“Cuanto fui, cuanto no fui, todo eso soy.
Cuanto quise, cuanto no quise, todo eso me da forma.
Cuanto amé o dejé de amar es en mí la misma saudade (nostalgia)
Y al mismo tiempo la impresión un tanto lejana,
de que hay en mí algo mejor que yo”.
(Pessoa).
LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD
Para abrir boca
Dos imágenes de la libertad: volante y arco
El lugar de la libertad en la persona
Sucedáneos de la libertad
Once ingredientes de la libertad
La libertad como presupuesto, resultado y desafío
Cuatro planos de la libertad:
Libertad interior
Libertad-de: determinismo, liberalismo y libertad responsable
Libertad-para el amor: proyecto vital
Libertad social o de oportunidades
Otros
Se nos llena la boca al hablar de libertad. Libertad de expresión, de elección,
de pensamiento, religiosa… ¿Acaso no la tenemos un tanto idealizada?
¿Por qué la libertad resulta tan aclamada y la responsabilidad tan denostada?
Para
¿Hay algo en la vida más valioso que la libertad?
abrir boca…
Si la libertad parece un volante, ¿por qué no aprender a manejarla?
¿“Hago lo que me da la gana” o “hago lo que me permiten las ganas”?
¿Cabe una libertad esclava? ¿La libertad es para atarse?
Tomar decisiones a veces no resulta fácil. ¿Por qué a veces la libertad se
experimenta como un engorro? PUPURRI
¿Cabe sentirse libre dentro de una cárcel? ¿Y esclavo en la calle?
¿Cabe poner límites al ejercicio de la libertad?
¿Libera la libertad, o más bien es la verdad la que libera?
¿Qué diferencia hay entre la libertad y el libertinaje?
EL VOLANTE Y LA META
Viajando en coche, el volante nos permite dirigirnos a meta sin
sufrir salirnos de la carretera. Bastan unos pequeños golpes de
volante, a veces imperceptibles, para ir corrigiendo la dirección…
Lo mismo en nuestra vida: presidida por una meta, nos conducimos a ella,
a golpe de libertad.
Somos dueños de nosotros mismos y de nuestro destino.
Elegir es elegirse. Somos hijos de nuestras decisiones, las cuales nos van
transformando en los que somos.
Nos proponemos objetivos, pero en realidad somos nuestro propio fin. La
libertad nos “hace” más o menos hombres, porque somos aquello que
vamos decidiendo ser? La libertad va forjando virtudes y vicios. Todo en
nosotros —laboriosidad o vagueza, confianza o recelo, etc.—se forja a
golpe de pequeños vencimientos…
EL ARCO Y LAS FLECHAS
“Más que en una carrera, la vida consiste en un tiro al blanco” (Susanna Tamaro).
Nuestra vida vale lo que vale nuestro ideal.
El ARCO es la voluntad libre, la energía. Es la prolongación de la mano y del deseo
ideales— del arquero.
Las FLECHAS son las decisiones. Lo propio del arquero es lanzar flechas. Pasar la vida
cuidando el arco, sin disparar a diana, es tarea quizá primorosa, pero completamente
inútil. La flecha una vez lanzada, no tiene vuelta atrás: ya somos responsables del tiro.
Si no va al blanco, siempre hay oportunidad de corregir el tiro, podemos afinar más la
próxima vez. Si no arriesgamos, nunca sabremos qué cambios son los necesarios.
La DIANA. El blanco es el objetivo, el ideal, lo que buscamos alcanzar, lo que da
sentido a todo el trabajo del arquero, al arco y a las flechas.
EL LUGAR LÓGICA
DE LA LIBERTAD
CONOCIMIENTO
RACIONAL
INTELIGENCIA VERDAD
ÉTICA
DECISIÓN
LIBRE
VOLUNTAD BIEN
Inteligencia y voluntad van de la mano: la primera es condición de posibilidad para la segunda; somos libres
porque somos inteligentes. La libertad no es otra cosa que la manera de dirigirnos a lo que la inteligencia
propone como apetecible y conveniente. Así es como lo conocido adquiere carácter de bien o de fin.
SUCEDÁNEOS DE LA LIBERTAD
En la libertad, como en otros productos de gran aceptación, también
encontramos sucedáneos:
Libertad autista: ser libre por ser libre, sin plantearse ni un porqué
ni un para qué. Como moverse en un cuarto oscuro y tropezar con
todo.
Libertad instintiva o epidérmica: propia de quien se mueve a
impulsos, irreflexivamente: ¡me apetece!, ¡me mola!...
Libertad descomprometida: la de quien abre muchas puertas sin
cerrar ninguna.
Libertad utópica: la de quien olvida los condicionamientos o límites
a que suele estar sometida.
ONCE INGREDIENTES DE LA LIBERTAD
1. Poder e indeterminación
2. Espontaneidad
3. Querer, saber y poder
4. Libertad y acción
5. Libertad y responsabilidad
6. Libertad y personalidad: elegir es elegirse
7. Libertad, conciencia y trascendencia
8. La libertad y sus riesgos
9. Libertad como instrumento
10. Conquistar cuotas de libertad
11. Libertad para el amor
1. Poder e indeterminación
La libertad se experimenta como un poder, como un instrumento que nos capacita
para la acción.
Apertura e indeterminación. Nos enfrentamos a un mundo abierto, ilimitado, tan
susceptible de ser conocido, como de ser deseado.
La libertad es como un volante o timón que nos permite, salvo coacción, conducirnos
a nuestro gusto por el mar de la vida.
Conducir no resulta tan sencillo; para un temerario podría incluso ser peligroso.
Requiere un cierto adiestramiento (carnet, credencial…),
Meta y rumbo: adonde y por donde quiero ir, no como barco a la deriva.
conocimiento de las normas de circulación,
y hacerlo en condiciones: descansado, atento, con reflejos, etc.
2. Espontaneidad
¿”Hacer lo que me brota? ¿Hacer lo que me da la gana porque me da la gana”?
La experiencia nos dice que la espontaneidad por la espontaneidad no es sino
falta de realismo. Toda decisión para que pueda considerarse humana, esto es,
razonable exige cierta evaluación de los fines, medios y consecuencias.
El animal es primario: su respuesta al estímulo siempre es automática dentro
de los límites que le marca su instinto.
En el ser humano entre el estímulo y la respuesta siempre media un momento
de reflexión.
Existen condicionantes que limitan el ejercicio de nuestra libertad: la propia
naturaleza humana (también limitada), la ignorancia, la duda, el miedo, etc.
3. Saber, querer y poder
“La filosofía, el conocimiento de la verdad, es la ciencia de los hombre libres” (Platón).
No libera la libertad sino la verdad. La libertad auténtica está “medida” por la verdad y
el bien. La verdad os hará libres (Jn 8,31).
Elegir bien es elegir bienes. Del conocimiento y la evaluación más o menos acertados de
fines y medios depende el enriquecimiento mayor o menor de la persona. Cabe
perseguir bienes aparentes, es decir, falsos.
¿Querer es poder? Para ejercitar la cirugía no basta querer, también hay que saber,
poseer la ciencia correspondiente. De igual modo, actuar libremente requiere “conocer el
terreno”, saber “de qué va la fiesta (de la vida)”.
4. Libertad y acción
La expresión “acción libre” resulta una redundancia: toda acción
verdaderamente humana es libre, y toda libertad es acción.
Vivimos a golpe de decisiones: sin darnos cuenta, no paramos de
decidir pequeñas o grandes elecciones. Incluso lo que hacemos más
mecánicamente —andar, escribir, tirar a canasta, etc.— es fruto de
“pequeñas” decisiones. Inhibirse, abstenerse, también tienen carácter
de respuesta.
5. Libertad y responsabilidad
“Libertad significa responsabilidad, por eso, a la mayoría de los hombres les
da tanto miedo ser libre” (Shaw).
Libertad y responsabilidad son dos caras de la misma moneda. Por eso,
proponía Víctor Frankl que la Estatua de la libertad del Atlántico debería
tener una réplica en el Pacífico dedicada a la responsabilidad.
Ser dueño de sí mismo, de las propias acciones, incluye el ser dueño de las
consecuencias de las mismas: “Las obras le acompañan a su autor”.
Resultan interesantes las tres etimologías latinas del término responsabilidad:
1. Res (cosa) / sponsor = vivir esposado a mis actos;
2. Responso = respuesta;
3. Res / pondeo (peso, densidad) = madurez.
6. Libertad, conciencia y trascendencia
“La libertad se explica desde su mera existencia, pero la responsabilidad no.
Esta última remite a la conciencia, y ésta a la trascendencia, esto es, a una
instancia distinta y superior a mí, a la que de algún modo debo someterme”
(Víctor Frankl en su tesis doctoral La presencia ignorada de Dios). Sin
trascendencia la libertad pierde todo su sentido, porque lo pierde la
responsabilidad. En último término, ¿responsabilidad ante quién?
Dios, a su vez, ha querido correr el riesgo de nuestra libertad. Es más, Dios
no es sino su gran valedor. Tanto la valora, que “tolera” que la utilicemos mal
antes que eliminarla.
7. La libertad y sus riesgos
“La libertad es el derecho de cada uno de escoger su propia esclavitud” (Guirior).
La libertad es atractiva; sin embargo, puede vivirse como un auténtico engorro: tomar
decisiones no resulta siempre fácil. La ignorancia, la duda o el miedo pueden desbaratar
en cualquier momento una decisión requerida.
“No te compliques la vida”. Mas bien, de lo que se trata es de descomplicarla. La
ignorancia, la duda, el miedo a comprometerse, dejarse llevar por el vaivén de los
sentimientos y de las circunstancias (veleta y brújula) son precisamente los que la
complican. Escoger el bien, aun arduo, nunca complica la vida, siempre la descomplica.
“El que no apuesta no gana”. En efecto, se puede ganar o perder. Pero no hemos de
olvidar que no hacerlo, que también es apostar, nos puede dejar a medio camino.
O uno toma las decisiones oportunas, o las circunstancias acaban decidiendo por uno.
8. Libertad como instrumento
¿Para qué sirve?, nos preguntamos ante un aparato que desconocemos.
¿Para qué ha sido diseñado? Una lavadora se comporta como tal cuando se utiliza
para el fin que se creo. Si no, la lavadora o no funciona, o se estropea, o destroza la
ropa. Por eso todo aparato va acompañado de un prospecto de instrucciones de uso.
En base a los distintos usos, más o menos acertados, podemos definir ética como el
arte de vivir, el arte de usar bien la libertad, el arte de alcanzar hacia una vida lograda.
Para llegar a ser un virtuoso del piano, además de cierto talento natural, es necesario
un disciplinado adiestramiento. Al final, después de muchas frustraciones, se disfruta
de la música de modo inimaginable. Y su disfrute será más subido, según sea más
elevada su pericia: sentido musical, agilidad en los dedos, capacidad para leer
partituras, y muchas cosas más. De lo contrario, el piano no pasará de ser un buen
adorno, o una buena madera para un buen fuego.
9. La conquista de la libertad
¡Cuántas veces hacemos lo que no deseamos y no hacemos lo que deseamos! Esto
muestra que la verdadera libertad no hay que darla por supuesta, hay que
conquistarla. Hemos de despertar de nuestra “feliz esclavitud”.
“Ninguna persona es libre si no es su propio amo” (Epícteto). “Libre es aquél que no
está esclavizado por ninguna torpeza” (Cicerón). Hay elecciones que nos liberan, y
otras que nos esclavizan. Las primeras edifican virtudes, y nos humanizan; las
segundas, constituyes vicios, y nos degradan.
Vivir en libertad supone alcanzar una adecuada gestión de nuestros síes y noes.
Tendemos a lo fácil, a lo cómodo, a la horizontal, a la inercia, a ir tirando, a seguir la
corriente. Y en cuanto nos descuidamos, a la chapuza, a la trampa, etc.
O señores o esclavos de nosotros mismos. O dominamos las malas inclinaciones o nos
dominarán ellas. Cada virtud es una especie de “músculo espiritual” que nos capacita
para la acción. Y el gimnasio donde se fortalecen no es otro que la vida cotidiana.
10. Libertad y personalidad: “Elegir es elegirse”
“¡Individuo, más que individuo!”. Este insulto oído en la calle nos permite
distinguir de algún modo entre “individuo” y persona.
Toda libre elección es una decisión sobre uno mismo, sobre mi persona.
Con mis acciones “hago”, pero también “me hago”. Mi mentira, además de
engaña a otro, me convierte en mentiroso; mi estudio responsable, además
de generar buenos resultados, me transforma en laborioso; si robo, además
de meter algo a mi bolsillo, me convierte en ladrón, etc. En mi mano está
“construirme”, forjar mi personalidad, como veraz o mentiroso, como
diligente o vago, como valiente o cobarde, etc.
Soy hijo de mis decisiones, autor de mi propia biografía. En definitiva, “soy
lo que he querido ser”, aquello que he decidido ser con mis innumerables
elecciones.
11. Libertad para el amor: compromisos y vínculos
“Vive la libertad de enjaularte en el amor” (Juan de la Cruz)
El acto más propio de la libertad es amar; por eso, es tan importante la educar
en libertad y para la libertad (Fdo. Ocáriz). Olvidar esto es incapacitarse para
entenderla. La libertad, que podría paracer “para la independencia”, para “andar
a mi aire”, resulta ser para atarse, para la dependencia, para el amor.
“Soy mis vínculos”, ellos me constituyen y configuran: “somos los que amamos”.
Si no me comprometo con nada ni con nadie, soy un donnadie.
El amor ha de ser libre. No cabe imponerlo. Amar de verdad sólo puedo hacerlo
si me da la gana, porque me da “la real gana”. Al amor verdadero no cabe
ponerle precio ni condiciones: ni se compra ni se vende. De otro modo, lo que
podría parecer amor, no sería sino necesidad y sometimiento.
Y porque la libertad es para el amor, sólo puede amar —sólo puede entregarse
— quien “se posee”, quien es señor de sí mismo. Un egoísta, un esclavo de sus
instintos, caprichos, apetencias, vicios, etc., está incapacitado para el amor.
La libertad, en primer lugar, es un PRESUPUESTO, condición imprescindible de vida digna. Actuamos
como queremos: opciones profesionales, afectivas, etc. Nadie quiere vivir arrastrado por un proyecto
LA LIBERTAD COMO
ajeno. Mi vida es mía, mi proyecto mío, y ojalá me invite a sacar lo mejor de mí mismo, descartanto
planteamientos superficiales o cómodos que amenacen mis aspiraciones.
PRESUPUESTO,
RESULTADO En segundo lugar, es un RESULTADO de un conocimiento adecuado de la realidad, que nos va
Y DESAFÍO ofreciendo herramientas que impidan ser víctimas de la manipulación. Cuanto más arraigado esté en la
verdad profunda del ser humano —en el “para qué vivo”—, más intensa será mi libertad vivida.
Una buena formación universitaria, por ejemplo, nos enseña a pensar por nosotros mismos, nos
dota de sano espíritu crítico, nos otorga autonomía. Parafraseando uno éxito editorial 2007 —“Las
mujeres que leen son peligrosas”—, quienes piensan son más libres y, por eso, más “peligrosos”. En
efecto, un universitario no acepta lo primero que oye, exige rigor, discurso convincente y datos
contrastados. Ante una cuestión debatida procura no juzgar sin escuchar, sin valorar los argumentos
esgrimidos. Es, entonces, cuando somos capaces de crear una sana convivencia, abiertos a todos,
inmunes al fanatismo, protegidos ante todo tipo de ideas preconcebidas o tópicos que nos acechan.
La libertad es también un DESAFÍO. ¿Qué hacemos con esta libertad conquistada a base de
conocimiento y esfuerzo? ¿qué hacemos con esta fuerza transformadora? Si la libertad es timón, llegar a
puerto es lo que da sentido a la navegación. Un destino o una ruta equivocados, tornaría el esfuerzo en
trabajo inútil, en tiempo perdido. Como un cuchillo, sirve para lo mejor y lo peor, la libertad puede
conducirnos al éxito o a la ruina.
¿Qué es, pues, una libertad “bien empleada”? Aquella que escoge bienes –fines– preciados y acierta en
los medios para alcanzarlos, aquella que venciendo el miedo y la comodidad, sabe “atarse”, creando los
vínculos más nobles, aquella que descubre en el compromiso su máxima realización, su plenitud.
Nos detenemos ahora en los CUATRO PLANOS
fundamentales de la libertad:
1. LIBERTAD INTERIOR. Libre y exclusiva disposición
de la propia intimidad.
2. LIBERTAD - DE (elección). Libertad de elección.
Autogobierno: capacidad de escoger.
Determinismo
Liberalismo
Libertad responsable
3. LIBERTAD - PARA (el amor). Objetivo de la
libertad. El proyecto vital unificador.
4. LIBERTAD SOCIAL o de oportunidades.
En lo más profundo de mi ser, la libertad se manifiesta como autoposesión o libre
disposición sobre la propia intimidad: convicciones, intenciones, deseos, amores…
1 Ser persona es decir “yo”, equivale a poseer en exclusiva la capacidad de decidir
LIBERTAD por mí mismo sobre mí mismo. Otro podría decidir por mí, es verdad, pero nadie
puede ser yo en mí lugar.
INTERIOR
La intimidad —núcleo más sagrado de lo que soy— configura un espacio
inviolable, inaccesible para nadie que no sea yo, salvo que yo se lo permita. Toda
tentativa de saquear esta libertad suele saldarse con el fracaso. La tortura no es
otra cosa que violencia dirigida a lograr este quebranto. Ninguna prisión o castigo
es capaz de suprimir este nivel de libertad, tampoco la muerte. Nadie puede
arrancar mis creencias, mis deseos, mis recuerdos, etc.
Esta libertad interior es lo que nos permite hablar de la dignidad de la persona humana,
base de los derechos humanos y del ordenamiento jurídico de una sociedad. Ser dueño
exclusivo de mí mismo me constituye en sujeto de derechos, los cuales hacen nacer en el
otro el deber de su reconocimiento, respeto y fomento. Los más fundamentales son el
derecho a la vida, la libertad de pensamiento, de opinión, de expresión, de educación, etc.
Denominamos “libertad–de” a la libertad de elección, a la capacidad de escoger esto o
lo otro. Configura nuestra capacidad de autogobierno.
Esta libertad tan atractiva resulta estar condicionada. Una pretendida ausencia de
límites es una fantasía. “¡Nada me coacciona!”, dicen algunos. ¿Seguro? Veamos:
2 ¿Acaso hemos elegido ser llamados a la existencia?
LIBERTAD-DE No hemos elegido ser libres; como diría Sartre, estamos condenados a serlo.
Tampoco lo heredado: padres, patria, historia, fisonomía, sexo, temperamento.
No podemos escogerlo todo, tampoco una cosa y su contraria. ¡Hay que probarlo todo!,
dicen algunos. Imposible probar todo. No puedo ser a la vez justo e injusto, vivir la
pureza y la lujuria, ser vegetariano y comer carne, etc.
Estamos condicionados por nuestra naturaleza y por la naturaleza de las cosas: no
podemos estudiar y dormir al mismo tiempo, tampoco librarnos de la ley de la
gravedad, o asimilar un tema de matemáticas en un periquete, no podemos beber
alcohol sin que nos afecte, comportarnos mal y que no nos remuerda la conciencia, etc.
Los otros y las circunstancias también nos condicionan: el profesor y la novia, el qué
dirán y el qué dejarán de decir, el escaso tiempo y la abundante tarea, la lluvia y el
viento, el dinero que llevo en el bolsillo, las leyes de tráfico…
La libertad de elección ha sido entendida de tres maneras:
1. DETERMINISMO
Afirma que la libertad no es real, es sólo aparente. Nuestras decisiones y
elecciones no sólo están condicionadas sino también predeterminadas por
causas varias que nos preceden: código genético, aprendizaje infantil, ambiente
familiar, entorno social, intereses económicos, etc.
Visión propia de materialistas y mecanicistas.
Llevada al extremo supone la negación misma de la libertad. Una aplicación
radical de esta teoría sería, por ejemplo, considerar a los criminales como
enfermos y, por tanto, no responsables de sus actos, ya que padecerían
inclinaciones no dominables ni superables.
La experiencia cotidiana pone de manifiesto que esto no es verdad, que los
condicionamientos que innegablemente existen, no alcanzan a determinar
necesariamente nuestra actuación: generan acaso tendencias, pero no las
actuaciones mismas.
2. LIBERALISMO
Polo opuesto al determinismo. Muy presente en la sociedad occidental. Cualquier
elección es buena por el mero hecho de elegirla libremente, también los valores
y el estilo de vida. No caben coacciones ni imposiciones externas. Cuanto más
permisivas sea la sociedad y sus instituciones, más se facilitará la realización del
individuo. (Movimiento “pro choice” = yo elijo).
No admite más límites que el respeto a la libertad del otro: si no perjudico a
nadie, soy muy libre de elegir lo que me plazca.
Aparentemente atractivos, los planteamientos del liberalismo suelen degenerar
individualismo insolidario. Además, olvida la relevancia social del mal ejemplo y
el perjuicio personal y social que siempre provoca una decisión equivocada. Es
paradigmático el fenómeno de las adicciones. Elegir tomar marihuana nunca es
una decisión buena, porque nunca es acertada, porque siempre es perjudicial.
El liberalismo radical engendra “libertad”, pero no proyectos de vida lograda.
3. LIBERTAD RESPONSABLE
Como hemos destacado más arriba, considera libertad y
responsabilidad dos caras de una misma moneda. Porque
somos dueños de nuestras decisiones, hemos de responder de
las consecuencias que acarrean. Si reconocemos la autoría de
nuestros actos, debemos asumir las consecuencias que les
acompañan.
La libertad responsable descansa sobre un sencillo axioma:
elegir bien es elegir bienes y, si es posible, entre varios el más
conveniente.
“LIBERTAD-PARA” (PROYECTO VITAL)
Soy libre para algo más que para elegir entre la sidra y el gin-tonic. Por encima
de todo, soy libre para diseñar mi propia vida, escribiendo mi propia biografía.
En mi mano está convertirla en algo que merezca la pena, o en una comedia o
tragedia…
¿Qué va a ser de mi vida? no una la pregunta adecuada. Mejor, ¿qué voy a
hacer con mi vida?, en qué proyectos me embarco, cómo me enfrento a mis
limitaciones, a mis expectativas, a las normales dificultades.
Quien no sabe lo que quiere, no puede ser feliz. ¿Adónde quiero ir? ¿A dónde
me dirijo? Sin un objetivo claro, las circunstancias van decidiendo por mí,
como un barco a la deriva, a merced de vientos y mareas.
MI vida vale lo que vale el proyecto que abrazo. El magnánimo —ánimo
grande— aspira a cosas grandes, el pusilánime se consume en decisiones
pequeñas o vanas. Son los ideales los que más nos ayudan a madurar y crecer.
“Proyecto”. Se utiliza poco esta palabra, que, sin embargo, es tan bella.
¿Qué quiere decir tener un proyecto? Quiere decir imaginar una manera
grande e interesante de vivir, y ponerla en acción inmediatamente sin delegar
nada a nadie. Creo firmemente en esta pequeña-gran revolución de la
responsabilidad personal. De vez en cuando, cierro los ojos e intento
contemplar tal revolución: no hay himnos ni banderas ni focos, sino muchas
pequeñas luces que se encienden una tras otra, velas cuyas llamitas oscilan
alumbrando la oscuridad de la noche”.
En el proyecto no habita la grandeza del sueño o de la utopía; el proyecto es
"doméstico", accesible. El proyecto construye algo, pero lo hace lentamente,
con paciencia, nos vuelve responsables de nuestras elecciones…
SUSANNA TAMARO, Querida Mathilda, S., Seix Barral, Barcelona 1998, pp. 25-26
PROYECTO DE VIDA LOGRADA
“¡Tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor... ¡Y el que tenga estas tres cosas, que le dé
gracias a Dios!”, se cantaba en los años 60. ¿Bastaría con esto? Para cocinar el menú de una vida
feliz, el psiquiatra Enrique Rojas, en su libro “Quien eres. De la personalidad a la autoestima”,
propone tres ingredientes:
Calidad de nuestros AMORES. “Somos lo que amamos” (S. Agustín), somos nuestros
vínculos. La felicidad, sobre todo, descansa en el amor. No hay felicidad sin amor y no
hay amor sin renuncias, algo que no está de moda. La mejor de las travesías humanas
está surcada de problemas, luchas, éxitos y fracasos.
Satisfacción en el TRABAJO. Pilar de la autoestima. Es importante identificarse con
aquello que se hace y hacerlo con profesionalidad, siendo útil. “Elige una tarea que te
guste y no trabajarás un solo día de tu vida” (Confucio). Los verdaderos triunfadores,
además, se divierten trabajando.
Riqueza de CULTURA. Significa saber lo que pasa y por qué pasa. La cultura es un
salvavidas para no hundirse en el mar de informaciones fragmentarias y manipuladas.
La cultura nos ayuda a saber a qué atenernos. Es el subsuelo de lo que sabemos, la
memoria subliminal de todo lo vivido con anterioridad. Un tiempo de lectura sosegada
que alimente la reflexión es el gran aliado de la cultura.
LIBERTAD SOCIAL (O DE OPORTUNIDADES)
Llamamos libertad social a la creación, por la comunidad y las instituciones,
de aquellas condiciones que permitan la realización del propio proyecto vital.
Una sociedad abierta es una sociedad que ofrece oportunidades. Gozar de
oportunidades señala el camino hacia la liberación, proceso de remoción de
aquellos obstáculos que impiden el despliegue de la libertad.
La primera y más necesaria liberación es la de la miseria, tanto material
como espiritual: la verdadera liberación comienza por la satisfacción de
aquellos bienes que garantizan una vida digna al individuo y a la familia:
sustento, educación, trabajo, etc.
El proceso de liberación parte del reconocimiento de los derechos fundamentales:
derecho a la vida, al trabajo, a la creación de la propia familia; libertad de
pensamiento, de opinión, religiosa, a vivir y educar según las propias convicciones;
seguridad ciudadana, defensa de la intimidad y de la buena fama; libertad política, de
asociación, de comercio, de libre circulación; garantías sanitarias, jurídicas, etc.
Despliegue Ejercicio
de la libertad de la autoridad
El individuo desaparece como parte de un todo.
Libertad esclava El todo prima sobre la parte.
Sumisión Justicia (?) sin libertad. Estado intervencionista
Libertad, ¿para qué? La autoridad decide todo por todos. Centralización
Aparece la desconfianza y el miedo.
Se alienta la iniciativa y el dialogo: pluralismo.
Se fomentan estamentos intermedios. Descentralización
Libertad Regulada por los principios de subsidiariedad y Corporativismo
participativa solidaridad. Control mutuo
Espacios de diálogo Libertad responsable entre las instituciones
y colaboración La libertad personal gravada por una hipoteca
social.
Prima el interés personal sobre el general.
Libertad sin justicia.
Libertad etrema Todo es opinable y se impone por mayoría. Estado liberal
Estado reducido Tolerancia entendida como permisivismo. Descentralización
Un extremo sería la anarquía: Estado, ¿para qué?
THE END