El documento discute el fracaso del judío en cumplir la ley de Dios. Aunque los judíos se enorgullecían de poseer la ley y circuncidarse, Pablo argumenta que lo que realmente importa a Dios es la obediencia del corazón, no las apariencias externas. La circuncisión verdadera es la del corazón, no la física. Aquellos que obedecen a Dios, tanto judíos como gentiles, serán aprobados por Él.