Documentos para La Historia Eclesiástica de Apurímac. Análisis Histórico Al Documento de La Peregrinación de Sebastián ̈quimichi ̈, Siglo Xvii
Documentos para La Historia Eclesiástica de Apurímac. Análisis Histórico Al Documento de La Peregrinación de Sebastián ̈quimichi ̈, Siglo Xvii
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ISSN-L 2709-8680
Resumen
* Magister en Historia de América Latina, Mundos Indígenas por la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla). Tiene como líneas de
investigación la historia eclesiástica peruana y la archivística. Docente de la Escuela Profesional de Historia de la Universidad
Nacional de San Antonio Abad del Cusco y de la Universidad de Salamanca - Sede Cusco. Correo: [email protected]
** Magister en Historia de América Latina, Mundos Indígenas por la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla). Tiene como líneas de
investigación la historia eclesiástica peruana y la historia cultural del Cusco, siglo XX. Director de la Revista de Investigaciones
Históricas Riqch’ariy y gestor cultural del Ministerio de Cultura Cusco. Correo: [email protected]
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Angela María Concha / Edgar Villafuerte Acuña
Abstract
Introducción
Uno de los archivos parroquiales más antiguos en el Perú y que despertó cierto interés entre
los académicos -al menos dentro de un círculo regional- del siglo XX, fue la documentación
parroquial de Cocharcas1. Especialmente el manuscrito N° 01 de cofradías el cual acaparó la
mayor atención y tuvo gran incidencia dentro del sector eclesiástico, quienes desde inicios del
siglo pasado publicaron pequeños resúmenes a modo de transcripciones rudimentarias de
dicho documento2. Este interés por el referido manuscrito pasa especialmente por la “relación
de la imagen de Nuestra Señora que esta en este pueblo de Cocharca hecha por el licenciado
don Pedro Guillén de Mendoza en 20 de julio de 1625 años”, documento colonial que narra la
famosa peregrinación del indio Sebastián “Quimichi”.
1 El Santuario de Nuestra Señora de Cocharcas cuenta con un archivo histórico parroquial, donde se encuentra documentación
comprendida entre los siglos XVI al XX; esta documentación pasa por los libros de fábrica, cofradía, testamento, empadronamiento,
varios sacramentos, inventarios, etc. Para ver el proceso histórico del archivo como la organización y catalogación de su docu-
mentación, véase Concha y Villafuerte (2017).
2 Por ser de su propiedad, los religiosos de la zona, principalmente de las diócesis de Abancay y Ayacucho publicaron varias ver-
siones del manuscrito 01 de cofradías, centrándose en las ordenanzas de la cofradía de Cocharcas y la peregrinación de Sebastián
“Quimichi”. El primero en publicar un pequeño resumen fue Montes (1886), posteriormente es el andahuaylino Gamboa [¿1912?],
pero es el obispo de Ayacucho Fidel Olivas Escudero quien, en 1913, realiza la primera transcripción paleográfica del citado man-
uscrito, aunque no en su totalidad. Posteriormente, el obispo de Abancay Enrique Pelach en 1972, realiza la segunda y última tran-
scripción paleográfica de la peregrinación de Sebastián “Quimichi”. Estos dos obispos fueron los únicos en realizar transcripciones
del manuscrito 01 y publicar algunos avances de su contenido, pero cabe indicar que sus transcripciones no obedecen a las normas
internacionales de transcripción paleográfica, así como presentan diversos agregados en el desarrollo del mismo.
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Hasta la fecha, podemos distinguir dos líneas de trabajo desde donde se abordó el tema
de la peregrinación de Sebastián “Quimichi”. La primera que denominamos providencialista-
positivista, desarrollada íntegramente durante el siglo XX, y que se caracteriza por ser
trabajos descriptivos, y que obedece a sus vínculos con la Iglesia católica, especialmente
con la Diócesis de Abancay y el Obispado de Ayacucho. Aquí encontramos los trabajos
de Manuel Gamboa Antesana (1912), Fidel Olivas Escudero (1913), Rubén Vargas Ugarte
(1947) y Enrique Pelach (1972). Ninguno de estos trabajos se estructuran a partir de una
óptica científica, ningún autor cuestiona las fuentes, tampoco elaboran preguntas heurísticas
necesarias para la investigación, dejando de lado la eminente participación indígena que los
hechos manifiestan, a los que solo los mencionan como parte del propósito providencial divino
con fines evangelizadores, sin considerar que las poblaciones indígenas tuvieron sus propios
intereses y causas que los motivaron a elaborar una serie de “mecanismos” y “estrategias”,
valiéndose de la institución de la Iglesia colonial, perspectiva que los etnohistoriadores e
historiadores nacionales y extranjeros prestaron mayor atención.
3 Las pautas utilizadas para la transcripción paleográfica de la peregrinación de Sebastián Quimichi son: Normas para la tran-
scripción de documentos históricos hispanoamericanos. Establecidas por resolución de la Primera Reunión Interamericana sobre
Archivos. Washington, 9-27 de octubre de 1961.
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4 Desde una entrada socio-política Stern (1993), evidencia que los distritos de Parinacochas y Andahuaylas son espacios interme-
dios, donde los españoles fundaron una serie de ciudades importantes como puntas de lanza para su control y su expansión sobre
sus hinterlands respectivos. (pp. 15-17) Es en esta zona, específicamente en Andahuaylas donde se encuentra la doctrina de Co-
charcas que evidencia muy pocos trabajos de investigación, de hecho el propio Stern, casi ni lo menciona. Por otro lado, desde una
entrada religiosa, Sabine Hyland evidencia que el hinterland del obispado de Cusco a finales del siglo XVI e inicios del siglo XVII, era
precisamente la parte nor-este de la provincia de Andahuaylas. Estos eran espacios de cierto abandono, dada su lejanía tenían poca
supervisión y control desde Cusco, esto posibilitó el afloramiento de la corrupción clerical y muchas veces la explotación y maltrato
de parte de los curas para con las poblaciones indígenas que se encontraban dentro de sus doctrinas eclesiásticas (Hyland, 2016).
5 El único estudio histórico vinculado directamente con la zona, es de Sabine Hyland, que a través de su trabajo “Los chancas y el
sacerdote: Una historia de asesinatos y exilio en los Andes peruanos”, evidencia la difícil dinámica que los curacas chancas tuvieron
con el clero, que tuvo consecuencias incluso hasta bien avanzado el siglo XVIII. Asimismo, en este importante trabajo llega incluso
a analizar la peregrinación de Sebastián “Quimichi”, considerándola una hagiografía que tuvo fines evangelizadores o de conversión
(Hyland, 2016).
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A finales del siglo XVI, las poblaciones indígenas sienten con mayor fuerza la implantación
del nuevo sistema colonial (el Concilio de Trento, las políticas regalistas del virrey Toledo y los
Concilios Limenses), dichas estructuras se institucionalizan y construyen la ortodoxia colonial7,
enérgica e impositiva que posteriormente deviene en una de las mayores crisis en la historia
de las poblaciones indígenas.
Este hecho en particular provoca cierta controversia y reticencia dentro del sector
eclesiástico como dentro del propio fuero civil, dado que al permitir que manos indígenas
elaboren imágenes religiosas occidentales se promueve un acercamiento peligroso -de la
población indígena- a un cristianismo que se negaba en aceptar e incorporar en su plenitud,
con todos los derechos que ello significaba8. Los argumentos por parte de los juristas y
eclesiásticos principales no se hicieron esperar para intentar detener estos hechos, la razón
principal moraba en torno a que, si los indígenas hiciesen sus propias imágenes religiosas,
esto podría dar pie, a que utilicen este medio como un mecanismo o estrategia para ocultar
sus idolatrías más atroces.
Lo concreto es que este tipo de discursos elaborado por el sector hispano, solo trataba
de ocultar un hecho irrefutable, que es el de negar el acceso a las poblaciones indígenas a los
verdaderos beneficios legales y religiosos que la imagen religiosa les podría otorgar; o peor
6 La palabra imagen está reservada en este estudio para designar a la imagen religiosa católica que sirve para el culto y la devoción,
y que representa generalmente, bajo la forma de una escultura una sola entidad, la Virgen o la Virgen con el niño (eventualmente
Cristo, un santo o una santa). El aspecto narrativo está reducido a su mínima expresión y es solo pertinente por el personaje mismo
o su advocación precisa y, si está presente, lo está de forma sintética, aludido por algún atributo específico (Estenssoro, 2003).
7 La ortodoxia colonial no hace otra cosa que establecer el pensamiento contrarreformista planteado en Europa a través del Con-
cilio de Trento (1564), este llega a América con una fuerza impositiva claramente evidenciada que las encarnan especialmente dos
actores sociales que son: la Compañía de Jesús a través de su máximo representante el padre José de Acosta, esto por el lado
religioso y por el lado político el virrey Toledo, estableciendo lo que manda la Junta Magna ordenado por el rey Felipe II. Para estos
procesos véase: Estenssoro (2003).
8 La legislación eclesiástica impuso limitaciones para impedir que la población indígena, no siendo digna de integrarse con pleno
derecho a la comunidad de creyentes, pudiera reproducir la religión católica y autosatisfacer las necesidades que la conversión le
había impuesto. La pieza clave fue privarlos del acceso al sacerdocio (que no se negó a los conversos judíos ni moriscos), verdadero
cerrojo barrera definitiva para impedir que pudieran contemplar el ciclo institucional quedando toda búsqueda de autonomía religio-
sa, en términos ortodoxos definitivamente bloqueada durante más de dos siglos (Estenssoro, 2003).
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aún que los indígenas al igual que ellos se valgan de los “poderes taumatúrgicos” de la imagen
para sacar provecho en el plano sociopolítico9.
Es por ello que la imagen de Copacabana rompe los precedentes, llegando a impulsar a
las poblaciones indígenas, especialmente a sus élites, a encontrar nuevos medios y respuestas
para encarar este nuevo contexto de crisis generalizada de la sociedad andina10. Pero si las
poblaciones indígenas pensaban en hacer uso de la imagen, primero tendrían que tener el
sustento legal que autorice su fabricación como el amparo institucional que les permita no
lindar con las acusaciones de la idolatría tan común en esas épocas. Es aquí que la institución
de la Compañía de Jesús tiene un rol determinante.
Los jesuitas a pesar de ser una de las últimas órdenes religiosas en llegar al Perú, no
tardan en tomar posición y poder de los lugares geográficos más importantes del virreinato11.
Pero esta orden no era homogénea, y al menos dos grupos internos se observan en conflicto,
los jesuitas “regalistas” y los “díscolos”; este último son los que establecen una nueva política
evangelizadora con métodos y discursos no ortodoxos y crean la controversia interna que
traerá más de un problema dentro de dicha institución, llegando a oídos de Mercuriano y
Acuaquiva, quienes eran generales de la orden en Roma.
9 No olvidemos que este hecho de sacar provecho de los milagros que las imágenes religiosas emanan fue puesto en práctica por
los hispanos, ejemplificándose en el hecho del cerco del Cusco de 1539 (Franco, 2010).
10 Del Río (2009) menciona que en la segunda mitad del siglo XVI, se evidencia dentro de las poblaciones indígenas unas luchas
y pugnas a las que se denomina “faccionalismo indígena” dado por la supremacía étnica local y regional. Aquí lo que está en juego,
es por un lado, el mantener el estatus con el que muchas élites indígenas venían presididos como los descendientes de los incas,
y por otro, el lograr labrarse un nombre y prestigio social nuevo a costa de someter a otras élites indígenas aprovechando la nueva
coyuntura a partir de la llegada de los hispanos. Precisamente el juego entre las políticas estatales y las estrategias diseñadas por
las élites nobles de origen cusqueño para mantener el control político del cacicazgo hereditario y obtener las prerrogativas de las
exenciones coloniales eran los sucesos que enmarcan al pueblo de Copacabana, cuyos indígenas también buscan obtener benefi-
cios en los nuevos reajustes coloniales. La presencia del escultor de la Virgen en el pueblo de Santa Ana de Copacabana se da en
medio de una serie de conflictos interétnicos ancestrales que tienen que ver con los hanansayas (la mitad más prestigiosa donde se
encuentran los incas de sangre) y los hurinsayas (mitimaes y los originarios), a su vez esta situación se complica por la existencia
entre ambas mitades de una fuerte oposición de advocaciones y de representaciones religiosas. Mientras los hanansayas reclam-
aban la veneración de la Virgen de la Candelaria, los de la otra mitad hurinsaya abogan por la de San Sebastián, el protector de los
agricultores, si sumamos a dichos conflictos la compleja y prolongada relación entre la minería (oro y plata), las creencias religiosas
y rituales en torno a la extracción de metales y el pie de monte amazónico cuyos lazos se activaron durante el Tawantinsuyo y se
proyectaron a lo largo del período colonial la situación resulta más compleja.
Es indudable la lucha de poder que existe entre las élites indígenas de Copacabana para lo cual no dudan en involucrarse para
mantener su estatus social, así lo menciona Fray Alonso Ramos Gavilán sobre don Francisco Tito Yupanqui y su parentela quienes
estuvieron involucrados no solo en la creación de la imagen religiosa, sino también en la fundación de una cofradía en homenaje a
la Virgen. Tanto Francisco Tito Yupanqui como Felipe de León Gualpa Yupanqui eran hijos “bastardos” del cacique principal de Co-
pacabana Apo don Baltazar [Tito] Challco Yupanqui, descendiente a su vez del infiel Apo Inca Sucssu Yupanqui, mientras que don
Pablo de Cáceres (cacique de Copacabana desde 1589, hasta más allá de 1630), y don Alonso Viracocha Inga (quien estaba a cargo
del gobierno de Copacabana hasta fines de la década de 1580) eran los hijos de la rama legítima, esto significa que el cacique don
Pablo de Cáceres y su hermano don Alonso Viracocha compartían con don Francisco Tito el mismo padre, todos estos descendien-
tes de Challco Yupanqui se encuentran estrechamente relacionados en la historia de la creación de la Virgen de Copacabana, así
como en su interés por homenajear a la Virgen. Es así que, todas las actividades religiosas y artísticas que se produjeron alrededor
de la Virgen fueron un importante recurso legitimador del poder y, sobre todo, de los privilegios tanto a nivel interior o étnico como a
nivel externo o estatal.
11 A la llegada de los jesuitas al Perú, estos toman posesión casi de manera inmediata de las ciudades más importantes de la épo-
ca como Lima, Cusco, La Paz y Potosí (Egaña, 1974). Pero también cabe resaltar que cierta parte de los jesuitas de finales del siglo
XVI, se encontraban diseminados en zonas estratégicas por todo el virreinato peruano como: Quito, Lima, Potosí, Cusco y Chile;
hecho que despierta sospechas en el virrey Toledo, que juzga a estos jesuitas, especialmente encabezados por el padre Luis López,
planear algún tipo de levantamiento o en su defecto tomar el control de las ciudades más importantes del virreinato (Armas, 1999).
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12 Sin lugar a dudas, este problema se agudizó en 1609 cuando Francisco de Ávila descubrió que los indios ocultaban sus idolatrías
dentro de imágenes religiosas occidentales, causando el mayor escándalo dentro de la Iglesia católica y cuestionando su proceder
y labor. Definitivamente todo este escándalo dio inicio a la primera campaña de la extirpación de idolatrías que devino en uno de los
procesos históricos más represivos y crueles jamás vista para la historia del Perú colonial.
13 Según el licenciado Matienzo, Tito Cusi Yupanqui en sus incursiones militares desde Vilcabamba menciona: “nunca ha muerto
español aunque ha podido, ni quemado iglesia, antes tiene guardadas las imáxenes que de ellas ha tomado” (De Matienzo y
Lohmann Villena, 1967 [1567]).
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Fig. N 01. Nuestra Señora de Cocharcas bajo el baldaquino - general. Dimensiones: 20,2 x 28,4 cm. Siglo XVIII, Brooklyn Museum.
Nótese la extraordinaria peregrinación que evoca el lienzo, que congrega a los diferentes estamentos sociales de la época.
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Si se reduce a sus líneas esenciales, es la historia de Sebastián “Quimichi” indio natural del
pueblo de Cocharcas, que siendo niño padece en carne propia el daño permanente de uno
de sus miembros (brazo izquierdo), lo que le causa la opresión de los “mandones del pueblo”
por no poder ocuparse bien de los servicios que le solicitaban15 dado que casi siempre se
encontraba enfermo a causa de su mano.
Será entonces que se produce el milagro, antes de llegar al mismo templo, Sebastián
Quimichi se cura de todos los males que padecía. Como muestra de reverencia y agradecimiento
solicita una réplica de la imagen de Copacabana para llevarla a su pueblo de origen.
Cuando llega a Urcos, el cura de dicho pueblo escucha muchos cánticos en la lengua
natural de los indios, los cuales cargaban la imagen con bastantes demostraciones de alegría
16
14 Dicho suceso es escrito por Pedro Guillen de Mendoza en el año de 1625, siendo transcrito a su vez por el Padre Fernando de
Fonseca cura de la Doctrina de Cocharcas (ASC, Libro de Cofradía, “Erección, breves pontificios y constituciones de la cofradía de
Nuestra Señora de Cocharcas”, CO-FRA1.1, f. 57). A su vez, De Montesinos (1906 [1640]) y el obispo Olivas (1913) - quien se basa
en Gamboa Antesana y Montes - en sus respectivas obras, narran la misma versión. Es necesario mencionar, que ambos autores
visitan en diferentes años, el Santuario de Cocharcas por lo que tuvieron conocimiento de la existencia de los legajos del santuario.
Por otro lado, Pedro Guillén de Mendoza fue el primer cura que da importancia a la construcción de la Iglesia, provenía de una familia
de origen español, su padre natural de Sanlúcar de Barrameda, había deambulado por todo el Perú ocupado en librar batallas y
cruzadas a favor de la Corona, y en adquirir fortuna propia. Su madre fue Doña Leonor de Valdespino, tuvo quince hermanos, de los
cuales cuatro se dedicaron a ser curas y frailes. Su padre Hernán Guillén de Mendoza entra como cofrade en 1614 a la cofradía de
Nuestra Señora de Cocharcas. Entre las propiedades de la familia contaban con dos obrajes, San Juan Evangelista de Cacamarca
y el de Vilcas, siendo las hilanderas devotas de la Virgen de Cocharcas (Salas, 1998).
15 Sebastián Quimichi en su adolescencia ocupaba el cargo de sacristán en la Iglesia de su pueblo. ASC. Libro de Cofradía, “Erec-
ción, breves pontificios y constituciones de la cofradía de nuestra señora de Cocharcas”, Leg. 01, COD. L-B1, f. 06r.
16 Los cánticos decían, que los montes muy altos y los peñascos muy encumbrados, así como los caminos y valles se humillaban
en presencia de la Virgen, y que los caminos ásperos se allanaban dando paso a la emperatriz de los cielos y la tierra. Y por donde
iba su reina los campos se llenaba de gozo y placer, y que a imitación de los hermosos y floridos prados, los mismos caminos
producían variedad y hermosuras de flores, azucenas de alhelíes, de clavellinas, y jazmines y que los pajarillos del aire a porfía
cantaban las alabanzas de su grandeza y que la princesa de cielos y tierra iban acompañada por el camino de lucidísimos coros
de ángeles y soberanos espíritus. ASC. Libro de Cofradía, “Erección, breves pontificios y constituciones de la cofradía de nuestra
señora de Cocharcas”, Leg. 01, COD. L-B1, f. 08r.
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y afecto, dichas manifestaciones le traen a la memoria del cura algunos ritos y ceremonias que
en su gentilidad usaban los indios para cantar a sus antepasados, y esto le resulta indecente,
por lo que da cuenta al obispo de la ciudad del Cusco Don Antonio de la Raya.
Librado de las acusaciones por idolatría, Sebastián Quimichi parte del Cusco más
respaldado de lo que se pudo imaginar, dado que no solo le devuelven su imagen para que
continúe su viaje, sino recibe el apoyo legal e institucional del mismo obispo del Cusco, Don
Antonio de la Raya, quien sin duda avala su proyecto.
De esta manera, Sebastián Quimichi parte del Cusco con destino a su pueblo de
origen, llegando primero al poblado de Uranmarca -que es uno de los de este curato- allí en la
iglesia de dicho pueblo permanece la imagen algunos días.
Después por orden y disposición del cura propietario de la doctrina de la zona, el padre
Francisco de Aguilar Villacastín, ordena que la imagen se lleve al pueblo de Cayara porque
era el pueblo más importante de la doctrina y donde todos los curas solían tener su especial
asistencia. Es así que el citado cura se adelanta para preparar algunas danzas y otros festines
para que la reciban a la imagen.
Pero Sebastián Quimichi, sin comunicar cosa alguna a su cura, ni a los gobernadores,
ni curacas principales de la doctrina, gestiona todas las diligencias posibles ante el mismo
obispo del Cusco para que se funde una cofradía en honor a la imagen que traía desde
Copacabana, para lo cual el propio obispo Antonio de la Raya le obsequia un libro en el que
se asientan los nombres de todas las autoridades locales17. Y así se hizo, tras un año de su
salida de aquel célebre Santuario del Collao, la réplica de la imagen de Copacabana logra
entronizarse en 1598 en la capilla del poblado de Cocharcas, como lo pide y gestiona el indio
-hijo de caciques- Sebastián Martin Quimichi.
17 ASC. Libro de Cofradía, “Erección, breves pontificios y constituciones de la cofradía de nuestra señora de Cocharcas”, Leg. 01,
COD. L-B1, f. 11v.
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“limosnas”, para cuyo efecto lleva consigo una imagen pequeña con título de Nuestra Santa de
Cocharca18.
Tal hecho afecta a Sebastián que, a los meses, en el mismo pueblo de Cochabamba
enferma de un gravísimo “dolor de costado”19 y a los nueve días después de haber recibido
todos los santos sacramentos muere20 como muy buen cristiano y como a tal se le hizo un
entierro muy solemne.
Pero Sebastián Martín Quimichi deja testamento21, declarando que él y su compañero
Thomas Carvascuri habían juntado de limosnas dos mil pesos, dando dicha suma a la cofradía
de Cocharcas, que Sebastián con tanto esfuerzo había fundado.
Pocos indígenas de finales del siglo XVI pueden darse el lujo de concentrar una serie de
cualidades extra-ordinarias, como las que reúne Sebastián “Quimichi”, indio cristiano, virtuoso
y ladino que, por sus vínculos con la institución de la Iglesia católica y su ascendencia cacical,
tuvo acceso a una educación de élite y a ejercer los mejores oficios de su época.
Pero esta descripción no apresa su verdadera labor e importancia que tuvo dentro de
la sociedad colonial indígena, especialmente dentro de la doctrina de Cocharcas. Para ello es
necesario detenernos en analizar cada una de sus cualidades y actividades que dicho indio
desarrolla especialmente en la famosa peregrinación que lo lleva al santuario de Copacabana.
18 La imagen pequeña con que el dicho Sebastián Quimichi solía pedir la limosna está colocada en la iglesia mayor del valle de
Cochabamba bajo la advocación de Nuestra Señora de Cocharca, por la cual se fundó una muy insigne cofradía. ASC. Libro de
Cofradía, “Erección, breves pontificios y constituciones de la cofradía de nuestra señora de Cocharcas”, Leg. 01, COD. L-B1, f. 12v.
19 En la antigüedad el dolor de costado hacía referencia a un trastorno caracterizado por la presencia de un elevado nivel de dolor
en la zona abdominal, siendo habitual que empeore con el movimiento o el esfuerzo y que podía venir acompañado por fiebre, alter-
aciones gastrointestinales, alteraciones del ritmo respiratorio y arritmias.
20 Las diferentes versiones de la peregrinación como De Montesinos (1906) y Vargas Ugarte (1947), mencionan que Sebastián
Quimichi murió en el año de 1600.
21 Dicho testamento se encuentra en el libro 04 de cofradías del Archivo del Santuario de Cocharcas. ASC. Libro de Cofradía
“Traslado del cuerpo de Sebastián Quimichi de Cochabamba al pueblo de Cocharca”Leg. 07, COD.L-B7, ff. 18r-21v.
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Fue muy aficionado al culto divino […] assistiendo con mucho cuidado y vigilancia a la
iglesia y en ella tenía particular gusto y consuelo de exercitarse y de ocuparse en tan
buenos ministerios como son de regar y barrer la iglesia; y cuidar de su limpieza y adorno,
y juntamente tenia particular zelo de enseñar a los ignorantes la doctrina cristiana.26
22 La ascendencia cacical de Sebastián por línea materna, está claramente vinculada a etnias originarias del lugar, dado que el
apellido Astohuaraca hace referencia a una estirpe mítica de élites indígenas de la cultura denominada Chanca (Espinoza, 2017).
Astohuaraca proviene de los “generales” o “guerreros” Chancas como Tumay Huaraca y Hastu o Astu Huaraca que ocuparon el valle
del río Uramarca; este valle después fue descrito por Cieza de León como valle del río Vilcas (actualmente es conocido como río
Pampas). No cabe duda que dicha estirpe chanca tuvo que relacionarse o vincularse con los mitmacunas que después ocuparon su
territorio por disposición inca, trasplantando a diferentes etnias como los huamachucos, chachapoyas y caxamarcas, todos del norte
del país. Para cuando llegaron los hispanos, en esta zona se conformaron “nuevos pueblos” a través de las reducciones de indios
(1571), creándose así los pueblos de Cocharcas, Uchubamba, Cayara y Uranmarca, que encierran una diversidad étnica única e
histórica, con una confluencia y variabilidad de ascendencias y descendencias étnicas complejas. Véase para la ascendencia y de-
scendencia de los Astohuaraca (Rostworowski, 2001, pp. 76-77). Para la estructuración y desestructuración de la población étnica en
el valle septentrional del río Pampas, véase: (Stern, 1986, 62-69); (Huertas, 1998, pp. 7-28); (Concha & Villafuerte, 2013, pp. 56-60);
(Bauer; Aráoz & Kellett, 2013).
23 El año de su nacimiento es una inferencia que se saca a partir del análisis del libro 01 de cofradías por las referencias que
mencionan su edad y el año de su muerte, como por el testamento dejado en Cochabamba (Bolivia). Así tenemos que cuando Se-
bastián inicia su peregrinación contaba con la edad de: “…era cómo de veinty tres años al parecer de pocos más o menos de buena
philosomía [sic] en el rostro, y de disposición a proporcionada […]”. Pero Sebastián muere en el año de 1600, pasando tres años
desde el inicio de su peregrinación por el Cusco y el Alto Perú (1597). Siendo así que Sebastián muere a los 26 años de edad, esto
último ratificado por su testamento. Esta aseveración fue acogida también por Montes, Emilio, “Breve reseña histórica del Santuario
de Cocharcas”, 1886; el obispo Olivas (1913) y el monseñor Enrique Pelach y Feliu (1972).
24 ASC. Libro de Cofradía, “Erección, breves pontificios y constituciones de la Cofradía de Nuestra Señora de Cocharcas”, Leg.
01, COD. L-B1, f. 06r; (Montes, 1886).
25 El ayllu de los caxamarcas sin lugar a dudas se encuentra asentado dentro de la doctrina eclesiástica de Cocharcas. Dicho ayllu
según la documentación de cofradía del Archivo del Santuario de Cocharcas era una población mitma, asentada en los pueblos de
Cayara y Cocharcas trasladados por los incas. ASC. Libros de Cofradías: “Cofradía del Niño Jesús del pueblo de Cayara”, COD.L-B2,
1591-1768, ff. 21r-36v; COD.L-B3, 1593-1757, f, 23v; “Cofradía de Nuestra Señora del Rosario del pueblo de Cayara”; COD.L-B4,
1594-1768, ff. 08r-12v; “Cofradía de Nuestra Señora de Cocharcas”; COD.L-B9, 1610-1779, ff. 04r-07v; “Cofradía del Santísimo Sac-
ramento”, COD.L-B10, 1621-1761, ff. 8r-15v.
26 ASC. Libro de Cofradía, “Erección, breves pontificios y constituciones de la cofradía de Nuestra Señora de Cocharcas”, Leg. 01,
COD. L-B1, f. 06r.
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Agudizando aún más el contexto crítico que le toca vivir, Sebastián sufre en carne
propia cuando es niño un accidente que lo deja manco por mucho tiempo:
[…] en una noche de San Pedro jugando con mechones y hachas de magey [sic] encendidas
en compañía de otros mancebos de su edad; estando divertidos en los regocijos de la
fiesta parece que otro indio sin que huviere en ello cuidadosa malicia le dio un golpe en
la mano izquierda con uno de los dichos magueyes encendidos; y fue tanto la fuerza y
violencia del terrible golpe; que se le entraron muchas astillas por ella; y fue tanto el rigor
del no pensado golpe que una pica de las astillas le pasó la muñeca de parte a parte. Esto
le causó grandísimo dolor; y estuvo tan lastimado que no podía sosegar; dormir, ni comer
sin lastimosos llantos que enternecía los corazones a compasión: estuvo mucho tiempo
enfermo, rendido en una pobre cama sin tener quien la curase.30
27 Hacemos referencia que las últimas décadas del siglo XVI fue un proceso histórico crítico para las poblaciones indígenas, las
políticas regalistas del virrey Toledo y la contrarreforma católica puso en jaque a la población indígena que buscaba engranarse a
esta nueva sociedad colonial o de lo contrario afrontaría la aniquilación. Véase Concha y Villafuerte (2013).
28 En 1571 se hizo las reducciones de los indios de Cocharcas por orden del virrey Toledo, este poblado contaba con cinco ayllus
mitmas establecidos en la zona que eran: los huamachucos, piros, chaupis, puxas y los caxamarcas; la mencionada ascendencia ca-
cical de Sebastián Quimichi pertenecía a este último. ASC. Libro de Cofradía, “Hacienda de Ayaocro”, Leg. 17, COD.L-B17, ff. 23v-36r.
Véase también Concha-Villafuerte, “Espacios de inclusión y exclusión: Etnias, ayllus y cofradías en la conformación de la doctrina
eclesiástica de Cocharcas 1570-1614”, 2012, 60.
29 Una de las enfermedades que azoto la doctrina de Cocharcas, fue la del “Moro Oncoy”, causando una disminución demografía
dentro de esta doctrina especialmente entre los pueblos de Uripa, Cayara y Cocharcas (Curatola, 1977).
30 ASC. Libro de Cofradía, “Erección, breves pontificios y constituciones de la cofradía de nuestra señora de Cocharcas (Leg. 01,
COD. L-B1, f. 06r.
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Pronto las poblaciones indígenas -especialmente sus élites- advierten que estos
cargos que la institución de la Iglesia católica les ofrece eran una excelente oportunidad de
sacar cuerpo de la desgracia. No ir a la mita ni pagar tributo significa literalmente librarse de
una muerte segura, pero además significa la mayor oportunidad de aproximarse al rito católico
(como la celebración de la misa) un primer acercamiento y aceptación al nuevo sistema
implantado, que les permita gozar de cierto prestigio social y religioso ante sus congéneres.
Son las poblaciones mitimaes de la provincia de Andahuaylas las que aprovechan muy
bien estos cargos que la Iglesia ofrece (Hyland, 2016). Uno de estos casos lo ejemplifica la
petición de Diego Checmullo:
[…] no hemos mitado en la mina de Guancavelica que solo hemos pagado tassa y en
lugar de mita se nos ha repartido el servissio de la iglesia a ser cantores sacristanes
y fiscales mirando esta dispossision el ser dicho mi ayllo mitma que se compusso de
sola mi generasión como al presente solo yo y mis hijos somos chachapoyas para no
estar solo totalmente estinguido mi ayllo y valiéndome esta razón y mi quieta posession
de padres a hijos en ser separados para servissio de yglesia y mas porque mi abuelo
fue fiscal y padre Pedro Chicmolo maestro de capilla y yo actualmente [roto] viejo y
enfermo soy fiscal y mi hijo Antonio Chicmolo desde muy muchacho sea criado siviendo
la iglesia de sacristán siendo hábil y que save leer y escribir.31
Pero acceder a estos beneficios no era nada fácil y claramente está limitado su ejercicio
a hijos de caciques o élites indígenas, requisito que Sebastián “Quimichi” cumple pero que
tiene limitado acceso por su condición de indígena rural.
El contexto religioso de finales del siglo XVI distingue claramente las oportunidades y
accionar de la población indígena en dos segmentos, que eran los indígenas citadinos y los
rurales. Los primeros cuentan con un marco socio-institucional que promueve las oportunidades
indígenas de crear buenos cristianos, virtuosos y hasta eventualmente santos; dado que
estas ciudades pueden garantizar la autenticidad de sus actividades, mediante las órdenes
conventuales y la comunidad eclesiástica (Estenssoro, 2003). En cambio, los indios rurales al
no contar permanentemente con este aparato institucional en sus localidades alejadas, estaban
casi siempre en el ojo de la tormenta, de hecho, numerosos casos de indios que manifestaban
una verdadera conversión y daban ejemplos de virtud cristiana, eran señalados y juzgados por
31 ARA. Corregimiento de Andahuaylas, Leg. 2 [1680-1699]. Autos seguidos por Diego Checmullo.
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Documentos para la historia eclesiástica de Apurímac.
idolatría. Alguien solo se vuelve santo, o se revela su virtud ejemplar, en interrelación con su
entorno y, en el caso indígena por mediación de la mirada española.
Es por ello que Sebastián “Quimichi” al no poder desarrollar plenamente sus virtudes
cristianas en su pueblo tiene que buscar la manera, el entorno favorable para ejercer los
oficios religiosos (como el de cantor) que le garantice demostrar con plena seguridad y
respaldo legal sus virtudes cristianas. Por ello Sebastián se traslada al Cusco, en busca
del respaldo legal, institucional y buscar la oportunidad de ejercer uno de los oficios más
codiciados por las élites indígenas.
[…] Sebastián Quimichi puesto en ejecución su intento, y llegado a la noble ciudad del
Cusco; se valió de los mayordomos de las cofradías y con el amparo de ellos comenzó
a aprender muchos canticos de los ministerios de nuestra santa religión cristiana, y
los cantaba con buen don aires y tan particular gracia en la vos, que causaba especial
consuelo en los corazones y afectos de los que le oigan.32
Pero en el Cusco no solo consigue afianzar un oficio altamente favorable para él,
sino que también entabla y afirma relaciones que apoyen o avalen sus prácticas e intereses.
Sebastián sabe que el primer paso -de ser reconocido como cantor- está dado, pero para
legitimar los intereses de su ascendencia étnica tenía que ir más lejos, he aquí que la
imagen religiosa y sus poderes taumatúrgicos, se devela como el medio perfecto para lograr
todos sus objetivos.
Escoger la imagen “indicada”, que se ajuste a todos sus intereses se vuelve fundamental
pero también cae por su propio peso, necesita del aval institucional que autorice todas sus
actividades e intenciones, y esto solo lo puede brindar el cura-doctrinero, de él depende que
su comportamiento, que persigue la virtud sea aprobado o por el contrario se convierta en una
parodia demoniaca (Estenssoro, 2003).
Los buenos cristianos y los virtuosos –comportamiento que persigue Sebastián- logran
afianzarse como tales al ponerse bajo la protección de una comunidad eclesiástica que vigila
y refrenda su comportamiento y da testimonio de sus virtudes y hazañas espirituales. Efecto
necesario y primordial para justificar y legitimar los intereses étnicos de su zona de origen.
32 ASC. Libro de Cofradía, “Erección, breves pontificios y constituciones de la Cofradía de Nuestra Señora de Cocharcas”, Leg. 01,
COD. L-B1, f. 07v
33 No olvidemos que el ejercicio del sacerdocio fue negado a la población indígena prácticamente toda la colonia, los tres primeros
Concilios Limensos obviaron el tema (Estenssoro, Juan Carlos, “Del paganismo a la santidad. La incorporación de los indios del Perú
al catolicismo. 1532-1720”, 2003).
161
Angela María Concha / Edgar Villafuerte Acuña
Fig. N 02. Detalle del lienzo de Nuestra Señora de Cocharcas, (88.6 x 76.5cm), siglo XVIII, Brooklyn Museum. Nótese la figura
de Sebastián “Quimichi” cargando la imagen de la virgen, en una proporción considerable a diferencia del resto de los otros
personajes eclesiásticos. El artista que pinto este lienzo, evidencia a través de las proporciones la importancia del indígena
Sebastián “Quimichi” en la fundación del Santuario de Cocharcas.
La interpretación de la peregrinación
La peregrinación del indio Sebastián “Quimichi”, consideramos que evidencia dos niveles
de análisis histórico, el primero es comprender quien escribe el documento, cuáles son sus
intereses y objetivos perseguidos; es decir, es necesario contextualizar a los personajes e
instituciones que el documento menciona para comprender su verdadero alcance. Mientras
que el segundo nivel consiste en analizar teórica y metodológicamente el contenido de la
peregrinación de Sebastián, situarlo en su época y evidenciar sus implicancias, especialmente
para con las poblaciones indígenas.
Sobre el primer punto, se vuelve fundamental comprender quién y por qué escribió
este documento sobre la peregrinación de Sebastián, aquí la injerencia del clero secular del
obispado de Huamanga se pone de manifiesto. La peregrinación de Sebastián fue escrita por
el padre Pedro Guillen de Mendoza en 1625, a pedido del obispo de Huamanga Francisco
de Verdugo. Ambos personajes del clero, ven en la vida del indio Sebastián “Quimichi” una
oportunidad de difundir un modelo de conversión indígena que sirva de influencia e inspiración
para otros indígenas a seguir su ejemplo, pero también evidenciaría un ejemplo del éxito de la
labor misionera de parte del clero secular, dentro del obispado de Huamanga (Hyland, 2016).
162
Documentos para la historia eclesiástica de Apurímac.
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Angela María Concha / Edgar Villafuerte Acuña
38 Véase también en (De Montesinos, 1906, p. 142; Vargas Ugarte, 1947, p. 565).
39 ASC. Libro de Cofradía.COD.L-B8. Época Colonial.1605-1679. Cocharcas.
40 ASC. Libro de Cofradía “Traslado del cuerpo de Sebastián Quimichi de Cochabamba al pueblo de Cocharca”Leg. 07, COD.L-B7.
41 ASC. Libro de Cofradía.COD.L-B8. Época Colonial.1605-1679.Cocharcas
42 Tomamos el concepto de metarrelato de los historiadores Mora y Odone, quienes consideran que las imágenes religiosas po-
seen contenidos que las poblaciones indígenas del Ande les dieron con un agregado propio de su tradición cultural. Estos pueblos
al no contar con una escritura formal, vieron en los bultos o imágenes la facilidad de trasladar a manera de soportes los discursos
andinos; es decir, estas imágenes encierran la memoria colectiva de la gente del Ande (Mora y Odone, 2011).
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Documentos para la historia eclesiástica de Apurímac.
favor de quien pueda sacar beneficio sociopolítico e incluso económico43. Es por ello que el
contenido de la peregrinación del indio Sebastián “Quimichi” se devela como la construcción
de un discurso que sustenta un proyecto en favor de las poblaciones indígenas (Concha &
Villafuerte, 2013) y del mismo clero secular de Huamanga (Hyland, 2016), e incluso de la
propia orden jesuita (Estenssoro, 2003).
Metodológicamente, nuestro punto de partida es considerar a la peregrinación como
un texto o drama cultural (Geertz, 1990) en el que los protagonistas comunican, en un lenguaje
ritual, información acerca de su visión del mundo y del orden social, y mediante el cual actúan
sobre un universo cultural y sobrenatural (García Canclini, 1982).
43 El hecho que ejemplifica como en ningún otro lugar del Perú colonial el lucrativo interés que se encuentra detrás de las imágenes
religiosas y los milagros que estas producen, es la réplica de la imagen de Copacabana traído al barrio de San Lázaro en el cercado
de Lima en 1589. Véase (Estenssoro, 2003; Coello de La Rosa, 2007).
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Angela María Concha / Edgar Villafuerte Acuña
Fig. N 03. Santuario de Nuestra Señora de Cocharcas, ubicado en el distrito de Cocharcas, Provincia de Chinchero, región
Apurimac. Fotografía de Vadim Zignaigo, año 2014.
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Documentos para la historia eclesiástica de Apurímac.
Transcripción Paleográfica
[FOLIO-6]
Relación de la imagen de Nuestra Señora que esta en este pueblo de Cocharca hecha
por el licenciado don Pedro Guillén de Mendoza
en 20 de julio de 1625 [sic] años44.
[Al margen: Estuvo] en este pueblo de Cocharca un indio llamado/Sebastián Quimichi, natural
de el, hijo legítimo de/Lope Martin y de Luisa Asto del ayllu y parcialidad de/los caxamarcas
por la reducción general que se hizo de ellos;[roto] descendiente de un/ curaca llamado
Chuquisullca; era mo[roto]/de veinte y tres años al parecer de pocos más o menos de bu[roto:
ena] philosomía [sic]/ en el rostro; y de disposición a proporcionada [roto: en]/su trato muy
apacible, y tanto que desde su niñez dio mu[roto: estra]/de seguir la virtud, y de dar muy gran
exemplo en todas [roto]/acciones. Fue muy aficionado al culto divino y a las cosa[s] [roto: d]e/
la doctrina christiana; que en breve la supo; y los catecism[os]/generales; y los de la sagrada
comunión; que el en person[a]/enseñaba en los días festivos; y en los de obligación de do[roto:
ctrina], assistiendo con/ mucho cuidado, y vigilancia a la iglesi[roto: a y] en/ella tenía particular
gusto y consuelo de exercitarse; [roto: y] de/ocuparse en tan buenos ministerios como son
de rega[roto: r] y barrer/la iglesia; y cuidar de su limpieza y adorno; y juntament[roto:e tenia]/
particular zelo de enseñar a los ignorantes la doctrina [roto: cristiana]/[rubrica de seguridad]
[FOLIO- 6V]
[Al margen: Estando] pues el dicho Sebastián Quimichi en una noche de/San Pedro jugando
con mechones y hachas de magey [sic] encendidas/en compañía de otros mancebos de su
edad; (por ser costumbre/el dicho juego y regozijo entre los indios) estando divertido en/los
regozijos de la fiesta parece que otro indio sin que huviesse en/ello cuidadosa malicia, le dio
un golpe en la mano izquierda/con uno de los dichos magueyes encendidos; y fue tanto la/
fuerza y violencia del terrible golpe; que se le entraron muchas/astillas por ella; y fue tanto
el rigor del no pensado golpe; que/una pica de las muchas astillas le passo la muñeca de
parte/a parte. Esto le causo grandíssimo dolor; y estuvo tan las/timado; que no podía sosegar;
dormir, ni comer sin lastimosos/ llantos que enternecía los corazones a compassión: estuvo
mucho/tiempo enfermo, rendido en una pobre cama sin tener quien la/curasse; y carceiendo
[sic] de todo regalo; (de que comúnmente necesitan/los miserables indios) en sus pobres
casas. Al fin aviándose ha/llado con alguna mejoría y de suerte que pudo levantarse; se vio/
manco de la dicha mano izquierda, que siempre la tuvo muy hin/chada de suerte; que no lo
44 Dicho documento fue transcrito por Ángela María Concha de acuerdo a las normas para la transcripción de documentos históri-
cos hispanoamericanos establecidas por resolución de la Primera Reunión Interamericana sobre Archivos. Washington, 9-27 de
octubre de 1961.
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Angela María Concha / Edgar Villafuerte Acuña
podía exercitar para acto alguno que/fuesse considerable: y aunque estaba impedido con
el acciden[roto: te]/referido le ocupaban en ministerios, y servicios personales [roto: del]/
pueblo; viéndose apurado assí de la hinchazón; que nunca [roto: le]/hizo amor; como de la
opresión; que le hazían los mandon[roto: es]/del pueblo se determinó de ausentarse; (que con
pequeñ[a]/ocasión lo tienen de costumbre estos indios) y de irse a la ciudad [roto: del] Cuzco
y/ como lo pensó; assí lo puso en execusión: llegado p[roto]/a la dicha ciudad con grandes
trabajos; y mayores necessidades procuro/[rubrica de seguridad]/[FOLIO- 7]/acomodarse con
los pobres mendigos que de ordinario acuden/a las puertas de la Compañía de Jesús, assí por
la ocasión del so=/corro de limosna; con que siempre los religiosos de ella les acuden;/como
por el cuidado de apundar [sic] a cantar algunas liras; y [testado: c]an=/ciones de los misterios
de nuestra santa fe; que con tanta caridad los/ padres de la dicha Compañía de Jesús; (como
consta por experiencia) enseñan a los/ naturales, por ser medio más fácil; con que vi/dan [sic]
los ritos de sus antiguas supersticiones; y con más fa=/cilidad se les queda en su memoria lo
que deben creer; y obrar; y con tales cánticos y liras/ aficionan la voluntad; y se les encienden
los deseos en sus corazones para servir a Dios/ y buscar los medios necessarios (según la
pequeña capaci/dad que tienen) para la segura salvación de sus almas.
[Al margen: Haviendo] pues el dicho Sebastián Quimichi puesto en execusión su intento, /y
llegado a la noble ciudad del Cuzco; se valió de los/mayordomos de las cofradías y con el
amparo de ellos comenzó a aprender muchos/cánticos de los misterios de nuestra sancta
[sic] religión christiana; y los cantaba con buen/donaires; y tan particular gracia en la voz;
que causaba especial consuelo en los/corazones y afectos de los que le oigan. Fue huésped
de una india palla parienta de los/yngas, llamada Doña Ynés, /muger buena christiana y
debota. Un día acaso, estando/ presente el dicho Sebastián, visito a la dicha Doña Ynés,/una
montañeza, que era conoscida [sic] suya; la qual havía/ido en romería de la dicha ciudad del
Cuzco a la provin/cia del Collao, donde está el Sanctuario [sic] ilustre de la Virgen/santísima
de Copacavana, dio quenta y relación por extenso de/cómo allí haviendo hecho sus novenas
quedo buena; y sana/de sus enfermedades; y de todo punto libre de todos los achaques/que
la havían oprimido en muy largo discurso de tiempo/[rubrica de seguridad].
[FOLIO-7V]
Y juntamente la refirió los grandes prodigios de las maravillas, /grandezas, y milagros que
Dios obraba continuamente por la inter/sección de su madre Sanctíssima [sic] en aquella
imagen miraculosa/de la Virgen sacratissima [sic] de Copacavana. Oyó esta relación el/dicho
Sebastián Quimichi tan de buena gana; y con tan grandes/afectos de su alma; que luego al
punto se determinó de ir en romería/(como pudiesse;) al dicho insigne Sanctuario [sic]; y de
visitarle perso/nalmente, y sin dilación alguna al día siguiente salió de la/ciudad del Cuzco;
y antes de poner en execusión su intento se/dispuso con la debida prepación [sic] para los
sacramentos de peniten/cia; y sagrada comunión; y haviéndose confesado con el padre/
Gregorio de Cisneros religioso de la Compañía de Jesús; (a quién/huvo siempre por su padre
espiritual) y dándole quenta de su/determinación; recibió el sanctíssimo [sic] sacramento de
la eucha/ristía, prometiéndose que con tal viatico avía de tener muy prós/peros sucesos en
su viage: y luego se puso en camino: al /principio del; y en el discurso de todo el viage fue
prosiguién/dole con grandíssimas ansias; y fervorosos deseos de servir mucho/a Dios nuestro
señor; y a su benditissima madre; y de no hazer/cosa alguna que fuesse de ofensa en sus
puríssimos ojos: y [roto: con]/afectos muy encendidos de su alma invocaba a cada passo/el
168
Documentos para la historia eclesiástica de Apurímac.
[Al margen: Sucedió] pues; que llegando al tambo de Pucara media legua más=/adelante,
descanso allí por pasar con alivio el cansancio; y fa/tiga del camino; y a prima noche estando
durmiendo en paz/[rubrica de seguridad]/[FOLIO-8]/le paresció [sic] que le despertaron y
recordando; se halló, que las/astillas, que había mucho tiempo tenia dentro de la mano y/
la que le atravesaba la muñeca; como esta dicha las tenía fuera;/y que sin lesión alguna,
ni dolor se hallaba sano y bueno. Dio/muchas gracias a Dios nuestro señor y a su bendita
madre: y muy/contento prosiguió su camino hasta llegar al dicha pueblo de Copaca/vana; y allí
habiendo hecho las diligencias de un devoto romero/y peregrino dio principio a sus novenas y
en el transcurso de ellas se vio/sano de todo punto y libre del accidente de la madera de tal/
manera; como si nunca hubiera tenido mal alguno en su vida.
La qual sanidad debemos creer piadosamente que la alcanzo Dios/nuestro señor por intercessión
de la Virgen sanctíssima [sic] de Copacavana/y assí adorando con fe su imagen miraculosa;
propuso=/muy deverás y se determinó de mandar sacar su trasumpto [sic]/y prometió de hazer
todo lo que le fuesse possible; y sus fuerzas/le bastassen para traer a su pueblo de Cocharca
otra ima/gen; que fuesse trassumpto [sic] de la que ilustra aquel insigne San/ctuario [sic] de
Copacavana; para cuyo efecto después de haver hecho/su novenario; y assistido algún tiempo
en el dicho pueblo se fue/con gran ánimo y segura confianza a la ciudad de la [testado: Paz]/y
allí al vicario del lugar le pidió licencia para pedir alguna/limosna dándole quenta de su intento;
y el dicho Vicario co/nosciendo [sic] el buen zelo del indio Sebastián Quimichi se la con/cedió
benignamente; y la dio in scriptis; con ella junto solo/los treinta pesos; y viendo que para mandar
sacar otra/imagen como la de Copacavana; la dicha cantidad era poca;/ y él era un pobre y
miserable indio se fue vía recta a la/ciudad de la Plata; y allí presentándose ante el señor
obispo que/entonces lo era el Doctor Don Alonso Ramíres de Vergara/ [FOLIO-8V]/ de buena
memoria; de rodillas le pido suplicándole se dig/nasse de darle su licencia para pedir limosnas
en algunos lugares/de su diócesis, informando de palabra las causas que le obligaban/ a la
dicha demanda; A quien su señoría ilustríssima oyó con benig/nidad y conosciendo [sic] el
buen zelo; y el fin loable del dicho/Sebastián Quimichi, se la concedió liberalíssimamente, y se/
la dio por escrito para que en todo su obispado pudiesse pedir la/dicha limosna sin que nadie
le pudiesse estorbar, ni poner/ impedimento alguno; y como el intento, con que se determinó
a/pedir la fue negocio de la obra de Dios; por ser un pobre/indio el que la pedía, muchos le
baldonaban, y no se la/querían dar por dezir, era nuevo modo de los indios, y que/era para
alzarse con lo que juntase; y para gastar la limosna/en otros efectos, que no se podía justificar.
Pero en otro/ muchos inspiro su divina magestad los corazones para que/se la diessen con
liberalidad; y así vino a juntar duzientos [sic]/y diez pesos; con los quales volvió muy contento
al dicho pueblo/de Copacavana, a donde por buena dicha y por feliz suerte/hallo; que el mismo
artífice que havía hecho la primera imagen de/nuestra señora para aquel venturoso pueblo;
que sus grandezas; y sus maravillas ilustra/ su insigne Sanctuario [sic]: tenía otra/ hecha su
propio trasumpto [sic]; y de la misma altura: y obra/que la otra con poca diferencia; que cierto
sacerdote clérigo la/havía conesitado [sic] para llevarla a las provincias de Tucumán/y en el
ínterin que el artífice pudiesse acabar la obra que tenía con/certada de la dicha imagen; por
negocios; que se le ofrecían se/llegó el dicho sacerdote a Chuquiabo; y allí murió; y así no/
huvo efecto de que se pudiesse llevar a aquellas partes tan remotas.
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Angela María Concha / Edgar Villafuerte Acuña
[FOLIO – 9]
[Al margen: Viendo] pues el dicho Sebastián Quimichi tan buena ocasión; como la que/se le
ofrecía: no la quiso perder, y assí para que/tuviesse el efecto que deseba [sic] su buen intento,
y el deseo de traer/la imagen puso por intercesora a una palla parienta de/los yngas, para
que alcanzase del maestro oficial su beneplácito/y que le vendiesse la hechura de la imagen;
que tenía acaba/da por orden y concierto del que se la mando a hazer para llevarla/a la
provincia de Tucumán; que es la que de presente esta/en este venturoso pueblo de Cocharca;
y haviéndose concertado/en la cantidad que havía de dar por ella; pago luego de contado la/
hechura de la dicha imagen, y haviendo hecho una litera por/tátil para poderla traer, determino
y se halo el día de su venida/con ánimo y determinación; que aunque durasse el discurso de/
su viage más de un año; y aunque mucho pessasse la avía de traer/el propio en sus hombros
hasta llegar con ella al dicho su pueblo.
[Al margen: Estando] el dicho Sebastián Quimichi con esta determinación/ya de partida para
salir del pueblo de Copacavana: los/religiosos que assisten en aquel sanctuario [sic]; que son
del orden/de la sagrada religión de San Augustín [sic] le quitaron la/sanctíssima [sic] imagen;
y la pusieron en una de las celdas de su/convento, arguyendo[roto: le la] culpa al pobre indio
de que con título/de Copacavana havía [roto: juntado] mucha limosna; y que con/el dinero, que
pertenecía a su casa santuario de ellos havía/pretendido y procurado llevar aquella imagen,
trasumpto [sic] de/la que ellos tenían. Despedido el indio con alguna aspereza/persevero en
pedirla [roto: al] prior de aquella santa casa y viendo/que no se la querían bolver, se determinó
a bolver a la dicha/ciudad de la Plata; llegado allí procuró hazer las diligencias/que fueron
possibles, y havi[roto: endo] informado de palabra en razón de [rubrica de seguridad]/ [FOLIO-
9V]/ modo, y de la manera de cómo le avían quitado la imagen de nuestra señora/cuya
hechura havía comprado con el dinero de las limosas, que/mediante la licencia de su señoría
ilustríssima havía juntado para/el intento y efecto de traer una imagen de nuestra señora a
su pueblo de Cocharca. Hecha/la relación ante el señor obispo le oyó con benig/nidad; y dio
mandamiento en forma pidiendo a los religiosos de/aquella santa casa, para que vista la razón;
y causa tan justificada/como la que tenía el indio se la diesen, y restituyessen luego y sin/que
fuesse necessario a que bolviesse el pobre indio a la dicha ciudad;/el quanto no solamente
se contentó con haver hecho la dicha diligencia/sino que también procuró con todas las veras
possibles sacar/particular provisión de la real audiencia, que allí assiste para/ser amparado
de los corregidores y justicias de su magestad; y que/no consistiessen; que al dicho Sebastián
Quimichi se le hiziesse el/menor agravio del mundo; con los quales recaudos; y con algunas/
cartas de recomendación de algunas personas, que tenían que corres/ponderla assí con el
corregidor de aquel partido; como con el/reverendíssimo padre prior y religiosos que residían
por entonces/en la casa y convento de aquel Sanctuario [sic] tan célebre; como in/signe:
llego de su viage al dicho pueblo de Copacavana; y/allí haviendo presentado [roto: los] dichos
recaudos ante el corregidor; y/vista la justificación de su demanda, tomo la mano; y favores/
ciendo [sic] las causas del dicho Sebastián; procuró con las debidas/cortesías y [roto] suplicas
de gran voluntad pedir muy reverendísimo/padre prior se servirse de dar, volver; y restituir
al dicho Sebastián/la imagen santísima de nuestra señora oída y acepta la petición sin que
ninguno de los/ religiosos la contradixesse, se la entregaron con/gran gusto; y le encargaron
que la traxesse con devota veneración/y que fuesse muy de[roto: voto] de la Virgen santísima
señora nuestra y que/[FOLIO- 10]/ella no dexaría de favorescerle [sic] como madre piadosa/
entonces el buen indio llevado de su afecto; y devoción se/postro en el suelo; hincadas las
170
Documentos para la historia eclesiástica de Apurímac.
rodillas y con lágrimas en/los ojos pidió húmilmente al padre prior que pues la havía/restituido
la imagen se sirviesse de hazerle tan señalada/merced; que lo seria para el muy grande
en que se tocasse a la original/y que siquiera aquella noche estuviesse en el tabernáculo/
juntamente con la otra: assí se hizo como lo pidió; y se acudió=/a darle gusto conosciendo [sic]
su zelo bueno; y el afecto tan cordial/y humilde, con qué negocio y alcanzo todo quanto quiso.
[FOLIO-10V]
[Al margen: En Juli] los dichos religiosos de la Compañia de Jesús le dieron= socorro y/ gente
para que le acompañasse en algunas jornadas y desde/allí la traxo siempre en hombros de
indios; y llegando a qual=/quiera pueblo se iba derecho a la iglesia del lugar y allí habien/do
el velo con que venía cubierta la imagen llegaron, encendía algunas /luces y vos en cuello
cantaba mil alabanzas y loores a la/Virgen soberana. El dicho Sebastián Quimichi; y los
demás/indios que le ayudaban a traer la imagen llegaron a Urcos/una jornada antes de llegar
a la ciudad del Cuzco. Allí el cura/del dicho pueblo; porque oyó cantar muchos cánticos en la
lengua/general de los naturales delante de la imagen sacratissima; quando la/llevaba, haziendo
muchas demostraciones de placer, y contento/y en los cánticos dezía; que los montes muy
altos; y los peñascos/muy encumbrados y sus amenos valles se humillaban/en presencia de
la Virgen; y que los caminos ásperos se allanaban/dando passo a la emperatriz de cielos y
tierra; y que por donde/iba su Reyna Ilustrísima los campos se llenaban de gozo; y placer,/y
que a imitación de los hermosos y floridos prados; los mismos= /caminos producían variedad
y hermosuras de flores, de rozas, de/azuzenas; de alhelíes, de clavelinas; y jazmines; y que
los paja/rillos del aire a porfía cantaban las alabanzas de su grandeza y que/la princesa de
cielos y tierra iba acompañada por el camino/de lucidíssimos coros de ángeles y soberanos
espíritus. Todo lo quanto y mucho/más dezía cantando el dicho Sebastián delante de la
imagen; así/quando la llevaba en el discurso de su camino; como quedo llegaba a poblado;
paresciole/ al dicho cura (que sería poco lenguaraz) que las cosas que= cantaba delante de
la dicha/ imagen benditissima eran algunos/ritos; y ceremonias; que en su gentilidad usaban
a cantar sus pasados/ [rubrica de seguridad]/[FOLIO- 11]/y juzgaba que era cosa indecente;
que llevando la imagen de [roto: la Virgen] fuessen de/esta manera; por la qual dio quenta al
señor Don Antonio/de Raya, de buena memoria obispo de la dicha ciudad del/Cuzco; y su
señoría ilustríssima haviendo recibido carta del dicho cura/mando luego, que dos fiscales,
uno español; y otro indio fuesen/a San Sebastián; que es camino por donde avían de pasar;=/
171
Angela María Concha / Edgar Villafuerte Acuña
media legua de la dicha ciudad: y que le llevassen la santa imagen/y a quien la traía a su
presencia; y así lo hizieron puso/su señoría la imagen sanctíssima [sic] en depósito de la
Compañia de/Jesús; y el dicho Sebastián Quimichi en la cárcel hasta que se/averiguasse la
verdad y aunque huvo muchas contradicciones,/porque assí en los conventos y monasterios;
como en las iglesias/ parrochiales querían la santa imagen; y de ninguna mane/ra se pudo
acabar con el dicho Sebastián Quimichi la dejasse;/sino, que se resolvocion [sic], diziendo
que era para su pueblo de Cochar/cas, y viendo el señor obispo tal determinación; y tan buen/
zelo en el dicho Sebastián no solamente le dio licencia; para que/traxesse la sanctíssima [sic]
imagen, sino que le favores/ció en todo y por todo, socorriéndole con dineros para pagar/a
los indios, que le ayudassen atraerla; y así salió del Cuzco=/con acompañamiento de mucha
gente assí de indios, como/de otras personas devotas; y vino de pueblo en pueblo con/
muchas demostraciones de regozijo, y por donde pa[roto: saba]/ la sa[roto: bían] a recibir con
processión, y repique de campanas/y con tales festines; que solo se podían atribuir a divina
vo/luntad; y disposición [roto: del cielo] que movía los devotos corazones/para que con afectos
del alma mostrassen fuerzas de la devoción/que tenían para con la imagen santísima; que
como la piedra imán/atrae el azero; assí [roto: avía] los afectos ynimos [sic] de los fieles/[roto:
rubrica de seguridad]
[FOLIO-11V]
[Al margen: Llego] el dicho Sebastián Quimichi con la sanctíssima [sic] imagen al pueblo
de/ Uranmarca; que es uno de los de este curato; allí en/la iglesia del dicho pueblo estuvo la
sanctíssima [sic] imagen algunos/días. Después por orden; y disposición del cura propietario/
que lo era entonces el padre Francisco de Aguilar Villacastin,/que en todo favoresció [sic] las
causas del dicho Sebastián Quimichi=/el qual antes de llegar al dicho pueblo de Cayara se
vino adelante/con muchas demostraciones de gusto y plazer para prevenir que/con algunos
regozijos de danzas; de instrumentos; y de otros=/festines la recibiessen en el dicho pueblo
de Cayara; que el principal de la doctrina y donde todos los curas solían tener/su especial
asistencia; y sin haver comunicado cosa al/guna con el dicho su cura el Padre Francisco de
Aguilar [roto]/ni con los gobernadores; y curacas principales de la doctrina/procuro en la ciudad
del Cuzco con toda la diligencia possible/que se fundasse la cofradía de nuestra señora de la
purificación en su pueblo de Cocharca;/ para cuyo efecto compro un libro; y en el/hizo poner
y assentar [roto: los] nombres así del Padre Gregorio Cisne=/ros de la Compañía de Jesús; y
del dicho su cura; como de los/españoles residentes en la doctrina; y de los curacas principa/
les de los cinco pueblos de la doctrina; y hechas las constituciones/por su confessor, procuro
con todas veras; y pidió con afectos muy= grandes de devoción/ a su señoría ilustríssima; que
se las confirmase/que con benignidad las confirmo: las quales se guardaron has/ta el año de
1636 y entonces por el mes de agosto se/hizieron otras cons[tituciones] de nuevo por causas
que huvo para ello; y la principal/ [roto: por] haverse aprobado la cofradía por/ nuestro muy
santo Padre [roto: Ur]bano Octavo; con muchas, y grandes indulgencias; que/ cons[roto: ta] en
la bula original que está inserta en/[roto: rubrica de seguridad]
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Documentos para la historia eclesiástica de Apurímac.
[FOLIO- 12]
Este libro a fojas 57. Con otros breves de su sanctidad [sic] del ju/bileo de 40 horas: y de Altar
de ánima. Las siguientes constituciones/que están al principio del otro libro las confirmo el
Licenciado Joseph=/Gonzáles de Paredes provisor y vicario general de este obispado por [el]/
el ilustríssimo Señor Don Francisco Verdugo obispo del Guamanga; y arzo/bispo electo de
México = en la iglesia del pueblo de Cayara estuvo la imagen santíssima/de nuestra señora
poco más de dos meses; respecto de/que el pueblo de Cocharca no tenía iglesia; sino una
capilla=/muy pequeña; y muy raras vezes solía venir el cura al dicho pueblo,/pero la gente
de el con ser poca, y pobre, se dio tanta priessa [sic]/en la obra que se havía comenzado
por traer la imagen al dicho su pueblo;/que en el dicho tiempo de dos meses se acabó; en
su recibimiento,/huvo muy grandes fiestas y regozijos que los cinco pueblos de/la doctrina
hizieron con afectos de piedad, y devoción, con que la/colocaron en la pobre iglesia, donde
estuvo hasta el año de=/23, entro por el año [roto: de] 1598 en [roto: 02] de septiembre,- y en
7 del dicho mes de/ septiembre de 1623 años se colocó en la iglesia/nueva; como largamente
se dize en la relación, que se hizo del tra/lación [sic] de la iglesia vieja a la nueva a fojas 57 de
este libro y es/cosa admirable y digna de toda advertencia; que quando tra/geron la imagen
soberana desde el pueblo de Cayara a este/de Cocharca, y al tiempo de entrar con la procesión
en la iglesia,/estando el cielo sereno y apacible comenzó de repente a tronar/y armarse una
tempestad y torvellino, tas [sic]; que llovió con/mucho rigor; y la lluvia se fue continuando
hasta que la sacra/tíssima [sic] imagen entro en su iglesia; donde Dios nuestro señor/por
intercessión de su madre santísima obro estupendos milagros;/y maravillas tan prodigio[roto:
sas], como las que se han publicado/y la experiencia a [roto: mostrado] para gloria [roto: suya]
y de su madre santísima.
[Al margen: Viendo] pues el buen Sebastián [roto] Quimichi [roto: quan] pobre y;/[FOLIO-
12V]/necessitada estaba la iglesia de la Virgen santísima, cuyas grandezas/y maravillas
en sus grandes milagros se iban manifestando; y/ que Dios obraba en la soberana imagen
de la Virgen Santísima de su madre determinó/debolver a las Charcas, donde con grande
cuidado alcan/zando de nuevo licencia pidió limosna, no sin poco trabajo; y emu/lación, fue en
compañía de su primo Thomas Carvascuri y [manchado: con]/ser un pobre indio llego a juntar
dos mil pesos. Vino a parar al/valle de Cochabamba en prosecución de su limosna; para cuyo
45 El presente escrito se encuentra en el margen izquierdo del folio 12 del legajo 01 de cofradía del Santuario de Cocharcas. Por
la escritura y las fechas se desprende que el dicho escrito fue agregado posteriormente, probablemente por Miguel Alvites de Aliaga
cura de Cocharcas en 1670.
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Angela María Concha / Edgar Villafuerte Acuña
efecto/ llevo consigo una imagen pequeña con título de Nuestra Santa de Cocharca/y allí por
intercessión de la Virgen preciosíssima, obro Dios en aquella/imagen muy grandes maravillas,
de que huvo muchos testimonios/según los recaudos y papeles que se trageron, y haviéndose
presentado/ante el vicario de esta provincia el Licenciado Pedro Arias de [roto]/dizen los razgo
paresciéndole [sic] que eran apócrifos sin haver/hecho averiguación ninguna; sino solo movido
de su passión, y/del poco crédito que [roto: tuvo] de los dichos papeles – en fin en el=/mismo
pueblo de Cochabamba le regalo Dios al buen Sebas/tián Quimichi con una enfermedad con
un gravíssimo dolor de costado/y a los nueve días después de haver recibió todos los santos
sacra/mentos murió como muy buen cristiano; y como a tal se le hizo un/ entierro muy solemne:
Hizo su testamento; declaro lo que él y su= compañero Thomas/ Carvascuri avían juntado de
limosnas: y legado/acá el testamento, se despacharon personas de segura confianza para que/
cobrasse los dichos dos mil pesos. De la qual dicha cantidad los mil/y seiscientos se pusieron
en censo y renta; y la demás se consumió/en gastos forzosos assí del entierro; como de los
primeros velos y taberna/culo; que huvo la imagen en su pobre iglesia. La imagen pequeña
con qué/el dicho Sebastián Quimichi solía pedir la limosna está colocada en/la iglesia mayor
del valle de Cochabamba [sic] con título de nuestra señora de Cocharca/puesta en mucha
veneración; y fundada una muy insigne [roto: cofradía], /para honra suya, y para mayor gloria
de su/bendito hijo: el quanto sea bendito y loado por [roto] los siglos de los siglos Amén.
Fig. N 04. Libro 01 de cofradías, siglo XVII. Contiene la peregrinación de Sebastián Martin Asto Huaraca, conocido como “Quimichi”.
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Documentos para la historia eclesiástica de Apurímac.
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