0% encontró este documento útil (0 votos)
9 vistas3 páginas

Sesión de Clases Los Elementos Del Cuento

Cargado por

Karen Fernandez
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
9 vistas3 páginas

Sesión de Clases Los Elementos Del Cuento

Cargado por

Karen Fernandez
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 3

INSTITUCIÓN EDUCATIVA “PEDRO RUIZ GALLO”

CHIMBOTE- 2025

IE: Pedro Ruiz Gallo “88034”


DOCENTE: Fernandez Zeta Karen
Isabel

GRADO: 3º SECCIÓN: “B”

Hoy leeremos un cuento e


PROPÓSITO identificaremos sus elementos
principales, como los
personajes, el escenario, el
narrador, la trama y el mensaje.

COMPETENCIA CAPACIDAD EVIDENCIA


• Lee diversos tipos de textos • Obtiene información del texto Los estudiantes realizarán un
escritos en su lengua materna narrativo organizador visual.
• Identifican ideas principales,
detalles relevantes y realizan
inferencias tanto explícitas
como implícitas.

ANTES DE LA LECTURA Imaginar de qué podría tratar el texto: LA SOGA

✓ ¿Qué relación puede tener el hombre representado con


el gato negro que aparece sobre su cabeza?

✓ ¿Por qué creen que el artista eligió resaltar un solo ojo


amarillo en el gato?

✓ ¿Qué sensaciones transmite la ilustración: misterio, miedo, curiosidad? ¿Por qué?


INSTITUCIÓN EDUCATIVA “PEDRO RUIZ GALLO”
CHIMBOTE- 2025

✓ ¿Qué elementos visuales refuerzan la idea de un cuento o relato de misterio?

DURANTE LA LECTURA LEE ATENTAMENTE E IDENTIFICA LOS ELEMENTOS DEL CUENTO:

LA SOGA

Antoñito López le gustaban los juegos peligrosos: subir por la escalera de mano del tanque de agua, tirarse por el
tragaluz del techo de la casa, encender papeles en la chimenea. Esos juegos lo entretuvieron hasta que descubrió la
soga, la soga vieja que servía otrora para atar los baúles, para subir los baldes del fondo del aljibe y, en definitiva,
para cualquier cosa; sí, los juegos lo entretuvieron hasta que la soga cayó en sus manos.

Todo un año, de su vida de siete años, Antoñito había esperado que le dieran la soga; ahora podía hacer con ella lo
que quisiera. Primeramente, hizo una hamaca colgada de un árbol, después un arnés para el caballo, después una
liana para bajar de los árboles, después un salvavidas, después una horca para los reos, después un pasamano,
finalmente una serpiente. Tirándola con fuerza hacia delante, la soga se retorcía y se volvía con la cabeza hacia
atrás, con ímpetu, como dispuesta a morder. A veces subía detrás de Toñito las escaleras, trepaba a los árboles, se
acurrucaba en los bancos.

Toñito siempre tenía cuidado de evitar que la soga lo tocara; era parte del juego. Yo lo vi llamar a la soga, como
quien llama a un perro, y la soga se le acercaba, a regañadientes, al principio, luego, poco a poco, obedientemente.
Con tanta maestría Antoñito lanzaba la soga y le daba aquel movimiento de serpiente maligna y retorcida que los
dos hubieran podido trabajar en un circo. Nadie le decía: “Toñito, no juegues con la soga.”

La soga parecía tranquila cuando dormía sobre la mesa o en el suelo. Nadie la hubiera creído capaz de ahorcar a
nadie. Con el tiempo se volvió más flexible y oscura, casi verde y, por último, un poco viscosa y desagradable, en
mi opinión. El gato no se le acercaba y a veces, por las mañanas, entre sus nudos, se demoraban sapos extasiados.
Habitualmente, Toñito la acariciaba antes de echarla al aire, como los discóbolos o lanzadores de jabalinas, ya no
necesitaba prestar atención a sus movimientos: sola, se hubiera dicho, la soga saltaba de sus manos para lanzarse
hacia delante, para retorcerse mejor. Si alguien le pedía: “Toñito, préstame la soga”, el muchacho invariablemente
contestaba: “No”.

A la soga ya le había salido una lengüita, en el sito de la cabeza, que era algo aplastada, con barba; su cola,
deshilachada, parecía de dragón. Toñito quiso ahorcar un gato con la soga. La soga se rehusó. Era buena.
¿Una soga, de qué se alimenta? ¡Hay tantas en el mundo! En los barcos, en las casas, en las tiendas, en los museos,
en todas partes… Toñito decidió que era herbívora; le dio pasto y le dio agua. La bautizó con el nombre Prímula.

Cuando lanzaba la soga, a cada movimiento, decía: “Prímula, vamos Prímula.” Y Prímula obedecía.
Toñito tomó la costumbre de dormir con Prímula en la cama, con la precaución de colocarle la cabecita sobre la
almohada y la cola bien abajo, entre las cobijas.

Una tarde de diciembre, el sol, como una bola de fuego, brillaba en el horizonte, de modo que todo el mundo lo
miraba comparándolo con la luna, hasta el mismo Toñito, cuando lanzaba la soga. Aquella vez la soga volvió hacia
atrás con la energía de siempre y Toñito no retrocedió. La cabeza de Prímula le golpeó el pecho y le clavó la lengua
a través de la blusa. Así murió Toñito. Yo lo vi, tendido, con los ojos abiertos. La soga, con el flequillo despeinado,
enroscada junto a él, lo velaba.
INSTITUCIÓN EDUCATIVA “PEDRO RUIZ GALLO”
CHIMBOTE- 2025

DESPUES DE LA LECTURA Preguntas del cuento:

✓ ¿Qué juegos practicaba Antoñito antes de descubrir la soga?

✓ ¿Por qué Antoñito no prestaba nunca la soga a nadie?

✓ ¿Cómo empieza la soga a comportarse como un ser vivo? Menciona al menos dos ejemplos.

✓ ¿Cuál es el mensaje o advertencia que transmite el cuento a través de la relación entre el niño y la soga?

✓ ¿Crees que la muerte de Antoñito fue producto de un accidente, de su obsesión o de la naturaleza


“mágica” de la soga? Explica tu respuesta.

TAREA: ELABORAR UN ORGANIZADOR VISUAL

También podría gustarte