Moisés recuerda al pueblo de Israel los 40 años en el desierto, sus repetidas rebeliones contra Dios y la promesa de entrar a la Tierra Prometida. Aunque las naciones que habitan la tierra son más numerosas y poderosas, Moisés les asegura que Dios irá delante de ellos como fuego consumidor para destruir a sus enemigos. Moisés también les advierte que no deben atribuir su victoria a su propia justicia, sino reconocer que es solo por la misericordia de Dios que heredarán la tierra.