Las races cristianas de Europa
Europa naci cristiana y tiene races cristianas viejas de muchos siglos. Negarlo sera cerrar los ojos a la evidencia y desfigurar la realidad histrica. Europa es el resultado de un dilatado proceso a lo largo del cual una multitud de pueblos de diversas etnias y procedencias abrazaron la fe de Cristo, y al hacerse cristianos se hicieron tambin europeos. La concepcin filosfica y jurdica greco-romana, el patrimonio religioso judo y el legado del cristianismo, centrado en el Nuevo Testamento y en la figura de Jess de Nazaret, son innegables fuentes de la cultura europea. La cultura europea surge ha afirmado el Papa Benedicto XVI- del encuentro de Jerusaln, Atenas y Roma, del encuentro entre la fe de Dios, la filosofa racional de los griegos y el derecho romano. Konrad Adenauer, Robert Schumann y Alcide de Gasperi, tres de los creadores de la nueva Europa democrtica despus de la II Guerra mundial, fueron grandes catlicos, que se inspiraron en las enseanzas sociales de Po XII. Una de las grandes diferencias entre los padres de Europa y sus constructores actuales es la ausencia de las races cristianas, que han ido vertebrando la historia, la sociedad y la cultura europeas desde sus inicios, en los documentos angulares de la Europa unida. Robert Schumann el 19 de marzo de 1958, en un discurso sobre el proceso de unificacin europeo lleg a afirmar que todos los pases de Europa estn impregnados por la civilizacin cristiana. Ella es el alma de Europa y hemos de devolvrsela. El padre de Europa en su obra Pour lurope escribe que este conjunto de pueblos no puede y no debe quedarse en una empresa econmica y tcnica. Hay que darle una alma. Europa vivir y se salvar en la medida en que tenga conciencia de si misma y de sus responsabilidades, cuando vuelva a los principios cristianos de solidaridad y fraternidad. Como elemento cohesionador de todo el continente, y para lograr el fin ltimo de la paz, Adenauer afirmaba que es ridculo ocuparse de la civilizacin europea sin reconocer la centralidad del cristianismo, al ser el cristianismo el garante de la paz y de un sistema de valores que estructuraba a la sociedad en su conjunto, La eleccin de Roma, la Ciudad Eterna, como ciudad para firma de dos (Tratados CEE y EURATOM) de dos de los tres Tratados fundacionales de la actual UE fue
realizada para que los europeos tomasen conciencia de lo que les une. La eleccin de Roma tena un significado. Se pretenda reconstruir una unidad que existi ya en tiempos de la Roma primero pagana y luego cristiana. Roma simboliza el derecho de la persona, la pica conquistadora y la organizacin poltica, junto al papado, centro religioso de la cristiandad. Arsne Heitz, autor de la bandera europea, afirm que para su diseo se haba inspirado en la Inmaculada Concepcin de Mara. Una gran seal apareci en el cielo: Una mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza (Apocalipsis 12, 1). La bandera fue aprobada el 8 de diciembre de 1955, fiesta de la Inmaculada concepcin de Mara. En Le drapeau de lurope, Robert Biche, poltico democristiano y vicepresidente del Consejo de Europa en 1955, reconoci implcitamente el simbolismo de la corona estrellada citando a cierto Gaetano G. Di Sales es el smbolo de la perfeccin y plenitud escribi- como los 12 apstoles, los 12 hijos de Jacob, las 12 horas del das, los 12 meses del aos, los 12 signos del Zodiaco. El domingo 11 de diciembre de 1955, tres das despus de que fuera aprobada la bandera azul por el Consejo de Europa, este organismo inaugur un vitral en la catedral de Estrasburgo con la Virgen coronada por la corona stellaum duodecim del Apocalipsis. Nuestros lderes europeos actuales pretenden olvidar (ignorar) voluntariamente las races cristianas de Europa, como si nunca hubieran existido. Tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI han denunciado en varias ocasiones que los valores sobre los que se ha querido construir la nueva Europa la hacen olvidar sus orgenes. Segn ambos Sumos Pontfices quien renuncia a la razn de su nacimiento pierde su alma. Una Europa que renuncia a su pasado, que niega el hecho religioso y que no tuviera dimensin espiritual alguna, quedara desgraciadamente mutilada ante el ambicioso proyecto que moviliza sus energas: Construir la Europa de todos (Juan Pablo II (2002) Vaticano. Osservatore Romano, pg. 45). La marginacin de las religiones, que han contribuido y siguen contribuyendo a la cultura y al humanismo de los que Europa se siente legtimamente orgullosa, me parece que es al mismo tiempo una injusticia y un error de perspectiva. (Juan Pablo II, Discurso al Cuerpo Diplomtico acreditado ante la Sante Sede, 10 de enero de 2002, n 2.. LOsservatore Romano)
Juan Pablo II afirmaba en su Exhortatin Apostlica Postsinodal Ecclesia en Europa (28 de junio del 2003): La cultura europea da la impresin de ser una aportacin silenciosa por parte del hombre autosuficiente que vive como si Dios no existiera. En esta perspectiva surgen los intentos, repetidos tambin ltimamente, de presentar la cultura europea prescindiendo de la aportacin del cristianismo , que ha marcado su desarrollo histrico y su difusin universal. Asistimos al nacimiento de una nueva cultura, influenciada en gran parte por los medios de comunicacin social, con caractersticas y contenidos que a menudo contrastan con el evangelio y con la dignidad de la persona humana. De esta cultura forma parte tambin un agnosticismo religioso cada vez ms difuso, vinculado a un relativismo moral y jurdico ms profundo [] una cultura de muerte. Algunos intelectuales, frente a la crisis actual, que consideran una crisis de valores, de tica y de fe, apelan a reflexionar sobre las races cristianas de Europa. Europa no es geogrficamente un continente aprehensible con claridad, ms bien es un concepto cultural e histrico. Ms an, es un concepto espiritual. Europa es impensable sin Pablo de Tarso, Agustn de Hipona, Santo Toms de Aquino, Lutero, Los valores de los que se enorgullece la cultura occidental (igualdad, libertad, fraternidad) son inexplicables sin la tradicin judeocristiana. Si Europa ignora sus races cristianas dejar de ser una civilizacin para ser slo un mercado. La construccin europea no puede consistir solo en la liberalizacin de un mercado nico ni en la creacin de un entramado poltico y jurdico, sino que necesita asentarse sobre valores culturales compartidos.