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GUATEMALA Comprimido

This document discusses the history and production of the Relaciones Geográficas from the 16th century. It describes how they were commissioned by Juan de Ovando in the 1500s and completed between 1579-1585 under Juan López de Velasco. It provides background on the Relaciones Geográficas of Zapotitlan and Santiago Atitlán contained in this volume.
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GUATEMALA Comprimido

This document discusses the history and production of the Relaciones Geográficas from the 16th century. It describes how they were commissioned by Juan de Ovando in the 1500s and completed between 1579-1585 under Juan López de Velasco. It provides background on the Relaciones Geográficas of Zapotitlan and Santiago Atitlán contained in this volume.
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Índice

de contenido
Legal
Siglas y Abreviaturas
Prólogo
Imagen
Relación de Zapotitlan
Imagen
Relación de Santiago Atitlán
Imagen
Apéndices
Imagen
Imagen
Glosarios
Colofón
Primera edición impresa: 1982
Primera edición electrónica (ePub) Mayo 2017
DR © 1982, Universidad Nacional Autónoma de México
Instituto de Investigaciones Antropológicas
Ciudad Universitaria. 04510 México, CDMX.
DIRECCIÓN GENERAL DE PUBLICACIONES
Hecho en México
ISBN (versión impresa): 968-58-0270-X
ISBN (versión electrónica): en trámite
1 recurso electrónico
Libro ePub

Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.
SIGLAS Y ABREVIATURAS
AGCA : Archivo General de Centro América, Guatemala.
AGI : Archivo General de Indias, Sevilla.
AGN : Archivo General de la Nación, México.
ASGHG : Anales de la Sociedad de Geografía e Historia, Guatemala.
CLAH : Conference on Latin American History.
Col., coll. : Colección.
DGP : Diego García de Palacio.
Dn. : Don.
Ed. : Editor, editorial, edición.
EMEP : Editorial del Ministerio de Educación Pública, Guatemala.
Exp. : Expediente.
FCE : Fondo de Cultura Económica, México.
Fol., ff. : Folio, folios.
FPT : Francisco del Paso y Troncoso.
HMAI : Handbook of Middle American Indians.
JGI : Joaquín García Icazbalceta.
Leg. : Legajo.
MEP : Ministerio de Educación Pública, Guatemala.
n. : Nota.
NE : Nueva España.
RAH : Real Academia de la Historia, Madrid.
R. C. M. : Real Católica Majestad.
RG : Relación (es) geográfica (s).
R1. : Real.
SGHG : Sociedad de Geografía e Historia, Guatemala.
SISG : Seminario de Integración Social Guatemalteca, Guatemala.
SRE : Secretaría de Relaciones Exteriores, México.
UNAM : Universidad Nacional Autónoma de México.
UTX : Universidad de Texas.
VGC : Viana, Gallego y Cadena.

PROLOGO

Las Relaciones Geográficas (RG) del siglo XVI se produjeron entre los años 1579 y 1585, y muy pronto cobraron polvo,
sepultadas en los archivos del Consejo de Indias. El día de su resurrección llegó tres siglos después, cuando Fermín
Caballero, en su discurso de ingreso a la Academia de Historia (1866), llamó la atención sobre ellas. Desde entonces, las
RG han sido objeto de numerosos estudios y, aunque no en conjunto, casi todas han sido editadas.
Sin mayor pretensión que la de bosquejar su historia,1 puede decirse que la gestación de las RG principió casi
inmediatamente después del descubrimiento de América por Colón y, en lo que atañe a la Nueva España, desde las
primeras cartas de Hernán Cortés. Al crearse en 1524 el Consejo de Indias, este organismo administrativo fue
gradualmente experimentando la creciente necesidad de conocer más al pormenor las posesiones de ultramar y, poco a
poco, tanto la información como las encuestas fueron adquiriendo ciertas constantes formales.
El proceso, que finalmente conduciría a las RG que consideramos aquí, se aceleró en 1569, cuando Juan de Ovando
y Godoy, un legista interesado en las disciplinas históricas y geográficas, fue nombrado visitador del Consejo de Indias.
Antes de concluir ese año, el nuevo funcionario mandó a varias provincias de América una encuesta que contenía 37
preguntas; en 1570, otra que contenía 200 y, en 1573, otra más reducida, que consideraba sólo 135 cuestiones. Durante
esta época, Landa prepara su conocida Relación de las cosas de Yucatán, y uno se pregunta si la que escribió Baltasar
Obregón (1584) tiene por mera coincidencia 37 capítulos.2
Otra contribución de Ovando fue la proposición de unas ordenanzas encaminadas a sistematizar el trabajo del
Consejo de Indias, una sección de las cuales consideraba la creación del cargo de cronista mayor y cosmógrafo real, a
cuyo cuidado se confiaría la formación de un archivo o volumen que habría de contener todos los documentos
descriptivos de América. Aprobadas las ordenanzas ovandinas en 1571, ocupó el cargo de cronista y cosmógrafo real
Juan López de Velasco (1571-1591), que había sido secretario de Ovando durante la reorganización del Consejo de
Indias en 1567-68.
Tal vez teniendo en cuenta la escasez de respuestas que habían provocado los cuestionarios primeros, o quizá
anticipándose al desaliento que produciría su longitud, López de Velasco rediseñó las encuestas y las redujo a una
“memoria” que contenía sólo 50 preguntas. Esta memoria, precedida de una instrucción que explicaba el procedimiento
que debía seguirse al responder las preguntas, fue remitida a América en impresos a mediados del año de 1577, y debió
alcanzar sus respectivos destinos a finales del mismo año. La distribución de los impresos, sin embargo, fue
considerablemente más lenta. Como consta por la relación de Zapotitlán, los impresos sólo llegaron a manos del capitán
Juan de Estrada hacia el fin de noviembre de 1579. De Estrada asevera haber remitido él mismo “algunos de los dichos
papeles de molde a algunos frailes y clérigos y, a otros, los di en persona”; pero, añade: “han correspondido por escrito ni
por pintura mal”.
Uno puede razonablemente conjeturar que, entre los agraciados cala una copia “de los dichos papeles de molde”,
estuvieron los frailes franciscanos que visitaban las estancias de San Andrés y de San Francisco, ya que las relaciones
de estas localidades (preparadas seis años después) están precedidas de sendas copias de la Instrucción y Memoria que
se imprimió en 1577.
Las primeras en responder fueron las provincias de Suramérica, en 1578; entre 1579 y 1581, se producen las
relaciones de Antequera y de Yucatán; entre 1579 y 1582, las de México, Michoacán y Tlaxcala, y, entre 1579 y 1585, las
de Guadalajara y de Guatemala. Como se puede observar, las relaciones de Santiago Atitlán y de San Bartolomé están
precedidas de una Instrucción y Memoria ligeramente distinta a la de los pueblos restantes. Corresponde a una segunda
impresión de la misma, hecha en 1584.
A pesar de las modificaciones introducidas en el cuestionario por López de Velasco, éste todavía produjo algunas
perplejidades en los corresponsales. Muy pocos se dieron cuenta que las preguntas 1-10 estaban primariamente
diseñadas para pueblos donde hubiera españoles, mientras las 11-15 correspondían a los poblados de indios. Debido a
esta inadvertencia, los primeros quince capítulos, así como algunos de los comprendidos entre las preguntas 16-37, que
indagan la situación y accidentes geográficos y metereológicos de los poblados de indios, proporcionan información
tediosamente repetitiva. Este rasgo es en mayor grado observable en las relaciones de Santiago Atitlán.
Juan de Ovando murió en septiembre de 1575. López de Velasco ejerció el doble oficio de cronista y cosmógrafo
hasta 1591, fecha en que fue promovido al cargo de secretario real. Para llenar la plaza vacante de cosmógrafo, se
nombró a Pedro Ambrosio de Ondériz (1591-1596), a quien sucedió de inmediato Andrés García de Céspedes (1596-
1611). A éste, en las postrimerías del siglo xvI, correspondió reorganizar los archivos. Su apellido, “Céspedes”, y
eventuales anotaciones de su mano, aparecen a menudo en los manuscritos.
En general, no se puede decir que se haya sacado copias de las RG. Si tal fue el caso, la mayor parte se ha
extraviado, junto con cerca de 26 textos originales. A dicho extravío contribuyó en gran medida el trasiego que padeció el
cuerpo de documentos antes de dispersarse. En 1659, abandonando el recinto del Consejo de Indias, que residía en
Madrid, se mudaron de archivo. En 1718, los encontramos yendo a Simancas. Apenas medio siglo después, en 1783,
Juan Bautista Muñoz ordenó que se retornaran a Madrid, y, en 1785, al crearse en Sevilla el famoso Archivo de Indias,
por fin su trahumación encontró reposo.
Entretanto, varios documentos se desprendieron de la manada y fueron a dar a otras partes. 46 RG se conservaron
en la Real Academia de la Historia en Madrid, 3 mientras otras 41, después de desaparecer momentáneamente, fueron
adquiridas en 1853, a través de cierto Francisco González de Vera, por Joaquín García Icazbalceta, uno de cuyos nietos,
Luis García Pimentel y Elguero, las vendió en 1937 a la Universidad de Texas (UTX) . Las dos RG que se publican en el
presente volumen, así como cinco de los documentos que aparecen en los Apéndices, se conservan actualmente en la
UTX.
En el HMAI (12: 200), H. F. Cline dice:

During 1965 a cooperative program between the Conference on Latin American History [CLAH] (the
professional association of these area specialists) and the University of Texas was initiated to prepare these [the
RG's] for publication, the maps to be in color.

Para llevar a cabo el proyecto, la CLAH y la UTX nombraron a dos presumibles especialistas. Cuando el editor de
estas páginas visitó en 1976 la Biblioteca Latinoamericana de la UTX en Austin, circunstancialmente se enteró de que las
41 RG conservadas en dicho repositorio estaban, desde hacía ya algún tiempo (1970), listas para pasar a la imprenta. Sin
embargo, según versión de los propios autores de aquel trabajo, a raíz del fallecimiento de Howard F. Cline (junio 3 de
1971) y de varios cambios de personal en ambas instituciones (CLAH y UTX), el primer entusiasmo se había enfriado.
Omitiendo menudencias innecesarias, los proyectados editores de las RG aseveraron que el principal problema
consistía en una falta de fondos para llevar adelante la presunta publicación. Promovida por ellos una entrevista con
Stanley R. Ross, cuyo papel en todo este asunto parecía ser clave, el editor de estas páginas, considerando el interés
que las RG tenían para México, propuso una empresa conjunta: CLAH y UTX publicarían los mapas a color; UNAM se
encargaría de publicar la transcripción de los manuscritos. La proposición fue acogida con entusiasmo y, más tarde, en
México, Jaime Litvak King, director del Instituto de Investigaciones Antropológicas, nos brindaría su apoyo. El proyecto
prometía tener un pronto y feliz desenlace.
La historia que se inició en ese momento es larga y llena de frustraciones para todas las partes: ocasionó gastos
considerables, consumió la energía y tiempo de varios especialistas, y, en el correr de los años, produjo una montaña de
papel que contiene dictámenes, cartas e informes de toda índole. Para no reproducir juicios y palabras, que podrían
comprometer a quienes las escribieron y ofender a aquéllos cuyo trabajo las provocó, solamente diremos que, en marzo
de 1980, la publicación de las 41 RG que se conservan en Texas parecía aún más remota que antes lo había sido hace
quince años.
Al final de este callejón sin salida, Jaime Litvak King y el editor de estas páginas decidieron cancelar esta empresa
conjunta con los colegas del Norte, que la experiencia de cuatro años había probado estéril. Sin embargo, como nuestro
sincero deseo, desde el principio, fue el de editar las RG de Nueva España, decidimos modificar el proyecto inicial: en vez
de publicar solamente las 41 RG que se conservan en Texas, editaríamos todas las RG del siglo xvi que aún sobreviven.
Si los datos de Cline son exactos, existen en tres distintos repositorios (AGI, RAH y UTX) 167 RG: 54 de Yucatán; 33,
respectivamente, de México y Antequera; 17 de Michoacán; 15 de Tlaxcala; 13 de Guadalajara, y 2 de Guatemala. 4 En
fin, como las 54 RG de Yucatán están a punto de ser reeditadas por el Centro de Estudios Mayas de la UNAM, 5 nosotros
nos hemos propuesto republicar las 113 restantes.
Este volumen, por consiguiente, aspira a ser el primero de varios. Debido a que las RG de Guatemala son
únicamente dos, aunque, por ser compuesta la de Santiago Atitlán, 6 resultan en realidad cinco, consideramos que era
oportuno añadir algunos apéndices. Los que se acerquen a la presente compilación pronto descubrirán que todos los
documentos forman una unidad y que se complementan unos a otros, permitiendo al estudiante y al estudioso una visión
más amplia de lo que fuera la antigua provincia de Guatemala.
Todo el material presentado aquí ha sido editado ya en tiempos y en órganos de publicación bastante dispersos. No
necesita encarecimiento la utilidad de poderlos consultar todos en un solo volumen. Además, los textos ya publicados
aparecieron muy descuidadamente y plagados de errores de transcripción y de imprenta. Las paleografías que se
conocen oscilan, sin definirse, entre una transcripción rigurosamente diplomática y una ligeramente modernizada. En
realidad, los paleógrafos parecen haber atendido más a ciertos pormenores de ortografía arcaizante, que a la fidelidad de
las lecturas. Algunos, en un alarde de pretensiones puristas, han reproducido, no solamente las abreviaturas y el uso
caótico de las mayúsculas y signos de puntuación, sino, también, los vicios caligráficos del escriba, uniendo y cortando
las palabras de manera arbitraria, apenas inteligible.
En el presente volumen, el criterio aplicado en la transcripción de los textos, aunque posiblemente objetable para
algunas escuela europeas, 7 podría sumarizarse en estas palabras de O'Gorman: 8

Es reparo de orden general la transcripción de los textos conservando la ortografía, abreviaturas, falta de
acentuación y mala o ninguna puntuaciór de los originales. Esto hace muy br[u]mosa la lectura para quien
no tenga habitual comercio con los antiguos papeles, además de que dificulta enor memente la composición
tipográfica. En realidad, salvo en casos muy espe ciales, esa costumbre ha sido generalmente abandonada
hasta en publica dones técnicas, por ser mayores los inconvenientes que los beneficios: nada se gana con
conservar, por ejemplo, la anarquía en el uso de mayúscula: o con escribir “cibdad”, “quatro”, “Abdiencia” o
“Catholica”, en vez de “ciudad”, “cuatro”, “Audiencia” o “católica”, etcétera. La modernización tiene, por
supuesto, sus límites: se deben mantener giros arcaicos, palabra en desuso y otras características de la
época...

Con este criterio, nosotros hemos tratado de allanar todos los obstáculos que esta clase de textos levantan entre el
dato que contienen y el lector que los busca. Además, para facilitar su comunicabilidad, se ha preparado un glosario de
voces y giros españoles antiguos, y de palabras no pertenecientes a nuestro idioma, que esperamos ayudará a aclarar
algunas oscuridades ocasionales.
Cada documento, en fin, está precedido por una introduccioncilla, va acompañado de las notas más esenciales al pie
de página y, cuando pareció justificable o necesario, de una bibliografía básica. Al final del volumen, hay un índice
general de materias y otro de nombres propios y de topónimos.
Es una grata obligación, antes de concluir estas líneas, recordar a aquellas personas que, de una manera u otra, han
contribuido a la preparación de esta obra: Jaime Litvak King e Ignacio Bernal, ambos del Instituto de Investigaciones
Antropológicas; Claudia Parodi, del Centro de Lingüística Hispánica; Humberto Maldonado, del Centro de Estudios
Literarios; Guadalupe González Sánchez (“Lupita”) , bibliotecaria del mismo Centro; Javier Virgilio de León Orozco,
bibliotecario del Centro de Estudios Mayas, y de manera muy especial, Rodolfo Navarro M., a cuya escrupulosa labor
habrá que atribuir la pulcritud tipográfica de este libro. A todos, y a cada uno de los nombrados, patentizamos aquí
nuestra cordial gratitud, misma que extendemos a tantas otras personas que han colaborado anónimamente, y a todas
aquellas bibliotecas e instituciones norteamericanas, cuya comprensión y facilidades aligeraron bastante nuestras fatigas.
RENÉ ACUÑA

Primavera de 1980

1 La bibliografía que hay sobre esta materia es muy extensa. Sería desleal de mi parte sugerir que yo la he consultado. Para la preparación del presente
prólogo, me he limitado a usar el Handbook of Middle American Indians [HMAI], 12 (UTX, 1972) y, de manera especial, la sección 5: Howard F. Cline, “The
Relaciones Geográficas of the Spanish Indies, 1577-1648”, pp. 183-242. Cualquier semejanza con ese artículo no es, por lo tanto, una mera coincidencia.

2 El manuscrito se encuentra en el AGI, tomo I— fol. 75— Est. 1— Caj. 1— leg. 3/22, según [Genaro Estrada] Indice de documentos de Nueva España existentes
en el Archivo General de Indias de Sevilla, México: Secretaría de Relaciones Exteriores, 1928, vol. I, p. 137 (Monografías Bibliográficas Mexicanas, 12).

3 A guisa de observación, deseo notar que Cline (HMAI, 12: 202) registra en la tabla 9 la RG de Pomaro [Censo 68d], no obstante que esta pertenece a Motines
[Censo 68], lo que puede originar cierta confusión respecto al número de RG que se conservan en la RAH. Por el contrario, en la tabla 8 (p. 201), que enumera
las RG de la UTX, se omite la de Tezcuco [Censo 123].

4 Ver Cline (HMAI, 12: 194), tabla 3.

5 Ver “Publicaciones del Centro de Estudios Mayas”, en Estudios de Cultura Maya, 12. (UNAM, 1979): 297-98.

6 Las RG se han dividido en simples, compuestas y complejas. Es simple, cuando el oficial que la preparó se limitó a describir su corregimiento; compuesta,
cuando, después de enumerar brevemente los lugares más importantes de su jurisdicción, procedió a preparar una relación más o menos extensa para cada uno
de ellos; compleja, cuando, en el proceso de responder a cada capítulo del cuestionario, proporcionó información sobre otros pueblos sujetos a la cabecera.
Ver Cline (HMAI, 12: 191)

7 Ver Georges Tessier, “Diplomatique”, y Robert Marichal, “Critique des textes” en L'Histoire et ses méthodes, ed. Charles Samaran, París: Éditions Gallimard,
1963 (Encyclopédie de la Pléiade, 11), pp. 633-76, 1246-1366.

8 Edmundo O'Gorman a Rubén Bonifaz Nuño, carta de enero 11 de 1979, folder de Othón Arróniz Báez en el archivo del Instituto de Investigaciones Filológica Se
consultó y copió por cortesía indiscreta de Eduardo Pérez Correa, a quien estamos sinceramente agradecidos.
RELACIÓN DE ZAPOTITLÁN
por
Juan de Estrada y Fernando de Niebla
(1579)

El manuscrito

La RG de Zapotitlán [Censo 152], y sus anejos, se conserva en la UTX (Ms. JGI XX-9). Consta de 32 páginas no
numeradas, sin incluir la del mapa, que se distribuyeron de la manera que sigue: 1-3, Instrucción y Memoria, impresa en
1577; 4, en blanco; 5-26, texto de la RG de Zapotitlán, firmado por Juan de Estrada y Fernando de Niebla; 27-28, en
blanco; 29-30, texto del llamado “Papel del origen de los señores”, por mano de otro escriba, 31, árbol genealógico “de
los señores”, y, 32, en blanco, excepto por dos anotaciones tardías que dicen: “Tocante a la pintura i descreçion desta
probinçia” y “La discrepçión del Partido de Zapotitlan”. No he registrado las medidas del manuscrito.
El documento está encuadernado, junto con otros diez, en un volumen empastado, en cuya anteportada impresa se
lee: “Colección de manuscritos relativos á la historia de América, / formada por Joaquín García Icazbalceta/ (un
emblema)/ tomo XX/ ʻEs oprobio a cualquiera que pretende alguna ilustración ignorar la historia de su paísʼ. Quintana.]
Méjico, 1853.” En la portada se dice: “Guatemala, Venezuela, Nicaragua. / 10/ documentos originales,/ 1574-1752./
Méjico, 1858.” Sin embargo, en realidad, el volumen contiene documentos que van de 1572 a 1752. A continuación, viene
un Índice que enumera, en vez de los 10 anunciados, 11 manuscritos. Los últimos tres (9-11), el primero de los cuales es
la RG de Zapotitlán, aparecen descritos en el margen, indicio de que no formaban originalmente parte de la colección allí
reunida. Al final del índice puede leerse esta escueta anotación: “Todos los documentos contenidos en este volumen, se
han recibido de Madrid. Méjico, noviembre de 1853. Joaquín García Icazbalceta.”

La pintura

El mapa, que no ha sido examinado directamente por el editor de estas páginas, es a colores y sobre papel europeo;
contiene varias leyendas en español, y mide 55 x 57 cm. Robertson (HMAI, 12: 260, n. 34; 276) piensa que “the text of
ZAPOTITLAN strongly suggests that the scribe, Fernando de Niebla, also made the pintura”. Discutiremos brevemente
este punto más adelante.
La pintura de Zapotitlán y Suchitepeque complementa sustancialmente los datos que contiene la relación, ya que
describe la hidrografía, orografía y topografía de la región, así como la situación de los pueblos, encomiendas y
estancias, proporcionando los nombres de algunos encomenderos o propietarios. Contiene asimismo información
arqueológica, como esa que se refiere a la “casa blanca” y a “los cuatrocientos cerros”, y, por si fuera poco, aparte de dar
la toponimia de la región, nos da a escala las distancias que separan a los lugares y, en varios casos, algunos datos
demográficos. Las cifras que es posible observar al lado de varios topónimos se refieren al número de vecinos o
tributarios que en cada uno de ellos vivían.

Características de la RG de Zapotitlán

El escribano Fernando de Niebla, por razones que se nos escapan, omitió poner al calce la fecha en que se concluyó
y firmó la RG de Zapotitlán; por eso, la fecha que comúnmente se da al referirse al documento, es la que lo encabeza: 22
de noviembre de 1579. Sin embargo, si uno continúa leyendo, puede observar que hasta el 26 de noviembre lo único que
se había concluido era la pintura del mapa. A partir de ese día, Juan de Estrada distribuyó los volantes impresos del
cuestionario; hizo él mismo sus propias indagaciones, y aguardó un tiempo prudencial el retorno de las respuestas. Éstas
nunca llegaron. Entonces, “viendo que se va pasando el tiempo de partirse la flota, me pareció responder a los capítulos
e instrucción de molde...”. Como el retorno de la flota a España solía ser en marzo o abril, es dable suponer que la RG de
Zapotitlán se redactó en los primeros meses del año de 1580.
Este hecho ayuda a entender por qué, a diferencia de otras, la RG de Zapotitlán no se redactó con la solemnidad
acostumbrada, según la cual el escribano enumeraba los nombres de los testigos e informantes y daba fe de que éstos
se encontraban presentes. La RG de Zapotitlán es el fruto de “las diligencias a mí posibles” de Juan de Estrada y de los
informes que así pudo privadamente obtener, los cuales “dieron mucha lumbre para hacerse lo arriba dicho”. El escribano
Fernando de Niebla únicamente da fe de haberse hallado presente “a la plática y traza y concierto de las más cosas aquí
contenidas”.
Debido a estas circunstancias tan peculiares, se queda en la sombra quién es autor del llamado “Papel del origen de
los señores”, singular documento que pertenece a la tradición indígena y que, posiblemente, fue traducido para la
ocasión. Tampoco sabemos en qué poblado fue producido, aunque, por las trazas, se puede conjeturar que salió de una
colonia quiché.
El autor de la relación

Lo que se puede observar de inmediato es que el autor de la RG de Zapotitlán poseía amplios conocimientos de
náutica y no poca erudición cosmográfica. Las primeras páginas de la relación son un verdadero tratadillo de las mareas
en la costa de Xicalapa, las cuales se comparan con las de “España y otras partes”. Era, por consiguiente, hombre de
mucha mar, como lo pone de manifiesto su exquisito cuidado al establecer el día solar y lunar, y la hora precisa de sus
observaciones. La nota profesional la pone al citar una obra, desconocida para nosotros, el Reportorio, del piloto y
cosmógrafo sevillano Alonso de Chaves, “y los demás que cerca desto escriben”. De Chaves se dice que el Consejo de
Indias lo nombró piloto, cosmógrafo, y maestro de hacer cartas “e astrolabios y otras cosas para la navegación”, y que fue
encargado de dar lección pública todos los días a los pilotos y gente de mar. En 1552 adquirió en propiedad el cargo de
piloto mayor, que ejerció hasta 1586.
Los singulares conocimientos del autor de la RG de Zapotitlán se pueden apreciar en una variedad de detalles, pero,
de manera especial, en las respuestas a los capítulos tercero y sexto de la Memoria. De lo que dice en el capítulo sexto,
se desprende que poseía un astrolabio, instrumento náutico por excelencia, y que sabía hacer uso apropiado de él.
Para no extendernos en menudencias, todos los detalles apuntan a que el capitán Juan de Estrada, indudablemente
un viejo marino, fue el autor de la RG de Zapotitlán.

El autor de la pintura

Considerando el breve razonamiento anterior, resulta inexplicable que Robertson (HMAI, 12: 260, n. 34) diga que “the
text of ZAPOTITLAN strongly suggests that the scribe, Fernando de Niebla, also made the pintura” (el subrayado es
nuestro). Como se ha señalado oportunamente, el mapa, sin ser una obra cartográfica de excepción, pone de manifiesto
que su autor era un hombre bastante ducho en estos menesteres y, además, atento a una variedad de detalles, entre los
que se antoja señalar, por ejemplo, que el mapa está hecho a escala. Por otra parte, el hecho de señalar con una cruz el
punto preciso desde el cual se hizo la observación y apuntamientos de la pintura, revela mismo cuidado que puso el autor
de la relación al dejar constancia del día solar y lunar, junto con la hora en que realizó el estudio de las mareas.
Si, después de reflexionar sobre estos datos, alguien sigue pensando que un simple escribano pudo ser el autor de la
relación y también del mapa, lo único que podemos decirle es que su salud mental es de pronóstico reservado.

Una copia de la RG de Zapotitlán

Inadvertida por cuantos se han acercado a la RG de Zapotitlán, existe una copia de la misma en la Biblioteca
Bancroft de la Universidad de California, Berkeley. Hammond (II, 1972: 54) la describe:
DESTRADA, Juan
Memorial de las advertencias i cosas que... D.ᶯ Phelipe Nuestr Señor i su R.ˡ Consejo de Yndias manda hazer
i de las cosas i particularidades destas provincias para ennoblecimiento dellas i las diligencias que zerca dello se
han podido hazer en esta provincia y costa de Çapotitlán i Suchitepeques. 1579.
20 p. 33 cm. HHB [M-M 314]
General description of the Guatemala province of Zapotitlán including its government, mineral products, and
commerce, primarily cacao, and Franciscans monasteries, prepared by order of García de Valverde, Governor of
Guatemala. The original was signed by Destrada, Alcalde Mayor of the province, and Fernando de Niebla notary.
The document is in the present-day Vol. 24 of the Muñoz Collection of the Real Academia de la Historia in
Madrid.
Por desgracia, hasta el momento de redactar estas líneas, todavía no se ha recibido la fotocopia solicitada del
documento, y, por lo tanto, no se ha podido cotejar con la misma del original. Sin embargo con base en la descripción
proporcionada por Hammond, aún es posible hacer algunas observaciones.
Primera y elemental, que no es fiel la transcripción de las línea: que encabezan la relación original: la ortografía
difiere (i X y; z X c); algunas abreviaturas se desatan, y se introducen otras (nuestro X nro; R.ˡ X real), y, por último, hay
interpolaciones (“manda hazer i de las. cosas; 1579).
Segunda, que el manuscrito Bancroft no está completo: falta el impreso de la Instrucción y Memoria; falta el anejo
que se conoce como “Papel del origen de los señores”, y faltan el árbol genealógico y la pintura.
Por fin, la copia del manuscrito original que posee la Biblioteca Bancroft se efectuó cuando éste todavía formaba
parte de la Colección Muñoz, presuntamente antes de 1853. Nada se puede decir con certeza de la identidad del copista
sin haber examinado el manuscrito, pero se puede conjeturalmente apuntar a Buckingham Smith, quien andaba por esta
época en Madrid haciendo copias de documentos en la colección muñoziana. La publicación del Instituto Nacional
Indigenista de Guatemala, Guatemala indígena (II/3, 1962: 141-160), publicó una copia, derivada de otra de Smith, de la
Relación (1574) de Viana, Gallego y Cadena, la primera de las cuales fue hecha a 9 de marzo de 1857. El original de la
Relación mencionada también forma parte del volumen 20 ya descrito de Joaquín García Icazbalceta actualmente en la
UTX, en el cual el conocido historiador y bibliófilo mexicano asevera que todos los documentos allí contenidos “ .. se han
recibido de Madrid. Méjico, noviembre de 1853”. Pero, si esto fuera verdad, ¿cómo habría podido Buckingham Smith
copiar la Relación de Viana, Gallego y Cadena, en Madrid, a 9 de marzo de 1857?

Publicaciones de la RG de Zapotitlán

Debido a que la información de Cline a este respecto se detiene “as of early 1966” (HMAI, 12: 200), sus tablas 1 y 8
(ibid., pp. 187, 200) reflejan datos contradictorios. En la tabla 1, el texto de la RG de Zapotitlán se registra como
“publicado”, pero no así la pintura. En la tabla 8, en cambio, texto y pintura se registran como “no publicados”. Para mayor
confusión, Robertson (HMAI, 12: 276) indica que la pintura está “publicada” en 1966, dato que se apuntala con la
correspondiente ficha bibliográfica (ibid., p. 384). El HMAI tiene varios estratos cronológicos, y quien no esté advertido de
ellos y use aisladamente sus datos puede incurrir en graves errores. En 1976, si mi recuerdo es correcto, la Biblioteca
Latinoamericana de la UTX todavía registraba el texto y pintura de la RG de Zapotitlán coma “no publicados”
enteramente.
Sin embargo, si se exceptúa la Instrucción y Memoria, que se imprimió dos veces en el siglo XVI, la RG de Zapotitlán
está enteramente publicada desde 1955, unos diez años antes que Howard F. Cline preparar su artículo, como podrá
comprobar quien consulte la breve bibliografí que aparece a continuación. La pintura se publicó en blanco y negro en
1966, acompañada de una transcripción bastante insegura de la extensa leyenda que aparece a su pie. La fotografía es
muy deficiente, pero, no habiendo podido obtener nosotros una reproducción mejor, es la que publicamos con nuestro
texto. El no sabemos si ingenuo edito guatemalteco del mapa aseguraba que éste “se explica por sí mismo” (ASGHG, 28,
1966: 96).

Bibliografía

Cline, Howard F.

1972 “The Relaciones Geográficas of the Spanish Indies, 1577-1648”, Handbook of Middle American Indians, 12
(University of Texa Press) : 183-242.
Estrada, Juan de

1955 “Relación de la provincia de Zapotitlán, 1579”, ASGHG, 2 (marzo-dic) : 68-84.


1966 “Mapa de la costa de Suchitepéquez y Zapotitlán, 1579” ASGHG, 39 (en-dic): 96-99.
Hammond, George P.

1972 A Guide to the Manuscript Collections of the Bancroft Library vol. II, Berkeley and Los Angeles: University of
California Press.
Recinos, Adrián

1950 “Papel del origen de los Señores”, Anexo A del Memorial de Sololá - Anales de los cakchiqueles, México: FCE.
Biblioteca Americana, pp. 245-247.
Robertson, Donald

1972 “The pinturas (maps) of the Relaciones Geográficas, with a catalog”, en HMAI, 12 (University of Texas Press): 243-
278.

ZAPOTITLAN

N o . 2 3 0 (Guatemala)
Memorial de las advertencias y cosas que la Cesárea Católica
Real Majestad del rey don Felipe, nuestro señor , y su Real
Consejo de Indias manda hacer de las cosas y particularidades
destas provincias para ennoblecimiento dellas, y las diligencias
que (a)cerca dello se han podido hacer en esta provincia y costa
de Zapotitlán y Suchitepéquez

INSTRUCCIÓN Y MEMORIA DE LAS RELACIONES QUE


se han de hacer para la descripción de las Indias,
que su majestad manda hacer, para el buen
gobierno y ennoblecimiento dellas *
PRIMERAMENTE, los gobernadores, corregidores o alcaldes mayores, a quien los virreyes, audiencias y otras
personas del gobierno enviaren estas instrucciones y memorias impresas, ante todas cosas, harán lista y memoria de los
pueblos de españoles y de indios que hubiere en su jurisdicción, en que solamente se pongan los nombres de ellos
escritos de letra legible y clara, y luego la enviarán las dichas personas del gobierno, para que, juntamente con las
relaciones que en los dichos pueblos se hicieren, la envíen a su majestad y al Consejo de Indias.
Y distribuirán las dichas instrucciones y memorias impresas por los pueblos de los españoles y de indios de su
jurisdicción, donde hubiere españoles enviándolas a los concejos y, donde no, a los curas si los hubiere y, si no, a los
religiosos a cuyo cargo fuere la doctrina, mandando a los concejos, y encargando de parte de su majestad a los curas
y religiosos, que dentro de un breve término las respondan y satisfagan como en ellas se declara, y les envíen las
relaciones que hicieren, juntamente con estas memorias, para que ellos, como fueren recibiendo las relaciones, vayan
enviándolas a las personas de gobierno que se las hubieren enviado, y las instrucciones y memorias las vuelvan a
distribuir, si fuere menester, por los otros pueblos adonde no las hubieren enviado.
Y, en los pueblos y ciudades donde los gobernadores o corregidores y personas de gobierno residieren, harán las
relaciones de ellos, o encargarlas han a personas inteligentes de las cosas de la tierra, [para] que las hagan según el
tenor de las dichas memorias.
Las personas a quien se diere cargo en los pueblos de hacer la relación particular de cada uno dellos, responderán a los
capítulos de la memoria que se sigue, por la orden y forma siguiente:
Primeramente, en un papel aparte, pondrán, por cabeza de la relación que hicieren, el día, mes y año de la fecha de ella,
con el nombre de la persona o personas que se hallaren a hacerla, y el del gobernador u otra persona que les hubiere
enviado la dicha. instrucción.
Y, leyendo atentamente cada capítulo de la memoria, escribirán lo que hubiere que decir a él en otro capítulo por sí,
respondiendo a cada uno por sus números, como van en la memoria, uno tras otro. Y, en los que no hubiere qué decir,
dejarlos han sin hacer mención de ellos, y pasarán a los siguientes, hasta acabarlos de leer todos y responder los que
tuvieren qué decir, como queda dicho, breve y claramente, en todo afirmando por cierto lo que lo fuere y, lo que no,
poniéndolo por dudoso; de manera que las relaciones vengan ciertas, conforme a lo contenido en los capítulos
siguientes.

M e m o r i a d e l a s c o s a s q u e s e h a d e r e s p o n d e r, y d e q u e s e h a n d e
hacer las relaciones
1. Primeramente, en los pueblos de los españoles, se diga el nombre de la comarca o provincia en que están, y qué
quiere. decir el dicho nombre en lengua de los indios y por qué se llama así.
2. Quién fue el descubridor y conquistador de la dicha provincia, y por cuya orden y mandado se descubrió, y el año de su
descubrimiento y conquista, lo que de todo buenamente se pudiera saber.
3. Y, generalmente, el temperamento y calidad de la dicha provincia o comarca, si es muy fría o caliente, o húmeda o
seca, de muchas aguas o pocas, y cuándo son, más o menos, y los vientos que corren en ella qué tan violentos y de
qué parte son, y en qué tiempos del año.
4. Si es tierra llana o áspera, rasa o montuosa, de muchos o pocos ríos o fuentes, y abundosa o falta de aguas, fértil o
falta de pastos, abundosa o estéril de frutos y de mantenimientos.
5. De muchos o pocos indios, y si ha tenido más o menos en otro tiempo que ahora, y las causas que dello se supieren; y
si los que hay, están o no están poblados en pueblos formados. y permanentes; y el talle y suerte de sus
entendimientos, inclinaciones y manera de vivir; y si hay diferentes lenguas en toda la provincia, o tienen alguna
generalmente en que hablen todos.
6. El altura o elevación del polo en que están los dichos pueblos de españoles, si estuviere tomada y se supiere, o
hubiere quien la sepa tomar, o en qué días del año el sol no echa sombra ninguna al punto de medio día.
7. Las leguas que cada ciudad o pueblo de españoles estuviere de la ciudad donde residiere la audiencia en cuyo distrito
cayere, o del pueblo donde residiere el gobernador a quien estuviere sujeta; y a qué parte de las dichas ciudades o
pueblos estuviere.
8. Asimismo, las leguas que distare cada ciudad o pueblo de españoles de las otras con quien partiere términos,
declarando a qué parte cae dellos, y si las leguas son grandes a pequeñas y por tierra llana o doblada, y si por
caminos derechos o torcidos, buenos o malos de caminar.
9. El nombre y sobrenombre que tiene o hubiere tenido cada ciudad o pueblo, y por qué se hubiere llamado así (si se
supiere) y quién le puso el nombre y fue el fundador della, y por cuya orden y mandado la pobló, y el año de su
fundación, y con cuántos vecinos se comenzó a poblar y los que al presente tiene.
10. El sitio y asiento donde los dichos pueblos estuvieren, si es en alto o en bajo, o llano; con la traza y designio, en
pintura, de las calles y plazas y otros lugares señalados de monasterios, como quiera que se pueda rasguñar
fácilmente en un papel, en que se declare qué parte del pueblo mira al mediodía o al norte.
11. En los pueblos de los indios, solamente se diga lo que distan del pueblo en cuyo corregimiento o jurisdicción
estuvieren, y del que fuere su cabecera de doctrina.
12. Y asimismo, lo que distan de los otros pueblos de indios o de españoles que en torno de sí tuvieren, declarando, en
los unos y en los otros, a qué parte dellos caen, y si las leguas son grandes o pequeñas y, los caminos, por tierra llana
o doblada, derechos o torcidos.
13. Item, lo que quiere decir en lengua de indios el nombre del dicho pueblo de indios y por qué se llama así, si hubiere
qué saber en ello, y cómo se llama la lengua que los indios del dicho pueblo hablan.
14. Cuyos eran en tiempo de su gentilidad, y el señorío que sobre ellos tenían sus señores y lo que tributaban, y las
adoraciones, ritos y costumbres, buenas o malas, que tenían.
15. Cómo se gobernaban y con quién traían guerra, y cómo peleaban, y el hábito y traje que traían y el que ahora traen, y
los mantenimientos de que antes usaban y ahora usan, y si han vivido más o menos sanos antiguamente que ahora, y
la causa que dello se entendiere.
16. En todos los pueblos, de españoles y de indios, se diga el asientodonde están poblados, si es sierra o valle, o tierra
descubierta y llana, y el nombre de la sierra, o valle y comarca do estuvieren, y lo que quiere decir en su lengua el
nombre de cada cosa.
17. Y si es tierra o puesto sano o enfermo, y, si enfermo, por qué causa (si se entendiere), y las enfermedades que
comúnmente suceden, y los remedios que se suelen hacer para ellas.
18. Qué tan lejos o cerca está de alguna sierra o cordillera señalada que esté cerca del, y a qué parte le cae y cómo se
llama.
19. El río o ríos principales que pasaren por cerca, y qué tanto apartados del y a qué parte, y qué tan caudalosos son; y si
hubiere qué saber, alguna cosa notable de sus nacimientos, aguas, huertas y aprovechamiento de sus riberas, y si
hay en ellas, o podrían haber, algunos regadíos que fuesen de importancia.
20. Los lagos, lagunas o fuentes señaladas que hubiere en los términos de los pueblos, con las cosas notables que
hubiere en ellos.
21. Los volcanes, grutas, y todas las otras cosas notables y admirables en naturaleza que hubiere en la comarca dignas
de ser sabidas.
22. Los árboles silvestres que hubiere en la dicha comarca comúnmente, y los frutos y provechos que dellos y de sus
maderas se saca, y para lo que son o serían buenas.
23. Los árboles de cultura y frutales que hay en la dicha tierra, y los que de España y otras partes se han llevado, y se
dan o no se dan bien en ella.
24. Los granos y semillas, y otras hortalizas y verduras, que sirveno han servido de sustento a los naturales.
25. Las que de España se han llevado, y, si se da en la tierra el trigo, cebada, vino y aceite, en qué cantidad se coge, y si
hay seda o grana en la tierra y en qué cantidad.
26. Las yerbas o plantas aromáticas con que se curan los indios, y las virtudes medicinales o venenosas de ellas.
27. Los animales y aves, bravos y domésticos, de la tierra, y los que de España se han llevado, y cómo se crían y
multiplican en ella.
28. Las minas de oro y plata, y otros mineros de metales o atrameneos y colores, que hubiere en la comarca y términos
del dicho pueblo.
29. Las canteras de piedras preciosas, jaspes, mármoles, y otras cosas señaladas y de estima que asimismo hubiere.
30. Si hay salinas en el dicho pueblo o cerca del, o de dónde se proveen de sal y de todas las otras cosas de que tuvieren
falta para el mantenimiento o el vestido.
31. La forma y edificio de las casas, y los materiales que hay para edificarlas en los dichos pueblos, o en otras partes de
donde los trujeren.
32. Las fortalezas de los dichos pueblos, y los puestos y lugares fuertes e inexpugnables que hay en sus términos y
comarca.
33. Los tratos y contrataciones y granjerías de que viven y se sustentan, así los españoles como los indios naturales, y de
qué cosas y en qué pagan sus tributos.
34. La diócesi, de arzobispado u obispado o abadía, en que cada pueblo estuviere, y el partido en que cayere, y cuántas
leguas hay y a qué parte del pueblo; dónde reside la catedral y la cabecera del partido, y si las leguas son grandes o
pequeñas, por caminos derechos o torcidos, y por tierra llana o doblada.
35. La iglesia catedral, y la parroquial o parroquiales que hubiere en cada pueblo, con el número de los beneficios y
prebendas que en ellas hubiere, y, si hubiere en ellas alguna capilla o dotación señalada, cuya es y quién la fundó.
36. Los monasterios de frailes o monjas de cada orden que en cada pueblo hubiere, y por quién y cuándo se fundaron, y
el número de religiosos y cosas señaladas que en ellos hubiere.
37. Asimismo, los hospitales y colegios y obras pías que hubiere en los dichos pueblos, y por quién y cuándo fueron
instituidos.
38. Y, si los pueblos fueren marítimos, demás de lo susodicho, se diga en la relación que dello se hiciere la suerte de la
mar que alcanza, si es mar blanda o tormentosa, y de qué tormentas y peligros, y en qué tiempos comúnmente
suceden, más o menos.
39. Si la costa es playa o costa brava, los arrecifes señalados y peligros para la navegación que hay en ella.
40. Las mareas y crecimientos de la mar, qué tan grandes son, y a qué tiempos mayores o menores, y en qué días y
horas del día.
41. Los cabos, puntas, ensenadas y bahías señaladas que en la dicha comarca hubiere, con los nombres y grandeza
dellos, cuanto buenamente se pudiere declarar.
42. Los puertos y desembarcaderos que hubiere en la dicha costa, y la figura y traza de ellos, en pintura como quiera que
sea en un papel, por donde se pueda ver la forma y talle que tienen.
43. La grandeza y capacidad de ellos, con los pasos y leguas que tendrán de ancho y largo, poco más o menos (como se
pudiere saber), y para qué tantos navíos serán capaces.
44. Las brazas del fondo dellos, la limpieza del suelo, y los bajos y topaderos que hay en ellos y a qué parte están; si son
limpios de broma y de otros inconvenientes.
45. Las entradas y salidas delios a qué parte miran, y los vientos con que se ha de entrar y salir dellos.
46. Las comodidades y descomodidades que tienen de leña, agua y refrescos, y otras cosas buenas y malas para entrar
y estar en ellos.
47. Los nombres de las islas pertenecientes a la costa y por qué se llaman así; la forma y figura dellas, en pintura si
pudiere ser, y el largo y ancho y lo que bojan; el suelo, pastos, árboles y aprovechamientos que tuvieren; las aves y
animales que hay en ellas, y los ríos y fuentes señaladas.
48. Y generalmente, los sitios de pueblos de españoles despoblados, y cuándo se poblaron y despoblaron, y lo que se
supiere de las causas de haberse despoblado.
49. [Descríbanse] todas las demás cosas notables, en naturaleza y efectos, del suelo, aire y cielo, que en cualquiera
parte hubiere y fueren dignas de ser sabidas.
50. Y, hecha la dicha relación, la firmarán de sus nombres las personas que se hubieren hallado a hacerla, y sin dilación
la enviarán, con esta instrucción, a la persona que la hubiere enviado.
En el pueblo de Xicalapa desta costa de Zapotitlán y su provincia, de la encomienda de Juan Rodríguez Cabrillo de
Medrano, 1 a veinte y dos días del mes de noviembre de mil quinientos setenta y nueve años, ante el ilustre señor capitán
Juan de Estrada, alcalde mayor desta provincia de Zapotitlán por su majestad, y ante mí, el escribano, y testigos aquí
contenidos; estando haciendo la visita del dicho pueblo de Xicalapa, pareció Gonzalo Ruiz Ronquillo,2 vecino del pueblo
de San Antonio Suchitepeque, el cual dio al dicho señor alcalde mayor un pliego de cartas en el cual venían doce pliegos
de papel de molde por capítulos, los cuales contenían cosas y advertencias de que su majestad se sirve se envíe relación
a su Real Consejo de las Indias en España, y el dicho señor alcalde mayor mandó a mí, escribano, ponga el día, mes y
año, y testigos del recibo, porque dijo está presto de lo cumplir, según le es cometido y mandado. A lo cual fueron testigos
Martín de Sotomayor y Sancho de San Pedro y Pedro de Écija, españoles estantes en este dicho pueblo.
Y después de lo susodicho, lunes veinte y tres días del dicho mes de noviembre, el dicho señor alcalde mayor, en
cumplimiento de lo susodicho, se partió a ver la Mar del Sur, que está como legua y media del dicho pueblo de Xicalapa,
a donde entra un río llamado Quiquizat, cerca de la estancia de ganado de Juan Rodríguez Cabrillo de Medrano, el cual
hace la entrada en la mar al sudeste. Y allí estuvimos aquella noche, y otro día hasta la tarde, para ver y considerar el
discurso que la mar hace en las crecientes y menguantes de las mareas, y la reventazón que la mar hace a la orilla o
ribera, y qué sea la causa. Y, en lo que toca a las mareas, parece que guardan la misma orden de la luna, como en
España y otras partes, porque el dicho día, que fue a veinte y tres de noviembre, fueron asimismo seis de luna y, a seis
de luna, viene a ser en España la marea a las siete horas después del medio día y dos cuartos de hora; y a esa misma
hora fue acá la marea. Y, por la misma orden que en España, hay dos aguadas vivas y dos muertas, por manera que es
por la misma orden que en España. Empero, es de advertir en las seis horas que hay de diferencia de España a esta
provincia, según lo dice Cháves 3 en su Reportorio y los demás que cerca desto escriben. Y, en cuanto a la reventazón
y furia de la mar en la ribera, es así: que hay grande ola y mar de tumbo, tanto, que parece cosa contra razón; [por] que,
estando la mar en no más de trece grados y medio de la equinoccial y que, según la opinión de los que en ella han
navegado de diez a doce leguas por la mar adentro, no hay viento, parece que son causas para [pensar] que había de
ser notablemente sosegada. Y [sin embargo] en las orillas o riberas della es al contrario, y no faltan razones naturales
para que sea así. Las cuales son que, presupuesto (como es dicho) que de diez a doce leguas por la mar adentro no hay
vientos, a lo menos ordinarios, o (por mejor decir) que está tanto tiempo sin haberlos, que parecería temeridad de los que
quisiesen navegar de las dichas diez o doce leguas de mar adentro y de las mismas diez o doce leguas para la tierra, de
ordinario (o casi infalible) no faltan dos vientos: el uno, marero, que comienza desde las diez horas de la mañana para
adelante, y luego, a la noche, cesa el dicho viento marero y, a pocas horas de la noche, comienza el viento terral. Por
manera que, del litigio y contrariedad y violencia que de ordinario, estos dos vientos se hacen el uno al otro, parece que
se infiere que consiste en razón que venga a dar muestra en las orillas de la mar y haber mucha reventazón. Y demás
desto, ayuda mucho lo que se presume ser a las orillas bajío y de poca agua, que es gran parte para quebrar y reventar
las olas. Y también se echó de ver que anda más desasosegada la mar en la menguante que en la creciente de la marea.
Después de lo cual, me puse en un alto o promontorio de arena cerca de la mar (donde está en la pintura una cruz) a ver
y considerar y marcar las sierras que de allí se veían, que son desde los volcanes o sierras de la ciudad de Guatemala
hasta las de Sacatepeque, que serán más de treinta leguas. Y por los propios horizontes y remates de las sierras y
volcanes, proseguí en hacer la pintura y descripción desta costa de Zapotitlán y Suchitepéquez (donde yo lo más del
tiempo resido). Y, aunque al groso modo, se hizo lo más al natural que ser pudo. Y ansí mismo va en pintura la laguna de
Atitlán y las sierras y lugares más cercanos a ella, que, aunque están de la otra parte de las sierras, que no se pueden
ver desta costa, me pareció ponerlo en pintura por ser la laguna de las cosas más notables que por aquí hay. Lo demás
desta provincia de Zapotitlán es cierto que, por la brevedad del tiempo y por mis enfermedades, no he podido más hacer;
pero tendré especial cuidado en lo venidero, mediante Dios y salud. Y después desto, en veinte y seis días del dicho mes
de noviembre, volví a este pueblo de San Antonio Suchitepeque y, de aquí, envié algunos de los dichos papeles de molde
a algunos frailes y clérigos y, a otros, los di en persona y comuniqué el negocio con ellos conforme a la instrucción. Y, si
no fue lo que a boca dellos y de otras personas colegí y me informé, han correspondido por escrito ni por pintura mal. Y
así, viendo que se va pasando el tiempo de partirse la flota, 4 me pareció responder a los capítulos e instrucción de molde
por la orden siguiente:
1 ¶ En cuanto al primero: digo que en esta comarca y su jurisdicción no hay ningún pueblo de españoles, ni aun ningún
pueblo en que haya cuatro avecindados, porque todos los que hay son mercaderes, tratantes que andan desta provincia
a la de la Nueva España en el trato del cacao, y trayendo de allá ropas hechas para los indios, y paños y lienzos y otras
mercadurías y cosas de comer. Y, en cuanto al número que cada pueblo tiene de indios tributarios, va junto a cada lugar,
en la pintura, en cuenta de guarismo y letras coloradas.
2 ¶ Quién fuese el descubridor destas provincias: aunque se tiene noticia de que, antes que viniese el adelantado don
Pedro de Alvarado, los naturales tenían guerras entre sí, con su venida cesó todo. Y porque de su conquista se tendrá
más precisa noticia que yo la pude saber, no me alargo más [a]cerca deste particular, aunque en algunos otros papeles
que van con éste se dirá algo de los señores antiguos desta tierra. 5
3 ¶ En lo que toca a la calidad y temple desta costa y provincia, que se vieren en la pintura y descripción desta costa de
Zapotitlán y Suchitepéquez que están de las sierras para abajo, hacia la mar: por la mayor parte es tierra cálida y, cuanto
más cerca de la mar, más cálida; y, por el contrario, más frío en las sierras, y especialmente cuando anda el sol en el
Trópico de Capricornio, o cerca. Y, porque mejor se entienda lo que toca a los temples desta tierra, pondré aquí la orden
que en estas provincias guardan los tiempos de los inviernos y de los veranos, que parece es al contrario de lo que según
razón había de ser. Y es que, cuando el sol está apartado a la parte del sur (que había de ser invierno), es verano;
porque casi desde principio de octubre hasta abril no llueve, o muy poco, y sólo el efecto del sol en este tiempo es de
secar y dar calor a la tierra. Y después que el sol pasa de la parte de la equinoccial para la parte del norte, hasta que
llega al Trópico de Cancro y vuelve otra vez a la equinoccial, que es desde once de marzo a trece de septiembre, como
anda casi el sol siempre en el cenit desta costa y provincias, y están tan cercanas y vecinas a la mar, y tan llenas de ríos
y arroyos y lagunas, pantanos, ciénegas y atolladeros, hallando el sol tanta abundancia de humedad, como está tan
perpendicular y a plomo sobre esta costa desde que sale por el horizonte hasta las dos o las tres de la tarde, a manera
de bomba de nao saca tanta humedad y vapores de la tierra que, después de las dos o de las tres para la tarde hasta
gran parte de la noche, no hace otra cosa sido derramar agua. Y esto cada día, y de tal manera y con tanta furia, que se
puede comparar ni aun como cuando con mayor violencia llueve en España. Y lo peor es, que viene con tan horribles
truenos y relámpagos y muchos rayos, que es temeridad vivir los seis meses que esto dura en esta provincia. Y así, por
las razones dichas, viene a ser el invierno verano, y el verano, invierno. Aunque naturaleza no deja de corresponder y
obrar según razón, porque, aunque desde octubre hasta marzo no llueve, todavía no deja de corresponder a frescura, y
aun en partes a frío; y, aunque desde marzo a septiembre no deja de llover por la orden dicha, y la agua en parte
refresca, no por eso deja de haber excesivos calores en las tierras bajas, pero aun también en las mayores alturas. Y,
ansí mismo, es esta provincia, generalmente, de muchos temblores.
4 ¶ El sitio de toda esta costa: por la mayor parte, es áspera y montuosa, húmeda de muchas fuentes y ríos y ciénegas, y,
la mayor parte della, altos y bajos y de pocos pastos por los muchos árboles que hay, que ocupan y evitan el nacer el
pasto, excepto en algunas partes cerca de la mar, a cinco y a seis leguas, adonde hay llanuras y sabanas, como praderas
de yerba muy abundosas de pastos. Y también esta costa es abundosa de los frutos y mantenimientos que en ella hay,
como es cacao y maíz, frijoles, camotes (que por otro nombre son batatas) y, en algunas partes, algodón y otras muchas
frutas de la tierra. Y, de Castilla, hay pocas.
5 ¶ Asimismo, está esta costa medianamente poblada de indios, aunque quieren decir algunos que hubo más en otros
tiempos y que fue la causa que, en el tiempo de su gentilidad, no les era. prohibido tener las mujeres que querían. Y
también que, antes que fuesen conquistados, vivían derramados a su voluntad y sin orden, y, como se han reducido a
pueblos mayores y haya en ellos más inmundicias, y ellos no son curiosos en la limpieza (si no es por fuerza), parece que
es[to ha sido] alguna causa de enfermedades. Y lo otro, porque, después que han venido los españoles a estas
provincias, parece que han tomado [los indios] alguna cosa de su estilo, y salen más que solían a comprar y vender fuera
de su natural, y alquilarse y llevar las cosas que así compran y venden a cuestas, por codicia de la ganancia. [De manera]
que parece que, con el mudar de aguas y aires, y trabajar con las cargas y caminos, y, yendo sudando, bañarse (como lo
tienen por costumbre), se causan enfermedades, y muertes y diminución de los indios. Los que ahora hay están poblados
en pueblos formados y, al parecer, permanentes, aunque algunos podrían poblar en mejor[es] sitios y más sanos.
Carecen, por la mayor parte, de buenos entendimientos; hacen mejor las cosas por temor que por amor; toman mal
ningún género de granjería ni manera de vivir, si no es aquellas cosas de su antigüedad; son inclinados a venganza y
dáseles poco por mentir, ni se les echa de ver que tengan vergüenza de ninguna afrenta que reciban ni bellaquería que
hagan; sufren mejor cualquiera castigo corporal que pena en dinero, especialmente la gente baja. Úsanse en esta
provincia tres lenguas, según los que las entienden: la mexicana, que es la general; y la otra, que llaman achí, que es la
materna desta costa, y otra que se llama mame. Y éstas dos se entienden, aunque no con perfección.
6 ¶ [A]cerca del altura y elevación de polo: yo la tomé con el estrolabio en este pueblo de San Antonio, y hallé que está
en catorce grados y un tercio, pocos minutos más o menos. Y los días del año en que el sol no hace sombra al mediodía
es así: que el sol pasa dos veces cada año por el cenit deste pueblo. Una, pasando del signo o equinoccio de Aries al
Trópico de Cancro y, otra, volviendo al signo o equinoccio de Libra. Y la una me parece será a dieciocho o a diecinueve
de abril y, la otra, a cuatro o a cinco de agosto, o cerca destos días. Y lo mismo me parece será, o poco más o menos, en
los demás pueblos desta costa, por la poca diferencia de altura que hay de los unos a los otros [y] por estar esta costa,
como es dicho, por la mayor parte, en el rumbo de lessueste al de osnorueste, aunque en algunas partes será una cuarta
más a una parte que a otra.
7.8.9.10 ¶ En los capítulos séptimo, octavo, noveno y décimo: no hay qué tratar, pues está dicho que en esta provincia no
hay pueblo formado de españoles.
11 ¶ Los pueblos de indios que van señalados y son desta jurisdicción: se pone, por de los más principales, éste de San
Antonio Suchitepeque, que es él donde yo resido el más tiempo, y donde han residido los demás alcaldes mayores mis
predecesores, por la comodidad del temple y de estar más en el medio de jurisdicción; el cual está de la ciudad de
Guatemala, según el camino es malo, de subidas y bajadas, pedregoso, rodeoso y torcido, veinte y dos leguas; que, a ser
tierra llana, no fueran dieciseis, ni aun (a mi parecer) catorce. Todos estos pueblos, y los demás desta jurisdicción y
provincia de Zapotitlán, tienen alcalde mayor y hay en ella otros cuatro corregidores. Y faltan de ir, en esta descripción,
los pueblos y términos de los dos corregimientos. Las apelaciones de toda esta jurisdicción van a la Real Audiencia de
Guatemala, adonde ansí mismo está la catedral. Y, en lo que toca a las cabeceras de la doctrina, cada pueblo tiene su
cura vicario, que es todo uno, o tienen frailes. Y el pueblo que no es bastante para tener un clérigo tiene otros pueblos
pequeños anexos, los cuales visitan y sirven los dichos clérigos o frailes.
12 ¶ En lo que distan los unos pueblos de los otros, se colegirá de la pintura, a poco más o menos; aunque se tuvo
consideración a la disposición de la tierra y caminos doblados y rodeosos, que se tasan las leguas conforme a como son
malos o buenos, aunque ninguno se puede decir bueno. Y, para más claridad, pondré aquí algunos pueblos, comenzando
de la ciudad de Guatemala: que hay, hasta el pueblo de Izapa, dos leguas; y, de Izapa a Patzicía, otras dos. Y estos dos
pueblos no son desta jurisdicción de Zapotitlán. De Patzicía a Patzum, hay otras dos (en Patzum comienza el término y
jurisdicción desta provincia de Zapotitlán) ; de Patzum al Tolimán Alto, hay cinco leguas no grandes; y, del Tolimán a
Atitlán, hay tres leguas grandes; y, de Atitlán al Rancho de San Bartolomé, cuatro; y, del Rancho a San Bartolomé, dos; y
a este pueblo de San Antonio, otras dos; y, de San Antonio a Zamayaque, legua y media; y, de allí a San Francisco, otras
dos; y, de San Francisco Zapotitlán a San Luis, tres; y, de allí a Santa Catalina, dos; y, de Santa Catalina a los Ranchos,
cuatro (en los Ranchos se acaba la jurisdicción desta provincia por la costa) ; de los Ranchos a Tilapa, hay otras cuatro
leguas. Tilapa es de la provincia de Soconusco. Todos los dichos caminos, desde Patzum hasta San Luis, son malísimos,
y especialmente la cuesta que dicen “de Atitlán”, que tiene muy largas tres leguas de subida o bajada, y de malísimo
camino.
13 ¶ Lo que quiere[n] decir en lengua de Indias los nombres de los pueblos, y lo que significan: lo que pude saber es que
el pueblo de San Francisco Zapotitlán (de donde tomó la denominación esta provincia) se llama así en lengua mexicana
por tomar, como tomó, el nombre de una fruta, de que hay mucha en la comarca donde está aquel pueblo, que se llama
zapotes. 6 Y así, de zapotes, se llamó Zapotitlán, que quiere decir “lugar donde hay muchos zapotes”.

San Antonio Suchitepeque se llamaba antiguamente Suchitepeque, porque hay muchos árboles que llevan muchas
flores y de muy diferentes maneras. Y, por llamarse las flores en lengua mexicana súchiles 7 se llamó el pueblo
Suchitepeque, que quiere decir “lugar de flores”.
El pueblo de Atitlán es donde está la laguna que llaman de Atitlán. Es muy buen lugar y grande, de más de mil
tributarios. Llámase así, porque Atitlan quiere decir “lugar que está cabe el agua”, 8 como en efecto está junto a la laguna.
Tecpán Atitlán es un pueblo principal y grande donde está un monasterio de frailes franciscos, que era de mil
trescientos indios tributarios. Llamóse así, porque Tecpan Atitlan 9 en lengua mexicana, quiere decir “lugar grande que
está sobre río o agua”. Y así está, sobre la misma laguna de Atitlán y sobre un río, aunque no grande, que entra en la
misma laguna.
Tulimán es un lugar que está junto a la laguna de Atitlán. Y en las orillas de la laguna, en los bajíos, críanse un
género de espadañas redondas de que se hacen unos lomillos para las albardas. Y, porque llaman a este género de
espadañas tule, tomaron dos lugares que hay cerca de la laguna los nombres de Tulimanes. 10 Y, por diferenciarlos, hay
Tolimán Alto y Tolimán. Bajo.
Pa Tolul 11 en lengua achí, que es la materna desta costa, quiere decir lo mismo que Zapotitlan en mexicano, que es
“lugar de muchos zapotes”.
El pueblo de San Bartolomé se llamaba Aguacatepet, que, en lengua mexicana, quiere decir “lugar donde hay
muchos aguacates”, que es una fruta de la tierra.
San Juan de Nahualapa tomó la denominación del río que va junto a él, que se llama Nagualat 12 que quiere decir
“río bravo, temeroso y feroz”.
El pueblo de Zamayaque dicen se llama así porque, cuando primeramente se pobló, lo primero que allí vieron fue un
viejo que se llamaba Uzama, 13 que fue la causa de tomar este lugar su nombre. Y así, se llama Zamayaque.

14.15 ¶ Y en cuanto a cuyos eran los indios en tiempo de su gentilidad y el señorío que sobre ellos tenían sus señores, y
de cómo se gobernaban y con quién traían guerra, y cómo peleaban y el hábito y traje que traían, y lo demás contenido
en estos dos capítulos: aparte dello, se responde con un papel que va de por sí en esta escritura, que trata del origen, y
maneras de pelear y gobernar que tuvieron los señores antiguos de que se tiene la última noticia en estas provincias. Y lo
que se ha entendido que les tributaban era cada uno de lo que tenía: maíz, cacao, gallinas de la tierra. Y los que no
tenían, acudían a los servicios personales que les mandaban. [A] los indios de baja suerte no les era permitido comer
carne ni beber cacao, sino que comían maíz y chile, y frutas y yerbas y raíces. Y ahora comen de todo, aunque son tan
míseros los más que no salen de su ordinario antiguo, si no es en lo de la carne. Tenían costumbre de bañarse en los
ríos, y la misma tienen ahora. Las ceremonias, ritos y supersticiones que tenían, dícese que eran muchas y en diversas
maneras. Quiera Dios que las hayan olvidado, de lo cual se duda. Y lo que se puede entender y saber es que hacían
sacrificios a los tiempos del año, de los inviernos y de los veranos, y particulares para todo género de sementeras: de
maíz, frijoles, algodón y otras legumbres, y particular sacrificio al plantar y cultivar las milpas de cacao. Y tenían otras
ceremonias y sacrificios para alcanzar los buenos sucesos que procuraban en guerras, caminos, negocios que
intentaban, y en los casamientos que hacían; y otro, para la muerte de sus parientes y honras que a ciertos días después
de muertos les hacían; y otros, para las pesquerías, y todo género de volaterías y cazas que cazaban. Eran muy agoreros
y aún, dicen, lo son; que creen que todo el bien y mal puede provenir de malquerencias de algún malo, que entre ellos
llaman nahuale. 14 Y ansí mismo, en las enfermedades, tenían y tienen otras muchas supersticiones, creyendo que el
morir o no morir no consiste en ninguna diligencia. Y así, aun ahora, cuando alguno está malo, no hacen más de ponerle
allí la comida, y coma, si quisiere, o déjese morir. Y dicen que, si se ha de morir, ¿para qué o de qué sirve darle de
comer? Y no basta [a] sacarles deste error los ministros de la iglesia, ni mandado ni castigo de la justicia. Las armas con
que antiguamente se dice guerreaban eran arcos y flechas, y ciertos alfanjes que, dicen, tenían hechos de pedernal, y
celadas y emboscadas y engaños que se hacían los unos a los otros. El vestido que traían y usaban es el propio que
ahora traen, aunque está reformado y [con] más honestidad, porque traen más cubiertas sus carnes. El que traían era de
algodón, como ahora, que es una camisa y unos saragüeles anchos de abajo, como de marinero, y un hábito asimismo
de algodón, que llaman ayate, 15 que es cuadrado [y] como de vara y media en cada cuadra, al cual, en las dos puntas
que vienen a estar juntas, le dan un ñudo, y por allí meten la cabeza. Y éste [ayate] les sirve de capa, y el ñudo que digo
por la mayor parte le traen sobre el hombro derecho y, otras veces, lo traen delante y, otras, el ñudo al lado izquierdo y,
otras, en las espaldas. Por manera que, con la capa, hacen éstas y muchas más mudanzas, por la mayor parte los
principales. Y los que no lo son, andan descalzos y sin sombrero, aunque a algunos se les han levantado más los
pensamientos, que traen jubones de lienzo y, otros, de telilla, saragüeles de paño y zapatos y botas y sombreros, y
capotes de paños de colores.
16 ¶ Para lo que toca al sitio de los pueblos: se presupone que, si no es cerca del mar, que hay algunas sabanas, todo lo
demás, como está dicho, es un borrón de árboles que cubren e impiden la vista de la tierra; de tal manera que, de ningún
pueblo de toda esta costa, de las sierras para la mar, se puede ver otro pueblo, ni camino ni río, [sino] hasta dar en él. Y,
no solamente es tanta la abundancia de árboles como se significa, pero los mismos árboles [son] a manera de s[e]lvajes
pintados de otras muchas hojas de diferentes maneras, tan grandes (algunas casi como adargas), que cubren los troncos
y ramas de los árboles; y otros, a manera de yedra entretejidos unos con otros, que causan tanta espesura que son
incomunicables aun a los cazadores. Y así, son inútiles de pasto. Pero, cortando los árboles y cultivando, la tierra es de
mucho fruto en las más partes; y así, los sitios de los pueblos están casi todos en algunas llanadas, entre arroyos, [de]
que hay abundancia. Y el raso o descubierto que tienen sólo es lo que cortaron y arrasaron [de] los árboles, que es no
más de lo que toman las casas y pueblos. Los que fundaron los pueblos, especialmente los más principales, no les faltó
discreción para poner las calles por orden hacia el mediodía, y de levante en poniente; aunque las casas no están por
orden, sino interpoladas. Los edificios de las casas son algunas los lienzos hechos de adobes, que son las paredes como
de tres pies de grueso; pero, por la mayor parte, son cercadas de unas cañas salvajes, que quedan las paredes
trasparentes, y de otras cortezas de árboles. Están cubiertas con yerba, y algunas con hojas de árboles. Las sierras y
volcanes que tienen más cercanas se verán en la pintura, y cómo se nombran.
17 ¶ Los pueblos que van significados en la pintura, y por la mayor parte todos los desta costa, son tenidos por sanos,
aunque más unos que otros. Y, si algunas enfermedades hay, se cree ser más la causa los ruines y flojos mantenimientos
que los malos aires; aunque, en efecto, todas estas provincias tienen temple laxativo y que no admite bien ningún trabajo
corporal. Y desto procede una enfermedad muy peligrosa, y que las más veces se cobra por un género de descuido y mal
apercibimiento, a la cual llaman “pasmo”. Y procede de muchas maneras. La una es de mojarse los hombres de unos
aguaceros que en estas partes hay grandísimos, y, como la tierra es cálida y los poros van abiertos, si de presto no se
acude con el remedio, sucede calentura, y luego el pasmo. Y por el mismo caso, sucede de ir sudando de algún trabajo o
camino y resfriarse, que también sucede calentura y espasmo. Hay otros muchos géneros de enfermedades, como en
España, como [son] calenturas, bubas, dolor de costado, ijada, mal de piedra y orina. Los indios en esta costa tienen una
enfermedad que llaman a los que la tienen xiotes, 16 que es una manera de sarnilla puntiaguda por todo el cuerpo, y
otros, que son llagados por las gargantas a manera de lamparones. Y dícese proceder estas dos enfermedades de un
cierto fruto que comen, que llaman patastle. 17 Los remedios que tienen los españoles para curarse los que no están en
pueblos principales donde hay médicos: hay entre ellos muchos que tienen curiosidad de traer sus lancetas y, así, se
sangran unos a otros; los que tienen necesidad de purgarse no falta entre ellos raíz de Michoacán y cañafístula, con que
se purgan. Los indios son de tan poca caridad unos para otros, ni para nadie, que los más dellos no curan de remedios
por la superstición y opinión que arriba está dicha, aunque algunos hay de más entendimiento, que saben remedios y
usan dellos, y conocen muchas yerbas medicinales y para llagas.
18 ¶ De las sierras y cordilleras: está dicho lo que se puede decir.
19 ¶ Los ríos que en esta costa hay no son muy grandes Y es la causa por nacer cerca de la mar, como [a] dieciocho o
veinte leguas, y por no se juntar los unos con los otros, antes que entren en ella, sino pocos, como se verá en la pintura.
Pero, para nacer tan cerca y no se juntar, se puede decir que son grandísimos, porque van los más furiosos que ríos lo
pueden ir, y sin hacer sino muy pocos remansos. Hay dos ríos en esta costa, entre otros, que son los mayores, que el uno
pasa junto al pueblo de San Juan de Nahualapa, y en la entrada de la mar se llama Nahualat, y el otro pasa por el pueblo
de San Luis, que se llama Samalá y, a la entrada de la mar, Nagualá. Éstos, y todos los demás, son de poco provecho, si
no es algunos pescados que hay (a que llaman mojarras y tepemechines, 18 pescado regalado), pero en poca cantidad.
No son de provecho para ninguna otra cosa, ni se entiende que en esta costa lo serían para ningún regadío por la mucha
humedad que hay.
20 ¶ En esta costa, y en lo que de presente va pintado, no hay lago ni laguna ni fuente que sea notable, si no es la laguna
de Atitlán, la cual está de la otra parte de los volcanes de Atitlán, y de las sierras y cordilleras que se pueden ver desta
costa. Es laguna de muy apacible vista, porque está rodeada de montañas muy ásperas, tanto, que no se puede andar
alrededor y torno della sino por pocas partes. Tiene tres leguas grandes de largo y otra grande de ancho por lo más, y
once o doce de circuito. Y con ser tan grande, no tiene pescado ninguno que se pesque por vía de provecho, si no son
algunas mojarras que se han echado en la dicha laguna. Y se han tomado algunas, pero pocas. Los frailes de la orden de
señor San Francisco, de Tecpán Atitlán y [de] Atitlán, vi yo que hicieron mucha diligencia, por orden del muy ilustre señor
el licenciado Valverdi, 19 presidente y gobernador de la ciudad de Guatemala y sus provincias, para echar pescado de la
mar y de los ríos en la dicha laguna. Hay en ella un género de pecesitos pequeños, a manera de bermejuelas de Castilla,
en tanta cantidad, que sólo en el pueblo de Atitlán hay más de 20... pescadores, sin [contar] los de otros pueblos, que
todos se sustentan de pescar y [de] venderlo. Casi al fin desta laguna, a la parte del poniente, está el pueblo de Atitlán,
que es de los mayores y de mejores indios desta provincia. Tienen sus casas todas, o la mayor parte, de piedra, que es
gran calidad para en estas partes. Y es cierto que este pueblo tiene éstas y otras [cosas] muy principales, y
especialmente estar allí un monasterio, tan bien acabada y servido como lo está, de la orden de señor San Francisco.
21 ¶ De los volcanes y grutas: hay poco que decir, más de que en Guatemala hay dos sierras agudas muy altas a que
llaman volcanes, y de la una sale humo. Y también sale de otro de los vollanes de Atitlán y [de] otro de los de
Quetzaltenango, como va significado.
22 ¶ Mucho menos hay que decir de los árboles silvestres, porque, aunque son en mucha cantidad, y buenos para
edificios y casas y otras cosas, no son maderas subidas ni de precio, como ébano, brasil y otras semejantes.
23 ¶ De los árboles fruteros: así [de] los que hay, como de los que podría haber, desta provincia y de los de España, hay
mucho que decir. Y los principales y de más provecho son los cacahuatales, que llevan el fruto a que llaman cacao, que,
en efecto, son las minas desta costa y de donde procede la mayor contratación desta provincia para la de la Nueva
España. Hay otros árbol que quieren parecer a los cacaos, que llevan patastle, que es fruto que quiere parecer al cacao.
No es fruto de contratación para fuera destas provincias, pero aprovéchanse dello en ellas y vale la mitad, de menos
precio que el cacao. Hay otros árboles de mucho provecho para en la tierra, que dan el fruto que llaman plátanos, y los
hay en todo tiempo, y se aprovechan dellos los pobres y aun la gente regalada. Hay otros muchos géneros de frutas,
como zapotes, chicozapotes, aguacates, ciruelos de la tierra (a que llaman xocotes), 21 y otras de mucho sustento para
los indios. Hay otros árboles que llaman achiote, 22 que es una fruta que entra en la mezcla de la bebida del cacao, a la
cual bebida llaman chocolate. Hay, ansí mismo, chile, que es una manera de especie muy conocida, que es de mucho
mantenimiento y provecho para los indios, así en la comida como en la bebida. Los árboles de España: tiénese entendido
que, en las más partes desta costa, no se darán bien por ser tierra cálida; pero no deja de haber diferentes temples y, en
algunos lugares, habría algunas frutas de España. Y aun la experiencia y propia naturaleza da muestra della, porque en
algunos lugares, en los altos lugares desta costa, hay manzanas, higos y uvas silvestres, las cuales yo he visto y comido.
Y, en los lugares bajos y marítimos, hay muy buenos melones. Hay otros muchos géneros de raíces, como camotes (que
son las batatas) y otras, de que en otras partes se hace cazabe, que dicen yuca. Hay frijoles y calabazas (que llaman
ayotes), 23 que son de mucho sustento, y calabazas de España en algunas partes. Y no se duda que, si con curiosidad se
pusiesen plantas y cosas de Castilla en temple apropiado, parece esta costa muy aparejada para haber ingenios de
azúcar en cantidad, aunque se duda de la buena venta della. También parece tierra propia para haber morales y seda,
sino que sería inconveniente la muchedumbre de malas sabandijas que en esta costa hay, como arañas, hormigas,
cucarachas y otras semejantes en gran cantidad, que se presume se comerían [a] los gusanos. Hay en esta costa gran
cantidad de nopales o tunales, que son los árboles que producen la grana, los cuales dicen mandó poner el muy ilustre
señor doctor Pedro de Villalobos, 24 presidente y gobernador de Guatemala y sus provincias, los cuales árboles llevan la
grana. Pero no se ha tratado en esta costa de beneficiarlo.
24.25 ¶ Hay, [ade]más de lo dicho, maíz, que es el principal pan desta costa, porque trigo, cebada ni centeno, no se ha
sembrado; y aun se sospecha se daría mal por ser, como es dicho, tierra cálida y húmeda en demasía. Pero, ansí en lo
que toca en las plantas como en las semillas, parece sería conveniente probar cada cosa en las partes que pareciese que
mejor lo llevase.
26 ¶ Las yerbas y plantas aromáticas y medicinales que en esta tierra hay dicen ser muchas, porque hay en ella raíz de
Michoacán y zarzaparrilla (aunque destas cosas hay poca cantidad); hay una yerba que llaman contrayerba; que dicen
tiene grandes virtudes para muchas cosas, especialmente para todo género de veneno o ponzoña, la cual dicen fue
primero hallada en Costa Rica; hay un árbol que llaman somol,25 que dicen fue traída su simiente del Perú (es muy cálido,
apropiado para cosas frías) ; hay culantrillo de pozo y, en demasía, hay otras muchísimas diferencias de yerbas y
cogollos y cortezas de árboles con que purgan, que serían largas de contar. Hay una yerba que se dice cebadilla; cuya
grana molida es de tanto efecto y fuerza para llagas viejas y cosas podridas, y para matar los gusanos que crían los
animales; en efecto, es de tan grandísimos provechos en estas partes, que los arrieros o recueros no andan sin ellas para
las gusaneras que se hacen en sus bestias.
27 ¶ Los animales caseros y mansos que en esta tierra hay son gallinas de la tierra (que son las que en Castilla llaman
“de las Indias”) y hay gallinas de Castilla en cantidad, y palomas de Castilla, aunque pocas. Las silvestres son muchas y
de muchas maneras. Las de comer desta costa y provincia son perdices, aunque pocas, y las hay en pocas partes y no
tan buenas como las de España; hay faisanes, codornices y palomas de diferentes maneras; hay pavos de dos o tres
diferencias; hay anadones de muchas suertes, chiquitos y grandes, y unos que llaman “patos del Perú”, tan grandes y
mayores que ansarones de España; hay chachalacas, y papagayos grandes y pequeños. Hay muchos géneros de
animales, caseros y silvestres, como son cabras, ovejas y lechones. Los silvestres son dantas (aunque muy raras) ,
tigres, venados, y hay una cierta manera de lobos (aunque no lo son) que llaman coyotes, 26v y zorrillos y armados (que
son de comer) , y tepescuintles,27 y otros a manera de tejones, y algunas martas (aunque no finas) , [y] ardillas de
diversas facciones. Las aves y animales que son de comer en esta tierra, así caseras como silvestres, se gozan mal sus
carnes porque, si se comen recién muertas, están tiesas y duras, y, si se aguarda a que estén manidas, antes que lo
estén están podridas.
28.29 ¶ De las minas de oro, plata y piedras y metales, ni de otras: a este propósito en esta costa no hay cosa que de
contar sea, más de que se dice que hay unas piedras bezahares que parecen en los buches o partes intrínsecas de los
venados. No las he visto, pero créolo, porque me lo han dicho todos que las hay. No hay canteras de piedras de precio, ni
de mármol ni jaspes.
30 ¶ En lo que toca a la sal y salinas, es así: cuando, como digo arriba, estuvimos a la orillas de la mar cerca del pueblo
de Xicalapa, se miró y consideró la mar, y sitio y calidad de la tierra. Y aun hubo pareceres, entre los que allí nos
hallamos, si se podría hacer allí sal con el sol, en eras, como se hacía en España, en Andalucía y Portugal, y aun en
Francia en la Villa de Boroaje, 28 en la costa de la Gascuña, que está en más de cuarenticinco o cuarentiseis grados de
altura. Y habiéndolo visto y entendido lo que allí se platicó, no hallo razón ni causa porque se deje de hacer en esta costa
sal, en eras, con el calor del sol, si no es que la tierra o suelo cerca de la mar es algo floja, como arenosa, de que parece
se podría sospechar que las eras se beberían el agua; aunque esto parece se podría remediar con la mucha abundancia
de maderas que hay, haciendo las eras de madera, muy grandes, a manera de vasos de lagares de España. Pero, bien
mirado y considerado el suceso por una parte, hay perplejidad en la determinación, porque hay cosas que obligan a
temer; pero hay otras que también dan esperanza. La que obliga, entre otras cosas, a temer es que un procurador de
Guatemala se dio a querer hacer sal en esta costa, y dice se gastó largo en la experiencia y no salió con ella. No he
entendido qué fuese la causa. Y lo que da esperanza, [a]demás de otras cosas, es que en Tehuantepeque, que es en la
costa desta Mar del Sur, no muy lejos de aquí, se hace mucha sal y muy buena. Y parece que obliga mucho hacerse la
prueba [de] si se podría hacer sal en esta costa, por la gran falta que en esta costa y en todas estas provincias de
Guatemala hay, por proveerse de Sacapula y de [San Mateo] Ixtatán, que es sal que se hace de pozos de la tierra con
fuego. Y también se hace en esta costa sal de la mar, [pero] de una manera que parece que es más el gasto que el
provecho, y que toman tierra de cerca de la mar y échanla en unas canoas grandes a manera de artesas, las cuales
están agujereadas por bajo y encima, y dentro dellas ponen unas como esteras, y sobre éstas echan tierra de la que está
junto de la mar que parece estar más salada, y encima de la tierra van echando agua poco a poco. Y [el agua] va
destilando por entre la tierra y colando por las esteras y agujeros, y cae en unas ollas que están debajo. Y aquella agua la
c[ue]lan y hierven en otras ollas, y se viene a congelar y hacer sal, [pero] en poca cantidad, y muy ruin y menuda. Por
manera que, proveyéndose esta provincia de tan lejos, viene a valer una [f]anega de sal... 29 reales. Y por ser tan cara y
haber tanta falta, se dejan de hacer muchas más cecinas y salarse muchos más pescados.
31 ¶ De la forma y manera de las casas, y materiales dellas, está dicho arriba.
32 ¶ En esta provincia, ni en todas las demás destas partes, no parece haberse hecho caudal ni tenido respeto a hacer ni
fundar lugares fuertes, sino a la comodidad de los caminos y mantenimientos; y así, no hay ningún lugar fuerte. Sitios
fuertes hay muy, muchos en cerros altos, y en algunas isletas que hay en las lagunas; pero por maravilla se hallará sitios
fuertes, sino en lugares desacomodados de los caminos y mantenimientos para los que los habitasen.
33 ¶ Los tratos y contrataciones que en esta provincia hay es el que los españoles tienen del cacao, que lo llevan a
México y a Nueva España y allí lo venden, y traen de retorno otras cosas, como lienzos, ruanes, y navales y paños y
tafetanes labrados en México, y vestidos de la tierra para los indios, y mantas de algodón. Y, como vuelven a esta costa,
lo venden algunas veces por junto y, las más, por menudo, y lo truecan a cacao, y vuelven otra vez con ello. Y algunos,
mientras están en esta costa, se aprovechan también de traer cosas de Guatemala, como es cera y velas, pan cocido,
biscocho, ajos, cebollas y otras cosas. Los indios, sus granjerías es plantar y cultivar sus milpas de cacao, maíz y
algodón, frijoles, y las otras legumbres de que arriba se dijo. Y también se aprovechan de la caza y pesca de la mar y río,
aunque poco. Y algunos indios que han servido a españoles han tomado gusto del trato, y lo usan, aunque en poca
cantidad. Los tributos que pagan los indios es del cacao y maíz y algodón, y mantas del mismo algodón y gallinas de
Castilla. Y también, en algunas partes, tributan chile y otro género a manera de esteras a manera de petates. Todo esto,
en unos lugares de una manera y en otros de otra, según lo que cogen y [la] costumbre que tienen.
34 ¶ De la diócesis y orden de la jurisdicción, está dicho arriba.
35.36.37 ¶ En lo que toca a las feligresías y parroquias de cada pueblo, he dicho alguna cosa; pero, para más
declaración de lo desta costa y de lo que está en la pintura, hay las parroquias siguientes: en el pueblo de Atitlán está la
encomienda de administración de los sacramentos y doctrina en los religiosos de la orden de señor San Francisco. Tiene
anexos a los pueblos de San Bartolomé y San Francisco, y el Tolimán Bajo, llamado San Lucas, y el pueblo de San Pedro
y San Pablo. Tecpán Atitlán tiene la administración de la dicha orden, y tiene por anexos al Tolimán Alto, y a Santo Tomás
y a San Miguel, y el pueblo de Patulul.
En el pueblo de Zamayaque está otro monasterio, que se edifica ahora, también de frailes franciscos. Tiene por
anexos los pueblos de San Pablo, y San Gregorio, y San Bernardino. Del pueblo de San Antonio Suchitepeque es cura y
vicario el licenciado Cristóbal de Aro, por presentación y merced de su majestad. El pueblo de San Juan de Nahualapa
está por cura y vicario dél Juan de Fontín. El pueblo de San Francisco Zapotitlán es cura y vicario dél el padre Hernando
de Escobar. Tiene por anexos los pueblos de [Santiago] Zambo, y San Pedro y Mazatenango. El pueblo de San Luis es
cura y vicario dél el padre Ambrosio Cota Manuel. 30 Tiene anexos los pueblos de San Martín, San Felipe y Cuyotenango,
y Santa Catalina y San Sebastián y San Antón. No hay en toda esta costa, en lo que está en la pintura, otro monasterio
de frailes ni de monjas, ni hospital ni colegio. Ni estos que van declarados, ni las iglesias, las hicieron ni dotaron ningún
particular más de que su majestad de su Real Hacienda, y los encomenderos de sus tributos, y los indios de sus bienes
de comunidad las hicieron. El pueblo de Xicalapa, que es el más cercano a la mar, le administra el padre Antonio
Rodríguez, cura y vicario dél. Tiene dos o tres anexos que no son desta jurisdicción. El pueblo de Patzum es de
administración de frailes franciscos, pero no está allí la casa principal, y así no está allí más de un fraile, y aun pocas
veces.
38 ¶ La manera desta Mar del Sur, especialmente lo que toca en esta costa, es toda playa. Y aunque se tiene entendido,
por la muestra que de sí da, ser a las riberas de poca agua, no se sabe precisamente el cuánto ni cómo sea hondable,
por no haber pescadores ni personas que dello den noticia ni la hayan sondado. Y si algunos pescadores hay, son de los
pescados que entran en las rías, que los pescan de anzuelo y algunos otros de redes, y de todos hay pocos que lo
tengan por oficio.
39 ¶ No hay, en todo lo que toca y alcanza esta costa, arrecifes ni bajos que sean señalados, sino que se presume que
todo en general es bajío; en manera que ningún navío de alto bordo se atreve a llegar a la costa desta provincia.
40 ¶ De las mareas: está dicho la orden que tienen y cómo guardan la luna de la manera que en España, así en las
crecientes como en las menguantes, y las aguadas vivas y muertas.
41 ¶ No tienen, en toda la costa que toca en esta jurisdicción, cabo ni punta nombrado ni señalado, por ser, como es
dicho, todo playa.
42 ¶ Tampoco tiene puertos ni desembarcaderos, porque bahías ni ensenadas no las hay. Y las barras donde entran los
ríos aún se duda se pudiese entrar ni salir .a la mar ni aun barcos pequeños de remo, porque, al entrar en la mar, demás
de que se entiende ser todo en general bajío donde entran los ríos, con la fuerza dellos y con la que hace la mar, se
hacen unos pellates, médanos y promontorios de arena, que es causa de haber muy poco fondo. Y desto sucede la ola y
reventazón según está dicho.
43 ¶ Por las razones dichas, no hay que tratar de la grandeza y capacidad de para qué tantos navíos podrá haber puerto,
pues se cree no hay para ninguno.
44 ¶ Ni tampoco hay que decir de las brazas de hondo y limpieza de suelo, ni lo demás cerca deste capítulo, por las
razones y causas dichas de no haber quien lo sepa.
45 ¶ Y, por el mismo presupuesto, no hay de que tratar de las entradas ni salidas.
46 ¶ De la comodidad de leña de agua, si hubiese entrada y puertos para navíos, en todas partes habría abundancia. Los
demás regalos y refrescos se hallarían pocos, porque en toda la costa que linda con esta jurisdicción no hay pueblo
ninguno cerca de la mar, si no es Xicalapa, que está a una legua della. Mas infiérese que, si hubiese puertos, que habría
lugares.
47 ¶ De los nombres y de las islas pertenecientes a esta costa, se concluye con que no hay ninguna.
48 ¶ En cuanto a este capítulo: no se tiene noticia de que haya habido pueblo de españoles de por sí; y así, pues no los
hubo, no se pudieron despoblar.
Todo lo dicho, y lo que cerca dello se pudo entender y saber, se hizo por mandado del muy ilustre señor licenciado
García de Valverdi, presidente y gobernador de la ciudad de Guatemala y sus provincias, y conforme a la instrucción de
molde que por su señoría me fue enviada, en la cual es cierto que por mi parte se hicieron las diligencias a mí posibles.
Las personas a quien envié algunas de las instrucciones de molde tuvieron descuido de darlo por escrito, conforme a la
instrucción; pero todavía, con lo que con ellos y con otros comuniqué, dieron mucha lumbre para hacerse lo arriba dicho.
Lo cual, o las más cosas dellas, pasaron en presencia, de Fernando de Niebla, escribano de mi Juzgado.
Y yo, el dicho Fernando de Niebla, escribano del Juzgado del dicho señor alcalde mayor, doy fe que, según arriba se
contiene, me hallé en el pueblo de Xicalapa cuando se dieron los despachos e instrucciones al dicho señor, y cómo fue a
la mar, según aquí va dicho, y me hallé [presente] a la plática y traza y concierto de las más cosas aquí contenidas, para
cuya autoridad e validación, [con] su merced del señor alcalde mayor, lo firmo.
Y yo, asimismo, lo firmé y rubriqué con mis rúbricas acostumbradas. Juan de Estrada (rúbrica). Fernando de Niebla,
escribano (rúbrica)
*
El de esta Instrucción y Memoria es el texto que se imprimió en 1577. Ha sido reeditado ya en más de una oportunidad, pero descuidando los signos de
puntuación y la acentuación. Ver, por ejemplo, FPT, Papeles de Nueva España, Iv, 2ᵃ serie, Madrid: Est. Tipográfico “Sucesores de Rivadeneyra”, 1905, pp. 1-7.
El HMAI, 12: 233-237, publica una versión inglesa preparada por Clinton R. Edwards; pero un cotejo cuidadoso con el original demuestra que el traductor no
llegó a entender algunos capítulos.
1
Juan Rodríguez Cabrillo de Medrano fue uno de los primeros pobladores de Guatemala. Tuvo repartimiento de indios en el pueblo de Cobán, Verapaz, hasta
1567, en que otorgó escritura de renuncia a favor del rey (AGI, t. II; fol. 54; Est. 2; Caj. 2; Leg. 3). Fue nombrado alcalde ordinario de la ciudad de Santiago de
Guatemala en varias ocasiones, entre los años 1577-83 y, en 1592, nuevamente lo hallamos desempeñando ese cargo, en vísperas de su muerte. Se cuenta que,
sobornando a los guardianes, se llevó fraudulentamente a Guatemala una preciosa imagen de la Virgen que se conservaba en la Villa de Alcántara, España.
Estuvo casado con Isabel de Aldana. Falleció a principios de 1593, mientras se encontraba en el Perú. Ver Fuentes y Guzmán, Recordación florida, Madrid, 1969-
1972, Biblioteca de Autores Españoles, 230, 251, 259; Vázquez, Crónica de la provincia del Santísimo Nombre, Guatemala: Sociedad de Geografía e Historia.
1937, Biblioteca “Goathemala”, 14, pp. 296-304.
2
No hemos hallado noticias sobre este Gonzalo Ruiz Ronquillo.
3
Alonso de Chaves nació en Sevilla alrededor del año de 1495, ya que, cuando en 1586 se jubiló en el cargo de piloto mayor, contaba más de 90 años. Tomó
parte. muy activa en los trabajos de las Casas de Contratación y, con don Hernando Coló, se ocupó en la cartografía de Indias. Fue piloto, cosmógrafo, y
maestro de hacer cartas “e astrolabios y otras cosas para la navegación”, materias en las que fue instructor público de pilotos y gente de mar. Se recuerda de
él Sobre los: exámenes de pilotos, de maestros de la carrera de Indias [1561] (Enciclopedia Espasa-Calpe). El Reportorio, obra que cita el capitán Juan de
Estrada, debió ser ampliamente conocido por los navegantes del siglo xvI. En un manuscrito que se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid, “Derrotero
hecho por el... piloto Isidro de la Puebla... (1578) “, se enuncia uno de los capítulos: “Regimiento de la declinación del sol, lunaciones, mareas y alturas de
varios pueblos, conforme al Repertorio de Chabes” (fol. 94). Ver Julián Paz, Catálogo de manuscritos de América existentes en la Biblioteca Nacional, Madrid,
1933, p. 188.
4
La flota solía retornar a España entre los meses de marzo y abril.
5
Se refiere al anejo conocido por el título de “Papel del origen de los señores”.
6
Tzapotl, en lengua mexicana; tulul, en algunas lenguas de Guatemala. Por eso, la región también se conoce por el nombre de Pa Tulul.
7
Españolización de la palabra mexicana xochitl.
8
Chi ha o Chi ya, en las lenguas de Guatemala.
9
Tecpan es, con más propiedad, “casa o palacio real, o de algún señor de salva” (Molina, Vocabulario, Madrid, 1944, fol. 94r).
10
probablemente del mexicano tollin, “juncia o espadaña”, y el locativo an, “junto con”.
11
Ver nota 6.
12
Del mexicano naualli, “bruja”, y atl, “agua”: “agua bruja” o “río de los brujos”. Podría considerarse, también, la palabra nauatl, “cosa que suena bien, asa
como campana”.
13
Este topónimo se presta a las conjeturas. Podría ser un híbrido de tzam, en las lenguas de Guatemala “nariz” y “punta de alguna cosa”, y ya que, en
mexicano “cosa que tiene punta, o cosa que tiene narices”. O podría derivarse del nombre del conocido dios Izamna y del término, yaqui, con que se designaba
en Guatemala a los mexicanos. Tal vez una alusión al “Izatmna mexicano”, Yacatecuhtli.
14
Ver nota 12.
15
Del mexicano ayatl, “manta delgada de algodón, o de maguey”.
16
Del mexicano xiotl, “empeine o sarna”. Se ha incorporado al español de Guatemala, donde actualmente se dice “jiote” y, despectivamente, “jiotoso”. En las
lenguas de la familia maya, se dice zal, zal pich, hoxq y zohot, según la variedad de que se trate.
17
El término tiene todas las trazas de ser mexicano, pero Molina no lo registra en su vocabulario, Los mayas de Guatemala lo llamaban pek y, como se dice en
el capítulo 23 de esta misma relación, “es un fruto que quiere parecer al cacao”.
18
Del mexicano tepetl, “sierra”, y michin, “pescado”: “pescado serrano”.
19
El licenciado García de Valverdi llegó a Guatemala el 28 de noviembre de 1578. (Memorial de Sololá, México: FCE, 1950, p. 156), y desempeñó el cargo de
presidente de la Real Audiencia hasta 1589. La “siembra” de mojarras, en Atitlán debió efectuarse, por consiguiente, durante el año de 1579.
20
En blanco en el original.
21
Del mexicano xocotl, “fruta”.
22
Del mexicano achiyotetl, “almagre entero, o en pedazos, antes que lo muelan”. En la “Memoria y descripción breve” de Montero de Miranda (cap. 2◦), se
describe la planta, el fruto y el procedimiento que se emplea para beneficiarlo y obtener el producto.
23
Del mexicano ayotli, “calabaza”. Este, y los dos términos anteriores, se han incorporado al español de Guatemala.
24
El doctor Pedro de Villalobos, anteriormente oidor de México, llegó a Guatemala el 26 de enero de 1573, y presidió la Real Audiencia hasta abril de 1577.
Este cambio de funcionarios es posible que haya afectado en Guatemala la oportuna distribución del impreso que contenía la Instrucción y Memoria.
25
Término de ascendencia desconocida para mí, posiblemente peruano.
26
Del mexicano coyotl, “adive”, especie de lobo, Canis latrans. Cage. Ver Sahagún, Historia de las cosas, III, México: Porrúa, 1959, pp. 225-26.
27
Del mexicano tepetl, “sierra”, e itzcuintli, “perro”: “perro montés”. Ver Clavijero, Historia antigua de México, México: Porrúa, 1958, t. I, p. 92.
28
Tal vez nombre españolizado de alguna localidad costera de la Gascuña. No la he podido identificar.
29
En blanco en el original.
30
No hemos hallado referencia ni información biográfica relativa a ninguno de estos curas diocesanos.
LECTURAS DEL MAPA DE ZAPOTITLÁN
[Para comodidad de quienes consulten esta deficiente reproducción de la Pintura de Zapotitlán, se ha dividido el mapa en
diez secciones: A, 1-2-3, B, 1-2-3, C, 1-2-3, y ABC, 4. Esperamos facilitar, así, la localización de las leyendas.]
A1.
Volcán o sierra de Sacatepeque
Chiquirrichiapa
San Felipe. 60
AB1.
Volcanes de Quezaltenango
B1. NORTE
Santa María de Jesús
Quezaltenango
Totonicapán
Santa Catalina
Volcán de Atitlán
San Gregorio. 20
Zambo. 150
Samayac. 450
San Pablo. 350
Santo Tomás. 250
Cl.
San Pablo. 9
San Pedro. 30
Tecpán Atitlán. 1300
Atitlán. 1200
San Jorge. 100
Tolimán Bajo. 20
Tolimán Alto. 6
Volcanes de Atitlán
Barrancas de Patzum
Patzum
Patzicía
Izapa
Volcanes de Guatemala
Guatemala está detrás destos dos volcanes, en un llano bajo.
A2. OESTE
San Luis. 186
San Martín. 175
La Magdalena
Santa Catalina. 60
Cuyotenango. 150
San Antón. 40
Los Ranchos
Río Samalá
ABC2.
COSTA DE ZAPOTITLAN Y SUCHITEPÉQUEZ
B2.
San Francisco Zapotitlán. 400
San Antonio [Suchitepéquez]. 1100
San Juan Nahualapa. 550
San Bartolomé. 380
Rancho de San Bartolomé
San Andrés. 160
Mazatenango. 200
San Bernardino. 40
Río de Istacapa
Río de Nagualapa
Estancia de Ruiz
Tzençontepetl, que quiere dezir “lugar de quatrocientos cerros”.
BC2.
Çauana y, en algunas partes, arboleda
C2.
San Francisco. 240
Santa Barbula. 20
El Patulul
Todo çauana y poca arboleda
Çauana y arboledas
Çauana y algunos árboles, desde aquí hasta el mar
LESTE
Estancia de Figueroa
A3.
Tilapa
[Cruz] En todo este blanco, desde cruz a cruz y desde las sierras a la mar, todo lo más es arboleda espesísima, sin
haber sabana ni raso que aquí se pueda poner, ni estancia de ganados ni camino que sea comunicable, de bestias,
de los pueblos a la mar.
Río de Ocoz
Y ésta es la escala o medida de una legua
[Río Samalá], al entrar en la mar se llama Nagualá
B3.
Esta casa se ve de las sierras altas, [B2] y no se puede hallar. Quieren
decir [que] es encantada. Llámanla “La ca [B3] sa blanca”.
Ésta es una sabana de cinco leguas y media de largo, y media de ancho,
por lo más.
Sabana o pradera de yerba de más de seis leguas de largo, con pocas
manchas de árboles.
Río Tulat
Río Xicalat
Xicalapa. 43
Acalá Huitlatán
Estancia de García Lapa
Estancia de Juan Rodríguez Cabrillo
[Cruz]
Río Quiquizat
[B3-C3] Milpa de Juan Rodríguez de Medrano
C3.
Estancia de Maldonado
[C2] Río Xu[C3]guilat. Este río parte y divide el Corregimiento de
Izcuintepeque
Miahuatlán
En estas sabanas, según van escritas en éste, derecho de las sierras al
mar, hay otras muy mayores sabanas, rasos y praderas de yerba,
donde están las estancias de ganado que dicen de Paredes, que se
tiene por opinión vulgar que pasan de mil cabezas.
Amiztán
Rio de Coyolat
Tezcuaco
Estancia de Barahona
Chipilapa
[Topónimo ilegible]
Estancia de Paredes
Hase de entender que, donde se dice que es sabana, raso y pradera de yerba, no se ha de entender que es todo raso,
sino que hay algunos árboles en partes y, por donde van los ríos, todo lleno de arboleda.
Estancia de Juan Méndez de Sotomayor
ABC4. SUR
La orden que se pone en esta descripción: para que mejor se entienda, se ha de notar que el pueblo de Santo Antonio
Suchitepeque, adonde yo tomé el altura, está en catorce grados y un tercio de altura de[1] Polo, pocos minutos más
o menos, y que la Mar del Sur, y la costa que della toca y confina en esta provincia de Zapotitlán, se corre y costea
del rumbo les-sueste al de os-noroeste. Esto por la mayor parte, i[gual que] las sierras y volcanes que se significan,
que son desde los volcanes de Guatemala a las sierras de Sacatepeque, que están de la mar como a diez y ocho
leguas y guardan casi la mesma orden y rumbo que la mar, porque igualmente están y distan della. Hase de advertir
más, [y es] que, aunque en estas partes y provincias llaman volcanes a las sierras más altas, no lo son todos de
fuego o [a]zufre, sino solamente los de Guatemala y Atitlán y Quezaltenango, como van significados. La mar desta
costa está a una legua de Xicalapa, de color azul, como en trece grados de altura de[1] Polo y, de la [línea]
equinoccial, hacia la parte del norte. Allí [cerca de Xicalapa], cerca de la mar, adonde está una cruz, es el lugar
de[sde] donde se marcaron las sierras y cordilleras y mayores alturas que aquí van señaladas. Van escritos los
cuatro vientos principales: norte, sur leste [y] oeste, para que mejor se entienda a qué parte está cada lugar. Los ríos
van señalados de azul, y escritos los nombres dellos. Los caminos van señalados de colorado, de lugar a lugar.
Según van nombrados, desde Guatemala hasta Los Ranchos y Tilapa, que es de la jurisdicción de la provincia de
Soconusco, junto a cada pueblo está por número, en guarismo de letras coloradas, la vecindad de indios tributarios
que cada uno tiene. Las leguas que hay de lugar a lugar es en esta manera: que, desde Guatemala a Izapa, hay dos
leguas; y, de Izapa a Patzicía, otras dos; y, de Patzicía a Patzum, otras dos. En Patzum comienza la jurisdicción
desta provincia de Zapotitlán. De Patzum al Tolimán Alto hay cinco leguas y, de allí a Atitlán, tres; y, de allí al Rancho
de San Bartolomé, cuatro; y, del Rancho a San Bartolomé, dos; y, de allí a este pueblo de San Antonio Suchitepeque,
dos; y, desde San Antonio a Zamayaque, legua y media; y, de allí a San Francisco Zapotitlán, dos; y, de allí a San
Luis, tres, y a Santa Catalina, otras dos; y, de allí a Los Ranchos, cuatro, que es el postrero desta jurisdicción. Esto
es en el camino pasajero para la Nueva España. Para los demás pueblos y estancias, va aquí una escala o medida
de leguas, la cual no saldrá al justo, lo principal por falta de quien mejor lo supiese hacer, y también porque se tuvo
consideración a dar más leguas a los caminos malos, doblados y rodeosos, y darles menos compás que a los que
están en lo llano, [a los] que se les da el compás según la medida. La laguna, y lugar de Atitlán y Tecpán Atitlán y
otros lugares, están de la otra parte de la sierra, según van puestos. Toda esta Costa, desde la mar hasta las sierras,
es generalmente cálida; empero, más o menos según se apartan de la mar y se llegan a las sierras, los cuales, y los
pueblos que en ellas están, son más fríos, como generalmente es así en todas partes. Presupónese, así mesmo, que
toda esta costa de Zapotitlán y Suchitepéquez, como está significado, de las cumbres de las sierras hacia la mar, es
todo un borrón de árboles, excepto donde va escrito [y] que dice “sabana”, que se entiende que es raso y pradera de
zacate o yerba. Y, ansí mesmo, se ha de considerar que todas las riberas de los ríos van cu-biertas de árboles por
doquiera que [éstos] vayan, ora sea raso o no. Y, por quitar de duda a los que quisieren saber qué sea la causa de
haber en toda esta Costa tan pocos lugares y caminos, y los lugares que hay todos en un paralelo y en un derecho,
se entienda que es la causa que, desde las cumbres y sierras más altas (según van en pintura) hasta los pueblos, es
tan áspero y de tantas barrancas, que no hubo capacidad de territorio para fundar más pueblos de los que hay, ni
hubiera camino para comunicarse con otros pueblos por la excesiva aspereza y espesura de árboles, que es tanta
que no se puede significar. Y, así, fue necesario poblarse los pueblos según están, que, en efecto, fue en las partes
más cómodas para el temple y comunicación de unos lugares con otros. Y los caminos, según están señalados,
aunque malos todo lo posible, túvose lugar para hacer puentes en todos los ríos, y más arriba no hubiera lugar por la
mucha aspereza dicha, y más abajo fuera imposible hacerse camino porque se van juntando los ríos y arroyos, de
manera que se hacen tan grandes que ni se pudieran hacer puentes ni pasarse a vado; por manera que los pueblos
y lugares que se pusieran más hacia la mar de los que ahora hay fueran incomunicables por falta de caminos. Y,
demás desta dificultad, hay otra mayor, que es que, de[sde] los dichos pueblos que ahora hay para hacia la mar,
[todo] son ciénegas y pantanos y atolladeros, por donde viene a ser tierra incomunicable; aunque se tiene bien
entendido que, en el tiempo de la gentilidad de los indios, hubo pueblos pequeños más hacia la mar, los cuales
fueron reducidos a los que ahora hay para que mejor viviesen en policía y doctrina cristiana.

ANEJO
¶ El primer rey que hubo en los otatecas fue llamado Balam Quitze. Este rey vino [de] hacia la parte de oriente, y trajo
consigo a otros dos hermanos suyos: uno, llamado Balam Acap; otro, llamado Mahu3utah. Estos tres fueron iguales en
mando y los que primeros poblaron la tierra de Robonal. Balam Quitze, hermano mayor, tuvo dos hijos: el uno, llamado
Co Coha, y el otro, Co Rojon Amac. Estos dos hijos de Balam Quitze fueron los primeros que descubrieron la provincia de
Utatlán, y la exploraron y poblaron y sujetaron.
¶ Co Coha engendró a E. Éste reinó por su padre llamado Co Coha, y fue el que conquistó la tierra de Robonal y la
comarca.Co Rojon Amac, hijo segundo deBalam Quitze [y] hermano de Co Coha, engendró a Tziquin. Este Tz[i]quin y
Efueron iguales en mando. Y peleaban de noche, y se iban de noche a matar la gente enemiga que hallaban
despobladas y descuidadas por se hacer temer, haciéndose a la apariencia de los hombres, por visión del demonio, tigres
y leones. Y volaban de noche por los aires echando fue[go] por la boca. Y desto hacían gran daño, por lo cual les tomaron
mucho miedo y se les sujetó toda la tierra de Robonal. Y les hicieron entender que eran hijos de Tzacol Pitol, que es
como decir que eran hijos del hacedor de todas las cosas.
¶ E, el rey natural por vía de hermano mayor, engendró a Ah. Este también fue hechicero, y hacía lo que sus
antepasados. Tz[i]quin engendró a Can. Y fueron iguales en mando entrambos a dos primos hermanos, y fueron grandes
hechiceros.
¶ Ah, señor natural, engendró a Co Caib y a Co Caiuim. Co Caib fue el que heredó el reinado por su padre, y el
primero que hizo república. Este Co Caib sujetó a sí once señoríos de sus antecesores y fue el primero que formó pueblo;
formó Ehizo casa real y fuerte en Robonal. Éste fue el primero que dio asientos y hizo capit[...]. Y hizo gobernadores y
capitanes, y los repartió en cabezas de calpules. Fue el primero que puso leyes y fueros, y el que hizo que pagasen
tributo cada uno de lo que tenía y cogía. Y el que no tenía de qué pagar tributo, servía con su persona en las cosas que
convenían.
¶ Este Co Caib hizo a su hermano Co Caibim general de su tierra, que se llama ah pop, y le hizo igual a sí, aunque
no en el señorío y mayorazgo. Éste instituyó y nombró nueve capitanes o gobernadores que en el pueblo gobernaban y
asistían delante dél. Y ninguno, para gobernar, había de ser mozo, [sino] hasta que tenía edad y era habido y tenido por
hábil. Y, si no gobernaba él, [lo hacía] uno de los más cercanos a su casa y parentela, hasta que tenía edad.
¶ Este Co Caibim, hermano segundo, por ausencia de su hermano, que anduvo ausente de su casa, tuvo un hijo en
su cuñada. Y volviendo su hermano Co Caib, y viendo las penas que había puesto por su ley antes, de miedo se ahorcó,
y el hijo que hubo en su cuñada lo escondió una abuela suya. Y siendo de edad, el tío y padrastro le dio el cargo de su
padre, que era ser uno de los ah popes. De manera que en este Co Caib quedó el reino, sin que otra persona gobernase
ni fuese rey. Este Co Caib engendró a Queh Nay [y] a otros cinco hijos, los cuales por este rey fueron proveídos por
gobernadores. Y de allí, hasta que vinieron los españoles, tuvieron este nombre de Queh Nay los reyes, porque es entre
los naturales como césares.
¶ Y, del segundo hermano que se llamaba Co Caibim, descendieron todos los que llaman ah popes, hasta venir a uno
sucesor que se llamó Co Nache, abuelo de don Juan Cortés que al presente vive. Este Co Nache murió en la batalla que
el adelantado don Pedro de Alvarado dio en los llanos del pueblo de Quezaltenango, que es de la Real Corona.

RELACIÓN DE SANTIAGO ATITLÁN
por mano de
Francisco de Villacastín
(1585)
Los manuscritos

Las RG de Santiago Atitlán y de sus estancias, San Bartolomé, San Andrés y San Francisco, constituyen el artículo 10 de
la Colección JGI, en el volumen XX ya descrito en la introducción a la RG de Zapotitlán, que se conserva en la biblioteca
de la UTX (Ms. JGI XX-10). Consta de 47 fojas (94 páginas), 44 de las cuales están ininterrumpidamente numeradas. La
primera foja recta, no numerada, enuncia y describe el contenido del documento, y está encabezada por varias
anotaciones tardías: “N◦ 47”, “Céspedes” y “Guatemala”, debieron interpolarse cuando el cosmógrafo real, Andrés García
de Céspedes (1596-1611), reorganizó el archivo del Consejo de Indias en Madrid;, el “(N◦ 10)” es del puño y letra de JGI,
y corresponde al número de orden que tiene el manuscrito en el volumen XX de su Colección.
Las fojas restantes se distribuyen de la manera siguiente: 1-2r, Instrucción y Memoria impresa en 1584; 2v, en
blanco; 3-13r, RG de Santiago Atitlán; 13v, en blanco; sigue el mapa, plegado, sobre cuyo dorso se lee: “La pintura del
pueblo de Atitlán, y de los bolcanes y laguna, y algunas estancias que están alrededor della”; 14-15r, Instrucción y
Memoria impresa en 1584; 15v, en blanco; 16-24v, RG de San Bartolomé; foja en blanco; 25-26r, Instrucción y Memoria
impresa en 1577; 26v, en blanco; 27-34r, RG de San Andrés; 34v, en blanco;,. 85.36r, Instrucción y Memoria impresa en
1584; 36v, en blanco; 37-44v, RG de San Francisco. El tipo de caligrafía es uniforme, y es lícito suponer que el
documento entero fue redactado por Francisco de Villa castín, escribano.

La pintura

Como se ha indicado, la pintura está colocada entre los ff. 13v y 14r, inmediatamente después de la RG de la
cabecera y antes de la de San Bartolomé. Es un mapa a colores y sobre papel europeo, que mide 61.5 X 81 cm. La
fotografía que publicamos se obtuvo por cortesía de la Universidad de Texas. Es deficiente, y por eso resulta casi
imposible distinguir las leyendas. Sin autoridad para opinar sobre la materia, nos parece que el autor fue indígena,
aunque la pintura no sea circular (ver Robertson, HMAI, 12: 256-57, n. 1). Se desconoce la identidad del autor.
Los datos que proporciona son más limitados que los que se pueden hallar en la pintura de Zapotitlán. Es interesante
para estudiar la primitiva disposición del pueblo de Santiago: la comunidad, la casa real, el mesón, el monasterio, las
casas del cabildo, los aposentos para españoles, y hasta las casas de los principales indígenas, don Gaspar don Juan.
Es difícil imaginar que a un español se le hubiera ocurrido registrar semejantes detalles. Las barquillas que aparecen
flotando en lago nos recuerdan las que hay en los frescos del Templo de los Guerreros, en Chichén Itzá, Yucatán,
representando escenas marinas. La perspectiva y las proporciones son, también, muy curiosas. Solamente un experto
podría decir si el encontrado diseño de las líneas onduladas que cubren el lago pretenden describir las corrientes. La
pintura parece hecha desde la cima del “volcán de poniente”, ahora llamado San Pedro, cuya cumbre roza la línea inferior
del cuadro.
Es posible que ésta no fuera la única pintura y que haya existido otra, u otras, correspondientes a las estancias de
San Bartolomé, San Andrés y San Francisco. En cualquier caso, el mapa de Santiago Atitlán no registra la situación de
estas localidades.

Características del texto

Como ya se observó en el prólogo al presente volumen, la RG Santiago Atitlán es “compuesta”, esto es, que,
después de enumerar los sujetos del corregimiento, procede a describirlos por separado. En este caso, lo que no es
frecuente, cada relación está precedida por una copia impresa de la Instrucción y Memoria, cubriendo cada cual todo el
cuestionario.
Vale la pena notar que la Instrucción y Memoria, cuyas copias preceden a las relaciones de la cabecera y de San
Bartolomé, es la que se imprimió en 1584, mientras las que aparecen al principio de las relaciones de San Andrés y de
San Francisco, son copias de la Instrución impresa en 1577. Ya se indicó en el prólogo que la causa de esta anomalía
pudo ser que San Andrés y San Francisco recibieron volantes impresos en 1579, procedentes de San Antonio
Suchitepéquez, distribuidos por orden del capitán Juan de Estrada, alcalde mayor Zapotitlán. Siendo estancias sujetas al
corregimiento de Atitlán, posiblemente los recipiendarios no se creyeron obligados a responder, hasta que el dicho
requerimiento llegara por el canal oficial apropiado.
La RG de San Bartolomé reviste particular interés, ya que describe un pueblo actualmente extinguido. Llamado
todavía en 1585 San Bartolomé Aguacatépec, más tarde se le conoció por el nombre de San Bartolomé de la Costilla y, al
ser erigido en convento y cabeza de doctrina en 1590 (Vásquez, I, 1937: 249-50, 263), se empezó a llamar San
Bartolomé Suchitepéquez. Un incendio provocado por un rayo destruyó convento e iglesia el 26 de agosto de 1645, a
consecuencia de lo cual la cabecera se trasladó a Santo Tomás [la Unión], también asolado en 1681 por otro incendio
(Vázquez, IV, 1944: 273-74). A principios del siglo XVIII, decía melancólicamente Vázquez (I, 1937: 233): “Era [San
Bartolomé] muy numeroso entonces, y en donde estaba todo el comercio de la provincia de Xuchitepéquez, y lo
manifiestan sus ruinas.” La población estaba constituida por “indios e indias ciegos, plaga que ha cundido como contagio
en algunos pueblos de la Costa”, los cuales vivían “de limosnas que piden en sartas de diez, doce o más” (Vázquez, IV,
1944: 350). En 1770, Cortés y Larraz (1958) ya no hace mención de él. McBryde (I, 1969: mapa 11) lo localiza
ligeramente al sureste de San Antonio Suchitepéquez.
La RG de Santiago Atitlán se preparó formalmente entre los días 8 y 9 de febrero de 1585; la de San Bartolomé, el
23 del mismo mes; la de San Andrés, el día 26, y la de San Francisco (en que se da noticia del pueblo de Santa Bárbara),
el 27 de febrero de 1585. Según atestigua el escribano Francisco de Villacastín (quien, por cierto, antes lo había sido en
México al servicio del corregidor de Coatepec-Chalco, Cristóbal de Salazar), se hallaron presentes a todas las encuestas
Alonso Páez Betancor, corregidor de Santiago Atitlán, y fray Pedro de Arboleda, guardián del convento en aquella
localidad.

El autor de la RG de Santiago Atitlán

Sin embargo, una cosa es que Alonso Páez Betancor y fray Pedro de Arboleda hayan estado presentes, y otra muy
diferente el que cualquiera de ellos haya sido el autor. Para sortear este escollo, Cline (HMAI, 12: 328) se limita a
llamarlos “compiladores”; pero Francis Gall (ASGHG, 37, 1964: 87) los da francamente por “autores”.
La cuestión no resulta fácil de deslindar. Cada una de las relaciones del corregimiento de Atitlán fue preparada in situ
y, probablemente, con la contribución de todos los participantes. Sin embargo, puesto que el acto revistió todo el aparato
legal de una información, donde a Alonso Páez Betancor y a fray Pedro de Arboleda y a don Francisco Vázquez,
gobernador del pueblo, correspondió el papel de testigos, y
el de intérpretes a Gonzalo Méndez, Gonzalo Ortiz, Diego Ramírez y Juan Elías, la responsabilidad mayor en la
preparación de este texto parece recaer sobre los declarantes, don Fernando de Soto y Pedro de Alvarado, indios
principales, y sobre el escribano Francisco de Villacastín. Los primeros, porque presuntamente proporcionaron la mayor
parte de la información; el segundo, porque es quien fijó por escrito las palabras de aquéllos.
La situación no es la misma cuando se trata de las relaciones restantes. Aunque los testigos y el escribano
permanecen los mismos, los informantes cambian. En San Bartolomé son don Gaspar Manrique, Domingo Elías, Baltasar
López, Domingo Ramos y Marcos Sánchez; en San Andrés, Tomás Pérez, Melchor y Andrés Martín, y Melchor Pérez; en
San Francisco, Diego Rodríguez, Andrés de Aguilar, Antón Mansilla y Diego Méndez, habiendo sido el intérprete, en
todos los casos, don Gaspar Manrique.
Resumiendo: la información contenida en las RG de Atitlán procede, aparentemente, de fuentes orales distintas;
pero, la fijación del texto hay que atribuirla a Villacastín. No importa cuáles hayan sido los matices que la información
obtenida revistió en cada localidad, el texto de las RG de Atitlán tiene un sello uniforme; tan claro, que hay capítulos
cuyas frases parecen inspiradas en el mismo modelo.

Las publicaciones

Nuevamente, aun a riesgo de que parezcan que la tenemos tomada contra el HMAI, hay que decir que los datos que
proporciona no son coherentes. Las tablas 1 y 8 de Cline (HMAI, 12: 185, 201) registran el texto y mapa de la RG de
Atitlán como “no publicados”; el Catálogo de Robertson (ibid., p. 266) registra el mapa como “no publicado pero, en
cambio, el Censo de Cline (ibid., p. 328) da por “publicados tanto el texto como el mapa de la RG de Atitlán. Hay que
atenerse al último dato.

Bibliografía
Cline, Howard F.

1872 “The Relaciones Geográficas of the Spanish Indies, 1577-1684”, HMAI, 12 (UTX Press): 183-242.
1972a “A Census of the Relaciones Geográficas of New Spain, 1579-1612”, HMAI, 12 (UTX Press): 324-369.
Cortés y Larraz, Pedro

1958 Descripción geográficomoral de la diócesis de Goathemala, 2 vols., Guatemala: Sociedad de Geografía e Historia.
Biblioteca “Goathemala”, 20.
[Gall, Francis]

1964 “Relación de Santiago Atitlán, año de 1585, por Alonso Páez Betancor y fray Pedro de Arboleda”, en ASHGH, 37
(en-dic): 87-106. Publica una transcripción de la Instrucción y Memoria impresa en 1584.
1965 “Descripción de San Bartolomé del Partido de Atitlán, año de 1585”, en ASHGH, 38 (en-dic): 262-276. Publica, en
blanco y negro, una reproducción de la pintura de Atitlán, p. 263.
1969 “Estancias de San Andrés y de San Francisco, sujetas al pueblo de Atitlán, año de 1580 [sic]”, en ASHGH, 42 (en-
dic): 51-72.

Robertson, Donald

1972 “The pinturas (maps) of the Relaciones Geográficas, with a Catalog”, HMA1, 12 (UTX Press): 243-278.
Vázquez, fray Francisco

1937-44 Crónica de la provincia del Santísimo Nombre de Jesús de Guatemala, Guatemala: SGHG. Biblioteca
“Goathemala”, 14-16.

No. 47
(No 10) Céspedes / Guatemala
Año 1585
Relación hecha en el pueblo y cabecera de Atitlán, de la Real
Corona y encomienda de Sancho Barahona, vecino de Guatemala,
conforme a la instrucción de su majestad escrita de molde, ansí
de la dicha cabecera como de las estancias de San Bartolomé,
San Andrés (y) San Francisco, sujetas al dicho pueblo de Atitlán.
Va p a r a a n t e e l i l u s t r í s i m o s e ñ o r l i c e n c i a d o G a r c í a d e Va l v e r d i ,
del Consejo de su majestad y su presidente en la Real Audiencia,
que reside en la ciudad de Santiago de Quauhtemala, y
gobernador y capitán general en su distrito, etc.
Halláronse presentes a hacer esta relación los señores Alonso Páez Betancor, corregidor por su
majestad deste pueblo de Atitlán y su partido, y el padre fray Pedro de Arboleda, guardián del
convento deste pueblo. Por mano de Francisco de Villacastín, escribano nombrado desde Juzgado.

XLIIII fojas

INSTRUCCIÓN

Y MEMORIA DE LAS RELACIONES QUE

se han de hacer para la descripción de las Indias


que su majestad manda hacer, para el buen
gobierno y ennoblecimiento dellas *
PRIMERAMENTE, los gobernadores, corregidores o alcaldes mayores, a quien los virreyes, o audiencias y otras
personas del gobierno, enviaren estas instrucciones, las distribuirán por los pueblos de españoles y de indios de su
jurisdicción, enviándolas a los concejos o a los curas, si los hubiere, y, si no, a los religiosos a cuyo cargo fuere la
doctrina, mandándoles de parte de su majestad que, dentro de un breve término, las respondan como en ellas se declara,
y les envíen las relaciones que hicieren, juntamente con estas memorias, para que ellos, como fueren recibiendo las
relaciones, vayan enviándolas a las personas de gobierno, y las instrucciones y memorias las vuelvan a distribuir, si
fueren menester, por los otros pueblos adonde no las hubieren enviado.
Las personas a quienes se diere cargo en los pueblos de hacer la relación, responderán a los capítulos de la
memoria que se sigue, por la orden y forma siguiente:
Primeramente, en un papel aparte, pondrán por cabeza de la relación que hicieren el día, mes y año de la fecha de
ella, con el nombre de la persona o personas que se hallaren a hacerla, y del gobernador u otra persona que les hubiere
enviado la dicha instrucción.
y, leyendo atentamente cada capítulo de la memoria, escribirán lo que hubiere que decir a él en otro capítulo por sí,
respondiendo a cada uno por sus números, como van en la memoria, uno tras otro. Y, en los que no hubiere que decir,
dejarlos han sin hacer mención de ellos, y pasarán a los siguientes, hasta acabarlos de leer todos, y responder lo que
tuvieren que decir, como queda dicho, breve y claramente, en todo afirmando por cierto lo que lo fuere y, lo que no,
poniéndolo por dudoso; de manera que las relaciones vengan ciertas, conforme a lo contenido en los capítulos siguientes.

M e m o r i a d e l a s c o s a s q u e s e h a d e r e s p o n d e r, y d e q u e s e h a n d e
hacer las relaciones
1. Primeramente, en los pueblos de los españoles, se diga el nombre de la comarca o provincia en que están, y qué
quiere decir el dicho nombre en lengua de los indios y porqué se llama así.
2. Quién fue el descubridor y conquistador de la dicha provincia, y por cuya orden y mandado se descubrió, y el año de su
descubrimiento y conquista, lo que de todo buenamente se pudiere saber.
3. Y, generalmente, el temperamento y calidad de la dicha provincia o comarca, si es muy fría o caliente, o húmeda o
seca, de muchas aguas o pocas, y cuándo son, más o menos y los vientos que corren en ella qué tan violentos y de
qué parte son, y en qué tiempos del año.
4. Si es tierra llana o áspera, rasa o montuosa, de muchos o pocos ríos o fuentes, y abundosa o falta de aguas, fértil o
falta de pastos, abundosa o estéril de frutos y de mantenimientos.
5. De muchos o pocos indios, y si ha tenido más o menos en otro tiempo que ahora, y las causas que dello se supieren; y
si los que hay, están o no están poblados en pueblos formados y permanentes; y el talle y suerte de sus
entendimientos, inclinaciones y manera de vivir; y si hay diferentes lenguas en toda la provincia, o tienen alguna
generalmente en que hablen todos.
6. El altura o elevación del polo en que están los dichos pueblos de españoles, si estuviere tomada y se supiere, o
hubiere quien la sepa tomar, o en qué días del año el sol no echa sombra ninguna al punto de medio día.
7. Las leguas que cada ciudad o pueblo de españoles estuviere de la ciudad donde residiere la audiencia en cuyo distrito
cayere, o del pueblo donde residiere el gobernador a quien estuviere sujeta; y a qué parte de las dichas ciudades o
pueblos. estuviere.
8. Asimismo, las leguas que distare cada ciudad o pueblo de espales de las otras con quien partiere términos, declarando
a qué parte cae dellos, y si las leguas son grandes o pequeñas y por tierra llana o doblada, y si por caminos derechos
o torcidos, buenos o malos de caminar.
9. El nombre y sobrenombre que tiene o hubiere tenido cada ciudad o pueblo, y porqué: se hubiere llamado así (si se
supiere) y quién le puso el nombre y fue el fundador della, y por cuya orden y mandado la pobló, y el año de su
fundición, y con cuántos vecinos se comenzó a poblar y los que al presente tiene.
10. El sitio y asiento donde los dichos pueblos estuvieren, si es en alto, o bajo o llano, con la traza dellos.
11. En los pueblos de los indios, solamente se diga lo que distares del pueblo en cuyo corregimiento o jurisdicción
estuvieren, y del que fuere su cabecera de doctrina.
12. Y asimismo, lo que distan de los otros pueblos de indios o de españoles que en torno de sí tuvieren, declarando, en
los unos y en los otros, a qué parte dellos caen, y si las leguas son grandes o pequeñas y, los caminos, por tierra llana
o doblada, derechos o torcidos.
13. Item lo que quiere decir en lengua de indios el nombre del dicho pueblo de indios y porqué se llama así, si hubiere
qué saber en ello, y cómo se llama la lengua que los indios del dicho pueblo hablan.
14. Cuyos eran en tiempo de su gentilidad, y el señorío que sobre ellos tenían sus señores y lo que tributaban, y las
adoraciones, ritos y costumbres, buenas o malas, que tenían.
15. Cómo se gobernaban y con quién traían guerra, y cómo peleaban, y el hábito y traje que traían y el que ahora traen, y
los mantenimientos de que usaban y ahora usan, y si han vivido más o menos sanos antiguamente que ahora, y la
causa que dello se entendiere.
16. En todos los pueblos, de españoles y de indios, se diga el asiento donde están poblados si es sierra o valle, o tierra
descubierta y llana, y el nombre de la sierra, o valle y comarca do estuvieren.
17. Y si es tierra o puesto sano o enfermo, y, si enfermo, por qué causa (si se entendiere) y las enfermedades que
comúnmente suceden, y los remedios que se suelen hacer para ellas.
18. Qué tan lejos o cerca está de alguna sierra o cordillera señalada que esté cerca dél, y a qué parte le cae y cómo se
llama.
19. El río o ríos principales que pasaren por cerca, y qué tanto apartados dél y a qué parte, y qué tan caudalosos son; y si
hubiere qué saber, alguna cosa notable de sus nacimientos, aguas, huertas y aprovechamiento de sus riberas, y si
hay en ellas, o podría haber, algunos regadíos que fuesen de importancia.
20. Los lagos, lagunas o fuentes señaladas que hubiere en los términos de los pueblos, con las cosas notables que
hubiere en ellos.
21. Los volcanes, cuevas, y todas las otras cosas notables y admirables que hubiere.
22. Los árboles silvestres que hubiere en la dicha comarca comúnmente, y los frutos y provechos que dellos y de sus
maderas se saca, y para lo que son o serían buenas.
23. Los árboles de cultura y frutales que hay en la dicha tierra, y los que de España y otras partes se han llevado, y se
dan o no se dan bien en ella.
24. Los granos y semillas, y otras hortalizas y verduras, que sirven o han servido de sustento a los naturales.
25. Las que de España se han llevado, y, si se da en la tierra el trigo, cebada, vino y aceite, en qué cantidad se coge, y si
hay seda o grana en la tierra y en qué cantidad.
26. Las yerbas o plantas aromáticas con que se curan los indios, y las virtudes medicinales o venenosas de ellas.
27. Los animales y aves, bravos y domésticos, de la tierra, y los que de España se han llevado, y cómo se crían y
multiplican en ella.
28. Las minas de oro y plata, y otros mineros de metales o atramentos y colores, que hubiere en la comarca y términos
del dicho pueblo.
29. Las canteras de piedras preciosas, jaspes, mármoles, y otras cosas señaladas y de estima que asimismo hubiere.
30. Si hay salinas en el dicho pueblo o cerca dél, o de dónde se proveen de sal y de todas las otras cosas de que tuvieren
falta para el mantenimiento o el vestido.
31. La forma y edificio de las casas, y los materiales que hay para edificarlas en los dichos pueblos, o en otras partes de
donde los trujeren.
32. Las fortalezas de los dichos pueblos, y los puestos y lugares fuertes e inexpugnables que hay en sus términos y
comarca.
33. Los tratos y contrataciones y granjerías de que viven y se sustentan, así los españoles como los indios naturales, y de
qué cosas y en qué pagan sus tributos.
34. La diócesi, de arzobispado u obispado o abadía, en que cada pueblo estuviere, y el partido en que cayera, y cuántas
leguas hay y a qué parte del pueblo; dónde reside la catedral y la cabecera del partido, y si las leguas son grandes o
pequeñas, por caminos derechos o torcidos, y por tierra llana o doblada.
35. La iglesia catedral, y la parroquial o parroquiales que hubiere en cada pueblo, con el número de los beneficios y
prebendas que en ellas hubiere, y, si hubiere en ellas alguna capilla o dotación señalada, cuya es y quién la fundó.
36. Los monasterios de frailes o monjas de cada orden que en cada pueblo hubiere, y por quién y cuándo se fundaron, y
el número de religiosos y cosas señaladas que en ellos hubiere.
37. Asimismo, los hospitales y colegios y obras pías que hubiere en los dichos pueblos, y por quién y cuándo fueron
instituidos.
38. Y, si los pueblos fueren marítimos, demás de lo susodicho, se diga en la relación que dello se hiciere la suerte de la
mar que alcanza, si es mar blanda o tormentosa, y de qué tormentas y peligros, y en qué tiempos comúnmente
suceden, más o menos.
39. Si la costa es playa o costa brava, los arrecifes señalados y peligros para la navegación que hay en ella.
40. Las mareas y crecimientos de la mar, qué tan grandes son, y a qué tiempos mayores o menores, y en qué días y
horas del día.
41.Los cabos, puntas, ensenadas y bahías señaladas que en la dicha comarca hubiere, con los nombres y grandeza
dellos, cuanto buenamente se pudiere declarar.
42. Los puertos y desembarcaderos que hubiere en la dicha costa, y la figura y traza de ellos, en pintura como quiera que
sea en un papel, por donde se pueda ver la forma y talle que tienen.
43. La grandeza y capacidad de ellos, con los pasos y leguas que tendrán de ancho y largo, poco más o menos (como se
pudiere saber), y para qué tantos navíos serán capaces.
44, Las brazas del fondo dellos, la limpieza del suelo, y los bajos y topaderos que hay en ellos y a qué parte están; si son
limpios de broma y de otros inconvenientes.
45. Las entradas y salidas dellos a qué parte miran, y los vientos con que se ha de entrar y salir dellos.
46. Las comodidades y descomodidades que tienen de leña, agua y refrescos, y otras cosas buenas y malas para entrar
y estar en ellos.
47. Los nombres de las islas pertenecientes a la costa y porqué se llaman así; la forma y figura dellas, en pintura si
pudiere ser, y el largo y ancho y lo que bojan; el suelo, pastos, árboles y aprovechamientos que tuvieren; las aves y
animales que hay en ellas, y los ríos y fuentes señaladas.
48. Y generalemente, los sitios de pueblos de españoles despoblados, y cuándo se poblaron y despoblaron, y lo que se
supiere de las causas de haberse despoblado.
49. [Descríbanse] todas las demás cosas notables, en naturaleza y efectos, del suelo, aire y cielo, que en cualquier parte
hubiere y fueren dignas de ser sabidas.
50. Y, hecha la dicha relación, la firmarán de sus nombres las personas que se hubieren hallado a hacerla, y sin dilación
la enviarán, con esta instrucción, a la persona que se la hubiere enviado.

LA CABECERA DEL PUEBLO DE SANTIAGO ATITLÁN


En el pueblo y cabecera de Santiago Atitlán, de la Real Corona y encomienda de Sancho Barahona, vecino de la ciudad
de Santiago de Guatemala, [a] ocho días del mes de febrero de mil quinientos Ochenta y cinco años, por mandado del
ilustrísimo señor licenciado García de Valverdi,1 del Consejo de su majestad y presidente de la Real Audiencia que reside
en la ciudad de Santiago de Guatemala, y gobernador y capitán general en su distrito, los ilustres señores Alonso Páez
Betancor, corregidor por su majestad en este dicho pueblo y su partido, y fray Pedro de Arboleda, 2 guardián del convento
y monasterio de señor San Francisco deste dicho pueblo, en presencia de mí, Francisco de Villacastín,3 escribano
nombrado de su Audiencia y Juzgado del dicho señor corregidor; en cumplimiento de lo contenido en la instrucción
escrita de molde que les fue enviado por el dicho señor presidente para hacer la descripción deste dicho pueblo y los
demás sujetos dél conforme a lo mandado por su majestad en la dicha instrucción, poniéndolo en efecto, mandaron
parecer ante sí a don Francisco Vázquez, gobernador deste dicho pueblo, y [a] don Fernando de Soto 4 [y] Pedro de
Alvarado, principales del, y [a] Gonzalo Méndez, Gonzalo Ortiz, Diego Ramirez [y] Juan Elías, indios tequitlatos 5 y
principales del dicho pueblo, y viejos que, al parecer según por su aspecto dellos, parecían ser de edad de más de
ochenta años. Y, siendo preguntados por el tenor de las preguntas contenidas en la dicha instrucción mediante lengua del
dicho fray Pedro de Arboleda, guardián susodicho, respondieron lo siguiente:
1 ¶ Primeramente, en cuanto al primero capítulo de la dicha instrucción: respondiendo a él, siendo preguntados los
susodichos todos juntos y cada uno de ellos, dijeron que antiguamente, en el tiempo de su infidelidad, los viejos ancianos
y señores deste pueblo siempre entendieron que el nombre y apellido de la ciudad de Santiago, que ahora está poblada
de españoles, en su lengua materna de los naturales desta tierra se llama Cakchequil, que, en la lengua mexicana, quiere
decir Cuauhtemala. Y preguntados por qué causa y razón se llama ansí, dijeron que, en el tiempo de su infidelidad, los
caciques y señores que gobernaron las cuatro cabeceras deste reino y en él había, que eran Tecpan Quauhtemala,
Uhtlatlan, Tecuizitian y Atitlan, cuando se ofrecía que alguno destos señores tenían guerra con algunas provincias, se
juntaban cada uno de los señores en su tierra, y nombraban dos capitanes que gobernasen el ejército y llevasen a su
cargo la gente de guerra; que el uno de los capitanes se llamaba quauhtli, que en lengua castellana se dice “águila”, y
este capitán se armaba y vestía sobre las armas o escaopil 6 la insignia del águila, y el segundo capitán se llamaba
Ocelotl, que quiere decir “tigre” en lengua castellana, y éste llevaba encima del escaopil, que era un cosete sin mangas a
manera de jubón sin faldillas hecho de manta, y algodón dentro bien tupido, y encima la divisa del tigre. Y por esta causa
se llamó, desde entonces, la cabecera desta tierra Cuauhtemala (porque, como está dicho, una de las cabeceras deste
reino se llama Quauhtemala, o Tecpan Quauhtemala) ; por donde generalmente, por esta insignia del águila, se llama
esta tierra la provincia de Cuauhtemala, y esto declara en la lengua de los naturales. Y, ahora, este pueblo está sujeto a
la ciudad de Santiago de Cuauhtemala, cabeza deste reino y poblada la ciudad de vecinos españoles, y reside en ella la
Audiencia y Cancillería Real de su majestad, y los señores presidente y oidores della.
2 ¶ Al segundo capítulo de la dicha instrucción: respondiendo a él, dijeron los susodichos indios de suso nombrados, que
son los viejos referidos en la cabeza de esta instrucción, que el primer descubridor y conquistador desta provincia de
Guauhtemala fue el adelantado don Pedro de Alvarado que, con soldados españoles que trujo en su compañía, la vino a
descubrir y conquistar por orden de don Fernando Cortés, Marqués del Valle, que a la sazón gobernaba la ciudad de
México, acabada la conquista della. A lo que se acuerdan estos naturales, dicen que puede haber [sido hace] sesenta y
cuatro años, poco más o menos. 7
3 ¶ Al tercero capítulo de la dicha instrucción, respondiendo
a él: este pueblo de Atitlán, el temple dél y su calidad, es el mejor que hay en esta comarca, porque en él no hace tanto
frío, que dé pena, ni calor, que sea molesto. Y esto todo el año. Participa de un poco de humedad por la laguna que tiene
el sitio y asiento deste pueblo cabe sí, la cual cerca el propio pueblo por la parte del poniente, tomando de norte a sur.
Las aguas que llueven son pocas, pero, cuando vienen y es el tiempo dellas. vienen con mucha violencia, que lo ordinario
son por los meses de abril (principio dél) hasta entrante el mes de octubre. Algunos años son más y, otros, menos. Y los
aguaceros que caen suelen ser de mediodía para arriba. Los vientos ordinarios que en él corren y reinan son norte, sur.
Algunas veces suele correr el norte con mucha violencia y suele durar cuatro y seis y ocho, y quince días a lo mis largo.
La furia dél es de medianoche abajo, hasta las ocho de la mañana. Y cesado este norte, empieza a correr el sur, que dura
todo lo restante del día y, muy templado, tira un poco más a frialdad que a calor.
4 ¶ Al cuarto capítulo: el sitio donde este pueblo está asentado es a la falda de un cerro grande a la parte del levante, en
tierra arenisca y pedregosa, la piedra tosca, la cual es causa de tener el sitio en sí alguna humedad. Y está sitiado en
lugar áspero, raso y sin monte. No hay en él fuentes de agua manantiales si no es la dicha laguna, y del agua della beben
los naturales por no tener otras aguas. Es tierra estéril y falta de pastos, y no se coge en ella sino muy poco maíz, porque
en muchas partes deste pueblo no se da. El proveimiento de maíz viene de acarreo, que lo van a comprar los naturales
deste pueblo a otros comarcanos. Hay frutas de la tierra en cantidad, como son ciruelas de la tierra, zapotes y aguacates
que produce la tierra. Hay plantas de Castilla, que son higueras, las cuales dan fruto todo el año; dance membrillos y
granadas y manzanas, aunque los naturales por su flojedad han plantado pocos Arboles, por no ser fruta para ellos ni
darse a las plantar como hacen en otras partes desta provincia de Guatemala.
5 ¶ Al quinto capítulo: este pueblo y cabecera de Atitlán tiene mil y cinco tributarios indios casados al presente. Y, en el
tiempo de su infidelidad, dicen estos indios viejos y principales de suso nombrados, que, como está referido, son los más
ancianos que se han podido haber, que, en el tiempo de su infidelidad, habla más cantidad de doce mil indios, y que la
causa de haber venido a mucha diminución los naturales ha sido que, cuando el adelantado don Pedro de Alvarado llegó
a este dicho pueblo de Atitlán, en diferentes veces, después de ganada la tierra, sacó dél cantidad de gente (vez de
seiscientos indios soldados) para dar guerra a los indios del pueblo y cabecera de Tecpán Cuauhtemala, que era reino de
por sí, y otras provincias que estaban rebeldes y no querían venir de paz. Y, en las guerras que se ofrecieron, murieron
muchos indios deste pueblo y, otros, fallecieron en las minas sacando oro. Y estos indios que iban a las dichas minas
sacaban los encomenderos que tenía este pueblo en aquella sazón. Y, según estos principales indios dicen, los indios
que se sacaban para las minas en cada diez días eran doscientos cuarenta indios. Y otros fallecieron de enfermedades
de viruelas y sarampión y tabardete, y sangre que les salía de las narices, y otras pestilencias y trabajos que les
sucedieron. Y que, cuando los dichos doscientos cuarenta indios ya dichos iban a las minas a sacar oro, llevaban consigo
a sus mujeres para que les hiciesen de comer, y para otros. servicios personales que en las dichas minas se ofrecían. Por
las cuales causas y grandes trabajos que padecían, han venido a tanta diminución. Y porque, entonces, los españoles los
cargaban por tamemes, 8 para sus tratos y granjerías que tenían, de unas partes en otras, en donde los indios padecían
grandes trabajos. De manera que, por esta razón, y por las dichas guerras y enfermedades, han venido a faltar muchos
indios y a quedar en la cantidad que al presente hay. Este pueblo de Santiago Atitlán, que así se nombra la vocación
desta iglesia, está asentado y poblado en pueblo formado por sus calles, según orden y traza de los pueblos de
españoles, y su plaza en medio, en cuadra, aunque no muy grande. Hacia el oriente, está fundado el monasterio e iglesia
deste pueblo, donde a la cantina residen cinco religiosos de la orden del señor San Francisco y, el uno dellos, es el
guardián, el cual, con los demás entienden en la conversión de los naturales, y les dicen misa predican en su lengua
materna la palabra del Santo Evangelio, y los casan y bautizan los niños y les administran los demás sacramentos. Hacia
la parte del norte, a un lado de la plaza, está la casa de la justicia, donde el corregidor proveído por la Real Audiencia
tiene su habitación y morada. Y, en la dicha plaza, al mediodía, están las casas del Cabildo deste dicho pueblo, en donde
el gobernador y alcaldes indios hacen sus audiencias. Este pueblo es el más recogido que hay en la comarca. La lengua
de los naturales dél, y la principal que entre ellos se trata y comunica, es la suya materna, que se dice zotohil; aunque
también entienden otras lenguas que difieren de la suya, como es la lengua de los achíes y uhtlatecas, de otras
provincias. Y algunos entienden la lengua mexicana (a una corrupta) 9 y no la hablan con tanta policía como la hablan y
comunican los indios naturales de México. Los naturales deste pueblo son de buen entendimiento, dóciles y bien
inclinados, para entender y deprender todas aquellas cosas de que son enseñados, en especial los que tratan en la
iglesia, que son los cantores, los cuales saben leer y escribir y cantar, han tomado bien el canto llano y órgano, sirven de
oficiar las misas, Vísperas y otros oficios divinos, saben tocar los ministriles, como son órgano, trompetas, flautas,
sacabuches y chirimías, y otros instrumentos que hay en la iglesia para el servicio y ornato del culto divino. Hay una
escuela donde los niños del pueblo acuden a deprender la doctrina cristiana en su lengua materna, y a deprender a leer y
a escribir. Y, en esto, tienen gran cuenta el guardián y religiosos, los cuales tienen señalado y nombrado un indio natural y
principal deste pueblo que es maestro de los niños, el cual es muy diestro para ello, con facultad de la Real Audiencia, y
se le paga salario de los bienes de la comunidad. Y este maestro tiene especial cuidado de enseñar a los dichos niños de
todo lo que es necesario. Y esto se responde a este capítulo.
6 ¶ Al sexto capítulo: no se responde a él, porque no hay persona en este pueblo que entienda del altura.
7 ¶ Al séptimo capítulo: este pueblo está distante de la ciudad de Santiago Cuauhtemala catorce leguas, a lo que todos
comúnmente dicen, en la cual está y reside la Audiencia y Cancillería Real de su majestad, y los señores presidente y
oidores della; en cuya jurisdicción y distrito está incluso y está sujeto este pueblo y su provincia.
8 ¶ Al octavo capítulo: este pueblo de Atitlán, por la parte del norte, parte términos con el pueblo y cabecera de Tecpán
Atitlán, que es de su majestad, distancia de cuatro leguas, poco más o menos. Y, entre este pueblo de Atitlán y el de
Tecpán Atitlán, en medio de los dos está la laguna grande que de suso se hace mención. Por la parte del sur, este pueblo
parte términos con el pueblo de San Juan Nahualapa, que, por mandado de su majestad, tiene en encomienda Gaspar
Arias Dávila, 10 vecino de la ciudad de Cuauhtemala. El camino que hay desde este pueblo al de Tecpán Atitlán: por la
laguna hay cuatro leguas, como está dicho, el cual se va por canoas que para ello tienen los naturales. Y, cuando se
ofrece caminar por tierra, es grande rodeo y es el camino doblado, y trabajoso de cuestas y reventones. Hay, de aquí allá,
siete leguas, poco más o menos. Y, para ir a él, se rodea la laguna por lo alto della hasta llegar a el dicho pueblo. Y, por
esta causa, es el camino torcido. Las leguas no son muy grandes y, en tiempo de aguas, es muy trabajoso de caminarlo.
9 ¶ Al noveno capítulo: según está dicho, este pueblo se dice en la lengua mexicana Atitlan, que, en castellano, quiere
decir “pueblo cerca del agua”. Y lo mismo quiere decir, en la lengua materna deste pueblo, el nombre dél, Chi Aa, 11 que
significa lo propio que en la lengua mexicana. Llámase ansí porque, en tiempo de la infidelidad de los indios, estaban
poblados alrededor de la dicha laguna y, hoy día, está fundado a la orilla della. Y, por esta causa, tomó la denominación
de la dicha laguna. Y en su lengua materna de los naturales se dice y nombra ansí, porque los antiguos fundadores le
pusieron este nombre, Chi Aa. Y los mexicanos que después vinieron, en su lengua le pusieron Atitlan, que es lo mismo
que está dicho; Y después de conquistada esta tierra, y pacífica y puesta debajo del real dominio de su majestad, el
padre fray Francisco de la, Parra y fray Pedro de Betanzos, 12 profesos de la orden del señor San Francisco, habiendo
aprendido la lengua materna dedos naturales deste pueblo, que se dice zotohil; viendo que el camino para los visitar era
muy trabajoso y dificultoso, y el modo y manera que estaban poblados, para los mejor visitar y doctrinar les pareció que
era cosa muy conveniente y necesaria dar noticia dello a la Real Audiencia de los Confines, que en aquella sazón residía
en la ciudad de Gracias a Dios, 13 y era presidente della el licenciado Alonso Maldonado, y eran oidores della el
licenciado Pedro Ramírez de Quiñónez, el licenciado Rogel y [el] licenciado Herrera, 14 los cuales, habiéndolo mirado y
tratado, mandaron librar provisión real para que el dicho comisario y religioso, en virtud de la dicha real provisión,
sacasen a los naturales de la vera de la laguna donde estaban poblados, y en parte cómoda y conveniente los poblasen y
asentasen en pueblo formado. Y ansí, el dicho fray Francisco de la Parra y fray Pedro de Betanzos los sacaron del
rededor de la dicha laguna, y los trajeron a poblar a este asiento y sitio donde al presente están poblados y asentados en
pueblo formado, y fundaron este monasterio. Y en aquel tiempo, cuando los mudaron a este sitio, había más de mil
cuatrocientos indios y, hoy día, no hay más de mil y cinco indios tributarios; éstos, sin los mozos solteros que hay. Y
[dijeron] que esta diminución [la] han causado las enfermedades y pestilencias que, de aquel tiempo a esta parte, les ha
sobrevenido a los naturales deste dicho pueblo. Y los dichos religiosos dieron orden como en este dicho pueblo hubiese
escuela para los niños, para que deprendiesen a leer y escribir, y cantar y oficiar las misas y oficios divinos por canto
llano y de órgano, en lo cual el día de hoy son dóciles. Y esto se responde.
10 ¶ Al décimo capítulo: ya está dicho y declarado cómo el sitio y asiento deste pueblo es una ladera o halda de una
sierra grande que tiene por la parte del levante. En lo bajo y más llano della, está trazado y sitiado, a manera de la traza
de los pueblos de los españoles, por sus calles y plaza. Y ansí, en este artículo, se remite al tercero capítulo desta
relación.
11 ¶ Al onceno capítulo: este pueblo de Atitlán es cabeza del corregimiento que en él hay, el cual provee el ilustrísimo
señor licenciado Garcia de Valverdi, presidente y gobernador por su majestad de la Real Audiencia de Guatemala. En
este pueblo reside al presente Alonso Páez Betancor, vecino de la dicha ciudad de Guatemala, corregidor por su
majestad deste pueblo y su partido, el cual tiene a su cargo la administración de la justicia. Es cabecera de la doctrina de
los naturales, porque, como está dicho, en él está fundado un convento y monasterio de frailes religiosos de la orden de
señor San Francisco. En él reside fray Pedro de Arboleda, guardián del dicho convento, con otros cuatro religiosos que
saben la lengua materna destos naturales y tienen ansí mismo a su cargo los demás pueblos que son sujetos a esta
cabecera, pequeñuelos, que caen, en la costa del sur, a cuatro, y a cinco y a seis leguas, a los cuales en su lengua
materna les predican la palabra del Santo Evangelio, y les dicen misa y administran los demás santos sacramentos.
12.13 ¶ A los doce y trece capítulos: no se responde a ellos cosa alguna.
14 ¶ A los catorce capítulos: los indios viejos, principales, naturales deste pueblo, nombrados por sus nombres en la
cabeza desta relación, que han sido llamados para el cumplimiento de lo que su majestad por su instrucción manda,
habiéndoseles preguntado a todos juntos, y a cada uno por sí, en su lengua materna, por el padre fray Pedro de
Arboleda, guardián, y por el dicho señor corregidor y por mí, el dicho escribano, en la lengua mexicana (que la entienden)
por el tenor del catorceno capítulo de la dicha instrucción, dijeron: dijeron que, en el tiempo de su infidelidad, los naturales
deste pueblo y sus sujetos siempre fueron sujetos a los señores y caciques naturales desta cabecera, como fue a Tecpan
Tototl, 15 que ansí se llamaba en la lengua mexicana el cacique y señor natural deste pueblo y sus sujetos, y en la lengua
materna se decía Ahg Tziquine Hay,16 que propiamente quiere decir “el señor de la casa”. A este señor respetaron y
conocieron los indios por su señor y cacique natural, y a todos los demás que por línea recta fueron sus ascendientes y
descendientes y les pertenecía el señorío y cacicazgo, a los cuales pagaban su tributo y acudían con otros servicios
personales, y reparaban y hacían sus casas, y acudían a sus llamamientos y cumplían sus mandamientos. Y nunca
fueron sujetos a otros señores ni provincias, porque siempre esta cabecera de Atitlán fue reino de por sí. Y le pagaban
ansí mismo tributo de mantas, miel y cacao y quetzales, y hacían y labraban sus sementeras de maíz, ají, frijoles, pepitas
y otras legumbres, como a tal señor y cacique natural. Y [dijeron] que, en el tiempo de su infidelidad, los caciques y
señores deste pueblo, y sus indios, tuvieron un ídolo principal, [a]demás de otros muchos que tenían, y éste se llamaba
en su lengua materna Zaqui Buk,17 que en la lengua castellana quiere decir “mozo blanco” y, en la lengua mexicana, Iztac
Tlamacaz. 18 Y que este ídolo era de piedra del altor y tamaño de tres cuartas de vara de medir. Y a este dicho ídolo
sacrificaban hombres que mataban y les abrían los pechos con una navaja grande a manera de cuchilla, y les sacaban la
sangre y se la ofrecían a este ídolo la dicha sangre humana. Y le embijaban con ello el rostro y della quemaban, con
resina a manera de incienso, en braseros que para ello tenían. Y algunos indios se cortaban y sacrificaban las orejas,
sacando sangre dellas y de los labios, y se la ofrecían al demonio. Y cuando los caciques y señores deste pueblo querían
saber si habían de tener guerras, o buenos temporales, o esterilidad o pestilencia, los tales caciques y señores, con sus
principales, nombraban personas que para ello tenían, los cuales, después de haberle hecho al dicho demonio sacrificios,
consultaban con él lo que querían y le hablaban. Y que, cuando el dicho demonio les aparecía con el rostro mustio, era
que había de haber esterilidad; y cuando había de haber guerras, se les mostraba el dicho demonio con arco y flechas en
las manos; y cuando había de haber buenos temporales, le hallaban y se les mostraba con el rostro muy alegre. Las
costumbres malas que tenían eran que comían carne humana de los indios y niños que sacrificaban; y los caciques y
señores naturales, en su infidelidad, tenían diez, quince mujeres, y más, y que a una sola, que era la primera mujer, a
ésta respetaban las demás, y esta primera era la más allegada y amada del señor y cacique. Y los indios menudos tenían
a dos, y a tres y a cuatro mujeres, y que la misma orden tenían los menudos de tener en más la primera mujer, y era
respetada de las demás. Y esto se responde a este capítulo.
15 ¶ A los quince capítulos: se responde a él que la manera y modo que tenían los caciques y señores naturales deste
pueblo en el gobierno de sus vasallos es que los traía[n] muy sujetos y avasallados, y ellos les tenían mucho respeto y
temor como a tales sus señores naturales. Y a estos señores y caciques obedecían y respetaban los demás principales y
macehuales, y los servían y reconocían por tales. Y los dichos señores los mantenían en justicia y, tomo tales caciques y
señores, tenían su horca y cuchillo, y su cárcel donde echaban presos a los reos e inobedientes. Las armas que vestían
para las guerras que tenían con otros caciques y provincias era un cosete sin mangas, que les llegaba hasta la cintura,
que ellos llamaban escahuipiles, [hechos] de mantas dobladas y, entre medias de una manta y otra, echaban lechos de
algodón, y después los pespunteaban con un pespunte de cordoncillo muy tupido, que en ninguna manera flecha ninguna
no le pasaba, ni macana de navajas lo cortaban. Y traían sus rodelas de varillas y pita delgada y torcida bien tupida. Y
estas armas de escaopiles o cosetes resistían las flechas y varas tostadas que los enemigos les tiraban. En los lados de
las macanas tenían sus cuchillas de navajas, que bastaban a cortar un hombre por medio como una espada. Traían ansí
mismo varas tostadas y agudas de que se aprovechaban en la guerra, y también usaban hondas de cordel con que
tiraban piedras, de que estaban diestros en la guerra. Y con estas armas peleaban. Los señores y caciques deste pueblo
y sus vasallos, en su gentilidad, tuvieron guerras con los caciques y señores de las provincias de Tecpan Cuauhtemala y
Tecpan Uhtlatlan, que eran cabeceras y reinos cada uno de por sí, no embargante que eran deudos y emparentados los
unos con los otros. El uno destos reinos es y cae a la parte del norte y, el otro, a la parte del poniente. Los cuales
caciques y señores y sus vasallos tuvieron siempre grande odio y capital enemistad con los caciques y señores deste
pueblo. Y. ansí, duraron las guerras entre ellos hasta que vinieron los españoles a la conquista desta tierra. Las divisas e
insignias que los caciques y señores deste pueblo traían sobre sus armas cuando iban a la guerra: unos llevaban águilas
hechas de plumería y, otros, de tigres, y, otros, de otras figuras de pájaros y animales; de manera que, por las dichas
divisas, eran conocidos los señores y caciques de cada reino y provincia, que eran diferentes las unas de las otras. El
traje y vestido que, en tiempo de su infidelidad traían y vestían los señores, eran unos xicoles, 19 que en su lengua
materna llamaban xicoles los mexicanos, y estos naturales llamaban xa[h] pot,20 al modo de una chamarra sin mangas
que, a los señores y caciques, les daba en medio del muslo y, a los macehuales, por bajo de ombligo. Y traían puestos
por masteles unos puñetes de manta de algodón a manera de venda, con que se cubrían sus vergüenzas. Y las indias
mujeres traían unas camisillas cortas de algodón y unas naguas de lo propio. El traje y vestido de que ahora usan y visten
son camisas y zarahuelles de tela de algodón de la tierra, y algunos calzan zapatos de cuero con medias de lana de
aguja, y otros calzan botas de cordobán y cuero de venado, y visten chamarras de paño hecho en México y calzones de
paño de diferentes colores (y éstos son los mercaderes indios que tienen posible), y otros visten de sayal, chamarras y
calzones, por la mayor parte. La gente menuda calzan sus cotaras de henequén, y algunos traen sombreros y se cobijan
[con] unas mantas atadas en el hombro a manera de capas largas hasta abajo, unas blancas y, otras, listadas de colores
con sus cenefas de plumería. Las pintadas llaman los indios en su lengua materna 3ooh, 21 y las blancas llaman zaki 4u1.
22
Y traen sus rosarios al cuello. Las mujeres traen huipiles y naguas al uso de México, que en su lengua materna llaman
al huipil pot, 23 que les llega a más de media pierna, escotado el cuello, y la manga no más larga que al molledo del
brazo, y cuando mucho al codo. Las naguas llaman en su lengua materna uk, 24 las cuales traen ceñidas al ombligo, y les
llega al empeine del pie. Cuando vienen a la iglesia, traen un paño blanco en la cabeza de dos varas de ruán, o naval del
mismo anchor. En el tiempo de su infidelidad, dicen los dichos indios que vivían más recios y sanos, porque no vivían con
tanta ociosidad como ahora, porque siempre los caciques y señores hacían que sus vasallos se ejercitasen en las cosas
de la guerra y en otros ejercicios. Y también que, cuando los indios se venían a casar, eran de edad de cuarenta años
(antes más que menos) y las mujeres de veinticinco o treinta años. Lo cual al presente hoy día es al contrario, porque,
antes que lleguen a la edad que manda el Concilio, andan moliendo al sacerdote o religioso que los case. Y por esta
razón de casarse los mozos varones, de poca edad y tiernos ellos y ellas, vienen a mucha diminución.
Los mantenimientos de que antiguamente usaban los naturales eran maíz, frijoles, ají, y otras legumbres de la tierra
que ellos sembraban y cogían. Y se sustentaban de la caza que mataban, como son venados, conejos, puercos
monteses, y otras salvajinas que ellos conocen, como son armados y tepeizcuintles y pizotes, 25 y otros géneros de
animales silvestres, y gallinas de la tierra. De todo lo cual usan hoy día los dichos naturales. Y esto se responde.
16 ¶ A los diez y seis capítulos: en lo tocante a este artículo, ya está referido en el tercero capítulo lo que en él se
declara, y por esta razón no se responde a él.
17 ¶ A los diez y siete capítulos: respondiendo a él, este pueblo de Atitlán, es pueblo sano. La enfermedad que más en
este pueblo reina son las cámaras de sangre, la cuales en gente moza escapan pocos, y no hace tanta impresión en los
viejos. El remedio ordinario que los naturales tienen, y los españoles también se aprovechan dellos, son unas raíces de
yerbas que tienen un olor bueno, que llaman xuchipatli 26 en lengua mexicana, y unas orejuelas que dan ciertos árboles
pequeños, que se llama en lengua mexicana xuchinacaztli 27 y, en la materna, muk, que, molido todo junto en cierto
brebaje de cacao de que los naturales y españoles usan el día de hoy que se dice chocolate, que, desleído en agua
caliente, se les da a beber a los enfermos deste mal. Y esta medicina usan los naturales de ordinario, y hallan remedio
con ello.
18 ¶ A los diez y ocho capítulos: respondiendo a él, este pueblo está rodeado y cercado de sierras altas a la parte del
levante, las cuales empiezan desde el propio pueblo. Hay un cerro de altura de dos mil pasos, poco más o menos, y entre
él y otro que está un poco más adelante, se hace un llano, y luego empieza otra sierra que es dos veces [más] alta que la
primera. Con esta sierra está asido un volcán a la parte del oriente y, toma[n]do hacia la parte del sur, está otro pegado a
él; de manera que son dos volcanes grandes y altos [y] montuosos. Del uno se tiene noticia que en los años pasados
(puede haber ochenta años, poco más o menos) reventó y echó mucha cantidad de agua, piedra y fuego. 28 Y ansi, ahora
se echa de ver por estar, todo lo que [se] dice la boca, pelado y quemado a modo de una caldera. Reventó segunda vez
este volcán por el año de mil quinientos cuarenta y uno, que fue cuando reventó el volcán de la Ciudad Vieja de
Guatemala y se anegaron algunos vecinos della, por cuya ocasión se mudó la dicha ciudad de allí y se pasaron al asiento
donde ahora está poblado. Este propio volcán, cuando reventó el de Guatemala puede haber tres años, 29 poco más o
menos, echó fuego, aunque muy poco. Y ansí, de cuando en cuando, por las mañanas y algunas tardes, echa humo,
aunque es poca cosa. Llámase este volcán en la lengua materna Hun 4at, que suena “cosa que quema entre si”. 30 El
otro volcán, que está junto a él hacia la parte del norte, no ha reventado, ni jamás se ha visto humear ni tiene señal de
haber echado fuego. Llámanle en la lengua materna los naturales Oxi 4ahol, que significa o quiere decir “los tres mozos”.
Es todo él montuoso de arriba abajo, de pinales y encinales y robredales y madroñales y elisos, y todo él es fragoso, de
grandes pedregales y tierra muy fría, según dicen los naturales que lo han andado. Y es tierra muy inútil para
sementeras.
19 ¶ A los diez y nueve capítulos: no se responde a él cosa alguna, por no haber en todo el rededor deste pueblo
ningunas fuentes de agua ni ríos algunos.
20 ¶ A los veinte capítulos: lo que se responde a él es que, pegado a este pueblo, está una laguna grande que tendrá, al
parecer, en contorno más de veinticinco leguas, por las muchas ensenadas y entradas que hace. Es de notable hondura
y, el agua, pesada y fría. Los indios principales de suso referidos sus nombres, que son los más viejos que se pudieron
buscar en este pueblo para este efecto, dicen que don Francisco Marroquín, primero obispo que fue desta tierra, estando
en el pueblo de Tecpán Atitlán con el licenciado Pedro Ramírez de Quiñónez, oidor que fue en la Audiencia Real de
Guatemala, 31 para ver la hondura que tenía la dicha laguna, la sondaron y echaron un cordel grande que tenía mil
doscientas brazas de largo con una plomada grande. Y, habiéndola echado, no le hallaron fondo. Tiene por toda la orilla
gran cantidad de peñascos grandes y piedras, y algunas islas dentro della propia. Y principalmente hay dos, que tendrán
de circuito cada una media legua, antes más que menos. Criase alrededor della mucha enea. Estas islas son de poco
suelo, por ser todas peñas quebradas y partidas en sí. Y, con la humedad de la dicha laguna, se crían muchas yerbas en
ellas y algunos árboles. Hállanse, entre estas peñas, culebras grandes de más de cuatro varas en largo, y gruesas como
el brazo. No hacen mal ni daño ninguno, porque: son bobas, y los indios, en sus areytos y bailes que hacen en los días y
fiestas señaladas, las traen revueltas al cuerpo. Y esto es cosa común. En estas islas no se crían otras sabandijas. El
pescado que cría esta laguna común[mente] son cangrejos, y unos pececitos pequeños que llaman olomina. 32 De diez
años a esta parte, los religiosos de San Francisco han echado un género de pescado que llaman mojarras, que se
trajeron de otros ríos porque, antes, no solía haber este pescado en la dicha laguna, y ahora se han criado muchas y
grandes y sabrosas de comer. Hay, a la parte del poniente deste pueblo, un volcán grande, que la propia halda dél llega a
la laguna, y bate el agua della en la misma halda. Y cerca [a] la dicha laguna la dicha halda del volcán tres leguas, antes
más que menos. Es alto y derecho, y ahusado a modo de pan de azucar. 33 Tiene muchas quebradas que bajan de arriba
abajo, causada[s] de las lluvias y aguas que descienden de la punta dél cuando llueve. Del medio del, para abajo, no
tiene ninguna arboleda; todo lo demás dél, para arriba, es poblado de árboles grandes, de pinales y encinales y alisos y
madroñales. Puédese subir a él por muchas .partes. En lo alto, hace una manera de plazuela en medio dél, y salen tres
puntas que sobrepujan la plazuela, que serán de altor de quinientos pasos. En la cumbre dél hace frío, aunque nunca
jamás se ha visto nieve en ninguno destos volcanes. Algunos religiosos han subido en la cumbre deste volcán, y lo han
visto y puesto una cruz en lo alto dél.
21 ¶ A los veinte y un capítulos: en cuanto a lo que en él contiene, se responde lo que declara el capítulo antes deste en
cuanto a lo que se trata de los volcanes.
22 ¶ A los veinte y dos capítulos: respondiendo a él, como está dicho y declarado en los capítulos antes deste, los árboles
que hay alrededor deste pueblo en las haldas y lomas destos volcanes y otros cerros, son pinales grandes. No dan
piñones en las piñas, como los de España. Los naturales sacan destos pinos tablas y vigas para enmaderar y entablar
sus casas, y para las puertas y ventanas y otras cosas que hacen. Y destos pinos sacan resina blanca, que es buena
para echar bilmas en quebraduras que suelen suceder en los cuerpos humanos y sacar el frío de algunas enfermedades,
y para otras curas necesarias. Y destos pinos y resina se hace la pez para brear los navíos. Y, como está referido, hay
encinales, madroñales y elisos, y otros árboles silvestres de poco provecho.
23 ¶ A los veinte y tres capítulos: como está dicho y declarado en los capítulos antes deste, las frutas de la tierra que los
indios naturales desta tierra tienen son aguacates y ciruelas de la tierra, y zapotes que llaman injertos, que tienen la
cáscara verde y, de dentro, tienen la carne colorada; y otros que llaman nahuazapotes, 34 que tienen la cáscara verde y
amarilla, casi del tamaño de los membrillos, [y] la carne tienen blanca. Y, ansí mismo, hay una fruta de unas vainas
verdes que dan los árboles que se llaman quauhxonequiles, 35 que de dentro son blancos, la carne como algodón y la
pepita verde, sabrosa de comer. De las frutas de Castilla, ya está declarado que se han puesto algunos membrillos,
ciruelos, higueras, granados y manzanos, naranjas, cidros, limas y limones. Y esto se da en cantidad.
24 ¶ A los veinte y cuatro capítulos: se responde que el grano que se da en esta tierra, como está referido de las semillas
della, es maíz, ají, frijoles y calabazas (de donde se sacan las pepitas) , y batatas y yuca boniata, y anonas y tomates, y
chía (a manera de zargatona) , que ésta es una semilla que, molida y tostada, con maíz tostado revuelta, es buen brebaje
para beber; y lo beben los naturales, y lo tienen por cosa muy sana y fresca. Y con esto se sustentan los indios e indias
naturales deste pueblo.
25 ¶ A los veinte y cinco capítulos: en cuanto a este artículo, se responde que, en esta tierra y su comarca, no es
dispuesta para darse en ella las cosas que el dicho capítulo refiere.
26 ¶ A los veinte y seis capítulos: en esta tierra no hay ningunas plantas ni árboles aromáticos, aunque hay muchas y
diferentes yerbas que usan los naturales para sus curas y medicinas, cuando les suceden algunas enfermedades. Y la
que tienen por aprobada es el picietle, 36 que ansí se nombra en la lengua mexicana y, en Castilla, tabaco. Y esta yerba,
por ser buena y aprobada, usan a la contina los naturales della, ansí fresca como seca. Y aprovecha para la picadura de
las víboras y otras sabandijas venenosas. Majada la yerba y el zumo exprimido en la propia picadura, y puestas las hojas
encima, mitiga y aplaca el dolor y quita la hinchazón. Hay otra yerba en esta tierra contra ponzoña, que llaman la
contrayerba, que la raíz della, molida y bebida en agua caliente o en vino, es muy provechosa contra cualquier rejalgar o
ponzoña venenosa. Tiene la hoja verde y el vástago de un jeme, y la hoja es a manera de un escudo. Hay otra yerba que
los naturales tienen por cosa mala, la cual es a manera de beleño que, en su lengua dellos, se llama matul 37 y, en la
mexicana, tlapatl, 38 la cual, bebiendo la hoja della algún indio, o la semilla, lo torna loco y desmemoriado, y algunos
mueren dello, conforme a la complexión del que la bebe. Aprovéchanse los naturales de la hoja della para hacer emplasto
para cualquier hinchazón, que, molida y puesta en la parte donde está la hinchazón, la quita, y aplaca y mitiga el dolor. Y
esto es cosa aprobada.
27 ¶ A los veinte y siete capítulos: se responde que, en la comarca deste pueblo, no hay otros animales que sean bravos,
si no son los tigres y leones que se crían en los montes. Hay zorros y raposos , y puercos monteses que tienen el ombligo
encima del lomo, los cuales son bravos y salvajes; hay venados, conejos, y codornices y palomas torcazas, y tórtolas y
pavas, y papagayos grandes y pequeños de dos o tres géneros, y algunas águilas que crían en los peñascos y
guacamayos, que son unas aves que tienen las plumas coloradas, verdes, azules y amarillas, de las cuales los naturales
se aprovechan para sus bailes, y dellos hacen algunos aventadores.
28 ¶ A los veinte y ocho capítulos: en este pueblo ni su comarcano se ha visto ni hallado minas de oro ni de plata, ni otros
mineros de metales ni de colores de ningún género.
29 ¶ A los veinte y nueve capítulos: en este pueblo ni su comarca no hay canteras de ningún género, ni cosa señalada
que toque ni ataña a esto, y por esto no se responde.
30 ¶ A los treinta capítulos: se responde que, en este pueblo ni su comarca, no hay salinas ni mineros della. La sal que
los naturales y otras gentes han menester la traen de acarreto los indios que en ello tienen su contratación, que van a la
Costa por ello, a los pueblos de la mar del sur que son y viven de hacer sal, y la traen en caballos y a cuestas para lo
vender en los tianguis y mercados deste pueblo y en los comarcanos. Y ansí, los deste pueblo no la alcanzan si no es
desta manera. El algodón de que hacen mantas, de que hacen su vestido los indios e indias, lo van a comprar a los
pueblos de la Costa, en tierra caliente, porque en este pueblo no se cría ni coge.
31 ¶ A los treinta y un capítulos: respondiendo a él, las casas de los naturales deste pueblo son de piedra las paredes, y
el edificio bajo, y la cobertera de paja, y enmaderadas de madera de pino, como es tablas y vigas. Porque, por no ser
tierra dispuesta para hacer adobes por ser la tierra arenisca, se labran las dichas casas de cantería. La piedra es
amorosa de labrar con hachuelas y herraduras viejas, y con esta herramienta las labran fácilmente los indios; y, en el
tiempo de su gentilidad, las labraban con piedras guijarreñas. Y en el edificio han usado la cantería sin ningún género de
cal. El barro para el edificio es pegajoso y barro fuerte, y afierra la piedra en él como si fuera cal viva. No hay piedra de
cal en este pueblo ni en su comarca y, de la que se aprovechan para encalar casas o el monasterio, la traen de ocho
leguas de aquí, de un pueblo que se dice Tecpán Guatemala.
32 ¶ A los treinta y dos capítulos: en este pueblo no hay ninguna fortaleza ni lugares fuertes, y por eso no se escribe aquí
cosa alguna más de que la mayor fortaleza que los naturales tenían antiguamente era la dicha laguna, y algunas
albarradas que tenían de piedra en algunas angosturas de los caminos.
33 ¶ A los treinta y tres capítulos: se responde que las contrataciones que los naturales y españoles tienen en esta tierra
es el cacao, que lo compran de rescate y muchos de los naturales lo tienen de cosecha en sus heredades dello, [a] seis
leguas deste pueblo. Y tienen granjerías de vender el cacao a dinero y a trueco de ropa de todo género, y con este cacao
compran lo que han menester para su vestuario los indios, y para sus mujeres e hijos. Porque el cacao les es dinero para
comprar, y dello pagan sus tributos en especie conforme a la tasación que les está dada. Y usan dello para su bebida.
Tienen sus caballos de albarda para sus contrataciones y acarreto de sus mercaderías y provisión del maíz, porque todo
se trae de fuera parte de acarreto.
34 ¶ A los treinta y cuatro capítulos: la iglesia catedral donde reside el obispo está en la ciudad de Santiago de
Guatemala, que está distante deste pueblo catorce leguas. Es el camino doblado de cuestas [y], en algunas partes, es
tierra llana, aunque doblada, y las leguas no muy grandes. Llámase el obispo, don fray Gómez de Córdoba. 39
35 ¶ A los treinta y cinco capítulos: se responde que no hay, en esta comarca [y] tierra, otra iglesia catedral ni parroquial
más del que está dicho en el capítulo antes deste, ni otras prebendas. Y en este pueblo no hay otra iglesia más del
monasterio que en él está fundado.
36 ¶ A los treinta y seis capítulos: se responde que, como está dicho y declarado en los capítulos antes deste, en este
dicho pueblo está fundado un monasterio de señor San Francisco, en donde a la contina residen cinco religiosos de la
dicha orden; que ha cuarenta y cinco años, poco más o menos, que está fundado; que lo fundaron fray Francisco de la
Parra y fray Pedro de Betanzos, y después lo reformaron fray Gonzalo Méndez y fray Diego Ordóñez, 40 religiolios de la
dicha orden. No hay en él monasterio de monjas ni otra iglesia alguna, ni menos hay otra cosa señalada en él.
37 ¶ A los treinta y siete capítulos: se responde que, en este pueblo, no hay ningún hospital ni colegio ni otra obra pía. Y
ansí, no se escribe ni declara aquí cosa alguna de lo contenido en el dicho capítulo.
38.39.40.41.42.43.44.45.46.47.48.49. ¶ A los treinta y ocho, treinta y nueve, cuarenta, cuarenta y uno, cuarenta y dos,
cuarenta y tres, cuarenta y cuatro, cuarenta y cinco, cuarenta y seis, cuarenta y siete, cuarenta y ocho y cuarenta y nueve
capítulos: no se responde a ninguno de ellos cosa alguna, porque todo lo en ellos contenido es tocante a las cosas de la
mar. Y ansí, en ellos no se hace mención de cosa alguna de lo que los dichos capítulos refieren.
50 ¶ A los cincuenta capítulos: después de acabadas las dichas preguntas, y hechas las examinaciones a los susodichos
en presencia de los dichos señores Alonso Páez Betancor, corregidor desde dicho pueblo por su majestad, y el padre fray
Pedro de Arboleda, guardián deste convento, lo firmaron aquí de sus nombres y mandaron a mí, el dicho escribano, que
la pintura que se ha de hacer del asiento y traza deste pueblo y laguna que está alrededor del, con los volcanes de que
se ha hecho mención, me halle presente con las personas que hubieren de hacerla. Y, hecha y acabada, la ponga con
esta relación para que mejor conste, y en ella por escrito asiente todo lo que fuere necesario, de manera que vaya bien
apuntado ante su majestad y, con las demás relaciones que se han de hacer, se envíen al ilustrísimo señor licenciado
García de Valverdi, del Consejo de su majestad y presidente de la Real Audiencia que reside en la ciudad de Santiago, y
gobernador y capitán general en su distrito. Hecho en este pueblo de Atitlán, de la Real Corona y encomienda de. Sancho
de Barahona, en nueve días del mes de febrero de mil quinientos ochenta y cinco años. Alonso Páez Betancor (rúbrica)
fray Pedro de Arboleda (rúbrica).
Y yo, Francisco de Villacastín, escribano de la Audiencia y Juzgado del señor corregidor Alonso Páez Betancor, lo
susodicho escribí según que ante mí pasó y, por ende, hice aquí mi firma acostumbrada, con autoridad del dicho señor
corregidor que aquí firmó su nombre, y, por ende, hice aquí mi firma acostumbrada. En testimonio de verdad. Francisco
de Villacastín, escribano nombrado (rúbrica).

ANEJOS

SAN B[A]R[TOLO]MÉ, SUJETO A ATITLÁN



En el pueblo de San Bartolomé, en veinte y tres días del mes de febrero de mil quinientos y ochenta y cinco años, por
mandado del ilustrísimo señor licenciado García de Valverdi, del Consejo de su majestad y su presidente en la Real
Audiencia que reside en la ciudad de Santiago, provincia de Guatemala, y gobernador y capitán general en su distrito, los
ilustres señores Alonso Páez Betancor, corregidor por su majestad en este dicho pueblo y su partido, y fray Pedro de
Arboleda, guardián del convento y monasterio deste dicho pueblo de la orden de señor San Francisco, en presencia de
mí, Francisco de Villacastín, escribano nombrado de su audiencia y juzgado del dicho señor corregidor, en cumplimiento
de lo contenido en la instrucción escrita de molde que les fue enviada por su señoría ilustrísima del señor presidente para
hacer la descripción deste dicho pueblo y los demás sus sujetos conforme a lo mandado por su majestad, como se
contiene en la dicha instrucción; poniendo en efecto lo susodicho, estando en este dicho pueblo de San Bartolomé, sujeto
a la cabecera de Atitlán, mandado el dicho señor corregidor parecer ante sí a don Francisco Vázquez, gobernador del
dicho pueblo y sus sujetos, y a don Gaspar Manrique, 41 principal, y Domingo Elías, alcalde deste pueblo, y Baltasar
López y Domingo Ramos, regidor, y Marcos Sánchez, fiscal de la santa iglesia, principales (que son los más viejos y
ancianos que se pudieron haber en este dicho pueblo que por su aspecto parecieron ser) Baltasar López y Marcos
Sánchez, de más de setenta años, y Domingo Ramos, mayor de cincuenta años. Y, presente el dicho fray Pedro de
Arboleda, guardián susodicho, siendo preguntados en la lengua mexicana por el dicho escribano, y en su lengua materna
mediante don Gaspar Manrique, principal que entiende bien la lengua castellana, mexicana y materna llamada zotohil,
por el tenor de la dicha instrucción, respondieron lo siguiente:
1 ¶ Al primer capítulo: atento a que en este caso está respondido en la averiguación que sobre este capítulo se hizo en la
cabecera de Atitlán, no se responde aquí a él más de remitirse a lo en él contenido.
2 ¶ Al segundo capítulo: respondiendo a él, dijeron los susodichos que el primer descubridor y conquistador destas
provincias de Cuauhtemala fue el adelantado don Pedro de Alvarado, gobernador y capitán general que fue dellas, con
los españoles conquistadores que con él vinieron a estas partes, como está dicho en este mismo capítulo en la
averiguación de la cabecera de este dicho pueblo, que es Atitlán, y ansí se remite a él.
3 ¶ Al tercero capítulo: dijeron que este dicho pueblo de San Bartolomé, sujeto a la dicha cabecera de Atitlán, es tierra
caliente de buen temple, porque en el verano corren los aires frescos del levante y del norte. Es pueblo sano y no
enfermo, aunque en tiempo del invierno son más los calores por los grandes soles que hace en este tiempo, y por los
vapores que se levantan de la tierra. Son muchas las aguas, cuando vienen y es el tiempo dellas, que de ordinario son
por los meses de abril, principio del, hasta entrante el mes de octubre. Vienen con grande violencia y humedad, porque
son las aguas grandes y en mucha demasía; y que la mayor parte de las aguas en este pueblo son los meses de abril y
mayo, que llueven con mucha furia. Y en este tiempo, el cacao que coge tierno en los árboles de las milpas y
cacahuatales que tienen los naturales deste pueblo, que es la moneda de la tierra que corre entre ellos y los españoles
mercaderes, lo pudre y daña, y no es de ningún provecho. En estos dichos meses de abril y mayo, todos los años suele
llover de día y de noche, y esto con mucha violencia y humedad y vientos destemplados; y los demás meses, que son
junio, julio, agosto y septiembre, hasta entrado el mes de octubre, suelen caer las aguas de mediodía para arriba. El
viento más ordinario que corre en este pueblo, por ser cálido, es el sur. En tiempo de aguas, que por ser malo, cálido y
húmedo, destruye los frutos de los cacahuatales y de otras [plantas] que produce la tierra, suele con este viento llover
cuatro, ocho y seis, diez y quince días. Y, cesado éste, corre el viento de levante, que es sano y provechoso, ansí a los
árboles como a los cuerpos humanos. Y esto se responde a este capítulo.
4 ¶ Al cuarto capítulo: respondiendo a él, su sitio deste dicho pueblo es una loma [que va de] norte [a] sur. Está pegado a
la falda y vertientes, al sur del volcán de Fuego del pueblo de Atitlán, lugar montuoso y grande, de mucha arboleda, tierra
de muchas quebradas, fértil de cacahuatales y milpas dellas, y de otras frutas. Y deste pueblo, hacia el de Atitlán, que va
el camino real por la loma del dicho volcán, en más de cinco leguas no hay sabanas, sino todo montañas de grandes
arboledas de encinas salvajes que echan las bellotas tan grandes como huevos de gallinas grandes, y de las más
pequeñas, amargas, y otros árboles silvestres de ningún provecho, inútiles, y en partes que no pueden aprovecharse
dellas por estar en lugares muy barrancosos. Y el camino que viene, desde este pueblo al de Atitlán, es por una cuchilla
que procede del dicho volcán, que de cualquier parte, a una banda y otra de él, son tan grandes de honduras de mucha
profundidad. Hay, entre este pueblo y [e]l de la cabecera, tres ríos grandes que, de invierno, sin puentes no se pueden
vadear y, para poderse caminar, los naturales tienen hechas en cada río su puente de madera grande. Y dicen estos
naturales que estos ríos grandes, con otros arroyos pequeños que tiene, son sangraderas de la laguna grande que está
en el pueblo de Atitlán, y ansí se parece por ellos. La tierra deste pueblo es fértil, por ser montañas y húmeda en gran
manera. Cógese tres veces en el año maíz en este pueblo, y los naturales, para hacer sus sementeras, hacen sus rozas
en los montes que la rodean. Y el maíz que cogen dellas, por ser la tierra muy húmeda en demasía, no les dura más de
dos meses, poco más o menos, el maíz sano, porque luego se les pudre y torna harina. De cuya causa, lo más del año, el
maíz que han menester los naturales lo traen de fuera, de acarreto de otros pueblos comarcanos que están en tierra fría,
en las serranías, distancia de diez, doce y quince leguas. Y los naturales deste pueblo no se dan tanto al sembrar del
maíz, porque acuden a sus milpas y heredades de cacao, que es la moneda que está dicho que entre ellos corre y los
españoles. Los ríos de que hemos hecho mención son fragosos, de muchas piedras grandes y de mucha corriente.
Críanse en ellos un género de peces a manera de truchas de a jeme y de a palmo. Estos naturales les llaman en su
lengua tepemechines, que en nuestra lengua castellana quiere decir “peces de sierra”. Y no se cría otro género de
pescado en ellos, por ser mucha la corriente. Críanse en ellos, entre las propias piedras, unos camarones grandes a
manera de lagostines y cangrejos. En tiempo de las aguas, cae mucho granizo, con grandes huracanes, truenos y
relámpagos, que ponen gran temeridad. Y caen muchos rayos, que quema las casas del pueblo y la iglesia, y suele matar
algunos indios e indias en sus casas y heredades. En este pueblo hay muchas frutas de la tierra, como son ciruelas,
aguacates, zapotes de muchos géneros, y plátanos, y unas vainas que producen los árboles que llaman
quauhxonequiles; hay anonas y mameyes y piñas grandes, y otros géneros de frutas que han plantado los naturales en
sus propias y heredades, y en las montañas. Y por ser la tierra cálida, no se dan en ella ningunas frutas de Castilla,
excepto naranjas agrias y dulces, limones y limas, cidras, y esto en gran cantidad. Y esto se responde a este capítulo.
5 ¶ Al quinto capítulo se responde que, en este pueblo de San Bartolomé, hay doscientos y diecinueve indios tributarios,
sin los mozos solteros por casar, que serán en cantidad de ocho. En el tiempo de su infidelidad, dicen estos viejos, de
suso declarados sus nombres, que había más de mil y seiscientos indios, aunque no estaban en pueblo formado como el
día de hoy, sino divididos en los montes; y que, antes que los españoles viniesen a esta tierra, les sucedió una pestilencia
de viruelas incurables (porque deste mal, al indio que le daba este mal no escapaba) y, junto con esto, otras
enferm[ed]ades, que les sucedió después de llegados los españoles conquistadores en esta tierra. Porque son tan
débiles y flacos que, en dando a cualquier indio alguna enfermedad, o le recrecía alguna llaga, por no haber entre ellos
indio que curase ni entendiese de medicinas y yerbas, se dejaban morir. Y que por esta causa, y también por los muchos
tigres que había en aquel tiempo, que los comían, han venido a mucha diminución. Y también por las grandes guerras
que en el tiempo de su gentilidad tuvieron, favoreciendo a los de la cabecera, con los indios de la provincia de Uhtlatlán,
que era reino y cabecera de por sí. El asiento deste pueblo no es formado, como el de la cabecera, porque, por estar en
una loma, como está dicho, está todo recogido y en poco campo, y tiene su iglesia en medio. La lengua que entre ellos se
trata y comunica es la suya materna que llaman zotohil, y ansí mismo entienden otras lenguas que difieren de las suyas,
como es la lengua de los achíes y uhtlatecas. [Y] entienden algunos la lengua mexicana corrupta que llaman la pipil, en
esta tierra no con la policía que la tratan los de la Nueva España. No son tan dóciles los naturales como los de la
cabecera, aunque los que se han criado en la iglesia saben rezar la Prima, y Vísperas y Completas, y oficiar las misas.
Tienen escuela de niños, y maestro indio que los enseña a leer y escribir, y la doctrina cristiana. Los pilhuanes 42 saben
tocar las flautas y trompetas, y entienden del canto llano. Y esto se responde a este capítulo.

6 ¶ Al sexto capítulo: no se responde a él cosa alguna, porque en el [pueblo] ni en su comarca no hay persona que
entienda del altura.

7 ¶ Al séptimo capítulo: este pueblo de San Bartolomé está distante de la ciudad de Santiago de Cuauhtemala veinte
leguas, a lo que todos comúnmente dicen, donde está y reside el Audiencia Real de su majestad, y los señores
presidentes y oidores della, en cuyo distrito se incluye este pueblo y está sujeto.
8 ¶ Al octavo capítulo: este pueblo de San Bartolomé parte términos con el pueblo de San Juan Nahualapa de la
encomienda de Gaspar Arias Dávila, vecino de Guatemala, por la parte del sur, distancia de dos o tres tiros de arcabuz;
está distante deste una legua grande de muy mal camino, barrancoso y de grandes quebradas, doblado y trabajoso de
caminar en tiempo de las aguas por ser todo barriales, y muy resbalosos y de grandes montañas. Y esto se responde a
este capítulo.

9 ¶ Al noveno capítulo: este pueblo de San Bartolomé, sujeto a la cabecera de Atitlán, en el tiempo de su gentilidad en su
lengua materna se llamaba Xe Ohg, 43 que quiere decir en la lengua mexicana Ahuacatepec, que, en la lengua
castellana, dice “cerro de aguacate”; y que este nombre tomó porque en un cu grande que los naturales tenían, donde
hacían sus idolatrías y sacrificios al demonio, estaba un árbol grande de aguacate en una esquina del dicho cu y casa de
sacrificio que entonces tenían, y así le quedó esta denominación. Y que los naturales deste pueblo son procedientes de
los del pueblo de Atitlán, su cabecera, y que los señores y caciques dél los pasaron y fundaron en este sitio desde
antiguamente. Y esto se responde, y que el primer religioso que los sacó de los montes adonde estaban poblados y
divididos, y los asentó en este sitio, fue el padre fray Gonzalo Méndez y su compañero, llamado fray Diego Ordóñez, de la
orden de San Francisco; y los bautizó y casó y enseñó la doctrina cristiana, e hizo hacer la iglesia que al presente tienen,
y dieron orden en cómo hubiese indios maestros que enseñasen a estos indios la doctrina cristiana, y a leer y escribir. Y,
después, lo han hecho los guardianes y religiosos que les han ido sucediendo, que han deprendido la lengua materna de
los naturales, llamada zotohil, y en esta lengua les predican la palabra del Santo Evangelio y les muestran la doctrina
cristiana.
10 ¶ Al décimo capítulo: se responde lo contenido en el quinto capítulo, y ansí se remite a él.

11 ¶ Al onceno capítulo: este pueblo de San Bartolomé, como está dicho y referido en los capítulos antes deste, es sujeto
al pueblo y cabecera de Atitlán, que es cabeza del corregimiento, en donde reside el corregidor que tiene a su cargo la
administración de la real justicia de su majestad. Y es cabecera de la doctrina, porque en él está fundado un monasterio y
convento de religiosos de la orden de San Francisco, en el cual, al presente, reside el padre fray Pedro de Arboleda, que
es guardián del, y en su compañía están otros cuatro religiosos, que tienen a su cargo la conversión de los naturales,
ansí de la dicha cabecera, como la deste pueblo y otros sujetos que tiene, que caen en la costa del sur a tres, y a cuatro y
seis leguas deste pueblo. Y estos religiosos les predican la palabra del Santo Evangelio, dicen misa, casan y bautizan sus
hijos, y administran los demás sacramentos.
12.13 ¶ A los doce y trece capítulos: no se responde a ellos cosa alguna.
14 ¶ A los catorce capítulos: dijeron los principales, gobernador, alcalde y regidor de la dicha cabecera y deste dicho
pueblo que estaban presentes, siendo preguntados por el tenor de los capítulos de la dicha instrucción, dijeron que este
pueblo de San Bartolomé siempre ha sido sujeto a los señores y caciques de la cabecera de Atitlán, que se llamaba en la
lengua materna Ahg Tziquine Hay, y en la mexicana Tecpan Tototl, que en castellano quiere decir propiamente “el señor
de la casa”. A este cacique y señor, y después a sus ascendientes y descendientes por línea recta, respetaron los
naturales deste dicho pueblo y los demás de sus sujetos, y le reconocían por su señor natural, y pagaban su tributo en
oro, cacao, mantas, quetzales, esclavos, y acudían con todos los demás servicios personales, sin que tuviesen
reconocimiento a otro señor alguno. Y a este señor hacían sus casas y milpas, y labraban sus heredades, sin reconocer a
otro ningún señor. Y este tal señor los mantenía en justicia, y tenía su horca y cuchillo en este pueblo, y sus ejecutores
que la ejecutaban con mucho rigor. Y además desto que dicho es, a este cacique y señor natural le daban joyas de oro y
collares de piedras ricas que llaman chalchihuitl, 44 y tributaban las legumbres de la tierra: ají, frijoles, y pepitas y algodón,
y de las demás cosas que sembraban y cogían en la tierra, como a tal su cacique y señor natural. Y dicen estos viejos
que, en su gentilidad, en este pueblo tenían un ídolo a quien adoraban, que en su lengua materna [llamaban] Taluc, 45 y
en la mexicana quiere decir Cihua Teutl, 46 y en la lengua castellana “diosa hembra”; y que era de piedra labrada de una
vara de alto, y a éste adoraban y ofrecían sus sacrificios, encendiendo incienso y hule, haciendo fuego y presentándole el
humo. Y le ofrecían la sangre de las orejas que sacrificaban, y del molledo del brazo, y se retazaban y sacaban sangre
del miembro viril; y esto, en ciertos días que tenían situados y eran días señalados, como eran el mes de octubre.
Cuando empezaban a brotar la flor de los cacahuatales, entonces hacían estós sacrificios en cualquiera encrucijada de
caminos. Y allí ponían una piedra, y encima desta piedra ofrecían la sangre que sacaban de sus cuerpos, pidiendo
buenos temporales. Y, cuando los caciques y señores querían informarse del demonio si había de haber buenos
temporales, o esterilidad, o guerras o pestilencias, elegían a un principal que fuese de sangre y preeminente en el pueblo,
quier fuese anciano, quier de mediana edad o mancebo, y a éste encargaban que ayunase doscientos sesenta días y que
no comiese más de una vez al día. Alguna vez comía del cacao patlaste tostado y, otras veces, de una gallina. Y, al
principio del ayuno, hacía él sacrificio que está declarado. Y, al cabo del ayuno, hacía otro sacrificio del incienso y sangre
que ofrecían al dicho demonio. Y, en este tiempo, consultaban con él lo que querían saber. Y el dicho demonio, cuando
había de haber esterilidad, aunque no respondía, se mostraba muy mustio y triste; y cuando había de haber guerras, se
les mostraba con un arco y flecha en las manos; y cuando había de haber pestilencia, se les mostraba y le hallaban con
una soga al pescuezo; y cuando había de haber buenos temporales, el dicho ídolo demonio se les mostraba muy alegre y
regocijado. Y este tal principal que hablaba con el dicho ídolo estos días y hacía los sacrificios, en todo este tiempo no
comunicaba carnalmente con su mujer ni venía a su casa. Y el cacique y señor natural, ansí mismo, en los días pardos
que no hacía el cielo espejado, no acudía a su casa a ver ni a conversar con, su mujer carnalmente; y, cuando hacía el
día claro, iba a su casa y participaba con su mujer, y luego se volvía a la casa donde idolatraban. Y ésta era la manera
que tenían en el modo del sacrificar. Y los indios o indias o niños que sacrificaban a los ídolos, después de haberlos
sacrificado, los echaban lejos por su ínfición. Y los indios que adquirían en la guerra, [a] esos mataban y comían los
caciques y sus vasallos, comiendo carne humana. Y los principales deste pueblo, en su gentilidad, cada uno dellos tenía
a cuatro, y cinco y seis mujeres. Y los macehuales tenían dos y tres mujeres, y a la primera respetaban las demás. Y esto
responden a este capítulo.

15 ¶ A los quince capítulos: la manera que tenían los señores y caciques naturales deste pueblo y cabecera en el
gobierno de sus vasallos era que los tenía[n] muy sujetos y avasallados, y ellos les temían y respetaban como a sus
señores naturales, y obedecían como a tales. Y ellos los mantenían en mucha paz y justicia, en tal manera, que sus
vasallos los amaban por el buen tratamiento que les hacían. Las armas que vestían para la guerra, cuando se les ofrecía
tenerla con las provincias comarcanas, eran unos escaopiles, a manera de cosetes sin mangas, que les llegaban hasta la
cintura, hechos de manta y algodón, muy bien cosidos y tupidos con su cordoncillo, que resistían que no las pasase
flecha ni otra arma alguna. La gente de guerra llevaban sus rodelas medianas, que hacían de varillas tejidas con
cordoncillo de algodón y aforradas de cuero por los bordos, y varas tostadas. Y estos rodeleros se ponían delante de la
gente de arco y flecha, y algunos llevaban sus macanas de palo con filos de navaja a los lados que cortaban como
espada, que, al indio que alcanzaban en el cuerpo, brazo y pierna, se lo cortaban [a] cercén. Los caciques y señores de
la cabecera, y principales deste pueblo y sus vasallos, siempre tuvieron guerras con los caciques y señores de las
provincias de Tecpan Quauhtemala y Uhtlatlan, que eran cabeceras y reinos distintos y de por sí. Que el uno destos
reinos cae a la banda del norte y, el otro, a la banda del poniente, aunque los unos y los otros señores todos eran
emparentados y deudos. Pero entre ellos hubo siempre odio y capital enemistad, y les duró muchos años y tiempo, hasta
que vinieron los españoles a la conquista desta tierra. Las insignias que los caciques y señores deste pueblo traían en
sus divisas en las guerras [eran] unas águilas y, otros, de tigres y, otros, otras figuras de animales; de manera que, por las
dichas divisas e insignias, eran conocidos los tales señores y la gente principal de cada reino y provincia. El traje y
vestido que en tiempo de su infidelidad vestían eran unos xicoles que, en su lengua materna, llamaban xah pot, a modo
de una chamarra sin mangas que, a los señores y caciques, les daba en el medio del muslo y, a los macehuales, por
debajo del ombligo. Y traían puestos por pañetes unos manteles de algodón a manera de venda, con que se cubrían sus
vergüenzas. Y las mujeres de los naturales traían unas camisillas cortas de algodón y unas naguas de lo propio. El traje
que ahora traen es camisas y zarahueles de algodón de la tierra, y jubones y chamarras y zapatos de cuero de la tierra. Y
algunos traen botas y, otros, sus cotaras. Y los que tienen posible, que tratan en granjerías de mercaderías de la tierra y
cacao, traen chamarras y calzones de paño de la tierra hecho en la Nueva España, azul y de otras colores, y sayal por la
mayor parte, y unas mantas atadas al hombro amanera de capas, largas hasta abajo, unas blancas y otras listadas, y
plumería. Traen algunos dellos sombreros en las cabezas, y otros andan sin ellos, y sus rosarios al cuello. Las mujeres
traen huipiles y naguas al uso de México, que en esta lengua materna llaman al huipil pot, que les llega más de media
pierna, escotado al cuello, y la manga no más larga que al molledo del brazo y, cuando mucho, al codo; las naguas
llaman en su lengua materna uk, las cuales traen ceñidas al ombligo, y les llega al empeine del pie. Cuando vienen a la
iglesia, traen un paño blanco en la cabeza de dos varas de ruán, o naval de lo mismo. Dicen estos viejos que, en tiempo
de su gentilidad, los dichos indios vivían más sanos y recios que no en este tiempo, porque no vivían con tanta ociosidad
[y] porque, a la sazón cuando se venían a casar, los varones pasaban de cuarenta años y, las mujeres, de veinte, y
veinticinco y treinta años; lo cual es ahora al contrario, porque, antes que lleguen a edad de quince años y doce, andan
persuadiendo y molestando al sacerdote y religioso a que los case. Los mantenimientos que, en aquel tiempo, usaban los
naturales era maíz, ají y frijoles, y otras legumbers de la tierra, que ellos sembraban y cogían, y de las carnes del monte:
venados, conejos, puercos monteses, tepeiscuintles, armadillos y otros animales silvestres, y gallinas de la tierra,
pescado, camarones, cangrejos e iguanas, que son de la manera de los lagartos de España, aunque son mayores, que
es muy buena comida, y sabrosa y sana. Y lo mismo usan hoy día. Y esto responden a este capítulo.
16 ¶ A los dieciseis capítulos: en cuanto a él, está respondido en el tercero capítulo.

17 ¶ A los diecisiete capítulos: en este dicho pueblo de San Bartolomé, como está dicho, es pueblo sano, aunque es tierra
caliente. Las enfermedades que en este pueblo más reinan son calenturas y cámaras de sangre, y bubas y otros males
contagiosos. Las cámaras de sangre son peligrosas, [de] las cuales en gente moza y, vieja escapan pocos. El remedio es
como está dicho y declarado en este mismo capítulo, en la relación que se hizo en la cabecera de Atitlán, que es
suchipatle y unas orejuelas que llaman suchinacaztle. El suchipatle son unas raíces de una yerba, que tienen un olor
bueno, y las orejuelas producen unos árboles pequeños, lo cual molido todo junto en el chocolate, que es la bebida que
se acostumbra en esta tierra, se les da de beber a los enfermos con agua caliente desleído, y aprovecha a los enfermos.
Y esta bebida usan los naturales y españoles de ordinario, y hallan remedio con ello.
18 ¶ A los dieciocho capítulos: se responde a él que este pueblo está rodeado de sierras y montañas altas y ásperas,
como está dicho y declarado en las preguntas antes desta. Y, ansí, no se declara más en éste, de referirlo al capítulo que
desto trata en la averiguación que se hizo en la cabecera de Atitlán.

19 ¶ A los diecinueve capítulos: en lo que a él tocase, refiere y remite al capítulo que trata desto en los capítulos de atrás.
Y, ansí, aquí no se responde a él.

20 ¶ A los veinte capítulos: se dice y responde que, en este pueblo de San Bartolomé, no hay lagunas. Y en este artículo
se remite y refiere a la averiguación que está hecha en la dicha cabecera, que trata de lagunas. En él se verá lo que
desto se quisiere ver y saber. En los montes deste pueblo hay muchos géneros de culebras muy ponzoñosas de
cascabel, unas pintadas, y otras verdes y otras pardas. Y hay un género de víboras que no son más grandes que desde
el codo a la muñeca de la mano, las cuales llaman los indios, en la lengua mexicana, tlamacaz coatl, 47 la cual es negra,
que no tiene cascabel, la cual dicen estos indios que es gruesa como la pantorrilla del pie y que es tan ponzoñosa que, al
indio que pica en cualquiera parte, muere dentro de veinticuatro horas, y otros, más. Y hay otras víboras y culebras que
son bobas, que no hacen mal, que los indios llaman mazacoatl, y hecacoatl y tlilcoatl, 48 las cuales los indios traen en las
fiestas principales, en sus fiestas y areytos, revueltas al cuerpo y al brazo sin hacer daño alguno. En los montes deste
pueblo se crían muchas martas de ricos pellejos, y monos, y otros animales que llaman pezotles, 49 que los naturales
suelen comer. Y éstos son los que destruyen los cacahuatales, porque comen el fruto dellos, y lo mismo hacen las
martas. Y esto responden a esta pregunta.

21 ¶ Al veintiún capítulo se responde lo que en el capítulo de suso se declara en cuanto a lo de los volcanes. Y ansí, en
éste no se trata del.

22 ¶ A los veintidos capítulos: se responde que, en este pueblo de San Bartolomé, hay unos árboles que los indios llaman
coxte, que los naturales suelen y acostumbran plantar en las heredades de cacao que tienen, las cuales llaman “madres
de cacao”. Ésta es madera incorruptible que, debajo de la tierra, dura cuarenta, y cincuenta y sesenta años, y más. Y
desta madera hacen los naturales tablas y vigas para enmaderar y entablar sus casas, y hacen puertas y ventanas y
camas de madera, y otras cosas que han menester, ansí para sus casas como para su iglesia. Y esto responden a este
capítulo.

23 ¶ A los veintitres capítulos: como está dicho y declarado en los capítulos antes deste, las frutas de la tierra que hay en
este pueblo son aguacates y ciruelas de la tierra, y zapotes que llaman injertos, que tienen la cáscara verde y, de dentro,
la carne tienen colorada, y unas vainas que producen los árboles, que es fruta sabrosa, que llaman quauxonequiles, la
carne blanca y el hueso verde, que también la comen los naturales cocida. Y una fruta menuda como manzanilla, que
llaman los indios nances, que son como las azofaifas de Castilla, dulce y sabrosa de comer, aunque es fruta pesada. De
frutas de Castilla no hay ningunas, porque no se dan por ser la tierra caliente.
24 ¶ A los venticuatro capítulos: se responde que el grano que se da en este pueblo, y las demás semillas, es el maíz, ají,
frijoles, calabazas y pepitas, y batatas y yuca boniata, y tomates y chía a manera de zargatona; que ésta se hace y
muele, después de tostada, revuelta con maíz tostado para beber. Y lo beben los naturales, y la tienen por cosa sana y
fresca. Y con esto se sustentan los naturales de este pueblo y los demás de la comarca. Y usan llevarla, molida, en un
costalillo para su beber en camino largo los naturales, cuando van a sus tratos y contrataciones. Y esto se responde a él.

25 ¶ A los veinticinco capítulos: no se responde, porque en esta tierra y comarca no es dispuesta para darse ella las
cosas que la pregunta refiere.
26 ¶ A los veintiseis capítulos: en este pueblo, ni su tierra, no hay ningunas plantas aromáticas, aunque hay cantidad de
yerbas medicinales de que los naturales usan para sus medicinas y curas, cuando les suceden algunas enfermedades. Y
la que más tienen por aprobada es el picietle, que llaman en Castilla tabaco, la cual yerba a la contina los naturales usan
della, fresca y seca, y aprovecha para las picaduras de las víboras y otras sabandijas venenosas. Mojada la yerba, y el
zumo exprimido en la propia picadura y puestas las hojas encima, mitiga y aplaca el dolor. Hay dos géneros della, que la
una es boniata, y aprovecha para cualquier hinchazón y para sacar cualquier frío o pasmo, calentadas las hojas y puestas
en la parte necesaria que lo requiere, y arranca el frío y mitiga el dolor. La otra es más viva y fuerte, que llaman los
naturales “tabaco mexicano”. Ésta, molida y seca, revuelta un poco de cal en ella, la usan los indios y negros traer en la
boca (dicen que les da fuerza y les quita la sed), ansí estando en sus casas como caminando. Y los naturales, cuando
van a sus heredades, y cacahuatales y labranzas de maíz, la llevan en sus calabacillos, y en la boca, para defender que
ninguna víbora u otra sabandija ponzoñosa les pique. Y también hacen unos cañutillos, los cuales encienden y chupan el
humo, lo cual hallan por cosa muy saludable para cualquier enfermedad. Hay otra yerba en esta tierra contra ponzoña,
que llaman “la contrayerba”, que la raíz della, molida y bebida en agua caliente o en vino, es muy provechosa contra
cualquier veneno o rejalgar. Tiene la hoja verde y el vástago de un jeme, y la hoja a manera de un escudo. Y esto se
responde a esta pregunta.

27 ¶ A los veintisiete capítulos: se responde que, en los montes deste pueblo, no hay otros animales que sean bravos, si
no son los tigres y leones que en ellos se crían allí. Ansí mismo, hay zorros raposos; puercos monteses que tienen el
ombligo encima del lomo, los cuales son bravos y salvajes; hay venados, conejos en los montes, y otras aves, como
perdices, y palomas torcazas y tórtolas y pavas, que son tan grandes como gallinas de la tierra; hay papagayos grandes y
pequeños de dos o tres géneros, y hay algunas águilas grandes que crían por los peñascos, y guacamayos, que son
unas aves que tienen las plumas coloradas, verdes, azules y amarillas, las cuales los naturales se aprovechan de las
plumas para sus bailes y areytos, y dellos se hacen algunos aventadores galanos.
28 ¶ A los veintiocho capítulos: no se responde a él, porque en este pueblo ni en su comarca no se ha visto ni hallada
minas de oro ni de plata, ni otros mineros de metales ni de colores.

29 ¶ A los veintinueve capítulos: no se responde a él, porque en este pueblo ni [en] su comarca no hay canteras de
ningún género, ni cosa señalada que toque a esto.

30 ¶ A los treinta capítulos: en este pueblo ni en su comarca no hay salinas de sal. La que los naturales han menester
para sus tratos y contrataciones, y para su comer, la van a comprar a los pueblos de la costa de la Mar del Sur los indios
que en ello tratan, y la traen, en caballos y a cuestas, a vender en los tiangues y mercados que se hacen. En la cabecera,
y en este pueblo, la traen los indios desta manera. El algodón para las mantas, de que hacen su vestido, los indios e
indias lo van a comprar a los pueblos comarcanos de la Costa, a tierra caliente, porque en este pueblo no se cría ni coge
algodón.

31 ¶ A los treinta y un capítulos: respondiendo a él, las casas de los naturales deste pueblo el techado es de paja y,
algunas dellas, de bijaos. Y por ser tierra caliente, los más de los naturales tienen cercadas sus casas de tablas angostas
que sirven de paredes, y algunos tienen las paredes de adobes y enmaderadas de madera recia, que es la que tenemos
declarada en los capítulos antes deste que es durable, que, debajo de la tierra, como está dicho, dura cuarenta, y
cincuenta años y más tiempo, sin podrirse, porque es recia como un hueso para este efecto. La tienen en mucho los
naturales, y ansi la plantan en sus heredades de cacao por madres del cacao, que es apropiada para ello.
32 ¶ A los treinta y dos capítulos: no se responde a él cosa alguna, porque en este pueblo nunca ha habido fortalezas
ningunas en ningún tiempo. Y esto se responde.
33 ¶ A los treinta y tres capítulos: se responde que las contrataciones que los españoles e indios naturales tienen en esta
tierra es el cacao, que lo compran de rescate y de cosecha. Lo tienen en este pueblo y en los demás comarcanos. Y
tienen sus granjerías de vender el cacao a dinero y a trueque de ropa de todo género. Y con este cacao, por ser moneda
que corre, compran lo que han menester para su vestuario los indios, y sus mujeres e hijos. Porque el cacao les es dinero
para comprar, y dello pagan su tributo en especie, y usan dello para su beber. Tienen para sus contrataciones sus
caballos de albarda para el acarreto del maíz y otras provisiones, porque todo se trae de fuera, parte de los pueblos de la
serranía, como está dicho.

34 ¶ A los treinta y cuatro capítulos: la iglesia catedral es en la ciudad de Santiago de Cuauhtemala, donde reside el
reverendísimo obispo de la dicha ciudad, que es religioso de la orden del señor San Jerónimo. Dícese fray Gómez de
Córdova. La dicha ciudad, como está dicho, está distante deste pueblo veinte leguas de final camino de muchas cuestas.
El camino, torcido y doblado, en algunas partes es llano y las leguas no muy grandes. Y esto se responde a este capítulo.

35 ¶ A los treinta y cinco capítulos: en la cabecera deste pueblo no hay otra iglesia parroquial ni prebenda, más del
convento que al presente está fundado en él.
36 ¶ A los treinta y seis capítulos: como está dicho y declarado en las preguntas antes deste, en el dicho pueblo y
cabecera de Atitlán, a donde este pueblo es sujeto, está fundado un monasterio de religiosos de la orden del señor San
Francisco. En él residen cinco religiosos de la dicha orden. Ha cuarenta y cinco años, poco más o menos, que está
fundado; que lo fundó, según está declarado en los capítulos de suso, fray Gonzalo Méndez y fray Diego, Ordóñez,
religiosos desta orden. No hay en él monasterio de monjas en el dicho pueblo, ni otra iglesia alguna, ni menos hay cosa
señalada en él.
37 ¶ A los treinta y siete capítulos: en el dicho pueblo no hay ningún hospital, ni colegio, ni otra obra pía. Y ansí, no se
declara cosa alguna de lo en este capítulo contenido.
38 ¶ A los treinta y ocho capítulos: no se responde a él, porque este pueblo está distante de la mar más de seis leguas
grandes.
39 ¶ A los treinta y nueve capítulos: no se responde a él cosa alguna de lo en él contenido.

40.41.42.43.44.45.46.47.48.49. ¶ A los [cuarenta], cuarenta y uno, cuarenta y dos, cuarenta y tres capítulos, cuarenta y
cuatro, cuarenta y cinco, cuarenta y seis, cuarenta y siete, cuarenta y ocho y cuarenta y nueve capítulos: no se responde
a ellos cosa alguna, porque todo ello es cosa tocante a las cosas de la mar. Y ansí, no se hace mención de cosa alguna
de lo que los dichos capítulos refieren.

50 ¶ A los cincuenta capítulos: después de hecha y acabada la dicha relación y memoria en la manera que dicha es y por
el tenor de la dicha instrucción, los dichos señores, Alfonso Páez Betancor, corregidor por su majestad en este dicho
pueblo y su partido, y fray Pedro de Arboleda, guardián del monasterio y convento del señor San. Francisco, que reside y
está en la dicha cabecera, lo firmaron de sus nombres como personas que se hallaron presentes al hacer de la dicha
relación, en este dicho pueblo y estancia de San Bartolomé, sujeto a la cabecera de Atitlán, en veinte y tres días del mes
de febrero de mil quinientos ochenta y cinco años. Lo cual se hizo en cumplimiento de lo por su majestad mandado. Y
mandaron a mí, el dicho escribano, que lo cosiese e incorporase con la relación principal hecha en la dicha cabecera,
para lo enviar al ilustrísimo señor licenciado García Valverdi, del Consejo de su majestad, y su presidente en la Real
Audiencia que reside en la ciudad de Santiago, provincia de Guatemala, y gobernador y capitán general en su distrito,
para que [a su vez] su señoría ilustrísima lo envíe ante su majestad, como se contiene en la dicha instrucción original que
va por cabeza desta relación. Va enmendado de cuenta del propio escribano. Valga y no empezca. Alonso Páez Betancor
(rúbrica) fray Pedro de Arboleda (rúbrica).

Y yo, Francisco de Villacastín, escribano nombrado de la Audiencia y Juzgado del señor Alonso Páez Betancor,
corregidor por su majestad en este pueblo de Atitlán y su partido; y por su mandado, presente fui a lo que dicho es, y lo
escribí según ante mí pasó. Va con autoridad del señor corregidor, que aquí firmó su nombre, y, por ende, hice aquí mi
firma y rúbrica acostumbrada en testimonio de verdad. Francisco de Villacastín, escribano (rúbrica).

INSTRUCIÓN Y MEMORIA DE LAS RELACIONES QUE

se han de hacer para la descripción de las Indias, que su


majestad manda hacer, para el buen gobierno y ennoblecimiento
dellas
PRIMERAMENTE, los gobernadores, corregidores o alcaldes mayores, a quien los virreyes, audiencias y otras personas
del gobierno enviaren estas instrucciones y memorias impresas, ante todas cosas, harán lista y memoria de las pueblos
de españoles y de indios que hubiere en su jurisdicción, en que solamente se pongan los nombres de ellos escritos de
letra legible y clara, y luego la enviarán a las dichas personas del gobierno, para que, juntamente con las relaciones que
en los dichos pueblos se hicieren, la envíen a su majestad y al Consejo de Indias.
Y distribuirán las dichas instrucciones y memorias impresas por los pueblos de los españoles y de indios de su
jurisdicción, donde hubiere españoles enviándolas a los concejos y, donde no, a los curas si los hubiere y, si no, a los
religiosos a cuyo cargo fuere la doctrina, mandando a los concejos, y encargando de parte de su majestad a los curas
y religiosos que, dentro de un breve término, las respondan y satisfagan como en ellas se declara, y les envíen las
relaciones que hicieren juntamente con estas memorias, para que ellos, como fueren recibiendo las relaciones, vayan
enviándolas a las personas de gobierno que se las hubieren enviado, y las instrucciones y memorias las vuelvan a
distribuir, si fueren menester, por los otros pueblos adonde no las hubieren enviado.
Y, en los pueblos y ciudades donde los gobernadores o corregidores y personas de gobierno residieren, harán las
relaciones de ellos, o encargarlas han a personas inteligentes de las cosas de la tierra, [para] que las hagan según el
tenor de las dichas memorias.
Las personas a quien se diere cargo en los pueblos de hacer la relación particular de cada uno dellos, responderán a los
capítulos de la memoria que se sigue, por la orden y forma siguiente:
Primeramente, en un papel aparte, pondrán, por cabeza de la relación que hicieren, el día, mes y año de la fecha de ella,
con el nombre de la persona o personas que se hallaren a hacerla, y el del gobernador u otra persona que les hubiere
enviado la dicha instrucción.
Y, leyendo atentamente cada capítulo de la memoria, escribirán lo que hubiere que decir a él en otro capítulo por sí,
respondiendo a cada uno por sus números, como van en la memoria, uno tras otro. Y, en los que no hubiere qué decir,
dejarlos han sin hacer mención de ellos, y pasarán a los siguientes, hasta acabarlos de leer todos y responder los que
tuvieren qué decir, como queda dicho, breve y claramente, en todo afirmando por cierto lo que lo fuere y, lo que no,
poniéndolo por dudoso; de manera que las relaciones vengan ciertas, conforme a lo contenido en los capítulos
siguientes.

M e m o r i a d e l a s c o s a s q u e s e h a d e r e s p o n d e r,

y de que se han de hacer las relaciones


1. Primeramente, en los pueblos de los españoles, se diga el nombre de la comarca o provincia en que están, y qué
quiere decir el dicho nombre en lengua de los indios y porqué se llama así.
2.Quién fue el descubridor y conquistador de la dicha provincia, y por cuya orden y mandado se descubrió, y el año de su
descubrimiento y conquista, lo que de todo buenamente se pudiere saber.
3.Y, generalmente, el temperamento y calidad de la dicha provincia o comarca, si es muy fría o caliente, o húmeda o
seca, de muchas aguas o pocas, y cuándo son, más o menos, y los vientos que corren en ella qué tan violentos y de
qué parte son, y en qué tiempos del año.
4.Si es tierra llana o áspera, rasa o montuosa, de muchos o pocos ríos o fuentes, y abundosa o falta de aguas, fértil o
falta de pastos, abundosa o estéril de frutos y de mantenimientos.
5.De muchos o pocos indios, y si ha tenido más o menos en otro tiempo que ahora, y las causas que dello se supieren; y
si los que hay, están o no están poblados en pueblos formados y permanentes; y el talle y suerte de sus
entendimientos, inclinaciones y manera de vivir; y si hay diferentes lenguas en toda la provincia, o tienen alguna
generalmente en que hablen todos.
6.El altura o elevación del polo en que están los dichos pueblos de españoles, si estuviere tornada y se supiere, o hubiere
quien la sepa tomar, o en qué días del año el sol no echa sombra ninguna al punto de medio día.
7. Las leguas que cada ciudad o pueblo de españoles estuviere. de la ciudad donde residiere la audiencia en cuyo distrito
cayere, o del pueblo donde residiere el gobernador a quien estuviere sujeta; y a qué parte de las dichas ciudades o
pueblos estuviere.
8. Asimismo, las leguas que distare cada ciudad o pueblo de españoles de las otras con quien partiere términos,
declarando a qué parte cae dellos, y si las leguas son grandes o pequeñas y por tierra llana o doblada, y si por
caminos. derechos o torcidos, buenos o malos de caminar.
9. El nombre y sobrenombre que tiene o hubiere tenido cada ciudad o pueblo, y porqué se hubiere llamado así (si se
supiere) y quién le puso el nombre y fue el fundador della, y por cuya orden y mandado la pobló, y el año de su
fundación, y con cuántos vecinos se comenzó a poblar y los que al presente tiene.
10. El sitio y asiento donde los dichos pueblos estuvieren, si es en alto o en bajo, o llano; con la traza y designio, en
pintura, de las calles y plazas y otros lugares señalados de monasterios, como quiera que se pueda rasguñar
fácilmente en un papel, en que se declare qué parte del pueblo mira al mediodía o al norte.
11.En los pueblos de los indios, solamente se diga lo que distan del pueblo en cuyo corregimiento o jurisdicción
estuvieren, y del que fuere su cabecera de doctrina.
12.Y asimismo, lo que distan de los otros pueblos de indios o de españoles que en torno de sí tuvieren, declarando, en
los unos y en los otros, a qué parte dellos caen, y si las. leguas son grandes o pequeñas y, los caminos, por tierra
llana o doblada, derechos o torcidos.
13. Item, lo que quiere decir en lengua de indios el nombre del dicho pueblo de indios y porqué se llama así, si hubiere
qué saber en ello, y cómo se llama la lengua que los indios del dicho pueblo hablan.
14. Cuyos eran en tiempo de su gentilidad, y el señorío que sobre ellos tenían sus señores y lo que tributaban, y las
adoraciones, ritos y costumbres, buenas o malas, que tenían.
15. Cómo se gobernaban y con quién traían guerra, y cómo peleaban, y el hábito y traje que traían y el que ahora traen, y
los mantenimientos de que antes usaban y ahora usan, y si han vivido más o menos sanos antiguamente que ahora, y
la causa que dello se entendiere.
16. En todos los pueblos, de españoles y de indios, se diga el asiento donde están poblados, si es sierra o valle, o tierra
descubierta y llana, y el nombre de la sierra o valle y comarca do estuvieren, y lo que quiere decir en su lengua el
nombre de cada cosa.
17. Y si es tierra o puesto sano o enfermo, y, si enfermo, por qué causa (si se entendiere), y las enfermedades que
comúnmente suceden, y los remedios que se suelen hacer para ellas.
18. Qué tan lejos o cerca está de alguna sierra o cordillera señalada que esté cerca del, y a qué parte le cae y cómo se
llama.
19. El río o ríos principales que pasaren por cerca, y qué tanto apartados dél y a qué parte, y qué tan caudalosos son; y si
hubiere qué saber, alguna cosa notable de sus nacimientos, aguas, huertas y aprovechamiento de sus riberas, y si
hay en ellas, o podrían haber, algunos regadíos que fuesen de importancia.
20. Los lagos, lagunas o fuentes señaladas que hubiere en los términos de los pueblos, con las cosas notables que
hubiere en ellos.
21. Los volcanes, grutas, y todas las otras cosas notables y admirables en naturaleza que hubiere en la comarca dignas
de ser sabidas.
22. Los árboles silvestres que hubiere en la dicha comarca comúnmente, y los frutos y provechos que dellos y de sus
maderas se saca, y para lo que son o serían buenas.
23. Los árboles de cultura y frutales que hay en la dicha tierra, y los que de España y otras partes se han llevado, y se
dan o no se dan bien en ella.
24. Los granos y semillas, y otras hortalizas y verduras, que sirven o han servido de sustento a los naturales.
25. Las que de España se han llevado, y, si se da en la tierra el trigo, cebada, vino y aceite, en qué cantidad se coge, y si
hay seda o grana en la tierra y en qué cantidad.
26. Las yerbas o plantas aromáticas con que se curan los indios, y las virtudes medicinales o venenosas de ellas.
27. Los animales y aves, bravos y domésticos, de la tierra, y los que de España se han llevado, y cómo se crían y
multiplican en ella.
28. Las minas de oro y plata, y otros mineros de metales o atramentos y colores, que hubiere en la comarca y términos
del dicho pueblo.
29. Las canteras de piedras preciosas, jaspes, mármoles, y otras señaladas y de estima que asimismo hubiere.
30. Si hay salinas en el dicho pueblo o cerca del, o de dónde se proveen de sal y de todas las otras cosas de que tuvieren
falta para el mantenimiento o el vestido.
31. La forma y edificio de las casas, y los materiales que hay para edificarlas en los dichos pueblos, o en otras partes de
donde los trujeren.
32. Las fortalezas de los dichos pueblos, y los puestos y lugares fuertes e inexpugnables que hay en sus términos y
comarca.
33. Los tratos y contrataciones y granjerías de que viven y se sustentan, así los españoles como los indios naturales, y de
qué cosas y en qué pagan sus tributos.
34. La diócesi, de arzobispado u obispado o abadía, en que cada pueblo estuviere, y el partido en que cayere, y cuántas
leguas hay y a que parte del pueblo; dónde reside la catedral y la cabecera del partido, y si las leguas son grandes o
pequeñas, por caminos derechos o torcidos, y por tierra llana o doblada.
35. La iglesia catedral, y la parroquial o parroquiales que hubiere en cada pueblo, con el número de los beneficios y
prebendas que en ellas hubiere, y, si hubiere en ellas alguna capilla o dotación señalada, cuya es y quién la fundó.
36. Los monasterios de frailes o monjas de cada orden que en cada pueblo hubiere, y por quién y cuándo se fundaron, y
el número de religiosos y cosas señaladas que en ellos hubiere.
37. Asimismo, los hospitales y colegios y obras pías que hubiere en los dichos pueblos, y por quién y cuándo fueron
instituidos.
38. Y, si los pueblos fueren marítimos, demás de lo susodicho, se diga en la relación que dello se hiciere la suerte de la
mar que alcanza, si es mar blanda o tormentosa, y de qué tormentas y peligros, y en qué tiempos comúnmente
suceden, más o menos.
39. Si la costa es playa o costa brava, los arrecifes señalados y peligros para la navegación que hay en ella.
40. Las mareas y crecimientos de la mar, qué tan grandes son, y a qué tiempos mayores o menores, y en qué días y
horas del día.
41. Los cabos, puntas, ensenadas y bahías señaladas que en la dicha comarca hubiere, con los nombres y grandeza
dellos, cuanto buenamente se pudiere declarar.
42. Los puertos y desembarcaderos que hubiere en la dicha costa, y la figura y traza de ellos, en pintura como quiera que
sea en un papel, por donde se pueda ver la forma y talle que tienen.
43. La grandeza y capacidad de ellos, con los pasos y leguas que tendrán de ancho y largo, poco más o menos (como se
pudiere saber), y para qué tantos navíos serán capaces.
44. Las brazas del fondo dellos, la limpieza del suelo, y los bajos y topaderos que hay en ellos y a qué parte están; si son
limpios de broma y de otros inconvenientes.
45. Las entradas y salidas dellos a qué parte miran, y los vientos con que se ha de entrar y salir dellos.
46. Las comodidades y descomodidades que tienen de leña agua y refrescos, y otras cosas buenas y malas para entrar y
estar en ellos.
47. Los nombres de las islas pertenecientes a la costa y porqué se llaman así; la forma y figura dellas, en pintura si
pudiere ser, y el largo y ancho y lo que bojan; el suelo, pastos, árboles y aprovechamientos que tuvieren; las aves y
animales que hay en ellas, y los ríos y fuentes señaladas.
48. Y generalmente, los sitios de pueblos de españoles despoblados, y cuándo se poblaron y despoblaron, y lo que se
supiere de las causas de haberse despoblado.
49. [Descríbanse] todas las demás cosas notables, en naturaleza y efectos, del suelo, aire y cielo, que en cualquiera
parte hubiere y fueren dignas de ser sabidas.
50. Y, hecha la dicha relación, la firmarán de sus nombres las personas que se hubieren hallado a hacerla, y sin dilación
la enviarán, con esta instrucción, a la persona que se la hubiere enviado.

ESTANCIA DE SAN ANDRÉS, SUJETO DE ATITLÁN


En el pueblo de San Andrés, sujeto y estancia de la cabecera de Santiago Atitlán, [a] veintiseis días del mes de febrero
de mil quinientos ochenta y cinco años, por mandado del ilustrísimo señor licenciado García de Valverdi, del Consejo de
su majestad y su presidente de la Audiencia Real, que está y reside en la ciudad de Santiago de Guatemala, y
gobernador y capitán general en su distrito, los ilustres señores Alonso Páez Betancor, corregidor por su majestad en el
dicho pueblo de Atitlán y su partido, y fray Pedro de Arboleda, guardián del monasterio y convento del señor San
Francisco que está en el dicho pueblo de Atitlán, en presencia de mí, Francisco de Villacastín, escribano nombrado de la
Audiencia y Juzgado del dicho señor corregidor; estando los dichos señores en este dicho pueblo en cumplimiento de lo
mandado por su majestad, fueron venidos a él para hacer la descripción que se les manda, conforme a la instrucción
escrita de molde que les ha sido enviada por su señoría ilustrísima. Poniendo en efecto lo en ella contenido, mandaron
parecer ante sí a don Francisco Vázquez, gobernador de la dicha cabecera y sus sujetos, y a don Gaspar Manrique, indio
principal dél y ladino en la[s] lengua[s] castellana y mexicana, y la materna destos naturales, por cuya lengua, y mediante
él, se han de preguntar a los viejos antiguos que pudieron ser habidos en este dicho pueblo, nombrados Thomás Pérez,
alcalde, Melchor Martín y Andrés Martín, regidor[es] dél, y Melchor Pérez, vecinos y naturales deste dicho pueblo, que,
según ellos dijeron, son de edad de más de sesenta años y, por su aspecto, ansí lo parecían; los cuales, siendo
preguntados a cada uno de por sí y a todos juntos por el tenor de los dichos capítulos de la dicha instrucción, dijeron lo
siguiente:
1 ¶ Al primer capítulo: en cuanto a este artículo, en lo tocante a la fundación y apellido de la ciudad de Santiago, y por
qué se dice Quauhtemala, ya está respondido en la averiguación que dello se hizo en la dicha cabecera de Atitlán. Y,
porque allí consta [y]a por extenso, aquí no se hace mención más de remitirse a él.

2 ¶ Al segundo capítulo: respondiendo a él los susodichos de suso nombrados, que son los viejos nombrados en la
cabeza desta instrucción, [dijeron] que el descubridor y conquistador de la dicha provincia de Cuauhtemala fue el
adelantado don Pedro de Alvarado, que vino a la descubrir y conquistar por orden de don Hernando Cortés, Marqués del
Valle, que a la sazón gobernaba en México después de acabada la conquista della. El cual don Pedro de Alvarado vino
con muchos soldados españoles a la conquista y descubrimiento destas provincias de Guatemala. Y esto responden.
3 ¶ Al tercero capítulo: dijeron que la calidad deste dicho pueblo es caliente y sano y, en alguna parte, húmedo. Y
participa desta humedad en tiempo de aguas, porque vienen con mucha violencia, y suelen ser por los meses de mayo,
junio, julio, agosto, septiembre, hasta entrado el mes de octubre. Algunos años son más y otros menos, y en todas las
horas del día, y suelen durar tres, y cuatro y seis días, sin alzarse. Los vientos ordinarios que corren en este pueblo es el
poniente y sur, el cual dicen estos indios que suele venir con tanta violencia, que derriba muchos árboles y los arranca de
raíz. Y éste suele venir con aguas bravísimas, en tal manera, que destruye las heredades de cacao que tienen los
naturales y las sementeras de maíz, y les hace mucho perjuicio en sus casas y techados. Y, a las veces, la furia deste
viento sur es al principio de las aguas, y de media noche abajo hasta las nueve de la mañana, y trae mucho granizo que
les es muy molesto a los indios porque les destruye el fruto de los cacahuatales, y otras frutas de la tierra y legumbres
della.

4 ¶ Al cuarto capítulo: su sitio deste pueblo es encima de una barranca alta y, en lo alto della, hace una llanada en donde
está este pueblo asentado, cercado de unas montañas altas. Y el sitio donde el dicho pueblo está sitiado es barrial, y por
lo bajo dél pasa un río grande, caudaloso, el cual en tiempo de aguas no se puede vadear por la grande avenida que
suele traer. Y, para esto, tienen hecha los indios una puente de madera, alta, de vigas grandes y gruesas. Y deste río
beben los naturales, que es buena [el agua]. Dicen que este río procede de la laguna de Atitlán, y corre hacia el sur, y
entra en la Mar del Sur. Y, como está dicho, es todo el sitio rodeado de montañas altas de diferentes arboledas silvestres,
y barrancas y honduras. En este pueblo no hay sabanas rasas. Cógese poco maíz en él, aunque los indios lo siembran
tres veces en el año. Y la causa es que el maíz que se coge no les dura más de mes y medio, que luego se les pudre y
torna harina. Y ansí, los indios deste pueblo lo traen de acarreto, en sus caballos y a cuestas, de los pueblos de las
serranías que están a doce, quince y veinte leguas deste pueblo. Hay frutas de la tierra, como son aguacates, ciruelas,
zapotes colorados que llaman mameyes y, otros, injertos, y anonas y nances que produce la tierra. No hay frutas de
Castilla ningunas, por ser la tierra cálida.
5 ¶ Al quinto capítulo: este pueblo y estancia de San Andrés tiene ciento y un indios casados tributarios y seis solteros, al
presente. 50 Y, en el tiempo de su gentilidad, había ochocientos indios poblados por los montes, en diferentes partes y
lugares, hasta que, después de venidos los españoles a la conquista desta tierra, se recogieron y poblaron por orden de
los religiosos de San Francisco en el asiento donde están hoy, que los sacaron de los montes. Y estos religiosos son fray
Gonzalo Méndez y fray Diego Ordóñez. Dicen que la causa de haber venido a tanta diminución ha sido la ocasión:
pestilencias y mortandades que les ha sucedido. Y también porque los tigres, que en aquel tiempo había muchos en los
montes donde estaban poblados, los comían y, otros, por haberse ido a vivir a otros pueblos comarcanos. Y, como está
dicho, este pueblo está asentado encima de una llanada, [cerca] de una barranca alta, y con dos calles y su plaza en
medio, donde está la iglesia. La lengua que estos naturales comunican es la materna, que ellos llaman zotohil; y ansí
mismo hablan la lengua achí, que es la guatemalteca, y otra que se llama uhtlateca, que casi son de un mismo lenguaje,
aunque difieren en algunos vocablos. Algunos entienden la lengua mexicana, aunque no la hablan con tanta policía como
los naturales de la Nueva España. Son indios de razonable entendimiento y dóciles en las cosas de que son enseñados,
en especial los que se crían en la iglesia, porque éstos saben leer y escribir, y cantar el canto llano y decir las Horas, y
oficiar las misas y tañer ministriles de flautas y trompetas. Los dichos religiosos de San Francisco que han sido, y que al
presente son, han tenido y tienen mucho cuidado de que en este pueblo haya escuela en donde los niños deprendan a
leer y escribir y cantar. Y, para ello, tienen un indio maestro que los enseña en el canto, y a leer y escribir y la doctrina
cristiana, a los niños y niñas que hay en el pueblo, y a las demás gentes dél.
6 ¶ Al sexto capítulo: no se responde a él, porque en este pueblo ni en su comarca no hay persona que entienda de
altura.
7 ¶ Al séptimo capítulo: este pueblo es distante de la ciudad de Santiago de Quauhtemala veinte leguas, a lo que todos
comúnmente dicen. Y en la dicha ciudad, reside la Audiencia Real y el ilustrísimo señor presidente y gobernador della,
con los demás señores oidores que entienden en su gobierno destas provincias, en cuyo distrito está incluso este pueblo.

8 ¶ Al octavo capítulo: este pueblo de San Andrés parte términos, por la parte del sur distancia de siete leguas, con el
pueblo de Xicalapa, de la encomienda de Juan Rodríguez Cabrillo, 51 vecino de Guatemala; y, por la parte del poniente,
parte términos con el pueblo de San Juan de Nahualapa, de la encomienda de Gaspar Arias Dávila, ansí mismo vecino
de Guatemala, cuatro leguas, poco más o menos. El camino [es] trabajoso, de barrancas y cuestas y ríos grandes, y
arroyos que bajan de las sierras de los volcanes. El camino [es] torcido y malo de caminar en tiempo de las aguas, y los
ríos [son] trabajosos de pasar, por sus avenidas grandes y lodos que hay. Y esto se responde a este capítulo.

9 ¶ Al noveno capítulo: este pueblo de San Andrés se llama en la lengua materna Qui Ohg, 52 y en la mexicana Xahuac
Tepeti. 53 Dicen estos indios que esta denominación tomó este pueblo antiguamente, en la parte y lugar donde estaban
poblados, porque en el patio dél estaba un grande cu donde hacían sus sacrificios al demonio y, en medio de una
plazuela que había, estaba un árbol grande que llaman pochotl en mexicano y, en castellano, “ceiba”, y muchos de los
xahuactles, que son unas cañas macizas, negras, de que se hacen hoy día bordones negros y lisos. Y, por esta razón, se
llamó Xahuac Tepetl el asiento donde estaban asentados antiguamente en el asiento viejo, de donde los sacaron los
religiosos de San Francisco atrás nombrados, fray Gonzalo Méndez y Diego Ordóñez, porque, por estar poblados en
montañas grandes de tierra áspera y fragosa, no los podían visitar para los doctrinar, y los pasaron al sitio adonde ahora
están poblados. Y como está respondido, el día de hoy no hay más de ciento y un indios casados y seis solteros; y que
se han disminuido por las causas y razones dichas en la quinta pregunta desta relación. Y esto responden.

10 ¶ Al décimo capítulo: por haber respondido a él en los


capítulos de atrás, no se responde a él más de remitirse al cuarto capítulo.

11 ¶ Al onceno capítulo: este pueblo de San Andrés es estancia


sujeta a la cabecera de Atitlán, que es cabeza deste corregimiento, y en él reside el señor Alonso Páez Betancor,
corregidor por su majestad de la dicha cabecera y su partido, a cuyo cargo está la administración de la Real Justicia. Y es
cabecera de la doctrina, porque en él está fundado un monasterio y convento de religiosos de señor San Francisco. Y es
guardián dél el padre fray Pedro de Arboleda, y con él están otros cuatro religiosos que entienden en su doctrina y
conversión, y les administran los demás sacramentos, ansí a los de la dicha cabecera como a los desta estancia y a los
demás sujetos que están poblados en la Costa del sur, a tres, cuatro, y cinco leguas y seis, de la dicha cabecera.
12.13 ¶ A los doce y trece capítulos: no se responde a ellos cosa alguna.
14 ¶ A los catorce capítulos dijeron estos viejos de suso nombrados: dij[eron] que siempre, desde el tiempo de su
gentilidad, los naturales principales e indios desta estancia han estado sujetos a los caciques y señores naturales desta
cabecera, a quien reconocían por su rey. Y ellos eran sus vasallos, a cada uno, co[nforme se] iban sucediendo por línea
recta; y que este señor y su cacique natural se llamaba en su lengua Ahg Tziquine Hay, y los mexicanos llamaban Tecpan
Tolotl y, en castellano, propiamente se dice “el señor de la casa”; y que sólo a este señor, y a los que le iban sucediendo,
obedecieron y respetaron como a su señor natural y pagaban su tributo de esclavos, mantas, cacao, miel, quetzales. Y
hacían sus sementeras de maíz, ají, frijoles y las demás legumbres, y le acudían con todos los demás servicios
personales como a tal su señor natural, haciéndole sus casas y reparándoselas, según y como él se lo mandaba y las
personas que dello tenían el cargo. Y que, en el tiempo de su gentilidad, los principales y naturales deste pueblo tuvieron
un ídolo de piedra de altor de una vara de medir, labrado a manera de una niña, al cual llamaban Cinquimil 54 en su
lengua materna, y que ésta llamaban “diosa hembra”, ante quien hacían sus sacrificios, y se cortaban las orejas y
retazaban sus miembros, y sacrificaban indios e indias y niños y les ofrecían los corazones, y, en un brasero, le
quemaban y ofrecían incienso y hule, y pájaros, y la sangre que se sacaban los indios de las orejas y miembros viriles
cuando se retazaban. Y sacrificaban indios e indias y niños, [y] se lo ofrecían al dicho ídolo. Y cuando estos naturales, en
el tiempo de su gentilidad, querían saber del dicho ídolo si había de haber hambre, pestilencia o guerras, enviaban a un
indio, anciano principal, para que fuese a consultar con el dicho ídolo y hacerle sacrificio de la manera que está dicho. Y,
si había de haber guerras, el dicho demonio se les mostraba con arco y flechas en la mano, aunque no hablaba. Y,
cuando había de haber hambre y esterilidad, se les mostraba muy triste y flaco y seco. Y, si había de haber pestilencia, se
le aparecía tendido, echado en el suelo y con una soga al pescuezo. Y en pareciéndoles de la suerte que está dicha, el
dicho indio que tenían por sacerdote se lo relataba a los que lo habían enviado, y decía del modo que se les había
mostrado. Y habiéndolo entendido, se juntaban los viejos del pueblo y sacaban unas pinturas antiguas que tenían, en
donde contaban los meses y años, y echaban suertes. Y, en la pintura que caía la suerte, conocían y entendían el tiempo
[en] que había de suceder la guerra, hambre o pestilencia, que el dicho demonio les había significado. Y desta manera
acertaban el tiempo [en] que había de suceder lo que el dicho demonio les había mostrado. Y, cuando había de haber
buenos temporales y abundancia de los frutos de la tierra, se les mostraba el dicho demonio muy alegre. Y [dijo] que los
principales desta tierra y pueblo tenían a tres y cuatro mujeres, y otros menos, y que a la primera mujer respetaban; y a la
mujer que no paría ni concebía hijos, que luego la desechaban de sí y no las tenían en sus casas. Y esto responde.

15 ¶ A los quince capítulos: la manera que tenían los caciques y señores naturales de la cabecera con sus vasallos era
que los tenía. muy sujetos y avasallados, y sus vasallos le amaban y temían y tenían mucho respeto. Y los dichos
señores los gobernaban y mantenían en paz y justicia. Las armas que vestían para las guerras eran un escaopil a
manera de chamarreta, que a algunos les daba en la cintura y, [a] otros, abajo del cuadril, a manera de ropeta. Y estos
escaopiles se hacían de manta y, entre medias de los dobleces della, echaban lechos de algodón, y después los cosían y
tupían con cordoncillos de hilo de algodón torcido, que resistían y defendían que no las pasase ninguna flecha, ni las
cortasen las macanas de navajas y varas tostadas. Y, en las guerras, se aprovechaban de los arcos y flechas que tenían
con sus puntas de navajas, y con varas tostadas y macanas, y llevaban sus rodelas pequeñas que tenían. Y las macanas
eran como espadas que tenían dos filos de navajas, y cortaban en tanta manera que, al indio que alcanzaban por el
cuerpo, lo cortaban por medio. Y los naturales deste pueblo, y las demás estancias sujetas a la dicha cabecera [de
Atitlán], tenían sus guerras con los indios y señores de las provincias de Cuauhtemala y Uhtlatlán, que eran dos reinos,
cada uno de por sí, con los cuales a la contina tuvieron capital odio y enemistad. Y les duró mucho tiempo, hasta que
vinieron los españoles a la conquista desta tierra. Las divisas que traían los caciques y señores y sus capitanes eran de
águilas y tigres, y otras aves y animales, las cuales traían en las cabezas hechas de plumería de colores y de pellejos; de
manera que iban en la guerra muy señalados, y eran conocidos por las insignias que llevaban. El vestido y traje que
traían en aquel tiempo eran unos xicoles, que en su lengua materna llamaban xa[h] pot, al modo de unas chamarras sin
mangas que a los caciques les daba en el medio del muslo y, a los macehuales, por debajo del ombligo. Y se ponían
unos masteles de tela de algodón a manera de vendas, con que se cubrían sus vergüenzas. Y las mujeres traían unos
huipiles las que eran señoras, y unas naguas de lo propio, y las indias macehuales y bajas se cubrían de unas mantas y
naguas de lo propio que les daba a la pantorrilla. El traje que el día de hoy traen es camisas y zarahueles de algodón de
la tierra, y jubones y chamarras y zapatos de cuero de la tierra. Y algunos traen calzadas botas, y otros calzan cotaras,
que es el calzado que en su gentilidad usaban. Y los españoles han dado industria en la Nueva España de hacer paños
de lana de todas colores, y ansí los indios caciques y principales, y otros mercaderes que tienen posible, visten sayos,
chamarras y ropetas y capotes y calzones de paño azul y pardo y otras colores, y otros visten, más en general, sayal. Y
las indias, ansí principales como plebeyas, traen el traje de las indias de la Nueva España, que son huipiles y naguas
galanas y costosas. Y, cuando vienen a la iglesia, traen unas cobijas de lienzo de Castilla, naval de dos varas y, otras, de
ruán del mismo anchor. En el tiempo de su gentilidad, dicen estos indios viejos, que los naturales deste pueblo vivían más
sanos y recios, porque no vivían con tanta ociosidad como ahora [y] porque los caciques y señores los traían más
ejercitados en las cosas de la guerra. Y cuando el varón se venía a casar, era de edad de treinticinco y cuarenta años, y
la mujer de veinticinco y treinta años. Y ansí, los hijos que procreaban salían, después de criados, grandes y valientes. Lo
que no es ahora, porque el indio e india, antes que lleguen a [la] edad que manda el Concilio, molestan a los religiosos
que los casen. Y ansí, salen los hijos pequeños y afeminados. Los mantenimientos de que antiguamente usaban los
naturales era maíz, ají, frijoles, calabazas, y otras legumbres de la tierra que ellos sembraban y cogían; y de carnes de
venado, puercos monteses, conejos, tepeiscuintes, armadillos, conejos y pizotes, salvajinas del monte y perrillos caseros
de la tierra que los naturales criaban, y gallinas de la tierra, y pescado y cangrejos y camarones que pescaban en el río
deste pueblo y en otros que hay en sus términos. Y lo mismo usan hoy día. Y esto responden.
16 ¶ A los dieciseis capítulos: no se responde a él cosa alguna.

17 ¶ A los diecisiete capítulos: como está dicho, este pueblo es sano. Las enfermedades que más reinan en él son bubas
y jiote, mal contagioso, cámaras de sangre, y calenturas de tercianas y cuartanas. Las cámaras de sangre son incurables,
las cuales en gente moza y vieja imprime mucho, que, en dándoles, escapan pocos. El remedio que tienen los naturales
desta tierra, y los españoles se aprovechan della, son unas raíces de yerbas que tienen buen olor, que llaman suchipatli
55 en lengua mexicana, y unas orejuelas que llaman suchinacaztli, que, molido todo junto revuelto con cacao, y desleído
como chocolate en agua caliente, se da a los enfermos deste mal, y hallan remedio con ello.

18 ¶ A los dieciocho capítulos: en lo tocante a los volcanes no se responde aquí, porque, en la relación hecha en la
cabecera de Atitlán, se ha respondido extensamente a este capítulo.

19 ¶ A los diecinueve capítulos: ya está respondido en cuanto a los ríos en el cuarto capítulo desta instrucción y, por no
ser río notable, no se torna a responder a él en este capítulo.

20 ¶ A los veinte capítulos: en este pueblo no hay ninguna laguna y, en cuanto a este artículo, lo que en él se refiere ya
está dicho y declarado en la averiguación hecha en la cabecera de Atitlán sobre este caso. Y ansí, no hay qué responder
más de remitirse a él.
21 ¶ A los veintiun capítulos: en las averiguaciones hechas en la dicha cabecera, se hace mención por extenso en cuanto
a lo de los volcanes; ansí, constará en ellos en cuanto a este artículo y se verá por la pintura que dello se hizo. Y ansí, se
remite a él. Y esto responde.
22 ¶ A los veintidos capítulos: la madera que estos indios tienen para enmaderar y entablar seis casas, y de que las
tienen cercadas y hacen barbacoas en que duermen, son de una madera que ellos llaman madres del cacao, la cual es
más recia que el hueso porque es de calidad que, aunque esté treinta, y cuarenta y cincuenta y más años debajo de la
tierra y agua, no se pudre por su gran fortaleza. Y ansí, los plantan entre sus cacahuatales y heredades de cacao, y las
llaman madres del cacao. Hay otros géneros de árboles muy grandes y silvestres, porque este pueblo está cercado de
grandes montañas y grandísimas y gruesas arboledas, que, por evitar prolijidad, no se ponen aquí sus nombres, porque
son árboles inútiles y de poco provecho.
23 ¶ A los veinte [y tres] capítulos: en cuanto a lo de las frutas que esta tierra produce, ya está dicho y declarado, en los
capítulos antes deste, que las frutas que se dan en ella son anonas, mameyes, zapotes, injertos, nances,
nanahuazapotes, 56 guayabas, plátanos y ciruelas de la tierra. No hay frutas de Castilla porque, por ser la tierra caliente
en demasía, no se han dado los naturales a plantarlas, excepto naranjas, dulces y agrias, limones, limas y cidras, que
éstas hay en cantidad porque se dan muy bien en esta tierra.
24 ¶ A los veinte y cuatro capítulos: el grano que se da en este pueblo es el maíz. ají, frijoles y calabazas, de que sacan
las pepitas. Hay batatas y yuca boniata, [y] esto en cantidad. No hay otro género de semillas de Castilla ni de la tierra. Y
esto se responde.

25 ¶ A los veinte y cinco capítulos: no se responde a él, porque en esta tierra y comarca no es dispuesta para darse en
ella las cosas que la pregunta refiere.

26 ¶ A los veinte y seis capítulos: en esta tierra ni su comarca no hay plantas de árboles aromáticos, aunque hay muchas
y diferentes yerbas de que los naturales usan para sus medicinas y curas cuando les suceden algunas enfermedades. Y
la que tienen por yerba y medicina muy aprobada es el picieti, que en nuestro lenguaje castellano se llama tabaco, la cual
dicha yerba a la contina los naturales usan della, fresca y seca; y aprovecha mucho para las picaduras de las víboras y
otras sabandijas venenosas. Majada la yerba y el zumo exprimido en la picadura, y puestas las hojas encima, mitiga y
aplaca el dolor y quita la hinchazón. Y, ansí en este pueblo y en los demás delta provincia de Guatemala en general, seca
la yerba del tabaco y molida, hacen unos cigarrillos dellos, y lo encienden y toman el humo chupado, y aprovecha para el
ahíto, y restriñidura y dolor de cabeza, y ventosidad y otras enfermedades de pechuguera y romadizo. Y los indios,
cuando van a sus cazas, y pesquerías y labranzas, la llevan consigo, molida en polvos, de temor de las víboras. Y
aprovéchales mucho y lo hallan saludable. Hay otra yerba en este pueblo, que lllaman la contrayerba; que la raíz, molida
y bebida en vino o agua caliente, es muy provechosa contra cualquier rejalgar o ponzoña venenosa, y para las picaduras
de las víboras. Tiene la hoja verde y el vástago de un jeme, y la hoja a manera de un escudo. Y esto se responde a este
capítulo.

27 ¶ A los veinte y siete capítulos: en los montes deste pueblo hay leones y tigres bravos que se crían en los montes, y
zorros, y raposas y puercos monteses que tienen el ombligo encima del lomo; hay tepeizcuintles, pizotles, y armados y
conejos, y venados de dos géneros, que unos son grandes y, otros, pequeños a manera de cabritos de tres meses, que
llaman los indios temazatl, 57 que son monteses; [hay] palomas torcazas, hay tórtolas, pavas y pavones tan grandes como
gallinas de la tierra, que a las pavas llaman los indios coxolotles 58 y, a los pavones, tequechules. 59 Aprovéchanse de las
plumas de las alas destos pájaros para aventadores. Hay papagayos grandes y pequeños de dos o tres géneros, y
algunas águilas grandes que crían en los peñascos, y guacamayos, que es un género de aves que, cogidos pollos, son
domésticos y crían en casa. Las plumas son amarillas, coloradas, azules y verdes, de las cuales se aprovechan los
naturales para sus areytos y bailes en días de fiesta.
28 ¶ A los veinte y ocho capítulos: en este pueblo ni en su comarca se ha hallado mineros ni veneros de oro ni plata, ni de
otros metales, porque, como está dicho, todo es montañas y tierra fragosa de grandes honduras y barrancos.

29 ¶ A los veinte y nueve capítulos: no se responde a él, porque en este pueblo no hay cosa de lo en el dicho capítulo
contenido.

30 ¶ A los treinta capítulos: en este pueblo ni en su tierra no hay salinas. La sal que han menester los naturales, la traen
los indios que en ello tratan y tienen sus granjerías de los pueblos de la Costa, en caballos y a cuestas, y la venden en los
mercados y tianguis que se hacen en la comarca deste pueblo y en la cabecera dél, que la traen de los pueblos que
están cerca de la Mar del Sur; y ansí, éstos no la alcanzan si no es desta manera. Ni, menos, en este pueblo no se cría ni
coge algodón. Lo que los naturales han menester para hacer de vestir para ellos, y sus mujeres e hijos, lo traen de los
pueblos de la Costa, donde se coge y cría en cantidad.

3l ¶ A los treinta y un capítulo: ya está dicho que el asiento deste pueblo es caliente, de cuya causa los naturales tienen
las paredes de sus casas, muy pocos dellos, de adobes, y todos los más las tienen cercadas de tablas alrededor, y el
techado es de paja. La madera dellas es de la madre del cacao, que está dicho de suso que es palo recio, duro y que
nunca se pudre, de que hacen vigas y tablas, y puertas y ventanas. Y desta madera tienen mucha alrededor deste dicho
pueblo.
32 ¶ A los treinta y dos capítulos: en este pueblo no hay, ni ha habido, fortaleza ni albarradas en tiempos antiguos ni
ahora. Y, si algunas había en su gentilidad, era en las angosturas de los caminos. Y esto responden a esta pregunta.
33 ¶ A los treinta y tres capítulos: las contrataciones que los naturales y españoles tienen en esta tierra es el cacao, que
lo compran de rescate y de cosecha. Y para ello tienen sus heredades de cacao, y con este cacao compran lo que han
menester para su vestuario, y de sus mujeres e hijos, porque el cacao les es dinero para comprar, y dello pagan su tributo
en especie y usan dello para su bebida. Tienen, para sus contrataciones, sus caballos de albarda para el acarreto y
provisión del maíz, porque todo se trae de acarreto de fuera parte.
34 ¶ A los treinta y cuatro capítulos: la iglesia catedral [está en la ciudad de Santiago de Guatemala], donde reside el
obispo, fraile de la orden de San Jerónimo. Dícese fray Gómez de Córdoba. Está este pueblo. distante de la ciudad de
Santiago veinte leguas. Camino áspero de muchas cuestas y reventones, de tierra doblada y, en algunas partes, tierra
llana, aunque las leguas no son muy grandes.

35 ¶ A los treinta y cinco capítulos: en este pueblo, ni en la cabecera, no hay otra iglesia si no es el monasterio, ni menos
hay otra iglesia que sea parroquial, ni prebenda más del dicho monasterio que está dicho en los capítulos antes deste. Y
esto se responde.
36 ¶ A los treinta y seis capítulos: como está dicho y declarado en los capítulos antes deste, en la cabecera de Atitlán,
donde está sujeto este pueblo, está fundado el dicha monasterio de religiosos de señor San Francisco, en donde al
presente reside el padre fray Pedro de Arboleda por guardián, que es la persona que, con el señor corregidor, está
presente al hacer esta descripción y relación. Con él están otros cuatro religiosos de misa, que entienden en la
conversión y doctrina de los naturales. Ha que está fundado, más de cuarenta y cinco años. Los fundadores dél son fray
Gonzalo Méndez y fray Diego Ordóñez, religiosos de la dicha orden. No hay monasterio de monjas en el dicho pueblo ni
otra iglesia alguna, ni menos otra cosa señalada en él. Y esto se responde a él.
37 ¶ A los treinta y siete capítulos: en el dicho pueblo de Atitlán, cabecera desta estancia, no hay ningún hospital, ni
colegio ni otra obra pía, y ansí no se declara en este capítulo cosa ninguna de lo en él contenido.
38 ¶ A los treinta y ocho capítulos: esta estancia de San Andrés está distante de la mar seis leguas, poco más o menos.

39.40.41.42.43.44.45.46.47.48.49. ¶ A los treinta y nueve, cuarenta, cuarenta y uno, cuarenta y dos, cuarenta y tres,
cuarenta y cuatro, cuarenta y cinco, cuarenta y seis, cuarenta y siete, cuarenta y ocho, cuarenta y nueve capítulos: no se
responde a ellos cosa alguna, porque todo ello es tocante a las cosas de la mar y, ansi, en este caso, en ellos no se hace
mención de cosa alguna de lo que los dichos capítulos dicen.

50 ¶ A los cincuenta capítulos de la dicha instrucción: después de hecha y acabada esta relación y memoria en la manera
que dicha es y por el tenor de la dicha instrucción, los dichos señores Alonso Páez Betancor, corregidor por su majestad
en este dicho pueblo y estancia y cabecera de Atitlán, y de los demás de su partido, y fray Pedro de Arboleda, guardián
susodicho, lo firmaron aquí de yuso de sus nombres, en la estancia de San Andrés, en veinte y seis días del mes de
febrero de mil quinientos ochenta y cinco años, como personas que se hallaron presentes al hacer desta relación y
memoria en cumplimiento de lo mandado por su majestad. Y mandaron a mí, el dicho escribano, lo junte y arrime con las
demás relaciones y memorias hechas en este caso, para todo ello lo enviar al ilustrísimo señor licenciado García de
Valverdi, del Consejo de su majestad y su presidente en la Real Audiencia que reside en Guatemala, y gobernador y
capitán general en su distrito, para el efecto que su majestad manda. Va enmendado ... 60 Valga y no empezca. Alonso
Páez Betancor (rúbrica), fray Pedro de Arboleda (rúbrica).

Y yo, Francisco de Villacastin, escribano de la Audiencia y Juzgado del señor Alonso Páez Betancor, corregidor por
su majestad en este pueblo de Atitlán y su partido, por su mandado y con su autoridad, lo susodicho escribí según que
ante mí pasó. Y lo firmó aquí el señor corregidor de su nombre, de suso, y por ende hice aquí mi firma y rúbrica
acostumbrada. En testimonio de verdad. Francisco de Villacastin, escribano (rúbrica).

ESTANCIA DE SAN FRANCISCO, SUJETA AL PUEBLO DE ATITLÁN


En el pueblo de San Francisco, estancia sujeta a la cabecera del pueblo de Atitlán, de la Real Corona y encomienda de
Sancho Barahona, vecino de Santiago de Guatemala, en veinte y siete días del mes de febrero de mil quinientos ochenta
y cinco años; estando en él los ilustres señores Alonso Páez Betancor, corregidor por su majestad de la cabecera y
pueblo de Atitlán y su partido, y fray Pedro de Arboleda, guardián del monasterio y convento de señor San Francisco que
está en la dicha cabecera, en cumplimiento de lo mandado por su majestad en la instrucción de molde escrita que les fue
enviada por el ilustrísimo señor licenciado García de Valverdi, del Consejo de su majestad y su presidente de la Real
Audiencia que está y reside en la ciudad de Santiago de Guatemala, y gobernador y capitán general en su distrito, en
este día comenzaron a hacer esta relación. Y, para ello, mandaron parecer ante sí a Diego Rodríguez, alcalde deste dicho
pueblo, y Andrés de Aguilar, regidor, y Antón de Mansilla, principal, y Diego Méndez, tequitlato desta dicha estancia, que
son los indios más viejos que se pudieron hallar, que, siendo preguntados por la edad que tienen, dijeron ser mayores de
sesenta años, y ansí lo parecían por su aspecto. Y mediante don Gaspar Manrique, principal de la dicha cabecera, siendo
preguntados por el tenor de la dicha instrucción en su lengua materna, a cada una dellas respondieron y dijeron lo
siguiente:
1 ¶ En cuanto al primer capítulo: atento a que en la relación principal que se hizo en la dicha cabecera sobre razón del
nombre Cuauhtemala y por qué se llama ansí, dijeron que se remiten en este artículo a la dicha relación que está hecha
y, por eso, no se responde aquí.

2 ¶ Al segundo capítulo: dijeron que el fundador de la ciudad de Santiago de Guatemala fue el adelantado don Pedro de
Alvarado que, con los soldados españoles sus compañeros, vinieron a la conquista destas provincias; [pero] que no se
acuerdan qué tantos tiempos y años ha que fundó la dicha ciudad con ayuda de los dichos españoles.
3 ¶ Al tercero capítulo: dijeron que el temple y calidad deste pueblo es bueno y sano y, aunque es cálido, es templado;
que no hace frío, que dé pena, ni calor, que sea molesto. Y participa de humedad casi todo el año. En tempo de las
aguas, suelen [éstas] entrar al principio con gran violencia, y de ordinario son por los meses de abril, mayo, junio, julio,
agosto y septiembre. Y en algunos años son más, y en otros menos. Son las lluvias muy tempestuos[a]s, de mucho
granizo y truenos, relámpagos y rayos, que suelen caer por estar poblado y sitiado este pueblo en la halda del volcán,
aguas vertientes al sur. Cotidianamente, suelen correr los vientos del poniente y [d]el sur. El norte no alcanza en este
sitio; el sur es cálido, y el poniente es templado y sano.

4 ¶ Al cuarto capitulo: el asiento y sitio desde pueblo es en la ladera del volcán de Fuego. Es de tierra arenisca y
pedregosa, porque dicen los naturales que las piedras grandes que están hoy en él son las que cayeron del volcán de
Fuego que tiene este pueblo delante, cuando se abrió y reventó, [de] que no se acuerdan qué tantos años ha. Y en
algunas partes está raso y sin arboledas. Tienen un arroyo de agua pequeño, de que beben, y algunos tienen hechos sus
pozos en sus casas, de donde sacan agua para beber. No tienen pastos ningunos ni sabanas rasas, porque, como está
dicho, está asentado este pueblo en la halda del dicho volcán. Siembran los naturales dos veces en el año maíz para su
sustento, una, de temporal, y otra de regadío, que llaman tonalmille.61 Y, aunque cogen maíz, no se puede[n] sustentar
más de un mes, o mes y medio, porque con las grandes humedades se les pudre todo y torna harina. Y ansí, el maíz que
han menester para su proveimiento lo traen de acarreto, que lo van a comprar los naturales deste pueblo, quince y
dieciseis leguas de aquí, a los pueblos de la sierra comarcanos. Hay en este pueblo muchas frutas de la tierra, como son
tezonzapotes, anonas grandes y mameyes, e injertos y ciruelas de la tierra, y nances y aguacates en cantidad. No se dan
frutas de Castilla (ni los naturales las han plantado), por no ser la tierra dispuesta para ello.

5 ¶ A los cinco capítulos: en este dicho pueblo y estancia de San Francisco, en su gentilidad, había más de mil indios, y el
día de hoy no hay más de ciento ochenta y nueve indios tributarios casados, y algunos solteros y ocho viudos.
Preguntados la causa de tanta diminución a que han venido, dijeron que, antes que viniesen los españoles a la conquista
desta tierra, estaban metidos y poblados en los montes, donde había muchos tigres que comían [a] los indios, y, después
de venidos los españoles, les han sobrevenido muchas enfermedades y pestilencias en diferentes veces, hasta que fray
Gonzalo Méndez y fray Diego Ordóñez, religiosos de San Francisco, por no poderlos visitar en los lugares fragosos
donde estaban, los sacaron y asentaron en el sitio y asiento donde están ahora, e hicieron hacer la iglesia que tienen.
Está este dicho pueblo y estancia asentado en pueblo, formado por sus calles y plazas según la orden de los pueblos de
los españoles, y su iglesia en medio. La lengua materna que estos naturales hablan es la suya materna, que se llama
zotohil, conforme a la de la cabecera de donde ellos proceden. Hay pocos que entiendan la mexicana, porque no se dan
a ella. En algunos vocablos, difieren éstos de la lengua achí y uhtlateca, aunque casi es toda una. Son indios de
razonable entendimiento, dóciles en lo que son impuestos y enseñados. Saben algunos leer y escribir, y tocar ministriles
de flautas y trompetas. Tienen un maestro indio que enseña a leer y escribir a los niños deste pueblo, y para ello tienen
su escuela. Saben oficiar las misas, y decir las Horas y Vísperas, y este maestro indio enseña a los naturales la doctrina
cristiana.

6 ¶ Al sexto capítulo: no se responde a él, porque en este pueblo no hay persona que entienda del altura.
7 ¶ Al séptimo capítulo: este pueblo de San Francisco está distante de la ciudad de Santiago de Guatemala veinte leguas,
a lo que comúnmente dicen todos, la cual es cabeza deste reino; y en el[la] está y reside la Real Audiencia por su
majestad; y los señores presidente y oidores della, que entienden en el gobierno della y de las provincias que se incluyen
en su distrito.
8 ¶ Al octavo capítulo: este pueblo y estancia de San Francisco está sitiado entre la cabecera de Atitlán, y San Andrés y
Santa Bárbola, 62 sujetos a ella. Y ansí, por ser todos unos y no haber distinción de términos entre ellos, no se escribe
aqui cosa alguna más de que la estancia de Santa Bárbola, sujeta a esta cabecera, [de] norte [a] sur parte términos con
el pueblo de Santa María Magdalena Patulul, estancia de la cabecera del pueblo de Tecpán Atitlán, de la Real Corona,
distancia de dos leguas, poco más o menos. Y esto se responde a este capítulo.
9 ¶ Al noveno capítulo: no se responde a él cosa alguna, porque, como está dicho, los naturales desta estancia con los
de la cabecera son todos unos. Y, por las diligencias hechas en ella, se verá el nombre y denominación que la cabecera
tiene [y] por qué se llama Atitlán. Y ansí, se remite a él.

10 ¶ Al decimo capítulo: lo en él contenido se remite al quintocapítulo desta relación, que en él se refiere y declara el
asiento que tiene esta estancia.
11 ¶ Al onceno capítulo: como está dicho y declarado en la relación de la cabecera de Atitlán, el dicho pueblo es
cabecera del corregimiento deste partido que el ilustrísimo señor presidente y gobernador de Guatemala provee, y al
presente reside en él, por corregidor de su majestad, el señor Alonso Páez Betancor, vecino de la ciudad de Santiago de
Guatemala, el cual administra la Real Justicia en él y en los demás de su partido. Y es cabecera, ansí mismo, de la
doctrina, porque en él está fundado un monasterio y convento de religiosos de la orden del señor San Francisco, [donde]
reside al presente en él, por guardián, el padre fray Pedro de Arboleda, con otros cuatro religiosos que administran los
sacramentos a los naturales deste partido y les predican la palabra del Santo Evangelio, como está dicho y declarado en
la relación hecha en la dicha cabecera.
12.13. ¶ A los doce y trece capítulos: no se responde a ellos cosa alguna de lo en ellos contenido.

14 ¶ A los catorce capítulos: los viejos contenidos en esta relación, en la cabeza del[la], dijeron que los principales y
naturales deste pueblo y estancia, en el tiempo de su infidelidad, siempre fueron sujetos a los caciques y señores
naturales de la cabecera de Atitlán, a los cuales sirvieron, obedecieron y acataron como a su señor y rey natural, y a sus
ascendientes y descendientes por línea recta. Y ansí lo hicieron con el señor de la cabecera, que se llamaba en su
lengua materna Ahg Tziquine Hay, y en la lengua mexicana Tecpan Tototl, que quiere decir en la lengua castellana “el
señor del palacio”. Naturalmente a éste reconocieron por tal su señor y rey, y le pagaban sus tributos de esclavos, oro y
cacao, mantas, quetzales, ají, frijoles, miel, y otras cosas que ellos cogían y sembraban; y acudían con todos los demás
servicios personales, y hacían y reparaban sus casas y sementeras, y después, por su fin y muerte, a sus hijos y nietos
como iban sucediendo. Y [dijeron] que la cabecera de Atitlán era uno de los principales reinos que había en estas
provincias, y tenía otras provincias sujetas a él que ansí mismo le pagaban tributo. Y los señores y caciques de la
cabecera nunca reconocieron a otros señores ni provincias comarcanas, porque ellos fueron absolutos en su mando y
gobierno de sus vasallos, y era reino distinto y de por sí Atitlán. Y que, en el tiempo de su infidelidad, los naturales deste
pueblo adoraban un ídolo de piedra del tamaño de un niño de tres años, al cual llamaban en su lengua Zaqui Buk, que en
la lengua mexicana llamaban lztac Tlamacaz y, en la castellana, quiere decir “mozo blanco”, 63 al cual estos naturales
tenían hecho un cu alto en donde le tenían puesto en lo alto dél y subían a él por sus gradas. Y a este ídolo adoraban y
ante él sacrificaban indios e indias y niños, y les ofrecían los corazones y la sangre que dellos sacaban. Y ante este ídolo
se retazaban el miembro viril, y se cortaban las orejas y punzaban los molledos de los brazos con navajas sacándose
sangre, y la ofrecían al dicho ídolo. Y le encendían, en un brasero, incienso y batey, que llaman ule. Y todos estos
naturales tenían este modo de idolatría. Y, cuando se ofrecía que los principales deste pueblo querían saber si había de
haber algunas guerras, hambres, pestilencias, o año fértil y abundante, se juntaban todos y nombraban a un mancebo o
dos, y éstos iban de parte de los principales a hacer sus sacrificios y a consultar con el ídolo lo que quería[n] saber. Y
habiéndole ofrecido sacrificios de sangre e incienso, como está dicho, si había de haber guerras, se les mostraba el
demonio con un arco y flechas en las manos y una rodela a sus pies; y ansí entendía[n] que había de haber guerras. Y
cuando había de haber esterilidad, se les mostraba con una soga al pescuezo. Y si había de haber mortandad, hallaban
al ídolo tendido en el suelo, y en el cuerpo por todo él las señales de viruelas, o la pestilencia que había de haber. Y si los
años y temporales habían de ser fértiles y abundantes, se mostraba muy contento y el rostro alegre. Y desta manera
sabían los principales todo lo que querían saber. Y luego sacaban una pintura que ellos tenían y echaban suertes y, por la
suerte que salía, hallaban el tiempo en que había de suceder lo que el dicho ídolo demonio les había mostrado. Estos
indios viejos dicen que, en el tiempo de su infidelidad, los principales deste pueblo tuvieron a cuatro, y cinco mujeres y
seis cada uno, y a la primera respetaban las demás mujeres. Y la que era mañera y no se empreñaba, que la echaban de
su casa y no la tenían más consigo por lo dicho. Y esto responde a este capítulo.

15 ¶ A los quince capítulos: los caciques y señores y reyes de la cabecera de Atitlán fueron muy temidos y tenidos de sus
vasallos, a los cuales mantenían en mucha paz y justicia; y ansí, sus vasallos los amaban y respetaban como a tales sus
señores. Y cuando se les ofrecían algunas guerras con los demás señores y provincias comarcanas, apellidaban sus
vasallos y los juntaban en la cabecera, de donde salía el ejército. Y los seriares y caciques y principales, y la demás
gente de guerra, se vestían unos escaopiles, que eran como cosetes que hacían de tres y cuatro dobleces de manta, y en
cada doblez un lecho de algodón, y luego los pespuntaban con un cordoncillo de hilo torcido muy tupido, y esto les servía
de armas para defensa de sus personas. Y llevaban arcos y flechas, y rodelas y varas tostadas, y macanas con los
bordos de navajas a manera de espadas que tenían dos filos, y con hondas para tirar piedras. Y los caciques, señores y
principales, iban señalados en la guerra para ser conocidos, porque, encima destos cosetes y en la cabeza, por cascos
llevaban las divisas e insignias de águilas, tigres, pájaros y otros animales. Y siempre tenían guerras y competencias con
los caciques y señores de las provincias de Cuauhtemala y Uhtlatlán, no embargante que eran deudos propincuos, con
los cuales los señores desta cabecera tuvieron grande odio y enemistad muchos años y tiempo, hasta que vinieron los
españoles a esta tierra a la conquista della. En tiempo de su gentilidad, traían vestidos los señores unos xicoles, a modo
de chamarras sin mangas, que les daba en el medio del muslo y, a los macehuales, por bajo del ombligo. Y se ponían por
pañetes unos masteles de tela de algodón como vendas angostas, con que se tapaban sus vergüenzas. Y las mujeres
traían unas camisas cortas de algodón y unas naguas del propio algodón, que les llegaban a media pierna. El traje y
vestido que ahora usan son camisas y zarahueles de algodón y mantas blancas y de colores, que les sirve de capas
hasta la pantorrilla, y más abajo. Y calzan zapatos y botas de cuero de la tierra, y cotaras (que usaban antiguamente), y
chamarras y capotes de palio azul de la tierra y de otras colores (esto, los caciques y mercaderes que tienen posible) y,
en general, visten los más de chamarras y capotes y calzones de sayal. Las mujeres andan en el traje de las mujeres
indias de México: naguas y huipiles galanos y costosos. Y, cuando van a misa, llevan cobijas de lienzo de Castilla que
tienen dos varas de ruán, y de otros lienzos de naval o presilla, y de tela de la tierra. Dicen estos viejos que, en tiempo de
su gentilidad, cuando los hombres se venían a casar, eran de edad de treinticinco y cuarenta años y, las mujeres, de edad
de veinticinco años, y que los hijos que procreaban salían grandes y valientes. Los cuales no vivían tan ociosos como
ahora, porque los caciques y señores tenían mucho cuidado que, en siendo los mozos de edad, los ejercitaban en las
cosas de la guerra; y por lo contrario el día de hoy, que aún no son de edad perfecta los mozos y mozas, luego procuran
casarse. Y ansí, viven malsanos y enfermos. Los mantenimientos que usaban los indios en su gentilidad era de maíz, ají,
frijoles, calabazas, y otras legumbres de la tierra. Y comían carne de venado, y de perrillos que llamaban chochos, y
puercos monteses y tepeizcuintles, y armados y conejos, pizotles y otros animales del monte, y gallinas de la tierra y
otros animales, de que usan el día de hoy.

16 ¶ A los diez y seis capítulos: en este caso, se remite a lo que está dicho en el tercero capítulo delta relación.
17 ¶ A los diez y siete capítulos: este pueblo de San Francisco es pueblo sano, y las enfermedades que más en él reinan
son calenturas y tercianas, y jiote (mal contagioso) y bubas, y cámaras de sangre, [de] las cuales en gente moza escapan
pocos, aunque también hace impresión en los viejos. El remedio que hallan de ordinario para ellas es una raíz de una
yerba olorosa, que llaman suchipatle, y unas orejuelas que producen unos árboles pequeños que llaman huey nacaztli, 64
lo cual, molido con cacao y desleído con agua caliente, dándolo a beber a los enfermos deste mal, les es medicinal. Y
esto usan los naturales de ordinario, y hallan remedio con ello.
18 ¶ A los diez y ocho capítulos: este pueblo, como está dicho, está poblado a la halda del volcán de Fuego (que está a
la parte del sur) , en tierra pedregosa y áspera. Y este volcán se tiene noticia que puede haber más de ochenta años que
reventó y echó mucha cantidad de piedra y agua y fuego. Y ansí el día de hoy se echa de ver, por estar, todo lo que [se]
dice la boca, pelado y quemado a modo de una caldera. Y las piedras que hoy día hay en este pueblo las que cayeron de
lo alto del dicho volcán. Reventó, segunda vez, por el año de mil quinientos cuarenta y uno, cuando reventó el volcán de
Guatemala, cuando se anegaron los españoles de la Ciudad Vieja de Guatemala. Y ansí mismo, puede haber tres años,
poco más o menos, este dicho volcán echó fuego (aunque poco), cuando el volcán de Guatemala echó mucho fuego y
reventó. Y ansí, de cuando en cuando, por las mañanas y a las tardes, [echa] algún poco de humo. A este volcán llaman
los naturales en su lengua materna Hun 4at, que suena a “cosa que se quema”. 65 Y está otro volcán cabe éste, que
llaman los indios Oxi 4ahol, que significa o quiere decir “los tres mozos”. Es tierra fragosa la deste pueblo, y de muchos
pedregales. Y esto se responde a este capítulo.
19 ¶ A los diez y nueve capítulos: por no haber cerca deste pueblo ríos, ni arroyos ni fuentes notables, no se escribe en
cosa alguna de lo que el capítulo refiere.
20 ¶ A los veinte capítulos: en lo tocante a lagunas se remite en este caso a lo que está dicho y declarado en la relación
hecha en la cabecera de Atitlán, que allí constará.
21 ¶ A los veinte y un capítulos: se responde y remite a lo contenido en el dieciocho capítulo desta relación, porque en él
se hace mención de los volcanes que hay en la comarca desta cabecera. Y esto se responde.

22 ¶ A los veinte y dos capítulos: en donde este pueblo está asentado no hay pinales ni encinales ni robredales. La
madera de que los naturales se aprovechan para las vigas y tablas para enmaderar sus casas son de una madera muy
recia que ellos llaman madre del cacao, que ellos suelen plantar y poner por madres del cacao en sus heredades dello,
que llaman en su lengua materna coxte, 66 que significa “madera fuerte”. La cual, aunque esté debajo del agua cuarenta,
y cincuenta años y más, no se pudre, antes se para más recia que un hueso; y de las tablas desta madera hacen puertas
y ventanas y camas de madera, porque no tienen otra madera que les sea más útil y provechosa que ésta.
23 ¶ A los veinte y tres capítulos: como está dicho y referido en los capítulos antes deste, las frutas que tienen estos
indios de la tierra son aguacates y ciruelas de la tierra, y zapotes de dos o tres maneras, mameyes blancos e injertos, y
anonas y nances y guayabas, y camotes y yucas boniatas. Y, de las de Castilla, no alcanzan ninguna, si no es naranjas
dulces y agrias, limas y limones, cidras y plátanos, que esto se da en cantidad.
24 ¶ A los veinte y cuatro capítulos: como está dicho y declarado, el grano que se da en esta tierra es maíz, ají y frijoles, y
calabazas y tomates grandes. No se da trigo ni cebada en este pueblo ni en su comarca, por ser la tierra cálida e inútil
para ello.
25 ¶ A los veinte y cinco capítulos: no se responde a él, porque en esta tierra ni su comarca no es dispuesta para darse
en ellas las cosas que la pregunta refiere.
26 ¶ A los veinte y seis capítulos: en esta tierra no hay yerbas aromáticas ni plantas dello, aunque hay muchas y
diferentes yerbas que los naturales conocen y tienen para sus curas y medicinas, cuando les sucede alguna enfermedad.
Y la que tienen por más aprobada es el picietl, “tabaco”, la cual yerba los naturales tienen por cosa muy apropiada, ansí
fresca como seca. Y aprovecha para las picaduras de víbora y otras sabandijas ponzoñosas y venenosas. Majada la
yerba y el zumo exprimido en la propia picadura, y puestas las hojas encima, mitiga y aplaca el dolor, y quita la
hinchazón. Y aprovecha, tomada molida y seca en unos cañutillos, el humo della para el asma, pechuguera y romadizo, y
cólica y restriñidura de vientre. Y lo mismo, molida verde y bebido el zumo, aprovecha para purga, y echar cólera y flema.
Generalmente, para todos los males, porque no están los naturales sin ella. Y ansí mismo aprovecha para quitar el dolor
de cabeza y pasmo, puestas al fuego las hojas y untado con ello adonde hay dolor; y, puestas unas hojas calientes, es
muy provechoso y saludable. Hay otra yerba conocida en esta tierra, que llaman la contrayerba, que la raíz della, molida y
bebida en agua caliente o en vino, es muy provechosa contra cualquier rejalgar, veneno o picadura de víbora. Tiene la
hoja verde y el vástago de un jeme, y la hoja a manera de escudo.

27 ¶ A los veinte y siete capítulos: en los montes deste pueblo no hay otros animales que sean bravos, si no son los tigres
y leones, y zorros y raposos, y puercos monteses (que tienen el ombligo encima del lomo) , los cuales son bravos y
salvajes, y tepeizcuintles y armados y pizotles, y venados de dos géneros, que los unos son grandes, y los otros son unos
corcillos pequeños como una cabra muy pequeña; y en los montes hay palomas torcazas y tórtolas, y pavas y pavones
que los indios tienen en mucho (tienen el pico amarillo y son de pluma negra) , y papagayos grandes y pequeños de dos
o tres géneros, y algunas águilas que crían en los riscos y peñas altas; hay unos pájaros que, tomados pollos en los
nidos, después de grandes se hacen mansos y caseros y crían en casa: éstos tienen la pluma colorada, amarilla, azul y
verde. Précianlas los naturales mucho, porque se aprovechan della para sus areytos y bailes, y dellos hacen algunos
aventadores.
28 ¶ A los veinte y ocho capítulos: en este pueblo ni en su comarca nunca jamás ha habido mineros de plata ni de oro, ni
de otros metales y colores. Y ansí, no se responde a él cosa de lo en el dicho capítulo contenido.
29 ¶ A los veinte y nueve capítulos: en este pueblo ni su comarca hay canteras de mármol ni jaspe, ni cosa señalada que
toque a esto. Y ansí, no se responde a él cosa alguna de lo en ella contenido.
30 ¶ A los treinta capítulos: en este dicho pueblo no hay mineros de salinas, y la sal que han menester estos naturales la
traen de acarreto de los pueblos de la costa de la Mar del Sur los indios que en ello tratan y contratan. La cual traen en
polvo en costales, en sus caballos y a cuestas, y lo venden en los tianguis y mercados que se hacen en la cabecera, y en
otros desta comarca; y ansí, no la alcanzan, si no es desta manera. El algodón que han menester para su vestido, y de
sus mujeres e hijos, lo van a comprar a los pueblos comarcanos, como es en los pueblos de tierra caliente, Zamayac, el
Patulul y otros, porque en este pueblo no se siembra ni coge, por no ser dispuesto para ello. Y esto se responde a este
capítulo.
31 ¶ A los treinta y un capítulos: las casas de los naturales desta estancia de San Francisco tienen los cimientos de
piedra, y la[s] cerca[s] della (que sirven de paredes) son de tablas angostas por ser [la] tierra caliente. Y la madera de
vigas della es de la dicha madera coxte, que es madre del cacao. Como está dicho, es madera durable y recia; della
hacen tablas para entablar las casas y para camas de madera, y puertas y ventanas. El techado de las casas es de paja
y, algunas, de bijaos, que son palmas menudas, que les suele durar cuatro, cinco y seis años, y más tiempo.

32 ¶ A los treinta y dos capítulos: dicen estos indios viejos que, como son todos naturales y procedentes de la cabecera
de Atitlán, la fortaleza que tenían era la laguna que está en la cabecera, y allí se recogían todos para su resistencia
cuando tenían guerras con los indios de las provincias de Tecpan Quauhtemala y Tecpan Uhtlatlan, que era dos reinos de
por sí. Y, en las angosturas de los caminos, tenían hechas sus albarradas de piedra muy fuertes, y esto les servía de
fortaleza para sus contrarios.
33 ¶ A los treinta y tres capítulos: las contrataciones que estos naturales tienen, con los españoles y otros indios
mercaderes en esta tierra, es el cacao, quedo compran los dichos españoles de rescate. Y los naturales deste pueblo lo
tienen de cosecha, porque se dan a sembrar en gran cantidad por el provecho que dello se les sigue. Y tienen granjerías
de vender el cacao a trueco de dinero y ropa de todo género, y con este cacao compran todo lo que han menester para
sus casas, mujeres e hijos, para su vestuario, porque el cacao les es dinero para comprar, y dello pagan sus tributos en
especie, y usan dello para su bebida. Y para sus contrataciones tienen sus caballos de albarda para el acarreto y
provisión del maíz, porque, como está dicho, todo se trae de fuera parte, de los pueblos comarcanos.

34 ¶ A los treinta y cuatro capítulos: la iglesia catedral está en la ciudad de Santiago de Guatemala, donde el obispo, que
es religioso de la orden de señor San Jerónimo, tiene su silla y asiento. Dícese don fray Gómez de Córdoba. La dicha
ciudad está distante deste pueblo veinte leguas de trabajoso camino, de cuestas grandes y barrancosas, que, en tiempo
de aguas, es trabajoso de caminar por los arroyos grandes que hay en medio, y de lodos que hace con las muchas aguas
que llueve. Es el camino doblado, de montes de robledales y encinales y pinales grandes, [y] en algunas partes son
sabanas rasas, y las leguas son grandes y por camino torcido. Y esto se responde a este capítulo.
35 ¶ A los treinta y cinco capítulos: en la cabecera deste pueblo ni en la comarca della, no hay otra iglesia catedral ni
parroquial, ni prebenda más del convento que está dicho hay en la dicha cabecera, de religiosos de señor San Francisco.
Y esto se responde a este capítulo.
36 ¶ A los treinta y seis capítulos: como está dicho y declarado en los capítulos antes deste, en la dicha cabecera está
fundado un monasterio de los dichos religiosos, en donde a la contina residen cinco de misa, los cuales les predican la
palabra del Santo Evangelio, y los casan y bautizan, y dicen misa y administran los santo sacramentos. Y los dichos
religiosos son diestros y muy dóciles en esta lengua materna, y en ella les declara[n] la palabra del Santo Evangelio y
confiesan. Dicen estos naturales viejos que los dichos fray Gonzalo Méndez y fray Diego Ordóñez, religiosos antiguos de
la dicha orden; fundaron el monasterio de la dicha cabecera más ha de cuarenticinco años, y [que] sacaron [a] los
naturales del rededor de la laguna donde estaban poblados, porque eran malos de visitar y el camino trabajoso, y los
hicieron pasar al asiento donde al presente están. No hay monasterio de monjas en la dicha cabecera ni otra iglesia
alguna, ni menos cosa señalada en él de que se pueda hacer relación.
37 ¶ A los treinta y siete capítulos: en la dicha cabecera no hay ningún hospital ni colegio ni otra obra pía, y ansí no se
responde sobre ello cosa alguna de lo contenido en el dicho capítulo.
38 ¶ A los treinta y ocho capítulos: este dicho pueblo está distante de la Mar del Sur ocho leguas, poco más o menos, y
por lo dicho no se responde a él cosa alguna.
39.40.41.42.43.44.45.46.47.48.49. ¶ A los treinta y nueve, cuarenta, cuarenta y uno, cuarenta y dos, cuarenta y tres,
cuarenta y cuatro, cuarenta y cinco, cuarenta y seis, cuarenta y siete, cuarenta y ocho, [y] cuarenta y nueve capítulos: por
ser lo en ellos contenido cosa tocantes a la mar, no se hace mención de cosa ninguna aquí de lo en ellos contenido. Y
esto se responde.

50 ¶ A los cincuenta capítulos: el pueblo y cabecera de Atitlán tiene un sujeto y estancia que tiene ochenta y siete indios
tributarios, y dos viudos y ocho solteros. Es pueblo que puede haber cuarenta años, poco más o menos, que de la dicha
cabecera de Atitlán se pasaron (los naturales desta estancia, que se llama Santa Bárbola) a vivir en ella por la gran
fertilidad de aquella tierra. Porque, en ella, los naturales han plantado muchas huertas y heredades de cacao, y cogen por
sus tiempos mucho. Y ansí, tienen posible, y de cada día van plantando cacahuatales, teniendo respeto al mucho
provecho que dello se les sigue. Es tierra fértil de Ias frutas de la tierra de todos géneros. Es pueblo sano, y está poblado
en un alto cañón, sobre un río caudaloso que pasa al pie dél, donde toman mucho pescado blanco y mojarras y truchas,
cangrejos y camarones, de que los indios se aprovechan. Y por ser este pueblo y estancia tan pequeño y no haber más
tiempo que allí se pasaron, y no haber en él otra cosa memorable, no se ha hecho la descripción dél más de poner aquí
en suma la calidad de la tierra, que, aunque es cálida, es sana y en él se dan todas las legumbres de la tierra. Y por ser
húmeda, aunque cogen dos o tres veces en el año maíz, no les dura más de un mes y medio, y luego se les pudre y torna
harina. Y ansí, se trae de acarreto de los pueblos de la sierra el maíz que los naturales han de comer.
Y hecha y acabada la dicha relación de que suso se hace mención, y siendo los dichos indios examinados y
preguntados en su lengua materna mediante don Gaspar Manrique, indio principal de la cabecera, ladino en la lengua
castellana y mexicana, los dichos señores Alonso Páez Betancor, corregidor por su majestad deste partido, y fray Pedro
de Arboleda, guardián del dicho monasterio, mandaron a mí, el dicho escribano, lo junte con las demás relaciones que
están hechas de los pueblos de la cabecera de Atitlán, San Bartolomé y San Andrés, todo junto para lo enviar al
ilustrísimo señor. licenciado García de Valverdi, del Consejo de su majestad y su presidente de la Audiencia y Cancillería
Real que reside en la ciudad de Santiago de la provincia de Guatemala, y gobernador y capitán general en su distrito,
según que su majestad por la instrucción escrita de molde lo manda, y para el efecto que en ella se contiene. Y lo
firmaron de sus nombres, en el dicho día, mes y año. Repitió escrito. Va enmendado. Que Valga. Alonso Páez Betancor
(rúbrica). Fray Pedro de Arboleda (rúbrica).
Y yo, Francisco de Villacastín, escribano nombrado de la Audiencia, y Juzgado del ilustre señor Alonso Páez
Betancor, corregidor por su majestad de este pueblo de Atitlán y su partido, por su mandado y con su autoridad, que de
suso firmó su nombre juntamente con el padre fray Pedro de Arboleda, guardián del convento deste pueblo, y se hallaron
presentes a todo lo que dicho es, presente fui a lo susodicho, y lo escribí según ante mí pasó. Y por ende hice aquí mi
firma y rúbrica acostumbrada, que es a tal en testimonio de verdad. Francisco de Villacastín, escribano (rúbrica).



*
El de esta Instrucción y Memoria es el texto que se imprimió en 1584. Se ha publicado ya, precediendo a la RG de Atitlán, en los ASGHG, 37 (en-dic 1964)
89.93.
1
García de Valverdi, que había sido presidente de la Audiencia de Quito, llegó a Guatemala el 28 de noviembre de 1578, donde presidió la Audiencia hasta
1589.
2
Aparte de numerosos (latos dispersos, la Crónica de la provincia del Santisimp Nombre (II, Guatemala: SGHG, 1938, pp. 306-312) contiene una biografía de
fray Pedro de Arboleda.
3
Durante el tiempo en que se hicieron las RG de Coatepec-Chalco, de Chimalbuacan-Atenco y de Chicualoapa (1579), Francisco de Villacastín fungía como
escribano de Cristóbal de Salazar. Ver Francisco del Paso y Troncoso, Papeles de Nueva España, Madrid, 1905, segunda serie, t. vI, pp. 41-86.
4
Fernando de Soto, o Hernando de Soto, aparece firmando la Carta de loe caciques (1571), que aquí publicamos como Apéndice I.
5
Del mexicano tequitlato, “mandón o merino, o el que tiene cargo de repartir el tributo o el tequio a los maceuales”.
6
Del mexicano ichcauipilli, “armas colchadas [de algodón] para la guerra” y, literalmente, “camisa de algodón”.
7
Los informantes se equivocaban por más. La conquista de Guatemala se realizó en 1524.
8
Del mexicano tlameme, “cargador”.
9
Se refiere, sin duda alguna, al pipil.
10
Datos biográficos sobre Gaspar Arias Dávila pueden hallarse en la Recordación florida de Fuentes y Guzmán. Recomendamos consultar el Índice de nombres
de la edición preparada por Carmelo Sáenz de Santa María (Madrid, 1972, BAE, 259).
11
Debería leerse, más correctamente, Chi ya.
12
Sobre estos religiosos, beneméritos lingüístas de Guatemala, puede consultarse la Crónica de Vázquez (Guatemala: SGHG, 1937, t. I, pp. 124-128), donde se
hallará mucha información dispersa, y la Bibliografía mexicana del siglo xvI de JGI (México: FCE, 1954. pp. 130-36).
13
La Audiencia de los Confines, llamada así porque debería residir en los confines de Nicaragua y Guatemala, se creó por real cédula del emperador Carlos V a
20 de noviembre de 1542. Empezó solamente a cumplir sus funciones el 16 de mayo de 1544, en Gracias a Dios, Honduras. Fue su primer presidente el
licenciado Alonso de Maldonado. Más tarde, en 1549, siendo presidente el licenciado Alonso López Cerrato, la Audiencia fue trasladarla a Santiago de
Guatemala. Quince años después, a fines de 1564, la Audiencia fue trasladada a Panamá y, por fin, en 1570, retornó a Guatemala. El poblamiento de los
pueblos de la laguna debió efectuarse entre loa años de 1544-49.
14
El nombre completo de los oidores era: Diego de Herrera, Pedro Ramírez: de Quiñónez y Juan Rogel.
15
Literalmente, “residencia del señor pájaro”.
16
Más correctamente, Ah Tziquin Hay, “casa del señor pájaro”.
17
Literalmente, “sahumerio blanco”.
18
“Sacerdote blanco”. Etimología dudosa.
19
Del mexicano cicuilli o xicolli, “cuerpezuelo, o jubón”. Para una descripción más extensa de esta prenda, ver Sahagún, Historia de las cosas..., México:
Porrúa, 1956, t. II, p. 162, 14; III, p. 207, 103.
20
Sólo hemos encontrado la voz compuesta xah pota, con el significado de “defensa, peto”. Debía ser una especie de camisa corta.
21
Significa “tela bordada”.
22
“Todo género de ropa blanca”.
23
“Camisa”.
24
Más correctamente, vuk, “enaguas, prenda de vestir femenina”.
25
Tepeizcuintle, ver nota 27 a la RG de Zapotitlán; pizote, del mexicano pizotl o pezoll, “glotón”. Ver Sahagtín, Historia de las cosas (III, México: Porrúa, 1956,
p. 227, 28).
26
Del mexicano xochipahtli, “hierba florida de medicina. Planta narcótica, medicinal, olorosa”. Ver Sahagún, op. cit., III, p. 29, 6.
27
Literalmente, del mexicano, “flororeja”; muk, y más correctamente muc, en las lenguas de Guatemala, “orejuela”. Tal vez la que se conoce en Guatemala
como “chipilín”.
28
No hay registros que nos permitan establecer con exactitud la fecha de esta erupción. El Memorial de Sololá (México: FCE, 1950, p. 118) habla de un incendio
de la ciudad, según la correlación de Recinos en diciembre de 1513; pero no hay bases para asociarlo con el fenómeno aquí mencionado.
29
Es posible que se trate del accidente ocurrido a 5 de diciembre de 1581, descrito en el Memorial de Sololá (1950: 158).
30
Todos los que han transcrito este pasaje han leido el nombre del volcán como kun qat. Es hun 4at y no suena, como sugiere el texto, a “cosa que se quema
entre si”. 4at es el cuarto signo del calendario indígena, equivalente al kan yucateco y al cuetzpallin mexicano. El nombre del volcán es calendárico, 1.4at y tal
vez conmemora algún acontecimiento histórico.
31
El licenciado Pedro Ramírez de Quiñónes estuvo en Atitlán a principios del año de 1549 (Memorial de Sololá, México, 1950, p. 141). Es posible que entonces
se haya intentado medir la profundidad del lago.
32
Desconocemos la ascendencia de esta palabra. La “siembra” de mojarras en Midan se menciona en la RG de Zapotitlán (cap. 20), pero se dice que fue “por
orden” del licenciado Valverdi. Entonces, no pudo ser antes de noviembre de 1578.
33
Se refiere al volcán de San Pedro, desde cuya cima se hizo, al parecer, la pintura de Atitlán.
34
La palabra es mexicana, pero no la hemos encontrado en Clavijero, ni en Molina ni en Sahagún.
35
Del mexicano quauitl, “árbol”, y xonecuilli, “pie torcido”: “pie torcido silvestre”. Dice Coto (Vocabulario, ms., fol. 211r) : “ai dos géneros. Vnos grandes de
color verdes, a éstos llaman 4,al; otros más pequeños, redondillos y belludos, [a] éstos llaman chalum. Y así llaman al árbol que los da. Tienen la carne a modo
de capullito de algodón, y son dulces”.
36
Ver Sahagún, Historia de las cosas ... , tu, México: Porrúa, 1956, pp. 268, 5; 269, 11, y 272-73, 25.
37
Pantaleón de Guzmán, Compendio de nombres, ms. (1704), p. 118, registra el nombre con el significado de “la ponzoña”. Sin embargo, ese significado no
permitía entender la cualidad y efectos de la bebida que se le ofrece al cautivo en el Rabinal Achi (ver Brasseur, Grammaire, Paris, 1862, II, pp. 80 y 86).
38
Para la descripción de esta hierba estupefaciente, ver Sahagún, Historia de las cosas ... , III, México: Porrúa, p. 292, 71.
39
No hay documento eclesiástico que atestigüe la fecha en que tomó posesión del cargo de obispo de Guatemala el religioso jerónimo fray Gómez Fernández de
Córdoba. Al pie de su retrato, que está en la pinacoteca episcopal de Guatemala, se lee que fue “promovido a ésta de Guatemala en 9 de marzo de 1574”; pero
es un hecho que, todavía en noviembre de dicho año, no aparece firmando escrito alguno que requiriera su firma. Ver Estrada Monroy, Datos para la historia de
la iglesia en Guatemala, I, Guatemala: SGHG, 1972, p. 167. Por otra parte, el Memorial de Sololá (México: FCE, 1950, p. 154) dice que “el día 16 de marzo [de
1575] llegó el señor obispo don Jerónimo Gómez de Córdoba”. Se puede, entonces, conjeturar que su nombramiento data de marzo de 1574, pero que sólo
entró en posesión del cargo un año después.
40
Aparte de numerosos datos dispersos, las biografías de los religiosos fray Diego Ordóñez y fray Gonzalo Méndez están referidas extensamente en los dos
primeros volúmenes de la Crónica de la provincia del Santísimo Nombre (Guatemala: SGHG, 1937-38) de fray Francisco Vázquez. No viene al caso entrar en más
pormenores ni mencionar otras fuentes.
41
Don Gaspar Manrique, junto con don Hernando de Soto, entre otros, habían firmado la Carta de los caciques dirigida al rey en 1571. Ver Apéndice I. A partir
de esta relación, Manrique será el encargado de conducir los interrogatorios.
42
Del mexicano pilhuan o tepilhuan, “hijos o hijas”. Se designaba así a los muchachos que los religiosos educaban en los conventos y que, en no pocos casos
hacían ciertos menesteres del servicio.
43
Xe oh, literalmente, “bajo” o “al pie de los aguacates”.
44
“Esmeralda basta”.
45
No se ha encontrado el nombre de esta deidad femenina registrado en ningún vocabulario de las legunas de Guatemala. Thompson (Maya history and religion,
University of Oklahoma Press, 1976, pp. 349-50), hace mención de un Yaluk, pero sus atributos son masculinos y el dios recordado en el área mopán, kekchí y
pocomchl.
46
Ver Sahagún, Historia de las cosas..., I, México: Porrúa, 1956, p. 239, 60.
47
Literalmente, “serpiente sacerdotal”.
48
Maza coati, “culebra venado”; heca coati, “culebra de viento”; tlil coati, “culebra negra”. Para su descripción respectiva, ver Sahagún, Historia, III , México:
Porrúa, 1956, pp. 266, 11; 270-71, 15; 273, 27.
49
Ver Sahagún, op. cit., p. 227, 28.
50
Según los datos demográficos de la pintura de Zapotitlán, a fines de 1579 San Andrés tenía 160 vecinos. En menos de siete años, la población de San Andrés
habla disminuido en una tercera parte.
51
Sobre Juan Rodríguez Cabrillo de Medrano ver nota 1 a la RG de Zapotitlán; sobre Gaspar Arias Dávila, ver supra nota 10.
52
“Muchos aguacates”.
53
“Ceno de cañas negras.” El mexicano no tiene correspondencia con el topónimo zutuhil. Molina no registra el término xahuac o xauac, pero Sahagún
(Historia, III México: Porrúa, 1956, p. 17, 5) menciona los “báculos negros”, que eran atributo de los mercaderes, llamados xauac topitli.
54
Si el nombre no está mal leído, podría derivarse del mexicano cin (tli), “mazorca de maíz curada y seca”, y quimili, “lío de mantas o de ropa”.
55
Del mexicano xochitl, “flor”, y patli, “medicina”; nacaztli, “oreja”.
56
“Zapote con bubas”.
57
De te (tl), “piedra, huevo, bola”, y mazatl, “venado”.
58
Tal vez de co (atl), “serpiente”, y xolotl, “doble?”. Robelo, en su Diccionario de aztequismos (México: Lib. Navarro, sin fecha, 3ͣ ed., p. 363), registra la
palabra cojolite, “especie de faisán” cuya “carne es muy sabrosa”. En cualquier caso, es posible que en nuestro texto se trate del hue xolotl, llamado
comúnmente “guajolote”.
59
De te (t1), “piedra”, y quechulli, “pájaro de pluma rica”.
60
Siguen en el texto las enmiendas según el uso de la época: “ /o diz veynte valga. q. siete./ocho valga. Va enmendado/ o diz seys...”
61
De tonalli, “sol”, y milli, “milpa”: “milpa de verano”.
62
Se trata del pueblo de Santa Bárbara, del cual esta relación dará más adelante noticia.
63
Más bien “sacerdote blanco', y zaki buk, “incensario blanco”, tal vez una metonimia.
64
De huey, “grande”, y nacaztli, “oreja”. El que se llama en Guatemala guanacaste.
65
Ya se indicó en la nota 30 que es un nombre calendárico.
66
De acuerdo con las normas de ortografía antigua, más bien 400% te. Aparte de “cosa dura”, 400x designaba una especie de jicarillas.
APÉNDICES*

APÉNDICE I

CARTA DE LOS CACIQUES Y PRINCIPALES DE SANTIAGO ATITLÁN

INTRODUCCIÓN
La que llamamos “Carta de los caciques y principales de Santiago Atítlán” apareció publicada en los ASGHG, 26 (sep-dic
1952): 435-38, bajo el título de “Relación de los caciques y principales del pueblo de Atitlán, 1° de febrero del año 1571”,
y, antes, en una versión al francés, en el tomo primero del Recueil des piéces relatives á la conquête du Mexique. (París,
1838, p. 415) de Ternaux Compans. Al parecer, el manuscrito original se conserva en la RAH de Madrid, en la Colección
Muñoz, tomo 42, ff. 115-18. McBryde (Geografía cultural... , II, Guatemala, SISG, 1969, p. 451) hace referencia a una
“Copia Mosk, Col. Sauer, Berkeley”, que no hemos podido identificar y de la cual no hemos hallado otra noticia.
La “Carta” está dirigida a la “R[eal] C[atólica] M[ajestad]” de don Felipe II; está fechada en “este vuestro pueblo de
Santiago el Mayor de Atitlán”, a primero de febrero de 1571, y está firmada por los caciques y principales, Francisco de
Ribera, José de Santa María, Gaspar Manrique, Pablo de Aguilar, Hernando de Soto, Toribio de Constantino y Lucas de
Escobar. Don Gaspar Manrique y don Hernando de Soto ya nos son conocidos, porque ambos participaron, en 1585, en
la preparación de la RG de Santiago Atitián. Por eso, en cierta manera, esta carta puede considerarse un complemento
de la RG mencionada, comparable al anejo de la RG de Zapotitlán que se conoce como “Papel del origen de los
señores”.
El documento en sí, atendido únicamente a quienes lo firman, podría considerarse un testimonio nativo y, varios de
sus pasajes, dignos de figurar en cualquiera “visión de los vencidos”. Sin embargo, examinando el conjunto sin prejuicios
románticos, uno observa que contiene ingredientes difícilmente atribuibles al modo de razonar indígena. Para decirlo
pronto, la carta es un alegato para obtener que la Real Corona no aumente el tributo, revelando, tanto los argumentos
como su desarrollo, una mentalidad bien familiarizada con la lógica del derecho español.
Lo que al principio de la carta parece un innecesario rodeo histórico, está encaminado a probar que los firmantes son
legítimos miembros de la nobleza indígena, no obstante lo cual, a causa de los excesivos tributos, “les fue forzado
cargarse, y cavar, y comer de frutas y raices de árboles”, mientras “nuestras mujeres nos muelen y sirven”. El argumento
tenía que herir el corazón de un sistema que descansaba en la distinción de las clases y dentro del cual no era
concebible que, ni siquiera la clase hidalga, ejerciera oficios considerados bajos. Por eso, los presuntos solicitantes
añaden: “[no] somos acostumbrados a los tales oficios de servir, sino de [ser] servidos”. Y, además, “tenemos ahora
creemos en Dios nuestro señor”. Esto es que, como cristianos, tenían derecho a no ser discriminados y a gozar de los
privilegios que la ley española concedía a los de su rango.
Por otra parte, se argumenta que el oidor Cerrato había libertado a “todos los esclavos y esclavas que teníamos a
nuestro servicios, por donde nos dejaron a los caciques y principales libertados de pagar tributo alguno”, ya que la tal
medida tuvo por consecuencia el deterioro de sus heredades y bienes. Sin embargo, en vez de disminuir, los tributos han
ido en progresivo aumento desde el traslado de la Audiencia de los Confines a Guatemala. Y dicha observación se
sazona con una ironía imprevisible en labios indígenas: “[de ah]í que, ahora, todos nosotros, los caciques y principales
deste dicho pueblo, estamos muy contentos con la llegada de la Audiencia a esta provincia de Guatemala ...” La Carta es
digna de un comentario más extenso.
Concluye pidiendo, primero, que “vuestra majestad, en lo que toca a nuestro tributo... no se nos añada cosa alguna”;
pero, inmediatamente, alegando los “servidos de nuestros padres y [ante]pasados y nosotros”, “la necesidad y pobreza
en que estamos” y el hecho de que “somos cristianos”, añaden a la petición anterior una serie de pretensiones
encaminadas a poner en actitud defensiva las reales talegas.
Aunque esté firmada por siete señores de la nobleza nativa, ¿puede decirse que esta carta fue “escrita” por ellos?
Entre los documentos que se publican en este Apéndice, está la Relación [1573] del doctor Arévalo Sedeño. ¿Mentía éste
al observar que “los frailes les decían a los indios lo que habían de decir y responder” y que “hacían las peticiones a los
indios para contradecir, procurando que no tributasen”?

CARTA DE LOS CACIQUES Y PRINCIPALES DE SANTIAGO ATITLÁN

R.C.M.
Nos[otros], los caciques y principales, vecinos y naturales del pueblo de Santiago de Atitlán, damos a vuestra majestad
relación de nuestros [ante]pasados, de los señores que fueron, y los que somos sus hijos, y quiénes fueron antes que los
españoles viniesen a esta tierra a la conquista[r]. Damos relación de los nombres de nuestros [ante]pasados y nuestros
[señores], que fueron éstos: la cabeza y señor de todos fue su nombre A[h] Tziquini Hay, 1 y los demás señores, juntos
con dicho señor, se llamaron Amac tzutuhile. 2 Y éstos fueron señores, sin tener ni [re]conocer a otro señor, porque a
éstos daban [tributo] y reconocen el día de hoy las estancias nombradas, San Bartolomé, San Andrés, San Francisco y
Santa Bárbara. Y, asimismo, tenían sus servidores y criados. Y lo que les daban y tributaban los dichos [pueblos eran]
hombres y mujeres, por esclavos y esclavas, [y] asimismo piedras de valor entre nosotros, que llaman chalchihuitl, oro y
cacao, plumas, gallinas, miel y muchas sementeras de maíz, y asimismo heredades de cacao, y les hacían sus casas.
La orden que estos señores tenían en su antigüedad es la siguiente: en hacer justicia y castigar a los delincuentes.
Conforme a los delitos, ahorcaban y descuartizaban, y el delincuente, después de muerto, las haciendas, y mujer e hijos,
l[e] confiscaban y llevaban en pena de su delito. Y las [ins]tancias, que son públicas las arriba nombradas, para averiguar
y hacer sus informaciones, entraban a algún deudo muy cercano, con poder bastante como entre nosotros se usaba. Y,
hecho esto todo, le daban por salario la mitad de todo lo que tenía el delincuente. Así, tenían y enviaban a éste como su
justicia mayor, por su salario. Señalaban todo esto, porque de allí se sustentaban los que iban a tal cargo destos dichos
oficios. Esta es la orden, y esta sentencia que este tal señor daba era sin ninguna apelación, porque era enviado del
señor y rey deste dicho pueblo. Dícese esto, porque no tenían reconocimiento a señor alguno.
Las personas que a estos señores servían en sus casas y por oficiales della, se decía[n] y llamaban lolmay, a[h] tzi[h]
uinac, calel, ah uchan. 3 Estos dichos eran como sus factores y contadores y tesoreros, [cargos] que [se] conforman con
los dichos nombres.
La causa de llamarse y nombrarse este señor primero que se dice, A[h] Tziquini Hay, era [ser], en aquel tiempo, rey y
señor de su pueblo y provincias arriba nombradas. Los siguientes, que se llaman Natzti Hay, Aquibi Hay, Acu Hay, Quici
Hay, Acaboxul, Amac tzutuhile, 4 todos estos dichos hombres estaban en posición de duques y condes, y marqueses y
caballeros, e hijosdalgo y otros hombres principales. Y así, por estas causas era, antes de los españoles, llamado en
nuestra lengua reino por sí, sin reconocer [señor] en parte ninguna. Y, de otras partes, venían a ver la corte donde estos
dichos señores estaban.
Asimismo, nuestros [ante]pasados tenían grandes guerras con tres reinos, los nombres de los cuales eran Tecpan
Utatlan, Tecpan [Quauhtemalan] y Tecpan Tecozitlan.5 Y asimismo nombraban en esta provincia de cuatro reyes y
señores. Y, asimismo, todo lo que tenían y les daban de tributo y rentas [lo] gastaban y distribuían en sus personas. Y
daban [dello] a todos los dichos señores, y también a muchos oficiales de diferentes oficios que en su señorío tenían y en
su servicio, como de carpinteros, canteros, pintores y oficiales de pluma, que entre ellos los hay hoy día, y lo que daban a
los señores para armas de todos los señores, que entre ellos se usaban y usan para defensa de su señorío.
Asimismo, cuando a estas partes vinieron don Pedro de Alvarado y los demás españoles conquistadores, cuando
venían entrando por toda esta tierra, ningún pueblo se daba de paz, sino por fuerza de armas. Y [sin embargo], llegados a
este nuestro pueblo de Santiago de Atitlán, recibieron al dicho don Pedro, y a los demás [de su compañía], en toda
amistad y seguro, sin [que] ninguno dellos tomar[a] armas. Y así, para los demás reinos nombrados, llevaban de los,
nuestros por amigos de paz y compañeros a sujetar a los demás con fuerza de armas, hasta las provincias de la Verapaz,
Gracias a Dios, y San Miguel y León, donde quedaron muchos caciques y principales muertos en las guerras. Y, cuando
recibieron nuestros padres a los españoles, fue con muy grandes presentes de todas aquellas cosas que entonces tenían
y poseían.
Asimismo, después de apaciguada la tierra, dieron tributo a toda la tierra, a cada pueblo conforme lo que tenían. Y a
este nuestro pueblo dieron, por tributo, esclavos de hombres y mujeres en cantidad de cuatrocientos y de quinientos, para
servicio de sus personas [de los españoles] y [para] enviar a las minas. Y, asimismo, tributaban mantas, cacao, miel,
gallinas, sal, ají, cobre y pita, y muchas cosas que les hacían dar. Y, asimismo, les hacían dar muchos indios de tributo
cada quince días, [a] los cuales les daban tan excesivos trabajos, que dellos morían y padecían muy mucho. Porque de
los españoles que los tenían a su cargo, así principales (que salían con los dichos indios) como los mismos indios, eran
dellos muy maltratados. Y así, no volvían muchos dellos a sus tierras, porque allá morían. Y así, vinieron nuestros
[ante]pasados en tanta diminución que, de señores, vinieron a servicio; que, para sus casas y menesteres; ellos y sus
mujeres lo trabajaban y fa[e]naban. Y gastaron sus haciendas de cacao, y todas las otras cosas que les daban de tributo,
porque les pedían muy muchos tributos. Y, para cumplir todo esto, gastaban y vendían todo cuanto tenían. Y a esta causa
vinieron y padecían tanta necesidad, ellos y sus mujeres, que llegaron a tanto, que les fue forzado cargarse, y cavar, y
comer de frutas y raíces de árboles, por las cosas excesivas que les pedían de tributos.
Y asimismo nosotros, sus hijos, padecemos hoy día de que nos cargamos y nuestras mujeres nos muelen y sirven. Y,
para sustentar nuestras casas, cavamos y usamos de lo que nuestros esclavos nos solían servir, por donde pasamos y
padecemos mucha necesidad. Y los hijos de los señores vamos en disminución, porque [no] somos acostumbrados a los
tales oficios de servir, sino de [ser] servidos, por descender y ser hijos de tales señores, pues tenemos ahora y creemos
en Dios nuestro señor, y somos por los religiosos alumbrados de todos los mandamientos de Dios, y estamos en la santa
fe católica.
De los primeros amos que tuvimos, fueron el adelantado don Pedro de Alvarado y [un] fulano [Pedro] de Cueto, 6 a
los cuales daban de tributo nuestros padres mil cuatrocientos xiquipiles de cacao, que son, en dinero, diez mil pesos; sin
[contar] muchas mantas, gallinas, miel, maíz y otras cosas de menudencias, que les mandaban dar cada año, daban todo
lo susodicho.
Ha, que dieron estos tributos a los dichos encomenderos, cuarenta y dos años. Y después que estamos en cabeza
de vuestra majestad , y de nuestro encomendero Sancho de Barahona, 7 ha treinta y dos años, poco más o menos. Y,
asimismo, tributaron nuestros [ante]pasados a vuestra majestad y al dicho Sancho de Barahona, hasta que vino el
licenciado Cerrato, 8 que nos tuvo en moderado tributo y quitó de lo excesivo que solía[mos] dar; de suerte que nos dejó
de tributo seis xiquipiles de cacao. 9 Y nos quitaron [el tributo de] las mantas y [en vez dellas] nos dieron que diéramos
cuatrocientas gallinas de la tierra y otras tantas de Castilla. Y, a esta: tasación del licenciado Cerrato, nos libertaron y
quitaron todos los esclavos y esclavas que teníamos de nuestro servicio, por donde nos dejaron a los caciques y
principales libertados de pagar tributo ninguno. Y, por dejarnos sin servicio ninguno, hemos perdido nuestras haciendas y
heredades de cacao. Y unos pájaros que se llaman papagayos nos las han destruido, [por] no tener quienes los,
guardasen ni por ellos mirar. A esta causa vivimos con mucha pobreza y necesidad todos.
Y asimismo, cuando vino a estas partes el licenciado Landecho, 10 le pedimos fuese servido de contarnos y tasarnos.
Y, hecha la cuenta, nos añadió de tributo dos mil pesos sobre lo que dábamos y, [ade]más, doscientas fanegas de maíz y
diez arrobas de miel. Y así, lo tenemos por mucha carga y excesivo tributo. Aunque todos los presidentes y oidores que a
estas partes vinieron nos dan a entender que sólo vienen a favorecernos y ayudarnos, pero, de nuestro tributo no somos
en ninguna manera descargados.
Y asimismo el licenciado Francisco Briceño, 11 cuando a estas partes vino, parecimos ante él, y le pedimos cuenta de
nuestros indios y tasación, porque estábamos muy cargados; [mas] hecha la cuenta, nos añadió, [adelmás de lo que
solíamos dar, treinta y cinco cargas de cacao, que son, en dineros, setecientos cincuenta pesos. Y, [ade]más, en dinero,
doscientos cincuenta pesos. Son todos los que nos añadieron, más, de tributo, mil pesos; por donde nos cargaron, a
nosotros los caciques y [a] nuestros hijos, tributo como a nuestros propios vasallos. [De ah]í que, ahora, todos nosotros,
los caciques y principales deste dicho pueblo, estamos muy contentos con la llegada de la Audiencia a esta provincia de
Guatemala, donde, por el presidente y oidores della, hemos sido y somos muy favorecidos. Sólo suplicamos a vuestra
majestad en lo que toca a nuestro tributo que, en lo tocante a ello, no se nos añada cosa alguna, por los grandes trabajos
y necesidades que pasamos, dándonos vuestra majestad, para ello, una provisión real sobre la dicha razón.
Como es muy notorio en toda la tierra, fundaron nuestros padres, de los primeros que en otra parte ninguna, una
iglesia de cantería y de madera labrada, y cubierta de teja, y solada de ladrillo y cal. Y en esta obra, gastamos solos muy
mucha cantidad de dineros para todas las herramientas necesarias para la dicha obra, sin darnos los encomenderos cosa
alguna para ayuda de la dicha iglesia. Decimos, los primeros, que fueron el adelantado y Cueto; excepto después que
estamos en cabeza de vuestra majestad, [que] nos han dado cien pesos y, de la parte de nuestro encomendero, han sido
trecientos, que son por todos cuatrocientos pesos, de los cuales se han comprado ornamentos para nuestra iglesia. Y
demás desto, se dio a nuestra iglesia una campana y un cáliz de parte de vuestra majestad y, así, tenemos posible para
poderlo comprar.
Damos relación y cuenta a vuestra majestad de todas estas cosas: servicios de nuestros padres y [ante]pasados y
nosotros, [y] asimismo de la necesidad y pobreza en que estamos, [nosotros] y nuestros hijos, porque vuestra majestad
sea servido de apiadarse de nosotros, pues estamos ya alumbrados de cosas de la santa fe católica y somos cristianos.
[otra razón] por que pedimos y suplicamos nos mande dar, de las rentas de vuestra majestad, alguna parte por donde nos
podamos sustentar [y] ser remediados de alguna necesidad nuestra. Con más, de alguna merced de darnos las armas
que a vuestra majestad le pareciere y fuere servido para nosotros, juntamente con algunos privilegios. Y más, [que]
nuestro pueblo sea nombrado ciudad, pues somos vasallos y estamos en cabeza de vuestra majestad. Y otrosí, pedimos
y suplicamos a vuestra majestad, por razón de que hay en nuestras estancias algunos indios rebeldes que quieren estar
fuera de nuestra sujeción y no obedecen nuestros mandamientos en recoger el tributo, y otras cosas tocantes al bien y
pro de las dichas nuestras estancias [de que] tenemos necesidad, que vuestra majestad nos haga merced de una
provisión sobre ello, [con] la pena que vuestra majestad fuere servido.
Otrosí, pedimos y suplicamos a vuestra majestad que, pues la Vida, que es la palabra del santo Evangelio, se nos ha
predicado contra malos ejemplos de muerte, que hemos visto al contrario en algunos de los que han venido de España
(donde es causa que nosotros estemos tan tibios en el obrar de las virtudes para, por ellas, alcanzar el descanso de la
bienaventuranza), que vuestra majestad modere el precio de nuestros trabajos temporales.
Esta es nuestra petición y verdadera relación, por donde, viendo vuestra majestad nuestra justa petición, seamos [?],
siendo de vuestra majestad oídos, de hacernos merced de aquello que con más justa causa pedimos. Como tales, y
leales hijos y vasallos, humildemente pedimos y suplicamos.
Hecho en este vuestro pueblo de Santiago el Mayor de Atitlán, a primero de febrero del año de mil quinientos setenta
y un años. Humildes vasallos de vuestra católica real majestad. don Francisco de Ribera (rúbrica), don Joseph de Santa
María (rúbrica) , don Gaspar Manrique 12 (rúbrica) , don Pablo de Aguilar (rúbrica), don Hernando de Soto 13 (rúbrica) ,
don Toribio de Constantino (rúbrica) don Lucas de Escobar (rúbrica).

Únicamente dos de los documentos reproducidos en los siguientes Apéndices no pertenecen a la Colección JGI actualmente en UTX: la “Carta de los caciques
y principales de Santiago Atitlán (1571) “ y los “Avisos” [1595] de Juan de Pineda. Hay que aclarar, también, que el editor de estas páginas no ha podido
consultar dichos manuscritos, ni directamente ni en fotocopia. Por lo tanto, difícilmente podría asumir responsabilidad alguna en lo que respecta a la fidelidad
de sus respectivas transcripciones, si no es aquella que se deriva del hecho de presentar esos textos en una versión modernizada.

Los cinco documentos restantes pertenecen a la Colección JGI, volumen xx, mss. 14 y II. Agradecemos a la Biblioteca Latinoamericana de la Universidad de
Texas que nos haya facilitado las fotocopias, gratitud que nos agrada personalizar en Nettie Lee Benson, casi “una institución”, quien ha atendido durante años
infatigablemente los requerimientos de varias generaciones de estudiosos.
1
“Señor de la casa del pájaro”.
2
“Pueblo de zutuhuiles”. 4,utah es la “flor de la cafia de maíz, la espiga que echa en la punta antes de la mazorca”.
3
Lol may, “embajador principal que es enviado de los demás principales a negocios de su pueblo, o el que lleva los tributos a la caja real o encomendero”; ah
tzih vinak, “maestro, sabio”; calel, “principal del barrio más importante”; ah u4han “orador”.
4
Descontando que los nombres pueden estar mal leídos, sería aventurado proponer etimologías.
5
Las palabras son mexicanas. Omitiendo algunos de sus elementos, pueden traducirse como “casa real de las cañas”, “casa real de las águilas” y “casa real de
conchas”.
6
Pedro de Cueto, uno de los primeros conquistadores. Desempeñó varios cargos desde el principio de la organización colonial, según consta por las actas del
Libre I del Cabildo, entre ellos el de regidor, alcalde y procurador.
7
Sancho de Barahona, uno de los primeros conquistadores de Nueva España y de Guatemala, amigo cercano de Cortés y de Alvarado; aunque no nos consta que
continuara viviendo en 1571. Bernal Díaz, cuya obra se concluyó en 1568, dice en dos ocasiones: “vecino que fue de Guatemala” y “fue vecino de Guatemala,
hombre rico” (Historia verdadera, caps. 113 y 124). Fuentes y Guzmán se refiere a él en numerosas ocasiones.
8
Alonso López Cerrato fue presidente de la Audiencia, desde mayo de 1548, hasta mediados de 1553. Durante los primeros meses de gobierno, se trasladó la
que era Audiencia de los Confines a Guatemala. Fue natural de Extremadura.
9
Seis xiquipiles de cacao: 48.000 granos.
10
Juan Martinez de Landecho, natural de Vizcaya, dice Bernal Díaz (Historia verdadera, cap. 214), aunque la mayor parte de los cronistas le nombran Juan
Núñez de Landecho, asumió el cargo de presidente de la Audiencia de Guatemala en septiembre de 1559, y gobernó hasta agosto de 1564.
11
Francisco Briseño, natural de Corral de Almaguer, llegó a Guatemala en agosto de 1564, ocupándose primeramente de tomar residencia al licenciado
Landecho.
12
Gaspar Manrique, indio principal, fue quien condujo los interrogatorios de las relaciones de San Bartolomé, San Andrés y San Francisco, sujetos de Santiago
Atitlán, en 1585.
13
Hernando o Fernando de Soto era principal de Santiago Atitlán, y participó en la encuesta que habría de resultar en la RG de Atitlán,
APÉNDICE II

RELACIÓN DEL OBISPADO DE GUATEMALA


La que llamamos “Relación del obispado de Guatemala” es el manuscrito que JGI (vol. XX-1) describe como “Relación de
los Caciques y número de Indios que hay en Guatemala, hecha por el Deán y cabildo, de orden de su magestad. 21 de
Abril de 1572. Original. 10 fojas”. Hay evidencias de que fue desmembrado de un cuerpo de documentos más amplio, ya
que las fojas están numeradas del 395 al 404. Andrés García de Céspedes, cosmógrafo real [1596-1611], cuyo apellido
aparece encabezando el documento, debió revisarlo y clasificarlo. En el folio 404v, se lee: “Desc. y Pob. N° 64.— 4°” y, de
puño del escribano Juan de Pineda, “memorial de los vecinos naturales que hay en este obispado”. La nuestra es la
primera publicación que se hace del manuscrito.
Aunque se sale del patrón que siguen los documentos recogidos en el presente volumen, ya que no es una
descripción geográfica, juzgamos que sería de interés incluirlo, por contener datos demográficos contemporáneos a los
del resto de los anejos. Los estudiosos de esta materia podrán emplearlo para fines comparativos y de estadística.
Independientemente de eso, la “Relación” abunda en datos relacionados con la distribución de encomiendas y, además,
proporciona los nombres de los encomenderos, los de los caciques y principales de cada localidad, los de las esposas y
el número de sus hijos, y, en fin, los nombres de varios curas y vicarios del obispado.
Como se puede observar, la información es complementaria: “para satisfacer aquestos capítulos y averiguación
dellos, que faltan en la instrucción que [Juan de Ovando] envió al reverendísimo don Bernardino de Villalpando, obispo
que fue deste obispado”. Presupone, pues, la existencia de una “instrucción” y, presumiblemente, la de una “memoria” en
que las preguntas estaban distribuidas en capítulos. No hemos podido consultar ni una ni otra.
La presente “Relación” de 1571 se preparó en los meses inmediatamente siguientes a la muerte del obispo
Villalpando [1564-1570], cuya arbitrario gobierno resintieron tanto los frailes (ver Remesal, Historia,. Lib. X, cap. 22;
Vázquez, Crónica, Lib. II, cap. 3-5; Milla, Historia, II (Guatemala, 1963, cap. 8). Vacante la silla episcopal, el cabildo
eclesiástico tenía que nombrar un provisor de la sede. La elección de éste se celebró a 4 de enero de 1571, recayendo el
nombramiento en el chantre Pedro de Liébana, quien, sin ningún melindre, había desenfadadamente emitido voto a su
propio favor (Libro I del cabildo, fol, 140, según Estrada Monroy, Datos para la historia ... , I, Guatemala, 1972, p. 157).
Participaron en la votación, aparte del mismo Liébana, el maestrescuela Francisco González, y los canónigos Baltasar de
Vera y Andrés Pérez y Vergara.
Al tiempo de prepararse la “Relación” que aparece a continuación, Pedro de Liébana era, pues, chantre y provisor de
la sede; Francisco González, maestrescuela, y Baltasar de Vera, canónigo. Lo que no deja de producirnos cierta sorpresa
es encontrar en esta coyuntura a Juan de Pineda luciendo el título nada menos que de “notario apostólico y público”, en
función del cual aparece también firmando un acta de cabildo fechada a 3 de marzo de 1571 (ver Estrada Monroy, op. cit.,
pp. 159-163). El personaje es interesante, y su participación en la vida administrativa colonial del último cuarto del siglo
XVI debió estar por encima de lo común, ya que, veintitrés años más tarde, cuando Pineda residía en la Nueva España,
el rey don Felipe se acordó de él para nombrarlo juez contador de la Real Corona. Sus “Avisos” al rey de España son el
último documento que se ha recogido entre estos apéndices.

N° 64
Céspedes
G U AT E M A L A 1 5 7 2
En la muy noble y muy leal ciudad de Santiago de Guatemala, a veintiun días del mes de abril de mil quinientos setenta y
dos años, los ilustres señores Deán y cabildo de la catedral desta ciudad de Santiago de la provincia de Guatemala, en
cumplimiento de lo que el ilustre Juan de Ovando, visitador del Consejo Real y presidente que es del Real Consejo de
Indias,1 manda se haga para satisfacer aquestos capítulos y averiguación dellos, que faltan en la instrucción que envió al
reverendísimo don Bernardino de Villalpando, obispo que fue deste obispado, 2 difunto, como por la en que sobre ello
escribió al dicho reverendísimo obispo y, en su falta, al dicho ilustre Deán y cabildo. Y lo que cómodamente, en
cumplimiento dél, se ha podido averiguar ansí de los caciques y principales, y número de los indios y religiosos y casas
dellos deste obispado de Guatemala, para que dello conste al dicho ilustre señor Juan de Ovando, visitador susodicho, es
lo siguiente:

Tecpán Izalco, de la encomienda de don Diego de Guzmán, 3 tiene los indios siguientes:

Don Pedro de Figueroa, cacique y gobernador del dicho pueblo, y doña Juana, su mujer, y una hija,
Catalina, casada con Miguel.

Tiene este dicho pueblo ochocientos y cincuenta y tres vecinos, como parece por el memorial que el padre
Juan de Urrutia, beneficiado del dicho pueblo, hizo.


El pueblo de Caluco Izalco, que está encomendado en Pedro Girón 4 y doña Bernaldina, tiene la gente
siguiente:

Don Pedro Juárez, gobernador, y su mujer doña Angelina, su mujer.

Don Gregorio de Valencia, y su mujer doña Inés.

Don Fernando Díaz, y su mujer Isabel.

Tiene este dicho pueblo quinientos y treinta y siete vecinos, como parece por la cuenta y memorial que el
padre Gaspar López, cura y vicario del, hizo.

El pueblo de Naolingo, que está encomendado en el menor de Juan Vázquez de Coronado 5 y. Beatriz de
Escobar, y de don Diego de Guzmán, tiene la gente siguiente:

Don Alonso Tezcatimal, gobernador, y Catalina Xicuey, su mujer. Tienen tres hijos.


Don Diego de Mendoza y doña Constanza, su mujer principales. Tienen un hijo y dos hijas.

Don Baltasar Vázquez y Luisa Cigua, que es su mujer. Tienen dos hijos.

Tiene este dicho pueblo cuatrocientos y siete vecinos, como pareció por el padrón y cuenta que el
licenciado Miguel Muñoz hizo, beneficiado del dicho pueblo.


El pueblo de Tacuscalco, que está encomendado en doña Inés Calderón, y Mazagua y San Pedroy Santo
Domingo, estancias del dicho pueblo de la dicha encomienda, tiene los indios siguientes:

Don Pedro Hurtado, gobernador, y doña Isabel, su mujer. Don Juan Fernández, y Catalina, su mujer.

Don Juan García, y Luisa, su mujer.

Don Cristóbal Culupan, gobernador, y Catarina, su mujer. Tiene este pueblo de Tacuescalco y sus
estancias cuatrocientos veinte y cuatro vecinos, como pareció por el padrón y cuenta que hizo Juan Arias
de Vera, cura y vicario dél.


El pueblo de Guaymoco, 6 que está encomendado en doña Beatriz, y la mitad en la Corona Real, con su
visita (ocho pueblos), tiene la gente siguiente:

Don Alonso, Gobernador, y doña Madalena, su mujer. Don Diego de Castilla [y] doña Lucía, su mujer.
Tiene este dicho pueblo, y su visita, quinientos y seis vecinos, como consta por el padrón y cuenta que el
padre Francisco de Vargas, cura y vicario destos pueblos hizo.


El pueblo de Ateo[s], que está encomendado en Jerónimo Bermejo, vecino de la ciudad de San Salvador, y
su visita, tiene la gente siguiente:

Don Martín, gobernador, y doña Luisa, su mujer. Tienen cuatro hijos.

Tiene este dicho pueblo, y su visita, quinientos vecinos, como parece por el padrón y cuenta que dello
hizo el padre Sancho de Villela, cura y vicario del dicho pueblo.


La visita de los pueblos y milpas que están en la comarca de San Salvador, que son de los vecinos de la
dicha ciudad, tiene la gente siguiente:


Don Benito Cortés y doña Madalena, su mujer. Tiene dos hijos.

Tiene cuatrocientos cincuenta vecinos, como parece por el memorial y cuenta que dellos hizo el padre
Lucas Froys, cura.


Pedro Vázquez, gobernador, y Madalena Vázquez, su mujer. Tiene dos hijos y una hija.

Tiene este dicho pueblo y su visita, que son ocho pueblos, ochocientos treinta y siete vecinos, como
parece por el padrón y cuenta que Hernán Álvarez de Orrego, cura y vicario del dicho pueblo y visita,
[hizo].


El pueblo de Tecoluca, que está encomendado en su majestad, y Sacatecoluca, y San Juan y Santiago de
los Nunualcos, tiene los indios siguientes:

Tiene este dicho pueblo, y los de su visita, tiene mil vecinos.


El pueblo de Usulután, que está en la Real Corona de su majestad, que está en la visita de los curas y
vicarios de la Villa de San Miguel, con la[s] demás visita[s] que tienen indios, que están en la comarca de la
dicha villa, tiene los indios siguientes:

Don Cristóbal, gobernador del dicho pueblo de Usulután, y Catarina, su mujer. Tienen cuatro hijos.

Don Juan, cacique, y su mujer Francisca. Tienen dos hijos. Don Juan Mingos e Isabel, su mujer. Tienen dos
hijos. Este dicho pueblo, y los demás de la visita, tienen setecientos setenta y dos vecinos, como consta
por el padrón y cuenta hecho por Baltasar Chamorro y Francisco López de Mendoza, curas y vicarios de
la dicha Villa de San Miguel.


El pueblo de Chapultique, jurisdicción de la Villa de San Miguel, y los demás de su visita, que son dieciseis
pueblos, tienen los vecinos siguientes:

Don Alonso, cacique y gobernador, y Juana Martín, su mujer.

Tiene este dicho pueblo, y los demás de su visita, quinientos noventa y seis vecinos, como consta del
padrón y cuenta hecho por Bartolomé de Vilches, cura y vicario del dicho partido.


El pueblo de Santa Lucía de Suchitotos, que es. en la jurisdicción de la ciudad de San Salvador y está
encomendado en Blas Corbera, vecino de la dicha ciudad, y su visita, que son once pueblos, tiene la gente
siguiente:

Don Martín Corbera e Isabel, su mujer, tienen dos hijos. Este dicho pueblo, y los demás de su visita, tiene
seiscientos treinta y seis vecinos, como consta por el padrón y cuenta que dello envió el padre fray Lucas
de Ortega, cura y vicario del dicho partido.


El pueblo de Tequecistepeque, y su visita, que son ocho pueblos, jurisdicción de la ciudad de San Salvador,
tiene los indios siguientes:

Don Alonso, gobernador, y doña Inés, su mujer. Tiene este dicho pueblo, y todos los demás de su visita,
trescientos setenta y un vecinos, como consta por el padrón que dello se hizo por el padre Pedro
Hernández, cura y vicario del dicho pueblo.


El pueblo de Moncagua, cabeza de visita del dicho pueblo de Moncagua, y veinte pueblos que tiene de
visita, que es en los términos de la Villa de San Miguel, tiene la gente siguiente:

Don Francisco Avilés, cacique, e Isabel, su mujer. Este dicho pueblo, y los demás de su visita [de Tecoluca,
tachado], tiene seiscientos sesenta y ocho vecinos, como consta por el padrón y cuenta del padre Jorge
González, cura y vicario que fue del dicho partido.


El pueblo de los Ulúas, que se llama Langatique, que es la cabecera del dicho partido con treinta y cinco
pueblos de visita, tiene los indios siguientes:

Don Martín, cacique, y doña Catalina, su mujer, y tres hijos.

Este dicho pueblo, y los demás de su visita, tiene mil noventa y un vecinos, como consta por el padrón y
cuenta que dello envió el padre Andrés Peñuelas, cura y vicario que fue del dicho partido, el cual está
dividido, después acá, en dos visitas.


El pueblo de Santa Ana, que está encomendado en doña María Cerrato, con dos pueblos que tiene de visita,
tiene los indios siguientes:

Don Diego Océlotl, gobernador del dicho pueblo, y doña Magdalena Misco, su mujer.

Don Francisco de Mendoza, cacique y natural del dicho pueblo, y doña María, su mujer. Tienen un hijo.

Tiene dicho pueblo, y su visita, quinientos sesenta indios vecinos, como pareció por el padrón y cuenta
que hizo dellos el padre Martín de Montes de Oca, cura y vicario del dicho pueblo.


El pueblo de Yupitepeque, y su visita, que son dos pueblos, que está encomendado en Juan de Salazar,
tiene los indios siguientes:

Don Juan Pérez, gobernador, y doña Catalina, su mujer. Tienen tres hijos.

Don Diego, cacique, y Juana, su mujer. Tienen tres hijos. Tiene este dicho pueblo, y los dos de su visita,
seiscientos veinticuatro vecinos, como parece por el padrón y cuenta [del] padre Bartolomé Resino, cura y
vicario del dicho partido.


El pueblo de Mitla, que está encomendado en doña Isabel Durán, cabecera del partido con tres pueblos de
visita, tiene los indios siguientes:

Don Gaspar Arias, gobernador, y Catalina, su mujer. Tienen seis hijos.

Tiene este pueblo, con su visita, cuatrocientos setenta y cuatro indios, como consta por memoria y
matrícula del padre Marco Antonio, cura y vicario del dicho partido.


Los Izquipulas, que están en la Corona Real y encomendados en Alonso de Paz y Juan de Torre, 7 vecinos
desta ciudad, con su visita, tiene los indios siguientes:

Don Juan Bautista, gobernador, y su mujer Mencia, tienen tres hijos.

Don Juan Jule, 8 y su mujer Juana, tienen un hijo. Don Gonzalo, principal, y su mujer Francisca, tienen dos
hijos.

Tiene este pueblo de los Izquipulas, y su visita, cuatrocientos cuarenta vecinos, como parece por el
padrón y cuenta que dellos hizo el padre Antonio Ríos, cura y vicario del dicho partido.


El pueblo de Jalapa, encomendado en Diego de Vivar, alguacil mayor, y en Alonso Hidalgo, 9 a y dos
pueblos que tiene de visita, tiene la gente siguiente:

Don Pedro Lucero, gobernador, y Catalina, su mujer, tienen dos hijos.


Don Juan Hidalgo, cacique, y Catalina, su mujer, tienen tres hijas.

Tiene este dicho pueblo, y los dos de su visita, novecientos veinte y cinco vecinos, como parece por el
padrón y cuenta que hizo el padre Bartolomé Cornejo, cura y vicario del dicho partido.


El pueblo de Chiquimula de la Sierra, y dos pueblos de visita, que son Camotlán y Jocotlán, qu está
encomendado en Lorenzo de Godoy y Gregorio de Polanco, 10 tiene los indios siguientes:

El dicho pueblo de Chiquimula, y los dos de su visita, tiene cuatrocientos vecinos, según la noticia. Se dio,
porque vicario del dicho partido no envió la minuta por se descuidar Y es conforme a las tasaciones.


El pueblo de Cazehuastlán, y tres pueblos qu tiene de visita, que son Ozumatlán, Zacapa y San Agustín,
que es dicho pueblo de Acazehuastlán está en Juan de Morales encomendado y Diego de Salvatierra. 11

Este dicho pueblo tiene, y los de su visita, seiscientos vecinos, como consta por memoria y noticia que
dello se dio.


El pueblo de Guazacapán, que está en la Real Corona, con Nestiquipaque de visita, tiene los indios
siguientes:

Don Juan, cacique.

Don Francisco, cacique.

Este dicho pueblo de Guazacapán, y Nestiquipaque, tiene ochocientos vecinos, según pareció por
memoria y noticia que dello se dio.


El pueblo de ChiquimuIa de la Costa, encomendado en Cristóbal de Celada, con Tila, que tiene de visita,
tiene los indios siguientes:

Don Juan de la Cruz, cacique y gobernador, y doña Catalina, su mujer, tienen un hijo.

Este dicho pueblo, y los de su visita, tiene quinientos y seis vecinos, como pareció por el padrón y cuenta
que dellos hizo el padre Cristóbal de Celada, cura y vicario del dicho partido.


El pueblo de Tasisco, que está encomendado en Lope Rodríguez de las Varillas, 12 con un pueblo que tiene
de visita, tiene los indios siguientes:

Don Hernando, gobernador y doña Francisca, su mujer, tienen un hijo.

Este dicho pueblo, y su visita, tiene trescientos setenta y cinco vecinos, como consta por el padrón y
cuenta que dellos hizo el padre Cristóbal de Morales, cura y vicario que fue del dicho partido.


El pueblo de Hueymango, de que es encomendera Isabel Godinez, con Atiquipaque, Guanaguazapa,
Taculula, Tepeaco, y otro pueblo de visita que tiene, tiene los indios siguientes:

Este dicho pueblo de Hueymango, y los demás que están dichos de visita, tiene trescientos vecinos, como
consta por memoria y noticia que dello dieron.


El pueblo de Hueymango, de Carlos Bonifaz, con su visita, que son cuatro poblezuelos, tiene la gente
siguiente:


Este dicho pueblo, y los de su visita, tiene quinientos vecinos, según consta por memoria y noticia que
dello dieron, porque el clérigo que los visitaba no envió relación.


El pueblo de izguatlán, que está encomendado en Juan Hurtado y en Diego López de Villanueva, 13 con seis
pueblos de visita, tiene los indios siguientes:

El dicho pueblo de Izguatlán, y los demás de su visita, tienen ochocientos vecinos, como pareció por
memoria y noticia que dello [se] dio.


El pueblo de Naozalco, encomendado en Jerónimo de Guzmán y Jerónimo de Alvarado, con cuatro pueblos
de visita, tiene los indios siguientes:

El dicho pueblo de Naozalco, con los demás de su visita; tiene ochocientos vecinos, según consta por
memoria y noticia que dello dieron, porque el cura y vicario dél no dio minuta como se le mandó.


El pueblo de Aguachapa, que está en la Real Corona, con Tacuba, Ataco, y otros pueblos, tiene los indios
siguientes:

Este dicho pueblo de Aguachapa, y los demás de su visita, tiene ochocientos vecinos, como consta por
noticia y memoria que dello se dio.


El pueblo de San Antonio, que está encomen dado en Juan Méndez de Sotomayor y en menor de Montes
de Oca, y San Juan de Nahualapa, que está encomendado en Gaspar Arias Avila, 14 tiene la gente
siguiente:

El dicho pueblo de San Antonio, y el de San Juan, tienen mil cuatrocientos vecinos, según consta por
memoria y noticia que dello dieron.

Es cacique y gobernador del pueblo de San Juan de Nahualapa, don Francisco.

Del pueblo de San Antonio, el cacique don Francisco. Item, del dicho pueblo es gobernador don Toribio.


El pueblo de Zamayaque, que está encomendado en Alonso Gutiérrez de Monzón, 15 y San Pablo, Santo
Tomás, San Gregorio, y otros pueblos sujetos a este pueblo, tiene los vecinos siguientes:

Tiene este dicho pueblo, y sus sujetos, mil cuatrocientos veinte vecinos, como consta por el padrón y
cuenta que dello hizo el padre Pedro Nieto, cura y vicario que fue del dicho partido.


El pueblo de Zapotitlán y sus sujetos, que están encomendados en Juan Maldonado y doña Juana
Saavedra, 16 tiene los vecinos siguientes:

Este dicho pueblo, y los dichos sus sujetos, tiene novecientos noventa y dos vecinos, como consta por el
padrón y cuenta que hizo el bachiller Juan Jerónimo Reinoso, cura y vicario que fue del dicho partido.


El pueblo de San Luis, de la dicha costa de Zapotitán, [Santiago] Zambo, San Felipe, San Martín, San
Gregorio, pueblos de su visita, tiene los, indios siguientes (y el pueblo de San Luis está en la Corona Real):

El dicho pueblo de San Luis, y los demás que están dichos de su visita, tienen novecientos treinta y ocho
vecinos,


El pueblo de Ayutla, que está en la Corona Real, con Nahuatlán, Coyoacán, Chacalapa, Apacapa, Tilapa,
que están en la dicha Real Corona, tiene los indios siguientes:

El dicho pueblo de Ayutla, con los demás que están dichos de su visita, tiene trecientos dieciocho vecinos,
como consta por el padrón y cuenta que dellos hizo el bachiller Alonso Rodríguez Vizcaíno, cura y vicario
del dicho partido.


El pueblo de Tustla, que es en la provincia de Soconusco, con los demás de su visita, que son Copulco,
Mazatlán, Cacahuatán, Etacalapa, Ila mapa, Tlapachula, que están en la Corona Real, tiene los vecinos
siguientes:

El dicho pueblo de Tustla, y los demás que están dichos de su visita, tienen cuatrocientos vecinos, como
parece y consta por memoria y matrícula del padre Pedro de Ayllón cura y vicario del dicho pueblo.


El pueblo de Hue[hu]etlán, de la dicha provincia de Soconusco, donde hay españoles que viven con los
indios, Cuilco y Tuzantlán,

El dicho pueblo de Hue[h]uetlán y su visita, según está declarado, tiene setecientos vecinos, como consta
por memoria y noticia que dello se dio.


El pueblo de Tianguiztlán, Cahuala, Ocozingo, Macapetahua, Tizapa, Tatahuitla, y otro pueblo que está en la
Real Corona, tiene los indios siguientes:

El dicho pueblo de Tianguiztlán, con los demás que están dichos de su visita, tiene trescientos setenta
vecinos, según que se dio memoria y noticia dellos.


El pueblo de Soconusco, Ocelocalco, Mapaztepeque, Tictepeque, Tonalá, Tlapanatepeque y los demás que
están hacia la mar, de su visita, tiene los indios siguientes:

El dicho pueblo de Soconusco, con los demás que están dichos que tiene de visita, tiene quinientos
vecinos, como pareció por la memoria y razón que dello se dio.


El pueblo de Teculucelo, que está en la Real Corona, Citala, Seque, Ahuetepeque y su visita, que son siete
u ocho poblezuelos, tienen los indios siguientes:

El dicho pueblo de Teculucelo, y los demás que están dichos de su visita, tiene quinientos vecinos, según
consta por memoria y noticia que dello se dio.


La Chuluteca, que es de españoles, tiene de visita diez pueblezuelos de indios, que están encomendados
en los vecinos del dicho pueblo de la Chuluteca, y tiene los indios siguientes:

Los dichos poblezuelos, que están junto a la Chuluteca y son de visita del vicario desta, tienen
cuatrocientos vecinos, según consta por memoria y noticia que dello se dio.


Las milpas del valle desta ciudad de Guatemala, que están en la Real Corona y son milpas de españoles,
que son de naborias, todas ellas pagan tributo a su majestad y a los dueños de las tierras adonde ellos
están, y tienen los vecinos siguientes:

Serán las dichas milpas del valle cuarenta milpas por todas, chicas y grandes, y tienen cuatro mil
seiscientos cuarenta y ocho vecinos, como consta por el padrón que de los vecinos que en ellas hay se
hizo.

Visita de los frailes de San Francisco: de indios, la visita que tienen en sus pueblos son los siguientes:

El pueblo de Quezaltenango, que está en la Corona Real de su majestad, tiene mil vecinos él solo, como
constó por minuta y memoria que se provee.

El pueblo de Atitlán, con sus estancias, que está en la Corona Real y encomendado en Sancho Barahona,
17
tiene mil seiscientos setenta y tres vecinos, como constó ansí mismo por memoria.

El pueblo de Totonicapa, y sus estancias, que está enco mendado en la Corona Real, tiene novecientos
vecinos, como constó ansí mismo por minuta que se dio.

El pueblo de Tecpán Atitlán, que ansí mismo está encomendado en la Corona Real, tiene, con sus
estancias, tres mil vecinos, como constó ansí mismo por minuta que dello se dio.

El pueblo de Comalapa, que está encomendado en Rodrigo Pérez Dardón, 18 con Pazicía y Parramos y los
demás, tiene mil seiscientos vecinos, como constó ansí mismo por minuta que dello se dio.

Tecpán Guatemala y sus estancias, San Miguel y el Patolul, tiene mil trescientos vecinos, como ansí
mismo constó por minuta que dello se dio.

Ichán del Hueue, 19 San Juan Aloteque, Santiago Gouinala, Tecuantepeque y los demás de su visita, y
Santa Lucía, que están encomendados en vecinos de Guatemala, tiene ochocientos vecinos, como constó
ansi mismo por minuta que dello se dio.


Visita de los frailes de Nuestra Señora de la Merced: de indios y visita de los pueblos que tienen son los
siguientes:

El pueblo de Sacatepeque y sus sujetos, y Ostuncalco y sus sujetos, que están encomendados en don
Francisco de la Cueva, 20 vecino desta ciudad, tienen dos mil seis vecinos, como constó por minuta que
dello se dio.

El pueblo de Huehuetenango, y sus sujetos y estancias, tiene mil vecinos, según consta de la minuta y
memoria que dello se dio.

El pueblo de Jacaltenango, y sus estancias, que está encomendado en Pablo Cota, tiene mil vecinos, como
ansí mismo constó por la minuta y memoria que dello se dio. El pueblo de los Chomes, Mames, Huey
Cuilco, Motocintla y sus estancias, que está encomendado en Juan Méndez de Sotomayor y en la menor
de Montes de Oca, 21 tiene mil vecinos, según que dello constó por minuta y memoria que se dio.


La visita de los frailes de la orden de Santo Domingo, de los pueblos y visita que tienen a la ronda desta
ciudad en veinte y siete pueblos, y la gente que en ellos hay es la siguiente:

En los dichos veinte y siete pueblos, hay cuatro mil seiscientos veinte y nueve vecinos. Esto, fuera de dos
mil indios, antes más que menos, que administran de los deste valle, según como pareció por memoria y
minuta que los dichos frailes dieron de la dicha orden.

Item, asimismo declararon por la dicha memoria, en siete pueblos que tienen de visita en la ciudad de
San Salvador y sus sujetos dellos, y dijeron tener dos mil vecinos, poco más o menos, según que por la
memoria que dieron consta.Item, asimismo declararon los dichos frailes tener, en la visita de Sacapula y
los pueblos en ella comarcanos, mil seiscientos vecinos, poco más o menos, según que por la dicha
memoria que dieron consta y parece.

Hase de entender que todos los indios vecinos que van declarados atrás, ansí de visita de clérigos como
de frailes, son casados, fuera de muchos hijos e hijas, y mujeres viudas y huérfanos que tienen, que es en
mucho número y cantidad.

Los religiosos de Santo Domingo y casas que hay en este obispado son:

El monasterio de Guatemala tiene cuarenta religiosos. Los veinte y cuatro [son] sacerdotes, y los demás
son coristas. El otro convento [es] de San Salvador, adonde hay ocho o diez religiosos.

Otro convento está en Sacapula, y comúnmente hay seis religiosos, que visitan los pueblos que tienen.
En la Villa de la Trinidad, hay otro convento, adonde residen cuatro religiosos para la administración.


Memoria de los religiosos de Nuestra Señora de la Merced que hay en este obispado, y monasterios. Son
los siguientes:

En esta ciudad de Guatemala hay un monasterio y, en él veinte religiosos conventuales. Los nueve,
religiosos, y 1os demás, coristas.

Item, en el pueblo de Sacatepeque, hay dos sacerdotes en él para la administración.

En el pueblo de Ostuncalco, hay otros dos sacerdotes. En Hue[h]uetenango, hay otros dos sacerdotes
para dicha administración.

En el pueblo de Jacaltenango, hay otros dos sacerdotes para la dicha administración.

En el pueblo de Cuilco, hay otros dos sacerdotes religiosos.


Memoria de los religiosos de San Francisco que hay en el monasterio desta ciudad y obispad Son los
siguientes:

En esta ciudad de Guatemala, hay un monasterio de religiosos de San Francisco que tiene seis frailes. Los
cuatro son de misa, y los demás, coristas.

En el pueblo de Tecpán Atitán, tienen dos religiosos. En el pueblo de Comalapa y su visita, tienen otros
religiosos.

En la casa y monasterio de Almolonga, que es en la Ciudad Vieja, tienen otros dos religiosos.

En la casa de Totonicapa y Quezaltenango, tenían y/o tienen otros dos religiosos.


Lo que todo que dicho es, se hizo y sacó en la ciudad de Guatemala, a veinte y ocho días del mes de abril de mil
quinientos setenta y dos años. Lo cual hice y saqué yo, Juan de Pineda, secretario del dicho Cabildo, y notario apostólico
y público deste obispado, por mandado de los señores de mi Cabildo, los cuales lo firmaron de sus nombres, y ansí va
refrendado de mí, el dicho secretario. Pedro de Liébana, 22 chantre (rúbrica), Francisco González, maestrescuela
(rúbrica), Baltasar de Vera 23(rúbrica). Pasó ante mí, Juan de Pineda, 24 Secretario del Cabildo (rúbrica).
1 El clérigo Juan de Ovando y Godoy nació hacia 1514 en la ciudad de Cáceres, Extremadura. Desempeñó el cargo de visitador del Consejo de Indias entre 1567-
1571, y, en octubre de aquel último año, se le elevó al rango de presidente. Murió en Madrid, a 8 de septiembre de 1575.

2 Don Bernardino de Villalpando fue obispo de Guatemala entre los años de 1564-1570.

3 Diego de Guzmán, criollo, hijo de Juan de Guzmán, uno de los primeros conquistadores de Guatemala, fue “almirante de la Mar del Sur y encomendero de la
grande importancia de los Izalcos” (Fuentes y Guzmán, Recordación, lib. 10, cap. xI). Fue alcalde ordinario de la ciudad de Guatemala en más de una ocasión,
aunque en 1582 fue vetado del cargo por tener delito criminal. Cierto Gómez Díaz de la Reguera, vecino de San Salvador, lo denunció diciendo “que de ocho
años a la parte que ha que tiene aquella encomienda de los Izalcos, traía muchos tratos y contratos de muchos géneros de mercancías y carnicería pública,
donde vendía las vacas flacas que estaban para morirse, sin consentir que otra persona vendiese carne, y que apremiaba a los indios para que no la comprasen
de otra ... que llevaba a los indios de los Izalcos más de ciento y sesenta cargas de cacao cada año, demás de las que debía llevar...” (O. cit., lib. 10, cap. xIII),
etcétera. A pesar de lo cual el cronista florido lo llama “grande e ilustre republicano” (lbid.).

4 Pedro Girón, criollo, alcalde ordinario de Guatemala en 1576, fue hijo de Francisco Girón, uno de los primeros vecinos de la ciudad y alto funcionario, de
quien. se cree que “era deudo cercano del duque de Osuna” (Fuentes y Guzmán, Recordación, lib. 14, cap. xix) .

5 Juan Vázquez de Coronado, uno de los primeros vecinos de la ciudad de Santiago de Guatemala. Fuentes y Guzmán lo pone entre los “sujetos de la primera
nobleza (Recordación, lib. 6, cap. xxII). Alcalde en 1551-52, 1554 y 1558.

6 Lectura dudosa. Tal vez Güeymoco.

7 No hemos podido encontrar dato alguno sobre Alonso de Paz, pero debe ser, Juan de Torre, uno de los primeros conquistadores de Guatemala. El segundo
distinguió luchando contra los poconchís (Fuentes y Guzmán, Recordación, 4, cap. xvI)

8 Lectura dudosa.

9 Diego de Vivar, criollo, desempeñaba el cargo de alguacil mayor desde 1561, lo menos, y continuaba siéndolo en 1572 (Fuentes y Guzmán, Recordación, lib. 8,
caps. xxv, xxvIII, y lib. 14, cap. xvIII) . Alonso Hidalgo, o su hijo, fue uno de los primeros vecinos y conquistadores de Guatemala. Fungió varias veces como
alcalde o junto con Diego de Guzmán. Ver nota 3.

10 Probablemente descendiente de Gaspar de Polanco, de quien se dice que “ hubo sucesión continuada de varón en varón, y siempre optaron en los oficios
políticos y militares de primeras planas, como personas principales y de señalada calidad (Fuentes y Guzmán, Recordación, lib. 3, cap. v), precisamente en
1572 rehusó ir como procurador general ante la corte (o. cit., lib. 6, cap. xxIv). Desempeñó varias veces el cargo de procurador sindico de la ciudad y,
asimismo, el de alcalde ordinario en una ocasión con el poeta Baltasar de Orena (o. cit., lib. 3, cap. vI; lib. cap. xxv). Era tesorero en 1595 (o. cit., lib. 14,
cap. xxv).
11 Juan de Morales, probablemente descendiente de Antón de Morales, “todos de conocida calidad” (Fuentes y Guzmán, Recordación, lib. 2, cap. v), así como
Diego de Salvatierra, tal vez descendiente, si no uno de los varios Salvatierras que poblaron tempranamente Guatemala.

12 Otro de los primeros pobladores de Guatemala que ocupó varios cargos en la administración colonial. Se hace mención de él varias veces en la Recordación
florida, y aparece firmando una carta a favor de los frailes de 22 de febrero de 1574 (ver, Vázquez, Crónica, I (1937: 43-44).

13 Juan Hurtado, posiblemente de Mendoza, fue regidor de la ciudad de Guatemala 1587 (Recordación, lib. 7, cap. xIv) ; Diego López de Villanueva, uno de los
primeros conquistadores, compañero de armas de Bernal Díaz (Historia verdadera, cap. 193), participó en la conquista de México (Recordación, lib. 12, cap. Iv)
y fue alcalde ordinario en 1559 (Ibid., lib. 14, cap. XXIII) .

14 Juan Méndez de Sotomayor, sin duda emparentado con el conquistador Hernán Méndez de Sotomayor. aparece como procurador síndico de la ciudad en 1587
(Recordación, lib. 7, cap. xIv); Gaspar Arias Dávila, posiblemente hijo del famoso conquistador del mismo nombre, era alcalde ordinario cuando Méndez de
Sotomayor era sindico (Ibid.) . Su nombre, y el de su padre, “gran servidor de Pedro Alvarado” (Bernal Diaz, Historia, cap. 193), son frecuentemente
mencionados en las crónicas.

15 Fuentes y Guzmán (Recordación, lib. 6, cap. xxII) lo enumera entre los “sujetos. de la primera nobleza”. Fue regidor del cabildo desde 1560 hasta 1574, por
lo menos, en que se excusó de aceptar el cargo de procurador general ante la corte española (o. cit., lib. 10, cap. xxIv).

16 No consta en las crónicas quién haya sido Juan Maldonado ni qué méritos le asistían para tener encomienda. De Juana de Saavedra consta, en la “Probanza
de meritos y servicios de Bartolomé Becerra (1579) “, que era viuda de dicho conquistador y que, en esta virtud, había administrado su encomienda (Bernal
Diaz, Historia ... , México: Porrúa, 1962, apéndices, p. 603) . según consta por el padrón y cuenta que dellos hizo el padre Diego de Santizo, cura y vicario que
fue del dicho partido.

17 Posiblemente hijo de Sancho de Barahona. uno de los primeros conquistadores y pobladores de Guatemala. Existe una “Información de los méritos y servicios
de..., 1570”, y otra del mismo y de su hijo Juan (1574), en el AGI, t. 1, ff. 198 y 202, est. I, caj. 3, legajos 17/8 y 20/11. Según indice de documentos de NE
existentes en el AG1 de Sevilla, 1, México: SRE, 1928, “Monografías Bibliográficas Mexicanas”, núm. 12.

18 Hijo probablemente del conquistador Juan Pérez Dardón, numerosas veces mencionado en la Recordación florida.

19 Todas estas poblaciones estaban asentadas cerca de los afluentes del rio Guacalate, en las vecindades de Santa Lucia Cotzurnalhuapa.

20 Hijo de don Pedro de la Cueva y sobrino del duque de Albuquerque, cuñado de don Pedro de Alvarado, contrajo matrimonio con doña Leonor Xicoténcatl,
hija del conquistador. Don Francisco de la Cueva es numerosas veces mencionado en la Recordación florida.

21 Sobre Juan Méndez de Sotomayor, ver nuestra nota 14. Fuentes y Guzmán no registra entre los primeros pobladores de Guatemala a ninguno que tuviera el
apellido Montes de Oca.

22 Uno de los primeros poetas de Guatemala (ver Salomón Carrillo Ramírez, “Los precursores de la poesía lírica guatemalteca”, en ASGHG, 13 (jun 1937): 405-
430). Hijo de Francisco de Liébana y de María Sánchez de la Cuadra, nace en Villar de Pedroso, jurisdicción de Talavera de la Reina, cerca del pueblo de
Guadalupe. Existe una amplia información sobre Liébana en cierta “Petición de los inquisidores de México a los magistrados de Guatemala, México, 21 de abril
de 1597”, AGN, Inquisición, t. 202, exp. 8. La información se levantó en Naolinco, jurisdicción de Sonsonate, El Salvador, siendo los que informaron Quicteria
Pizarro, Francisco de Salamanca y Jiussepe de Villalobos. Su testamento, fechado en Guatemala a 12 de agosto de 1602, consta en el AGCA, A.1 20, leg. 430,
exp. 10.326, ff. 20-22v. El escribano, Christóbal Aceituno de Guzmán, asienta: “...pareció presente don Pedro de Liébana, deán de la Catedral, enfermo,
echado en una cama en las casas de su morada y, a lo que pareció, en su buen juicio y entendimiento”. Datos proporcionados por Humberto Maldonado.

23 Sobre Francisco González y Baltasar de Vera, ver nuestra introducción a este documento.

24 Ver introducción a los Avisos de Juan de Pineda, Apéndice VII.


APÉNDICES III, IV, Y V

MEMORIA Y RELACIÓN DE LA VISITA QUE EL DOCTOR MATEO ARÉVALO SEDEÑO


HIZO EN LA VERAPAZ

RELACIÓN DE LA PROVINCIA Y TIERRA DE LA VERAPAZ

MEMORIA Y DESCRIPCIÓN DE LA PROVINCIA DE LA VERAPAZ

INTRODUCCIÓN
Los tres documentos que vienen a continuación tienen en común el tratar de la Verapaz, el haber sido escritos
contemporáneamente y, el haber servido al parecer de instrumentos legales en una causa contra los frailes. Bajo su
inocua apariencia de meras descripciones geográficas hay que detectar, pues, su esencia polémica y testimonial.
La relación del doctor Arévalo Sedeño y la de Viana, Gallego y Cadena (VGC), nos permiten analizar varios hechos
desde dos diferentes puntos de vista, mientras la de VGC y la de Montero de Miranda comparten, además de la actitud
descriptiva, una visión humanista y humanitaria del indio. Las diferencias más notables que existen entre las tres pueden
resumirse en que la primera representa el punto de vista oficial; la de VGC, el de los frailes evangelizadores, y la de
Montero de Miranda, el de un caballero cristiano que conoció profundamente la Verapaz. La última se singulariza,
además, porque el autor quiso hacer de ella una pieza didáctico-literaria.
Para hacerse cargo mejor de la situación, conviene tener en cuenta algunos datos históricos. Tanto la relación de
Arévalo Sedeño, como la VGC, se escribieron en el periodo durante el cual la silla episcopal de Guatemala estaba
vacante. El obispo, don Bernardino de Villalpando, había muerto en 1570.1 Pero lo significativo del hecho es que su
polémica adminstración había dejado tras de sí profundos conflictos y antagonismos entre el episcopado y los frailes, los
cuales se habían originado en su arbitraria interpretación de las disposiciones del Concilio de Trento. Para hacer breve
una larga historia, baste decir que revocó el privilegio que permitía a los religiosos administrar sacramentos y que
secularizó las parroquias y doctrinas administradas por frailes.
Naturalmente, estos controvertibles actos jurídicos sólo afectaban en parte a la Verapaz, ya que ésta era una
diócesis independiente, gobernada durante este periodo por el religioso dominicano fray Tomás de
Cárdenas. Pero aún allí la tensión era grande, por prevalecer en ella los dominicos y sentirse éstos solidarios con la
causa de sus hermanos de religión. No es casual que entonces el prelado de la Verapaz haya incoado un litigio, en el
cual reclamaba que al territorio de su obispado se añadieran “ciento cuatro leguas de longitud y más de trescientas de
circunferencia”, las cuales deberían ser desmembradas del obispado de Guatemala. 2 Dicha causa se falló a favor de la
Verapaz, aunque más tarde, se revocó la sentencia. Las circunstancias que rodearon este litigio son inciertas, y es una
lástima que el libro tercero de la Historia de Ximénez, en el que se describían los episodios de este tormentoso periodo,
se haya misteriosamente extraviado.
En este contexto, la Audiencia, que se había trasladado a Panamá (1564), fue reinstalada en Santiago de Guatemala
a principios de 1570, llegando como presidente de ella el doctor Antonio González. Este fun cionario fue removido del
cargo dos años después, sucediéndole el doctor Pedro de Villalobos, residente de Nueva España, quien tomó posesión a
26 de enero de 1573. Eran oidores, desde el 12 de diciembre de 1572, el licenciado Valdés de Cárcamo y el doctor
Arévalo Sedeño, 3 ambos también procedentes de Nueva España.
Apenas iniciado el gobierno del doctor Villalobos y de los dos oidores, surgió un litigio entre el Ayuntamiento de
Guatemala y los dominicos en el que se ventilaban los derechos de propiedad de la laguna de Amatitlán. No nos interesa
su desarrollo y conclusión. Lo mencionamos, porque, sumado a los datos anteriores, ayudará a entender el clima de
tirantez que existía entre los religiosos y el episcopado de Guatemala, entre éste y el episcopado de la Verapaz, y entre
los dominicos y autoridades civiles.

La Relación de Arévalo Sedeño

Es el último manuscrito de la Colección JGI (XX-11), y consta apenas de dos fojas, leyéndose en el dorso de la
segunda: “Vista contra los frailes” y, de mano distinta, “Relaciones de las provincias de la Verapaz y Çaca[p]ula, Distrito
de Guatemala”. El documento ostenta al calce la firma de “M[a]th[e]o Arévalo Sedeño”, cuya autenticidad puede
comprobarse, cotejándola con otras que aparecen en ciertas actas de Real y Pontificia Universidad de México (AGN,
Universidad, t. V, fol.
18r). La redacción del texto es, sin embargo, producto de otra mano; pero, quienquiera que haya sido el copista o el
escribano, omitió firmar y, asimismo, dejar constancia del lugar y la fecha del escrito. Éste, tal como se conserva, no está
dirigido a nadie en particular y tampoco concluye con las fórmulas de costumbre. El principio es tan abrupto como el final.
Todo sugiere, pues, que el documento no está completo; sospecha que se confirma al observar que, no obstante el
enunciado del título, de “la provincia de Saca[p]ula” nada se dice.
Entonces, la problemática de la Relación de Arévalo Sedeño puede resumirse en los siguientes puntos: a) su
integridad; b) si es copia par
cial de un original más extenso, ¿dónde para éste? c) lugar y fecha del original y
d) lugar y fecha de la copia firmada por Sedeño. Podría aún añadirse que no son conocidas las circunstancias ni la
ocasión en que la copia se usó, mediante las cuales fuera posible explicar la leyenda que aparece en el dorso de la
segunda foja: “Vista contra los frailes”.
Lo que se puede decir con certeza es que la visita de que se trata la Relación la efectúo Arévalo Sedeño, en función
de su cargo de oidor, durante la primera mitad de 1574, y, también, que fue a la Verapaz a contar los pueblos para
propósitos tributarios. La Relación VGC, fechada a 7 de diciembre de 1574, dice, hablando de Santa María Cahabón, que
en el curso de ese año había habido una pestilencia, de la cual fue testigo Arévalo Sedeño, “que aquel tiempo contaba el
pueblo para tasarle”. Si a esto se suma que la Relación de Sedeño dice en tono de queja que los indios “no daban cosa
de lo necesario” y, suspicazmente, que los frailes les decían “que escondiesen los bienes que tenían”, mientras la
Relación de VGC afirma que, debido a la escasez consiguiente a la pestilencia, “en todo el pueblo no había grano de
maíz sano, ni se halló para sus bestias [del oidor y de sus oficiales]”, uno puede inferir que la “visita” a que se refiere la
Relación de Sedeño y la “cuenta y tasación” de que hablan VGC son el mismo hecho histórico. La relación original de
Sedeño, entonces, si alguna vez existió, puede tentativamente datarse en la segunda mitad del año de 1574. Y, como
debió regresar a México antes de terminar ese mismo año, ya que en enero de 1575 lo encontramos asumiendo, el cargo
de rector en la Universidad de México (AGN, Universidad, t. V, fol. 13v), resulta igualmente conjeturable que la copia
parcial de la Relación que aquí publicamos se preparó y firmó por la misma época.
Durante el tiempo de la visita del oidor a la Verapaz, el obispo que residía en el convento de Cobán era fray Tomás
de Cárdenas; los religiosos encargados de la doctrina y de sus sujetos, fray Francisco de Viana, fray Lucas Gallego y fray
Guillén Cadena. Sin embargo, como el documento de Arévalo Sedeño atestigua, “antes de llegar [él] a la provincia,
vinieron al dicho pueblo cinco frailes”; pero “fuéronse los unos, y los que quedaron no eran lenguas”. Uno no puede evitar
preguntarse: ¿cómo podía, entonces, el oidor esperar que unos frailes ignorantes de la lengua se sintieran obligados a
confesar a enfermos pestilenciales que no hablaban español? ¿Quién le sirvió a él de intérprete para obtener los informes
que asevera haber obtenido? La Relación de Arévalo Sedeño es más interesante de lo que a primera vista parece, no
obstante su brevedad, para estudiar los procedimientos y mecanismos de la administración colonial.
Mateo Arévalo Sedeño obtuvo su doctorado en Cánones en la Real y Pontificia Universidad de México, a 28 de
agosto de 1554 (AGN, Universidad, t. II, fol. 91v). Fue catedrático de Decreto (AGN, Universidad, t. II, fol. 8r) y de Prima
de Cánones. Fue un profesor “faltista” y, por eso, se granjeó no pocas ni cortas multas. Poco antes de pasar a Guatemala
como oidor, a 26 de junio de 1572, después de “18 años catedrático de propiedad y dos más de decreto, pidió se le
jubilara”. 4 Oidor en la Real Audiencia de Guatemala desde diciembre de ese mismo año, retornó a la capital de la Nueva
España a finales de 1574 y, a 5 de enero de 1575, fue nombrado rector de la Universidad de México (AGN, Universidad,
t. V, ff. 13v-14r), cargo que desempeñó hasta noviembre del siguiente año. No hemos hallado documento que acredite la
fecha de su muerte, pero su nombre figura en las actas de la Universidad hasta 1584.
La Relación de Mateo Arévalo Sedeño se publicó, en paleografía de Francis Gall, en los ASGH, 42 (en-dic 1969): 73-
76, explicándose allí que está el “original en la Colección Genaro [sic] García Icazbalceta, Biblioteca de la Universidad
de Texas”. Se indica que es un “fragmento posiblemente [del] último tercio del siglo XVI”, y la imaginación del paleógrafo
supone que el manuscrito está firmado por el “Lizenziado Arévalo Cedeño”.

La Relación de Viana, Gallego y Cadena

El manuscrito original está en la Colección JGI (XX-4) que se serva en la UTX. Consta de once fojas numeradas del
37 al 47. Estos números de folios no son del puño del amanuense que redactó el escrito. De letra de éste, en el fol.
37r, se lee “Relación de la Verapaz pa[ra] su mag[es]t[a]d” y, de distintas manos, “La Verapar, 1544” y “Vista”. La ultima
leyenda sugiere que el documento fue empleado para los mismos fines legales que el precedente. Los folios 37v y 47v
están en blanco. Está fechado “en el convento de Santo Domingo de Cobán, en 7 de diciembre, año de 1574”, y firmado
por “fray Francisco de Viana, prior”, “fray Lucas Gallego” y “fray Guillem Cadena”. En mi apreciación personal, el texto fue
redactado por mano del último.
El documento iba acompañado de una pintura, cuyo paradero se desconoce, según se puede inferir de lo que se dice
en el fol. 46r: “Hay en esta provincia 15 iglesias y 15 pueblos, grandes y pequeños. Están situados en una media luna,
como claramente se demuestra en la descripción y pintura que va con esta relación” (el subrayado es nuestro). Todo
parece indicar que la pintura era circular y, por lon tanto, ajustada a los patrones indígenas. 5
Dada la brevedad que buscamos, poco más se puede añadir. Fray Francisco de Viana es uno de los grandes
lingüistas de Guatemala. 6 Su obra y ejemplo inspiraron a fray Dionisio de Zúñiga, autor del Maremagnum poconchí.7 Fue
electo prior en el capítulo que se celebró en Cobán a 24 de enero de 1574, sucediendo en el cargo a fray Lucas Gallego.
8 A principios del año de 1607, “murió en Cobán, casa adonde habla vivido cincuenta años... Fue prior de Zacapula...,

edificó lo más mejor del convento de Cobán, donde descansa en el Señor”. 9


Habíanlo precedido en el viaje ineluctable fray Guillén Cadena y fray Lucas Gallego. El primero, valenciano, falleció
en Guatemala el año de 1590; 10 el segundo, después de haber sido prior de Copanabastla (1580), provincial (1587), prior
de Ciudad Real (1593), y finalmente vicario general en la Nueva España (1596-98), “se volvió ... a su convento de
Guatemala”, donde murió el año de 1601.11
Una copia de la Relación VGC se conserva en la Biblioteca Bancroft de la Universidad de California, Berkeley.
Hammond la describe:

FRANCISCO, prior of Viana
Relación de la Provincia i tierra de la Vera Paz i de las cosas contenidas en ella... desde el año de 1544 hasta
este de 1574. Conviento de Santo Domingo de Cobán, Guatemala. December 7, 157
19 p. 33 cm. HHB [M-M 312]
Report of three Dominican friars, Francisco, prior of Viana, Lucas Gallego, and Guillén Cadena, describing
the province of Verapaz, its topography, climate, products, churches, roads, leading settlements, and dimnishing
population, as well as the work done there by the Dominicans during the period 1554-1574 [sic].12
La Relación de VGC se ha publicado, por lo menos, en un par de ocasiones: ASGHG, 28 (1955): 18-31, y Guatemala
Indígena, II/3 (1962): 141-160. La segunda es una transcripción de Berendt (1872) basada en la copia que sacó
Buckingham Smith en la RAH de Madrid, volumen 39 de la Colección Muñoz, a 9 de marzo de 1857. No nos consta si el
manuscrito que copió Smith era el original o, simplemente, una copia. Si era una copia, ésta debe continuar en la RAH.
La transcripción de Smith debe estar en la Colección E. G. Squier, si no en el Museo Peabody de la Universidad de
Harvard, en el Museo de la Universidad de Pennsylvania, Filadelfia.
Sólo nos resta añadir que, comoquiera que haya sido el desenlace del juicio en que el manuscrito sirvió de pieza
testimonial, la Relación de VGC contribuyó eficazmente a mitigar los tributos de la Verapaz Remesal, quien parece
haber estado bien informado de su contenido puesto que lo cita casi textualmente, refiere que, atendiendo el rey a los
inconvenientes en la Relación expresados, mandó “a la Audiencia Guatemala que modere los dichos tributos”. A
principios de 1577, mando “al Presidente que estorbe en todas maneras que los indios de la Verapaz no salgan fuera de
su tierra a buscar el tributo”. 13

La Memoria de Montero de Miranda

El manuscrito no tiene título; omite toda mención del lugar y fecha en que se escribió, y no esta firmado por su
presunto autor. Forma de la Colección JGI, XX-3, donde se le enuncia como: “Descripción de la provincia de la Verapaz,
hecha en Cobán á fines del siglo 16 por Francisco Montero de Miranda. Original.” Atendiendo a las circunstancias, es
muy posible que en este caso JGI se haya engañado, creyendo que éste era el “original”.
Consta de 18 fojas numeradas tardíamente del 22 al 36, quedando sin numerar los folios 37-40, los cuales contienen
algunas cuentas (ff. 38r y 40v) y, en el folio 38r, las siguientes anotaciones hechas por diferentes manos: “N° 226”,
“Verapaz, descripción de la provincia de la Verapaz”, “Vista”, y “Verapaz: ésta es para cuando se trate de Guatemala”. La
anotación “Vista” es de la misma mano que estampó notas similares en las relaciones de Arévalo Sedeño y de VGC, lo
que permite conjeturar que este escrito se usó también en la vista de la causa ya mencionada. Quienquiera que haya
foliado el texto, debió tener ante sí el manuscrito de la Relación de VGC, ya que en ésta continúa la foliación desde el 37
al 47.
Bajo el título de “Descripción de la provincia de la Verapaz por fray Francisco Montero de Miranda”, una transcripción
anónima de este texto fue publicada en los ASGHG, 27 (mar-dic 1953); 342-358. Sin embargo, presentar a Montero de
Miranda como a ”fray” es, para decirlo con la mayor cortesía, solamente un acto de presunción atrevida.
Entonces, la problemática de este manuscrito puede resumirse en los siguientes puntos: a) si lo tuvo, ¿cuál fue el
título de esta pieza?; b) el que se conserva en la Colección JGI, ¿es el “original”, o simplemente una copia?; c) si se trata
de una copia, ¿cuándo y dónde se preparó ésta y su modelo?; d) ¿quién preparó la copia, y para qué?; e) ¿dónde para el
original? Si se quiere, puede sumarse a los anteriores el problema que ha suscitado el paleógrafo guatemalteco: ¿era
fraile dominico Montero de Miranda? Las circunstancias no son las de ponerse a hacer una tesis, pero trataremos de
responder a algunas de las preguntas.
La última, desde luego, que no se desprende del texto, es la más sencilla de responder: el silencio de las fuentes
(Remesal y Ximénez) no apoya la presunción de que Montero de Miranda haya sido miembro de la religión de Santo
Domingo. Francisco Montero de Miranda, en 1572, desempeñaba el cargo de “escribano real y de cámara de la Real
Audiencia” de Guatemala. 14 Martín Alfonso Tovilla asevera que fue el segundo alcalde mayor de la Verapaz, sucesor de
Francisco de Rebolledo, y que era “natural de [Es]pinosa de los Monteros”.15 Tovilla distingue. muy claramente entre “los
prelados eclesiásticos que ha habido en esta provincia [de la Verapaz]” y “los seculares”. Montero de Miranda se
encuentra entre los segundos. 16
Por evidencia contenida en el texto, sabemos que éste fue preparado en la Verapaz, “en que al presente resido” (fol.
22r). Para establecer la cronología del documento, disponemos de dos puntos de referencia: primero, la obra está
dedicada al licenciado Palacio, “oidor dignísimo eh la Real Audiencia de Guatemala” y, segundo, el autor declara haber
estado presente a ciertas conversaciones que el licenciado Palacio sostuvo con “algunos caballeros”, asistiendo él “como
su servidor” (ibid.).
El asunto estaría claro y fuera de discusión, si nos constara documentalmente cuándo el licenciado Palacio empezó a
ser considerado “oidor de la Real Audiencia de Guatemala”; pero, por la razón que se quiera, ni su nombre ni su apellido
están registrados en las crónicas españolas. A este respecto, lo único que se puede decir con certeza, porque su
Relación está fechada a 8 de marzo de 1576, es que, entonces, ya era oidor de Guatemala.17 Como Valdés de Cárcamo
y Arévalo Sedeño regresaron a México hacia finales de 1574, resulta permisible conjeturar que el licenciado Palacio tomó
posesión del cargo a principios de 1575.
Pero, ¿qué sucedía entretanto con Francisco Montero de Miranda? Tovilla dice que fue el sucesor inmediato de
Francisco de Rebolledo, según él, alcalde mayor de la Verapaz entre los años de 1558-1563. El nombramiento era
quinquenal. Si las fechas y datos de Tovilla son fidedignos, habría que suponer que Montero de Miranda fue alcalde
mayor de la Verapaz entre los años 1564-69 y que, después, fue nombrado “escribano real y de cámara de la Real
Audiencia” y, lo que resulta absolutamente improbable, que, durante este mismo periodo, el licenciado Palacio fue “oidor
de la Audiencia de Guatemala”. Desde 1564, hasta 1570, la Audiencia se trasladó a Panamá.
Si el asunto merece alguna consideración, se resolverá cuando se estudien todos los pormenores. Entretanto,
nosotros proponemos la mente al suroeste de Villarcayo. Montero de Miranda era, pues, como varios otros personajes
que tuvieron un papel importante en la administración colonial de Guatemala, de origen “montañés”. hipótesis siguiente:
a) el licenciado Palacio fue “oidor de la Real Audiencia de Guatemala” desde los primeros meses de 1575; b) Francisco
Montero de Miranda seguía siendo, hasta entonces, “escribano real y de cámara de la Real Audiencia” y, en virtud de su
cargo, asistió a las conversaciones privadas del recién electo oidor; c) Montero de Miranda, “montañés”, fue nombrado
alcalde mayor de la Verapaz durante el año de 1575; d) “habiéndola andado y paseado toda, y examinado con alguna
curiosidad las cosas memorables que en ella hay” (fol. 22r), redactó su informe a finales de 1575; e) antes de mandarlo,
datado y firmado, al licenciado Palacio, se lo leyó a los frailes que residían en la Verapaz; f) éstos, nada cortos ni
perezosos, lo copiaron y enviaron como prueba testimonial a donde correspondía; g) esta copia, tal vez de mano de fray
Guillén Cadena, es la que se conserva en la UTX y que JGI nos trasmitió como “original”.
Desconocemos el paradero del documento original. El autor lo dedicó y dirigió en forma personal al licenciado
Palacio, y no parece fácilmente explicable que éste se hubiera deshecho de él. Por otra parte, el escrito de Montero de
Miranda y la Relación de Tovilla, décimo quinto alcalde mayor de la Verapaz, tienen mucha semejanza. Tovilla dedica,
data y firma, su Relación “dedicada a Francisco Revolledo”, primer alcalde mayor de la Verapaz (?). Montero de Miranda
no lo hace, ni al pie de la dedicatoria, ni al final de manuscrito.
Tampoco tiene título, y no es ahora, después de cuatro siglos, el momento más apropiado para inventárselo.
Nosotros le hemos llamado “Memoria y descripción breve de la provincia de la Verapaz”, porque el autor dice que,
“habiéndola andado y paseado toda...”, quiso “tomar por recreación de hacer una memoria y descripción breve...” (fol.
22r). Nada más.
Una copia desconocida para nosotros, ya que, aunque solicitada la fotocopia, aún no la hemos podido examinar, se
conserva en la Biblioteca Bancroft de la Universidad de California, Berkeley. Hammond, sin dar mayores antecedentes,
describe así el manuscrito:

MONTERO DE MIRANDA, Francisco
Memoria sobre la Provincia de Vera Paz. Verapaz, Guatemala. 1575?
25 p. 33 cm. HHB (M-M 313]
Report on the Province of Verapaz, addressed to Palacio, a judge of the Real Audiencia of Guatemala. Deals
with the name, location, climate, vegetation, fauna, rivers, mineral products, and natives of the province. 18

[APÉNDICE III]

No 141

VERAPAZ Y ZACATULA 19
Memoria y relación de la visita que el doctor Arévalo Sedeño, siendo oidor de Guatemala [c.
1572-1573], hizo en la provincia de la Verapaz y en la provincia de Zacatula, de la jurisdicción
y distrito de aquella Audiencia

RELACIÓN DE LAS PROVINCIAS DE lA VERAPAZ Y ZACATULA DISTRITO DE


GUATEMALA
El primer pueblo de la provincia de la Verapaz, que se dice Santa María de Tactic, dijeron así los frailes y el prior que
había sido del monasterio de la cabecera, donde está el convento que se dice Cobá,20 que hay seis leguas desde el dicho
pueblo de Tactic [y] que, a cinco y a seis semanas, los iban a visitar los frailes. [Sin embargo, los indios] estaban faltos de
doctrina y de administración de los sacramentos, y especialmente de confesión, y [lo mismo ocurría] en otros pueblos
antes de llegar a la provincia.
Vinieron al dicho pueblo cinco frailes; [pero] fuéronse los unos, y los que quedaron no eran lenguas, [según consta]
en la relación que dieron, y con mucha persuasión de los frailes que allí fueron, y de otros. [En] cuanto a no poder pagar
los indios sino poco tributo, ni aun lo que pagaban, que eran cuatro reales, y media fanega de maíz y una gallina, y [que]
el maíz valía a dos reales y la gallina medio real, halló [ser] todo lo contrario, y por vista de ojos y averiguaciones
bastantes.
Encargó a los frailes [que] fuesen a las casas de los enfermos que estuviesen más fatigados a los confesar, [pero]
responden que no son obligados. 21 Vio el doctor ser gran inconveniente para los indios enfermos llevarlos al monasterio
o a la iglesia [a] que confiesen, por estar algunos apartados, y removerlos y llevarlos con cualquiera tiempo que hace. Y,
si van después de las diez, hasta las dos o las tres no los confiesan ni los hablan a los frailes. Y, entre las dos y las tres,
tañen a campana para que entiendan que, desde aquella, hora, pueden ir y antes no.
Tenían [los indios] costumbre que, estando los indios en peligro de muerte, a su parecer los ponían en la cama boca
abajo, y los cubrían con la ropa todos hasta que morían. Envió hombres que llevaba el doctor a que le viesen si era cierto,
y hallóse ser así.
Son los indios, de su natural, de poco ánimo y dejativos, y en quitándoseles la gana del comer, o sintiéndose algo
fatigados, dicen que su corazón les dice que no han menester de comer y que se quieren morir. Y a los que se remedian
con algún beneficio, viven muchos. Procuró [el doctor] que los visitasen los frailes para quitar aquel error y les hiciesen
dar algún beneficio, porque maíz y aves tienen todos en mucha abundancia, y que les visitasen y confesasen; [pero] no
vinieron en ello ni [en] ir [a] ayudarles a bien morir. Dio relación el indio que enseña a los cantores y el que tiene cargo de
recogerlos a la doctrina que, de dos a dos meses, iba el fraile a visitarlos, y morfan sin confesión algunos. Y algunos vio
el doctor, estando presente, morir sin confesión.
Han echado muchas derramas los frailes. Tiene noventa y tres tributarios aquel pueblo de Tactic, y [sin embargo]
echó una derrama un fraile de mil trescientos y tantos tostones. No conocían en aquel pueblo qué cosa era ni quién era el
rey, ni entendían qué quería decir “el rey”.22 Y decían que las varas que traían de justicia, el fraile se las daba y por el
fraile las traían. Quitóselas el doctor, e hízolos juntar en la casa de la comunidad y dioles un libro blanco, y enseñóles
cómo habían de elegir alcaldes y los demás oficiales, y asentarlo en aquel libro, y todo en nombre del rey, que era señor
de todo el mundo. Quitó las varas a los fiscales que se las habían dado los frailes, y comunicó con ellos cuáles, en
conciencia, les parecía lo harían mejor. Y dioles [a éstos] el cargo y varas en nombre de su majestad, y que no hubiese
cárcel alguna más de la pública seglar.
Dicen algunos indios de aquella provincia que no se quieren arraigar en bienes raíces porque no les acrecienten el
tributo, y saben quien se lo aconseja así. Decían algunos frailes que el oidor presto se iría, y él había de quedar y los
castigaría muy rigurosamente.
Y así, no daban cosa alguna de lo necesario, hasta que los frailes 1o mandaban. Pagábaseles todo lo que daban
delante de los frailes y del ilustrísimo. 23 Y de aquellas amenazas que les hacían, resultaban inconvenientes. Daban
ocasiones, por palabras y por cartas, que el doctor se desmandase.
Fue informado el doctor que los frailes les decían a los indios que habían de decir y responder, y que escondiesen los
bienes que tenían, porque el oidor entraba en todas las casas, y vería cómo eran éstas. Ayudábanles los frailes, y hacían
las peticiones a los indios contradecir, procurando que no tributasen.
Echaron una derrama, poco antes que fuese el oidor en el pueblo que se dice San Pedro y Santiago, de muchos
tostones, los cuales hicieron emplear en algodón, y que cada india casada hiciese y tejiese una manta buena. Y las que
querían comprar, se la compraban. En otros muchos pueblos de aquella provincia, se echaba derrama, a cada india e
indio casado una manta, y la entregan a los frailes, y [así] lo que cogen de las sementeras y de las comunidades. Consta
por las cuentas que se tomaron a las comunidades, y por averiguaciones, [que] hacían otras sementeras y acudían con,
ellas a quien los frailes mandaban. Quitóse todo, y otras muchas vejaciones, [a pesar de lo cual] harán lo que los frailes
les mandaren, según se tiene entendido.
Averiguóse pasar seis y ocho meses sin visitar algunos pueblos, de lo cual resultan muchos inconvenientes. Requirió
el oidor al obispo de la Verapaz que pusiese doctrina bastante y administración de sacramentos en catorce pueblos que
había falta, en nombre de su majestad. Sintíólo mucho. Tratóle mal de palabras el oidor, [porque] fue inconveniente
sufrirle.
Para acabar los negocios a que iba, fue la tasación que cada tributario entero pague de tributo una manta cada año,
y media fanega de maíz, que vale un real, y una gallina, que vale medio. El largor y anchor de las mantas, cuatro varas
en largo y tres cuartas en ancho, que es lo que comúnmente se usa en la Nueva España. Y tiene el doctor, por
experiencia, ser sin vejación de las indias que las tejen. Y, para justificar esta tasación, tiene la parte de la Real Hacienda
muchas probanzas de riqueza que hay en aquella provincia de mucha plumería rica, y que de todas partes de la Nueva
España, de las Mixtecas y Chiapa y provincia de Guatemala, van por ello a comprarlo. Tiene mucho copal, que es
sahumerio preciado y oloroso. Y, para la plumeria y copal, tienen montañas y términos vedados a manera de hatos, en
que no puede entrar otro alguno, si no es el primogénito que sucede en aquel mayorazgo.
En lo demás, baldío, hay abundancia. Tienen mucha miel y cera, mucho maíz en abundancia, muchos montes de
árboles de liquidámbar, muchos ríos y mucha caza, tinturas de todos colores, que parecen tan buenas como las de
España, con que hacen vestidos de color. Son de hojas de ciertos árboles, que tienen en cantidad,
Tienen gran abundancia de algodón fino. Y porque es lo más que en aquélla hay y [de] menos vejación para los
indios, y por conservar las contrataciones entre todos ellos y más provecho para el tributo de su majestad, se tasaron
ansí en mantas, y por otras muchas causas que cumplidamente están averiguadas en la visita que se hizo.
Tienen todos los pueblos estancias de vacas y yeguas. Es la tierra tan fértil, que nunca se agosta y siempre están los
árboles verdes sin caérseles la hoja. Llueve continuamente con mansedumbre. El sol dura poco. La mayor parte de
aquella provincia de la Verapaz es tierra sana y bien proveída, aunque es húmeda. Los pueblos que están al cabo de la
provincia y junto al Golfo Dulce, que se causa de los muchos ríos que salen de aquella provincia, son enfermos. Hay
pocos indios. El que más indios tiene, son veinte y ocho.
Otras muchas averiguaciones se hicieron, que constan por escrito. Quedaron los indios reservados de todos los
trabajos y vejaciones que tenían, y que de buena voluntad pagarán el tributo, amparándolos en la libertad que quedaron.
Aunque los frailes procuran lo contrario, consta de que su posibilidad dé más de lo dicho, por las cuentas de las
comunidades y los edificios de iglesias y monasterios que han hecho, y ornamentos y aderezos. De lo cual se hizo
averiguación, así a pedimento del fiscal como de oficio, que fueron más importantes. Y lo demás, que por escrito se
averiguó.
En todas las casas entró el oidor, porque escondían indios, y [para] ver lo que tenían y la calidad de las casas, que
son buenas. Hay, en toda la provincia, dos mil cuatrocientos cuarenta y cinco tributarios, sin los pocos que hay cerca del
Golfo Dulce y Puerto de Caballos. Había, los años pasados, once mil; [pero] han sido muchos los trabajos que han tenido
en edificios y ornamentos, y aderezos y campanas. Quedó proveído que ninguna cosa gasten ni hagan sin licencia del
presidente. M[ate]o Arévalo Sedeño (rúbrica).


[APÉNDICE Iv]

JESÚS. MARIA.
Relación de la provincia y tierra de la Verapaz, y de las cosas contenidas en ella, como son
montes, fuentes, animales, aves y plantas y arboledas; del número de los pueblos y distancia;
de las iglesias y fundación dellas, y de lo que cada una tiene, y, finalmente, del número de
gente, sus lenguas, su policía y cristiandad, desde el año de 1544, hasta éste de 1574
CAPÍTULO PRIMERO

La provincia y tierra de la Verapaz está situada a la parte del norte respecto de Guatemala, y treinta leguas distante della.
En longitud de oriente a poniente (según que está declarado por su majestad y su célula real) contiene 60 leguas,
contando [en] línea recta desde el mar océano y boca del río Nito, hasta el Río Grande, llamado de Sacapula, y tierra de
Chixoy, adonde por la parte de occidente, se termina. Su latitud, de norte a sur, será de 50 leguas. Comienza por la parte
del sur (adonde tiene a Guatemala) en las sierras de Salamá y Rabinal, aguas vertientes al norte, y dellas y de sus
fuentes tienen origen dos ríos grandes que corren por la dicha provincia, el uno llamado “de Tucurub”, y el otro “de
Cah[a]bón”, los cuales se dividen en una media luna y caminan por dos diversas cordilleras, yendo siempre cogiendo las
aguas que salen y se desgajan de las sierras que llevan a los lados, hasta que, doce leguas antes de entrar en el Golfo
Dulce, se juntan, tomando allí nombre de río de Polochic, el cual entra por cinco bocas y hace el Golfo Dulce (que
contiene doce leguas de largo y cinco de ancho) y de allí, por espacio de doce leguas corre y desemboca en el mar
océano, y toma nombre [de] río Nito, que es en cabo de Higueras.
Desde este río que está al oriente, volviendo por la circunferencia y parte del norte, hasta llegar al punto del
occidente y sierra de Sacapula, y por aquella parte, su confín, está cercada de grandes montes y gente infiel, que habita
en las vertientes al mar que comienzan, desde las espaldas de Yucatán y Términos, hasta casi llegar a Tabasco por toda
aquella costa del norte. Tiene a Yucatán a la brisa desde el pueblo de Cah[a]bón, en esta tierra y confín con sus tierras.
No hay camino, ni se sabe, para Yucatán. Es todo montes, ríos y ciénagas, y habrá más de seis o siete días de camino,
hasta llegar a lo poblado de Yucatán. En este desierto están los que se han huido de Yucatán. Más hacia al norte, están
los indios llamados de Ah Itza en una isleta fuerte. 24 Dicen ser más dos mil y, en la tierra adentro, tienen pueblos. Estos
corren las tierras de un pueblo llamado San Pedro, de esta provincia, y a dos jornadas del pueblo han llevado y muerto
dos indios. Y, por miedo, dejan de acudir a sus tierras. Después está Acalá, y Lacandón, más abajo, gente infiel.
Toda esta tierra es montaña sembrada de montes y serranías muy ásperas, y en tanto grado, que en toda ella no se
hallará un llano de media legua en espacio para poderse en él asentar un pueblo. Su temple es, en la mayor parte della,
caliente, y lo demás casi templado, que es adonde están situados los pueblos y la mayor parte, o casi toda la gente que
hay en ellos. Sus campos, montes y valles, están siempre verdes y floridos, y con aquel continuo verdor que, en el mes
de mayo, los vemos en España, sin jamás agostarse ni perderle en todo el año. Llueve en ella día y noche, y nunca
cesan las aguas en todo el año. En el mes de mayo y abril suele haber menos, aunque en esto no tiene día seguro. En su
celaje es oscura, triste y parda, por las continuas nieblas y nublados que la cubren. Jamás se ve en ella salir el sol claro
por la mañana, ni ponerse por la tarde.
Los aires que corren en ella son suaves y templados, por maravilla impetuosos. El más continuo es brisa [norte,
tachado]. Corre 4 meses, desde mayo hasta septiembre, y el norte, desde septiembre adelante. Es penoso y menos
saludable en esta región. El vendaval corre pocas veces. Es el mejor y más saludable, y quita las nieblas y nubes.
Los temblores, que vienen de ordinario del Mar del Sur y Guatemala, no son recios, antes pasan presto y mansos.
Los truenos y rayos son pocos y al entrar de las aguas. Y en esto, y en ser libre de tempestades y vientos, excede a las
demás tierras de las Indias. Digo, en la tierra alta y templada, porque, en la caliente, son recios y continuos.
Las aguas de ríos y arroyos son claras, dulces y algo gruesas, y un poco frías y crudas. Son desaprovechadas,
porque en ríos ni en arroyos no tienen ni se halla un pez ni pescado, hasta que entran en tierra caliente y muy apartada
de los pueblos grandes y del golpe de la gente de la provincia. Y así, carece de pescado, y lo que se gasta en la provincia
se ha de traer del Golfo Dulce, Zenzonatl 25 o Guatemala.
Los montes y valles son altos y ásperos, muy cerrados de arboledas, malezas y arcabuco. No se puede andar ni
romper por ellos. Los indios tienen veredas por do andan y caminan desnudos. Y, si alguno lleva camisa o manta, se la
quita y pone debajo del sobaco porque no se le rompa. Y no hay español, fuera del camino real, que pudiese entrar por
ello.
Las maderas y árboles que tienen son pinos muchos y muy buenos, liquidámbares, cedros, robles, encinas, zarzas,
espinos, palmitos, palmas y parras silvestres, y otros infinitos de la tierra, no conocidos ni nombrados en nuestra España.
No hay en ellos frutales como los de España, si no son los que se han plantado. Y éstos se dan en tierra caliente y baja
mejor que en la fría y alta, adonde hay pocos. Las naranjas, cidras, limones, duraznos, membrillos, se dan muy bien; mas
sólo en las huertas de los religiosos, porque los indios no estiman ni comen si no es membrillos. Y los duraznos les son
dañosos, por ser malos de su natural y por no madurar bien.
Las parras e higueras se dan mal, porque las parras no dan fruto, y los higos no maduran, sino cual o cual.
Hase sembrado trigo muchas veces. Dase mal y es añublado o podrido en la espiga, por causa de las muchas
aguas. No hay en toda la provincia adonde se sembrar, si no es en San Cristóbal y en Santa María de Tactic; mas sale
tan malo, que no se puede hacer pan dél. Y así, se ha dejado.
Coles, rábanos, lechugas, perejil, culantro, yerbabuena, borrajas, orégano, hinojo, cardos y cebollas, se dan muy
bien. Y no son menester norias, porque el Señor las riega. Los indios no usan destas hortalizas ni se dan nada por ellas.
Danse, también, lirios, azucenas, claveles y albahacas. Y todas estas cosas, en los pueblos altos y templados, más y
menos.
En algunos pueblos, y en sus montes, hay zarzaparrilla, aunque está leja y apartada dellos uno y dos o tres días de
camino. Es muy buena, y obra como tal; aunque en Sevilla la infamaron unos mercaderes, y se mandó que no se pasase
más, acá se estima y tiene por buena. Hayla en cinco pueblos.
Hay, también, copal, michoacán, china. 26 Solamente lo[s] hay en San Miguel de Tucurub, mas no tiene precio, ni
estiman los indios si no es el copal. El liquidámbar no se estima ni se sabe sacar, y ansí no hay uso dello.
En estas montañas, y en toda la tierra, hay muchos tigres y leones, micos, zorros, cabras montesas, cual o cual
venado, algunos conejos (no hay liebres); hay puercos y perros monteses, que destruyen las sementeras; hay monos
grandes como mastines feos y horribles.
Sus bramidos son penosos y espantosos, y se oyen de más que legua. Hállanse algunas dantas en tierra caliente.
Hay algunos caballos y puercos de Castilla. Hay muchas culebras y víboras, y en gran diferencia, que muerden y matan a
muchos indios dentro de 24 horas, en tierra caliente.
Hay, asimismo en estas montañas y tierras, muchas y diferentes aves, como son águilas, garzas, gaviotas, cuervos
marinos, milanos, azores, alcotanes, mochuelos, muchos y diferentes papagayos en la tierra caliente, que destruyen las
sementeras y milpas. Hay algunos faisanes y pocas perdices. Hay tórtolas, palomas torcazas, vencejos, aviones,
jirgueritos, algunas auras y cuervos. Hay muchos pájaros, como picazas y otros tordos, que hacen gran daño en las
milpas.
Hay un pájaro verde, que es del tamaño de paloma, cuya pluma es estimada entre los indios. Este se caza de dos
maneras: la una, con liga; la otra, con un cañudo. Hace su nido en los más altos árboles, adonde, los pies atados,
trepando, suben los indios y le pelan. Antiguamente, en tiempo de su infidelidad, tenía pena de muerte el que le mataba,
y ahora, caer, descalabrarse o morir, muchas veces. Los montes adonde hay estos pájaros son propios de pueblos, o de
particulares que cazan en ellos. Antiguamente usaban mucho el cazar de estas plumas; ahora, solos los viejos se dan a
ello, aunque poco, por estar apartados y lejos estos montes de los pueblos. Gallinas, de la tierra y de Castilla, se dan bien
en todos los pueblos.
No hay ni puede haber estancia en la tierra, por ser tan montuosa y no haber sabanas en ella. Y así, carece de
vacas, cabras y ovejas, que se dan mal y mueren en ella. Solamente hay una de vacas, en el Golfo Dulce y despoblada:
Monguía, de un español; mas no sirve ni puede aprovechar a los pueblos, por estar muy apartada dellos y faltar camino.
La del pueblo de San Pedro se perdió. Hiciéronse cimarronas todas, y no se pueden recoger por ser áspera y montuosa
la tierra.
Las cosas de que carece toda la tierra son oro y plata y otros metales. Hase buscado con diligencia, y con pérdida de
hacienda y vida de algunos españoles. En todos los más arroyos de San Esteban de Tamahún abajo, se halla oro; mas
no se puede labrar. En la quebrada de Monoa, que está en el Golfo Dulce (de la cual dio noticia el padre fray Domingo de
Azcona a Juan Correa y a Juan González de Villasinda, 27 españoles que fueron descubridores della y de nada gozaron) ,
se sacaron más de veinte mil pesos de oro. En un cerro, que está encima de San Cristóbal y junto a él, hay plomo o
estaño. En Tamahún, hierro. En las tierras de Cuculín, que son hacia Yaxal, se dice haber oro, y bueno.
Carece toda la provincia de sal, y es en gran falta. Proveese de Sacapula la tierra alta. Dista 4 días de camino. El
Golfo Dulce se provee de Yucatán.
Carece, ansí mismo, de cacao. Tráese de Zenzonatl, Chiquimula, Soconusco y la Costa. En los pueblos calientes se
da alguno, con patastle; mas tan poco, que no basta para lo ordinario, y ansí, no se vende o saca. Entre los indios se
consume.
Carece la tierra de algodón, y solamente se coge en dos pueblos, que es en San Agustin y Cah[a]bón, que caen en
tierra caliente.
Carece de pescados, cazas y carnes, porque, aunque, como está dicho, los hay; mas en gran raridad en los pueblos
altos y, en abundancia, en los pueblos bajos y calientes del golfo.
Dase bien el maíz en ella. Siémbrase dos veces en el año: una, en abril, y cógese en octubre. Esta es la mayor
sementera que hacen, y en los montes grandes que talan y queman. Y esto se ha de hacer dentro de veinte días, que es
el verano que llaman, porque, si por falta de sol se deja de quemar, aunque se siembre, no grana. Y también se crían
muchos ratones que la destruyesn. Esta roza o tala de montes nuevos se hace cada dos años, porque no se da más de
dos veces el maíz en ellos, y pasan más de 10 o 15 años [antes] que la tornen a sembrar. Y, por esta causa, les es muy
trabajosa la sementera, porque han de cortar muchos y gruesos árboles en ella.
Otra sementera hacen en noviembre, en las tierras bajas y orillas de ríos. Cógese en mayo. Esta es pequeña y de
poca cantidad, por falta de las tierras, que piden ser húmedas para ser buena [la cosecha].
Danse bien los frijoles y batatas. Hay, también, ají en la tierra caliente en abundancia; en los pueblos fríos se da mal,
y dellos se van a sembrar a tierra caliente, [a] dos y tres días de camino. El maíz se sahuma para que, ansí, se conserve.
Pónese sobre unas barbacoas, y debajo deltas se da fuego por 10 o 15 días. Y lo que no se sahuma es dañoso para
hacer pan dello, y también le entra, 'a dos o tres meses, el gorgojo. Para conservarlo por todo el año, lo meten debajo de
tierra en unos hoyos o silos. En tierra caliente no se conserva más de 4 meses; en los pueblos altos se [man]tiene casi
medio año sin dañarse, y no más.
Toda la provincia es paupérrima y, a lo que se entiende, en todas las descubiertas ninguna es más que ella, ansí por
carecer de riquezas naturales, como artificiales. De las naturales: campos, frutos y frutas, ya hemos dicho y contado las
cosas que tienen y producen, y de su esterilidad, que es mucha en los pueblos altos y fríos. Lo más fértil de todo es en
los pueblos calientes, adonde la gente de tierra fría no puede bajar, porque luego enferman y mueren en ella. Y, por eso,
les es prohibido que no pasen de Tucurub abajo hacia el Golfo Dulce.
Y por esa causa, y porque las tierras comarcanas son de infieles y desiertos, son compelidos los indios a salir fuera
de la provincia a alquilarse y ganar la vida, que es total destrucción della, por ocho, diez, doce días de camino a
Zenzonatl, Soconusco, Chiquimula, y costa de Zapotitán. De lo cual se sigue enfermar y morir, o quedarse muchos por
allá, dejando los hijos y mujeres solas y necesitadas, ocasionadas para perderse, las más veces sin maíz y leña y sin
salud, como cada día pasa. Y este salir fuera les es necesario, porque en la tierra no tienen a qué ni con quién ganar un
jornal. Y, si alguno se alquila con otro, gana 40 cacaos cada un día, que valdrán diez maravedís. Y porque, en igual
trabajo, ganan en Zenzonatl dos reales cada día, adonde comen el uno y gorman el otro, todos se van allá sin poderlos
detener, porque oponen que van a ganarse el tributo, su camisa y zaragüelles.
Hay, en los más pueblos, indios mercaderes. Sacan plumas, copal, ají, frijoles, cajas, mantillas y paños de algodón.
Traen cacao, hilo de lana colorado (que llaman tochomit), 28 mantas o chaquetas de Guaxaca, de lana. Con esto van y
vienen a los pueblos sobredichos. Su caudal es muy poco. Y son seis en la tierra, [a] los que ellos llaman grandes
mercaderes, que traerán en trato a 100 o 150 tostones. Los demás, con 10 o 15 tostones van y vienen, y andan
mercadeando. Otros se van a alquilar a Sacapula en las salinas, y danles sal, y aquélla traen para vender. Todos van y
vienen cargados con estas cosas. No hay españoles en esta tierra. De seis a seis meses se ve uno en ella, porque, como
no tienen en qué contratar, el que una vez viene no vuelve otra en ella.

CAPITULO SEGUNDO

Entraron los religiosos de señor Santo Domingo, de la orden de predicadores, en esta tierra, llamada de Guerra en
aquel tiempo, en el año de 1544, en 19 días del mes de mayo, por cuya santa doctrina y loable predicación dejaron los
indios las armas, y recibieron el santo Evangelio y verdadera paz que Cristo nuestro señor por su misericordia les
enviaba. Fueron, asimismo, recibidos debajo de ciertas condiciones, y palabra real de su buen tratamiento y relevación a
la Corona Real. Y, como vienen tan a menudo a contamos y a aumentarles los tributos, dicen que cuáles son las palabras
del rey, que cómo no se guardan. Las cuales, todas, están confirmadas de nuevo por el rey Felipe. Acá, excusando,
decimos que no sabe su majestad lo que pasa; que, en sabiéndolo, lo remediará, porque su palabra es imposible faltar.
Hallaron los padres en esta tierra siete lenguas. Hanse reducido a dos más comunes y que todos entienden, y en
éstas se doctrinan.29 Hay otra lengua en los tres poblezuelos del Golfo Dulce. Es muy diferente destas dos, ninguna de
las cuales aquellos pueblos pueden saber, por estar muy apartados y no tener comunicación con los de acá arriba.
Luego, pues, que entraron los religiosos, se encomenzó la gente a juntar en los pueblos, edificar las iglesias, y dar
limosna para los ornamentos y culto de los templos. Con las cuales, y la buena diligencia y trabajos de los religiosos
(hasta hacer de albañiles y carpinteros, por falta de oficiales y de dinero que darles, y aun quitándose de lo necesario
para su sustento por ayudar a los templos y gastos ordinarios), han llegado al estado que al presente tienen, poco a poco
y por espacio de treinta años, sin haber dado su majestad limosna a ninguna deltas, aunque la esperan copiosa y de su
real mano. Porque, para sustentarlas a ellas y a los ministros, es bien menester, porque ninguna tiene dote ni capellanía,
ni un maravedí de renta, ni se espera tener ni es posible haberla, por faltar quién y de qué darse. Hanse hecho con los
trabajos, limosnas y sudores de los indios, los cuales han dado de muy buena y devota voluntad, siendo a ello animados
y exhortados por los dichos religiosos. Y, porque mejor se entienda lo que cada pueblo es y tiene, se dará relación de
cada uno en particular, y, primero, del pueblo de Cobán, que es la cabecera en la dicha provincia.

SANTO DOMINGO DE CORÁN

El pueblo de Santo Domingo de Cobán tenía, por la cuenta que ha tres años se hizo, quinientos veinte y cinco
tributarios, de los cuales se sacan 120 de Acalá, que no tributan por ser muy nuevos y tener los parientes, a la puerta,
infieles, y porque no se vuelvan, como han hecho algunos, por ser muy pusilánimes y muy nuevas plantas.
Está situado en un valle y cercado por la parte del sur de un río que se pasa por tres puentes de madera, que, por
ser ordinarias y muchas las crecientes, muchas veces las lleva. En él está asentado el monasterio y convento de señor
Santo Domingo, el cual, con su iglesia, es de piedra toscamente labrado, capaz de doce religiosos. Hase edificado de las
limosnas de los religiosos, con alguna ayuda de los pueblos comarcanos; mas, sobre todo, el mismo pueblo es a quien se
debe atribuir su edificio, porque con pronta y gran voluntad ha ayudado en él. No tiene acabada la portada de la iglesia.
La sacristía está medianamente proveída, de lo cual ha dado muy poco el pueblo, por ser pobres los indios dél. Lo
que hay es del convento, adquirido por industria de los religiosos. Susténtanse principalmente los religiosos de 300 pesos
y del maíz deste pueblo, de que su majestad les hace merced y limosna, y de otras bien pocas limosnas que hacen los
indios. Mas es cierto que no basta y, con ayudar el señor obispo con lo que puede, con todo eso se padece necesidad.
Por lo que habernos pedido su limosna y merced a su majestad, y de nuevo suplicamos se nos conceda. Hay al presente
en este convento diez religiosos para cuatro visitas, las cuales, por lo menos, son necesarias para esta provincia, por
estar muy derramada.
SAN JUAN CHAMELCO

Este pueblo de San Juan dista legua y media de Cobán. Tenía, por la cuenta pasada que ha tres arios se hizo, 555
tributarios. Han tenido pestilencia después acá, en la cual murieron más de 600 ánimas. 30 Y toda la gente enfermó de tal
suerte, que no pudieron sembrar ni tienen ahora qué comer, con ser el tiempo de la cosecha; y así, se teme que habrá
gran hambre y, tras ella, pestilencia, como suele.
Tiene una iglesia de piedra tosca; de tres naves con unos pilares de madera. Tiene, en la capilla, un retablo y, en los
colaterales, un crucifijo de bulto y una imagen de nuestra Señora, de bulto. Tiene,
en la sacristía, un terno de terciopelo carmesí, con sus almáticas, capa, cordones y alba. Tiene otras cinco casullas
comunes; tiene cuatro frontales y manteles para los altares; tiene dos cálices de plata, corporales y paños para el servicio
del altar; tiene una cruz de plata con su manga, unos candeleros de plata y otros de palo dorados, incensario y vinajeras
de plata: unas, que sirven las fiestas, y otras pequeñas para entre semana; tiene un jarro de plata para bautizar y un
acetre de plata para agua bendita, pequeño; y una custodia pequeña de plata para el santo sacramento; una cruz de palo
con una manga negra, de difuntos. Tiene un órgano pequeño, flautas, trompetas para los diversos oficios, y cuatro
campanas, medianas y pequeñas, y roquetes de la tierra para servir los niños al altar.
Tiene una casa de piedra para los ministros. Sustenta cinco puentes de madera. Los caminos se andan en todo
tiempo, aunque con trabajo. Es destemplado y malsano, y el pueblo más pobre de todos, por haberse juntado en tierras
ajenas, dejando las suyas propias, ásperas y frías y de muchas aguas y, sobre todo, enfermas de cámaras, que los
acaban [a los indios]. Y ansí, se vinieron al valle en que están 20 años ha, adonde no tienen tierras para sembrar, por lo
cual se padece continua necesidad.

SAN PEDRO Y SANTIAGO

El pueblo de San Pedro dista una legua de Cobán, y otra de San Juan. Es el mayor de la provincia. Tasóse en la
cuenta pasada por 622 tributarios. Tiene la iglesia de piedra tosca y, en la capilla, una retablo; en los colaterales, imagen
del crucifijo y de nuestra Señora, de bulto. Tiene tres campanas pequeñas de a quintal, y más la una dellas, una rueda de
campanillas, unas flautas viejas, trompetas, 4 frontales, un cá iz, manteles para los colaterales, corporales y paños para
el servicio del altar. Tiene una casulla de terciopelo carmesí, con almáticas de damasco y sus albas, más 4 casullas con
sus albas, incensario, vinajeras, jarro y un acetre de plata, cruz y candeleros de plata, una manga vieja, unos candeleros
de palo dorados, una cruz de palo y manga negra para los difuntos, una capa vieja de raso, roquetes para servir los niños
al altar.
Hay una casa de piedra para los ministros. Sustenta 4 puentes grandes de palo. Adereza y repara, dos veces cada
un año, diez leguas de camino malo y doblado, de muchas cuestas y monte, el cual, si no se adereza dos veces cada
año, no se podría andar por él ni a pie ni a caballo, porque luego se cierra el monte.
Este pueblo tiene montes confines con los infieles que se llaman de Ah Itza, que están en la orilla del Mar del Norte y
lagunas de Términos. Los años pasados mataron los infieles dos indios deste pueblo de San Pedro. No hay camino ni
comunicación entre ellos, por haber montes y montañas ásperas en medio. El espacio que hay hasta el mar, a lo que
señalan, será de 60 leguas. Estos tres pueblos dichos están en la tierra alta y templada.

SAN AGUSTÍN

El pueblo de San Agustín dista diez leguas de San Pedro, y cae en tierra caliente. Quedó tasado tres años ha en 127
tributarios. No tiene iglesia, por haberse ella y el medio pueblo quemado con todo lo que tenía. Tiene una casilla de teja
para los ministros; tiene una iglesia de bahareque, una campanilla de dos arrobas, y una imagen de nuestra Señora de
bulto. Tiene dos casullas, dos frontales, unos manteles, corporales y paños para el servicio del altar. Tiene cruz,
incensario, cáliz, vinajeras y jarro de plata, candeleros de palo, y roquetes para los niños.
Al pie deste pueblo, nace un río grande; pásase por una puente larga de bejucos, la cual, con otras dos de madera y
los malos caminos que aderezan dos veces, sustentan. Este pueblo es muy miserable de tierra para maíz, por lo cual
siempre tiene hambre. Dase en, el algodón.

SANTA MARÍA CAHABÓN

El pueblo de Santa María Cah[a]bón está seis leguas más abajo de San Agustín, y en tierra caliente. Esta tasado por
la cuenta pasada en 537 tributarios. Su iglesia es de piedra tosca. Está comenzada a cubrir. Tiene un crucifijo de bulto y
una imagen de nuestra Señora, de bulto, con una corona de plata. Tiene flautas y trompetas para los oficios, cuatro
campanas, medianas y pequeñas. Tiene capa, frontal, manga, paño de atril, casulla de terciopelo carmesí bordado
y llano. Tiene cuatro casullas con sus albas, cruz, vinajeras, jarro, incensario, dos cálices, dos candeleros, y un
cadejillo de plata. Tiene cinco frontales, tres mesas de manteles, corporales y paños para el altar. Tiene campanillas para
alzar, una casilla de paja para los ministros.
En este pueblo, y San Agustín, se da solamente algodón en la provincia. Dista 17 leguas de Cobán y, al presente,
está muy necesitado por causa de la pestilencia deste año, en la cual murieron 400 ánimas dentro de tres meses, 31 y
enfermó todo el pueblo, por lo cual no pudieron a tiempo limpiar y guardar sus milpas, y, ansí, no tuvo cosecha este año.
Sus tierras son estériles de maíz y, por esto y porque no tienen comarca de adonde ser socorrido[s], padece[n]
muchos trabajos.
Hallóse en esta pestilencia el doctor Sedeño, que aquel tiempo contaba el pueblo para tasarle. Constóle no haber 40
indios sanos y en pie en todo el pueblo, y vio que se enterraban 8, 9 y 10 indios cada día, y que en todo el pueblo no
había grano de maíz sano, ni se halló para sus bestias. Pidiósele que, en nombre de su majestad, diese alguna limosna a
aquellas gentes que de hambre perecían. Respondió que no tenía comisión.
Ganóse una provisión del Audiencia para que proveyese de algo. Gastaron los indios cincuenta tostones en la
probanza, escribanos y procuradores, y, al fin de dos meses que dilató el pleito, respondió que la comisión le era corta. Y,
desta manera fueron socorridos o, por mejor decir, quedaron sin socorro, siendo vasallos de su majestad, que huelga que
sus caballos sean curados y regalados; cuanto más, holgara que estos pobres indios, vasallos y tributarios suyos, sean
curados y regalados, y que en sus enfermedades sean ayudados con alguna limosna, pues consta que el indio no tiene
otra hacienda más que la salud, que, si le falta, no tiene lo común con que vivir. Los pueblos de los encomenderos son,
en esto, más bien librados, porque les ayudarán más y, muchos, con sus personas y regalos. Los de su majestad, en
probanzas se consumen ellos sus vidas y hacenduelas.
Sustenta este pueblo dos puentes de bejucos, caminos malos [de] arroyos, barrancas y cuestas.

SAN LUCAS ZULBÉN

San Lucas es el último pueblo desta provincia por la parte del norte. Está tres leguas abajo de Cahabón, y 20 del
convento. Encomiénzase a poblar de indios que salen de los montes infieles y confines a las tierras de Yucatán. Tiene
sesenta casas y, por ser muy nuevos, no tributan. Tienen la iglesia de cañas, y recado para decir misa. En el altar, un
lienzo viejo pintado, y tienen una campanilla de arroba. Desde este pueblo, al Golfo Dulce, hay veinte leguas de mal
camino, por las muchas cuestas, arroyos y ciénagas que hay en él. Hay una senda por do van los indios cuatro o cinco
días de camino.
Deste pueblo muy abajo, dicen haberse poblado cuatrocientos indios de Ah [Ch]ol y A[h]i Manche, en los confines y
términos de las espaldas de Yucatán. Por esta parte no hay camino ni senda, que se sepa, para aquellos pueblos, por
haber muchos montes y ríos. En medio es toda tierra caliente.
Estos seis pueblos: Santo Domingo, San Juan, San Pedro, San Agustín, Santa María Cahabón [y] San Lucas Zulbén,
se doctrinan en la lengua llamada 3a3chi.
SANTA CRUZ

El pueblo de Santa Cruz está [a] tres leguas de Cobán. Éste, con los demás que se siguen, se doctrinan en una
lengua llamada pocomchi. Tiene 60 vecinos. La iglesia es de adobes, cubierta de teja. Tiene un retablo y aparejo para
decir misa, una campana de un quintal, quebrada, [y] una casilla de adobes [para los ministros]. Éste, con los demás que
se siguen, hasta Tucurub, está en la tierra alta. Adereza cinco caminos, y dos puentes de madera.

SAN CRISTÓBAL 3A3OH

El pueblo de San Cristóbal está [a] una legua de Santa Cruz. Es de 300 casas. La iglesia es de adobes, y cubierta de
teja. Tiene retablo, una imagen del crucifijo y otra de nuestra Señora en los colaterales, un cáliz, tres casullas, tres
frontales, tres campanillas de arroba cada una. Tiene capa, paño de atril, incensario, cruz de plata con su manga, tres
mesas de manteles, un jarro de plata para bautizar. Tiene una casa de adobes y teja.
Junto al pueblo, hay una laguna de cuarto de legua, sin pescado.
Sustenta dos puentes de madera, adereza seis leguas de muy mal camino hacia Sacapula, y sustenta una canoa en
el río grande de Chixoy.

SANTA MARÍA TACTIC

El pueblo de Santa María Tactic dista de San Cristóbal 4 leguas. Tiene 80 vecinos. La iglesia es de adobes y teja.
Tiene tres casullas, tres frontales, un cáliz y cruz de plata con su manga, una campanilla de arroba, retablo, una imagen
del crucifijo y otra de nuestra Señora a los colaterales, un jarro de plata para bautizar, corporales, manteles y paños para
el altar, vinajeras de estaño. Hay una casilla de adobes y teja para los ministros. Sustenta cuatro puentes, limpia 4
caminos. El de hacia Salamá es de 4 leguas.
SAN ESTEBAN TAMAHÚN

El pueblo de San Esteban Tamahún está distante de Tactic tres leguas de mal camino, por los muchos arroyos y
barro que hay en él. Es de 70 casas. La iglesia es de adobes y teja. Tiene un retablo, y una imagen del crucifijo y otra de
nuestra Señora a los colaterales. Tiene dos aparejos para decir misa, tres frontales, y unos ciriales, y paños de altar con
sus manteles, cáliz, vinajeras y jarro de plata. Una campana que tenía de dos arrobas está quebrada, que no sirve. Hay
una casilla de adobes y teja con dos celdas. Sustenta dos puentes, y adereza sus malos caminos.

SAN MIGUEL TUCURUB

El pueblo de San Miguel Tucurub está [a] tres leguas de Tamahún Es el primero que cae en tierra caliente y camino
del golfo. Tiene 90 casas. La iglesia es de adobes y teja. Hay retablo, imagen del crucifijo y de nuestra Señora en los
colaterales. Tiene tres frontales y un cáliz de plata, tres casullas y aparejo para decir misa. Tiene vinajeras de plata, cruz,
incensario, jarro de plata para bautizar, manga y una campana pequeña. Tiene un rancho de paja por casa para los
ministros. Tiene dos milpas de cacao hacia el golfo, de unos pueblos antiguos. La una dista 7 leguas; la otra, 14. Apenas
sale el costo de beneficiarlas, porque los más años la roba el río,
que arranca los cacaos y falta la mitad, y ansí la va comiendo. Y, de lo que hay, se lo comen los animales, por no
haber guarda ni quien lo mire, por la distancia del término. Adereza 6 leguas de camino hacia el golfo. Hay en él muchos
ríos, que, a tiempos, no se vadean.

SANTA CRUZ CABAHONCILLO 32

Tiene siete vecinos. Dista de Tucurub 7 leguas. Éste, con los tres que se siguen, están en tierra caliente y húmeda,
hierven de mosquitos de día y de noche, y son muy enfermos. Los indios que de la tierra alta bajan a ellos, aunque no
sea sino por tres días, enferman o mueren. Y lo mismo padecen los religiosos, que, de ordinario, vuelven enfermos o
mueren. La iglesia es de cañas. Tienen recado para decir misa, una campana de arroba, [y] una tabla vieja pintada en el
altar por imagen.

SAN PABLO

San Pablo tiene 26 vecinos. Está apartado cinco leguas abajo de Cabahoncillo. La iglesia es de cañas. Tiene recado
para decir misa, una campanilla de arroba. Tiene dos imágenes: un crucifijo y una imagen de nuestra Señora, un jarro
pequeño de plata para bautizar, una casilla de cañas para los ministros.
Deste pueblo se va en canoas por el río al golfo. Sustenta dos pasos de río con canoas para ir a Polochic. Desde
este pueblo, a Xocoloc, 33 hay 22 leguas: las diez por el río, y las demás por el golfo. La subida deste río es muy
dificultosa, por la gran corriente que lleva. Suelen tardar ocho días en subir hasta San Pablo.

SAN ANDRÉS POLOCHIC

Este [pueblo] tiene cuarenta casas. Dista de San Pablo 4 leguas, en las cuales hay tres ríos muy grandes, los dos de
los cuales se pasan en canoas. Tiene la iglesia de cañas, y la casa para los ministros. Tiene aparejos para decir misa,
una imagen de nuestra Señora y crucifijo de bulto, una campanilla de arroba.
A 4 leguas deste pueblo, se embarcan en canoas en un río que va al Golfo Dulce, el cual golfo se atraviesa para ir a
San Mateo Xocoloc, dejando a una banda del sur el puerto del golfo, adonde se desembarcan las mercancías que vienen
de Puerto de Caballos y se llevan, de allí, a Guatemala.
Estos tres pueblos hierven de malas sabandijas, como son sapos, culebras que matan a los hombres, muchos
mosquitos, que no pueden trabajar los naturales, ni las mujeres pueden hilar ni tejer. Ellos y ellas parecen leprosos, de los
mosquitos que les comen.

SAN MATEO JOCOLOC

El pueblo de Jocoloc dista 20 leguas de Polochic, y 44 del convento. Está asentado en la orilla del golfo, al oriente, y
de la otra banda respecto del puerto hay 5 leguas en travesía. Tiene la iglesia de bahareque, una casulla de tafetán y
aparejo para decir misa, un frontal de tafetán, una cruz pequeña de plata, dos campanillas de arroba un crucifijo de bulto.
Tiene 36 vecinos, sin [contar] los de Yajal y Campín.
Aquí hacen escala y provisión los barcos que vienen de Puerto de Caballos, y, para esto, es muy necesaria la
conservación deste pueblo y el buen tratamiento de los naturales, porque, en dar provisión y mantenimientos a los barcos
y pasajeros, sirve mucho a la república, lo cual no pueden hacer, por ocuparlos en el servicio personal y hacer de casas
del puerto; por ser pocos, y, también, porque por esto dejan de sembrar a sus tiempos, y de criar aves y tener
mantenimientos para los pasajeros.
Aquí se habían poblado 50 casas de Yajal y Campín y, por malos tratamientos, se han vuelto a los montes. Dícese
que, al presente, vuelven algunos.
7 leguas más arriba, hacia el norte, está el asiento de la villa que el licenciado Landecho pobló el año 1561 y llamó
Villa de Monguía, para que allí se desembarcasen las mercadurías que venían de Puerto de Caballos, y se llevasen a
Guatemala por la provincia de la Verapaz. Para lo cual, hizo abrir a los indios de la dicha provincia un camino de 40
leguas; hiciéronse puentes, rompiéronse peñas, abriéronse montes y montañas asperísimas en él. Duró diez meses el
abrirse. Andaban en este camino seiscientos y setecientos indios cada semana, que iban de veinte y treinta leguas a él.
Murieron y enfermaron muchos en él. Prometióseles paga, y dióseles la primera semana. Los 9 meses y tres semanas,
se les debe. Fue remi
tido [el asunto] al Consejo de su majestad, y no se sabe la conclusión. Finalmente, ellos no han recibido su jornal,
aunque le esperan.
Todos los pueblos sobredichos toman los nombres de las vocaciones de las iglesias. Hay, en todos ellos, indios que
se confiesan cada año, como son los del Rosario, y de comunión. De los demás son pocos, parte por falta de ministros, y
muchos porque aún son inhábiles para este sacramento, y otros que ha muy poco que vinieron a la fe, los cuales aún no
tienen entera noticia deste sacramento. Comúnmente, saben las cuatro oraciones y, muchos, los diez mandamientos y
artículos de la fe y sacramentos. Muéstranse aficionados a las cosas de nuestra sagrada religión, sin rastro de
antigüedades. A lo que podemos entender, hay algunos que no están bautizados, a los cuales procuramos traer con
halagos y buenas obras.
Hay en esta provincia 15 iglesias y 15 pueblos, grandes y pequeños. Están situados en una media luna, como
claramente se demuestra en la descripción y pintura que va con esta relación, 34 adonde se ponen por su orden con la
distancia que hay de uno a otro, y el sitio que tienen en la esfera mayor y entre sí. Su altura es de 15 grados y medio. El
espacio que contiene el medio círculo y su circunferencia es de 60 leguas; la longitud, de 44, que se cuenta, desde el
pueblo de Cobán, hasta Jocoloc; la latitud y diámetro, de 20.
Sólo hay un camino para ir y venir a ellos, que es por la circunferencia o media luna dicha. No hay camino en el
diámetro o travesía, por causa de los grandes montes y barrancas que hay en medio.
El número de gente que contienen estos pueblos, según consta por la cuenta y tasación que se hizo tres años ha, es
de tres mil ciento treinta y cinco tributarios. Y han disminuido en estos tres años más de quinientos tributarios, como
consta por la cuenta que acaba de hacer el doctor Sedeño.
Va la provincia en notable diminución y acabándose muy de golpe, porque el año de 1561 empezaron a tributar, en el
cual año se tasó por siete mil tributarios y algunos más, y, en trece que han corrido después acá, falta el resto al
sobredicho número. Qué sea la causa desta diminución, sólo Dios lo sabe, añadiendo sernos también ocultas las
universales causas de los cielos y sus influencias. Aunque se podría decir faltar a esta tierra las buenas condiciones que
ha de tener la región que se ha de habitar o poblar; loci temperies, aeris puritas, bonitas aquae et quod locus sit excelsus,
non nubilosus, non pruinosus, regionesque coeli spectans nec aestuosas nec frigidas, domus paludibus non vicinae.35
Éstas, y otras particulares causas, entre las cuales una es el haberse juntado en los pueblos, porque, aunque esto es
natural y necesario para la policía y doctrina, accidentariamente, por la esterilidad de los campos que tienen alrededor,
padecen grandemente cuanto a la ordinaria y suficiente sustentación, así suya, como de sus hijos y mujeres, no pudiendo
acudir a los montes y barrancas distantes, y así niegan a la naturaleza la congrua y debida sustentación, de lo cual se
sigue flaqueza y diminución en la virtud natural, y fuerzas en el contrario para corromperla. Y por esta causa, y por falta
de médicos, y de medicinas y refrigerios en sus enfermedades, vemos que el enfermar y morir de los indios es todo uno,
careciendo, no sólo de regalos en sus enfermedades, mas muchas veces, y las más, de la continua comida, que es sal,
ají, frijoles y yerbas cocidas.
Han muerto, en este tiempo, muchas mujeres, y más que hombres, cuya falta es grande en toda la provincia. 36 Y
así, van fuera della a buscarlas, y se quedan por allá con facilidad, por no tener huertas ni heredades que los muevan a
volver.

RESOLUCIÓN

La provincia de la Verapaz, según que está declarado por cédula real de su majestad, contiene 60 leguas de largo y
50 de ancho, y casi 200 en circuito, porque hace dos entradas grandes: la una, hasta Términos, espaldas de Yucatán, y la
otra, a tierra de Acalá, al occidente.
No hay en ella poblazón de españoles, ni la puede haber en muchas leguas alrededor, si su majestad no les
sustentase de su real haber.
No hay, ni se puede dar en ella, trigo ni vino. Carece de cacao,
y algodón es poco lo que hay, y sólo en dos pueblos.
No hay, ni puede haber en ella, estancia de ganados, como son vacas, cabras, yeguas y ovejas, por falta de
sabanas. En contorno del golfo, hay cuatro buenas. Dase allí bien el ganado.
Ninguna iglesia tiene capellanía, dote ni renta, ni la espera tener, por falta de quién darla y de qué haberla.
En todos tiempos se andan los caminos, aunque en todos hay mucho lodo y barro por las muchas aguas, que no
cesan en todo el año.
Es notablemente falta de sal, carne y pescados, que solos los hay en tierra caliente del golfo.
Tiene muchos y muy buenos pinos y liquidámbares, zarzaparrilla,
michoacán, china. Carece de metales. Hanse buscado con diligencia. Vase la gente acabando y en notable
diminución, y muy apriesa. Todo lo sobredicho es cierto y verdadero, en testimonio de lo
cual firmamos aquí nuestros nombres.
Hecho en el convento de Santo Domingo de Cobán, en 7 de diciembre, año de 1574. Fray Francisco de Viana, prior
(rúbrica), fray Lucas Gallego, (rúbrica), fray Guillén Cadena (rúbrica).

[APÉNDICE V]

Al ilustre señor licenciado [Diego García de] Palacio, del Consejo de su majestad y su oidor dignísimo en la Real
Audiencia de Guatemala, su muy servidor, Francisco Montero de Miranda, salud y felicidad perpetua

[PREFACIO]

Estando algunas veces, ilustre señor, hablando con vuesa merced algunos caballeros, y yo, presente como su servidor,
atendiendo a su sutil y lindo ingenio, y elegante y cortado lenguaje, en su grave y suave conversación entendiendo la
curiosidad y deseo grande que vuesa merced tiene de saber y entender cosas nuevas y notables, porque, dejando aparte
el juicio de vuesa merced, que sin sospecha de lisonja podemos llamar trascendido, como vuesa merced tenga profesión
de sabio, no se le puede negar el común apetito y codicia de los sabios, que es de crecer siempre en el saber y de irse
más y más aventajado en la noticia de todas las cosas. En el cual ejercicio, muchos grandes ingenios (y aun hombres
que regían gran parte del mundo) ocuparon dichosamente buena parte de sus vidas.
Por esta razón, luego que llegué a esta provincia en que al presente resido, habiéndola andado y paseado toda, y
examinado con alguna curiosidad las cosas memorables que en ella hay, quise tomar por recreación de hacer una
memoria y descripción breve y como epílogo, que pusiese a vuesa merced delante los ojos todas las cosas más dignas
de relación que en ella hallé, así para el contento de vuesa merced, que se ceba en estas cosas, como del que recibirá a
quien vuesa merced fuere servido comunicarlas. Porque entiendo que no habrá hombre de tan rudo y grosero
entendimiento que, con las cosas varias y admirables que aquí contaré, no guste y alabe al Criador omnipotente de todas
ellas.
Y porque menos enfade a vuesa merced ésta mi escritura, allende de pretender en ella toda brevedad, dividiréla por
algunos capítulos o párrafos para que vuesa merced, entre tantas ocupaciones públicas y gravísimas, pueda, cuando
quisiere, volver los ojos a esta breve historia y, sin hurtarse mucho rato al oficio, leer un breve capítulo para siquiera
mudar el manjar, que no sea todo decretos de reyes y emperadores y filósofos, que es todo sesudo y moral, sino que
también se entremeta algún bocadillo de la consideración natural.
Aquí, pues, verá vuesa merced el nombre, asiento y temples varios desta provincia, las sierras y montañas que tiene
pobladas de mucha y varia arboleda, y diversos géneros de bestias fieras y otros anima les de caza, y aves en gran
abundancia y preciosas, unas, por sus cantos y melodías, otras, por sus carnes, y otras, por la gala de sus plumas.
Diráse, también, de los ríos y lagunas con sus pescados, y de los minerales y especies medicinales. Y, finalmente, de los
naturales desta provincia, de sus pueblos y de sus trajes y comidas, y de las industrias que tienen para mantenerse y,
generalmente, de sus costumbres.
Con lo cual daré fin a este breve compendio, el cual suplico a vuesa merced con el encarecimiento que puedo reciba,
perdonando en todo mi atrevimiento y teniendo delante, no la pequeñez y rudeza desta escritura, sino el grande y
deseoso ánimo de servir a vuesa merced con que se ofrece. Porque, si la lengua y mano fueran tan liberales en el
servicio de vuesa merced como lo es la voluntad, yo me atrevo a que no llevara esta obrecilla tan mal romance y tanto
gazafatón. Pero la humanidad de vuesa merced será disimular y aceptar el servicio, con todas sus faltas. No son de
propósito hechas. Antes me atrevo a describirlas, aunque yo pierda algo, cuando más que la ganancia y enmienda será
aventajada a la sombra de vuesa merced, cuya ilustre persona guarde nuestro Señor y en estado mayor acredite, con
aquel aumento de descanso que vuesa merced y sus servidores mucho desean.
Ilustre señor, besa las manos de vuesa merced su muy cierto servidor.

CAPÍTULO PRIMERO
DEL NOMBRE Y ASIENTO Y TEMPLE DESTA PROVINCIA

Esta tierra ha por nombre la Verapaz, y también se llama Tierra de Guerra. Nombres, por cierto, bien contrarios y
diferentes, aunque el uno y el otro tiene su origen y razón. Llamáronla los castellanos seglares Tierra de Guerra, porque
nunca ellos la sujetaron e hicieron de paz, entrándola y conquistándola, como hacían a las demás tierras, por fuerza de
armas. Y así, se quedó siempre con el nombre de no conquistada y, por consiguiente, se llamó “de guerra”. [También
podemos decir que, como haya junto a, esta tierra mucha gente infiel y de guerra, y ellos con el dicho poblado sea una
misma provincia, hase quedado toda con el nombre “de guerra”. Tachado.] Por el contrario, los padres y religiosos de
Santo Domingo, a cuyo cargo está la buena doctrina y gobierno espiritual destos naturales, la llaman la Verapaz, o en
odio y aborrecimiento del otro nombre “de guerra”, o porque aquí se vive en la paz verdadera y quietud cristiana, y su
conquista y toma no fue con armas y municiones corporales, sino con la predicación del Evangelio, y ofreciéndoles la paz
a que mandó Cristo a sus predicadores convidasen a todos los fieles del mundo. Y éste es el nombre que más le
conviene y de que más se precia.
Esta provincia divide de lo de Guatemala el río que llaman Sacapula, desde el cual se extiende a la larga hasta el
Golfo Dulce, que es el puerto desta tierra, que serán 48 leguas, y por lo más ancho tendrá 27 leguas. Esto es lo que
habitan fieles, porque más de dos o tres [veces] tanta tierra está yerma, inhabitada, por haber los religiosos sobredichos
reducido los indios a pueblos grandes y común comercio, en comarca que pudiesen ser bien visitados y doctrinados. Y en
gran parte, hay hoy día gentes infieles, como son los que llaman lacandones de Acalá y puchutecas, y otras naciones no
conocidas.
Está asentada esta provincia en una tierra tan doblada y montuosa, y de tantas y tan grandes barrancas, que, sin
encarecimiento, se puede decir que apenas hay en toda ella una buena y tirada carrera de caballo, por las grandes
espesuras y serranías della. El temple es de dos maneras, porque, en la mitad de los pueblos, es tan igual y apacible,
que no creo haber en Indias su semejante. En ningún tiempo del año es penoso con extremo de frío ni de calor, sino
siempre guarda un lindo medio e igualdad, aunque declina un poquito a fresco más que a calor. La otra mitad de la tierra
es calurosa y algo penosa, y tiene las sabandijas e inconvenientes que andan juntos con el calor, como son mosquitos de
muchos colores y hechuras, que labran sin aguja y seda, y aun hacen música acordada o recordadora, sin flauta ni otro
instrumento musical. Pero estos inconvenientes se suplen con la abundancia de frutas y pescados, y otras camidas que
en la tierra de mejor temple no se dan.
Llueve en esta tierra excesivamente, porque creo que los nueve meses del año apenas hace otra cosa y, en los tres
restantes, no deja de haber algunos aguaceros no muy ralos. A esta causa, hay tanta humedad, que ahoga a las gentes
naturales, y enturbia y entristece el sol con sus nieblas y vapores. Tanto, que, antiguamente, como por jubileo salían a ver
el sol claro que muy de tarde en tarde aparecía. Aunque ya se van los tiempos mejorando, 37 porque se va desmontando
y descubriendo más la tierra. Todos los montes y tierra está vestida de una alta y espesa montaña y, en algunos pedazos
que hay descubiertos, se hacen tan grandes e intrincados herbazales y pajonales, por la demasía de humedad de la
tierra, que apenas puede romper por ellos un caballo, y muchas breñas y cabezos de peña tajada, dellos rasos y dellos
con arboledas, que se cría en la viva peña.
Hay, también, hoyos muy grandes y sumideros, de que proveyó naturaleza para que sorban y traguen las muchas
lluvias que no tienen por do hacer su carrera entre tantas muchedumbres de sierras que delante se les atraviesan como
una muralla. Y, por esta razón, vemos en muchas partes de repente descubrirse grandes ojos de aguas y salir con gran
furia, justos ríos del cebo que tiene secreto de las entrañas de la tierra. Por esos sumideros ya dichos, especialmente en
un pueblo llamado San Agustín [Lanquínj, vi uno destos que, sin duda ya dicho de los españoles y de los religiosos, es
una gran maravilla de naturaleza, porque, entre dos sierras altísimas, se hace una cueva muy larga y profunda, y de tanta
anchura y capacidad, que puede caber dentro gran número de hombres y caballos.
Y éntrase a ella con muchas lumbres, porque no tiene otras ventanas ni lumbrera más de la boca principal al
mediodía y, por ser ella tan honda y llena de senos y capillas grandes, no alcanza la luz. Es toda de peña viva, salvo que
el perpetuo gotear del agua que allí se engendra ha hecho y esculpido en sus paredes y en las bóvedas, y en el mismo
suelo donde cae, tantos pilares, bultos, y tallas e imaginerías de cosas tan blancas como un alabastro, que es cosa
admirable de ver. Es tan fría esta cueva, que no se puede estar mucho rato dentro sin que penetre los huesos su frialdad.
Y, por esta causa, no se cría dentro ave ni sabandija ni otro animal, aunque a la puerta, en los agujeros de las peñas, hay
señal de buhos y lechuzas y otras aves desta calidad.
Dentro se oyen grandes ruidos de agua que, de una parte y otra, corren hasta que todas juntas vienen con
grandísima fuerza a salir dos lanzas más abajo de la boca seca por donde entramos a la cueva. Y luego, este golpe de
agua, que será como diez bueyes, hace una represa o remanso ancho de más de un tiro de ballesta, y allí se levantan
grandes olas con la hondura grande que tiene y el ímpetu del río que en él bate. Y finalmente, de allí corre un grande y
hondo río que, a pocos tiros de arcabuz de allí, no se puede vadear. Opiniones hay que este río desagua una mediana
laguna que está, entre unas sierras hondas y sin desaguaderos manifiesto, [a] una legua de allí; mas, a mi juicio,
considerada la mucha agua que allí brota y la cantidad de laguna, no creo tendría en ella agua bastante para seis horas
naturales.
Los aires son muy espesos en esta tierra por causa de la mucha humedad, y fácilmente humedecen cualquier cosa y
la pudren, y casi con dificultad dura aquí cosa que no se corrompa y apolille, aun hasta el maíz, que es el sustento desta
gente.
Ultra de los ríos y arroyos que corren por entre los montes. hay también, en muchas partes, grandes chorreras de
agua que se descuelgan de breñas altísimas y se ven blanquecer de algunas leguas y causa, de cerca, gran consuelo y
frescor.
No hay en esta tierra notables tempestades de vientos ni de temblores, ni truenos ni relámpagos. Y, cuando hay algo
desto, es tan moderado que no causa pavor. Y esto hace, a mi parecer, el encerramiento y humedad de la tierra, y el
temple tan manso e igual, como se dijo al principio deste capítulo. Y ansí, pocos o ningunos han peligrado de rayos o
torbellinos, como acaece en muchas partes.

CAPÍTULO SEGUNDO
DE LOS MONTES Y ÁRBOLES Y MADERAS

Hay en esta tierra muchos cedros blancos y rojos, de gran altura y grosor, de los cuales sacan muy grandes vigas y
tablones para cualquier obra. Y es excelente madera y de muy buen lustre, si la pulen bien. Por toda la tierra de buen
temple, se dan muy gruesos y espesos árboles, los cuales, sajados, siempre están manando, muy despacio, aquel licor
suave y medicinal que llamamos liquidámbar. Por esto, y por otras gomas y géneros de flores, y aun animales que hay de
grandísimo olor, están siempre estas montañas con tanta suavidad y fragancia, que es gran consuelo y alivio de los
caminantes. La madera de liquidámbar es fuerte, pero tosca y muy llena de grietas; sus hojas, de muchas puntas como
ala de murciélago. Y así, los indios la llaman “árbol de murciélago”. 38
Hay gran muchedumbre de grandes y espesos pinos, cuya madera a maravilla es buena y suave de labrar, según
dicen los oficiales. deste monasterio. Y tan larga, que con facilidad se hallan tirantes para iglesias de setenta pies de nave
y doce de pared, y quedan muy largos trozos sobrados. Críanse, también, muy grandes y derechos robles, cubiertos de
musgo como salvajes canos, aunque por la mayor parte ni éstos ni los pinos dan fruto. Hállanse árboles de bálsamo en
algunas partes, cuyas cortezas suelen los indios traer por olor, aunque creo que son pocos y, hasta ahora, no tienen los
naturales noticia de cómo se saca su precioso licor.
En la tierra caliente hay unos árboles infructuosos que llaman ceibas, de tanta grandeza, que cada pie ocupa compás
y espacio de una grande plaza. Sirven de nido y acogimiento de aves y animalejos, y son árboles que jamás se
envejecen. También se dan unas palmas más altas que grandes torres, cuyas hojas son de más de cuarenta pies de
largo, y los racimos que echa de la fruta (de que se hacen mejores cuentas que de azabache) son tan grandes, que
cuatro hombres tienen bien qué levantar. Hay otras palmillas delgadas y altas que tienen arriba una copilla de hojas, en la
cual da unos tallicos un poco amargos que comen los indios. Estas tienen cercado todo su tronco de muy recias y largas
espinas negras, y tan espesas, que parecen erizos. De éstas se hacen buenos bordones.
Hay, también, muchos árboles de inciensos desta tierra, que llaman copal, el cual se siembra, planta y cultiva, en
tierras calientes y húmedas, y está todo apropiado, porque es de mucho interés. Sácase en la manera siguiente: por San
Juan, 39 se le caen al árbol unas manzanillas, que echan con tres o cuatro granos grandes dentro, y, de allí adelante,
hácenle unas delicadas sajaduras al trozo, y por allí va sudando. Y de tres en tres días, o cada semana una vez, se coge
el licor, como leche espesa, lamiéndolo del árbol. Y, juntándolo, hacen unas tortillas algo prolongadas y de grosor de un
dedo, y envuélvenlas en hojas anchas para guardar. Y el precio de cada pan destos es un real.
Dase también, en cierta parte desta provincia, el árbol del almástiga, finísima. Hay, también, árboles llamados dragos,
de que se destila la goma que llamamos “sangre de drago”. Entre las milpas y entre las casas, hay unos árboles hojosos
y siempre verdes, que dan por fruta unos como erizos de castaña, que tienen dentro unos granillos con un baño encima
como de grana. Estos granos toman los indios en cantidad y cuécenlos mucho, hasta que sale todo aquel color y grasa
de los granos en el agua, y dello hacen unas tortillas; que es como especias que da color a sus bebidas, de lo cual son
buenos testigos las señoras desta tierra. Y muchos españoles usan dello como de azafrán, porque tiñe muy bien los
guisados. 40
En la tierra caliente, hacia el golfo, se hallan unas cañas de más de cien pies de largo, y tan gruesas, que [en] cada
tercio cabe una arroba de agua. Y, algunas veces, sirven por vigas de casas. Aquí hay unos árboles muy grandes y de
tan pesada madera, que parece acero. Dura siempre sana, incorrupta aunque la sotierren, porque resiste a toda
pudrición. Otros géneros de árboles se hallan, que sería muy largo contarlos, y muchas otras maderas blancas, y negras
y rojas, muy recias y de lindo parecer, de que se hacen bordones, arcos y cerbatanas y otras cosas. Y hay nogales de la
tierra muy grandes, pero más sirven para madera que para fruta, por ser [ésta] muy encarcelada y dificultosa, aunque
dulce.
Frutas de la tierra se dan en abundancia muchos géneros y maneras dellas, y muchas, también, de nuestra España,
como son duraznos, higueras, membrillos, manzanos, granados, parras y ciruelas, aunque la fruta no es tan dulce ni llega
a la maduración que en otras tierras. Hay salvia montesa de muy más suave olor que la de España, y [de] albahaca
[están] los montes llenos. Hay, en algunas partes, muy buen camalote y otros piensos para caballos, aunque en partes no
se halla ningún verde, si no es una yerba que les corta las bocas, y un carrizo que se las asierra.
Lo común de algunos pueblos es que tienen muy grandes florestas en las laderas y quebradas de muchas flores
diversas, muy apacible pasto de las abejas. Y así, en estos pueblos que digo, se coge muy dulce y olorosa miel. Pero no
hay mucha cantidad, porque se cumpla el refrán que “lo bueno y precioso siempre es poco”. Las maneras de abejas y
avispas, y de otros animales que labran la miel, son tantas y tan diferentes que no lo sabré contar. Unas hay, duendas y
sin aguijón, que hacen la miel clara; otras hay que tienen aguijón como las de Castilla, y hacen también buena miel; otras
hay, pequeñitas como moscas; otras hay, cuya miel trastorna el seso, y, finalmente, ningunas hacen panal como las de
nuestra tierra, sino que esconden su licor en unas bolsillas negras de cera.
CAPÍTULO TERCERO
DE LOS ANIMALES Y AVES

El mayor de los animales terrestres que se halla en esta tierra es el que comúnmente llamamos danta; pero,
solamente consideradas sus facciones y hechuras, él es el que el doctor Laguna llama hipopótamo. 41 Es del altor de un
buen ternero, salvo que es más grueso y rollizo y bajo de aguja, y tiene las cañas de pies y manos gruesas y rollizas, y
las coyunturas muy bajas, y junta los pies como el elefante. En las manos tiene cinco uñas, tres en la parte delantera y
dos en el talón, de manera que todas las asienta en su huella. Y, en los pies, tiene solas cuatro. La cabeza tiene muy
larga y fea, porque tiene la frente muy angosta y como abollada, y los ojos pequeñitos. Y el hocico de arriba le cuelga
como un palmo sobre la boca y, cuando se enoja, levántalo y descubre los dientes y colmillos, que son como de puerco,
empinados, y la cerviz también, metida en los hombros. La cola tiene cortilla, y con unas cerdas cortas y ralas. Su cuero
es tan grueso que, doblado por el lomo, apenas lo puede el hombre abarcar con la mano y, en secándose, resiste a toda
arma. Y, por esto sólo, creo que la llaman comúnmente danta. Su pasto es yerba y ramón, como parece en los rastros
que deja. Comen los indios su carne como de vaca, y dicen que es muy dulce. De este animal, según dicen las historias,
aprendieron los hombres la sangría, porque, en sintiéndose cargado de sangre, luego se mete en los cañaverales y,
fregándose las piernas entre las cañas agudas, se hiere y hace evacuación de la sangre superflua.
En las montañas hay leones, no de los reales africanos, sino leones que llamamos “pardos”, no porque ellos lo sean,
porque antes son bermejos y bayos, aunque a la vejez vuelven en pardos que tiran a negro. Crecen mucho, y toda su
fuerza y valentía es en el pecho y brazos y pescuezo. Todo el día duermen y reposan, en sus cuevas
o encima de árboles, y a la tarde salen a buscar comida. Y su manera de caza es a traición, porque no corren mucho,
sino súbense a las breñas o árboles que caen sobre las veredas de los venados
o cabras o puercos y, cuando ven cerca la caza, abalánzanse con tanta ligereza, que no es sentido hasta que está
sobre el animal y le tiene cubierto con sus grandes y agudas uñas. Cázanlos los indios; encaramándolos en los árboles,
los flechan diestramente. Tienen tan blanca y gruesa carne, que es placer. Cómenla los indios por gran fiesta, y guardan
el unto para medicinas y los huesos para sus bailes.
Los tigres son casi de la misma naturaleza, traidores y carniceros, aunque mayores y mucho más bravos. Y
antiguamente hacían tanta riza en los pobres indios desnudos y sin armas, y estaban tan encarnizados, que de sus
mismas casas los sacaban arrastrando, y los despedezaban y comían. Y lo que peor, era que, doquiera que el indio vía al
tigre, le tenía por dios o por diablo, y luego se arrodillaban y humillaban rogándoles no les comiesen. Y esto era lo que el
otro se quería. Dicen que tienen ponzoña en las uñas; y ansí vemos que algunos, que fueron dellos arañados, nunca
curan de la herida, hasta morir. Después que entró la cristiandad, y comenzaron a tomar ánimo los indios y fe en Dios,
han muerto muchos destos tigres y no se osan ya burlar con ellos, y aun parecen ya muy ralos.
Y sospecho que hay en esta tierra gatos de algalia, aunque no he visto este animal ni los indios me saben dar razón
de su licor. [Pero] he visto pellejos manchados, verdaderamente semejantes a
los gatos de algalia que vi muchas veces en España. Y por ventura los hay, sino que los naturales no han dado en
esta curiosidad de algalia. Hay, también, unos animales grandes y con gran cantidad de vedijas de lana negra, y tienen la
cola de un palmo y los pies y manos como de hombre, los cuales propiamente son osos de España, excepto que el rostro
tiene romo y como de negro viejo, todo pelado y arrugado. También han dado los indios que van a los desiertos señas a
los religiosos de un animal grande como caballo y un solo cuerno rollizo en la frente, que realmente debe de ser
unicornio.
De monos y gatos paúles hay muchas diferencias, y de todos gran cantidad. Entre todos, los más notables son unos
muy grandes y feos, vestido todo el cuerpo de lanas negras, salvo que la barriga es blanca y muy grande. Son sentidos
como una persona y tienen muy grandes papos, los cuales se hinchan y dan unos bramidos quebrados y roncos que se
oyen [a] dos leguas y, de cerca, ponen pavor. Crían entre los gajos de grandes árboles, donde se hacen algunas
aberturas, y si se les antoja, en pariendo, toman su criatura a cuestas y van a enseñarla a trepar cuarenta estados a en
alto porque pierda el miedo. Y destas, creo que aprendieron las indias a echarse a cuestas sus hijos, y los niños a
tenerse. Los más pequeños son más graciosos y traviesos, porque, en sintiendo el caminante, se llaman como a cabildo,
o como los estudiantes en Salamanca a dar matraca a los nuevos, y silbando y cocando, y echando hojas y palos de las
frutillas de los árboles, le van siguiendo un rato. Porque su andar o, si le llamare, volar es sobre las copas de los árboles,
tan ligero como de una ave. Y por esto les dio la naturaleza una cola tan fiel, que les sirve más que cuatro manos. Y
algunas veces han sido tantos y tan desvergonzados, que bajan por las ramas hasta [a] jugar pasagonzalo con los
caminantes, y los han puesto en harto aprieto cuando van solos.
Hay cabras monteses pequeñas y bermejuelas muy ligeras, y tienen los cuernos como las de Castilla, salvo que el
hocico es agudo como de venado. Hay puercos grandes, de la cabeza y collar blanco, como grandes cochinatos de
Castilla. Tienen las orejas caídas y tan cosidas con el casco, que parecen no tenerlas, y la cola es cortica y ancha como
dos dedos. Tienen la carne muy blanca y sin ninguna grosura. Desuéllanlos los indios para atambores, y la carne cuecen
en hoyos de tierra, entre hojas, echando encima muchos guijarros ardiendo y agua sobre ellos. Hay otros puercos más
pequeños, que tienen encima del espinazo un ombligo o respiradero hediondo; pero, los unos y los otros tienen buena
carne, y andan en grandes lechigadas y se encierran en cuevas a dormir. Hállase también el puerco espín, aunque un
poco diferente [del] de España, porque no es tan grande ni sus púas son de aquella manera.
También hay un animalejo, que llaman “armadillo” porque verdaderamente representa un hombre bien armado, que
no le falta pieza. Es animal que anda siempre en las frescuras y lodos, y, con todo eso, tiene la carne blanca como una
pechuga de ave y de buen sabor, aunque no puede ser muy sana [porque] su comida es lodo y hormigas y otros
coquillos. Cuando tienen hambre, métense en un grandísimo hormiguero y échanse de concha. Y, como está armado de
todas partes, en sólo la barriga (que es la parte desarmada) hace una laguna con su propia orina, y de la cola, que está
también armada, hace un arco y mete la punta en la boca. Las hormigas, viendo al enemigo en su territorio, con gran
priesa comienzan a escalarle para buscar la parte más flaca donde pellizcarle y ofenderle; mas, como hallan la cava llena
de agua, toman el camino de la puente levadiza y, de esta manera, se le van poco a poco metiendo en la boca, hasta
que, a ojos cerrados, ha metido en la villa lo que ha menester. 42 Y, entonces, vuélvese de presto y sacúdese, como
hombre que no ha hecho poco en huir tantas agujas o tenazas enarboladas.
Hay otros animalejos como tejones de buena carne, pero, sobre todos, es otro que llaman u jalau [“tepescuintle”], que
es mejor que carnero. Hay gran cantidad de venadillos bermejos, y otros bayos, y, finalmente, otros muchos animales que
los indios flechan, cazan y comen, algunos, desollados; otros, ahumados, y todos, mal guisados.
Hay, también, algunas águilas reales y aguiluchos y azores y otros buharrones, aunque fiestas aves carniceras no
hay cantidad, por no haber prados y tierra rasa para sus cazas. Aves de volatería hay muchas, como son garzas blancas
y pardas, patos reales y patos peruleros, que son muy grandes y de buen comer. Hay cuervos marinos, alcatraces y
cigüeñas, y otras muchas aves de agua. Para con el arcabuz, muchas pavas de monte de dos o tres maneras. Y esto
causa ser esta tierra tan montuosa, porque perpetuamente hay en los árboles las frutillas y pasto que estas aves comen.
Hay unas aves pardas del tamaño de una polla, que, por su mucho gorjear, las llaman chachalacas. Son en el comer
como perdices, especialmente las pechugas. Hay, también, unas codornices de buena carne, que son como perdices
pardas de Castilla.
Hállanse en esta tierra papagayos de todos géneros, y tantos, que son mal granizo de las sembraduras de los indios.
Muchas aves hay, preciadas por las plumas, de las cuales hacen sus atavíos y jaeces para los bailes, como son unos
pájaros del tamaño de pequeños tordos, de un azul claro finísimo. Cada uno destos vale cinco o seis reales. Otras aves
hay, todo el cuerpo colorado y las plumas de la cola son amarillas, muy preciadas. Hay, también, otros pájaros como
palomas. Pardos, los machos destos tienen en la cola diez o doce plumas amarillas muy finas, que sirven para lo que las
demás. Estas aves, con instinto concedido de Dios, por huir de las culebras y otros ponzoñosos animales que andan
acechando a sus huevos y pollos, buscan unas yerbas, o hilos como cerdas negras muy recias, y dellas fabrican su nido.
Y le cuelgan de las ramas delicadas de los Arboles con tal artificio, que queda en el aire, y muy seguro de tempestad,
porque es cerrado por arriba y tan tejido, que no le puede entrar sol ni una gota de agua. Y, a un lado, tiene una pequeña
ventana muy disimulada que es la puerta de la casa; de manera que es escondrijo, casa y capa aguadera, torre y aun
cuna de los pajarillos que, antes que tengan plumas, el viento les sirve de brizador. Por la mayor parte, escogen estas
aves astutas árboles espinosos para nidificar, y árboles que caen sobre ríos.
Pero sobre todas las aves, en precio y hermosura, es la que llaman “el pájaro de las plumas”. 43 Es del tamaño de un
palomino. Tiene el pico amarillo, y los pies negros y pequeños, y un cerco blanco en los ojos. Es todo verde. Tiene en la
cola dos plumas de más de vara de medir, y otras cuatro más cortas, verdes, y otras cuatro, negras, como por guarda. De
las demás plumas pequeñas del cuerpo, labran aventalles, y aves y otras cosas contrahechas. Y las plumas grandes se
venden por sí muy bien. Y sacarse han en esta provincia, un año con otro, más de diez mil. Y de aquí se llevan a otras
provincias, y son en mucho tenidas. La manera de cazarlas es con varas o cuerdas de liga, las cuales ponen en los
bebederos, o en los árboles donde tiene el pájaro su comida, que es una frutilla conocida de los indios. Y estos árboles y
bebederos son de indios particulares, y se venden y heredan. Otras veces, aguárdanlos cuando están en los nidos y
cógenlos dentro, y pélanlas a las tristes todo el cuerpo y cola, salvo los cuchillos de las alas, y ansí las envían en camisa.
Hacen sus nidos en altísimos árboles, en agujeros del tronco y, con ser pequeños los huecos, entran tan sutilmente y
componen sus largas colas, que no las ahajan ni les hacen más mal que si estuviesen muy tendidas en una caja. Ponen y
sacan solos dos huevos, y una vez cada año. Son tan ariscos y corajudos, que, si mucho los tienen, mueren de pena. Y
así, es imposible criarlos, ni en jaula ni de otra manera, aunque se ha probado, porque ni quieren comer ni reposar.
Esta granjería de las plumas es muy costosa y trabajosa, y aun peligrosa para los indios, porque, demás de gastar
muchos días en caminos y en esperar la caza, muchas veces caen de los árboles y se quiebran piernas y brazos, y
algunas veces mueren. Y ansí, a mi juicio, si ellos tuvieren semejante ganancia por el camino de las carretas, habían de
dejar el trepar para los monos, que se ayudan de la cola que Dios les dio como cuerda para colgarse dellas, y dejar[ían a]
estas pobres y hermosas aves gozar de su librea verde y dorada, y no despojarlas tan a menudo contra la obra de
misericordia que manda vestir al desnudo. Pero estos naturales descomponen un santo, por componer otro que no lo es.
Otras aves hay de muchos géneros y hechuras y de excelentes colores, y aves de lindo chirriadero y música, que Dios
puso en estas soledades para levantar el espíritu a la armonía celestial, de las cuales no haré particular mención por no ir
contra la brevedad que al principio prometí.
Hay grandes y muchas víboras y culebras de muy apresurada ponzoña. Entre ellas, las principales son las de los
cascabeles, que mata en espacio de tres horas y pudre las carnes tanto, que se caen a pedazos. Otras hay, que llaman
“boca amarilla”. 44 Ésta, en picando, es su ponzoña tan apresurada y pestilencial, que hace luego vomitar sangre y sudar
sangre por todas las partes de la persona. Otras hay que, a manera de saeta, se arrojan a picar. Hay, también, otras
culebronas gruesas, pero sin ponzoña, más de que muerde como un perro. Estas se hacen lazo en los caminos de caza
y, en pasando el animal, aunque sea venado, le enlazan y matan y tragan entero, chupándole poco a poco. Y desto,
basta.

CAPÍTULO CUARTO
DE LOS RÍOS Y LAGUNAS, Y DE SUS PESCADOS

Todos los ríos, arroyos y aguas, de la tierra que no es caliente son moderados en esta tierra y no grandes; pero son
tan espesos y juntos, que acontece, en tres leguas de espacio, haber treinta y más fuentes y [a]rroyos, de manera que se
pueden muy bien caminar sin bota. Todas las aguas son claras y delicadas y frescas, aunque algunas hay gruesa y mal
digeridas por la falta del sol y abundanc[i]a de montaña. Lo ordinario es que son, estos ríos y aguas de tierra fría, tan
pobres y estériles de pescado, que apenas hay en ellos cosa viva. La razón sólo Dios, autor que es de la naturaleza, la
sabe, porque vemos en nuestra España que, en tierras de contino hielo, se dan los pescados y truchas sabrosísimas y en
gran copia. En el primer pueblo, se hace una laguna bien grande, larga y muy hondable, la cual se desagua por un buen
arroyo, sin tener ella otro cebo de agua más de sus vivos manantiales. Y también es estéril, pero creo que la industria de
los religiosos desta provincia y su buen cuidado la ha de hacer fértil de pescado antes de mucho. Los días pasados se
echaron en ella tortugas, y dicen los naturales que las han visto desovar y las pequeñuelas andar paciendo. También se
ha echado algún pescado. Creo que irá adelante, y todos lo deseamos, porque no se come en esta tierra fría ningún
género de pescado fresco, lo cual es penoso, principalmente a los religiosos que, pues nunca comen carne, tomarían
este regalo de pescado algunas veces.
En las tierras desiertas adonde están los infieles, hay ríos y lagunas muy grandes, donde se da todo género de
pescado; mas, como está lejos, ya no van los indios allá. En la tierra caliente, hacia el Golfo, hay muchos arroyos y ríos
grandes y muy claros. Estos nacen arriba, en las montañas de tierra fría, y van creciendo tanto, que abajo [se] hacen
navegables y corren, sin ímpetu ni ruido, por una tierra fertilísima para todo. No se halla en ellos una piedra para tirar a un
pájaro, porque todo es una tierra negra y honda, sin otra mezcla. Las riberas destos ríos son cerradas y espesas, hasta
dentro del agua, de árboles grandes y pequeños y de carrizales y cañaverales, que apenas hay donde desembarcar a
descansar en tierra. Y, si alguna tierra hay descubierta, como es tan fofa y húmeda, todo es ciénagas y atolladeros; de
manera que, por esto y por los infinitos mosquitos de las ciénagas y montes, es forzoso a los pasajeros hacer noche en
medio del río, amarrando sus barquillas o canoas. Y, con ser estos ríos muy anchos en partes, con el arboleda de una
parte y otra se cubren tanto, que parece que con dos saltos lo pasarán. Esto es muy peligroso en las crecientes porque, o
se cubren las ramas y troncos con el agua, o están tan junto a ella que no pueden pasar las barquillas sin mucho riesgo.
Aquí hay mucho género de pescados, grandes y pequeños, en especial macabíes (que son espinosos como sábalos)
y otros que llamamos bagres, primos hermanos de tiburones. Hay mojarras grandes y duras; hay robalos muy grandes y
tortugas en cantidad, las cuales toman los naturales adonde ellas salen a pacer o a desovar. Aguárdanlas y, cuando las
ven más descuidadas, arremeten y vuélcanlas las bocas arriba y pasan adelante, porque, vueltas así, están seguros que
no huirán. Para comerlas no las abren y ensangrientan, como algunos de los cocineros hacen, sino, después de
degolladas, echánlas así en un buen fuego y, de allí a un rato, toda la carne se despide con facilidad de la concha y se
saca por un lado, quedando la concha sana y limpia. Y destas hacen tamborcillos en sus bailes y fiestas.
En estos ríos hay muchos géneros de aves de agua, de que arriba se dijo tratando de las aves, porque, como es
tanta la abundancia de pescado, tienen buena mesa donde hechir sus papos. Entre estas aves hay tantas sutilezas para
la pesca, que claramente se ve el arte de la docta naturaleza en ellas. Unas andan a sumurgujo casi todo el día, como
son cuervos marinos y otras maneras de patos. Otras garcetas esperan lance sobre los árboles y, en viendo con su vista
muy aguda que es tiempo, arrójanse con su pico, muy agudo como fisga, y comen crudo por ahorrar leña. Pero otros hay
que son como aguiluchos, más maravillosos que todos éstos, los cuales nunca se asientan en el agua, sino vuelan
despacio de una parte a otra y, cuando quieren cazar, ciernen como una avemaría en el aire y echan de su estiércol al
agua. Y es tan precioso para el pescado que, no es caído, cuando es cogido, y no es tragado, cuando está el pescado en
las uñas del pescador, que parece que se deja caer más ligero que el estiércol. Y así, se lleva su pescado para hacer dél
carnaza y cebo para coger los que quedan. Y a veces saca tan grandes peces, que apenas los puede llevar y le hacen
dar zancadillas en el vuelo con el forcejear que llevan. 45
Todos los ríos desta tierra caliente, y comúnmente todos los desta provincia, o los más, van a vaciar al Golfo Dulce,
por ser lo más hondo de todas estas tierras. Con todo eso, no le hacen crecer, porque tiene condición de mar. Es el golfo
muy largo y ancho, y tiene al corriente su desaguadero. Y, aunque es buen río el que le trasiega en la mar, con todo eso,
al parecer, había de ser dos o tres tanto[s] mayor, según las muchas aguas que por el poniente, norte y mediodía, le
entran; mas, el sol y suelo deben de beber su parte.
El agua deste golfo es dulce (y así se llama deste nombre), pero es gruesa y pesada de beber, por lo cual no es sana
ni de buena digestión, como lo atestigua la poca salud de la gente que dél bebe a la contina, lo cual, todo, se echa [en
culpa] a estas aguas. Hay en este golfo, fuera de los pescados ya dichos, otros muchos y de notable grandeza, como son
tortugas y hicoteas marinas, que hay, en cada una, comida suficiente para cincuenta hombres. Hay otro pescado grande
que llaman manatí, que es como un muy buen ternero grueso y rollizo, y tiene el hocico y cabeza como de ternera, y creo
cierto que es el que Plinio llama vítulo marino. No tiene escamas, sino un cuerno áspero y duro. Pace, como una vaca,
todas las riberas y frescuras de la laguna y ríos, y en ella entran sacando la cabeza y afirmándose sobre dos manos que
tiene a manera de palas, que también le sirven de remos. Pare vivo, y así, se ven tetas en las hembras y algunas se han
hallado preñadas. Es pescado que nada con gran delicadeza y, con tener tanto bulto, no hace ruido en el agua. Tiene tan
gran sentido que, de muy gran trecho, siente y huye a lo hondo. Y así, los que los buscan van muy alerta y
desembarazados, con, los arpones en la mano y sin remar y sin hacer ruido. Y, cuando le. hieren, es muy bravo y da
grandes golpes y azotazos con su cola muy ancha y gruesa. Su carne es gruesa y, a partes, como de vaca. 46 Hácense
tasajos. Es comida harto grosera, y para remadores y mineros más que para gente holgada. Y aun para digerirla será
menester. ayudarla con salsa de vides.
Hay en este golfo, agua arriba de los ríos que en él entran, muchos lagartos, que sin duda son cocodrilos porque
tienen todas sus señas, Lo primero, la mayor parte delios son negros y pardos, aunque también los hay bermejos.
Mandan la maxila u hocico de arriba, estándose queda la de abajo. No tiene lengua, sino la boca rasa llena de muchos
colmillos agudos arriba y abajo, y de tal manera fijos, que los de una parte encajan el hueco que hacen los otros. Y así, la
presa que hicieren jamás la dejan, sin sacar lo que tienen en la boca, rasgando y quebrando huesos y todo cuanto
aprieta; de manera que nunca se le cae el bocado que una vez aprieta, porque está enseñado, a traer la boca muy
cerrada dentro en el agua. Tiene, a la parte del tragadero, una tela gruesa con tres agujeros grandes, y por allí cuela
cuanto halla, hasta las piedras, las cuales dicen que digiere. Otros dicen que las toma para pesar y hundirse con ligereza
en el agua. Los colmillos delanteros de la parte inferior tienen tan largos, que los pasa por el labio de arriba, o porque la
naturaleza le dio aquellos agujeros, o porque, como le van creciendo, van horadando y asomando. 47 Su vivienda es la
común en el agua, aunque muchas veces sale a tierra, donde hay arena y tierra muelle, a tomar el sol. No tiene conchas,
sino en el lomo y hasta la punta de la cola. Lo demás del cuerpo es cuero muy duro y con unas como escamas. Y es tan
torpe en tierra, que, para rodear, se es menester dar una vuelta redonda, en que no tarda poco rato. Pone centenar[e]s de
huevos en unos hoyos que hace en la arena. Son mayores que de gallina y prolongados, y los indios los comen, cuando
hallan la nidada. Destos huevos sale el pollo de un jeme de largo y, en naciendo, abre la boca y hace ademanes de
querer arremeter; de donde se saca que, de su naturaleza, son bestias crueles. Con nacer tan pequeños, vienen a crecer
tanto que es cosa grimosa. Haylos de 20 hasta 30 pies y más. Y, con ser tan temerosos, hay indios que entran ellos
debajo del agua muy amigablemente y, rascándolos y halagándolos o encantándolos, les atan las manos por encima del
lomo y les echan un freno al hocico, y los sacan fuera. Tienen estas bestias ciertas bolsillas de olor suavísimo, que
sobrepuja a toda ámbar y algalia, así fuese en cantidad. Dos tiene en las agallas y dos secreto (que todos lo saben) en la
puerta del estiércol, a la parte de adentro. Éstas se sacan y se curan al sol, y se guardan para dar olor a las ropas. Otras
muchas maneras de pescado hay, como son sábalos, jureles, sardinas, de los cuales, por la amable brevedad no trato.
Hay algunas aguas y baños calientes y saludables en esta tierra, y otras fuentecillas bermejas, blancas y azules, o
por pasar por algunas venas de tierra de aquellos colores, o porque algunas yerbas o raíces los tienen. Y algunas destas
son terribles, por pasar, según creo, por venas de hierro o de otras cosas graves y de mal sabor. El agua llovediza desta
tierra es sabrosísima y suavísima, y bien puede el que quisiere del primer aguacero comenzar a coger, porque los tejados
están tan limpios y fregados, que tendrán trabajo en la colar. En el monasterio se bebe, asoleada, la mejor que yo he
visto, y tan delicada, que ningún embarazo hace bebida en cantidad.
Hállanse también, en los ríos, nutrias, que llaman los indios “perros” o “leones de agua”.


CAPITULO QUINTO
DE LOS MINERALES Y COSAS DE MEDICINA


Grandes catas se han hecho en esta tierra los tiempos pasados, por la fama de oro y metales ricos, que roban los
corazones de los pobres hombres; mas, como la tierra es terrible de romper, y tan fragosa y montuosa, como arriba se
dijo, y los naturales son pocos y de poco trabajo y codicia, y los descubridores también eran gente flaca, todo se volvió en
humo. Y, después de muchas semanas de malos días y peores noches por los montes con guías ciegas, se volvieron a
sus casas, rotos y descalzos y con las bolsas ligeras, llenos de vergüenza y maldiciendo, ya que hay muchos metales
ricos, plata y oro, mas púsolos Dios tan en cobro y debajo de tantas llaves, que solos grifos, o por mejor decir espíritus,
serán bastantes para atinar con ello. Por otra parte, los viejos y los que pueden tener alguna noticia desta riqueza se
callan y cierran tanto, que no puede ser más. Porque ellos no tienen necesidad de oro, e imaginan las minas como una
horca o infierno suyo, como de verdad lo es.
Muchas muestras ha habido desto que digo, e indios han dicho grandes cosas; pero, venido a averiguar, ni se halla
camino ni lugar. En los años pasados, se halló una piedra mediana que tenía las dos partes de plata y, aquí a Cobán,
trujeron un grano o más de metal, naturalmente fundido, de más de seis arrobas, que dicen tener mezcla de oro, plata,
cobre y estaño. Sirve hoy día de yunque en una herrería. Hacia el golfo se han hallado buenas minas de oro y
beneficiado con alguna prosperidad, pero ya va todo faltando por muchas causas.
Las cosas medicinales, de que tengo noticia en esta tierra, son el liquidámbar y sangre de drago, de que arriba se
trató. También se saca algún aceite, que llaman “de higuera del infierno”. Hállase, también, a la ribera de un río, piedra
[a]zufre de color oro, y tan fina, que es un fuego artificial. También se coge el copal, que se aplica a muchas cosas, y la
almástiga, de que arriba se hizo mención. De zarzaparrilla están los montes llenos, y los años pasados se cargaron
navíos, por ser muy extremada en su obra. Hay mucha cantidad de la raíz que llamamos china, que también es muy
saludable. De la raíz que se dice “de Michoacán” o “ruibarbo de las Indias”, hay mucha y buena y que purga muy bien,
como consta de la experiencia de españoles e indios, que ya comienzan a usar desta por ser purga suave y bendita,
principalmente si le quitan las heces y salvados y se aprovechan de sola la virtud. También he oído decir que se halla en
esta tierra la piedra imán.
Hay, también, otras orejuelas y vainillas aromáticas, que los indios tienen por cosa preciosa y medicinal. Del achiote
también dicen que es medicina para [el] corazón y otras enfermedades, Hay infinitos géneros de raíces, yerbas, y
cortezas de árboles y gomas, con que los antiguos filósofos y médicos desta tierra curaban muchas enfermedades,
aunque ponían de su casa, por instigación del demonio, muchos soplos y vaheaduras, palabras e invocaciones de ciertas
flores y yerbas, en las cuales yo no creo. Lo cual, todo, les han quitado. Ya curan simplemente con las dichas cosas y con
la señal de la cruz. Porque, realmente, hay en estas tierras grandes virtudes en las cosas dichas, así para cualquier
enfermedad, como para llagas y heridas de cualquier modo que sean; aunque los viejos y viejas, por temor, no osan
curar, porque no los acusen y digan mal. Y así, poco a poco, se ha de perder la noticia que destas cosas vino de mano en
mano, aunque, por su malicia, llena de abusiones.
De hechiceros, ni encantadores y brujos, apenas hay rastro en esta tierra. Sólo un pueblo tenía fama, pero todo se va
perdiendo con la presencia y noticia que tienen de la fe, aunque tienen las yerbas y medicinas que dije. [Por] lo común,
mueren sin aplicar algunos remedios que les aprovecharían, o porque son medrosos y pusilánimes en la aplicación, o
porque Ios tienen espantados tanta diferencia de enfermedades como han experimentado después que se encomenzaron
a juntar en pueblos, por la mudanza general de los ejercicios y vida. Y así, vemos que los hombres vivían mucho
antiguamente y libres de las enfermedades que ahora padecen, como lo dicen los muy viejos, que viven ahora como
embalsamados.

CAPÍTULO SEXTO
DE LOS NATURALES, Y SU POLICÍA Y TRATO

Esta provincia tiene catorce pueblos de cristianos: los seis están en tierra templada, y que es más fría que caliente, y
los demás están en tierra caliente. Sus lenguajes propios y naturales son tantos y tan [en]revesados, que no se puede
referir, porque, en algunos pueblos, pasan de cuatro. Parece que el demonio, por estorbar la entrada del Evangelio, que
por ventura adivinó que había de venir a estas gentes, las dividió y partió en tantas lenguas para que no se entendiesen.
48
Mas la misma cristiandad ha puesto remedio a esto, porque los padres de Santo Domingo les persuadieron al principio,
a todos los caciques y principales de los pueblos y parcialidades, cómo era posible que corriese la doctrina entre tanto
barbarismo por ser los frailes pocos y las lenguas innumerables. Y así, les dieron a escoger, entre las lenguas que
hablasen, en dos o en tres. Y esto se usa ahora. [Sin embargo] y a cabo de tanto tiempo, aun apenas les pueden quitar
de sus lenguas propias, porque adoran en ellas, En estas tres diferencias, tienen los religiosos buenas lenguas y, en
ellas, los visitan y sacramentan a placer. 49 Los pueblos comúnmente son de mal asiento y barrancos y llenos de
agüecillas, que apenas hay llano para una plaza. Por ser toda la tierra deste jaez, en sólo un pueblo se han esforzado en
hacer buenas casas y concertadas por sus calles, y verdaderamente tiene lustre de pueblo. Éste se llama San Cristóbal.
Todos los demás tienen ruines casillas, y sin concierto ni orden de calles anchas, sino con unas sendas como de
venados, Tienen entre las casas muchos frutales de la tierra, y siembran en ellas milpas pequeñas de maíz y frijol, lo cual
no tengo por muy sano, por estar las casas cercadas y cerradas al sol y al aire que las oree. Y sé que [esto] está tan
encajado entre los indios, que Avicena no los persuadirá de lo contrario. 50 Y, por ventura, es [posible que sea] remedio de
su negligencia, que, si no sembrasen allí cosa de provecho, lo dejarían estar hecho monte, [lo] que sería mucho peor que
la milpa que, al fin [de] algún tiempo, se coge y descubre el aire y tierra.
Los nueve o diez pueblos tienen muy buenos templos, dellos de piedra, dellos de buen adobe, acabados y
enmaderados, con su teja, y tan bien aderezados y compuestos, que da contento. Y pone devoción entrar en ellos,
porque tienen muy buenos retablos al óleo y con mucho oro, y muy devotas imágenes de bulto de Cristo crucificado y de
su bendita madre. Tienen, también, buenas campanas, y plata, y los demás ornamentos necesarios para el servicio de
Dios. Son servidas las iglesias con mucho concierto y devoción y con razonable música de canto y flautas, y, en algunas
partes, hay órganos. Tienen, también, buenas y decentes casas para los religiosos que los visitan, a los cuales sirven
como pueden. En los otros tres pueblos, que están en la tierra muy caliente, hacia el golfo, no hay hasta ahora iglesias
acabadas, por ser la gente poca y flaca y la tierra muy dejativa, y aun los materiales malos de haber. En algunos pueblos,
ya comienzan a hacer casas para comunidad y para escuelas de enseñar, y, finalmente, poco a poco, se van puliendo y
mejorando.
La gente es de mediana estatura, bien agestada y mansa y de buena condición. Viven con alguna sanidad, aunque
por la mayor parte, que en una parte que en otra, siempre mueren y hay enfermedades. Y hay en esta tierra mucha falta
de hembras (por ser ellas más flacas y morir más a menudo), y ansí son muy apreciadas. Y, cuando un pobre mozo (o
viudo) viene a tener el sí de casamiento de alguna, le ha costado muchos caminos, y aun muchas dádivas y servicios a
los padres y parientes della. Y acontece haber treinta viudos y otros veinte o treinta mozos espigados, y aun talludos y
duros, y no haber para todos diez mujeres, que es de las grandes miserias que en esta tierra padecen los indios, porque
están colgados del pan cotidiano que la india les ha de cocer y, donde no hay mujer, mal se maja y cuece.
Fuera desto, es gente ordinariamente muy pobre, que todas las alhajas de su casa son ollas, calabazas y jícaras, y
sus armas, que es un arco y una cerbatana y hachuela. El traje es comúnmente pobre, porque hay poco algodón en la
tierra y, algunos años, se pierde por tantas aguas como hay. Y, de fuera, no entra ropa de ningún género, por no haber
cosa ninguna que sacar desta tierra que sea de mucho. caudal, salvo las plumas, de que arriba se dijo. Y ansí, está
cerrada la puerta a los españoles para cualquier género de contratación, porque no hay dineros ni de qué los sacar, ni
salida de cosa ninguna.
Dase en las tierras calientes algún cacao bueno, pero es tan poco, que no hay para abastecer la tierra el medio año
y, así, vale aquí tan caro como en Guatemala. Tienen, también, pataxte y suchit, 51 aunque muy poco, y, así, no hay que
hacer caso de ell[os]. La común comida y mantenimiento destos indios es su maíz, sal y ají, y frijoles y algunos plátanos y
frutas de la tierra, y raíces (que llaman batatas) y yuca y calabazas; aunque las tierras calientes (donde se da el cacao)
son tan hambrientas de maíz, que, la tercera parte del año, comen frutillas del monte y malas raíces (que les causan
malos indigestos humores) y, cuando mucho, algún animalejo o pájaro que cazan, y pescado sin pan.
Críanse pocas aves, así de Castilla como de la tierra, por el mucho monte que hay y animales, que las comen y
diezman. Y, finalmente, todo cuanto siembran y cogen les cuesta mucho sudor, por ser la tierra tan loca y soberbia en
arrojar de sí monte y malezas que todo lo asombran y ahogan. Ultra desto, el maíz que se da, aun en las tierras
templadas, dura poco y luego se agorgoja y corrompe por la humedad excesiva.
Finalmente, lo que sé decir desta gente, con mucha verdad y gran lástima, es que toda su vida, desde que nacen
hasta que mueren, es una extraña y perpetua pobreza y miseria, que no hay negros, ni alarves ni gente en el mundo, de
quien se tenga noticia que más miseria pase y más general en todo, de pies a cabeza. Alguna naciones, como vemos en
Africa, carecen de ropa para su vestido; pero, ni la tierra la sufre ni su tez la ha menester. Y, por otra parte, les sobran las
carnes y pescados y los demás mantenimientos; pero estos miserables, ni ropa, ni comida ni lo necesario para la vida
tienen; de tal manera, que se puede decir que viven a beneficio de naturaleza, sin regalo ni bien ninguno. Y, comenzando
desde que nacen, digo que el pasto destas Indias es como de una cabra, muchas veces, a solas, tendidas en el suelo;
otras veces, en la milpa o por los caminos.
En naciendo la criatura, tómanla las propias madres, y vanse a los ríos a lavar a sí y a ella, pues regalos para la
parida extraordinarios, y mantillas y pañales para la criatura, es como pedir al cardo peras. En cueros crían a sus hijuelos,
y arrastrando por el suelo. Cuando mucho, revuélvenle una mantilla, y aquél es mucho regalo. En esta pobreza los crían
hasta que son de vergüenza, como de ocho a diez años, y, llegado este tiempo, ya encomienzan las niñas a enseñarse a
moler tierra y traer agua en cantarillos pequeños, que son dos trabajos (y grandes y ordinarios) de las mujeres; los niños
cárganse con pequeñas cargas leña, y enséñanse a escarbar para hacer milpas.
Los mozos y hombres grandes, toda la vida se les pasa en hacer milpas de maíz y de frijol, o ají donde se da, y en
escargarlos y guardarlos de infinitos azares que tienen. Y el trabajo de cada día es traer una carga de leña, que no hará
poco el macho que trujere dos tales haces, y ésta cargan sobre sus costillas desnudas o, cuando mucho, sobre un
manojo de yerba. La comida con que salen de casa es un poco de lavazas o enjuagaderas de la piedra en que muelen, y,
con esto, pasan todo el día mozos y viejos. Y, cuando vienen a la noche, la cena de capones es dos o tres tortillas de
maíz y un poco de ají molido. Y, con esto, se van a acostar a oscuras, o a la lumbre de teas, que son como candelas del
infierno. Duermen sobre una red monda que se les entra por las carnes, o sobre un carrizo raso, y [tienen] por cabecera
un pedacillo de madera. Manta para cubrirse, cual o cual la tienen; carne no la comen, sino por Pascuas, y pescado, por
jubileos.
Si algún tiempo les sobra de lo dicho, van a alquilarse a otras partes o a buscar a los montes algunas cosas, de
donde sacan para comprar algodón, la sal y otras cosas necesarias. Y lo que comen en estas jornadas largas es
lastimosa cosa, porque, de sus casas, sacan unos bodoquillos de maíz tan secos como tortas de yeso. Y esto, al tercero
o cuarto día, se les humedece y ahila de tal manera, que ni perros lo pueden comer y, entonces, les falta el mayor regalo,
que es aquella bebida de agua blanca. Y, concluyendo, ellos viven y mueren en tan mala ventura, que no se puede
entender, sino de ellos en sus mismas casas.
De los ritos y costumbres antiguas destas gentes, de su religión y fiestas y regocijos y juegos, y ceremonias en los
casamientos, cazas y pescas, y de las muchas supersticiones que tenían, no hay que decir porque, por la misericordia de
Dios y beneficio de la cristiandad, ya no hay memoria ni rastro de nada. Sólo les han quedado sus bailes antiguos en las
fiestas, pero con cantos y palabras cristianas y devotas.
Oficios no hallo entre estos naturales ningunos que sean dignos de mención particular, si no son de las cosas
necesarias de la tierra para el común vivir, como son petates, que son sus esteras, cestos para cargar, redes para dormir
y para carga, ollas y cántaros y jicaras, que son sus ordinarias vajillas, y cosas de esta manera. Aunque no dejaré de
decir dos cosas que me han parecido notables, que es el labrar y componer la pluma de diversos colores sobre madera o
paño engrudado, de la cual se bordan muy hermosas flores y aves, y otras figuras que tienen en precio para sus fiestas.
Lo otro es el hacer de las cerbatanas que, con ser de palo macizo, y de una pieza y no pegadas ni encoladas como en
España, sin hierros ni otros instrumentos, las taladran igualísima y sutilmente con solas unas espinas o púas muy largas y
con cuerdas que pasan muchas veces por el agujero.
Oficios de Castilla algunos se han asentado entre estos naturales, como son herrerías, zapaterías, tornos para labrar
madera, y cosas semejantes; mas, con el poco uso, van atrás. Sólo los herreros tienen siempre las manos llenas de obra,
porque se corre más su mercadería. También hay carpinteros, sastres.
Finalmente, concluyo que siempre es y ha sido esta tierra arrinconada y de no mucho comercio, trato ni policía, por
estar muy a trasmano, metida en estas espesuras inaccesibles donde apenas llegaban ningunos edictos ni pragmáticas
de aquellos grandes señores antiguos que sojuzgaban toda la tierra, como era Montezuma y otros; y así, apenas se halla
en esta tierra quien sepa palabra de mexicano, que era la lengua cortesana desta Nueva España, sino que es menester
que aprenda la lengua el que aquí viene, o traiga quien hable por él.
Esto es, ilustre señor, con lo que a vuesa merced puedo servir de la noticia desta provincia. Mi deseo va muy más
adelante, de servir a vuesa merced en negocios de más dificultad y contentamiento de vuesa merced, cuya ilustre
persona guarde siempre nuestro Señor. Amén.
1 La fecha del fallecimiento del obispo Villalpando todavía preocupa a algunos historiadores. Ver Estrada Monroy, Datos para la historia de la iglesia en
Guatemala, I, Guatemala: SGHG, 1972, Biblioteca “Goathemala”, 26, pp. 151-57. Lo más probable es que murió en el segundo tercio del año 1570. Ver
Vázquez, Crónica de la provincia del Santísimo Nombre, I, Guatemala: SGHG, 1937, Biblioteca “Goathema-”, 14, p. 197. Le sucedió el agustino fray Gómez
Fernández de Córdoba, quien tomó posesión del cargo en diciembre de 1574.

2 Ver Milla, Historia de la América Central, II, Guatemala: MEP, 1963, p. 158,

3 Valdés de Cárcamo llegó de Panamá, ya como oidor, en 1570 (ver Remesal, Historia general, III, Madrid, 1966, p. 380); Mateo Arévalo Sedeño empezó a serlo
en 1572, (ver Fuentes y Guzmán, Recordación florida, III, Madrid, 1972, p. 216).

4 A.M. Carreño, Efemérides de la Real y Pontificia Universidad de México,I México: UNAM, 1963, p. 40.
5 Ver D. Robertson, “The pinturas (maps) of the Relaciones Geográficas, with a Catalog”, HMAI, 12 (UTX Press, 1972): 255-60; Scholes & Roys, The Maya Chontal
Indians of Acalan-Tixchel, University of Oklahoma Presa, 1968, p. 16.

6 Ver Berlin, “Una carta de fray Francisco de Viana”, en ASGHG, 19 (1943): 128-131.

7 Ver Acuña, “Dos diccionarios de la lengua pocom: una discusión critica”, en Estudios de Cultura Maya, 12 (1979): 241-56; también en Latin American Indian
Literatures, 2/2 (Fall 1978): 90-103.

8 El 24 de enero de 1574 se reunió el capítulo dominico en Cobán, siendo uno de los definidores fray Lucas Gallego, “prior de la casa” (Remesal, Historia
general, II Madrid, 1966, p. 385).

9 Remesal, O. cit., p. 471.

10 Remesal, O. cit., p. 429.

11 Remesal, O. cit., pp. 391, 423, 430, 444, 452. En acta fechada a 24 de julio de 1598, se atestigua indirectamente que fray Lucas Gallego, vicario general,
asistió en abril de ese mismo año al capítulo celebrado en Puebla. Ver A. M. Carreño, Efemérides de la Real y Pontificia Universidad de México. I, México:
UNAM, 1963, p. 99.

12 George P. Hammond, A Guide to the Manuscript Collections of the Bancroft Library, II, University of California Press, 1972, p. 78.

13 Remesal, Historia general, II, Madrid, 1966, pp. 433-34.

14 Ver Vázquez, Crónica de la provincia del Santísimo Nombre, I, Guatemala: SGHG, 1937, p. 217.

15 Relación histórica descripitiva de las provincias de la Verapaz y de la del Manché [1635]. Guatemala: Editorial Universitaria, 1960, p. 126. Espinosa de los
Monteros es un municipio de la provincia de Burgos, situado al norte del río Ebro y ligera

16 Martin Alfonso Tovilla, Ibid.

17 No hemos podido hallar dato alguno que nos ayudara a establecer en qué fecha García de Palacio empezó a desempeñar este cargo; pero eso no quiere decir
que no exista. Tampoco nos consta en qué momento Valdés de Cárcamo se trasladó a México. Lo único que sabemos es que, en noviembre de 1576, el
presidente de la Audiencia de Guatemala, Pedro de Villalobos, le dirigió una carta cuando aquél se encontraba ya en esta ciudad. Ver Fuentes y Guzmán,
Recordación florida, III, Madrid, 1972, pp. 179-80.

18 G.P. Hammond, A Guide to the Manuscript Collections of the Bancroft Library, II, University of California Press, 1972, p. 142. McBryde, Geografía cultural e
histórica del suroeste de Guatemala, II, Guatemala: SISG, 1969, p. 451, hace mención de un “Ms. 1574a (?). De los montes i arboles i maderas (descripción sin
fecha de Vera Paz). Copia, RAH, Madrid, Colección Muñoz, vol. 39, ff. 76-91v. Copia Mosk, Col. Sauer. Berkeley”.

19 Se trata del pueblo y provincia de Sacapula.

20 Esta frase es francamente ambigua. Puede ser que, como el documento a fragmentario, el amanuense empezó a copiar sin tener en cuenta el contexto.

21 En primer lugar, el testimonio omite decir que la Verapaz ataba sufriendo los efectos de una peste; segundo, escasamente unas líneas arriba, se indicó que
los frailes que conocían la lengua se habían ausentado. No habría tenido sentido oir confesiones en una lengua desconocida. Por fin, en rigor canónico, los
religiosos no estaban obligados a confesar.

22 No es nada extraño. En nuestros días hay poblaciones indígenas donde se piensa que el presidente de Guatemala sigue siendo Estrada Cabrera.

23 Lectura dudosa.

24 Se refiere, probablemente, a Petén Itzá.

25 “Cuatrocientos ríos”, o “río de cenzontles”, Villa de la Trinidad, Sonsonante.

26 Se trata de unas raíces medicinales.

27 Fray Domingo de Azcona fue uno de los primeros evangelizadores de Guatemala. Llegó en la barcada de I544-45, en compañia del recién electo obispo de
Chiapa, fray Bartolomé de las Casas. Azcona y fray Domingo de Vico fueron destinados a la “tierra de guerra” (Ximénez, Historia, lib. 2, cap. XLVI) . No tenemos
datos sobre Juan Gorrea ni Juan González de Villasinda.

28 Del mexicano toch (tli) , “conejo”, y (t) omitl, “lana o pelote”.

29 Debe referirse al k’ek’cht y al pocomchí.

30 A primera vista parece un error que, habiendo 555, tributarios en el pueblo, hubieran muerto “más de 600 ánimas”. Tributarios eran solamente los varones
casados. El término no comprendía a las mujeres, niños, jóvenes casaderos, viudos y ancianos.

31 Considerando que la primera siembra se hacía en el mes de abril se puede conjeturar que la peste asoló el pueblo durante el primer cuarto del año de 1574.

32 La lectura es, probablemente, Cahaboncillo.

33 Más adelante se leerá Jocoloc.

34 Esta pintura, al parecer, se ha extraviado.

35 “Templanza del lugar, pureza del aire, bondad del agua, y que el lugar sea alto, sin nublados ni heladas, orientado a regiones del cielo no cálidas ni frías, y
las casas no vecinas a pantanos.”

36 La “Memoria y descripción” de Montero de Miranda también hace hincapié en esta circunstancia.

37 Dato interesante para la historia ecológica de la región.

38 U zotz che.
39 24 de junio.

40 Se trata del achiote.

41 Se refiere, probablemente, al renombrado médico, naturalista y filósofo segoviano Andrés Laguna, que murió a principios de 1560. Fue muy leída en el siglo
xvi su excelente traducción española de obra de Dioscórides, Materia médica, Amberes, 1555.

42 La Carta del licenciado Palacio (1576) reproduce en forma abreviada este pasaje.

43 U tz’ic c'uc', u ch’ich c’uc’.

44 Kan ti.

45 Éste, y varios pasajes más, fueron utilizados por el cronista Antonio de Herrera e incorporados a su Historia (déc.Iv, lib. 10, caps. XIII y xIv).

46 La descripción del manatí, bastante abreviada, puede encontrarse al final del capítulo xIII (déc. Iv, lib. 10) de la Historia de Herrera.

47 La descripción del cocodrilo, intercalada con otras, en Herrera, Historia (déc. IV, lib. 10, cap. XIV).

48” ... Parece fue el artiricio, más manos que el demonio tuvo en todas estas partes para plantar discordia, confundiéndolos con tantas y tan diferentes lenguas
como tienen”, dice García de Palacio al principio de su Carta de 1576.

49 La Relación de Viana, Gallego y Cadena, dice que los religiosos usaban dos lenguas únicamente.

50 Avicena (Ibn Sina) , renombrado filósofo, médico y naturalista de la época medieval. Floreció en las postrimerías del siglo x, pero su influencia se dejó sentí
su Europa hasta bien entrado el siglo xvI.

51 El pataxte es una variedad inferior de cacao. La voz parece mexicana. Etimología desconocida. Suchit, del mexicano xochitl, “flor”.


APÉNDICE VI

CARTA DIRIGIDA AL REY

POR EL LICENCIADO DIEGO GARCÍA DE PALACIO,

TOCANTE A LAS PROVINCIAS DE GUAZACAPAN,

LOS IZALCOS, CUZCATLAN Y CHIQUIMULA

INTRODUCCIÓN

El manuscrito

La carta del licenciado Diego García de Palacio (DGP) forma parte de la Colección JGI (XX-2) en la Universidad de
Texas. Consta de una página falsa y doce fojas, once de las cuales están numeradas del 11 al 21, y ostenta al calce la
fecha, “a 8 de marzo de 1576 años”, y la firma de “El licenciado Palacio”. A lo largo del texto se observan varias
anotaciones marginales de otra mano, evidentemente interpoladas. La letra del manuscrito es del puño de DGP.
En la página falsa, JGI escribió a modo de título descriptivo: “N° 2. Descripción de la provincia de Guatemala,
enviada al Rey por el Licenciado Palacios [sic], oidor. 8 de Marzo de 1574 [sic]. Original”. Esta nota ha desorientado a
algunos lectores poco advertidos. El editor de la Memoria de Montero de Miranda, en la nota que aparece al fin de su
publicación,1 asevera que la “Descripción de Guatemala..., cuyo manuscrito original con la firma de su autor se conserva
en la Biblioteca de aquella Universidad [de Texas] ... , lleva la fecha del 8 de marzo de 1574, y no 1576 como aparece en
las diversas publicaciones que se han hecho de tan curiosa relación” (el subrayado es nuestro).
Como ya se indicó, el manuscrito muestra algunas anotaciones tardías y varias apostillas. Aparte de los números de
folio, que deben considerarse en relación a los mismos de los manuscritos JGI, XX 1 y 3-4, hay las siguientes
anotaciones: fol. llr, “n 234”, posiblemente de Céspedes, y, de atra mano, “Guatimala”, “falta por sacar lo del año de
1563”, “1573/1574”. Apostillas al texto hay en: fol. llv, “Guaçacapan”; 12v, “Nesticpac”; 13r, “Trata del puerto”; 14v, “ojo,
esto para adelante, 1563” y “Guachapa”; 17r, “Esto ya. El año de 1563. Y véase si fue en este año, porque creo que fue
más arriba del de 79”; 20v, “1563”, “1574”, y “póngase aquí lo que dize el año de 32 fray Agustín Dávila, que se presentó
en Roma al papa una mitra”. 1aEl que debería ser fol. 22r está en blanco, leyéndose a la vuelta: “Guatimala. Está todo
sacado. Falta por escriuir lo del año 1563/1574”.
Las apostillas sugieren que, quienquiera que haya sido su autor, conocía la obra de fray Agustín Dávila Padilla,
Historia de la provincia de Santiago de México..., y cosas notables de Nueva España (Madrid, 1596, la. ed.), y que,
además, él mismo estaba preparando una historia. Obviamente, nuestro primer sospechoso es Antonio de Herrera, cuya
Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y tierra firme del mar océano (Madrid, 1601-1615) reproduce
extensamente el escrito de DGP. 2
Aunque se le suele llamar “Relación del licenciado Palacio” y “Descripción de la provincia de Guatemala”, el título
descriptivo que conviene mejor a la naturaleza del manuscrito es simplemente el de “Carta dirigida al rey por el licenciado
Palacio”. Squier, al publicar el texto (1860), añadió un subtítulo que sumariza adecuadamente su contenido: “Descripción
de las antiguas provincias de Guazacapán, Izalco, Cuzcatlán y Chiquimula, en la Audiencia de Guatemala, donde se
habla de las lenguas, costumbres y religión de sus primitivos pobladores, y se describen las ruinas de Copán.” 3

Las copias

Hablar de las copias es acercarse un poco a la historia del manuscrito. Para pisar tierra firme, uno debiera haberlas
examinado todas directamente. Sin embargo, hasta el momento de escribir estas líneas, ni siquiera nos ha sido posible
examinar las fotocopias. No es una excusa. Es una aclaración que debemos al estudioso serio. Lo que sigue, por
consiguiente, es un mero juego de conjeturas basadas en referencias que habría que comprobar.
El manuscrito original, escrito y firmado de puño de DGP, como ya se indicó, se conserva en la Universidad de Texas,
Colección JGI XX-2. Nuestra transcripción está hecha sobre la fotocopia obtenida en 1976. Pero según el Catálogo de la
Colección de don Juan Butista Muñoz, editado por la RAH de Madrid (1954-56), en el tomo 24, “volumen encuadernado
en cartoné, de 324 folios, conteniendo diversas relaciones geográficas y descripciones de lugares de Indias”, ff. 64-80v,
se registra bajo número 197 la “Descripción de la provincia de Guatemala” del licenciado Palacio.4 El catalogador, que no
vacila en señalar oportunamente si se trata de una copia, en este caso parece considerar “original” el escrito.
Independientemente de éste, Gómez Canedo señala que la Biblioteca Pública de Nueva York conserva “la `Relación'
del Lic. García de Palacio” (Spanish mss. 65). 5 La propia institución nos escribió (abril 23, 80) corrigiendo esa
clasificación. La correcta es: Coll. Rich 3 (ff. 29r-51v). Sin embargo, nadie parece dudar de que se trata del arquetipo.
Obediah Rich fue un bibliófilo del siglo XIX, que enriqueció sus fondos adquiriendo la biblioteca de Ternaux-
Compans, quien, a su vez, había formado la suya adquiriendo la colección de un Antonio Unguina, amigo de Juan
Bautista Muñoz. 6 No hemos examinado este manuscrito; pero, sin duda, se trata de una copia de la Carta del licenciado
Palacio. El mismo Ternaux-Compans publicó una traducción francesa del texto (1840), indicando que estaba hecha “sur le
manuscript inédit” que guardaba en su biblioteca. Veinte años más tarde, en 1860, Squier publicó una versión inglesa y la
transcripción española.
Finalmente, el arqueólogo G.B. Gordon, en Prehistoric ruins at Copan (1896), 7 refiriéndose a la descripción que DGP
hizo de aquel sitio arqueológico, dice: “This document... is preserved in the Muñoz collection of Spanish manuscripts in
the British Museum... “ (p. 3). Aunque lo intentamos, no fue posible consultar el Catálogo (4 vols., Londres, 1875-93) de
Gayangos ni, menos, los quince volúmenes de Adiciones. Otro tendrá mejor suerte. En cualquier caso, si existe en el
Museo Británico una copia de la Carta de DGP, como Gordon afirma, esto se puede explicar.
Después que un frailecito anónimo reportó la existencia de “la gran ciudad” de Palenque hacia 1784, la entonces
ilustrada Corona de España destacó un grupo de especialistas para que dieran informe. Entre ellos estaba el arquitecto
italiano Antonio de Bernasconi. Su informe y sus planos llegaron a España en 1786 e, inmediatamente, éstos le fueron
remitidos a Juan Bautista Muñoz para que dictaminara. Hecho el dictamen, lo devolvió Muñoz “junto con la relación que el
licenciado Palacio, oidor de Guatemala, hizo de unas ruinas parecidas halladas en Honduras”. 8 Cualquiera que haya sido
su inmediato destino, los “papeles sobre las ruinas de Palenque, con notas de Muñoz y dibujos originales de Antonio
Bernasconi” fueron a parar finalmente en el Museo Británico, 9 y, conjeturablemente, la copia de la Carta de DGP.
En resumen, las copias de la Biblioteca Pública de Nueva York y del Museo Británico gravitan alrededor de Muñoz. Ni
el papel, ni las marcas de agua ni la letra, deben ser anteriores a la primera mitad del siglo XVIII. No es improbable que la
copia que se conserva en la RAH de Madrid tenga similares características, pero también es posible que sea una copia
de León Pinelo. Una memoria de este jurista y bibliógrafo español, tal vez de 1624, registra una “Relación de las tierras
de Guatemala por el Lic. Palacios [sic]”.10 Considérese este otro tributo a la conjetura.

Las ediciones

Identificado el original e identificadas las copias, se puede decir que la nuestra es la primera edición completa de la
Carta original de 1576 de DGP. Incompleta, la primera y única es la que hizo el cronista español Antonio de Herrera a
principios del siglo XVII.
La copia manuscrita, actualmente en la Colección Rich de la Biblioteca Pública de Nueva York, generó las siguientes
ediciones: Ternaux-Compans (1840), Squier (1860), Gaceta Oficial de Honduras
(1868), Frantzius (1873), Fernández (1881), y otras ediciones parciales, como Notice sur le Yucatan (1843),
Maudslay (1889-1902) y Morley (1920).
Entretanto, las copias de la RAH, de Madrid y del Museo Británico (?) han originado: RAH, Torres de Mendoza (1886)
11 y ASGHG (1927); Museo Británico, Gordon (1896 y 1914), parcial.

El autor

Circunstancialmente, de DGP se ha conservado un número considerable de datos en los archivos de México, y hasta
una curiosa memoria autobiográfica (AGN, Inquisición, t. 189, exp. 15). Nos excusa de citarlos por extenso que Othón
Arróniz Báez, amigo nuestro por muchos años, con la asistencia de Humberto Maldonado, está a punto de entregar a la
imprenta un sabroso y documentado estudio biográfico de este singular personaje, cuyo título tentativo es Aventuras y
desventuras de Diego García de Palacio.
Diego, hijo de Pedro García de Palacio y de Mari Sanz de Arce, nació hacia 1524 cerca de la bahía de Santoña,
Santander, en Ambrosero, hoy agregado al municipio de Bárcena de Cícero. Se puede sospechar que sus padres nunca
estuvieron unidos en matrimonio legal, ya que don Pedro era clérigo ordenado de misa. Sus relaciones con Mari Sanz,
muy al estilo de las de Lope de Vega, ocasionaron violentos y casi trágicos episodios familiares.
Hombre de mar por cartilla de nacimiento, y tal vez por estudio, como lo indican sus obras, Diego sólo podía elegir
entre alistarse en la flota mediterránea o venir a América. Vino a América. No hemos podido indagar cuándo obtuvo el
grado de licenciado ni en dónde, y ninguna noticia tenemos acerca de cuándo y en el desempeño de qué funciones hizo
su viaje a estas tierras ultramarinas, ni cuál fue su primer destino.
Es posible que, antes de llegar a Guatemala, haya residido por algún tiempo en Nueva España, conquistándose aquí
la estima de varios funcionarios y el respeto de otros tantos letrados. En cualquier caso, poco después de asumir Pedro
de Villalobos, oidor que había sido de México, el cargo de presidente de la Real Audiencia de Guatemala, DGP hace su
aparición en la escena.
La primera noticia que tenemos de su presencia en Guatemala se encuentra en la Crónica del franciscano Vázquez,
donde se dice que la Real Audiencia, a la sazón compuesta por el “doctor Pedro de Villalobos, presidente, el licenciado
Cristóbal de Azcueta y el Iicenciado Palacio”, informó de cierta cédula real fechada a 24 de enero de 1575.12 Como la
dicha cédula debió llegar hacia el segundo cuarto de ese año, es seguro inferir que DGP desempeñaba el cargo de oidor
en Guatemala desde la primera mitad de 1575. Recuérdese, además, que el funcionario anterior, Mateo Arévalo Sedeño,
había retornado a México .a fines del 74.
La visita de que la carta de DGP informa en marzo de 1576 debió iniciarse en el último cuarto del año 75, y
extenderse tal vez hasta los primeros meses del 76, que es el tiempo de seca y cuando el clima del trópico es más
benigno.
Aparte de esta visita y de la carta que ocasionó, poco más sabemos de las actividades de DGP en Guatemala. A
mediados de septiembre de 1576, junto con Villalobos y Azcueta, estaba haciendo la tasación en el área de Atitlán.13 Se
puede conjeturar que alrededor de esta fecha preparó las “Instrucciones y ordenanzas... para los que hubieren de visitar,
contar y tasar los pueblos del distrito [de Guatemala]”.14 Pero, ¿qué hizo hasta mediados de 1579, cuando, al cumplirse el
quinquenio, debía dejar el cargo?
En la “Memoria de los papeles que tengo para la descripción de las Indias” de Antonio de León Pinelo, 15 se hace
mención de una “Relación de las cosas notables de la provincia de Chiapa por el Lic. Palacio” (no. 9), “Modelo de tierra
firme por el Lic. Diego García” (no. 24) y una “Descripción del puerto de Nombre de Dios i Panamá por el Lic. Diego
García (no. 49). Todo parece indicar, entonces, que DGP se dedicó a recorrer incansablemente las tierras de la provincia
a su cargo. García Icazbalceta observa, además, que, “en 8 de marzo de 1578 dirigió al Rey una carta.... `Sobre la
Conquista y Pacificación de las islas Filipinas... “, y otra, desde el puerto del Realejo en Nicaragua, fechada a 30 de abril
de 1579, “dándole cuenta [al rey] de los daños causados por el corsario Francisco Drake en las costas del Perú”. 16
Debió regresar a México hacia fines de 1579. El 24 de enero de 1581 se graduó de doctor en la Real y Pontificia
Universidad, misma en que, a 10 de noviembre del dicho año, fue nombrado rector (AGN, Universidad, t. V, ff. 5-6). A 31
de julio de 1582, delegó este cargo en el doctor Alonso Alemán “por tener que ausentarse” (AGN, Universidad, t. V, f. 11).
Iba a hacer la visita, cuenta y tasación de Yucatán.17 Era oidor de la Audiencia y consultor del Santo Oficio de México,
como consta por la “Información de la limpieza del doctor DGP ... , y de doña Isabel de Hoyo, su mujer”, hecha a febrero
21 de 1582 (AGN, Inquisición, t. 189, exp. 15. 26 folios).

Obra y últimos días de DGP

Como se habrá podido observar, además de viajero, DGP fue un escritor infatigable. Montero de Miranda (ver
Apéndice V) encarece “su sutil y lindo ingenio”, su “elegante y cortado lenguaje”, su “deseo grande... de saber y entender
cosas nuevas y notables” y, en fin, lo llama “sabio de profesión”. Tal vez no iba descaminado. México, y la Universidad en
particular, le deben a este ilustre ex-rector una edición cuidadosa de todos sus escritos, algunos de los cuales ya están
publicados.
En 1583, en México y en casa de Pedro Ocharte, aparecieron los Diálogos militares ... , obra “compuest[a] por el
doctor Diego García de Palacio, del Consejo de su Magestad, y su Oydor en la Real Audiencia de México”. Está
distribuida en cuatro libros, y consta de 191 fojas. 18 Cuatro años después, en 1587, en el mismo lugar e imprenta, se
publicó la Instrucción náuthica... (156 fojas), acompañada de un vocabulario náutico (ff. 129-156), 19 que, a juicio de los
entendidos, influenció la obra de Eugenio de Salazar, la Navegación del alma.
Por desgracia, no todo fue rosas náuticas en el camino terrestre de este viajero. Edmundo O'Gorman, en 1946,
publicó “la real ejecutoria por la que se ordena cumplimentar la sentencia expedida por el Consejo de Indias en 22 de
febrero de 1589 contra García de Palacio, suspendiéndolo del cargo de oidor por nueve años y condenándolo al pago de
ciertas penas pecuniarias y a hacer restituciones, todo por habérsele probado la comisión de abusos en el desempeño de
sus cargos de juez y visitador, aceptación de dádivas, empleo de amenazas, atropellos contra indios, etcétera”. 20
DGP murió seis años después, a fines de 1595. Por comisión de la Universidad, en la mañana del 18 de noviembre
de aquel mismo año, un doctor Juan Rafael Gallo pronunció la oración fúnebre de DGP en el monasterio de San
Francisco. Tras el nombre del fallecido doctor, en el acta se lee: “oidor que fue de la Real Audiencia en la Santísima
Trinidad”. 21 La tal Audiencia jamás existió en Mesoamérica.

Bibliografía sumaria de DGP

1576 Carta dirigida al rey, Santiago de Guatemala, 8 de marzo. Ms. en la Col. JGI XX-2, Universidad de Texas.
Descripción de la provincia de Guatemala. 8 de marzo. Ms., copia, en la Col. de J. B. Muñoz, t. 24, n° 197, ff. 64-
80v. RAH de Madrid.
Carta dirigida al rey. 8 de marzo. Ms., copia, primero en la Biblioteca de Ternaux-Compans, actualmente en la Coll.
Rich 3, ff. 29-51v, Biblioteca Pública de Nueva York.
[Descripción de las ruinas de Copán. 8 de marzo.] Ms., copia parcial de la Carta, en la Muños Collection of Spanish
Mss., no. 17. 571. Biblioteca del Museo Británico, Londres.
1578 Carta al rey sobre la conquista y pacificación de las Islas Filipinas, y las ventajas de hacerse la navegación para
ellas desde el Puerto de Fonseca. 8 de marzo. Ms. en el AGI Papeles tocantes a las islas de Poniente, 1570-88.
1579 Carta al rey, dándole cuenta de los daños causados por el corsario Francisco Drake en las costas del Perú.
Realejo, Nicaragua, 30 de febrero. Ms. Según JGI, Bibliografía..., México: FCE, 1954, p. 394.
1582 Memoria autobiográfica. Sin lugar ni fecha. En la “Información de la limpieza del doctor DGP... 21 de febrero de
1582”, AGN, Inquisición, t. 189, exp. 15.
1583 Visita y cuenta de los pueblos de Yucatán. 29 de junio. Ms. en AGN, Civil, t. 661 (papeles varios).
Diálogos militares..., México, en casa de Pedro Ocharte.
1587 Instrucción náuthica, para el buen uso y regimiento de las naos..., México, en casa de Pedro Ocharte.
1590 Memorial del doctor Palacios [sic] sobre composición del camino de San Juan de Ulúa a México, y propone cómo
acabarlo. Ms. en el AGI, t. 2, fol. 58, est. 2, caj. 2, leg. 4. Según Indice de documentos de Nueva España existentes
en el AGI de Sevilla, México: Secretaría de Relaciones Exteriores, 1928, t. I, p. 253.
sin fecha Instrucciones y ordenanzas que hizo el licenciado Palacio, oidor de la Audiencia de Guatemala, para los que
hubieren de visitar, contar y tasar los pueblos del distrito. Ms. en el AGI, Documentos sin fecha, carpeta II. Según
Índice de documentos de Nueva España..., México: Secretaría de Relaciones Exteriores, 1928, t. IV, p. 582.
Descripción del Puerto de Nombre de Dios i Panamá por el licenciado Diego García. Ms. enumerado en la
“Memoria” de Antonio de León Pinelo [HMAI, 12 (1972): 240-42]. Paradero desconocido.
Modelo de tierra firme, por el licenciado Diego García. Ms. enumerado en la “Memoria” de Antonio de León Pinelo
(ver supra). Paradero desconocido.
Relación de las cosas notables de la provincia de Chiapas por el licenciado Palacio. Ms. enumerado en la
“Memoria” de Antonio de León Pinelo (ver supra). Paradero desconocido.

Ediciones de la Carta de 1576

Ternaux-Compans
1840 Description de la province de Guatémala, envoyée au roi d'Espagne en 1576. Traduit sur le manuscrit inédit que se
trouve dans la bibliothéque de M. Ternaux-Compans. En Recueil de documents et mémoires originaux sur l'Histoire
des Possessions Espagnoles de l'Amérique a diverses époques de la Conquéte, Paris, pp. 5-45.
Squier, Ephraim G.

1860 Carta dirigida al Rey ... , en Collection of rare and original Documents and Relations concerning the Discovery and
Conquest of America, chiefly from the Spanish archives, New York. Edición biligüe, con notas y un mapa. “Más
hermosa que correcta”, dice JG1, Bibliografía..., México: FCE, 1954, p. 394.
Torres de Mendoza, Luis

1866 Relación hecha por el licenciado Palacio al rey don Felipe II, en la que describe la provincia de Guatemala, las
costumbres de los indios y otras cosas notables, en Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento,
conquista y colonización de las posesiones españolas en América y Oceanía, Madrid: Imprenta de Frías y
Compañía, vol 6, pp. 5-40. Texto anotado. Se reprodujo en ASGHG, 4/1 (sep. 1927): 71-92.
Gaceta Oficial de Honduras

1868 “Relación importante”. GOH, t. 6, n° 9I, pp. 1-4, nov. 11. (A juzgar por el título, reproducción del artículo
inmediatamente anterior.)
Frantzius, A. von

1873 San Salvador and Honduras im Jahre 1576. (Amtlicher Bericht der Licenciaten Dr. Diego García de Palacio.) Berlin.
(Versión alemana del artículo de Torres de Mendoza.)
Fernández, L.

1881 “San Salvador y Honduras el año 1576. Con prefacio y notas del Dr. A. Frantzius...”, en Colección de documentos
para la hist. de Costa Rica, I, pp. 1-52.
Anales de la Sociedad de Geografía e Historia

1927 “Relación hecha por el licenciado Palacio al Rey D. Felipe II en la que describe la provincia de Guatemala, las
costumbres de los indios y otras cosas notables”, en ASGHG, 4/1, (sep): 71-92.

Ediciones parciales de la Carta de DGP

Notice sur le Yucathan

1843 “Notice sur le Yucathan tirée des écrivains espagnoles”, en Nouvelles annales des voyages, 97 (Paris): 30-52.
Gordon, G. B.

1896 “Ruinas de Copán”, Apéndice de Prehistoric ruins of Copan, Honduras. A preliminary report of the exploration by
the Museum, 1891-1895. Peabody Museum Memoirs, 1/1 (Harvard University): 45-48.
Maudslay, A. P.

1889- 1902 [“Descripción de las ruinas de Copán”], Biologia Centrali-Americana. Archaeology, 5 (Londres): 5-7.
Morley, Sylvanus G.

1920 “A description of the ruins of Copan, by Diego Garcia de Palacio in 1576”, en The inscriptions at Copan,
Washington: Carnegie Institution, Pub. 219, pp. 541-542.
Vargas Rea, Luis

1952 Relación de Guatemala y de la provincia de Izalcos, México: Oficina del Editor, Biblioteca de Historiadores
Mexicanos.




Nº 234
Guatemala
C. R. M.
S[erenísimo] S[eñor]:
Por vuestras cédulas y provisiones está mandado y ordenado a los virreyes, presidentes y gobernadores destas partes,
hagan larga y verdadera relación de la posición, tierras, indios, lenguas, costumbres, ríos, montes, y raridades y cosas de
sus distritos, de que debía darse cuenta a vuestra majestad y ponerse por memoria. Así se debe creer lo habrán hecho y,
como cosa cumplida, no trataré dello. Por otras, ansí mismo manda vuestra majestad que un oidor, por su turno, ande
visitando las provincias de su partido para el bien, conservación y policía destos naturales, y desagraviarlos de las
injusticias y vejaciones que padecen, y componer y hacer justicia en las demás cosas que entre ellos se ofrecen. En cuyo
cumplimiento, esta vuestra Real Audiencia de Guatemala me nombró para la dicha visita, y señaló algunas provincias de
su distrito en donde vi y aberigüe algunas cosas que, de raras y de consideración, me han forzado a dar cuenta a vuestra
majestad, aunque con rudo estilo.
Conocida cosa es que del ámbito del mundo, que según la común opinión es cinco mil seiscientas veinte y cinco
leguas, posee y gobierna vuestra majestad la mayor parte, como consta por suposición. Porque, sin esos vuestros reinos
de España, Italia, Flandes, hay otras islas del poniente do vuestros ejércitos van ampliando vuestra Real Corona, tres mil
cuatrocientas cinco leguas regulares los paralelos. Y hecha la computación a las comarcas españolas, en que se incluye
este distrito, que comienza de los postreros términos en Tehuantepeque y acaba en los de Costa Rica, corre [del] sueste
[al] norueste trescientas y más leguas. Está dividida en trece provincias principales, sin otras más menudas que entre
ellas se incluyen. Son: Chiapa, Soconusco, Suchitepéquez, Cuauhtemalan, Verapaz, Izalcos, San Salvador, San Miguel,
Honduras, Choluteca, Nicaragua, Teguzgalpa [y] Costa Rica. Y en cada una dellas hay y hablan los naturales diferentes
lenguas; que parece fue el artificio, más manos que el demonio tuvo en todas estas partes para plantar discordia,
confundiéndolos con tantas y tan diferentes lenguas como tienen, que son:
En la de Chiapa: chiapaneca, zoque, mexicana, zotzil, zeldal, quelén.
En la de Soconusco: la mexicana corrupta, y la materna y uhtla teca.
En la de los Suchitepéquez y Cuauhtemala: mame y achí, cuauhtemalteca, chicnauteca, utateca, chirrichota.
Los Izalcos y costa de Guazacapán: la popoluca y pipil.
La Verapaz: poconchí, cacchí, colchi.
La de San Salvador: pipil y chontal.
El Valle de Acaccuastlán y el de Chiquimula de la Sierra: hacaccuastleca y apay.
En la de San Miguel: pocón y taulepa, ulúa.
La Choluteca: mangue, chontal.
En Honduras: ulúa, chontal y pipil.
Nicaragua: pipil corrupto, mangue, marivio, potón y chontal. En la de Teguzgalpa: la materna y mexicana.
En la de Costa Rica y Nicoya: la materna y mangue.
De las cuales [provincias] comencé a visitar, de la de Guazacapán, hasta el río de Lempa, que corre cincuenta leguas
al leste por la costa del sur y, a lo ancho, hasta Chiquimula de la Sierra, que corre treinta leguas [del] norte [al] sur. En
que visité ciento cincuenta y seis lugares de españoles e indios y, entre ellos, conté, tasé y repartí setenta y ocho, de lo
que los naturales deben pagar en cada un año a sus encomenderos.
La dicha costa comienza desde el río de Michatoya, y se fenece y acaba en el de Aguachapa. Es abundante de
montes, aguas, caza y pesca de todas suertes; tiene mucho[s] frutales de la tierra y, de Castilla, bonísimas naranjas y
algunos higos y melones. Es tierra de cacao, y de buenas tierras para maíz y demás legumbres y semillas que los indios
usan; tiene comodidad toda ella para hacer sal. Aunque la hacen, con mucho trabajo y riesgo de su salud sacan la
salmuera; que, para hacerla, han menester de la tierra que la mar baña en sus crecientes. Y cuécenla en hornos
semejantes a los que los campaneros usan. Gastan mucha leña y ollas para cocerla desta manera, que, aunque se
podría hacer mucha, es costosa, enferma y trabajosa de hacer. Tiene muchos esteros (de que se aprovechan) de
grandes pesquerías de todo género de pescados y [de] tortugas, aunque tienen y están llenos de caimanes, que
propiamente son los cocodrilos, porque tienen las elecciones que dellos cuentan los naturales. Y espanta pescar en ellos
porque, allende de la fiereza que muestran y grandeza que tienen, están algunos muy encarnizados y cebados. Y ha
acontecido que, pasando un gran toro por un río, le asió uno de la cola. Y era tan grande que, aunque salido el toro a la
orilla y tiró lo que pudo para desasirse y salir a tierra, no pudo, porque el caimán era tan grande y feroz, que lo tornó al
agua y mató. Otros estragos y daños han hecho en diversas partes destas provincias, que admira; aunque, con toda su
fiereza, hay muchos indios que se echan al agua y, chapuzados debajo, le atan pies y manos, y dan cabo a otros indios
que quedan en tierra. Y ansí, los sacan fuera del agua y lo[s] matan. Y llegando yo a un lugar, por me regalar, me
convidaron para que lo viese. No lo quise aceptar, por el riesgo que parece ofrece la braveza de un animal tan espantoso.
Los cuales, y sin que yo lo supiese, fueron y ataron uno, como dicho es, y me lo trujeron. Hay algunos [caimanes] de diez,
veinte, treinta y más pies, muy gruesos, de gruesos pies y manos, la cola gruesa y recia. Hieren con ella bravísimamente.
Tienen muchas conchas, y que no las pasa un arcabuz a veces; la boca, muy grande, con dientes fierísimos repartidos en
tres andanas. Yo conté unos treinta y cuatro dientes en cada una, sin los colmillos con que atraviesa el hocico superior
por dos agujeros que naturaleza le hizo. Tiene toda esta costa muchos praderíos (que acá llaman sabanas grandes) y de
mucho pasto, y, en ell[o]s, algunas estancias de vacas, aunque no las que podía haber según su grandeza y grosedad.
Es tierra enferma por la mucha calor y humedad que en ella hay, de que se suelen causar grandes calenturas y otros
males pestilenciales. [Hay] mosquitos de cuatro géneros que, de día, desasosiegan y enfadan y, de noche, no dejan
dormir; [y] muchas moscas y avispas de diversos géneros, malas y venenosas, que, en picando, hacen roncha y, si las
rascan, llaga. Yo vi que un mozo cayó, de una picadura, aturdido y amortecido por más espacio de dos horas. Hay
alacranes y gusanos peludos que, con cualquier cosa que de su cuerpo toquen, emponzoñan y, a veces, matan; y otros,
que llaman “ciento pies”, tan malos y tan venenosos como los dichos; culebras y víboras malísimas y otras sabandijas
pestilenciales y muy dañosas de diferentes especies, que espantan con los malos efectos que ellas y con ellas hacen.
Hay unas que crían un cornezuelo en la cabeza, de que los malos usan para sus sucias lujurias. 22 De efecto extraño y
para lo mismo, hay unos escarabajos muy grandes, los cuernos de los cuales aún son peores y de más mala operación.
Yo hablé a un sacerdote a quien unos sus toscos amigos le hicieron, con las raeduras de uno, una burla tan pesada que,
ni bañarse, ni ungüento rosas, ni sangrarse, le aprovechó por más de veinticuatro horas. Hay en esta provincia abejas
blancas, aunque pocas. Hacen la miel y cera muy blanca. No pican tan mal como las otras ordinarias.
Hay en toda esta tierra un árbol común, que nosotros llamamos ciruelos y, los indios, [jo]cotes, 23 que, perdiendo las
hojas, sin ella[s] crían y producen y dan su fruto y, después de dado, echan hoja y se paran muy frescos y lozanos, como
lozaneándose del fruto y beneficio que han dado.
El dicho río de Michatoya, donde esta provincia comienza, nace y es un desaguadero de la laguna de Amatit[l]án,
cuatro leguas de Guatemala, y, para caer a la dicha provincia, hace un salto tan grande, que un arcabuz parece no podría
llegar de [a]bajo arriba, y una concavidad entre el agua y peña donde cae muy grande; de manera que se crían en él gran
suma de papagayos de diferentes suertes y tantos morciélagos que es maravilla, que son tan malos que, si dan y topan
con una ternera, la matan y desangran. Cuélganse [los murciélagos] en la dicha cueva unos de otros, y hacen racimos y
colgajos mayores que un sombrero. Y, en algunas partes, se han despoblado estancias de ganado por el mucho daño
que hacían en las dichas terneras.
En un lugar de aquella provincia, que se llama Nesticpac, hay unos lagos que parece salen de mineros de azufre, de
mala agua y hedionda. Salen a sus orillas pedazos del dicho azufre, cuajados y congelados de la grosedad del agua, tan
limpio y purificado como lo mejor que viene de Alemania. Y el pasto que riega la vertiente desta agua es tan bueno para
los caballos, y engordan tanto, que, de muy perdidos y flacos, en pocos días vuelven en sí y se paran muy hermosos y
gordos.
Los indios desta provincia son humildes y de buena condición. Corre entre ellos la lengua mexicana, aunque la
propia es populoca. En su gentilidad, usaban de los ritos e idolatrías, sueños y supersticiones, que los pipiles y chontales,
sus vecinos, de que trataré adelante. En los más lugares, se conocen sus señores naturales, y eran poco poderosos.
Valía y mandaba entre ellos más el que más podía más y tenía más hombre[s] de guerra.
Está repartida en seis partidos. De clérigos, son medianamente instruidos en la doctrina cristiana; en la policía, van
también aprovechando, aunque como gente nueva; en más costumbres, hoy se descuidan dellos [y] saben a la pega de
su gentilidad. Allí se me querelló un indio que un su alcalde, sin su pedimento, había procedido contra su mujer y
castigádola por ocho adulterios, y forzádole a él que pagase la condenación que por ellos le había hecho; por manera
que, allende de su afrenta, le llevaban su dinero. El caso es que, en tiempo de su infidelidad, era costumbre que, cuando
alguna mujer estaba de parto, la comadre hacía le confesase y dijese todos los pecados para que, habiéndolos
confesado, pariese mejor. Y cuando, habiéndolo hecho la tal mujer, no paría, llamaban a su marido y hacíanle él
confesase los suyos. Y, si esto no aprovechaba, quitábanle al tal marido el maxtli y pañetes que traía calzados y
poníanlos en las renes de la preñada. Y, si esto no aprovechaba para que pariese, la propia comadre sacaba su sangre y
sacrificábala asperjando con ella los cuatro vientos, haciendo algunas invocaciones y ceremonias. Sucedió que, estando
la mujer del querellante de parto, se confesó. Oyéndolo un alguacilejo que estaba escondido, dijo que había cometido
adulterio con los ocho referidos. Y, después de sana, el dicho alguacil la acusó ante el alcalde de los dichos delitos y, por
ellos, la prendió, castigó y penó. Están aún siempre estos naturales en algunos yerros y ceremonias antiguas. Plazca a
Dios que, con la diligencia que se pone, poco a poco vayan olvidándose de su perdición antigua y tomando el camino
verdadero para salvarse.
No tiene esta provincia puerto, sino uno que llaman de Iztapa, donde antiguamente el adelantado don Pedro de
Alvarado hizo ciertos navios pequeños. Han querido algunos que será cómodo para que, si vuestra majestad fuere
servido se pase por estas provincias, la contratación del Perú se corresponda en él. Es imposible por muchas razones: su
entrada es playa de mucho tumbo, desabrigada y de mala facción para puerto; hace la mar una barra en la tierra harto
grande y honda, mas, en la entrada y boca, muy baja. Porque, cuando es mar muerta, aun no hay un estado de agua. Y,
por la braveza y resaca y tumbo dicho, la dicha boca se muda cada año a donde la fuerza de los tiempos hiere más recio.
Dicen algunos que, para que la barra no se mude, se podría hacer un muelle que la fuerce siempre a estar en un lugar y
no mudarse. Parece razón de poca consideración porque, allende que aunque estuviera siempre en un lugar y no
mudase, es baja y de poca agua, desabrigada, y que con los tiempos tiene más o menos arena por falta de cimiento, que
no tiene por ser arena gruesa y lavada. No tiene vuestra majestad hacienda en estas provincias para poderlo hacer en
veinte años. Dicen, también, que en la dicha barra se podría echar un río que, con su corriente, haga mayor barra y más
hondo y mejor puerto. Tampoco es bien considerado porque, allende que será muy costosa y poco firme, según es que la
mar y remanso que hace entra en la tierra adentro, aunque en ella se echasen muchos ríos, no haría ni podría hacer
fuerza que, contra la furia ordinaria de la mar y gran tumbo que siempre allí tiene, haga barra ni puerto conveniente. Y,
cuando contra ella hubiera tanta agua y corriente que lo pudiera hacer, la propia corriente impidiera y estorbara que fuera
puerto como quieren decir que podría.

LA PROVINCIA DE LOS IZALCOS

Es la cosa más rica y gruesa que vuestra majestad tiene en estas partes. Comienza del río de Aguachapa, y acaba
en Güeymoco y costa de Tonalá. Corre por la misma costa dieciocho leguas. Tiene las calidades del suelo y cielo que la
de Guazacapán, y abundancia de cacao y pesca y frutas, y demás cosas que acá comúnmente hay en las tierras
calientes y, en especial, la más abundante de cacao que se sabe. El árbol que da el cacao es mediano; tiene sus hojas
como castañal, aunque mayores; produce flor y fusta casi todas las lunas (y lo mismo hacen en estas partes todos los
naranjos) , y echa su flor en el tronco y ramas, comenzando las más veces desde el suelo (y como ellos, echan la flor y
crían su fruto otros dos géneros de árboles que se llaman jícaras y zapotes) , de que se van criando unas mazorcas más
largas y mayores que piñas, y dentro deIlas veinticinco o treinta almendras, que es el cacao. De los cuales, doscientos
valen comúnmente entre los indios un real, y es la moneda que para las cosas menudas corre de ordinario entre ellos y
nosotros. Es tan tierno árbol, que con cualquier extremo se pierde y seca. Y ansí, para criarle, es menester mucho
cuidado, y ponerle otro árbol que llaman “madre”, que le haga sombra y ampare del sol y el aire. Antiguamente era tan
estimado, que nadie bebía del dicho cacao, que no fuese cacique, gran señor o valiente soldado. Usaban en el sembrarlo
muchas ceremonias, escogiendo, de cada mazor ca y piña, los mejores granos de cacao y, juntos lo[s] que habían
menester, los sahumaban y ponían al sereno en cuatro días del plenilunio. Y, cuando los habían de sembrar, se juntaban
con sus mujeres, con otras ceremonias bien sucias. En efecto, era la cosa más preciada que acá había. Ha crecido y
multiplicándose tanto, después que están en vuestra Real Corona con la libertad que tienen de beberlo y tratarlo, que
desta provincia principalmente, y de su comarca, se provee la Nueva España. De que hay mucho comercio y contratación
de una a otra parte. La calidad desta fruta es casi fría en tercero grado. Úsase en las bebidas generalmente, y gástase y
cógese tanto, que parece que lo que sale a Nueva España, y dan y gastan en sus casas y labores, debe ser, en solos
cuatro lugares de los Izalcos, más de cincuenta mil cargas que, a su precio común, valen quinientos mil pesos de oro de
minas. Yo los conté, y repartí el tributo. Ocupan todos ellos, con sus huertas, dos leguas en cuadro. De que se infiere, no
se saben tales leguas de árboles y huertas que fructifiquen y den tanto valor. Cuentan estos naturales el cacao por
zontles, xiquipiles y cargas. Un zontle es cuatrocientas almendras; un xiquipil, veinte zontles, que son ocho mil
almendras, y una carga, tres xiquipiles, [que] son veinticuatro mil almendras. 24 Por estos números cuentan todas las
cosas, y es el mayor que entre ellos se halla. Pareció haber en la cuenta de los dichos lugares 25 vecinos, y que todos
tienen 26 pies de los dichos cacaos. En los términos y costa destos Izalcos, está el puerto de Acajutla, donde surten y
están los navíos, y andan al trato del dicho cacao y mercaderías que vienen del Perú y [de la] Nueva España.
También han querido decir que es bueno y suficiente para la correspondencia a Perú, si vuestra majestad fuere
servido que la que ahora hay en tierra firme se pasase a esta provincia. Está en altura de 13 grados y 36 minutos y, por la
diferencia del meridiano de Sevilla al desta tierra y declinación, se le da 4 minutos, con que serán 13 grados y 40 minutos;
corre el este] y uest[e]. Está desabrigado del sur y sus colaterales. Es una playa de mucha resaca y tumbo, y no tiene
facción ni talle de puerto. De mala y enferma posición, susténtanse los navíos que allí surten con todos los daños dichos,
porque hace la mar, en un arrecife que hay en la dicha playa, una vuelta y resaca de mar tan fuerte, que hace estar los
navíos suspensos sin hacer fuerza en los cables y áncoras. Y éste solo beneficio tiene para tantos daños, y la necesidad
precisa que dél tienen y falta de otro tal en toda esta comarca, y la comodidad y cercanía que en él hallan los vecinos y
mercaderes de la Villa de la Trinidad, 27 que está poblada en los dichos Izalcos.
Están situados en la falda de un volcán que siempre está humeando, que, según todos afirman, se ha consumido y
abajado, de cincuenta años a esta parte, más de veinte estados de altura. Y algunos años ha [a]rrojado y expelido de sí
tanta ceniza, que ha cubierto la tierra muchas leguas al derredor y hecho gran daño en las huertas del cacao. Vierte la
parte del sur, como a más baja, muchas aguas: algunas muy buenas, y otras malísimas y hediondas. Hace un arroyo, que
llaman “de la ceniza” por el mucho y grande hedor que llevásele ansí mesmo del otro arroyo de tan mala y viscosa agua,
que en poco tiempo cubre y hace piedra cualquier cosa que en él cae. Y aconteció que, habiéndosele caído a un indio un
machete, al cabo de dos años se halló cubierto de más de un palmo de piedra por todas partes. Y fuera deste Izalcos, en
un lugar que se lla[ma] Tecpa, sale del dicho volcán otro arroyo de la misma calidad. [Y] dicen que, en la provincia de
Chiapa, hay un río que hace lo mismo y, sacando unos indios piedra para hacer cal y quebrando una, hallaron dentro un
fuste de una silla jineta sano y entero.
De los dichos Izalcos, se van subiendo tres leguas hasta un lugar que se llama Apaneca, tan fresco y aun frío, que es
el extremo de los lugares dichos. Cógense en él granadas, membrillos, manzanas y duraznos, trigo, y las demás cosas
que a estas partes han venido desos vuestros reinos.
En el mismo alto, [a] una legua del, está otro que se llama Ataco, del mismo temple y fertilidad y muy abundante de
toda montería y caza por los muchos y buenos montes que para ella tienen. Tuve noticia que había en él venados, de la
misma forma que son los que en la India de Portugal crían la piedra bezahar, e hice matar algunos, en que se hallaron
algunas piedras que, probadas en enfermedades pestilentes, hacen el mismo efecto que las que se traen de la dicha
India. Hay también un género de osos pequeños. No tienen boca como los desos reinos, [mas] tienen, en el cabo del
hocico, un agujero pequeño y redondo. Y, para mantenerse, proveyólos naturaleza de una lengua larga, acanalada, con
que chupan y sacan la miel doquiera que la hallan. Y, cuando ésta les falta, se van a los hormigueros donde, teniendo su
lengua, como por caño y agujero de otra cosa engañadas las hormigas entran, y se hartan dellas.
Hay, ansí mesmo, muchas dantas de color blanco, pardo y bermejo, y otros muchos géneros de animalejes extraños
y dañinos. Y muchas yerbas y árboles de buenos efectos para la salud humana: almácigos, dragos y árboles de anime en
mucha cantidad.
Prosiguiendo en la visita deste lugar, y pidiendo razón de los menores y huérfanos para saber del trato de sus
personas y haciendas, me trujeron una niña de año y medio, huérfana de padre y madre, que estaba en poder y la daba
leche una vieja de más de setenta años. Y yo, admirado [de] que mujer de tanta edad tuviese leche, la hice traer delante
de mí y vi cómo la niña la mamaba. Averigüé, allende que era de la dicha edad, que jamás había parido, sino que, al
tiempo que tomó la dicha niña movida de piedad y con ánimo de criarla, y porque no tenía quien la diese leche suficiente,
la dio el pecho y le vino leche. Hícelo tomar por testimonio y que se diese a entender a los indios cómo, por la caridad
que aquella mujer había tenido, Dios había sido servido usar aquella maravilla contra la orden común, para que los indios
se moviesen a misericordia, que lo han bien menester.
Del dicho lugar, fui a otro de vuestra Real Corona que se llama Aguachapa, de mediano temple, de la fertilidad y
cazas dichas. Hócese en él la mejor y más galana loza al modo de los indios que hay en estas provincias. Principalmente
la hacen y es oficio de las mujeres, las cuales la labran sin rueda ni instrumento más que, preparado el barro, con las
manos lo adelgazan e igualan, de manera que hacen muy bien cualquier vasija que les mandan. Hay en los términos
deste lugar dos arroyos, y en el uno hacen los indios pozas y remansos de agua en que se cría una nata y excremento
que en efecto se hace colorado como grana, y desto hacen y dan color a unos jarros que hacen muy curiosos. Yo creo
que es bol arménico, porque tienen las elecciones dél y ansí mesmo lo ha dicho un médico. Bebido, aprovecha al flujo de
sangre, y hase probado en enfermedades pestilentes y ha aprovechado mucho. Débese creer que, si lo es, el agua desto
se cuaja [y] pasa por algún minero del dicho bol arménico. En el otro arroyo con la misma orden, cogen otra tierra negra
con que dan muy buen color negro, aunque lavado varía.
Hay, en el término del dicho lugar, unos manantiales (que yo vi) de agua caliente, y tanto, que quema, y tan diferentes
en el color y nacimiento, que espantan. Llámanle los indios “el infierno”, y no sin alguna semejanza. Brota y sale el agua
en espacio de un tiro de ballesta por muchas partes y con diversos estruendos según los órganos por do salen. Unos
hacen ruido como suele un batán, otros como molino, otros como fuelles, otros como quien ronca, y de otras mil formas.
En algunas partes sale el agua turbia, en otras clara, en otras colorada, en otras amarilla y de otras colores, según los
mineros de fiera por do pasa. Y, de humo que allí sale, se hace un betún de diferentes colores, que parece podría servir
para pintar. Los indios suelen llevar sus ollas de elotes y de carne, y cocerlas en algún respiradero de aquella agua. Y
habrá tres años que, pasando un muchacho en el dicho lugar, se le sumió y hundió una pierna en un pantano desta agua
y, aunque lo socorrieron luego, dejó la carne de toda la pierna y sacó el hueso y nervios mondos y limpios, y murió otro
día siguiente. Después de todas estas fuentes, se hace un río que llaman “el río caliente”, que, aunque sale por debajo de
la tierra más de media legua deste lugar, ha acontecido pelar los pies a un caballo y mancarle. Dos tiros de arcabuz más
cerca de una sierra que allí está, hay otros respiraderos de agua caliente, y está una piedra de cinco varas de largo y tres
de ancho, hendida por medio, y sale siempre por la herida della cantidad de humo. Y, llegándose a ella, se oye el más
horrible y espantoso ruido que se sabe. Y acontece muchas veces, cuando los tiempos andan revueltos, que salen por
allí unos bramidos y truenos que se oyen media legua al derredor, cosa por cierto que admira. En el monte donde esto
está, hay grandes y gruesos árboles, y un género de robles de grandísimas bellotas, de que los muchachos hacen
tinteros. Y yo tengo una concha de las dichas bellotas, que tiene tres dedos de grueso. Hay en los términos deste lugar
escorpiones tan grandes como gazapos, y un género de sapos (menores que ranas) que saltan por los árboles y se
tienen como pájaros. En tiempo de aguas, hacen tan grande estruendo y dan tan grandes bramidos como unos terneros.
Y, aunque esto me lo habían afirmado, no quise creer hasta verlo. Hay, ansí mesmo, las mayores hormigas que he visto.
Cómenlas los naturales y las venden en los mercados.
Toda esta provincia está repartida en ocho partidos de clérigos y, por el mucho comercio que en ellos hay, es gente
entendida, y adina e instruida por la mayor parte en las cosas de la fe.
La provincia de Zenzonatl 28 se acaba en el lugar dicho, y comienza la de San Salvador en el de Atiquizaya, que es
un lugarejo de vuestra Real Corona. Tiene las cazas y fertilidad dicha. Tienen y hacen una masa y betún, que llaman
axin, de un género de gusanos hediondos y ponzoñosos, que es maravilloso medicamento para todo género de frialdades
y otras indisposiciones. Nace, dos leguas deste lugar, el río que llaman “de Aguachapa” y, a siete de su nacimiento, va
muy grande y, a trece, que es donde entra en la Mar del Sur, grandísimo. Creo que, en todas las Indias, no hay río tan
grande con tan poca corriente.
De allí, fui al lugar de Santa Ana. No tiene cosa de notar más que de dos géneros de madera. De las astillas de la
una, hacen y tiñen la color leonada, y el otro palo, si lo echan en el agua, se torna azul extremadamente. Cerca del dicho,
está un lugarejo que se llama Coatán y, en sus términos, una laguna en la falda del volcán dicho, hondísima y de mala
agua y muy llena de caimanes. Tiene dos isletas en medio. Los indios pipiles tenían esta laguna. por un oráculo de suma
autoridad y que ningún humano podría ver lo que en ella había y que, el que lo probase, se había de tullir y habría mala
muerte. Y derivaban esta devoción de patrañas antiguas. Entendiendo yo que los indios de la comarca estaban
generalmente en este error, mandé que metiesen unas balsas para entrar en la dicha isla y desengañarlos de tal torpeza.
Estando hechas y para partirme, parece que ciertos negros y mulatos de una estancia allí vecina entraron en la isla, y
hallaron un ídolo grande de piedra de figura de mujer y algunos sacrificios cerca. Hube, de lo que se halló, unos
chalchihuites, que son piedras de las que suelen aprovechar para la ijada, orina y materias. Con lo cual los indios viejos y
antiguos se desengañaron de su yerro, y los mozos, más cristianos, entendieron la burla de aquel santuario ser como los
demás de su gentilidad.
Todos los lugares comarcanos son de buen temple y fertilidad, y de las demás buenas calidades dichas.
En el término y montes del lugar de Güeymoco, de vuestra Real Corona, hay grandes árboles de bálsamo, y en toda
la costa de Tonalá, que es de su partido. En la iglesia del, vi doce pilares del bálsamo, de a más de cincuenta y cinco pies
de alto. Es madera muy recia pesada. El licor que en común se coge dél es por el verano, que acá llaman desde
noviembre hasta mayo. Vale, una botija perulera dél, doscientos cuarenta reales entre los indios. Sácanlo con alguna
violencia porque, para que el árbol dé y destile más, lo chamuscan con leña al derredor del tronco. Y he hecho sacarlo y
cogerlo como el árbol lo da y despide, sin otra fuerza de fuego ni instrumento. Dicen es licor maravilloso y que será de
mejor efecto. Echa su semilla como almendras, y en ellas cría un licor como oro. Hice sacar un poco. También se cree
que es maravillosa cosa. En habiendo ocasión, se experimentará. También hice sacar de las mismas pepitas agua. Dicen
las mujeres que es cosa muy buena para agua de rostro.
De allí, se va a la ciudad de San Salvador por una angostura y callejón extraño. Pásase, yendo por el río, sesenta y
siete veces. Está a la falda de un volcán grande y de mucha circunferencia por sus faldas. No echa fuego, porque la
materia que le causaba se debió de acabar en el tiempo que ardió, consumió e hizo tan grande boca, que baja más de
media legua y está hondísima. Y, antes de llegar a lo bajo, hace dos estancias o plazas, a la forma que son los que se
hacen en los hornos de cal. De lo más bajo y último, sale un humo ordinario y de tan grande hedor, que ha acontecido,
llegándose un español cerca, desmayarse y amortecerse. Desde lo último y bajo hasta lo más alto, está lleno de grandes
cedros, pinos y otros muchos géneros de árboles y animales, y de quemazones del fuego que solía haber en él.
[A] tres leguas de su extremidad, está un lugar que se llama Nixapa, donde hay un pedazo de monte áspero que
llaman “el mal pais”, de piedras y de mucha tierra quemada y arrojada muy tendida y de grandes pedazos. Y ansí, pone
admiración de dónde pudo venir, pues, en todo lo que hay hasta el dicho volcán, no parece señal de lugar do haya habido
fuego, sino en el dicho volcán. Parece que, pues las piedras y tierra que allá hay es quemada y no hay lugar do más
cerca pudiese salir, que el dicho volcán lo arrojó al tiempo que tenía fu[e]go, como lo han hecho en estas provincias uno
que hay en el vall[e] desta ciudad, que, pocos años ha, echó de sí grandes montones de fuego y piedra, y otro de
Nicaragua, que reventó y suvertió unas sierras sobre un valle y hundió ciertos lugares de indios, en que murieron hartos.
Del dicho volcán salen muchas y muy buenas aguas. Junto al dicho lugar de Nixapa se forma un río dellas, y sale un
arroyo que corre y lleva agua de noche, y hasta las siete u ocho del día, y lo demás se sume y no parece. Junto al cerro
de San Juan, en la provincia de la Choluteca, es público que hay otro que sólo corre hasta mediodía y, de allí hasta la
noche, se sume el agua. Y otro, en la provincia de Chiapa, que tres años continos corre, y tres no corre ni parece agua.
Ansí mismo, en la falda del dicho volcán, hay una hoya redonda de mucha anchura, que muestra haber sido volcán y
ardido mucho tiempo, porque, en todo su circuito, la tierra y peña está muy quemada y molida del fuego. Nace ahora en
ella una fuente de bonísima agua, de que se provee el lugar de Cuzcatán, que está asentado a la orilla della.
Junto al dicho lugar, está la ciudad de San Salvador. Es de buen temple y fértil tierra, y en la altura de 13 grados y 36
minutos. Cuando llegué a ella casi estaba despoblada, porque un temblor grande que hizo el segundo día de la Pascua
del Espíritu Santo pasado les derrocó y molió todas sus casas; 29 que, aunque muchas eran fuertes y buenas, se cayeron
y abrieron. Fue el más espantoso que jamás, dicen, se ha visto. Yo vi un lienzo bien grueso de la pared de una igelsia,
que, habiéndole levantado el temblor arriba, se tomó a sentar desviado de su cimiento un jeme por algunas partes. Y
otras muchas cosas a este tono hay en el camino y sierras que llaman de los Teczahuangos, hendidas por muchas
partes. Ninguna casa de los indios de aquellas sierras quedó en pie. Todas cayeron. Contóme un español, que caminaba
por allí a la sazón que tembló, que las sierras parecía se juntaban unas a otras, y que a él le fue forzado apearse y
tenderse en el suelo porque no se pudo tener en pie. La casa donde yo estaba arfaba como un navío. Parecía que las
demás llegaban con los tejados al suelo. Y quiso nuestro Señor que no peligraran sino tres personas, que fue espanto y
misericordia suya, según las casas cayeron y la gente andaba turbada y espantada. En los arrabales de la ciudad, salen
tres ojos muy grandes de agua caliente, muy buena y clara y sin ningún mal sabor, y que, en sacándola, se enfría y bebe.
En su nacimiento es algo cálida, aunque se puede sufrir. Como va corriendo, se va resfriando. No creo que en el mundo
no puede haber mejor disposición para baños que en las dichas fuentes.
Cerca de la dicha ciudad, hay una laguna que baja cinco leguas, de poco fruto porque, hasta ahora que han echado
algunas mojarras, no ha habido pescado de momento. Cuentan los naturales e indios antiguos que solían haber en ella
culebras de extraña grandeza, y que un cacique de un lugar que se llama Atempa Mazegua 30 topó una que, según la
demostración hacía, debía tener más de cincuenta pies. No lo tengo por cosa muy auténtica, porque nadie dice la ha visto
si no es este cacique, aunque con otros, por la fama antigua en toda aquella provincia.
A la costa del sur, hay unos campos que se llaman de Jiboga, que corren catorce leguas hasta el río de Lempa,
términos de la provincia de San. Miguel, llanos y abundantísimos de pasto para gran cantidad de ganados. Al presente
hay algunas estancias, pero muy poco ganado para lo que podría haber. Hay en ellos grandes pesquerías, y disposición
para hacer sal al modo de los indios. A un lado dellos y a la falda de un alto volcán, están cuatro lugares de indios que
llaman los Nunualcos, donde, de poco tiempo a esta parte, se beneficia y cría cacao abundantísimamente y en tanta
cantidad que, tanto por tanto, excede a la provincia de los Izalcos.
A la parte del norte del dicho volcán, está un lugar que se dice Iztepeque y, en sus términos, unos manantiales de
agua caliente, de la misma forma que dije los había en el lugar de Aguachapa. Tiene mucho alumbre y azufre. En todo
aquel al derredor, hay muchos árboles y yerbas para buenos efectos y, en especial, están los montes llenos de la raíz de
Michoacán. Del lugar dicho, aunque es la misma provincia, comienza otra lengua de indios, que llaman los chontales.
Gente más bruta, aunque, antiguamente, valientes entre ellos.
Hay en la dicha provincia una laguna que se dice de Uxaca, grande, y que de su desaguadero se forma y hace el río
de Lempa, que es uno de los mayores deste distrito. Tiene en medio dos peñoles, en uno de los cuales, antiguamente,
los indios de aquel distrito hacían sus sacrificios e idolatrías. Es tierra, aunque caliente, fértil, de mucha pesca y caza.
Hay algunos venados blancos, y no se sabe en estas provincias en otras partes do los haya. En su ribera hay un género
de árboles pequeños que dan una goma de lindo olor, y que se moja y parece menjuí finísimo, de la flor muy olorosa. Y el
fruto no se sabe que sea de provecho.
[A] tres leguas della, está el lugar de Mitla, donde antiguamente los indios pipiles deste distrito tenían gran devoción,
y venían a ofrecer sus dones y a hacer sacrificios. Y lo mismo hacían los chontales y otros indios comarcanos de
diferentes lenguas. Tenían en. sus sacrificios algunas especialidades [diferentes] que en otras partes, y cues y teupas de
mucha autoridad, de que aun hoy hay grandes señales e indicios.
Allende del cacique y señor natural, tenían un papa que llamaban tecti, 31 el cual se vestía de una ropa larga azul y
traía, en la. cabeza, una diadema y, a veces, mitra labrada de diferentes colores, y, en los cabos della, un manojo de
plumas muy buenas de unos pájaros que hay en esta tierra, que se llaman quetzales. Traía de ordinario un báculo en la
mano, a manera de obispo. Y a éste obedecían todos en lo que tocaba a las cosas espirituales. Después deste, tenía el
segundo lugar en el sacerdocio otro que llamaba[n] tehuamatlini,32 que era el mayor hechicero y letrado en sus libros y
artes, y el que declaraba los agüeros y hacía sus pronósticos. Había, allende destos, cuatro sacerdotes que llamaban
teupixqui, 33 vestidos de diferentes colores y de ropas hasta [los] pies, negras, coloradas, verdes y amarillas. Y éstos eran
los del consejo de las cosas de sus ceremonias, y los que asistían a todas las supersticiones y boberías de su gentilidad.
Había también un mayordomo, que tenía cuidado de guardar las joyas y preseas de sus sacrificios, y el que abría y
sacaba los corazones a los sacrificados, y hacía las demás cosas personales que eran necesarias. Y, sin los dichos,
había otros que tenían trompetas e instrumentos de su gentilidad para convocar y llamar la gente a los sacrificios que
habían de hacer.

ELECCIÓN DEL PAPA Y SACERDOTES

Cuando el papa fallecía, lo enterraban vestido, asentado en un banco pintado, en su propia casa. Y le lloraba todo el
pueblo [durante] quince días con muchos gritos y alaridos. Ayunaban todos los quince días. Acabadas las obsequias, el
cacique y el sabio elegían otro papa por suertes, y había de ser uno de los cuatro sacerdotes susodichos. Y, a la elección
deste, hacían grandes mitotes y fiestas. Y este electo sacrificaba la lengua y miembro genital, y la sangre ofrecía a sus
ídolos. Y éste elegía el sacerdote que había de entrar en su lugar (y había de ser uno de los hijos del papa muerta, si los
tenía, u otro hijo de los sacerdotes) y los demás oficios que faltaba en sus teupas. 34 Adoraban al sol cuando salía, y
tenían dos ídolos, el uno en figura de hombre y éste se llamaba Quetzalcoatl, 35 y el otro, en figura de mujer, Itzqueye. 36
Todos los sacrificios que hacían eran a los susodichos, y tenían calendario o días diputados para cada uno dellos. Y ansí,
el sacrificio se hacía conforme a quien caía la suerte del día.
SACRIFICIOS

Hacían dos sacrificios solemnes cada año de día: el uno, principio del invierno, y [el] otro, principio de verano. Y este
sacrificio era oculto, que sólo lo veían caciques y principales, y era dentro de la casa de oración. Y los que sacrificaban
para este sacrificio eran muchachos de seis años hasta doce, bastardos y nacidos entre ellos.

LA MANERA DESTE SACRIFICIO

Tañían sus trompetas y atabales un día y una noche antes, y luego todo el pueblo se juntaba en la manera
susodicha. Y los cuatro sacerdotes dichos salían del cu con cuatro braseritos de fuego y, en ellos puestos copal y hule,
íbanse derechos todos cuatro juntos a do sale el sol, y se hincaban de rodillas ante él y le sahumaban, diciendo palabras
e invocaciones. Y, esto hecho, se dividían hacia cuatro partes: lest[e], oest[e], norte [y] sur, y predicaban sus ritos y
ceremonias. Acabado el sermón, se entraban corriendo en unas casas que tenían hecho a los cuatro vientos, y
descansaban un rato. De ahí se iban a la casa del papa, que estaba junto al cu, y allí tomaban el muchacho que habían
de sacrificar y daban cuatro vueltas al patio en manera de baile, cantando. Acabadas las vueltas salía el papa de su casa
con el sabio y mayordomo, y subían al cu con el cacique y principales, los cuales [se] quedaban a la puerta de su
adoratorio. Y, luego, los cuatro sacerdotes tomaban al muchacho en brazos, cada uno de su mano y pie, y salían luego al
mayordomo, con cascabeles en los pies y manos, embijado, y por el siniestro lado le sacaban el corazón y lo daban al
papa, el cual lo ponía en una bolsa labrada pequeña y la cerra[ba]. Y los cuatro sacerdotes tomaban la sangre del
sacrificado en unas cuatro jícaras (que son vasos de cierta fruta que los indios usan) y salían uno tras otro. Arrojaban al
patio y a las cuatro partes de los vientos dichos, asperjando, la sangre con la mano derecha y, si sobraba alguna sangre,
la volvían a donde estaba el papa, el cual echaba la sangre, corazón y bolsa, en el cuerpo del sacrificado por la propia
herida, y enterrábanlo en el mismo cu. Éste era el sacrificio que hacían para los tiempos del año.

[LOS AGÜEROS DE GUERRA]

Juntábanse el papa, sabio y hechicero, con sus cuatro sacerdotes, y sabían por sus suertes y hechicerías si harían
guerra o si alguno venía contra ellos. Y si las suertes les decían que sí, llamaban a los caciques y capitanes de guerra, y
decíanles cómo venían los enemigos y a dónde habían de ir a hacer guerra. El cacique apercibía toda su gente de guerra
y salía en busca de sus enemigos y, si tenían victoria en la batalla, luego el cacique despachaba correo al papa y le
avisaba el día que había sucedido. Y el sabio veía a quién se había de hacer el sacrificio. Si era a Quetzalcoatl, duraba el
mitote quince días, y cada día sacrificaban un indio de los que habían cautivado en la batalla. Y, si era a Itzqueye, duraba
el mitote cinco días, y cada día sacrificaban otro indio. El sacrificio se hacía en esta manera: que todos los que se
hallaron en la guerra venían en ordenanza, cantando y bailando, y traían a los que habían de sacrificar con muchas
plumas y chalchihuites en los pies y manos, con sartas de cacao al pescuezo. Y éstos traían los capitanes en medio de
sí. Salía el papa y sacerdotes, con los demás del pueblo, a recibirlos con baile y música. Y los caciques y capitanes
ofrecían al papa aquellos indios para el sacrificio. Íbanse luego todos juntos al patio de su teupa, y bailaban todos los días
y noches susodichos. Y, en medio del patio, ponían una piedra como poyo y sobre ella echaban al indio que habían de
sacrificar, de espaldas, y los cuatro sacerdotes tenían al indio de pies y manos. Salía [entonces] el mayordomo con
muchas plumas y cargado de cascabeles, con un navajón de piedra en la mano, y le abría el pecho y le sacaba el
corazón. Y, en sacándolo, lo echaba en alto a las partes de los cuatro vientos y, la quinta vez, lo echaba en medio del
patio, derecho, en alto cuanto podía, y decía: “Toma, dios, el premio desta victoria”. Este sacrificio era público, que todos,
chicos y grandes, lo veían.

[COSTUMBRES DE LOS GUERREROS]

Los que eran soldados de la guerra no dormían en casa con sus mujeres, sino en unos calpules 37 que tenían
diputados para ello. Lo propio, los mancebos que amostraban el arte de la milicia. Y, de día, iban a casas de sus mujeres
a comer y beber, y de allí a sus milpas. Y siempre quedaba una compañía a guardar el pueblo. Conocíanse los valientes
en que, el que más agujeros se hacía en su miembro, aquél era más valiente. Las mujeres se sacrificaban las orejas y
lengua, y se labraban todo el cuerpo. Y la sangre que les salía, l[a] cogían en algodones y l[a] ofrecían a sus ídolos. Las
mujeres, a Itzqueye, y los hombres, a Quetzalcoatl.
[RITOS DE LA SIEMBRA]

Las supersticiones que hacían para sus sementeras era que tomaban en unas jícaras pequeñas todas las suertes de
semillas que querían sembrar y las llevaban ante el altar de sus ídolos y, en el suelo, hacían dos hoyos, y las ponían por
su orden y las cobijaban con tierra. Y, sobre ellos [los hoyos], ponían un brasero grande con muchas brasas, y con copal
y hule. Y los cuatro sacerdotes se sacrificaban las orejas y narices, y por ellas se metían unas cañas largas y las
quemaban ante sus ídolos. Y, otras veces, sacaban sangre de la lengua y miembro, y pedían a sus ídolos les diesen
frutos y que fructificasen todas las semillas de la tierra. El papa se sacrificaba la lengua y orejas [y] miembro, y [con] la
sangre que deste salía untaba pies y manos a los ídolos, e invocaba al demonio y hablaba con él, y les decían los
tiempos que habían de suceder. Y [después] mandaba aquellos cuatro sacerdotes dijesen al pueblo lo que el ídolo le
había dicho. Y siempre concluían esta plática con mandarles que tuvieran comunicación con sus mujeres y, de allí, fuesen
a sembrar. Y éste era el sacrificio de semillar.

[SACRIFICIO DE LA PESCA Y CAZA]

Lo que hacían en los sacrificios de la pesca y caza era que tomaban un venado vivo y llevábanlo al patio del cu e
iglesia que tenían fuera del pueblo, y lo ahogaban, y lo desollaban y le sacaban toda la sangre en una olla, y el hígado y
bofes y buches lo hacían pedazos muy menudos, y el corazón, cabeza y pies, apartaban. Y mandaban cocer el venado
por sí y la sangre por sí y, mientras esto se cocía, hacían su baile. Tomaban el papa y sabio la cabeza del venado por las
orejas, y los cuatro sacerdotes los cuatro pies, y el mayordomo en un brasero llevaba el corazón (se quemaba con hule y
copal) , e incensaba al ídolo que tenían puesto y señalado para la caza y pesca. Acabado el mitote, ofrecían la cabeza y
pies al ídolo y chamuscábanla. Y, después de chamuscada, la llevaban a casa del papa y se la comía. Y el venado y
sangre comían delante del ídolo, u otro cualquier animal que sacrificasen. Y a los pescados les sacaban las tripas y lo
quemaban ante el dicho ídolo. Lo propio era en los demás animales.

[CEREMONIAS DEL PARTO]

Lo que usaban cuando parían las mujeres que, llamado a la partera, la preñada no podía parir [era que] luego le
hacían decir sus pecados. Y, si no paría, hacía que se confesase el marido. Y, si no podía con esto, si había dicho y
confesado que conocía [a] alguno, iban a casa de aquél y traían de su casa la manta o pañetes, y ceñíanlo a la preñada
para que pariese. Y, si esto no bastaba, el marido se sacrificaba las orejas y lengua. Y cuando la criatura nacía, si era
hombre, le ponían un arco y flechas en la mano; y, si era mujer, un huso y algodón. Y la partera le hacía en el pie derecho
una raya con tizne. Significaba esta raya que, cuando fuese grande, no se perdiesen en los montes. Pasados doce días,
llevaban la criatura al sacerdote. Y aquel que la llevaba le cortaban ramos verdes en que pisase. Y, llegado ante el
sacerdote, le ponían el nombre de sus abuelos o abuelas, y le ofrecían cacao y gallinas. Y éstas eran las ofrendas de los
sacerdotes. Llegados a casa con la criatura, la partera tomaba a la recién parida y la llevaba a lavar al río, y ofrecía al
agua cacao y copal. Y esto hacían porque el agua no le hiciese mal.
[RITOS DE DIFUNTOS]

Los ritos de sus difuntos eran que, si fallecía el cacique o algún capitán o señor, o hijo o mujer destos, los lloraba el
pueblo [durante] cuatro días y cuatro noches. A la cuarta noche, cuando amanecía, salía el papa y decía que el ánima de
aquel cacique estaba con los dioses y que no llorasen más. Éstos, todos se enterraban en sus propias casas, asentados
y vestidos con todos sus bienes. Y aquellas cuatro noches y días, su llorar era como a manera de mitote: cantaban sus
hazañas y linajes. Y si era cacique, luego, otro día, el papa y todos los demás del pueblo tomaban por señor al hijo o hija,
si lo tenía. Y, si no, al hermano o pariente más cercano. Y, a la elección deste, se hacían grandes fiestas y bailes y
sacrificios, y él daba de comer a todos los capitanes y sacerdotes en su casa. Y, si el difunto no era principal, sólo sus
parientes le lloraban y sus hijos. Y si [a] alguna mujer se le moría la criatura, guardaba la leche cuatro días; que no la
daba a ninguna otra criatura, porque tenían por agüero que al difunto le harían algún daño o mal. Este sacrificio se
llamaba nauitia. 38

[DEL MATRIMONIO]

El cacique era su oficio de mandar sembrar y casar a los indios. Y siempre los casaba con muchachas. Y cuando
estaban concertados, si acaso el yerno encontraba al suegro, torcía el camino. Lo propio hacía la nuera a la suegra. Y
hacían esto, porque el diablo les decía que no habrían hijos si se topaban con los suegros. El casamiento y boda se hacía
en esta manera: que los parientes de la novia iban por el novio y lo llevaban al río a lavar, y las parientas del novio iban
por la novia. Y, lavados en el río ambos, los envolvían cada cual en su manta blanca nueva, y los llevaban a la casa de la
novia y los ataban juntos en las dos mantas anudadas, desnudos en cueros. Y los parientes del novio daban presentes a
la novia [de] frijoles, mantas, algodón, gallinas, cacao, y, los parientes de la novia, lo mismo al novio. Y luego comían
todos juntos. Y a estos casamientos se hallaban el cacique y papa de necesidad.

EN LO QUE TOCABA AL PARENTESCO

Tenían un árbol pintado y en él siete ramas que significaban siete grados de parentesco. En estos grados no se
podía casar nadie (y esto se entendía por línea recta), si no fuese que alguno hubiese hecho algún gran hecho en armas,
y había de ser del tercero grado. Fuera y por línea traversa, tenían otro árbol con cuatro ramos que significaban el cuarto
grado. En éstos no se podía casar nadie.

[ALGUNAS LEYES DE LOS INDIOS]
Fuera de otras leyes que los indios tenían en toda esta provincia, tenían los de esta nación por inviolables las
siguientes:
Cualquiera que menospreciaba los sacrificios de sus ídolos o ritos, moría por ello.
Cualquiera que se echaba con mujer ajena, moría por ello.
Cualquiera que tenía cuenta carnal con parienta en los grados susodichos, moría[n] por ello ambos.
Cualquiera que hablaba con cualquiera mujer o le hacía señas, si era casada, le desterraban del pueblo y le quitaban
sus bienes.
Cualquiera que se echaba con esclava ajena, le hacían esclavo, si no fuese que la tal persona le perdonase el papa
por servicios que hubiese hecho en la guerra.
Cualquiera que hurtaba hurto, como fuese grave, moría por ello. Cualquiera que forzaba doncella, le sacrificaban por
ello.
Cualquiera que mentía, lo azotaban bravamente y, si era en cosa de guerra, le hacían esclavo por ello.
Los que no eran para la guerra, cultivaban las tierras [y] milpas del cacique y papa y sacerdotes, y, de las propias
suyas, daban un tanto para la gente de guerra. Esto es lo que he alcanzado deste pueblo.

[CONTINÚA LA RELACIÓN]

En el dicho lugar, está una peña de donde salen dos ojos de agua casi juntos, el uno muy caliente, y el otro frío.
Hay en él muchas especies que los indios usan para su[s] bebidas y comidas, y una tierra que parece caparrosa, que
lo debe de ser según el efecto hace, con que se hace tinta en toda esta provincia. Dél comienza la provincia y
corregimiento del pueblo de Chiquimula de la Sierra. Es la más dél tierra alta y de buen temple y pastos, y fértil para
labranzas y crianzas de todo género de mantenimientos y ganado.
Hacia la parte que deste lugar van a Gracias a Dios, en Honduras, son indios chontales. Averigüé, estando allí un
delito contra un cacique del lugar de Gotera, el cual desde su gentilidad tenía el miembro hendido y abierto, que era una
de las gentilidades que usaban antiguamente los más valientes; y que, el año de sesenta y tres, en otro lugar cercano
que se llama Cecori, ciertos indios idolatraron en un monte en sus términos. Y, entre ellos, que uno se harpó y hendió su
miembro y que circuncidaron cuatro muchachos de doce años para arriba al uso judaico, y la sangre que salió dellos la
sacrificaron a un ídolo de piedra redondo llamado Icelaca,39 con dos caras, atrás y adelante y con muchos ojos. Decían
que éste era el dios que sabía lo presente y lo pasado, y veía todas las cosas. Tenía untadas ambas caras y ojos con
sangre, y sacrificáronle venados, gallinas, conejos, ají, chian y otras cosas que ellos usaban antiguamente. Cerca del
dicho lugar, está un cerro alto. En la perspectiva, parece sobrepuja[r] a todas las alturas comarcanas, y tiene en su alto
una laguna de agua dulce, grande [y] de mucha hondura, sin que parezca de dónde puede, o tener vertiente, o nacer
tanta agua. Cierto que, mirada la situación de toda la tierra, parece que allí es lo más alto della y que, o la laguna es
milagrosa, o tiene algún venero en las hondas entrañas de la tierra, que produce y sustenta de ordinario tan gran piélago
de agua y un[a] vertiente grande que della sale siempre. Críanse allí muchas dantas, más que en otra parte de aquella
tierra. Suélense matar algunas, aunque la carne no es muy buena de comer porque es viscosa. Tienen dos buches: en el
uno echan el pasto ordinario, y el otro trae siempre lleno de palos y madera podrida. No sé que sea de algún efecto, mas
es de creer que no se lo dio naturaleza de balde.
En la provincia dicha, está un lugar encomendado en un Jerónimo Italiano. Sucedió allí, el año de setenta y cuatro,
que, cansados los indios y enfadados de una larga enfermedad que había tenido su cacique, de acuerdo y juntos fueron a
su casa y le dijeron que, según su enfermedad había sido larga, estaban cansados de servirle y mantenerle. Y que, pues
ya no era de provecho ni los podía gobernar, se muriese y acabase de darles más pesadumbre. El cacique enfermo les
respondió que tenían razón y que, pues ansí era, que él se quería morir, que lo enterrasen. Y ellos, oída su
determinación, lo amortajaron vivo y tocaron a muerto, y lo llevaron a enterrar. Ocurrieron a la iglesia los más del lugar y,
entre ellos, la mujer del encomendero. Y admirada que, estando el dicho cacique poco antes con mediana disposición, se
hubiese muerto tan presto, se llegó a él y dijo a los indios que no le enterrasen, que podría ser algún desmayo. Y como,
tentando, le vio que estaba caliente, quitóle el velo del rostro y vióle vivo. Y ella, riñendo a los que le llevaban .a enterrar,
le quitó de allí y llevó a su casa, y vivió después más de cuatro meses. Y, para desenojarla, le decían el cacique y vecinos
que no tuviese pasión, que ellos le habían rogado se muriese, y él lo habia querido; que peor hubiera sido si lo mataran.
Esta santa mujer del dicho encomendero, por el año de sesenta y cuatro, se hizo preñada y malparió cinco hijos de una
vez, de cinco meses, y todos vivos.

[DESCRIPCIÓN DE LAS RUINAS DE COPAN]

Cerca del dicho lugar, como van a la ciudad de San Pedro, en el primer lugar de la provincia de Honduras, que se
llama Copán, están unas ruinas y vestigio de gran poblazón y de soberbios edificios, y tales, que parece que en ningún
tiempo pudo haber, en tan bárbaro ingenio como tienen los naturales de aquella provincia, edificio de tanta arte y
suntuosidad. Es ribera de un hermoso río, y en unos campos bien situados y extendidos. 40 Tierra de mediano temple,
harta de fertilidad, y de mucha caza y pesca.
En las ruinas dichas hay montes que parecen haber sido hechos a mano y, en ellos, muchas cosas de notar. Antes
de llegar a ellos, está señal de paredes gruesas y una piedra grandísima en figura de águila, y hecho en su pecho un
cuadro de largo de una vara, y en él ciertas letras que no se sabe qué sea.
Llegado a las ruinas, está otra piedra en figura de gigante. Dicen los indios antiguos que era la guarda de aquel
santuario. Entrando en él, se halló una cruz de piedra, de tres palmos de alto, con un brazo quebrado.
Más adelante van ciertas ruinas, y algunas piedras, en ellas, labradas con harto primor. Y está una estatua grande,
de más que cuatro varas de alto, labrada como un obispo vestido de pontifical, con su mitra bien labrada y anillos en las
manos. Junto a ella está una plaza muy bien hecha, con sus gradas a la forma que escriben del Coliseo romano, y por
algunas partes tiene ochenta gradas, enlosada y labrada, por cierto, en partes, de muy buena piedra y con harto primor.
Está[n] en ella seis estatuas grandísimas. Las tres, de hombres armados a lo mosaico, con ligagambas y sembradas
muchas labores por las armas; y las otras dos, de mujeres; con buen ropaje largo y tocaduras a lo romano; la otra es de
obispo, que parece tener en las manos un bulto como cofrecito. Debían de ser ídolos, porque, delante de cada una dellas,
había una piedra grande que tenía hecha una pileta con su sumidero, donde degollaban [a] los sacrificados y corría la
sangre. También tenfan sendas cazolejas do sacrificaban con sus sahumerios y, en medio de la plaza, había otra pila
mayor, que parece de bautizar, donde ansí mesmo debían de hacer en común sus sacrificios.
Pasada esta plaza, se sube por muchas gradas a un promontorio alto, que debía de ser donde hacían sus mitotes y
ritos. Parece fue hecho y labrado con mucha curiosidad, porque aún siempre se hallan allí piedras muy bien labradas. A
un lado deste edificio, parece una torre o terraplén o alto, que cae sobre el río que por allí pasa. Hase caído y
derrumbado un gran pedazo y, en lo caído, se descubrieron dos cuevas debajo del dicho edificio muy largas y angostas, y
hechas con harta curiosidad. No he podido averiguar de qué servían y para qué se hicieron. Hay una escalera que baja
hasta el río por muchas gradas y, sin lo dicho, muchas cosas que demuestran haber habido allí gran poder y concurso de
hombres, y policía y mediana arte en la obra de aquellas figuras y edificios.
He procurado con el cuidado posible saber, por la memoria derivada de los antiguos, qué gente vivió allí, y qué saben
y oyeron de sus antepasados. No he hallado libros de sus antigüedades, ni creo que en todo este distrito hay más que
uno que yo tengo. 41 Dicen que, antiguamente, había venido allí y hecho aquellos edificios un gran señor de la provincia
de Yucatán, y que, al cabo de algunos años, se volvió a su tierra y lo dejó solo y despoblado. Y esto parece que, de las
patrañas que cuentan, es la más cierta, porque, por la memoria dicha, parece que antiguamente gente de Yucatán
conquistó y sujetó las provincias de Ayajal, Lacandón, Verapaz, y la tierra de Chiquimula y ésta de Copán. Y ansí, la
lengua apay que aquí hablan corre y se entiende en Yucatán y [en] las provincias dichas. Y, ansí mesmo, parece que la
arte de los dichos edificios es como la que hallaron en otras los españoles que primeramente descubrieron la de Yucatán
y Tabasco, donde hubo figuras de obispos, hombres armados y cruces. Y, pues en ninguna parte se ha hallado tal, si no
es en los lugares dichos, parece que se puede creer que fueron de una nación los que hicieron lo uno y lo otro.

[CONCLUSIÓN]
De los lugares dichos me volví a Guatemala porque, con indisposición de algunos de la Audiencia, fue necesario
para el despacho de los negocios. Y ansí se me mandó lo hiciere. Pasé por lugares bien fríos y fragosos, donde hay los
mayores y más hermosos pinos y robles, cedros, cipreses, y otros muchos árboles que hay en todas estas provincias.
Éstas son las cosas que, en el discurso de la visita que hice por orden de vuestra majestad, me parecieron dignas de
alguna consideración. No pongo entre ellas la orden y particularidades de su gentilidad, por ser muchas y requerir gran
escrito. Aunque pudiera, por tener hechas memoria de las más dellas. Siempre que vuestra majestad me ocupare en su
servicio, procuraré en lo general y en semejantes especialidades, de manera que se entienda que, a lo menos, tengo
buen deseo.
Nuestro Señor la corona y real persona de vuestra majestad guarde muchos años, con aumento de mayores estados
y con felicísimos sucesos.
Desta vuestra ciudad de Guatemala, a 8 de marzo de 1576 años.

C[atólica] R[eal] M[ajestad].
Humilde y leal criado, que besa las reales manos a vuestra majestad. El licenciado [Diego García de] Palacio
(rúbrica).



1 ASGHG, 27 (mar 1953-dic 1954): 358.

1a El apostillador se refiere a fray Agustín Dávila Padilla, autor de la Historia de la provincia de Santiago de México..., cuyo libro primero, capítulo 19, está
citando. Allí se relata que, habiendo presentado fray Domingo de Betanzos al papa “vna mitra de pluma marauillosamente obrada”, Clemente VII “se dolía de
que tanta curiosidad y riqueza se huuiesse tantos años gastado en servicio del infierno”.

2 Este hecho lo han señalado Torres de Mendoza (vI, 1866, p. 40, nota), Gómez de Campillo (1952), editor de la Historia general de Herrera, y Benedict Warren
[HMAI, 13 (1973): 103], quien, por error atribuible a la imprenta, indica que la Carta aparece reproducida en la “dec. iv, bk. vii, chaps. 8-10”. Debe corregirse:
“bk. viii”.

3 Esta publicación de Squier es muy rara. Cuando se solicitó fotocopia, la Biblioteca Pública de Nueva York nos remitió al Museo Peabody de la Universidad de
Harvard. Lo que se cita es según Morley, inscriptions at Copan, III (1920): 541, n. 1.

4 El catalogador afiade: “Firmada en la ciudad de Guatemala a 8 de mayo [sic] de 1576, responde a lo ordenado a los virreyes, presidentes y gobernadores,
para que 'hagan larga y berdadera relación de la posición de tierras Yndias, lenguas, costumbres, ríos, montes i raridades i cosas de sus destrictos'...”

5 Lino Gómez Canedo, Los archivos de la historia de América, periodo colonial español, t. II, México: Instituto Panamericano de Geografía e Historia, 1961, Pub.
no. 225, p. 36.

6 O. cit., p. 26.

7 Este texto fue publicado en traducción española de Juan A. Sotomayor, en EI comercio de San Pedro Sula, Honduras, feb-mar 1914. Maudslay (1889) es más
explícito que Gordon. Refiriéndose a la Carta del licenciado Palacio, dice: “A copy of portion of this letter is also to be seen amongst the Muñoz Collection of
Spanish Mss. in the British Museum (17 571).”

8 Catálogo de la Colección de don Juan Bautista Muñoz, 3 vols., Madrid: RAH 1954-56, “1607. Expediente sobre el descubrimiento de una gran ciudad en la
provincia de Chiapa, distrito de Guatemala, ff. 174-209”, pp. 456-57.

9 Gómez Canedo, Los archivos..., II (1961): 291. Este autor atribuye a los dichos “papeles” la misma clasificación que da Maudslay (ver nuestra nota 7) para, la
carta: “Add. 17571”, e indica que pertenecen a la Colección Bauza. Para su descripción detallada, ver Gayangos, Catalogue of the Manuscripts in the Spanish tan guage in the British
Museum, II (London, 1875-93): 410-430.

10 El texto de la “Memoria” de León Pinelo se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid (Ms. 3064, ff. 7-8v), pero se ha consultado en la transcripción de
Cline, HMA1, 12 (1972): 240-42.

11 Respecto a la Colección dirigida por Torres de Mendoza, dice Serrano y Sanz (Relaciones históricas y geográficas de América Central, Col. de libros y doc.
referentes a la hist. de América, vol. 8, Madrid, 1908, p. xv) : “Obra hecha con mejores deseos que con buen acierto, acaso porque en ella intervinieron más de
lo que fuera justo hombres mercenarios, sin vocación histórica y ajenos a toda disciplina intelectual; a esto se debe el que pocos de los tales documentos
puedan ser utilizados por el geógrafo y por el historiador sin miedo de caer en graves errores …”

12 Crónica de la provincia del Santísimo Nombre ... , I (Guatemala: SGHG, 1937): 228.

13 Memorial de Sololá, México: FCE, 1950, p. 155.

14 Indice de documentos de Nueva España existentes en el Archivo General de Indias de Sevilla, Iv, México: Secretaria de Relaciones Exteriores, 1928, p. 582.
Existe copia del documento en el Archivo de la Biblioteca del Museo Nacional de Antropología, México.

15 Citado según HMAI, 12 (1972) : 240-42.

16 Bibliografía mexicana del siglo XVI, México: FCE, 1954, p. 394. Ed. de Agustín Millares Cado.

17 Ver “Visita y cuenta de los pueblos de Yucatán” (ed. de Edmundo O'Gorman), en Boletín del Archivo General de la Nación, 11/3 (México, jul-sep 1940): 389-
482.

18 Ver JGI, Bibliografía mexicana..., México, FCE. 1954, pp. 316-320.

19 ver O. supra cit., pp. 392-395. “... Uno de los primeros diccionarios náuticos de que se tiene noticia... Salió de las prensas de Pedro Ocharte ... , muchos
años antes que el diccionario marítimo inglés de Manwayring. El capitán Tomé Caño y el almirante Pedro Porter continuaron algo después la ruta señalada por
García de Palacio”, dice Lope Blanch (p. xxIII) en el Prólogo a la Gramática de Jerónimo de Texeda (México: UNAM, 1979).

20 Citado según nota de A. Millares Carlo, Bibliografía mexicana..., México: FCE, 1954, pp. 394-95. Ver E. O'Gorman, “Nuevos datos sobre el Dr. Diego García de
Palacio, 1589”, en Boletín del Archivo General de la Nación, 17/1 (México, ene-mar 1946) : 1-31. La real ejecutoria misma puede consultarse en el AGN,
Tierras, 1. 1524, exp. 2.

21 Alberto Maria Carreño, Efemérides de la Real y Pontificia Universidad de México según sus libros de claustros, I, México: UNAM, 1963. Pub. de la
Coordinación de Humanidades y del Instituto de Historia, p. 91.

22 La culebra y el escarabajo (más bien una especie de caracol) recibían entre los mexicanos el nombre de mazacoatl, “culebra venado”. Usaban de ellos los
que querían “tener potencia para tener cuenta con muchas mujeres”, dice Sahagún (Historia, III, México: Porrúa, 1956, p. 271) . Y añade que los que “toman
demasiado de cantidad, siempre tienen el miembro armado”.

23 En el manuscrito solamente se lee “cotes”.

24 Del mexicano tzuntli, “cuatrocientos”, y xiquipilli, “ocho mil”: cen tzuntli, 400; cen xiquipilli, 8 000, y ye xiquipilli, 24 000.

25 En blanco en el manuscrito.

26 En blanco en el manuscrito.

27 La antigua Villa de la Trinidad es conocida actualmente por el nombre de Sonsonate. Ver nota siguiente.

28 Del mexicano cen tzuntli y atl, “400 ríos”. Actualmente, Sonsonate.

29 Según este dato, el terremoto de San Salvador ocurrió en mayo de 1575. Vázquez [Crónica, I (1937) ; 221, 238] y Remesal [Historia, II (Madrid, 1966) :
385.86] se limitan a señalar el año.

30 Si la lectura es correcta, y no es mazahua en vez de mazehua, la etimología podría ser “los que bailan a la orilla del río”, del mexicano a[tl], ten[tli], —pa y
macehua. Si la lectura fuera mazahua, lo que parece más probable, entonces habría que interpretarlo como “ribera que tiene venados”.

31 Probablemente del mexicano tecutli, “principal”.

32 Etimología dudosa. Tal vez derivado del mexicano teu[tl], amatl, y —ni, “el. que hace los libros divinos” o teotlamatini, “el que enseña cosas de dios”.

33 Del mexicano teupixqui, “guardián del dios, sacerdote”.

34 Del mexicano teupa, “donde está dios, templo, iglesia”.

35 “Serpiente emplumada” o “gemelos preciosos”.

36 “La que tiene faldas de obsidiana”.

37 “Casa grande” o “caserío”.

38 Del mexicano nauitia, “cuatrear, hacer algo cuatro veces”.

39 Etimología desconocida.

40 Se trata de las tierras que se extienden al oeste del río de Copán. Se desconoce la etimología de este topónimo. Podría derivarse del mexicano co[atl] y —
pan, “lugar de culebras”.

41 Se desconoce el paradero de este importante “libro” que poseía el licenciado Palacio.












APÉNDICE VII

AVISOS DE LO TOCANTE

A LA PROVINCIA DE GUATEMALA,

POR JUAN DE PINEDA

INTRODUCCIÓN

El manuscrito de los Avisos

Nada se puede decir del manuscrito de Juan de Pineda, ya que no se ha consultado. Nuestras fuentes han sido el
texto que apareció en los ASGHG y la edición del mismo hecha por Manuel Serrano y Sanz. 1 Según este último, el
manuscrito se encuentra en el AGI, est. 58, caj. 6, leg. 28; pero se debe tener en cuenta que dicha clasificación es la
antigua.
Dadas las circunstancias, el único problema que el documento presenta es el de la fecha. Serrano y Sanz lo sitúa en
1594; el editor guatemalteco, anónimo, en 1549. Obviamente, la segunda fecha es efecto de algún error. En cualquier
caso, las evidencias internas del manuscrito sugieren que la visita de Pineda a Guatemala se efectuó más bien hacia
1595 y, en consecuencia, que el documento se redactó entre ese año y 1596, si no más tarde.
Si se atiende a que la conquista formal y la fundación de Nueva Cartago de Costa Rica se inició en 1560, 2 y se tiene
en cuenta que Pineda dice que es “la que se ha descubierto de treinta y cinco años a esta parte”, la conclusión es clara:
Pineda estaba escribiendo en, o un poco después de 1595. A similar convicción nos induce el hecho de que Pineda diga,
refiriéndose a Santo Domingo de Cobán, en la Verapaz, que “allí reside el obispo”. El obispado de la Verapaz estuvo
vacante desde 1583 a 1594, y precisamente una de las razones por que el obispo no residía allí era la resistencia que
opusieron los dominicos a que el prelado ocupara el convento que ellos habían construido. Cuando don Juan Fernández
Rosillo llegó a su diócesis, “como no hallase palacios en que morar”, dice Remesal con sarcasmo, “su majestad le dio
licencia para que en su obispado escogiese la iglesia que quisiese para catedral”. Exactamente en 1595, en Cobán,
“apoderóse de la iglesia y echó los frailes del convento con mucha violencia”. 3
Por fin, en un pasaje que volveremos a citar más adelante, procedente de unos “Avisos tocantes a la ciudad de
Cholula”, que iban adjuntos a los de la provincia de Guatemala, Pineda informa al rey: “Yo fui los días pasados a hablar al
visorrey desta Nueva España, dende a pocos días que llegó a México cuando vino desos reinos de Castilla, y le lleve los
avisos que van con ésta, para que los enviase a vuestra majestad ... “ 4 Serrano y Sanz identifica equivocadamente al
“visorrey” mencionado como don Luis de Velasco II. 5 Imposible. Don Luis de Velasco II gobernó el virreinato de Nueva
España desde enero de 1590 hasta septiembre de 1595. 6 Si fuera éste el virrey al que se acercó Pineda “dende a pocos
días que llegó a México”, habría que suponer que los “Avisos de lo tocante a la provincia de Guatemala”, y sus anejos,
estaban preparados desde 1589. El virrey al que se refiere Pineda es don Gaspar de Zúñiga y Acevedo, que entró a la
dudad de México el 5 de noviembre de 1595. 7 Los Avisos de Juan de Pineda debieron ser preparados en el correr de
ese año.

Los Avisos de Juan de Pineda y sus anejos

Como ya se indicó, los “Avisos de lo tocante a la provincia de Guatemala” no fueron despachados a España solos.
Pineda les anexó otros “Avisos tocantes a la ciudad de Cholula” y, además, una extensa relación de sus méritos. Los tres
documentos se encuentran en el AGI, en el legajo más arriba descrito.
Sobre el primero, que se conoce también por el nombre de “Descripción de la provincia de Guatemala”, poco se
puede añadir a lo ya expresado por Serrano y Sanz: la Descripción “no fue hecha en beneficio de la Geografía, aunque
hoy pueda ilustrarla, sino con el buen deseo de recargar los tributos que pagaban los indios de realengo, cuya condición
era menos penosa que en los dados a encomienda”.8 La intención de Pineda es clara: presentarse a los ojos de su
monarca como un leal y celoso promotor de los bienes reales y, apelando a la codicia del rey, obtener para sí algunas
mercedes. En cierto sentido, sus abyectos Avisos son un encubierto intento de cohechar a su soberano. Su informe,
según el cual todos los indios andan uniformemente limpios, pulidos y bien aderezados, viven sanos y descansados, y
son ricos y pueden pagar el doble de tributo “sin vejación”, contrasta en forma dramática con lo atestiguado por Montero
de Miranda apenas unos años antes, en su “Memoria y descripción de la provincia de la Verapaz”:
... Toda su vida [de los indios], desde que nacen hasta que mueren, es una extraña y perpetua pobreza y miseria, que
no hay... gente en el mundo, de quien se tenga noticia, que más miseria pase y más general en todo, de pies a cabeza...
Viven y mueren en tanta mala ventura, que no se puede entender, sino dellos, en sus mismas casas...

No parece creíble que, en menos de veinte años, hubiera cambiado una situación que sigue siendo la misma
después de más de cuatrocientos años. Tampoco resulta creíble que Juan de Pineda fuera un optimista iluso, aunque, tal
vez sí, un pobre diablo. En cualquier caso, el hombre sabía lo que quería. Residiendo en Nueva España, la provincia de
Guatemala ya no era el foco central de sus intereses. Por eso, probablemente, anexó los “Avisos tocantes a la ciudad de
Cholula”, donde presenta al desnudo la gratificación que esperaba por sus aviesos informes:
Siendo vuestra majestad servido de proveerme por alcalde mayor de la ciudad de Cholula por diez años... recibiré en
ello muy señaladas mercedes, porque yo me profiero que esta ciudad irá en mucho aumento, más que el que el día de
hoy tiene, y que se aumentarán ansí los indios y sus haciendas ...9
El pobre diablo no parece haber entendido nunca las verdaderas atribuciones y limitaciones de su papel efímero de
soplón oficial. Tal vez lo engañó la ambigua amplitud de poderes que la provisión real le confería, sin reparar demasiado
en la aclaración: “Allá se verá y podráse quitar, o añadir, lo que allá mejor pareciere o conviniere.” Nunca llegó a digerir
que, aunque “vuestra majestad me hizo merced de me dar cédulas dirigidas a los presidentes y gobernadores… para que
me diesen de comer para mí, y mujer e hijos ... , no me dieron ni gratificaron cosa alguna”. 10
Su escaso o nulo entendimiento de la compleja maquinaria administrativa colonial española se pone de manifiesto en
el hecho de que, tal vez queriéndose dar importancia, puso ante el virrey recién electo, de Nueva España el fruto de sus
indagaciones. Pero, dejemos que él mismo nos refiera este humillante episodio:
Yo fui los días pasados a hablar al visorrey desta Nueva España, dende a pocos días que llegó a México cuando vino
desos reinos de Castilla, y le llevé los Avisos que van con ésta para que los enviase a vuestra majestad ... y se los di. Y,
porque trataba del tributo de los indios y que tributasen por haciendas, como los de Guatemala, respondióme que él tenía
indios y que, atento o esto, que no trataba dello ... Y ansí no leyó cosa ninguna dellos. Y también, como tenía otros
negocios y estaba ocupado, se quedó ansí. Y, si yo no estuviera tan pobre, como siempre he estado y estoy, fuera a dar
noticia a vuestra majestad dello, que, aunque estoy viejo, para lo que toca al Real servicio estoy recio y sano.11

Autobiografía de Juan de Pineda

Efectivamente, nuestro hombre estaba ya viejo. Bordeaba, sin duda, los 70 años. Glosando un poco cruelmente su
visión de los indios, uno podría decir que andaba sucio y mal aderezado, que vivía enfermo y trabajosamente, y que, a
juzgar por lo que él mismo dice, toda su vida, desde su nacimiento hasta el momento en que lo escribe había sido de muy
mala ventura. Pero, dejémosle la palabra:

Católica Real Majestad

Juan de Pineda, hijo de Alonso de Pineda, primo hermano de Pedro de Pineda, escribano mayor que fue del cabildo
de la ciudad de Sevilla, nací el día que vuestra majestad nació, dos días después; 12 porque, conforme al día y hora que
vuestra majestad nació y fue divulgado, y el día y hora que yo nací, pareció ser como digo. Y ansí me lo dio mi padre por
escrito al tiempo que pasé a esta Nueva España, que ha que vine a ella cuarenta y cinco años, y más. Porque yo vine a
ella el año de cuarenta y ocho años, en un navío pequeño que era de un Sancho de Esquivel, vecino de Triana, el cual
salió de la barra de Sant Lucar a ocho de agosto del dicho año. Porque en aquel tiempo no venía flota, sino que, en
cargando un navío, se despachaba por la contratación de Sevilla y, despachado, en cualquier tiempo que fuese salía. El
cual dicho navío llegó al puerto de Sant Juan de Ulúa a veinte y nueve de noviembre del dicho año.
Y al tiempo que llegué a la ciudad de. México, estaba en ella por virrey don Antonio de Mendoza [1534-1551]. Y el
año de cincuenta hubo en ella un ayuntamiento y revolución de españoles que pretendían alzarse. 13 Y entendido que fue
por el dicho visorrey, puso remedio en ello, llamando a todos los vecinos y demás gente que en la dicha ciudad había,
para prender y castigar los culpados. Y así acudieron, él y yo con ellos, al servicio de vuestra majestad, andando
armados de día y de noche. Y se prendieron muchos, y dellos se castigaron tres, que arrastraron y descuartizaron, que
se llamaban Román, y un flamenco, y el otro se decía Haro. Y con esto cesó la revolución. Y este dicho año vino por
visorrey desta Nueva España don Luis de Velasco. 14
Y desde a dos o tres años, salf desta ciudad de México con intención de ir al Perú, y fui a Guatemala y a los Izalcos,
que es treinta leguas adelante. Y junto a ellos se pobló la villa de la Trinidad, y la segunda casa fue la mía. 15
Y, estando allí, salió de la ciudad de Guatemala un Juan Gaitán, que era de la provincia de Nicaragua, el cual se alzó
y alzó bandera contra vuestra majestad y vuestra corona real, y fue haciendo gente contra la dicha provincia, adonde a la
sazón era alcalde mayor el licenciado Cavallón.16 Y por provisión de la Real Audiencia que reside en la dudad de
Guatemala, que a la sazón presidía en ella el licenciado Cerrato,17 fuimos contra el tirano, el cual, y más de cuarenta
personas que con él iban, fueron presos en la ciudad de León de Nicaragua, donde fueron hechos cuartos.
Y de allí volvimos, los que a ello fuimos, a Guatemala, y yo me casé en la dicha ciudad de Guatemala con Beatriz de
Oliver, mujer española, el año de cincuenta y cinco, la cual es hija de un hidalgo de Salamanca, legítima, que se decía el
bachiller Almaraz, conquistador que fue desta Nueva España y de las provincias de Guatemala, Honduras y Nicaragua,18
la cual fue primero casada con Pedro de Paredes, asimismo conquistador desta Nueva España y de las dichas provincias
de Guatemala. 19
Y por el año de cincuenta y seis se alzaron los indios del Lacandón, que es junto a la provincia de Chiapa, los cuales
mataban muchos indios de paz de la dicha provincia y de otras partes, y hacían muchos daños y robos, y mataron dos
frailes dominicos llamados fray Domingo de Vico y fray Andrés [López], su compañero. 20 Y la Real Audiencia de
Guatemala mandó a muchos vecinos de la dicha ciudad, y a mí con ellos, que fuésemos contra ellos. Y ansí salimos en
servicio de vuestra majestad, y fue por general el licenciado Pedro Ramírez de Quiñónez, oidor de la dicha Real
Audiencia, y muchos dellos fueron muertos y otros presos, y otros se huyeron. Y el peñol donde estaban quedó
desamparado, y los presos trajimos a Guatemala, y dellos [unos] murieron y los otros se huyeron. 21 (ver Remesal,
Historia general, lib. 8, cap. xIx; Ximénez, Historia de la provincia ..., lib. 2, cap. xlx; Milla, Historia..., II (Guatemala, 1963:
77-89) . Todo parece encajar muy bien, excepto la cronología de Juan de Pineda, según la cual éste habría participado
simultáneamente en el alzamiento de México y en los siniestros sucesos de Nicaragua. Si Juan de Pineda llegó a los
Izalcos dos o tres años después de haber asumido el cargo de virrey de la Nueva España don Luis de Velasco en 1551,
es absolutamente imposible que haya participado en las acciones que sofocaron el alzamiento de Nicaragua.
Y este viaje, y el de Nicaragua, fue a mi costa y minción, sin que por ello hasta el día de hoy se me haya gratificado
cosa alguna. 22
Y, luego, entré a servir a vuestra majestad en la dicha Real Audiencia de Guatemala, en donde en ella serví a vuestra
majestad más de veinte años, ansi de juez contador de indios, como de receptor y juez de residencia, y de otras muchas
comisiones y cargos y oficios que tuve y se me cometieron. Y, cuando vino el licenciado Briseño por visitador de la dicha
Real Audiencia y a la mudar a Panamá, 23 me envió con once interrogatorios, ansí contra el licenciado Landecho,
presidente, e oidores, como contra los secretarios y demás oficiales de la dicha Real Audiencia, a hacer residencia contra
ellos a la provincia de Nicaragua. Todos los cuales cargos y oficios ejercí e hice bien y fielmente. 24
Y ansí destos, como [de] los servicios del padre de la dicha mi mujer y [de su] primer marido, hice probanzas y las
envié al Real Consejo de Indias, de cuya causa vuestra majestad me hizo merced de me dar cédulas dirigidas a los
presidentes y gobernadores que han sido en la dicha Real Audiencia, para que me diesen de comer para mí, y mujer e
hijos. Y, aunque las presenté ante ellos muchas veces, no me dieron ni gratificaron cosa alguna; de que ha sido causa de
que yo, y mi mujer e hijos, habernos estado y estamos muy pobres, y padecemos mucha pobreza y necesidad.
Lo cual ha sido causa de haberme venido a vivir a la ciudad de Oaxaca con intento de ocurrir a vuestra majestad,
ansí para que me haga mercedes para mi sustento, como para dar noticia a vuestra majestad del agravio que vuestro real
haber recibe, ansí en las tasas de los tributos que dan los indios que están en vuestra Real Corona, ansí en la provincia
de Guatemala, siendo los mejores pueblos que en aquella provincia hay los de vuestra majestad, y los de más fertilidad y
abundancia, y los indios más ricos y prósperos que los de los encomenderos, [en] los cuales están más subidas las tasas
en mucha más cantidad que los de vuestra majestad, como en esta relación y aviso vuestra majestad verá; y, animismo,
para dar aviso de los indios desta Nueva España.
Y para ello, habrá como siete u ocho [o] nueve años, puse por obra y fui a la Veracruz y puerto San Juan de Ulúa,
para irme en la flota que entonces estaba presta para esos reinos de Castilla, y allí enfermé. Y tanto, que no pude ir en la
flota. Y, como llevaba poco posible, se consumió en la enfermedad que tuve, y me vine a esta ciudad de México, adonde
al presente estoy, y, por la necesidad que siempre he tenido y tengo, no he ido a esos dichos reinos.


Bibliografía sumaria de Juan de Pineda
1572 Relación del obispado de Guatemala, Ms. en la Universidad de Texas, Col. JGI, XX-1. (Ver, en el presente
volumen, Apéndice II.)
[1583?] Probanzas de Juan de Pineda, del bachiller Almaraz y de Pedro de Paredes. Paradero desconocido. Tal vez en
el AGI, Sevilla.
[1595] Relación de los méritos de Juan de Pineda. Ms. en el AGI, est. 58, caj. 6, leg. 28 (clasificación antigua).
Avisos de lo tocante a la ciudad de Cholula. Ms. perteneciente al legajo anterior.
Avisos de lo tocante a la provincia de Guatemala. Ms. perteneciente al mismo legajo.
1908 [“Relación de los méritos de Juan de Pineda”], en Relaciones históricas y geográficas de América Central, vol. 8 de
la Colección de Libros y Documentos Referentes a la Historia de América, ed. de Manuel Serrano y Sanz, Madrid,
pp. lxx-lxxiv.
“Descripción de la provincia de Guatemala, año 1594”, Ibid., pp. 415-471.
1925 “Descripción de la provincia de Guatemala, año 1549 [sic]”, en ASGHG, 1/4 (junio): 327-363.
1939 `Descripción de la provincia de Guatemala”, en Revista de los Archivos Nacionales, 3 (Costa Rica): 557-579.

[PROVISIÓN REAL TOCANTE A La PROVINCIA DE GUATEMALA, DIRIGIDA A JUAN DE


PINEDA, RESIDENTE EN LA NUEVA ESPAÑA]
A vos, Juan de Pineda, residente en la Nueva España de las Indias. del mar océano, salud. Sabed que, ha muchos años,
nos fue hecha relación, diciendo que las provincias y pueblos de indios, que están en nuestra Real Corona en la provincia
de Guatemala, siendo, como son, provincias y pueblos muy fértiles y abundantes de todas cosas, y los vecinos y
naturales dellos estar, como están, ricos y prósperos (ansi por tener, como tienen, muchas milpas de cacao, como
muchos tratos y granjerías y mejores comarcas y tierras, y esto en mucha más cantidad que los indios de los
encomenderos) , y, con todo esto, nos dan y tributan mucho menos tributo que los pueblos e indios de los dichos
encomenderos (no siendo [éstos] tan fértiles ni abundantes como los que están en nuestra Real Corona) , y las tasas y
tributos de los dichos indios que tributan a Nos están mucho más bajas, y nos tributan mucho menos de lo que
cómodamente nos podrían tributar sin vejación, de que nuestra Real Hacienda recibe agravio y perjuicio. Sobre lo cual se
despacharon nuestras cédulas reales dirigidas, la una, al licenciado [Juan Núñez de] Landecho [1559-1564] y, la otra, al
doctor [Pedro de] Villalobos [1573-1578], presidentes y gobernadores que fueron de nuestra Real Audiencia que reside
en la dicha ciudad de Guatemala, para que mirasen lo susodicho y tasasen los indios que están en nuestra Real Corona,
de manera que nuestro real haber no fuese defraudado y los dichos indios tributasen a Nos aquello que cómodamente
pudiesen pagar. Y, hasta el día de hoy, no se ha hecho.
Y, porque conviene que las dichas provincias y pueblos de indios que están en nuestra Real Corona en la dicha
provincia de Guatemala se cuenten todos sin que ninguno quede y, contados, se tasen todos los indios vecinos y
naturales dellos conforme al posible que cada uno tuviere, y cese el agravio que nuestro real haber ha recibido. Nos
nombramos a vos, el dicho Juan de Pineda, por nuestro juez contador, así de las provincias como pueblos y milpas de
indios que están, en la dicha provincia de Guatemala, en nuestra Real
Corona, para que, como tal, con vara de la nuestra justicia, luego como os sea entregada esta nuestra real provisión,
vayáis a la dicha provincia de Guatemala y contaréis todos los pueblos, provincias y milpas de indios que están en dicha
nuestra Real Corona, sin que quede ninguno.
Y, para el dicho efecto, llevaréis con vos escribano e intérpretes, cuales convengan y os pareciere, que, para los
nombrar, os damos todo poder cumplido, según que para ello en tal caso se requiere. Y, contado que hayáis los indios,
vecinos naturales de los dichos pueblos, provincias y milpas, daréis, en las cuentas que dellos y cada uno dellos
hiciéredes, vuestro parecer, declarando las haciendas que cada uno tuviere y frutos que cogen, así industriales como
naturales, tratos y granjerías y otras cosas que cerca dello convenga y sea necesario, de qué puedan y deban tributar,
para que, conforme al parecer que así diéredes, se tasen los dichos indios lo que cada uno en cada un año pueda y deba
tributar. Y, dado por vos el dicho parecer, mandamos a nuestra Audiencia tasen los indios, vecinos y naturales de los
dichos pueblos y provincias y milpas, conforme a él, y contra él no vayan ni pasen, antes lo guarden y cumplan hasta en
tanto que por Nos se vean, así las dichas cuentas como las tasaciones que de los dichos indios se hicieren.
Y hayáis y llevéis de salario, por cada un día de los que en las cuentas de los dichos pueblos, provincias y milpas os
ocupáredes, hasta los acabar de contar, ocho pesos de oro de minas, de valor cada peso de cuatrocientos cincuenta
maravedís de buena moneda. Y, dellos, habéis de pagar al escribano e intérprete que con vos lleváredes. Y la escritura
que montare se ha de pagar al escribano de donde se pagó al escribano que llevó Juan de la Cueva, juez contador que
fue de la provincia de Soconusco y Chiapa de los Indios. El cual dicho salario que habéis de haber mandamos que corra
y se cuente desde el día [en] que saliéredes de la parte y lugar adonde os fuere dada y entregada esta nuestra provisión
y fuéredes a entender en las dichas cuentas, y [durante] la estada en hacer las dichas cuentas, y [hasta vuestra] vuelta a
la parte y lugar donde os fuere entregada esta nuestra provisión. Y, como fuéredes haciendo las dichas cuentas ansí de
cada pueblo o provincia, se os ha de ir pagando el dicho salario desde el día [en] que saliéredes de la ciudad de
Guatemala, y la estada y vuelta a ella de[sde] cualquier pueblo o provincia y milpas, con dos días más que en la dicha
ciudad de Guatemala os detuviéredes aderezando y concertando las cuentas, pareceres y papeles, para los entregar a la
dicha Real Audiencia, e informar al dicho nuestro presidente y oidores para que haga las tasas dellas. Y, dadas las dichas
cuentas, volveréis a salir a contar otros pueblos y provincias. Y así, de la manera que va declarado, haréis las dichas
cuentas de todos los dichos pueblos, provincias y milpas e indios de las que están en nuestra Real Corona, hasta que se
acaben todos de contar, como dicho es.
Y mandamos a los oficiales de nuestra Real Hacienda, que en la dicha ciudad residen, que os den y paguen, y hagan
dar y pagar, todos los pesos de oro que montaren los salarios y ocupaciones de la cuenta o cuentas que hiciéredes de
todos los dichos pueblos, provincias y milpas, según y de la manera que va declarado, a razón, cada día, de los dichos
ocho pesos del dicho oro de minas, desde el día [en] que saliéredes a entender en las dichas cuentas de la parte y lugar
donde os fuere entregada esta nuestra provisión y [durante] todo el tiempo que en ellas os ocupares, con más los dos
días que estuviéredes en la dicha ciudad de Guatemala aderezando los dichos papeles, hasta que finalmente se acabare
de contar, sin que en ello, ni en ninguna cosa ni parte dello, os pongan embargo ni impedimento alguno. Y de lo que así
os pagaren, tomen y reciban de vos carta de pago, con la cual, y con esta nuestra provisión o su traslado autorizado,
mandamos se les reciban y pasen en cuenta por la persona que se la hubiese de tomar.
Y por cuanto, en el camino que hay de la ciudad de México a la provincia de Guatemala, está la provincia de
Soconusco, os mandamos que, llegado que seáis al primer pueblo de la dicha provincia de Soconusco, comencéis desde
él a contar la dicha provincia y todos los pueblos della, para que, cuando lleguéis a la ciudad de Guatemala, llevéis con
vos la cuenta hecha de toda la dicha provincia y la entreguéis a la dicha Real Audiencia para que la tasen, porque, de
otra manera, sería mucho inconveniente pasar por la dicha provincia a Guatemala y, de allí, volver a la dicha provincia a
la contar, por la mucha distancia de camino que hay.
Y, asimismo, os mandamos que toméis cuenta de todas las comunidades de los pueblos, provincias y milpas de
indios que contáredes, y averiguaréis de dónde procede lo que en ellas entra y en qué se gasta, y nos enviaréis razón
dello. Y, hechas las dichas cuentas de los dichos indios, nos enviaréis aviso dello, para que acá se vea los indios que
había antes que se contasen y los tributos que nos daban, y los indios que se hallaron y los tributos que se acrecentaron,
para que acá conste de todo. Y podéis llevar vara de la nuestra justicia desde el día [en] que saliéredes de la parte y lugar
[en] que se os entregare esta nuestra provisión, y la traer y llevar por todas las partes y lugares por donde fuéredes y
anduviéredes, así ciudades, villas y lugares de todos nuestros reinos y señoríos de las Indias, y dentro de la dicha ciudad
de Guatemala, [durante] todo el tiempo que duraren las dichas cuentas, hasta que volváis con ella a la parte y lugar de
donde salisteis a entender en las dichas cuentas.
Y mandamos al dicho nuestro presidente y oidores de la dicha Real Audiencia de Guatemala, y a todas las demás
justicias de toda la dicha provincia de Guatemala, y de todas las demás partes y lugares que sean, que por tal nuestro
juez os hayan y tengan, y os dejen libremente usar los dichos cargos sin embargo de cualquier cosa, y no os pongan ni
consientan poner embargo ni impedimento alguno. Y a las demás personas, así vecinos y naturales de los pueblos de los
indios, y a las demás personas que en ellos estuvieren y residieren, [mandamos] que por tal nuestro juez contador os
hayan y tengan, y obedezcan y cumplan y guarden vuestros mandamientos [a]cerca de lo que dicho es, y no vayan
contra ellos, so las penas que de vuestra parte les pusiéredes, las cuales podéis ejecutar en las personas y bienes de los
que rebeldes e inobedientes fueren, que, para todo ello y para cada una cosa y parte dello, os daremos poder cumplido,
con todas sus incidencias y dependencias, anexidades y conexidades. Y los unos ni los otros hagades ni hagan ende ál,
so pena de nuestra merced y de, cada [uno], dos mil ducados para la nuestra Cámara.
Dada... 25
Ésta es la minuta de la provisión que ha de venir para lo que toca a la provincia de Guatemala. Allá se verá, y
podráse quitar o añadir, lo que allá mejor pareciere y conviniere.

AVISOS DE LO TOCANTE A LA PROVINCIA DE GUATEMALA


Católica Real Majestad:

Lo que toca a los avisos de lo tocante a la provincia de Guatemala, y lo que [a]cerca de lo que en aquella provincia y
pueblos que están en vuestra Real Corona tengo que decir y dar aviso a vuestra majestad, es en la forma siguiente:

GUATEMALA

La ciudad de Guatemala está asentada en un valle grande y llano y, a un lado della, como vamos a la costa de la Mar
del Sur, hay tres volcanes grandes: el uno, de agua, que es el que destruyó a la otra ciudad, y el otro, de fuego, y el otro,
[de] nieve. Y, a la redonda della, está cercada de sierras no muy altas. Es tierra de buen temple, más fría que caliente, y
muy sana y muy abundante de comidas de todo género, y barata.
Aquí está asentada la Audiencia Real, y la iglesia catedral y tres monasterios de frailes, que son Santo Domingo y
San Francisco y nuestra Señora de la Merced, y un monasterio de monjas. Esta ciudad está muy bien poblada y, junto a
cada monasterio, hay un barrio de indios, que son de los esclavos que libertó el licenciado [Alonso López] Cerrato [1549-
1553], primero presidente que fue de la dicha Real Audiencia, y sus mujeres e hijos y nietos, que son oficiales de todos
oficios.

MILPAS DEL VALLE

A la redonda desta dicha ciudad de Guatemala, hay más de cuarenta milpas de indios que están poblados en ellas,
que son de los que el dicho licenciado presidente Cerrato libertó, y sus mujeres e hijos y nietos. En algunas milpas destas
son la tierra dellas de españoles y, por causa dello, llevan los dichos españoles la mitad del tributo que dan los indios, y la
otra mitad se mete en la caja de Vuestra majestad. Y estas milpas serán como hasta nueve o diez, y todas las demás
milpas son de vuestra majestad.
Estos indios, y sus mujeres e hijos, por tener como tienen muchas cosas de su cosecha (ansí maíz y ají y frijoles),
crían muchas aves, ansí de la tierra como de Castilla. Tienen huertas, de las cuales cogen mucha fruta, ansí de Castilla
como de la tierra, y mucha legumbre y hortaliza, y los más dellos son cortadores y aserradores de vigas y tablas, y
alfajías y calzontes para las casas de los españoles de la dicha ciudad de Guatemala. Todos tienen caballos en que
andan y llevan sus cosas y granjerías, y lo que tienen de cosecha, a vender, así a la costa de Iz[c]u[i]ntepeque, como a la
de Guazacapán y otras partes, de que traen mucho cacao y algodón, que venden a los españoles en la plaza de la
[dicha] ciudad y dello sacan mucho dinero. Y esto, sin las aves y frutas y maderas, como está dicho, que venden a los
vecinos de la dicha ciudad, que es mucha cantidad, y el trato del zacate para los caballos, que es mucho. Y así, ellos
tienen el dinero en su poder, demás de mucha loza de todo género, que venden a los vecinos de la dicha ciudad y [a] los
indios de las dichas costas. Y ansí, viven muy descansados, y andan bien vestidos y limpios ellos y sus mujeres e hijos, y
algunos [visten], de lienzos de Castilla, camisas y zaragüelles, y todos traen zapatos y sombreros de fieltro. Y, al tiempo
que yo conté todas estas milpas por mandado del licenciado Landecho [1559-1564], presidente que fue de la dicha Real
Audiencia de Guatemala, no habían sido contados ni pagaban tributo alguno a vuestra majestad. Y, por la cuenta que yo
hice, se les cargó el tributo, que fue por el año de cincuenta y siete. 26 Y, entonces, andaban estos indios casi todos en
cueros, porque había pocos años que el dicho presidente Cerrato los libertó.
Estos indios dan poco tributo a vuestra majestad. Según el posible tienen, podrán dar otro tanto más tributo, y esto
sin vejación ninguna porque, como persona que ha más de cuarenta y dos años que los trata y conoce, lo sé y entiendo.
Visitan estas milpas religiosos de Santo Domingo y [de] San Francisco; cada orden, aquellas [milpas] que tienen a [su]
cargo.

EL PUEBLO DE ZUMPANGO

El pueblo de Zumpango está [a] tres leguas de la ciudad de Guatemala, y tiene casi las propias granjerías y trato, y
todo lo demás que estas milpas tienen. Dan poco tributo y vuestra majestad, según el posible que tienen. Podrán dar otro
tanto más tributo sin vejación, sino muy cómodamente, porque están ricos y andan bien tratados, ellos y sus mujeres e
hijos, y todos tienen caballos, a uno, y a dos y a más, en que llevan sus granjerías a las dichas costas, como los demás
indios de atrás, y no se cargan. Visitan este pueblo los religiosos de Santo Domingo.

EL PUEBLO DE PETAPA

El pueblo de Petapa está [a] cuatro leguas de la ciudad de Guatemala, como salimos della para la Villa de la Trinidad,
que por otro nombre se llama Zenzonatle. 27 Está este pueblo [de Petapa] asentado en la ribera de un río, en un llano. Y
cerca dél, está una laguna [a] media legua dél, en que se toma mucho pescado de mojarras grandes y buenas, y los
vecinos dél lo llevan a Guatemala a vender.
Es tierra fría y sana, y es pueblo muy pasajero, que por él van a la provincia de los Izalcos, Honduras y Nicaragua.
Cógese en él mucho trigo y muy bueno, y mucho maíz, ají, frijoles, chian. Crían muchas aves, de la tierra y de Castilla, y
crían muchos capones. Tienen mucha fruta, ansí de Castilla como de la tierra, y plátanos en cantidad y los mejores que
hay en toda la provincia. Y, como es pueblo tan pasajero, vende todo lo que tiene muy bien a los pasajeros españoles que
por él pasan, que es mucha cantidad de gente, así de verano como de invierno. Y el trigo que cogen lo llevan a
Guatemala en sus caballos, que tienen a uno, dos y tres.
Viven muy descansados, y andan bien aderezados y limpios, ellos y sus mujeres e hijos. Solían dar trigo, dinero y
mantas, de tributo, y el día de hoy dan dinero, y tan poco, que podrán dar otro tanto tributo más del que dan sin vejación
ninguna, como es notorio. Visitan este pueblo los religiosos de Santo Domingo.

EL PUEBLO DE SANTA INÉS

El pueblo de Santa Inés está [a] dos tiros de arcabuz deste pueblo de Petapa, [a] orilla del dicho río. Tienen las
propias granjerías, y tratos y cosechas, del pueblo de arriba. Y están ricos, como ellos, por tener las propias tierras,
cosechas y granjerías, e ir con ellas a la costa de Guazacapán y las vender a trueco de cacao y algodón, ansí para hacer
mantas para se vestir, como para vender, y naguas. Andan limpios y bien aderezados, ellos y sus mujeres e hijos. Dan
poco tributo, y lo podrán dar al doble sin vejación, sino muy cómodamente. Visitan este pueblo los religiosos de Santo
Domingo.

EL PUEBLO DE I[Z]CU[I]NTEPEQUE

El pueblo de I[z]cu[i]ntepeque, que está [a] seis leguas de la ciudad de Guatemala, como vamos al puerto de Iztapa,
es buen pueblo, y grande para aquella provincia. Es muy fértil de cacao, y los vecinos dél tienen muchas milpas, de que
se coge en él mucho cacao, maíz, ají y frijoles. Crían aves, de la tierra y de Castilla. Tómase en este pueblo mucho
pescado en un río [el Guacalate] que pasa junto a él, en especial tepemechines, que por otro nombre se llaman truchas.
Es pescado muy delicado y muy bueno de comer. Y, asimismo, se toman pescados de otros géneros. Está este pueblo
asentado en un llano, tierra caliente y sana. Es pueblo de mucha fruta de la tierra, de muchos géneros, [y es] pueblo de
mucha caza de venados y conejos.
Los vecinos deste pueblo, ansí hombres, como [sus] mujeres y sus hijos, andan bien vestidos y aderezados y
limpios. Y muchos dellos, vestidos de ropa de Castilla, ansí camisas, zaragüelles de lienzo y jubones, capotes y capas,
sombreros de fieltro, zapatos y botas. Todos tienen caballos, a dos y a tres, con que van a ver sus milpas y traer el cacao,
y [de]más legumbres que cogen, a sus casas, y [la] leña que gastan.
Viven muy descansados, porque ellos no benefician sus milpas, sino indios que se les van [a] alquilar de la sierra, de
que pagan sus tributos. Cuanto más, que el beneficio que tienen las milpas de cacao es poco. Si no es quitarles algún
zacate que se cría debajo del árbol y regarlas los veranos, no tienen otro ninguno, sino coger el fruto por San Juan [junio
24] y por Navidad, que por entonces es la fuerza del cacao. Estos indios acrecientan sus milpas cada año, así pon[iendo]
cacahuatales de nuevo, como quita[ndo] los árboles viejos y, en [vez d]ellos, pon[iendo] otros nuevos. De manera que,
cada año, van en aumento las dichas milpas y no vienen en diminución. Y ansí, [los indios] están ricos, y comen, beben,
visten y calzan, según que está dicho.
El tributo que dan a vuestra majestad es muy poco, porque los pueblos que están a la redonda y muy cerca, que es a
legua y media y a dos, que son Miztlán [Mixtlán], Quauitle [Chagüite] y Mazagua, que son de la viuda de Figueroa, dan a
su encomendera una carga de cacao cada indio uno con otro, y los deste pueblo de Izcu[i]ntepeque dan a vuestra
majestad hasta un xiquipil cada indio uno con otro, que es la tercia parte de una carga de cacao. Por do claramente
consta el, agravio que en esto hay.
En este pueblo hay más de veinte españoles tratantes, que llevan a los indios todo lo que han menester, ansí ropa de
Castilla como de la tierra, pan, biscocho, y otras cosas de carne de puerco para su comida. Y se lo compran a trueco de
cacao, y les queda mucho cacao, que venden a trueco de dineros. Visitan este pueblo los religiosos de Santo Domingo.

EL PUEBLO DE IZTAPAN

El pueblo de Iztapan está junto a la Mar del Sur, [a] media legua del puerto que el adelantado don Pedro de Alvarado,
gobernador que fue de las provincias de Guatemala, abrió para entrar en la Mar del Sur para navegar por ella al Perú.
Este pueblo es muy fértil de cacao, porque tiene muchas milpas, y tantas, que no las pueden beneficiar los indios. Porque
solía ser gran pueblo, y ha venido en diminución por haberse muerto mucha gente y haber quedado muchas milpas sin
que haya quien las beneficie. Y ansí, los indios deste pueblo no tienen trabajo ninguno, si no es ir a coger el cacao, ellos
y los indios que se les van [a] alquilar, porque cogen el cacao, ansí de sus milpas como de las que dejaron los indios que
se murieron que, como digo, fueron muchos, y no tienen dueño ninguno. Y ansí, están ricos y andan bien aderezados,
ellos y sus mujeres e hijos, y todos andan a caballo, que cada uno tiene dos y tres caballos, y comen y beben y visten y
calzan muy bien, porque cogen mucho cacao. Y .tienen para todo, y les sobra para vender a los españoles que les llevan
ropa para su vestir y cosas de comida. Y, como está la mar tan cerca, toman mucho pescado y tienen mucha caza de
venados, y viven muy descansados.
En este pueblo, digo, en el puerto que está, como digo, [a] media legua, está un chinchorro, en el cual toman mucho
pescado de todo género, de que se [a]bastece la ciudad de Guatemala. Porque hay doce leguas desde este dicho pueblo
a la dicha ciudad de Guatemala, y salen del puerto sobretarde con el pescado en caballos y, [al] otro día, amanece[n] en
la ciudad de Guatemala con el pescado.
Estos indios dan poco tributo a vuestra majestad, teniendo tanta fertilidad de milpas y tanto cacao como cogen; que
tributan como los de Izcu[i]ntepeque, pudiendo dar cada indio cuatro veces más de lo que dan. Porque yo conozco un
poblezuelo, que está [a] dos leguas deste dicho pueblo, que se dice Amayuca, que solía ser gran pueblo y vino en
diminución, que tan solamente tiene siete u ocho indios, y estaba tasado en veinte y tres cargas de cacao y un xiquipil. 28
Y lo pagaban bien, porque, como digo, tienen muchas milpas y no tienen trabajo ninguno, si no es ir a coger el cacao,
ellos y los indios que se les alquilan. Visitan este pueblo [de Iztapan] los religiosos de Santo Domingo.

EL PUEBLO DE GUAZACAPÁN

El pueblo de Guazacapán está, de la ciudad de Guatemala, [a] diez y siete leguas. En un muy buen pueblo grande, y
por ser tal y no haber otro mejor, ni de tanta gente, ni tan próspero y fértil como él en la dicha costa, le pusieron [a]
aquella costa [el nombre de] “la costa de Guazacapán”. Está en el camino como vamos a los Izalcos. Está asentado a la
falda de una sierra que se llama Nestiquipaque, en una ladera abajo. Corren sus términos, de allí abajo, hacia la Mar del
Sur, que estará desde este dicho pueblo como [a] seis leguas. Es tierra templada, aunque más caliente que fría. Tierra
sana, muy fértil y abundante, ansí de mucho cacao, y muy bueno y lo mejor que se coge por aquella costa, como de
maíz, ají y frijoles. Críanse muchas aves, ansí de la tierra como de Castilla, y muchas frutas y legumbres de la tierra.
Tienen mucha caza de venados y conejos, y mucho pescado en abundancia (de la mar y ríos) de todo género.
Los vecinos deste pueblo, y sus mujeres e hijos, andan bien vestidos, limpios y aderezados de ropa de la tierra y,
algunos, de ropa de Castilla, según que los de Izcu[i]ntepeque. Residen en este pueblo más de veinte españoles
mercaderes, que les traen ropa de Castilla y de la tierra para vestirse y calzarse, y pan, biscocho, tocino y menudos de
puerco para comer. Todo lo cual los dichos indios se lo pagan en cacao, y les queda mucho cacao, que les venden [a los
mercaderes] a trueco de dineros. Y ansí, están ricos y todos tienen caballos, a dos y a tres y a más, en que andan y traen
su cacao y cosas que tienen de su cosecha. Y tienen indios que les benefician sus milpas, como a los demás, y siempre
aumentan cada año sus milpas, como los demás que atrás está dicho.
Y, siendo tan ricos como son, dan muy poco tributo a vuestra majestad, en comparación de lo que pueden dar y dan.
Los pueblos de Tlaxisco, que está encomendado en Lope Rodríguez de las Varillas, 29 que está [a] legua y media deste
dicho pueblo por la una parte y, por la otra, Chiquimula de [la Costa, que está encomendado en. Cristóbal de] Celada, 30
que está [a] dos leguas, que cada uno destos pueblos tendrán como a doscientos indios, y no tienen tan buenas tierras ni
tantas milpas de cacao, ni [tan] fértiles como éste de Guazacapán, porque tienen quinientos vecinos, y [sin embargo]
cualquiera destos dos pueblos que aquí digo dan de tributo a sus encomenderos tanto como éste de Guazacapán. Por do
claramente consta el agravio que el real haber de vuestra majestad recibe, y el engaño que en ello hay. Y, para que más
claramente conste lo que aquí digo, ningún pueblo de los Izalcos tiene tanta gente como éste, porque el pueblo de
Naolingo, que es el primero, tendrá como doscientos ochenta vecinos, y da a sus encomenderos trescientas treinta y tres
cargas y un xiquipil de cacao (digo, trescientas cargas de cacao), y el pueblo de Caluco da a sus encomenderos
trescientas treinta y tres cargas y un xiquipil de cacao; y tendrá como cuatrocientos vecinos, y dan el propio tributo. Y este
pueblo de Guazacapán, como esta dicho, tiene quinientos vecinos, y da a vuestra majestad hasta ciento cincuenta cargas
de cacao, teniendo tan buenas tierras y milpas como los demás pueblos. Por do claramente consta, como está dicho, el
agravio que en ello hay.
Visita este pueblo Martín Díaz, clérigo, tesorero que fue de la iglesia catedral de Guatemala. 31 Y dejó la prebenda,
porque le diesen el beneficio y curato deste dicho pueblo.

EL PUEBLO DE PAZÓN 32

El pueblo de Pazón [Patzum] está [a] seis leguas de Guatemala, en el camino real como venimos a ésta de México.
Está asentado en un llano, tierra fría y sana. Cógese en él mucho maíz, ají y frijoles. Crían muchas aves, de Castilla y de
la tierra, y otras legumbres que comen los indios. Tienen mucha caza, ansí de venados [y] conejos, como codornices. Y,
como es camino real, los indios venden las dichas cosas a los pasajeros que por él pasan, de que hacen mucho dinero.
Tienen todos caballos, en los cuales llevan el maíz, y lo demás que tienen de cosecha y crianza, al pueblo de Atitlán y a
la costa de los Suchitepéquez, de que traen mucho cacao y algodón. Y el cacao lo venden a los españoles por dinero, y
del algodón hacen mantas blancas y huipiles y naguas, y[a] para vestirse ellos, y sus mujeres e hijos, y[a] para vender, de
que sacan muchos dineros. Andan todos bien vestidos, y limpios y aderezados. Dan poco tributo a vuestra majestad. Y,
porque este pueblo es estancia del pueblo de Tecpán Atitlán y tributa en la cabecera, en tratando que se trate della, se
tratará del tributo que solía dar, y de lo que puede tributar.

EL PUEBLO DE LA MADALENA

El pueblo de la Madalena está [a] tres leguas del pueblo de Pazón y [a] otras tres de Tecpán Atitlán. Esta es estancia,
asimismo, deste dicho pueblo de Tecpán Atitlán. Tiene las mismas cosechas, granjerías y tratos, que los del pueblo de
Pazón, y todos tienen caballos. Y está este pueblo en el camino real que va a la costa de Zapotitlán. Es tierra fría y sana,
y anda la gente bien tratada, limpia y bien aderezados, como los de Pazón. Tributa este pueblo con la cabecera, y
entonces trataré del tributo que da y ha de dar.

EL PUEBLO DE TECPÁN ATITLÁN

El pueblo de Tecpán Atitlán está [a] seis leguas de Pazón, que es su estancia, viniendo hacia esta ciudad de México.
Está en el camino real. Está asentado encima de una laguna muy grande, que se llama ella “laguna de Atitlán y de
Tecpán Atitlán”, porque está en medio de estos dos pueblos. Está poblado en unas lomas y quebradas pequeñas.
Los vecinos deste pueblo cogen mucho maíz, ají y fijoles. Tienen mucha caza, ansí de venados, como de conejos y
codornices. Crían muchas aves, así de la tierra como de Castilla. Hacen mantas blancas, naguas, huipiles y, de la laguna,
toman muchos cangrejos y olomina, 33 y, del monte que tienen, sacan mucho ocote, que es de pinos (que se dice en
España tea), para alumbrarse. Y con todas estas cosas, van a la costa de Zapotitlán, que está [a] un día de camino, una
cuesta abajo, y todas estas cosas llevan en sus caballos (que todos tienen a dos y a tres que para ello tienen, y otros, en
que ellos van) , y lo venden a trueco de cacao y algodón. Y el cacao lo venden a los españoles a trueco de dinero, y del
algodón tornan a hacer más ropa de la manera que está dicho, y la vuelven a llevar a vender y traen lo propio. Y esto,
demás que a los pasajeros que por este pueblo pasan, que son muchos, les venden el maíz y aves y las demás cosas,
de que sacan mucho dinero. Y ansí, viven y están descansados, y tienen de comer, y quietos. Y están emparentados
estos indios con los de la costa de Zapotitlán. Y este trato y granjería que tienen, lo tienen por recreación y porque se
huelgan dello, así por el interés que se les sigue, como por lo que está dicho: estar emparentados unos con otros.
Andan limpios y bien vestidos, así ellos, como sus mujeres e hijos, de ropa de la tierra a su modo. Está este pueblo
asentado en tierra fría, muy sana. Estos indios, y sus estancias de Pazón y la Madalena, más ha de veinte y cinco años,
tributaban mantas y cacao y maíz. Y, con no estar tan ricos como de presente lo están, daban al doble más tributo que el
que dan de presente. Porque es muy poco el tributo que de presente dan a vuestra majestad, pudiendo dar otro tanto
más muy cómodamente, sin vejación ninguna. Visitan este pueblo y sus estancias los religiosos de San Francisco.

EL PUEBLO DE TOTONICAPA

El pueblo de Totonicapa está en el propio camino real que, de la ciudad de Guatemala, viene a esta ciudad [de
México], siete leguas más hacia acá del pueblo de atrás. Está asentado en un llano, al pie de una sierra, y bien poblado,
por sus calles a modo de españoles. Es tierra fría y sana.
Los vecinos deste dicho pueblo tienen las mismas cosechas de maíz, ají y frijoles, aves de la tierra y de Castilla y
cazas, y las mismas granjerías que el pueblo de atrás, con las cuales van a la dicha costa de Zapotitlán a las vender. Y
las llevan en sus caballos que para ello tienen, y las venden a trueco de cacao y algodón, y hacen dello lo que [el] dicho
pueblo de atrás hace. Y el maíz, y aves y otras cosas, lo venden a los españoles que por él pasan, que, de lo uno y de lo
otro, sacan mucho dinero. Y así, están ricos y tienen abastadamente lo que han menester. Andan bien tratados, como los
del pueblo de atrás, y están emparentados con los indios de la dicha costa, igualmente que todos, como el pueblo de
atrás, porque están todos en una cordillera.
Antiguamente tributaban lo que el dicho pueblo de atrás; [pero] el día de hoy tributan poco, como el dicho pueblo de
atrás, porque, como es una cordillera, todos tributan de una manera. Y podrían tributar lo mismo que está dicho en el
pueblo de atrás, sin vejación ninguna. Visitan este pueblo los religiosos de San Francisco.

EL PUEBLO DE QUEZALTENANGO

El pueblo de Quezaltenango está asentado en un llano, junto a una ciénega, y está en el camino real que viene de
Guatemala a esta ciudad, [a] cuatro leguas del pueblo de arriba, viniendo para esta ciudad.
Los vecinos del, y sus mujeres e hijos, andan bien vestidos, limpios y aderezados, como los de los pueblos de atrás.
Están ricos. Todos tienen caballos, como los de los pueblos de atrás, porque también están en la cordillera de la sierra
que los de atrás, y tienen las [mismas] cosas de cosechas, tratos y granjerías, que ellos. Y, deste pueblo a la costa de
Zapotitlán, hay una jornada una cuesta abajo, como los demás. Tiene dos estancias, que la una se llama San Luis y, la
otra, La Madalena. Y, en estas estancias, tienen los vecinos deste dicho pueblo milpas de cacao.
Los tributos que antiguamente y de presente dan es como los pueblos de atrás dichos y declarados. Podrá dar el
tributo que los demás he dicho, sin vejación ninguna, sino muy cómodamente. Y los demás, y este pueblo, podrían dar el
tributo al doble, como dicho tengo, pues los pueblos de Sacatepeque y Ostuncalco 34 y sus estancias, que están [a] seis
leguas deste dicho pueblo, que están encomendados en don Pedro de Alvarado, hijo de don Francisco de la Cueva y de
doña Leonor de Alvarado, 35 dan de tributo a su encomendero, cada vecino, más de diez tostones en mandas, y cacao y
maíz, no teniendo más del maíz y ají, frijoles y aves, por estar muy adentro de la sierra. Y, para haber de dar el cacao, se
van [a] alquilar a la provincia de Soconusco, de donde lo traen, y algodón para las mantas, que es [a] tres jornadas de sus
pueblos, y otras tantas de vuelta. De lo cual este pueblo de Quezaltenango, y los demás de atrás, no tienen necesidad de
se alquilar, por estar como están ricos y tener las granjerías cerca de su casa. Por do se ve claramente el agravio que en
este caso hay, pues estos dichos pueblos no tributan a vuestra majestad a cuatro tostones cada indio. Visitan este pueblo
los religiosos de San Francisco.

EL PUEBLO DE SAN LUIS

El pueblo de San Luis está en la costa de Zapotitlán, que será [a] seis leguas del pueblo de atrás, y es estancia
sujeta a él. Está al pie de una sierra, tierra caliente. Es pueblo de mucho cacao, patachtle, achiote, algodón, y de mucho
maíz, ají y frijoles. Crían muchas aves, de la tierra y de Castilla. Este pueblo tiene dos estanzuelas pequeñas, que se
llaman La Madalena y San Bernardino, que estará, cada una, [a] dos leguas deste dicho pueblo. Todos tienen caballos,
como los de los demás pueblos [de] atrás. Andan bien aderezados, ellos y sus mujeres e hijos, y están ricos. El tributo
que dan es como los demás, por ser, como son, estancias de Quezaltenango, pudiéndolo dar al doble sin vejación, sino
muy cómodamente. Y la causa por que estos pueblos ya dichos, y todos los demás, dan poco tributo a vuestra majestad,
adelante se dirá. Visita este pueblo y estancias un clérigo.

[EL PUEBLO DE SANTIAGO ATITLÁN]

El pueblo de [Santiago] Atitlán está de la ciudad de Guatemala [a] catorce leguas, yendo a la costa de Zapotitlán.
Este dicho pueblo está asentado en la orilla de una laguna grande muy hondable, que no se le halla fondo. Desde la orilla
desta laguna, una ladera arriba, entre piedras, está asentado este dicho pueblo. Es tierra templada.
Los vecinos dél cogen maíz, ají y frijoles; crían aves, de la tierra y de Castilla, y, de la dicha laguna, toman cangrejos
y olomina. Hacen mantas blancas, huipiles y naguas. Es gente que anda limpia, y bien vestida y bien tratada de ropa de
la tierra y, otros muchos dellos, de ropa de Castilla, como está dicho en otros pueblos de atrás. Todos tienen caballos, en
que llevan a la costa de Zapotitlán, que es una jornada una ladera abajo, todas estas cosas que tienen y lo truecan a
cacao y algodón. Demás que casi todos los vecinos deste pueblo tienen milpas de cacao en la dicha costa, en cuatro
estancias que tienen, que se llaman San Bernardino (que es grande),
San Francisco, San Andrés y Santa Bárbara, 36 cogen mucho cacao de sus milpas, y achiote, ají y frijoles, y aves, de
la tierra y de Castilla, y pescado y camarones grandes, y muchas frutas de la tierra en abundancia. Y así la cabecera,
como las estancias, están ricos y pueden dar otro tanto tributo más de lo que dan, muy cómodamente. Y este pueblo y
sus estancias están tasados bajamente. Este pueblo y estancias el tributo que dan se mete, la mitad dél, en la caja de
vuestra majestad, y la otra mitad lleva Sancho Barahona, vecino de Guatemala. 37 Al cual sería justo se le diese lo que le
cabe de su tributo y que no entrase, así, en el dicho pueblo de [Santiago] Atitlán y sus estancias, porque es muy
perjudicial para los indios, los cuales no lo pueden ver. He oído que vuestra majestad ha mandado que, en muriendo
[Sancho Barahona], se ponga todo en la Corona Real de vuestra majestad, lo cual estará muy bien mandado. Y, como
digo, de vuestra real caja se le había de dar lo que le perteneciere de tributo, si no entrase en el dicho pueblo.
En este pueblo de [Santiago] Atitlán, hay indios muy buenos escribanos y hábiles, y es buena gente, en especial
todos los principales. Visitan este pueblo los religiosos de San Francisco.

EL PUEBLO DE UTATLAN

El pueblo de Utatlán está asentado en un llano. Es tierra ni fría ni caliente, de buen temple. Es sana. Está este pueblo
[a] cinco leguas del de Totonicapa, la tierra adentro hacia la sierra, en el camino que va a la provincia de Chiapa. Los
vecinos dél cogen mucho maíz, ají y frijoles; crían aves, de Castilla y de la tierra; tienen mucha caza de venados, conejos
y codornices; tienen todos caballos, a uno y a dos y, otros, a tres. Andan bien aderezados, ellos y sus mujeres e hijos. Es
gente limpia. Están ricos. Dan poco tributo a vuestra majestad, podrían dar al doble sin que reciban ninguna vejación.
Visitan este pueblo los religiosos de Santo Domingo.

PROVINCIA DE SOCONUSCO

La provincia de Soconusco tiene más de cuarenta pueblos y estancias, chicos y grandes, sin tres pueblos que están
en “El despoblado” que llaman, que se bajaron de la sierra al campo real, adonde están asentados en tierra caliente y dan
recaudo a los pasajeros, ansí españoles como a todos los demás, y recuas que vienen desta dicha provincia de
Soconusco a esta ciudad de México. El postrero pueblo destos se llama Tiltepeque. Está [a] cien leguas de la ciudad de
Guatemala, viniendo para esta ciudad de México.
Muchos pueblos desta provincia, aunque están en tierra caliente, son sanos, y otros están asentados a la falda de la
sierra, y otros llegan cerca de la Mar del Sur. Algunos pueblos destos, aunque son pocos, son enfermos.
Esta provincia está [a]bastecida de maíz, ají y frijoles. Crían aves, ansí de la tierra como de Castilla. Tiene muchos
frutos de muchos géneros, de la tierra, y mucho pescado, ansí de muchos ríos que tienen como de la mar. Cógese mucho
cacao en mucha cantidad, porque los indios desta provincia tienen muchas milpas y, cada año, las van aumentando y
acrecentando y reponiendo, como hacen los demás pueblos, de cacao, como está dicho. Todos tienen caballos, a dos y a
tres, ansí para ir a visitar sus milpas como para traer, ansí el cacao como las cosas que tienen de cosecha, a sus casas.
Y no tienen ningún trabajo, sino ir a sus milpas a caballo y mirar a los indios que quitan el zacate que hay (que es poco), y
arreglarlas de verano, y volverse a sus casas.
El cacao que estos indios cogen es mucho, y lo mejor que hay en la provincia de Guatemala. Y ansí, en las partes
donde lo venden las personas que lo llevan, que es en Tlaxcala, Tepeaca, Acasingo, Guexocingo, [C]holula y otros
pueblos, y en la ciudad de los Ángeles, lo venden a tres y a cuatro pesos (y a más) la carga.
Todos los indios desta provincia andan bien vestidos, limpios y aderezados, ellos y sus mujeres e hijos, porque es
gente muy pulida y, la más della, mexicana. Y muchos dellos andan en hábitos de españoles, como son camisas,
zaragüelles de lienzo, y calzones y capotes de paño, y sombreros de tafetán y de fieltro, zapatos y botas, y jubones de
lienzo de Castilla y chamarras de paño. Y las mujeres, con muy ricos huipiles y naguas de mucho precio. Y es gente que
se trata bien en su comida, porque en el pueblo de Huehuetlán, que es la cabecera, hay más de cincuenta españoles
poblados con sus mujeres e hijos, y, en este pueblo, está el gobernador desta provincia por vuestra majestad nombrado.
Y estos españoles que digo les traen mucho biscocho, tocino, y cosas y menudo de puerco, y la ropa, ansí de Castilla
como de la tierra. Y lo demás que visten y calzan, se lo traen estos españoles que digo, sin los demás que andan por los
pueblos desta dicha provincia y [que] asimismo les traen mucho vino para beber. Y se les da, por licencia del dicho
gobernador y, ansí, andan buenos y sanos y recios, y se lo pagan a los españoles. Y les queda mucho cacao, que venden
a los dichos españoles y a otros que se lo van a comprar por dinero, y ansí están tan ricos por el mucho cacao que
tienen. Y algunos dellos tienen negros y negras que les sirven, y piezas de plata.
Y como persona que he contado esta dicha provincia dos veces, [en] cada vez que la conté siempre se le aumentó el
tributo de vuestra majestad buen pedazo, por entenderlo, y hallar cada vez más tributarios y dar razones suficientes para
ello. Y, con todo esto, un indio con otro no pagan tanto tributo como pagan los de Sacatepeque y Ostuncalco a su
encomendero, cada uno en su cantidad, viniendo, como vienen, los destos dichos pueblos a alquilar[se] a los desta
provincia para pagar sus tributos, y éstos estarse en sus casas, sin salir della[s] a buscar su tributo como hacen los
demás. Cuanto más, que el tributo que pagan, las milpas lo dan y dellas sale, sin que reciban pesadumbre. Y los indios
de los Izalcos, que son los pueblos atrás declarados en lo del pueblo de Guazacapán, todos ellos no tienen tanta gente
como esta provincia tiene, ni llegan con más de doscientos tributarios, [y sin embargo] dan a sus encomenderos
novecientos sesenta y seis cargas de cacao. Y, habiendo, como está dicho, en esta provincia más de doscientos
tributarios más, y tan buenas huertas de cacao y tan fértiles, y tantas haciendas como ellos, dan a vuestra majestad hasta
la mitad del tributo que estotros dan. Por do claramente consta el agravio que en esto hay.
Visitan esta provincia siete clérigos.
EL PUEBLO DE CHUPA DE LOS INDIOS

El pueblo de Chiapa de los Indios está [a] diez leguas, poco más, del pueblo de Chiapa de los Españoles. Y, de la
ciudad de Guatemala, estará [a] poco más de setenta leguas de camino fragoso y cuestas. Está este pueblo asentado en
un alto llano, tierra caliente y sana. Pasa por junto a él un río grande, que todo el año lo pasan en canoas porque no tiene
vado. Tómase en este río mucho pescado en abundancia, en tiempo de aguas. Los caminantes y arrias, que salen de
Guatemala para esta ciudad de México, vienen y pasan por este pueblo, por las muchas ciénagas que hay en el camino
de la provincia de Soconusco para esta ciudad. Y ansí mismo, los que salen desta ciudad para Guatemala, van por este
dicho camino.
Está éste bien poblado por sus calles, y las más casas dél son de tejas. Es gran pueblo, y muy bueno. Tiene dos
estancias, la una, [a] dos leguas, y la otra, [a] tres. Es gente muy pulida y bien traída, y andan bien aderezados, ellos y
sus mujeres e hijos. Y todos ellos andan calzados con zapatos y, sus mujeres, con jervillas. Y muchos dellos, vestidos de
ropa de Castilla, como los de la provincia de Soconusco, y los demás y sus mujeres, bien vestidos y limpios.
Tienen muchas y muy buenas tierras. Cogen mucha cantidad de maíz, ají y frijoles y algodón. Crían muchas aves,
ansí de la tierra como de Castilla, y muchas frutas de todo género, de la tierra. Todos tienen caballos, a uno y dos y tres,
para el beneficio de sus haciendas y tratos que tienen en otros pueblos comarcanos. Hay muchos indios deste dicho
pueblo, que tienen a uno y a dos caballos en caballeriza, y otros a tres, ansí de rúa como de camino, y los sustentan. Y
muchos españoles se los van a comprar y se los pagan muy bien. Y tornan a meter otros en caballeriza, porque lo tienen
por trato y granjería.
Hay muchos oficiales en este pueblo, como son carpinteros, sastres, herreros, zapateros, y de otros muchos oficios.
Y ganan muy bien de comer en ello, porque vienen de los demás pueblos comarcanos y [de] la provincia de Chiapa, y
españoles, y les traen muchas obras, y siempre tienen quehacer. Los vecinos deste pueblo y sus estancias tienen por
granjerías y trato de hacer muchas mantas blancas, de tres piernas cada una, que se llaman “toldillos”. Y destas mantas
pagan su tributo a vuestra majestad, el cual es tan poco, que es mayor la comunidad que tienen más de dos veces,
porque, por mandado de los religiosos de Santo Domingo (que les administran los sacramentos) , hacen mucha cantidad
destas mantas y, por mandado dellos, algunos principales y maceguales, que llevan las dichas mantas a cuestas y en
caballos, las van a vender a la provincia de Soconusco y a la costa de Zapotitlán, y a Guatemala y a la Villa de la
Trinidad. Y esto, de quinientas en quinientas mantas. Y el dinero que traen lo meten, por mandado de los religiosos, en la
caja de la comunidad del dicho pueblo. Y, lo que se gasta, se saca por mandado de los dichos religiosos. Y todo el año
andan desta manera.
Éste es pueblo de mucho trato, a donde acuden muchos españoles mercaderes a comprarles las mantas que hacen.
Y se las pagan y las llevan a vender a las partes declaradas, donde tienen sus tratos. E, idos éstos, vienen otros; por
manera que, en todo el año, no cesan de entrar y salir en él españoles. Y ansí, están quietos y sosegados en sus
pueblos, sin que nadie les dé pesadumbre.
Todos están ricos y prósperos, y tienen bien lo que les hace menester. Podrán dar a vuestra majestad, los que tienen
menos hacienda, dos veces más de lo que dan. Y es muy poco tributo. Y otros podrán dar más. Y los que han contado
este pueblo no lo han entendido, pues no han dado el parecer para que cada uno pague conforme a la hacienda que
tiene, pues ansí lo pagan todos los de la provincia de Guatemala, sino que tanto han echado al que tiene poco, como al
que tiene mucho.
Este pueblo tiene una iglesia la mejor que hay en toda la provincia, y mejor que la de los españoles de la ciudad de
Chiapa. Es de tres naves y toda ella de ladrillo, y la capilla mayor tiene cinco altares. Y, desde el cuerpo de la dicha
iglesia, se puede oír y ver misa en todos ellos. Tiene muchos ornamentos y muy ricos, y mucha plata labrada, que creo
debe haber iglesia catedral que no esté tan adornada. Tiene dos plazas grandes: la una está delante de la puerta mayor
desta iglesia y, la otra, está enfrente de la casa del corregidor y de la comunidad, donde posan los españoles, ansí
tratantes como mercaderes que van y pasan por el dicho pueblo, y arrias. En esta plaza, está una fuente muy bien hecha,
toda de ladrillo, que pueden estar dentro della más de cien personas sin que se mojen, aunque llueva.
Visitan este pueblo los religiosos de Santo Domingo, como está dicho.

EL PUEBLO DE TEQUECISTLÁN

El pueblo de Tequecistlán está de la ciudad de Guatemala, camino de la Verapaz, [a] veinte y tres leguas. Este
pueblo conocí yo ser muy grande y de mucha gente, y uno de los mejores que están en vuestra Real Corona. Y los
religiosos de Santo Domingo, que son los que lo doctrinan, les hicieron pasar, del asiento donde estaban, [a] donde al
presente están, que habrá como dos leguas.
Está ese pueblo asentado en un llano, tierra más caliente que fría, [de] buen temple y sana. Los vecinos dél cogen
mucho maíz, ají y frijoles. Crían muchas aves, así de la tierra como de Castilla, y algodón, de que hacen mantas gordas
que dan de tributo a vuestra majestad, las cuales se venden para costales en que los Izalcos echan el cacao para traer a
esta Nueva España.
Este pueblo ha venido en mucha diminución, que no hay en él la mitad de la gente que solía haber con mucha parte,
y la causa ha sido por la mudanza que hubo de sacarlos del asiento viejo y sacarlos al donde al presente están; por el
trabajo que tuvieron, ansí en hacer sus casas como la iglesia, que es de tres naves, y grande y toda de ladrillo, la cual,
estando casi la mitad hecha, por motivo de otro fraile que fue allí, la tornaron a deshacer y tornarla a hacer de principio. Y
ansí destos trabajos, como de traer los materiales a cuestas, ansí para la iglesia como para sus casas, y andar todos los
indios ocupados en estos edificios con tanta solicitud sin dejarlos descansar, y pasárseles el tiempo de las sementeras y
no poder sembrar y padecer hambres: todas estas cosas fueron partes para que adoleciesen, y se muriesen y se
menoscabasen. Demás de que, no embargante esto, para pagar los oficiales que traían de Guatemala (indios, así
carpinteros, albañiles y otros que eran necesarios), echaban derramas entre ellos, y vendían lo que tenían para ello.
Está este pueblo algo reformado, aunque poca gente, como digo. Andan los indios, y sus mujeres e hijos, bien
aderezados y limpios a su modo, y tienen lo que les hace menester. Todos tienen caballos, ansí en que andan, como para
llevar sus granjerías a la Verapaz (que está [a] siete leguas deste pueblo) y a Guatemala y otras partes.
Este pueblo tiene buena comunidad y una estancia muy buena de yeguas, de donde sacan potros, que venden y
meten el dinero en la caja de la comunidad, lo que asimismo hacen de las mantas que hacen para la dicha comunidad, y
se gastan por mano de los religiosos. Podrán dar otro tanto tributo más del que dan, pues tienen algodón de su cosecha
para hacer las mantas que dan de tributo, sin irlo a buscar fuera de sus casas. Tienen este pueblo a cargo los religiosos
de Santo Domingo.

EL PUEBLO DE SALAMÁ

El pueblo de Salamá está tres leguas adelante deste pueblo de Tequecistlán. Es pequeño. Tendrá como treinta
vecinos, poco más, y son de los esclavos que libertó el licenciado Cerrato, que se recogieron allí. Están asentados en un
llano, tierra templada y sana. Tiene las granjerías y cosechas que los del pueblo de Tequecístlán. El tributo que dan a
vuestra majestad es poco. Podrán dar otro tanto tributo más. Visitan este pueblo los dichos religiosos de Santo Domingo.

LA PROVINCIA DE LA VERAPAZ
La provincia de la Verapaz está [a] treinta leguas, poco más o menos, de la ciudad de Guatemala, y tienen once
pueblos toda la provincia, muy buenos. Solía ser de más gente que la que al presente tiene, con más de dos mil indios, y
han venido en disminución, como aquí se dirá.
Esta provincia la administran los religiosos de Santo Domingo, y tienen una iglesia y monasterio de cantería, todo
muy bueno, en un pueblo que se llama Santo Domingo de Cobán, porque allí es la cabecera y allí reside el obispo desta
dicha provincia.
Esta provincia es fría y muy lluviosa, que casi todo el año llueve en ella una agua menuda, excepto la cuaresma, que
entonces abre el sol como cuarenta días y, en este tiempo, se abrasan los árboles y zacates que hay como que les
pusiesen fuego. Esta provincia es tierra de lomas no altas. Acude mucho aquí el norte casi todo el año, porque está cerca
de Puerto de Caballos. Las arboledas que tiene son árboles de liquidámbar. Cógese en esta provincia mucha cantidad de
zarzaparrilla, que se llevan a España, y es la mejor que se coge en esta tierra.
Los vecinos desta provincia cogen mucho maíz en cantidad; crían muchas aves, de la tierra y de Castilla; cogen
copal y mucha cantidad de plumas para hacer sus bailes y mitotes, que son entre los indios muy preciadas y se las van a
comprar de todas partes. Y hay mucha cantidad de pájaros en esta provincia, que las crían en la cola, cada uno tres
plumas. Algunas son largas de casi una vara de medir, y otras más pequeñas. Y los toman [a estos pájaros] cierto tiempo
del año y se las quitan, y los tornan a echar a volar para que críen más.
Los vecinos desta provincia hacen mantas blancas y naguas y, en un pueblo della que se llama [Santa María]
Cahabón, que tendrá seiscientos vecinos (es tierra más templada que los demás pueblos desta provincia, que participa
de tierra caliente y está [a] dos jornadas del pueblo de Cobán, hacia el Golfo Dulce), cógese en él mucho algodón.
Estos indios dan de tributo a vuestra majestad dos tostones, que es un peso de tipusgue, 38 cada indio en cada un
año, y no otra cosa. Solían dar más tributo en dinero y maíz y aves, y se lo han venido a quitar por la importunación de
los frailes. Y, en esto, se hacen dos agravios muy grandes: el uno a la Real Hacienda de vuestra majestad, y el otro, a los
indios. Y esto ha sido causa de que los indios se hayan muerto y menoscabado, y será para que se acaben, porque, para
dar dos tostones de tributo, cada indio saca de su casa valor de más de doce en mantas blancas pequeñas y naguas, y
plumas y copal, y otras menudencias que llevan a vender a Guatemala y a la Villa de la Trinidad, y a la costa de
Guazacapán e Izcu[i]ntepeque y a otras partes. Y tardan, desde que salen y vuelven a sus casas, veinte días y [aun] un
mes. Y muchos indios se, mueren, porque, como están hechos a su temple, y van a otros diferentes y [a] tierras calientes,
enferman y se mueren. Y, otros indios, se alquilan en las tierras de cacao y se casan, que no saben dónde están. Y, de
quinientos indios que salen, no vuelven cuatrocientos. Y gastan lo que llevan para, solamente, traer dos tostones. Y los
que vuelven a sus casas, como vienen de otros temples, enferman, porque los indios que salen a buscar los dos tostones
no van todos juntos, sino unos van a unas partes y otros van a otras.
Y esto se podría remediar, de manera que los indios no saliesen de sus casas a buscar el tributo ni se
menoscabasen, con dar mantas blancas de tributo, las cuales podrían dar muy bien y estarse con sus mujeres e hijos,
que es lo que más los indios desean. Porque, si van a buscar el tributo como digo, van contra su voluntad; que ellos no
querrían ir, si no fuesen forzados por los frailes. Porque ellos les ocupan en hacer mantas blancas pequeñas para la
comunidad, y las envían a vender a las partes declaradas, de quinientas en quinientas, y el dinero que traen lo reciben los
frailes, y se mete en la caja de la comunidad y se gasta por mano dellos. Y todo el año los traen en esto, de que los indios
reciben mucho agravio, de que, asimismo, es causa de que se menoscaben.
Y los frailes no quieren que den mantas, por ocuparlos en hacerlas [y] porque, si los indios tributasen en mantas a
vuestra majestad, se aumentaría el tributo tres veces más. Y, para que cese la vejación de los indios y el tributo de
vuestra majestad vaya en aumento, conviene no tributen en tostones, sino en mantas, pues, las saben hacer y muy
buenas. Las cuales mantas han de ser delgadas y de cuatro piernas cada una, que cada pierna tenga cuatro varas de
largo y tres cuartas de ancho, y dos hilos de urdiembre y dos de trama, que ansí desta manera son las que tributan otros
pueblos de encomenderos.
Y dando cada indio una manta destas cada un año, dos piernas por San Juan y otras dos por Navidad, vivirán
descansados los indios y se estarán en sus casas todo el año sin salir dellas, si no fuere [para] ir a comprar el algodón,
pues lo hay en esta provincia, y en Tequecistlán y en otras partes, a un día y a dos de camino, que tardarán cuatro días,
cuando mucho, en ir y volver a sus casas. Y cada uno traerá un fardo de algodón, de que hará la manta, y para vestirse él
y su mujer e hijos, y hacer enaguas y sus granjerías. Y, desta manera, se ayudarán el uno al otro: el indio, en traer el
algodón, y la mujer, en hacer la manta. Y estarán contentos y alegres, y se aumentarán los tributos de vuestra majestad,
porque cada manta destas vale la menor a diez tostones, y no serán llegadas a Guatemala, cuando se vendan a este
precio. Y, por esta causa, los dichos frailes no han querido que tributen mantas, sino dinero. Y yendo yo a esta provincia a
negocios, los frailes me dieron el tributo para que lo llevase a Guatemala, y no los indios, y lo llevé y entregué a los
oficiales de la Real Hacienda de vuestra majestad. Y así, me parece que los frailes tienen cuenta con dar el tributo,
porque no se sepan algunas menudencias.
Ansí mismo, hay otra causa para que los indios se hayan acabado y acaben, que es que, en esta provincia, en cada
pueblo della han edificado iglesias muy grandes, y tanto, que pueblo de trescientos indios sacan los cimientos de la
iglesia [en] que podrán caber dos mil. Y los cimientos [son] muy hondos, que tendrán dos estados y, de ancho, diez pies.
Y éstos los hinchen de piedra, cal y tierra, que los indios traen a cuestas porque no tienen otro modo, ni manera ni artificio
en que traer los materiales, que están lejos destas iglesias. Y, con todo esto, no vi iglesia ninguna acabada, sino la de
Cobán que está dicho, y, en los demás, tan solamente los cimientos, fuera de tierra y mucha piedra y cal, que tienen
llegada para el edificio de las dichas iglesias. Junto a ellas, tienen otras iglesias de madera y barro y zacate, en que les
administran los divinos oficios, y, en ellas, la casa de los religiosos donde habitan. Y con éstas se podrían pasar, como
hasta aquí, y dejar a los indios descansar de tantos trabajos excesivos como tienen en andar todo el año ocupados,
siendo, como son, las comidas flacas, y la tierra lluviosa y muy destemplada, y traer, como traen, los materiales a
cuestas. Y, con estas cosas, enferman, y se mueren y menoscaban.
En todas estas iglesias, hay ornamentos muy ricos y muy costosos de sedas y brocados, y mucha plata labrada, y
cruces que cuestan a quinientos pesos y a más. Y lo mismo es en todos los pueblos y provincias que están en la Corona
Real de vuestra majestad, que las tienen muy adornadas; cada pueblo conforme al tamaño que tiene y posible.

EL PUEBLO DE SAN AGUSTÍN

El pueblo de San Agustín está [a] dos leguas de Acasahuaztlán, que es el camino que va de la ciudad de Guatemala
al Golfo Dulce, donde se desembarca la ropa que viene de Castilla. Es pueblo pequeño. Está asentado en un llano, junto
a un río [el Motagua] muy grande, donde toman mucho pescado. Cogen mucho maíz, ají y frijoles; crían muchas aves, de
la tierra y de Castilla; tienen caballos, y posible para dar otro tanto del que dan. Andan bien aderezados, y tienen mucho
trato y granjería. Es tierra caliente y sana. Visita este pueblo el clérigo que visita el pueblo de Acasahuaztlán.

EL PUEBLO DE NESTIQUIPAQUE

El pueblo de Nestiquipaque está en una sierra, encima del pueblo de Guazacapán. Es pueblo pequeño y tierra fría.
Ha sido cogido en él muy buen trigo y mucho, que daban de tributo. Cógese en él mucho maíz, ají y frijoles. Crian
muchas aves, ansí de la tierra como de Castilla. Hacen mantas blancas. Con todo esto van a la costa de Guazacapán,
que estará como seis leguas una cuesta abajo, de que traen mucho cacao y algodón. Y el cacao lo venden a españoles y,
del algodón, hacen mantas. Todos tienen caballos en que andan, y para sus granjerías. Andan bien vestidos y
aderezados, ellos y sus mujeres e hijos. Podrán dar otro tanto tributo más del que dan, sin vejación ninguna, porque
están ricos. Visita este pueblo el cura de Guazacapán.

EL PUEBLO DE AHUACHAPA

El pueblo de Ahuachapa está de la ciudad de Guatemala [a] cuatro jornadas, como vamos por el camino real que va
a las provincias de San Miguel, Honduras y Nicaragua. Está cinco leguas antes de llegar a la Villa de la Trinidad. Está
este pueblo asentado en un llano. Es tierra caliente, no mucho, sino [de] buen temple y sana. Cogen mucho maíz, ají y
frijoles y chian. Crían muchas aves, de la tierra y de Castilla. Hacen mucha loza colorada, como son cántaros, ollas,
jarros, cajetes, comales. Tienen todos caballos, en los cuales llevan las cosas que tienen de cosecha. Y la loza llevan a
cuestas a los pueblos de los Izalcos y la venden a los indios dellos, de que sacan mucho cacao, porque todo lo que llevan
lo venden a como quieren, porque vale mucho. Y ansí, están tan ricos, tanto por tanto, como los de los Izalcos.
Asimismo, muchos de los vecinos deste pueblo tienen milpas de cacao, porque es tierra aparejada para ello. Es
camino pasajero, y también dan recaudo a los pasajeros que por él pasan, que son muchos, de que sacan mucho dinero,
y del cacao que tienen y [del que] traen de los Izalcos.
Tienen mucha caza, ansí de venados como de codornices. Hacen mantas blancas y naguas, que, asimismo, llevan a
vender. Todos están, como digo, ricos, y es poco dar otro tanto tributo del que dan, según es [el] posible que tienen. Visita
este pueblo un clérigo, que lo tiene por beneficio.
Este pueblo está en la Corona Real de vuestra majestad, y el tributo que da se aplicó al hospital real, que es de
vuestra majestad, para el sustento de los pobres. Este pueblo era de un don Carlos y, por delitos que hizo, se lo quitaron
y se aplicó la renta dél como está dicho.

EL PUEBLO DE GÜEYMOCO

El pueblo de Güeymoco está [a] cuatro leguas de los Izalcos, más adelante, yendo a las provincias atrás dichas. Está
asentado en un llano, entre unas sierras bajas, tierra caliente y sana. Cógense en él mucho maíz, ají y frijoles; crían
muchas aves, de la tiera y de Castilla.
Los más vecinos deste pueblo tienen milpas de cacao, que tienen tierras para ello. Hacen mantas blancas para
vender, y naguas. Todos tienen caballos, ansí en que ellos andan, como para llevar las cosas que tienen de cosecha a los
Izalcos, de que traen mucho cacao, el cual, con lo que ellos tienen de cosecha, lo venden a los españoles que acuden allí
a se lo comprar. Demás, que es camino muy pasajero para las provincias dichas. Y los que dellos vienen a Guatemala
cogen mucho bálsamo, de que sacan, ansí mismo, mucho dinero, porque vale mucho.
Andan, ellos y sus mujeres e hijos, bien vestidos y aderezados. Podrán dar al doble más el tributo que dan, esto
fácilmente.
La mitad deste pueblo es de vuestra majestad, y la otra mitad, de don Juan de Mestaner, vecino de la ciudad de San
Salvador. Reside en este pueblo un clérigo por beneficiado.

EL PUEBLO DE TECOLUCA

El pueblo de Tecoluca está en los Nonoalcos, [a] doce leguas de la ciudad de San Salvador, camino de las provincias
de Nicaragua. Solía ser de más gente que al presente es. Está junto a una sierra, en una loma, tierra caliente y sana. Es
pueblo de mucho cacao, achiote. Cogen mucho maíz, ají y frijoles. Crían muchas aves, de la tierra y de Castilla. Está
cerca de la Mar del Sur.
Tienen todos caballos, como los demás. Hacen mantas blancas y naguas. Tiene tres pueblos junto a él, que son
buenos [y] que se llaman San Juan, Santiago y Zacatecoluca, que son de dos encomenderos. Y se llaman estos pueblos
“los Nonoalcos”.
En este pueblo está un corregidor en nombre de vuestra majestad, que administra todos estos pueblos. Y hay en
ellos más de quince o veinte españoles tratantes, que les compran, ansí el cacao que tienen, como las naguas que
hacen. Están ricos, y andan bien vestidos y aderezados, ellos y sus mujeres e hijos. Dan poco tributo a vuestra majestad.
Podrán dar otro tanto más, sin vejación ninguna. Visita este pueblo un clérigo que está proveído en él.

EL PUEBLO DE OSOLUTLÁN 39

El pueblo de Osolutlán está una legua antes de llegar a la villa de San Miguel y [a] sesenta leguas de Guatemala,
como vamos camino de Nicaragua en el camino real. [Está] sentado en un llano, tierra caliente y sana. Los vecinos deste
pueblo tienen muchas milpas de cacao; cogen mucho maíz, ají y frijoles; crían muchas aves, ansí de la tierra como de
Castilla; cogen achiote. Este pueblo está cerca de la Mar del Sur como dos leguas, de que toman mucho pescado, y
tienen mucha caza de venados.
Hacen mantas y naguas. El cacao que tienen venden a los españoles, que se lo van a comprar a sus casas, y las
demás cosas, a los pasajeros que por el pueblo pasan, por ser camino real, de que sacan de todo mucho dinero. Ellos, y
sus mujeres andan bien vestidos, y sus hijos. Están ricos y tienen mucho posible. Dan muy poco tributo a vuestra
majestad. Podrán dar el doble más tributo del que dan. Está en este pueblo un corregidor en nombre de vuestra
majestad, proveído por el presidente y gobernador de Guatemala. Visitan este pueblo los curas de la villa de San Miguel.
Todos estos pueblos y provincias que van aquí atrás declarados son los que vuestra majestad tiene en la provincia
de Guatemala y están en vuestra Real Corona. Y no tiene otros ningunos vuestra majestad, excepto un poblezuelo que
se llama Quezalchiname, que será de hasta treinta indios, que están en la provincia de Sacapula, que no se pone aquí,
por ser de poca gente y estar lejos como está. Y estos pueblos y provincias aquí declarados tienen la posibilidad, tratos y
granjerías que van declarados, y muchos más que, por no ser prolijo, no los pongo. Y, ansí mismo, tienen el posible que
digo. Y lo sé, por lo haber visto por vista de ojos y andando por ellos, ansí haciendo negocios, como haber contado casi
todos ellos y provincias. Y por eso doy aquí, en cada pueblo y provincia, las razones que van.

La razón por que [los pueblos de] los encomenderos dan más tributo que los de vuestra majestad, es ésta:

La causa por que los pueblos de los encomenderos dan más tributos a sus encomenderos, que los pueblos y
provincias de indios que están en la Real Corona de vuestra majestad dan a vuestra majestad, es ésta: los indios de los
dichos encomenderos piden cuenta, diciendo que se les han muerto muchos indios, y que están muy pobres y cargados y
que no pueden pagar el tributo que les está repartido, y otras cosas que dicen en las paticiones que presentan por
industria de los [frailes] que los visitan.
La Real Audiencia les provee de jueces contadores y oficiales, que con ellos van a hacer las cuentas de los tales
pueblos. Y, hecha, la traen a la Real Audiencia. Y, sabido por los tales encomenderos, ellos y sus mujeres, deudos y
amigos, van a importunar al presidente y oidores de noche y de día, y les dicen que los indios no pidieran cuentas, si no
fuera por los [frailes] que los visitan, que les imponen en ello. Demás de que hay muchos más indios que antes había, y
están muy ricos, y pueden dar al doble más tributo del que dan. Y que, por amor de Dios, su señoría y mercedes les
favorezcan y se duelan dellos, porque no tienen otra cosa de que [se] sustentar, así ellos, como sus mujeres e hijos, si no
es de los tributos que los indios les dan, y que padecen mucha necesidad. Y esto, y otras muchas cosas les dicen, y con
lágrimas. Y cada día les van a importunar sobre este caso.
Y cuando los van a contar, van los dichos encomenderos con los jueces contadores y oficiales, y se hallan presentes
a las tales cuentas. Y los dichos presidente y oidores tasan los dichos pueblos y, si en las cuentas hay más indios que
denantes había, les cargan el tributo y, a los que denantes había, se lo acrecientan más de lo que daban. Y, si faltan
indios de los que denantes había, acrecientan a los vivos lo que se perdió del tributo que daban los muertos. Por manera
que los tributos siempre están en un ser, y aun más, y no vienen en diminución. Y, como los pueblos de los
encomenderos tienen amos que vuelven por sus tributos y por lo que les conviene, los dichos pueblos dan más tributo
que los que están en vuestra Real Corona, como está dicho. Y aún que es verdad [que] pueden bien pagar el tributo que
se les carga, porque tienen hacienda para ello. Y esto lo sé, como persona que ha andado por todas las provincias de
Guatemala, contando indios y haciendo negocios entre ellos, y haberlo visto y entendido durante el tiempo que tengo
dicho serví a vuestra majestad en la dicha Real Audiencia.
Las razones por que los pueblos y provincias de vuestra majestad dan menos tributos que los de los encomenderos

La razón por que los pueblos y provincias de indios que están en la Real Corona de vuestra majestad, siendo los
indios dellos mucho más ricos, y teniendo mucho más posible, y tratos y granjerías y haciendas, y mejores partes y
lugares, y más buenos asientos y tierras, y más fértiles que [las de] los encomenderos, dan menos tributo a vuestra
majestad que los indios de los dichos encomenderos, es por el contrario de lo que arriba está dicho. Y es [que], cuando
los indios de vuestra majestad piden cuenta (y los religiosos que los visitan, por ellos), presentan petición diciendo las
mismas razones, y otras muchas más, que los indios de los encomenderos dicen. Y se les provee de jueces contadores y
oficiales que van con ellos; a la cual [cuenta], por la mayor parte, proveen criados y allegados del presidente y oidores,
que es lo que los frailes pretenden, porque, cuando van a las tales cuentas, los regalan y sirven y favorecen. Los cuales,
viéndose prendados, no hacen más de que lo que los religiosos quieren. Y, como los tales jueces y escribanos no saben
la lengua, ni la tierra ni los pueblos [a] donde van a hacer las tales cuentas (ni lo entienden, por no lo haber hecho, y por
aprovecharlos los envían), y el intérprete ser, como es, mestizo, no hace más él y los demás que lo que los religiosos
quieren, y se dejan ir con lo que ellos les dicen. Y ansí, a este modo, hacen la cuenta y la traen a la Real Audiencia. Y,
traída, los dichos frailes van, por horas y momentos, a importunar al presidente y oidores, diciéndoles que, por amor de
Dios, miren [que] aquellos pobrecitos de aquellos indios están muy pobres, y necesitados y cargados, y que no pueden
cargar el tributo que les está repartido, y que es cargo de conciencia de que den tantos tributos, y que se han muerto casi
todos, y que ellos no pretenden interés ninguno, sino un hábito, y otras cosas que saben ellos bien decir. En su provecho,
pues cobran los tributos de los que les reservan por viejos y viudas, y otros que dicen que no pueden tributar, y lo meten
en la caja de la comunidad para tener que distribuir y gastar. Y con las dichas cosas, y otras muchas, van los dichos
religiosos al dicho presidente y oidores cada hora y cada momento, ansí por la mañana, antes de comer, [como] después
de comer y a la tarde, a les importunar y les moler las entrañas para que los tasen como ellos quieren. Y los dichos
presidente y oidores, viéndose tan persuadidos de los dichos frailes, y por quitarlos de sí, y que no escriban contra ellos
ni digan dellos, y por tenerlos favorables para sus cosas, tasan los dichos indios en lo que los frailes quieren, no mirando
el fraude de la cuenta y a que fue hecha sin parte, pues los oficiales de vuestra Real Hacienda no son para enviar una
persona que se hallase presente a la dicha cuenta y volviese por vuestra Real Hacienda, como los encomenderos hacen.
Y ansí, como hacienda que no tiene dueño ni quien vuelva por ella, han tasado los indios de vuestra majestad como está
dicho. Y han venido en diminución los tributos de vuestra majestad, aunque todos ellos saben y entienden otra cosa de lo
que hacen. [Pero] aunque vuestra majestad tiene muchos criados y les da salario, no hay quien suplique de las tales
cuentas ni apele dellas, ansí los oficiales como el fiscal, porque todos pretenden sus intereses y quieren tener a los
dichos frailes por propicios. Y todo ello viene a caer sobre la Real Hacienda de vuestra majestad, sin que nadie se duela
della.
Estando yo sirviendo a vuestra majestad, como dicho tengo, en la dicha Real Audiencia, siendo presidente el
licenciado Landecho, treinta y seis años ha, vuestra majestad le envió una su real cédula en que, por ella, vuestra
majestad le mandaba y decía que, atento que habían hecho relación a vuestra majestad, diciendo que los indios de los
pueblos de los encomenderos daban más tributo a sus amos que los pueblos de los indios y provincias que están en la
Real Corona de vuestra majestad daban a vuestra majestad, [que] ¿qué era aquello? [y] que lo mirasen y remediasen. Y
dende, ha ciertos años, vuestra majestad envió otra su real cédula al doctor Villalobos, presidente [y] gobernador que fue
de la dicha Real Audiencia (que fue por el año de setenta y cuatro años) , sobre lo propio, diciéndole que, pues los indios,
ansí de los pueblos como provincias que están en vuestra Real Corona, siendo tan ricos como son y teniendo tan buenos
asientos y fértiles, y tantas granjerías y tratos, y tierras más fértiles que los indios de los encomenderos, y [sin embargo]
daban mucho menos tributo a vuestra majestad que los indios de los dichos encomenderos, no teniendo tan buenas
tierras ni tan fértiles, ni [ser] los indios tan ricos ni [tener] tantos tratos y granjerías, y que, con todo eso, daban mucho
más tributo a sus amos, que lo viesen y mirasen y remediasen. Y nunca ninguno dellos hizo ninguna cosa [a]cerca dello,
salvo que el doctor Villalobos, por aprovechar a un Juan de la Cueva, alguacil mayor de la Real Audiencia, le envió a
contar la provincia de Soconusco. Y, cuando la acabó de contar, le envió al pueblo de Chiapa de los Indios a lo propio. Y
más valiera que no lo enviara, pues tan poco fruto hizo; que no fue, sino, como digo, para aprovecharle y darle ocho o
nueve pesos cada día, de provecho para él y para sus oficiales. Y lo que él había de hacer en diez días, lo hizo en quince
y [además] comió a costa de los indios. Y esto es enviar a quien no lo entiende ni se duele de cosa más [que] de por
aprovecharse, y en lugar de a verlo de remediar.
El licenciado [García de] Valverde [1578-1589], presidente y gobernador que fue de la dicha Real Audiencia, que
sucedió después del dicho doctor Villalobos, lo hizo peor, porque [fue] por hacer mal a los encomenderos, como lo hizo,
como consta a vuestra majestad de la tasa que hizo a don Diego de Guzmán del pueblo de Izalco, 40 y a otros muchos,
que los destruyó y echó la tierra a perder, hasta que vuestra majestad lo remedió. También, asimismo, hizo a los pueblos
de vuestra majestad, a algunos dellos dando de cabeza, sin querer tomar consejo de ninguna persona, diciendo que
habían de tributar los indios como los de la Nueva España, pudiendo tributar los indios de los encomenderos el tributo
que dan muy cómodamente, y los de vuestra majestad, como tengo dicho aquí en este memorial.
Y desde que yo fui a Guatemala, que fue por el año de cincuenta y dos, 41 los indios de los Izalcos estaban tasados
en los tributos que daban cuando el dicho licenciado Valverde fue por presidente, y nunca jamás se disminuyó el tributo
dellos y siempre estuvo en aquel ser. Y lo pueden muy bien pagar, porque entonces no había tantos indios ni tenían
tantas milpas como el día de hoy hay y tienen. Y siempre han tributado en cacao. Y las milpas dan cacao, ansí para el
tributo, como para que coman, beban, vistan y calcen, y les sobra para vender. Y, aunque el dueño de las milpas se
muera, no por eso se pierde el tributo (como [pasa con] el de los que no tienen cacao), porque la milpa, o milpas que
quedan sin dueño, dáse a otro indio que no tenga milpa, o que tenga pocas milpas, con cargo de que pague el tributo que
pagaba el dueño y haga bien por su ánima. Y ansí, el tributo nunca se pierde. Y ansí di yo esta traza y, dada, todos los
que cuentan indios en la provincia de Guatemala, que entienden cómo se ha de contar, van por esta orden.

El árbol de cacao cómo se cría

El árbol de cacao son como naranjos, grandes y copados como ellos. Tienen las hojas más largas, como tres veces
mayores. Dan unas mazorcas largas: algunas, como de a palmo, y otras, mayores, y otras, más medianas. Tiene dentro,
cada una mazorca destas, cuatro ringleras de cacao, que cada una tiene ocho cacaos, y cada mazorca, treinta y dos
cacaos, por grande o chica que sea. Algunos árboles dan cien mazorcas; otros, a ochenta; otros, a sesenta, y otros, a
cuarenta, y otros, a menos. Y otros, no dan ninguna.
Estas huertas de cacao están [algunas] dellas en llano, y otras, en lomas, u otras, en laderas, conforme a las tierras
que los pueblos tienen. Son tierras de regadío. De vera[no] se riegan, porque, en tiempo de aguas, no hay necesidad.
Estos árboles son muy delicados, porque, si les da el sol, los quema y no dan fruto, y, si tienen mucha sombra, se pudren
las mazorcas y el cacao, y, si les da el viento, las derriba de los árboles y no llegan a maduras. Y, para remedio de que
ninguna cosa de las dichas les haga daño, ponen árboles grandes entre medias de los árboles del cacao, que se llaman
“madres del cacao”, que son altos, y les detiene y defiende del viento (y la humedad no les hace daño) , y que el sol no
sea tan recio, ansí por estar altos, como [por] estar estos árboles bien compasados y puestos por orden, ansí estas
madres del cacao, como los árboles del cacao.
Hay milpas destas que tienen a quince y a diez, y a ocho y a cinco, y a cuatro y a tres mil pies de cacao (quinientos o
trescientos pies, más o menos), y cada día, y cada año, van plantando más milpas nuevas y quitando los árboles viejos,
y, en el propio lugar, ponen otros nuevos. Y ansí, van cada día en mucho aumento.
Los indios no tienen ningún trabajo en el beneficio destas milpas, si no es quitarles alguna yerba que se cría debajo
de los árboles, y regarlas los veranos, y coger el fruto dellas. Y ansí, viven descansando en sus casas, porque, para esto,
tienen muchos indios que les van a sus casas [a] alquilar para lo hacer, sin que ellos lo procuren. Y ellos van en sus
caballos a los ver, y están un rato con ellos y se vuelven a sus casas.
Las ciudades, villas y lugares que vuestra majestad tiene en la provincia de Guatemala y su distrito, y los vecinos que
cada una dellas tiene, las leguas que hay de una a otra, son las siguientes:

LA CIUDAD DE GUATEMALA

La ciudad de Guatemala (ya está dicho y declarado en la parte y lugar que está) tendrá más de quinientos vecinos.

LA CIUDAD REAL DE CHIAPA

La ciudad real de Chiapa está desta de Guatemala casi ochenta leguas. Está asentada en un llano. Es tierra muy
fría, más que la de Guatemala. Está aquí la iglesia catedral y la Silla del obispo desta provincia. Tendrá como doscientos
vecinos.

LA VILLA DE LA TRINIDAD

La Villa de la Trinidad, que por otro nombre se llama Cenzonatle, es porque está junto a ella un río que pasa por un
lado, y el río se llama Cenzonatle, que quiere decir “cuatrocientas aguas”. Toman en este río truchas, que es muy lindo
pescado, muy delicado, y el agua es muy buena y delgada. Es tierra caliente, pero muy sana. Está, de Naolingo, [a]
media legua, y de los Izalcos, [a] una legua, y de la ciudad de Guatemala, [a] treinta leguas. Tiene más de trescientos
vecinos, y aquí hay mucha contratación de ropa y [de] cacao.

LA CIUDAD DE SAN SALVADOR

La ciudad de San Salvador está [a] doce leguas desta Villa de la Trinidad, en el camino real que va, de Guatemala, a
la villa de San Miguel y provincia de Nicaragua. Está asentada en un llano. Es tierra caliente y sana. Tendrá sesenta
vecinos, y los más dellos son encomenderos de indios.

LA VILLA DE SAN MIGUEL

La villa de San Miguel está [a] veinte leguas desta ciudad de San Salvador, en el dicho camino real, y, de la ciudad
de Guatemala, está [a] sesenta leguas. Está esta villa asentada en un llano, tierra caliente, sana. [A] tres leguas desta
villa está la Mar del Sur, adonde se toma mucho pescado fresco para el bastimento de los vecinos desta villa. Tendrá
sesenta vecinos. Son casi todos encomenderos de indios.

LA CIUDAD DE COMAYAGUA

La ciudad de Comayagua, volviendo hacia la Mar del Norte, que es el Puerto de Caballos, está [a] treinta leguas
desta villa de San Miguel, y de Guatemala, por otro camino, [a] noventa leguas. Está asentada en un llano valle muy
bueno, tierra templada y sana. Está, en esta ciudad, la iglesia catedral y la Silla del obispo desta provincia, que se llama
de Honduras. Está esta ciudad [a] treinta y cinco leguas del Puerto de Caballos, que es adonde vienen los navíos de
Castilla con mercaderías para la provincia de Guatemala. [A] quince leguas desta ciudad, hay muchas minas de plata, la
mejor que se saca en esta Nueva España porque, demás de ser muy fina, participa de oro. Habrá en esta ciudad más de
cien vecinos.

LA CIUDAD DE GRACIAS A DIOS

La ciudad de Gracias a Dios está de Comayagua [a] treinta leguas, y de la villa de San Miguel, otras tantas, y del
Puerto de Caballos, [a] treinta y cinco leguas. Está esta ciudad asentada en un llano, buen temple de tierra, ni fría ni
caliente. Es sana. Tendrá más de setenta vecinos.

EL PUERTO DE CABALLOS

Puerto de Caballos, ya está dicho que allí vienen los navíos de Castilla que traen las mercaderías para la provincia
de Guatemala. Y asimismo se ha dicho lo que hay [de distancia] de las ciudades de Comayagua y [de] Gracias a Dios,
porque está en triángulo destas ciudades y puerto. Es enfermo, porque es muy caliente y es como una caldera. Y habitan
en él tan solamente el tiempo que los navíos están allí. Y [durante] este tiempo, están allí los oficiales de vuestra
majestad, y los mercaderes que van a comprar a los navíos las mercaderías que traen. E, idos los navíos de Castilla, se
van los oficiales y las demás personas, por ser el puerto tan enfermo.

LA CIUDAD DE SAN PEDRO [SULA]

La ciudad de San Pedro está [a] doce leguas del Puerto de Caballos, que es donde residen y están de asiento los
oficiales de vuestra majestad y algunos vecinos, que, por todos, habrá como treinta, poco más o menos. Es tierra caliente
y enferma. Está esta ciudad, de la de Guatemala, [a] poco más de cien leguas de camino fragoso y de sierras.

LA CIUDAD DE TRUJILLO

La ciudad de Trujillo está, por la mar, [a] cuarenta leguas de Puerto de Caballos, que es donde hacen escala los
navíos que vienen de Castilla al dicho Puerto de Caballos con mercaderías. Y de la ciudad de Guatemala, está como [a]
ciento cuarenta leguas. Es tierra caliente y enferma. Tendrá como veinticinco vecinos, poco más o menos.

LA VILLA DE LA CHOLUTECA

La villa de la Choluteca está cerca de la provincia de Nicaragua, en el camino real. Hay, de la ciudad de Gracias a
Dios a esta villa, treinta leguas, y de la villa de San Miguel, otras treinta. Está asetada en un llano, junto a un río muy
grande. Es tierra caliente y sana. Tendrá veinte vecinos.

OLANCHO Y NUEVA SEGOVIA

Olancho y Nueva Segovia están hacia la Mar del Norte, como [a] treinta leguas de la villa de la Choluteca. Son dos
pueblos pequeños, como [a] cinco leguas uno del otro. Tendrá cada uno como quince vecinos. Están allí, porque algunos
dellos tienen unos indezuelos de encomienda, y algunas minas de que sacan oro, y estancias de ganado de que se
sustentan. Es tierra templada y sana.

LA VILLA DEL REALEJO

La Villa del Realejo es puerto de la Mar del Sur, adonde los navíos que van desta Nueva España al Perú hacen
escala, y los que vienen del Perú, ni más ni menos. Es puerto muy provechoso, porque en él se hacen muchos navíos,
ansí para la navegación de la Mar del Sur como para la China, porque hay muchas maderas y muy buenas, y mucha brea
y jarcia, y todo lo necesario. Es tierra caliente y algo enferma. Tendrá como treinta vecinos.

LA CIUDAD DE LEÓN

La ciudad de León está [a] doce leguas desta Villa de Realejo, la tierra adentro. En esta ciudad está la iglesia
catedral y la Silla del obispo de Nicaragua, por ser el mejor pueblo que en esta provincia hay. Y está ahora menoscabado
y las casas caídas, porque, en cayéndose, no hay [cómo] volverlas [a] alzar, por el poco posible que los vecinos tienen.
Está asentada esta ciudad en un llano, en un arena[1] a la orilla de la laguna, que tiene treinta leguas de largo y corre
hacia la Mar del Norte. Hay en ella mucho pescado, de que se sustentan los vecinos españoles e indios. Todos los más
vecinos que aquí hay tienen indios de encomienda. Es tierra caliente y sana. Tendrá como ciento veinte vecinos.

LA CIUDAD DE GRANADA

La ciudad de Granada está [a] dieciocho leguas desta ciudad de León, yendo por el camino real hacia Costa Rica.
Está asentada esta ciudad en un llano, junto a la orilla [de una laguna] que tiene sesenta leguas de largo. Y la laguna de
León desagua en ésta, y ésta desagua en el Desaguadero que va a Panamá y a Nombre de Dios. Aquí hacen muchas
fragatas grandes, que van por este Desaguadero con muchos bastimentos, ansí de maíz, miel, sebo, gallinas y otras
muchas cosas, a Panamá y [a] Nombre de Dios. Habrá en esta ciudad más de cien vecinos, y muchos dellos tienen
encomiendas de indios. Es tierra caliente y sana.

EL PUEBLO DE NICOYA

El pueblo de Nicoya está desta ciudad de Granada, yendo para Costa Rica, [a] poco más de cuarenta leguas. Es
pueblo de indios, y el postrero de la provincia de Nicaragua. Siempre hay aquí corregidor, proveído por el presidente [y]
gobernador de la Real Audiencia de Guatemala. Es puerto de mar, y el postrero que hay para la navegación del. Perú. Y
deste puerto, en doce días, los navíos que van al Perú toman tierra del Perú. Y, entre este puerto y la ciudad de Granada,
está el Golfo del Papagayo que dicen, que es un abra entre dos sierras, que entra el norte por ella, de que hace levantar
la mar, y dura como medio día o media noche. Conforme a como dura el viento, ansí duran las olas y alteración de la mar.

LA CIUDAD DE CARTAGO

La ciudad de Cartago, que por otro nombre se llama Costa Rica, que es la que se ha descubierto de treinta y cinco
años a esta parte y se ha poblado para la conquista de aquella tierra, y se ha descubierto hasta Panamá por tierra. Está
asentada esta ciudad en una sabana, que es un llano muy grande que tiene más de doce leguas de largo, y más de seis
leguas de ancho. Es tierra de buen temple y sana, y se coge en ella todas las semillas y cosas que siembran.
Cerca de aquí, hay indios de guerra belicosos. El traje dellos es de indios mexicanos, y la lengua ni más ni menos.
Vase, desde esta ciudad de Panamá, por tierra, y así fue Juan Vázquez de Coronado [1560], gobernador que fue de
Costa Rica y alcalde mayor de la provincia de Nicaragua, proveído por la Real Audiencia, cuando fue a estos reinos de
Castilla a dar noticia a vuestra majestad de aquella tierra, y llevó aguilillas y patenas y otras piezas de oro, y vuestra
majestad le proveyó por adelantado della con la conquista. Y por este camino que digo, los que pasaren por él han de ir
de diez personas para arriba, armados, y llevar bastimentos para el camino hasta llegar a los indios que están cerca de la
ciudad de Panamá, que son de paz. Habrá en esta ciudad de Cartago más de ochenta españoles. Y todas las ciudades y
villas que atrás van declaradas están pobladas de españoles.

[CONCLUSIÓN]

Y, si, vuestra majestad fuere servido de que estos pueblos y prorindas se cuenten y se haga como digo, mandará
vuestra majestad enviar provisión para ello, la minuta de la cual va con estos avisos y se hará en todo servicio a vuestra
majestad, como en los avisos que tocan a la Nueva España va declarado, y en la carta que asimismo envío. Porque es
verdad que se me hace cargo de conciencia que ansí pase, y que no haya quien haya dado ni dé noticia a vuestra
majestad de cosa tan cierta y llana y de tanta verdad, como en estos avisos que envío es y pasa. Visto todo por vuestra
majestad hará en ello lo que más sea servido. Católica Real Majestad. De vuestra majestad menor criado, Juan de
Pineda (rúbrica).
1 ASGHG, 1/4 (jun 1925) : 327-363; Relaciones históricas y geográficas de América Central, vol. 8 de la Colección de Libros y Documentos Referentes a la
Historia de América, ed. de Manuel Serrano y Sanz, Madrid, 1908, pp. 415-471.

2 Ver Milla, Historia de la América Central, II Guatemala: EMEP, 1963, p. 137.

3 Remesal, Historia general, lib. 11, cap. xIv.

4 Serrano y Sanz, O. cit. en la nota 1, p. LxxvIII.

5 Serrano y Sanz, Ibid.

6 Torquemada, Monarquía indiana, lib. 5, caps. 27 y 35.

7 Torquemada, O. cit., lib. 5, cap. 36.

8 Serrano y Sanz, O. cit., p. LxIx.

9 Serrano y Sanz O. cit., p. LxxvII.

10 Serrano y Sanz, O. cit., p. LXXIII

11 Serrano y Sanz, O. cit., pp. LxxvIII-LXXIX.

12 El rey Felipe II de España nació el 21 de mayo de 1527.

13 Pineda probablamente se equivoca respecto al año de este alzamiento. Torquemada (lib. 5, cap. xI) dice que “esto pasó el año de 1549”. La conspiración fue
denunciada por Sebastián Lasso de la Vega y Gaspar de Tapia. Los cabecillas eran Juan Román, Juan Venegas y “otro italiano”. Ver, también J. I. Rubio Mañé,
Introducción al estudio de los virreyes..., II, México: UNAM, 1959, pp. 3-4.

14 Luis de Velasco, el viejo, asumió el cargo de virrey de Nueva España en 1551. Ver Torquemada, Monarquía..., lib. 5, caps. xIII-xIv.

15 No hemos podido establecer con exactitud la fecha en que se pobló la villa de la Trinidad, conocida 'actualmente por el nombre de Sonsónate. Según los
datos que. proporciona Pineda, habría sido entre los años de 1553 y 1554.

16 Del licenciado Juan Cavallón se dice que la Audiencia de Guatemala, de la cual era fiscal, le confirió el cargo de alcalde mayor de Nicaragua en 1560 (ver
Milla, Historia..., II, Guatemala, 1963, p. 137); pero, según apunta Mendieta (Historia eclesiástica indiana, lib. 4, cap. Ix), Cavallón llegó a Nicaragua,
procedente de España, hacia 1550. Ver, también, Vázquez, Crónica..., I (Guatemala, 1937): 239. Ningún documento hemos encontrado que haga mención de
Juan Gaitán y de su alzamiento.

17 La Audiencia de los Confines que residía en Gracias a Dios, Honduras, se trasladó formalmente a Guatemala en 1549 bajo la presidencia del extremeño
Alonso López Cerrato. Durante este año, tuvieron lugar los trágicos conflictos que provocaron en Nicaragua los hermanos Contreras y un aventurero llamado
Juan Bermejo

18 Ningún dato hemos podido encontrar referente a este bachiller Almaraz, hidalgo de Salamanca, padre de Beatriz de Oliver.

19 Todo lo que se puede conjeturar es que se trata del Pedro de Paredes que participó en la conquista de los mames, y “que recibió cerca del lagrimal un golpe
de saeta de que le quedó el párrafo desalentado y caldo”. Ver Fuentes y Guzmán, Recordación..., lib. 8, cap. xIx.

20 Las trágicas muertes de fray Domingo de Vico y de fray Andrés López acaecieron en el mes de noviembre de 1555.

21 El 3 de enero de 1559, por voz de Juan de Vargas, se pregonó en la plaza pública de Guatemala la cédula real que autorizaba la creación de un ejército para
ir a “pacificar” a los lacandones. Se nombraba, por capitán general de las fuerzas, al licenciado Pedro Ramírez de Quiñónez, natural de León. Ver. Remesal,
Historia general, lib. 10, caps. xI-xII.

22 Es muy posible que, en este caso, Pineda diga la verdad; pero hay que tener en cuenta que los españoles que respondían a estas convocatorias eran hidalgos
y nobles, a cuya costa y minción corría el proveimiento de sus caballos y armas.

23 El licenciado y clérigo Francisco Briseño, natural de Corral de Almaguer, oidor que había sido en el Nuevo Reino de Granada, Colombia, llegó a Guatemala en
agosto de 1564. Ver Remesal, Historia general, lib. 10, cap. xvIII.

24 El licenciado Juan Martínez o Núñez de Landecho, natural de Vizcaya, dio residencia ante el licenciado Briseño, así como los oidores y demás oficiales de la
Audiencia, durante la segunda mitad de 1564. Remesal propala la leyenda difamatoria de que fue arrestado en su casa por sus malos manejos administrativos y
de que, temiendo mayores castigos, huyó secretamente de Guatemala hacia el Golfo Dulce, donde “metióse en una barca y al salir a la mar le sobrevino
temporal y nunca más pareció”; pero Bernal Díaz del Castillo dice que “su majestad mandó que el licenciado Landecho fuese con cargo de oidor al Perú ...” y
que, “llegado a Panamá, falleció (Historia verdadera..., cap. 214) .

25 En blanco en el original.

26 No puede ser. Landecho empezó a presidir la Audiencia de Guatemala en 1559.

27 “Cuatrocientos ríos”, hoy Sonsonate.

28 La carga tenía 3 xiquipiles, y el xiquipil, 8 mil granos de cacao.

29 Uno de los primeros pobladores de Guatemala, desempeñó varios cargos administrativos de importancia: alcalde ordinario en 1574, 1593 y 1597; procurador
síndico en 1580; comisario de la ciudad en 1578, y procurador general ante la corte española en 1576.

30 Se trata de Chiquimula de la Costa. Sabemos que estaba, o estuvo, encomendado en Cristóbal de Celada, cura y vicario del dicho pueblo, gracias a la
“Relación del obispado de Guatemala, 1572”. Ver Apéndice II.

31 Nos consta que desempeñaba un cargo importante en el cabildo eclesiástico de Guatemala, gracias a un breve documento que reproduce Vázquez [Crónica, I
(Guatemala, 1937): 129], fechado a 31 de agosto de 1574 y firmado por Martín Diaz y el canónigo Cepeda.
32 Se trata de Patzum, actualmente en el departamento de Chimaltenango.

33 Etimología desconocida. Eran unos pececillos que llaman los cakchiqueles zakil car.

34 Probablemente del mexicano oztom (ecatl) , cal (li) , -co, “en la casa de los mercaderes”.

35 Ver Apéndice II, nota 20.

36 Es, desde luego, extraño que Pineda no haga mención del pueblo de San Bartolomé, pero eso no significa que hubiera desaparecido. Ver Introducción a la RG
de Santiago Atitlán.

37 Ver Apéndice II, nota 17.

38 Del mexicano tepuzqui, “hecho de cobre”.

39 Del mexicano ocelo (tl), -tlan, “lugar de tigres”.

40 Diego de Guzmán tuvo algunos problemas serios con la justicia, y fue objeto de graves acusaciones respecto a la administración de su encomienda. Ver
Apéndice II, nota 3.

41 Es muy cuestionable la cronología que aquí propone Pineda. Según los datos autobiográficos contenidos en la Relación de sus méritos, habría llegado a
Guatemala durante la presidencia de Cerrato y habría ayudado a sofocar las rebeliones de Nicaragua (1549) ocasionadas por la promulgación de las Nuevas
Leyes. Por otra parte, el licenciado García de Valverdi tomó posesión de la presidencia de Audiencia de Guatemala en noviembre de 1578.


GLOSARIOS
VOCES INDIGENAS
ACABOXUL: “todos estos dichos hombres estaban en posición de duques y condes, y marqueses y caballeros, e
hijosdalgo y otros hombres principales” (Apéndice I).
ACU HAY: Ver Acaboxul.
ACHIOTE: “hay unos árboles hojosos y siempre verdes, que dan por fruta unos como erizos de castaña, que tienen
dentro unos granillos con un baño encima como de grana. Estos granos toman los indios en cantidad y cuécenlos
mucho, hasta que sale todo aquel color y grasa de los granos en el agua, y dello tracen unas tortillas” (Apéndice V).
AGUATEPEC: del mexicano ahuaca (ti), tepe (ti), -c, “en el cerro de aguacates”.
AGUACATEPET: del mexicano ahuaca (t1), tepet (1), “cerro de aguacates”.
AH TZIH VINAK: “maestro, sabio”.
AH Tziquini Hay: “señor de la casa del pájaro”.
AH UCHAN: del zutuhil, “orador, retórico”.
AMAC TZUTUHILE: del zutuhil, “flores de maíz del pueblo”.
AQUIBI HAY: ver Acaboxul.
ATEMPA MAZEGUA: del mexicano, “bailar” o “merecer cerca del río”. AxIN: “masa y betún de un género de gusanos; es
medicinal”. Etimología desconocida. En cakchiquel, nih.
AYATE: “hábito de algodón, cuadrado, como de vara y media en cada cuadra”. De mexicano ayatl, “manta delgada de
algodón o de maguey”.
AYOTL: calabaza; del mexicano ayotli.
CALEL: título de un señor principal, del zutuhil.
CAMOTE: del mexicano camotli, “batata”.
CIHUA TEUTL: del mexicano, “diosa mujer”.
CINQUIMIL: del mexicano cen quimilli, “una veintena (de mantas) “. COPAL: del mexicano copalli, “una especie de
incienso”.
COXOLOTLEs: pavas y pavones tan grandes como gallinas de la tierra; del mexicano co (atl), xolotl. Tal vez el que los
españoles llamaron “faisán real”; penelope purpurescens, Wagl.
CHACHALACA: del mexicano, “hablar mucho, o gorgorear las aues”; ortalida Mac Calli, Bairé.
CHALCHIHUITL: “unas piedras verdes de muy gran valor y tenidas en más estima entre ellos, más que nosotros las
esmeraldas” (Bernal Díaz, Historia, cap. 40).
CHI AA: del zutuhil, “junto al agua”.
CHOCHOS: etimología desconocida; ciertos perrillos.
ESCAHUIPIL, ESCAOPIL: del mexicano ichca (tl), huipilli, “camisa de algo dón”; arma defensiva.
HECACOATL: del mexicano eheca (t1), coati, “culebra de viento”.
HOXQ: del zutuhil, “sarna o jiote”.
HUEY NACAZTLI: del mexicano, “oreja grande”.
HUIPIL: del mexicano huipilli, “camisa”.
HUN 4AT: un día del almanaque sagrado zutuhil, “1-lagartija”.
ITZQUEYE: del mexicano itz (tli), cueyi (ti), “falda de obsidiana”.
IZTAC TLAMACAZ: del mexicano, “sacerdote blanco”.
KAN TI: del maya, “boca amarilla”.
LOL MAY: del zutuhil, etimología dudosa; un dignatario.
MACEHUAL: del mexicano, “merecedor de mercedes, bailarín, penitente”.
MASTEL: del mexicano nzaxtatl, “bragas o cosa semejante”.
MATUL: del zutuhil, “yerba a manera de beleño que, bebiendo la hoja o la semilla vuelve loco”; en mexicano, tlapati.
MAXTLI: del mexicano, “faja, faldón, bragas”.
MAZACOATL: del mexicano, “culebra venado”.
MITOTE: del mexicano mitotia, “bailar”.
MUx: del zutuhil, “orejuela”, una yerba.
NAGUALAT: del mexicano naualli, atl, “río del brujo”.
NAHUA ZAPOTE O NANAHUA ZAPOTE: del mexicano, “zapote buboso”.
NATZTI HAY: del zutuhil, etimología dudosa.
NAUITIA: del mexicano, “cuatrear, hacer algo cuatro veces”.
OCELOTL: del mexicano, “tigre”.
OCOTE: del mexicano ocotl, “tea, raja o astilla de pino”.
OLOMINA: etimología desconocida; ciertos pececillos.
OSOLUTLAN: del mexicano ocelo (tl), -tlan, “lugar de tigres”.
OXI 4AHOL: del zutuhil, “tres hijos” o “tres muchachos”.
PA TOLUL O PA TULUL: del zutuhil, “lugar de zapotes”.
PATASTLE, PATAXTLE: probablemente del mexicano, etimología desco nocida.
PEK: del zutuhil, una especie inferior de cacao llamado pataxte.
PICIETLE: del mexicano picietl, “tabaco”.
PILHUAN: del mexicano pilhuan o tepilhuan, “hijos e hijas”.
PIZOTE: del mexicano pizotl, “puerco”.
POCHOTL: del mexicano, “ceiba”.
POT: del zutuhil, “camisa”.
QUAUHTLI: del mexicano, “águila”.
QUAUHXONEQUIL: del mexicano quauh, xonecuilli, “árbol de pie torcido”.
QuI OH: del zutuhil, “muchos aguacates”.
QUICI HAY: del zutuhil, etimología desconocida; tal vez se refiere al linaje de los zihay, de Santa Catarina Ixtlahuacan.
SUCHILES, SUCHIT: del mexicano xochitl, “flor”.
SUCHINACAZTLI: del mexicano, “oreja florida”.
SUCHIPATLE: del mexicano, “medicina florida”.
TALUC: un ídolo; etimología desconocida.
TAMEME: del mexicano tlameme, “cargador”.
TECPA: del mexicano tec (utli) y -pa o -pan, “donde reside el señor”;casa real o palacio.
TECPAN TOTOTL: del mexicano, “casa del señor del pájaro”; en zutuhil, Ah tziquina hay.
TECTI: del mexicano tec (u) t (1) i, “señor, caballero”.
TECUZISTLAN: del mexicano tecciz (tli), -tlan, “lugar de caracoles gran des”; antiguo nombre del pueblo de Rabinal.
TEHUAMATLINI: del mexicano teu (tl), amatlini, “el que hace o sabe de los libros divinos”.
TEMAZATL: del mexicano te (t1), mazatl, “venado piedra”.
TEPEMECHIN: del mexicano tepe (t1), michin, “pescado serrano”.
TEPEISCUINTLE: del mexicano, “perro serrano”.
TEQUECHUL: del mexicano te (t1), quechulli, “pájaro piedra”; cierta especie de pavos.
TEQUITLATO: del mexicano, “mandón o merino, o el que tiene cargo de repartir el tributo o el tequio a los maceuales”.
TEUPA: del mexicano teu (t1), -pa, “donde está dios”; templo, iglesia.
TEURIXQUI: del mexicano, “guardián del dios”.
TEZONZAPOTES: del mexicano lezon (tli), zapotl; también conocido por la voz antillana, mamey.
TIANGUIS: del mexicano tianquiz, mercado”.
TIPUSGUE: del mexicano tepuzqui, “cosa de cobre”; una moneda.
TLAMACAZ COATL: del mexicano, “culebra sacerdotal”; en Guatemala se la conoce actualmente como “culebra
tamagaz”.
TLILCOATL: del mexicano tlil (1i), coatl, “culebra tiznada o negra”; ver su descripción en Sahagún, Historia general, lib.
11, cap. Iv, par. 3.
TOCHOMIT: del mexicano tochomitl, “pelo de conejo”.
TONALMILLE: del mexicano, “siembra de verano”.
U CHICH C'UC': del maya, “pájaro de pluma preciosa”.
U HALAU: del maya, “el que se transforma, hechicero”; un animal que los mexicanos llaman tepeiscuintli.
U TZ'IC C'UC': del maya, “pájaro de pluma preciosa”.
UTLATLAN: del mexicano otla (t1), —tlan, “lugar de cañas”. vux: del maya, “falda, enagua”.
UZAMA: lectura y etimología dudosa; tal vez Itzamna.
XAH POT, XAH POTA CHIH: del zutuhil, “cierta armadura como peto que usaban en las guerras”.
XAHUACTEPETL: del mexicano xahuactli, “ciertas cañas de que hacían bordones”, y tepetl, “cerro”.
XAHUACTLE: del mexicano, “ciertas cañas de que hacían bordones”.
XE OH: del zutuhil, “bajo los aguacates”.
XICOL: del mexicano xicolli, “prenda de ropa similar al chaleco; cotón, veste sin mangas, que cubre el tórax en parte, por
estar abierto, y toda la espalda”.
XIOTE O JIOTE: del mexicano xiotl, “empeine o sarna, o lizo para urdir tela y tejerla”.
XIQUIPIL: del mexicano xiquipilli, un montón de granos de cacao que sumaba 8 mil.
XOCOTE O JOCOTE: del mexicano, xocotl, “fruta”; algunos los llaman “ciruelas de la tierra”.
XUCHIPATLI: del mexicano, “medicina florida”.
ZAKI BUK: del zutuhil, “incensario blanco”; nombre de un ídolo.
ZAKI 4UL: del zutuhil, “manta blanca”.
ZAL O ZAL PICH: del zutuhil, “sarna o jiote”.
ZENZONATL: del mexicano cen, tzon (tli), atl. “cuatrocientos ríos”.
ZOHOT: del zutuhil, una variedad de sarna o empeine.
ZONTLES: del mexicano tzontli, un montón de cuatrocientos granos de cacao.
ZOTZ CHE O ZOTZ TE: del maya, “árbol murciélago”.

VOCES Y LOCUCIONES ESPAÑOLAS POCO COMUNES


ABRA: bahía no muy extensa; abertura ancha y despejada entre dos montañas.
ACARRETO: acarreo.
AGUADAS VIVAS: crecientes del mar hacia el tiempo de los equinoccios,
o en el novilunio y el plenilunio.
AGUADAS MUERTAS: mareas menores, en los cuartos de luna.
AHAJAR: ajar.
AHILARSE: desfallecer por, falta de alimento; criarse débiles las plantas
por falta de luz.
AHITO: indigestión o embarazo de estómago.
ALBARRADA: reparo para defenderse en la guerra; pared de piedra seca.
ALCALDE: presidente del ayuntamiento o cabildo de cada pueblo. Administraba justicia como juez ordinario y
representaba al gobierno. En Guatemala, eran alcaldes ordinarios los que presidían el cabildo de la ciudad, y
mayores, los que representaban al gobierno en los pueblos cabeceras. Así se distinguía de los alcaldes ordinarios
locales.
ALFARJIA: madera de sierra, por lo común de 14 centímetros de tabla y 10 de canto, sin largo determinado, empleado
principalmente para cercos de puertas y ventanas.
ALGALIA: sustancia untuosa, blanca, que luego pardea, de olor fuerte y acre. Se saca de la bolsa que cerca del ano tiene
el gato de algalia y se emplea en perfumería.
ALMASTIGA, ALMACIGA: resina clara, translúcida, amarillenta y algo aromática; árbol de la familia de las terebintáceas,
que llega hasta ocho metros de altura; su resina se emplea para curar los resfriados y para otros fines medicinales.
ALMÁTICA: dalmática.
AMOSTRAR: instruir o enseñar.
ANADONES: pollos del ánade o pato.
ANDANA: orden de algunas cosas puestas en línea.
ANSARONES: pollos del ánsar o ganso.
AREYTO: voz antillana para designar ciertos bailes acompañados de canto.
ARFAR: cabecear.
ARRIAS: recuas.
AZOFAIFA: fruto del azofaifo, de poco más de un centímetro de largo, encarnado por fuera y amarillo por dentro, dulce y
comestible. BARRIAL: barrizal; tierra gredosa o arcilla.
BATAN: máquina generalmente hidráulica, compuesta de gruesos mazos de madera, movidos por un eje, para golpear,
desengrasar y enfurtir los paños.
BATATA: camote.
BERMEJUELOS: pececillos de variados colores, aunque el común es de lomo negruzco y vientre rojizo.
BIJAO: voz antillana que designa a una especie de palma, cuyas hojas se usan en tierra caliente para cubrir los techos de
las casas y, a veces, las paredes.
BILMAS: cataplasmas; lienzo cubierto de emplasto que se aplica en el cuerpo para ciertas dolencias.
BOL ARMÉNICO: arcilla rojiza que se importaba de Armenia, usada en medicina, en pintura y como aparejo en el arte de
dorar.
BRAZA: medida de longitud equivalente a un metro 67 cm aproximadamente.
BUEY DE AGUA: golpe o caudal muy grueso de agua que sale por un encañado, canal o nacimiento.
CABEZO: cerro alto o cumbre de una montaña, y también montecillo aislado.
CALZONTE: maderos recios que se disponen en forma adecuada para que carguen cosas pesadas.
CAMALOTE: planta acuática que tiene el tallo largo y hueco, y la hoja en forma de plato.
CANCRO: cáncer.
CARGA DE CACAO: medida de capacidad que se usaba en América durante la época colonial. Equivalía a 3 xiquipiles
de cacao, esto es, a 24 mil granos.
CARNE MANIDA: pieza de la res que no se toma caliente y recién muerta, sino que se deja enfriar.
CATAS, hacer: buscar algo cuidadosamente.
CAZABE: voz haitiana que significa “pan de yuca”.
CEBARSE: entregarse con mucha afición a alguna cosa.
CECINA: carne salada, enjuta y seca.
CERCA DE: acerca de.
CIDRA: fruto del cidro, semejante al limón, y comúnmente mayor, oblongo y algunas veces esférico.
CIRUELAS DE LA TIERRA: jocotes.
COBERTERA: cubierta o tapa.
COCAR: halagar a uno con fiestas o ademanes.
COMETER: confiar a alguien algún negocio o comisión.
COMO: conforme.
COMPLETAS: parte del oficio divino, con que se terminan las horas canónicas. Se rezan o se cantan.
CONTINO. NA: continuo, continua.
CORREGIDOR: magistrado que en su territorio ejercía la jurisdicción real con mero y mixto imperio, y conocía de las
causas contenciosas y gubernativas, y del castigo de los delitos.
COSETE: coraza ligera, generalmente de cuero.
COQUILLOS: voz antillana para designar los zancudos.
COTARAS: especie de sandalias hechas de henequén. En Honduras, cutarras, zapatos altos hasta la caña de la pierna y
con orejuelas.
CUARTANA: calentura que entra con frío, de cuatro en cuatro días.
CUENTA DE GUARISMO: números.
CHINCHORRO: embarcación de remos, muy chica.
DE SUSO: de arriba.
DE YUSO: de abajo.
DEPRENDER: aprender.
DERRAMA: contribución temporal o extraordinaria; repartimiento de un gasto eventual, y más señaladamente de una
contribución.
DIMINUCIÓN: disminución.
DUENDO. DA: manso, doméstico.
ELECCIÓN: manera de ser espontánea y libre.
EMPECER: impedir, obstar.
ENCOMENZAR: comenzar.
ENEA: planta tifácea que crece en sitios pantanosos, hasta dos metros de altura, con tallos cilíndricos y sin nudos, hojas
envainadoras por la base y flores en forma de espiga. La fibra de las hojas y tallos se usa para tejer ciertos artículos.
ESTADO: medida de longitud para apreciar alturas o profundidades, equivalentes a un metro 96 cm aproximadamente.
ESTROLABIO: astrolabio.
GAZAFATÓN: disparate o yerro en el hablar.
GORMAR: vomitar.
GRIFO: animal fabuloso, de medio cuerpo arriba águila, y de medio abajo león.
GUARDIÁN DEL CONVENTO: entre los dominicos, el que presidía en la comunidad conventual y hacía de prior. Solía ser
cargo anual y lo confería el capítulo.
HACER RIZA: causar gran destrozo y mortandad, especialmente en la guerra.
HARPAR: hacer tiras o pedazos alguna cosa, dividirla, cortarla.
HORAS (CANÓNICAS): las diferentes partes del oficio divino que la Iglesia acostumbra rezar en distintas horas del día;
como maitines, prima, vísperas.
HURTARSE AL OFICIO: apartarse del oficio, distraerse.
INJERTO: nombre que recibe en Guatemala una fruta de hueso parecido al zapote y de gusto muy semejante. La cáscara
es lustrosa y ligera mente rojiza, bastante delgada.
JERVILLA: zapato ligero y de suela muy delgada.
LEGUA: medida itineraria equivalente a 5 572 metros. Nuestros textos a menudo aluden a ellas calificándolas de “largas”,
“grandes”, “muy grandes”, “cortas”. Tales apreciaciones dependen del factor tiempo, accidentes geográficos y clima.
LESSUESTE: viento medio entre el leste y el sueste; región situada hacia el sitio de donde sopla este viento.
LESTE: este.
LIGAGAMBA: cinta o listón con que se aseguran las medias y los calcetines; venda o faja.
LOMILLO: parte superior de la albarda, en la cual por lo interior queda un hueco proporcionado al lomo de la caballería.
MAL DE PIEDRA: el que resulta de la formación de cálculos en las vías urinarias.
MAMEY: voz caribe que designa un fruto esférico, de unos 15 cm de diámetro, de corteza verduzca, correosa y delgada,
pulpa amarilla, aromática, sabrosa, y una o dos semillas del tamaño y forma de un riñón de carnero.
MANCAR: lisiar, herir a uno en las manos, hacer manco.
MANDADO: orden, mandato.
MEDANO: promontorio de arena casi a flor de agua, en paraje en que el mar tiene poco fondo.
MENGUANTE DE LA MAREA: bajamar, descenso del agua del mar por efecto de la marea. Se opone a creciente de la
marea o pleamar.
MENJUI: cierto bálsamo aromático que se obtiene haciendo incisiones en la corteza del árbol que lo produce.
MENUDO: refiriéndose a las personas, designa a la gente plebeya, de poca calidad.
MINISTRIL: el que en funciones de iglesia y otras solemnidades tocaba algún instrumento de viento.
MOLDE: papeles de, escritos de: impresos.
MOLLEDO DEL BRAZO: la parte carnosa y redonda.
NAVAL: tela de lino, no muy fina, fabricada en Morlés, ciudad de Bretaña.
NO EMBARGANTE: sin estorbar, sin que lo impida, sin embargo.
NORUESTE: noroeste.
OSNORUESTE: hacia el noroeste.
PAPO: parte abultada del animal entre la barba y el cuello; buche.
PARECER: comparecer, hallarse presente.
PARTIR TÉRMINOS: tener frontera con.
PELLATES DE ARENA: montoncillos de arena.
PIE DE CACAO: tronco, planta.
PIEDRA BEZAHAR: cálculo que suele formarse en las vías digestivas o uri narias de algunos animales.
POR JUBILEO: rara vez.
PRESILLA: cordoncillo de seda u otra materia, cierta especie de lienzo.
PROCEDIENTE: procedente.
PROPINCUO: cercano.
RARIDAD: rareza, cosa poco común.
RECUEROS: arrieros, conductores de recua.
RENES: riñones.
RESTRIÑIDURA: estriñimiento.
RETAZAR: hacer piezas o pedazos una cosa, cortar, harpar.
RUA, caballo de: caballos de silla, de buen paso, para montar.
RUAN: tela de algodón estampada en colores.
SABER A LA PEGA: no conocer a fondo, sino muy por encima.
SALVAJE: selvaje, terreno inculto, poblado de árboles.
SALVAJINA: fieras monteses; carne de estos animales.
SALIR FUERA DE SU NATURAL: salir del pueblo natal.
SANGRADERA: desaguadero.
SARAGÜELES: ver zaragüelles.
SEMBRAR DE TEMPORAL: sembrar en la temporada de aguas. Se opone a sembrar de regadío, que es hacerlo en
tiempo de seca, que el labrador tiene que regar.
SOLADA: suelo.
SUESTE: sudeste o sureste.
TABARDETE: insolación, tifus.
TENER A LA BRISA: tener al norte.
TERCIANA: calentura intermitente que se repite cada tercer día.
TOMAR POR TESTIMONIO: levantar acta pública, firmada por los testigos que certifican el hecho.
ULTRA: además de.
UNGÜENTO ROSAS: desconocemos la naturaleza y composición de este unto; pero, dadas las circunstancias en que se
le menciona, parece que se aplicaba en el miembro viril para relajar su rigidez.
VARA: medida de longitud equivalente a tres pies de 28 centímetros aproximadamente; “tercio de vara”, por consiguiente,
se refiere al pie; el “cuarto” equivale a un palmo de unos 21 cm.
VIENTO MARERO: el que viene de la parte del mar; terral, el que viene de la parte de tierra adentro.
VITULO: ternero, becerro.
VOCACIÓN: advocación, santo al que está dedicado el objeto o en cuya fiesta se fundó.
YUCA BONIATA: planta tuberosa, cuya raíz es comestible, de consistencia harinosa y de sabor ligeramente dulzón.
ZARAHUELLEs: zaragüelles, zarahueles, saragüeles, calzones anchos que se usaban antiguamente, y aún usan algunos
campesinos españoles.
ZARGATONA: planta herbácea de tallo velludo y ramoso, cuyo fruto capsular contiene muchas semillas menudas y
brillantes que, cocidas, dan una sustancia mucilaginosa.
Libro electrónico editado por el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad
Nacional Autónoma de México. Se terminó de producir en septiembre del 2017 en formato ePub
por Silvia Elvira Abdalá Romero y Ada Ligia Torres Maldonado

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