña. Este es uno de los frentes de mayor interés en el acrecentamiento
de la colección y merece un tratamiento diferenciado y potente. En los últimos años ha
experimentado un espectacular crecimiento debido a adquisiciones y donaciones muy
significativas. Debe orientarse su incremento en la dirección de completar la perspectiva
fotográfica de la ciudad, los acontecimientos históricos, el fotoperiodismo, los cambios
sociales, los gabinetes profesionales que ejercieron su actividad, los artistas fotógrafos
que han dejado en Madrid su huella e incluso el testimonio cotidiano no profesional.

Colección de Mobiliario

Está formada, aunque muy irregularmente, por muebles del siglo XVII, XVIII,
XIX y XX. Con todo, la colección tiene piezas muy interesantes. Se hace necesario
completar esta visión histórica y poner en valor sus piezas más singulares.

Colección de Artes Decorativas

Colección muy miscelánea. Los conjuntos de mayor entidad son las porcelanas
de la Fábrica del Buen Retiro, uno de los más importantes en su género, seguido de los
abanicos, los objetos de plata, el cristal o los relojes. Son un testimonio artístico e
histórico de las artes suntuarias madrileñas y de la sociedad que propició su producción.
La colección se ha incrementado de forma significativa en los últimos años (porcelana,
plata, abanicos, cristal) pero aún habría que completar su repertorio histórico y sus
diferentes tipologías.

31
Modelos de arquitectura

Aunque no numerosas, sí existen buenas maquetas históricas y otras actuales con


un gran potencial didáctico para los visitantes. Sería interesante completar la colección a
partir de una selecta serie de espacios y edificios significativos que se justificaran dentro
del recorrido de la exposición.

Escultura

Agrupa un conjunto muy variopinto. Desde imágenes de devoción y mitológicas


hasta bustos de la realeza, de políticos y de escritores. Su incremento debe hacerse de
forma muy selectiva para dar cabida sólo a aquellas piezas que, por su vinculación con
la ciudad y valía artística, ambas combinadas, así lo justifiquen.

Otras colecciones

Existe una buena colección del siglo XVIII sobre herramientas de trabajo
(compases, llaves, pesas y medidas) que habría que completar teniendo presente la
evolución tecnológica, con objetos representativos de fabricación artesanal, de alfares, y
de actividades comerciales e industriales. Es importante afrontar la adquisición de
testimonios o conjuntos no contemplados hasta ahora y que suponen un notable
enriquecimiento de los contenidos del discurso expositivo, como objetos relacionados
con la artesanía, el patrimonio industrial, el comercio y la vida cotidiana; sin olvidar el
“patrimonio inmaterial”, como la música y el registro de testimonios de la memoria
individual y colectiva.

Mención aparte merece la documentación cinematográfica y la realizada con las nuevas


tecnologías (televisión, video, etc.), considerados tanto su valor artístico como su
32
interés documental, merecedoras de máxima atención tanto en su concepto de
colección como en el de apoyo a la exposición y a la aportación documental del Museo.

En casos muy puntuales habrá que completar las lagunas existentes mediante
algún tipo de representación virtual que contribuya a sostener la lógica del discurso
expositivo. A la hora de determinar cómo completar estas ausencias, es necesario
priorizar aquellos objetos definidores de la ciudad en la selección de las colecciones.
Estas prioridades han de responder a patrones historiográficos explicitados previamente.
Para lograr los objetivos señalados, se deberá recurrir a adquisiciones sistemáticas,
donaciones y depósitos así como adscripciones de piezas significativas de otras
instituciones municipales y, excepcionalmente, al complemento de elementos auxiliares
como dioramas o maquetas.

2. Programa expositivo

La renovación de la exposición permanente del Museo ha sido paralela a la


remodelación del edificio desde el inicio del proyecto. La exposición en su conjunto
había quedado anticuada, siendo insuficientes sus contenidos históricos para las
exigencias actuales, tanto en lo que concernía al discurso, como en lo relativo a las
cartelas y paneles que acompañaban a los objetos. Faltaba información textual y
estructuración de contenidos. La circulación era confusa, la señalización escasa. En
cuanto al espacio, eran características las grandes salas longitudinales con ventanas
cegadas por paneles con iluminación artificial insuficiente.

Todos estos aspectos hacían inexcusable la renovación y el planteamiento de un


nuevo proyecto en el que se contemplara el rediseño de esa exposición permanente (con
nuevo guión, conceptos actualizados y medios auxiliares más acordes a las expectativas
del público).
33
Los Museos de ciudad son museos interdisciplinarios, han de cuidar el
patrimonio urbano, pero también son recipientes de un rico patrimonio histórico y
artístico. Lo que los define, en definitiva, es el hecho urbano, la dinámica social que se
establece en torno a la ciudad. A la visión artística que primaba en el discurso anterior
se incorpora ahora una visión histórica integradora, incluyendo además del arte que
primaba anteriormente, otros contenidos como el urbanismo, la arquitectura, los
acontecimientos históricos, la literatura, la vida cotidiana y, en suma, todos aquellos
aspectos que configuran un recorrido significativo a través de la historia de Madrid,
hasta el presente.

El Museo de Historia ha de interpretar la ciudad y priorizar los aspectos que


formen el eje conductor de la exposición, subrayando los hitos más significativos de la
historia y de la cultura, manteniéndose atento a la evolución presente de la ciudad e
incorporando con criterio lo más notable que vaya produciéndose en relación a ella. A la
hora de contar la historia de Madrid, parece clara la primacía del criterio cronológico
sobre el criterio temático. Sin embargo, se ha optado por una propuesta intermedia, que
podríamos denominar de demarcaciones cronológicas, en las que, por supuesto, el
criterio temporal deberá ser el hilo conductor, pero circunscrito a grandes ámbitos
temáticos o espaciales.

En el diseño de la exposición, se tiene en cuenta una orientación didáctica que


no descuida, por otra parte, el necesario rigor científico y la calidad y actualidad en la
presentación museográfica con el apoyo de las nuevas tecnologías.

A estos principios generales se añade un tratamiento flexible de la exposición


que posibilita recorridos opcionales y progresivas actualizaciones, transformaciones e
incorporaciones.

34
El recorrido histórico se estructura en torno a unas constantes discursivas:

1. El territorio (Cartografía y vistas de la ciudad de cada período)

2. El escenario político (retratos de los monarcas, principales acontecimientos


históricos, la vida en la Corte…).

3. El paisaje urbano (los principales logros urbanísticos y la arquitectura de cada


periodo. Espacios públicos y espacios privados)

4. La sociedad y la vida cotidiana (las clases sociales, los tipos populares, la


industria, los oficios, los usos y costumbres, ocio y espectáculos, etc,).

Los hitos troncales que identifican cada periodo, se conciben desde un amplio
espectro conceptual que tiene en cuenta no sólo los acontecimientos históricos o
políticos sino también el hecho cultural y el cambiante “paisaje interior” de la sociedad.
Las unidades cronológicos-temáticas en que está dividido el discurso se
identifican por una obra muy significativa y expresiva que es su seña de identidad.

El esquema general de la exposición permanente queda resumido así:

0. Introducción. Madrid hasta 1561.

1. Villa, Corte y Capital de Dos Mundos. 1561-1700.

2. Centro Ilustrado del Poder. 1700-1814.

3. El sueño de una ciudad nueva. 1814-1914.

4. Metrópoli de multitudes. 1914-2000.

5. Epílogo. La ciudad y el territorio. Espacios relacionados.

35
3. Programa de Difusión y Comunicación

Durante el periodo de obras, el Museo ha emprendido en 2004, como


experiencia piloto, una campaña autodenominada “El Museo sale a la calle” que ha
tenido como objetivo la divulgación de sus colecciones y actividad a través de
señalización y banderolas en su fachada. De esta manera se ha anunciado la publicación
del catálogo de fotografías de J. Laurent, exponiendo en la fachada lonas con imágenes
ampliadas de artistas o políticos retratados por el famoso fotógrafo francés del siglo
XIX.

De los datos apuntados por los estudios básicos realizados con el público, se
observa que el Museo tiene una importante tarea que realizar: por un lado profundizar
en el conocimiento de sus visitantes y por otro, ampliar el número de ellos con políticas
eficientes.

En la tarea de conocer al público se presenta como actividad básica la


diferenciación de los visitantes por segmentos: por comportamientos, expectativas,
motivación, perfil social, hábitos culturales, frecuencia, tiempos de la visita, etc., todo lo
cual va a permitir conocer su perfil sociodemográfico.

Una vez conocidos y analizados los aspectos anteriormente tratados, ha de


trazarse un “mapa” o estrategia de actuaciones que atienda las necesidades físicas,
sociales, emocionales y cognitivas de los visitantes, que corrija los defectos detectados
y aumente el grado de satisfacción del usuario, tanto real como potencial, en todos los
aspectos.

Un punto fuerte de esta estrategia es el estudio de la orientación y de la


información conceptual y espacial que se debe facilitar al visitante para responder a sus
necesidades.

Diseñar un programa eficiente de difusión que se vaya contrastando y


actualizando periódicamente y que esté presente de manera continua en las actividades
36
programadas, es una de las herramientas fundamentales del trabajo con el público del
Museo. Estas tareas implican tener muy en cuenta al público en la programación de sus
actividades, publicitándolas, completadas por una presentación “amable y atractiva” que
no descuide el nivel deseable de calidad.

En la ampliación del número de visitantes al Museo tiene un papel fundamental


la captación de estos en coordinación con el Patronato de Turismo. Se trata de
establecer sinergias, rentabilizando este recurso municipal que se está demostrando
como altamente eficaz.

Hay que resaltar que el turismo internacional, antes de las obras, suponía tan
solo un 1% del total de público del Museo. Es importante cambiar esta tendencia. La
ampliación del espectro de edad y del nivel de formación de los visitantes es, por
supuesto, igualmente importante.

Otros objetivos que ambiciona el Museo es fidelizar al público de proximidad, es


decir a los “vecinos del barrio”, fomentar el acercamiento al Museo entre el público
joven que acude al Centro de Madrid, por ser este un polo de atracción para su tiempo
de ocio. El Museo de Historia, no lo olvidemos, se ha de configurar en su nueva etapa
como “foco de atracción y de excelencia del espacio urbano en el que se inscribe”.

4. Conclusión

Al tiempo de las obras de rehabilitación, el Museo de Historia se ha propuesto la


dinamización de la gestión y el acercamiento al ciudadano, potenciando su labor de
difusión y actividades educativas, la actualización y ampliación de sus fondos, y la
mejora de los medios expositivos en cuanto a estructura, nivel de información y
contenidos, señalización, iluminación y demás recursos expositivos.

La informatización completa y sistemática de las colecciones que está ya


avanzada, está permitiendo valorar y conocer mejor estos fondos, promocionando, al
37
mismo tiempo, la investigación sobre el patrimonio madrileño. El incremento de las
colecciones, vía donación o adquisición es una tendencia positiva experimentada en
los últimos años. Todos estos factores van a ir consiguiendo que el Museo de
Historia de Madrid se consolide como pieza clave del turismo cultural de Madrid.

Muy importante es la asunción de competencias en el patrimonio histórico-


artístico disperso y la creación de los nuevos museos de Cisneros y Casa de la Villa.

Con la remodelación del edificio y la reordenación y potenciación de las


colecciones del Museo de Historia, se va a lograr, en definitiva, una lectura más clara,
bella y dinámica de nuestra memoria colectiva, proyectándola hacia el futuro.

El impulso decidido del Museo en su función de Centro de documentación de la


ciudad, ha ido incorporando los medios técnicos adecuados para la informatización de
sus fondos, de modo que se está haciendo posible cumplir con más eficacia la tarea de
eje y apoyo de la investigación y defensa del patrimonio madrileño.

El Museo viene implicándose en el patrimonio de la ciudad, incitando al


visitante a contemplar la ciudad de forma diferente, para que éste integre en su vida
cotidiana una lectura nueva de su entorno que le facilite un enraizamiento cultural más
fecundo y activo. A la vez que se implica en la ciudad, el Museo está fomentando la
colaboración con otros museos e instituciones científicas y culturales, con las fuerzas
económicas y sociales y con los movimientos asociativos.

El Museo se está preocupando de conocer y promocionar a su público real y


potencial y a la vez, se plantea sugerir itinerarios por Madrid relacionados con la
historia que en la exposición permanente o temporal contempla.

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5. Bibliografía

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